domingo, 28 de julio de 2013

IMAGEN SIMBOLICA DE 192 ANIVERSARIO PATRIO: #TOMA LA CALLE #27J Y #28J


Tras  la mirada severa del  traumatólogo ante  el abuso de mis pasos maratónicos según sus palabras y la recomendación de mi terapista Rosa Rivero: incrementar la dosis de paciencia y reducir la indignación movilizadora, no me queda más que seguir virtualmente la cita de #Tomalacalle #27J y #28J. Dejando que la reflexión ocupe el espacio del trajinar emocionado que enerva y produce la máxima adrenalina.
 
A cerca de mi  concesión desconfiada de poder  
Desde mi perspectiva desconfiada de los orígenes verticales, dogmáticos y rígidos asociado a viejos o nuevos  liderazgos provenientes de canteras militares, eclesiales, partidos conservadores, etc. que a lo largo de los años ha cincelado una actitud  vigilante e independiente de mis proximidades o distancias  personales, permitiendo sin mayor drama, enfrentarme a mis propios desencantos anunciados, subrayado hoy por un escuálido discurso del Presidente de la República Ollanta Humala 1 ante los 192 años del aniversario patrio, contrastado y superado de lejos por el de una mujer 2 que devela el escenario del país.
A decir verdad   una vez más estamos ante lo obvio en temas políticos, puesto que  nuestra accidentada memoria y terca apuesta contradictoria,  por un mesías aparentemente menos malo  que el anterior sea el portador del  milagro democrático, nos vuelve a regalar  lo mismo bajo otro disfraz  y nombre, solo que para much@s duele más porque golpea en la misma herida.
No sé cuanto se asemeje mi percepción con el común del pensamiento del ciudadan@ de a pie, respecto a mi concesión de poder desconfiado del desconocid@, espero que no demasiado. Desconfianza que se traduce en exigencia cuando el liderazgo se corresponde con vínculos cercanos, porque a quien conozco y confío expreso en primera,  mi alta expectativa en contraste a un líder estándar, a cambio de ello ofrezco mi apoyo sin más rédito que aportar a su coherencia y consistencia de hacer la diferencia. 

No hace mucho, mi amiga Patricia A. cuestionó esta forma de concesión de poder desconfiado,  por inviable en tanto señaló que se trataba de una expectativa destinada a la frustración porque pretende sintetizar actuación política con valores de servicio de la Madre Teresa de Calcuta, asertividad de un estadista aun por descubrir y la visión e impacto de  la gestión institucional exitosa de Bill Gates y sentenció que la política era otra cosa.
Aspiraciones de Gestión Pública engarzado con mínimo costo social
Yo en realidad no aspiro a tanto, porque toda mutación y mezcla de prácticas conocidas me sabe a Frankenstein, sólo apuesto porque  despleguemos  innovaciones y fundemos en la práctica, eternas  aspiraciones  de hacer política coherente con aquello que siempre hemos reclamado en las calles sea de izquierda, centro o simplemente de descontento coyuntural  porque nos toca. 
Estoy convencida que es posible, solo hay que empezar. Sin decisiones políticas dramáticas como la estatización, que  ha demostrado su inviabilidad, es preciso el diseño políticas en función de diagnósticos efectivos y con claridad en el impacto de los costos sociales para adelantarse o ejecutarse paralelamente medidas de amortiguamiento en tanto surten efectos del cambio en el mediano y largo plazo ¿Cómo hacer una magia de esta dimensión? Sin duda  es la pregunta del millón.
En mi caso puedo ensayar un  ejemplo  del cual no soy experta, pero considero que como todo ejemplo es útil para el ejercicio de la imaginación en políticas públicas.
Si voy a construir un tren eléctrico en una zona como San Juan de Lurigancho –no previsto en el plan del gran cambio o la hoja de ruta,  pero con suficiente olfato de su validez-, requiere considerar que sólo cuenta con sólo dos arterias  de conexión a las cuatro Limas: norte, centro, sur y oeste, a donde se moviliza cotidianamente una buena proporción del millón de habitantes. Sin duda los datos de esta movilidad será el primer estudio para identificar el costo social de la obra faraónica. A ello se sumará, antes de iniciarla, medidas que reduzca el impacto en la fluidez  del tránsito cotidiano, sea recuperando o mejorando vías escasamente transitadas  o   creando nuevas   de soporte eventual o sostenido.
Si eso significa inyectar y apresurar un túnel inadecuadamente diseñado en proceso de construcción, lo perfecciono para asegurar una funcionalidad útil por lo menos paralelo a la obra central del tren eléctrico, cuyo valor agregado en la dimensión política es: a)  alianzas con un gobierno local vía concertación o buena vecindad, que reduce un frente de oposición. Y b) si mi prioridad es electoral evito acumular la insatisfacción de los mayores de 18 años  atrapados día y noche en el transito registrando en su subconsciente de rechazo a un gobierno que no atiende sus necesidades. Luego me ocuparé de cerrar la vía alterna si no tiene sostenibilidad en el largo plazo.
Estoy diciendo piedras seguramente para un(a) expert@ en vías,  sin duda es discutible mi argumento,  tampoco es terreno en el que pretendo entrar, solo intento graficar  la idea   de la necesidad  que tiene  una medida de política de largo aliento y mayor  impacto, acompañada o precedida con otra  de corto plazo e  impacto inmediato, que reduzca el costo social porque se ha priorizado el servicio antes que la ganancia empresarial. Ergo significa combinar  una gestión prospectiva con medidas preventivas, desde abajo, satisfaciendo a  quienes van a ser afectados en la vida cotidiana inmediata y el futuro.
Lamentablemente aun no se ha ensayado la gestión pública que combine más de un enfoque, abundan los  maximalistas  o populistas.  Intento transmitir con este argumento que es otra de las razones que alimenta   mi desconfianza ante nuevo  o viejos liderazgos, haciendo que en plena efervescencia de apuestas electoreras y celebraciones se expresen mis dudas  hasta subrayar que mi voto es condicional y vigilante -si no es viciado como en los noventa-, provocando el malestar a más de un entusiasta.

A estas alturas, estoy convencida que no es una percepción aislada,  se ata algun@s conocid@s y/o por conocer con quienes coincido en las   calles  cuando no queda otra.  Hasta fines del siglo XX y a lo largo del primer decenio de este siglo, sentía que probablemente esta desconfianza cuasi visceral terminaría con nostr@s.
Mi esperanza renace con #Tomalacalle
Luego de las cuatro jornadas de jóvenes indignad@s, se incrementa mi pozo  de esperanza para romper con la indiferencia o ampliar la radio de interés de esta nueva generación por el bien común. Pero mi esperanza no se obnubila, sabe que  es un proceso exigente de su propio ritmo, más cuando  los espacios de formación y conciencia social, política, cultural, no hemos hecho enlaces y/o   transiciones generacionales periódicamente para acumular e innovar.
L@s jóvenes  de #Tomalacalle, han sido paridos con indignación, su  nombre expresa la necesidad de trascender la institucionalidad torpe, sorda, miope y corrupta, reinstalando una institucionalidad democrática y el respeto  al pueblo, pueda que sea una agenda efímera. Importa que tomaron la calle, bautizándose  con el peso de la represión que no desanima, todo lo contrario llena de coraje y eso germina para la resistencia o enrumba hacia nuevas formas de organización, con mejor pronóstico si  tienen espacio para la revisión y el análisis, mi esperanza se robustece.
Para quienes estamos bordeado el  medio siglo, #Tomalacalle es una masa que crece y ha dado el primer paso en pos de la dignidad. La práctica de confrontación de poder es el registro y la fuente del hacer de una praxis que lleva a la revisión, abriendo camino para la construcción de la conciencia  personal y colectiva, la misma que no puede ni debe realizarse aisladamente, requiere que se generen procesos autónomos y colectivos. 
Cuanto asuman compromisos y se articulen, sin duda nos hallaremos ante la emergencia de una nueva generación hacedora de su destino,  constructores de esta patria que es nuestra como suya y la de sus hij@s. Asistiremos al momento simbólico donde toman la posta para adecentar la política, con sus propios aprendizajes. De ser así sentiremos que valió la pena mantenernos vigilantes y descubrir que después de todo  ese fue nuestro papel.
Quizás con cierto velo de frustración, tendremos  que reconocer que en este nuevo escenario a nuestra generación,  le va mejor en su rol de ciudadanía comprometida que hacedor/a de políticas y gestión del  Estado. La práctica nos ha enrostrado que quienes han  logrado tener éxito son más papistas que el papa, renegando de sus orígenes y trasladándose al otro extremo. Adoptando posiciones cómodas de centro o independientes –como si esto fuera posible-  o de  burócrata ortodoxo que aspira a hacer carrera pública abdicando. Renunciando  a la oportunidad de ensayar y validar una nueva forma de gobernar para y con las mayorías. Aquell@s que muestran su dificultad e incapacidad para estos menesteres nos comparten gratuitamente el cartel de ineptos a tod@s  los actuantes y por actuar.
Queda por tanto, confiar en que l@s jóvenes de esta generación formados en la era digital  en un contexto globalizado,  con manejo de las  herramientas que reducen tiempo y espacio, con competencias  para la simultaneidad  que  decodifica varias aristas sin perder el hilo  y el entretejido de su propia atención. Habrá que aportar –sólo si lo permiten y solicitan- a  procesos reflexivos, con la memoria colectiva,  los aprendizajes acumulados y confiar que lograrán aquello que no pudimos configurar ni asumir nosotr@s. Habiéndonos especializado en acciones reactivas  antes que prospectivas; demandantes antes que propositivas, inmediatistas antes que estratégicas, segmentados antes que articulados.
A pesar de habernos movido prácticamente por más de tres décadas, en la resistencia  y la denuncia y teóricamente por el cambio y la igualdad, sin ser completamente  la generación perdida de los ochenta que  bosquejo Alberto Flores Galindo en su testamento político –porque no le quedó más tiempo-. Alcanzamos a ser  la generación que  recuperó una endeble democracia y se emocionó tanto que creó estaba asegurada, sea reproduciendo viejas prácticas o retornando a lo suyo porque la sociedad camina sola, basta con ejercer nuestro voto. Los sucesos actuales,  nos recuerda que requiere ser radicalizada y robustecida día a día, sostenidamente.
Hoy que cumplimos 192 años de independencia política, que numerológicamente  es tres quiero pensar que un país nuevo es posible, que hay espacio para el diálogo, el respeto y la suficiente madurez de quienes fuimos protagónicos y quienes hoy se apropian del protagonismo para hacer lo que le toca hacer.  Para  oxigenar el espacio  permitiendo que la nueva generación procese  y asuma el rol que le corresponde construir y trascender las miserias que impiden ser una patria grande y unida.
 
Quiénes  perdimos la oportunidad de hacerlo o hicimos lo que pudimos en nuestro propio tiempo tengamos la hidalguía para no seducirlos, sustituirlos, manipularlos, viciarlos o ser peor que el éxtasis: recrear viejas prácticas de padrinazgo, madrinazgo y clientelaje, deslizando ladinamente prácticas de corrupción endilgada a otros, pero que cotidianamente reproducimos  cuando creamos privilegios, hacemos excepción en la regla o decimos y hacemos  mentiras blancas.
¡Bienvenid@s jóvenes de  #Tomalacalle...!  a la arena de la patria nueva, bienvenida a más de cuatro jornadas de indignación,  constructores de un Perú tuyo, mío, de aquel, aquella… un  Perú nuestro.

martes, 23 de julio de 2013

MI CITA CON #TOMA LA CALLE, #22J

Esta noche volví a vibrar una vez más,  en mi papel de ciudadana libre, serena, pensante y plena.

Cerré la segunda reunión de  mi jornada y   dirigí mis pasos silentes hacia  la cita #Toma la Calle, #22J, para encontrarme con ella cual dique incontenible de Prolongación Unión hacia Paseo de la República. Mujeres y hombres jóvenes encabezaban la marcha, mostrándose en todo su ímpetu incontenible, energetizante, dignificante, deteniendo con sus pasos otros pasos distraídos, sobresaltados y complacidos.
Detenida en mi primera estación de peregrinaje, capturé las vistas que permitieron mi cámara doméstica luchando débilmente para vencer la oscuridad. Simultáneamente, intentaba escudriñar a mis citas contemporáneas  o por lo menos al ritmo de ese desborde humano algún rostro familiar, sin conseguirlo, invadiéndome diversos  sentimientos simultáneos. Saberme de una generación que dejaba la posta a otra nueva, prometedora e inagotable; descubrirme en medio de una marcha de la que era parte pero ya no era mía. 
Allí estaban los nuevos rostros de mujeres y hombres jóvenes apropiándose de su tiempo,  haciendo su propia historia. Sin duda estaban salpicados de algunos rostros medianos, esos que no quiere ni pueden  asumirse que fueron o se resisten a pasar la posta, pero en definitiva, los primeros quince minutos fueron solo rostros juveniles. No  era una marcha proletaria, tampoco de mujeres por la sobrevivencia, o la portátil de cada gobierno de turno,  eran las mujeres y hombres indignados cuyas pancartas  lo decían todo.
Los acompañé por todo Paseo la República, hasta que advertí que volvían a tomar Wilson, no fue difícil  imaginar que retornaban al punto de la cita. Hacia allí me dirigí a mi ritmo, en medio de la fría  y húmeda noche limeña,  se había elevado a cuarenta grados en mi temperatura y el corazón galopaba incontenible,  como decía Simone de Beauvoir,  miraba esas calles tantas veces recorridas cuando era parroquiana frecuente del Munich,  con otros ojos  y nuevos sentimientos, descubriéndola más brillante, acogedora, cálida y mía.
 
 

Llegué a  la plaza con cámara en mano, sin ningún temor que suele acompañar mis visitas a esa zona desbordada de pequeños o grandes delincuentes a cualquier hora. La embriaguez suele  ser osada, yo estaba ebria,  de esta dignidad joven que enfrenta la vieja práctica politiquera, pueda que sea gesto de dos noches, o pueda ser que corresponda al punto de quiebre de una etapa a otra de nuestra endeble historia democrática.
Ya en mi segunda estación, tomé posición de la berma central, observando que los ánimos lejos de descender por el recorrido se habían acrecentado. Para dibujar parcialmente el desplazamiento señalaré que quienes encabezaban la marcha llegaron a la altura de Bolivia, esta no terminaba de salir de la plaza San Martín, tomando el Paseo de la República, bordeaba  la Av. Paseo    Colón y retornar por la Av. Wilson.
De ese lado descubrí esta vez rostros familiares, capturando algunos para el recuerdo. Y sentí vibrar con más fuerza las voces indignadas enrostrando a Ollanta sus promesas incumplidas, exigiendo a los  y las congresistas el poder que le había cedido el pueblo subrayando que “la lucha en las calles también educa”, o “García y Humala la misma porquería”…
Cuando la marcha estaba a la mitad, creyendo que se detendrían en la Plaza San Martín, me adentré  a ella, descubriendo que seguía fluyendo hacia el este. Adiviné nuevamente  sin esfuerzo que se dirigían hacia el Congreso, así que hacia allí me dirigí, tomando Carabaya. Pero vaya sorpresa estaba bloqueada. Y cuando estaba a punto de enrumbar  mis pasos por el Jr.  La Unión,   vislumbré que la policía le dio paso a un quiosco. Y ya nada me detuvo, cuando intentaron impedir mis pasos señalé que tenía tanto derecho como un quisco al libre tránsito, no sé si fue mi energía o mis años lo que finalmente hizo que un policía me permitiera el paso adentrándome solitaria hacia una zona infranqueable, mientras pensaba que la marcha no  llegaría a su destino.

Camine a mi ritmo, sabía que la marcha era larga y la alcanzaría. A la altura de Miro Quezada con Carabaya, justo por el Hotel Mauri, la calle ya estaba enrejada, policías nerviosos, personas fastidiadas que no comprendían lo que sucedía, porque no los dejaban entrar ni salir de la plaza de Armas. La calzada estaba llena de personas que iban y venían,  de momento pensé que era la marcha, verificando inmediatamente que era un movimiento cotidiano, ajeno a lo que se sucedía por  la Av. Abancay, aun cuando sus ojos eran agredidos por el humo de la bomba lacrimógena que nos invadía incontenible.  

Y como si tod@s sintiéramos  el temor del ejecutivo a que esa multitud joven y vibrante le recordara que estaba indignada y vigilante, nos miramos en silencia. Subí hacia Lampa verificando que el cerco era férreo mientras sentía más cerca vibrar las voces y agudizarse la agresión de las bombas lacrimógenas. Volvieron a mí los recuerdos de tantas y tantas batallas de mi vida: a partir de los doce años siendo estudiante de secundaria nos solidarizamos con los estudiantes de un centro educativo que tomaron el Estanco de Sal y en medio de la protesta nos soltaron a la caballería, sin lograr movernos. Ese recuerdo me hizo pensar que los jóvenes no retrocederían.
Intenté integrarme a la marcha por el ala izquierda de la antigua Biblioteca Nacional, no nos permitieron, los policías nos dijeron que  la cosa sería peor y que  circuláramos. “Señora hace frío  pronto habrá mucha agua para sofocar las bombas  lacrimógenas y el desorden de la marcha”, yo respondí  puede pasar el tiempo pero las prácticas represivas nunca cambiaran.

Seguí por Azángaro y finalmente subí por Junín, ante el Congreso, descubrí que la marcha había sido detenida entre la Av. Abancay con Av.  Ucayalí.  Junto a mí se colocaron dos jóvenes aun respirando con dificultad, descubriéndose como parte de la marcha por sus botellas de agua San Luis en la mano. Les comenté, que mucha fuerza y resistencia pero poca experiencia y estrategia. Ambos me preguntaron por qué. Le dije que faltaban los piquetes de marcha. Preguntaron qué era eso. Les dije hay una marcha central cual arteria que moviliza la atención de todos, mientras que varios grupos numerosos dispersos  y desligados de la marcha se  ubican estratégicamente  en los diversos puntos de la meta de la marcha para cuando la arteria fuera detenida, este grupo rompe la  cerca desde adentro.

De pronto  un grupo de seis jóvenes empezaron a gritar, los vi y les dije juntémonos hagamos más grupo porque en este momento los detienen son muy pocos. No bien terminé de proponer, cercaron a la líder tres policías, uno de ellos bastante agresivo, la joven no se inmutó los enfrentó. Yo tomé mi rol  de periodista y capturé  fotos, llamando la atención de otros periodistas e impidiendo fuera agredida, sus compañeros se asustaron. En pocos segundos, llegaron más policías, a mi me dispersaron hacia el norte. Mientras los jóvenes fueron presionados hacia el sur. A lo lejos las sirenas intentaban reducir el eco de las voces juveniles contenidas por esta vez a dos cuadras de su destino.

Mi cita con #Toma la Calle, #22J quedaba atrás, mientras me alejaba pensaba que  en algún momento podremos hallar el espacio para que intercambiemos experiencias de lucha y estrategia, con el ingenio, la indignación que se hace   fuerza incontenible de nuevas mujeres y hombres.

miércoles, 17 de julio de 2013

UN DIA DE MIÉRCOLES QUE SABE A ESPERANZA

Podemos decir esto no está pasando apelando a la ley de la negación,
lamentarnos,  patalear a solas y acomodarnos frente al televisor,
esperar que nos cuenten por face o twitter cómo perdimos la inocencia,
rasgarnos las vestiduras, hacer duelo y seguir de rodillas,
total a este país no lo salva nadie.

Podemos preguntarnos una vez más en qué momento se jodió el país,
afirmar que estamos atrapad@s en el laberinto de la choledad,
o darle la razón a quien nos enrostra nuestra disposición a ser colonizados,
fueron noventa y dos alter egos que catapultaron a nuestros espantos,
hacia las únicas instituciones que rescatamos a fines de los noventa.

Podemos sin duda hacer de la vista gorda y prepararnos para las fiestas patrias,
ignorando que ha sido violada noventa y dos veces, está llena de heces, orines, semen confundido con su propia sangre, mientras sus violadores y violadoras se recomponen
de la orgia que acaban de compartir desnudando sus diferencias en el altar del oprobio,
total esto pasa a diario  en la combi, la calle, plaza, casa, escuela, iglesia y no pasa nada.

Podemos escuchar a nuestro don de   indignación que te empuja a la calle,
doliéndonos  el dolor de sentir dolor de tod@s, respirar profundo para no gritar,
un último rezago de pesimismo te dice que será vano, más le sonríes y  tomas la calle
en el bus hablas en voz alta como hace un siglo, muchos se indignan,
sonríes nuevamente otra mujer baja hacia la plaza contigo, es Esperanza... 

jueves, 23 de mayo de 2013

IN MEMORIAM MARIA ELIZABETH TEMOCHE DURAND

María querida:

Has dejado este tiempo y espacio, pero mientras viva te hallaré en la mirada de cada una de las compañeras, de cada mujer comeña, en cada voz alzada de mujer corajuda, en la cabeza erguida de cada pobladora de los conos y pueblos del país, en la sonrisa perfecta y límpida carcajada de la compañera de luchas y batallas sin heridos ni sangre derramada pero muchas conquistas, en otra voz, similar a tu voz contundente de la líder.
Te hallaré en la coquetería de cada mujer empoderada, la danza y el salto para festejar un resquicio de vida, sea en medio de una marcha de protesta, asamblea acalorada, reunión municipal, evento distrital, feria por el día de la mujer o la oficina improvisada en una pollería de la Túpac Amaru para escarbar detrás de una reunión con trasfondo.
Estarás María querida en la mirada y sonrisa pícara de quien logró arrancar el derecho negado o romper el cristal de opresión de las mujeres, sin mayor instrumento que tu agilidad mental, argumento, firmeza, fuerza, coraje, una minifalda perfecta y bien puesta. No fue necesario vivir los círculos, militancia larga o teoremas de género, patriarcal o feminista. Te bastó ser y vivir como mujer popular peruana en medio de dos siglos.

María Temoche Durand sentada  y con chompa, Septiembre 2006
Sentí tu presencia tres noches previas a tu partida, mientras escribía el artículo anterior a cerca de derechos ganados y obligaciones omitidas. Pensé era el cansancio, así que me recogí con una oración por todas y cada una de mis amigas y seres de luz que me acompañan. Algo adormecida volví a sentir tu presencia. Al amanecer Isabel confirmó que estuviste conmigo, comunicándome salías de cuidados intensivos pero no a tu casa, aquella que nos cobijó durante muchas jornadas queda como registro esta foto que capturé para el recuerdo. Tiempo a tiempo en la calidez de tu hogar atamos sueños y aramos proyectos que encarnaran al discurso del empoderamiento en mujeres populares, con el partido político hecha por mujeres para mujeres en Comas. La llamada de Isabel fue inconclusa, no supe a donde iría tu cuerpo agotado, ella prometió enviar la nueva dirección, mas en el fondo, me decía que por algo seria, así guardaría tu imagen llena de vida o erguida enfrentando al cáncer.

Una vez más, el cáncer de mama nos vence, filtrándose sigilosamente en nuestras vidas, no lo detuvo los chequeos periódicos o campañas impulsadas como en tu caso, el desconocimiento de sus orígenes lo transforma en la amenaza principal para nuestras vidas, hoy eres tú, mientras se encuba en muchas de nosotras, por eso mismo no debemos bajar la guardia.


Paradójicamente cada vez que la muerte nos mira de frente, pareciera cedernos la ilusión de plenitud, unos dicen 48, otros 72 horas previas a la partida. Los médicos afirman que superamos el umbral del dolor, dejando de sentir padecimiento esfumándose frecuenemente la nebulosidad o inconsciencia donde nos cobija los analgésicos. Personas que cuidan a enfermos terminales dan fe de la increíble lucidez y animosidad de las últimas horas.
Algunos a quienes deseo creer cada día, suelen decir que este es el periodo donde entramos a una intensa actividad en nuestras múltiples dimensiones, una de ellas, tu vida etérea María, es sin lugar a duda aquella que te permitió visitar a tus amigas y seres amados distantes durante la noche del 20 y el amanecer del 21 de mayo como sucedió conmigo, para recordarnos tu amor, picardía y alegría. Cumpliendo así nuestras bromas que si alguna partía antes, todas lo sabrían.
Todo estos días me pasé recordándote, contándo a mi familia sobre las formas diversas como llegamos a hallarnos y hacernos amigas/os, así que estuviste presente en este núcleo que ha sido mi soporte y centro durante todo este tiempo. Permitiendome entender tu propio centro del cual tomábamos nota en octubre del 2012, para regocijarnos, comprender y también perdonar y perdonarnos, distinguir hasta donde nos toca y desde donde empieza el libre albedrio del otro, colocándonos en paz y descargando el peso de nuestro fardo invisible.
Recordé cada detalle, cada gesto y volví a decirte mentalmente: "María querida, hallaste tu camino y lo agotaste." Puesto que viviste a mil por hora, sin detenerte inclusive esta afección que te acompaña hasta la culminación de tu vida, abriendo el camino hacia una nueva dimensión donde pasas a ser parte de los seres de luz que nos acompañaran el trecho que nos queda a quienes tenemos fe en ello. Cerré el día colocando otra vela y pidiendo a los seres de luz te acompañen, integren,  acojan con el mismo amor y entrega que tuviste en esta vida. Envié un nuevo mensaje a Isabel para ubicarte me acosté sintiendo nuevamente tu presencia.
Hoy de madrugada Isabel anunció tu partida, agradecí a Dios por haberte liberado del padecimiento y deterioro corpóreo, porque tu espíritu y alma se fortalecieron a lo largo de este proceso. Me queda por consuelo haber tenido el espacio en el centro mismo de este proceso, para expresar nuestros sentimientos sin interrupciones, represiones ni temores. Por ello hablamos de todo lo vivido y compartido individual, grupal y colectivamente. Cruzamos ambas miradas con respeto, calidez y mucho amor, revisamos nuestra relación, esclareciendo nuestras percepciones descubriéndonos profundamente humanas, hermanadas y semejantes.
Aun siento tus manos y abrazo, tu delgado cuerpo y el brillo de amor en tus ojos, la suavidad de tu cabello y esa fuerza que te erguía pese al dolor que invadía. Juntas enjugamos nuestro llanto para dejar asentarse la alegría mientras recreamos lo vivido y compartido, las anécdotas de nuestros aciertos, desaciertos, avances y retrocesos. Pasamos lista a todas, hasta lograr esa hermosa sonrisa en tu rostro cuando reconociste y agradeciste la hermandad que movilizó a cada una de las amigas y compañeras que venían siendo parte de tu corte de apoyo en este tiempo: “Todas se han rajado por mí” dijiste con orgullo y tomaste mi mano diciendo: “Sólo faltabas tú a quien tanto quiero y agradezco”. Con fuerza afirmaste: “Si en algún momento tuve dudas sobre mis opciones y decisiones, Catalina, hoy no me arrepiento de nada, porque lo hice todo por amor y entrega, quizás con muchos errores pero aprendí cada lección y enseñé cada aprendizaje”.
Espero que hayas dejado de tener como centro de preocupación el cuidado de tu compañero y si no fue así, vuelvo a reiterar lo señalado en ese momento: “¡No hay por qué preocuparse!, el se queda para enseñar a quienes le rodea, esa es su misión, cuando ello concluya volverán a encontrarse para seguirse amando como el primer día en que se conocieron sin mediar sus cuerpos cansados de este tiempo.
Y como se que todas volveremos a encontrarnos cuando el tiempo de cada una llegue a su fin,  si hemos tenido suerte de cumplir nuestra misión  como lo has hecho tú, sin duda tendremos espacio para hacer esas cosas que siempre postergamos, como los viajes colectivos que en el nuevo estado serán siderales. Sé que querrás como siempre tomar la palabra así que reproduzco uno de tus mensajes recibidos en tiempos de movilización en torno a tu estado:
“GRACIAS AMIGA, A TRAVES TUYO MIS AGRADECIMIENTOS A TODAS Y TODOS LOS QUE SE HAN HECHO PRESENTE CON SUS PALABRAS DE ALIENTO, Y SUS VISITAS, LOS Y LAS QUIERO MUCHO, QUE GRAN COMPROMISO Y CUANTA ENERGÍA DE LA BUENA ENCUENTRAS EN RATIFICAR QUE TANTO TRABAJO POR LOS OTROS, TIENE SUS FRUTOS”(María Temoche Durand, 17 septiembre 2012). 

He escrito María querida, para honrar y testimoniar nuestra amistad, el amor, perdón, confianza y reconocimiento que logramos construir y expresar en su momento. Ese diálogo profundo de a dos, que renovamos, sin más testigos que nuestras almas.

¡Descansa en Paz María Elízabeth Temoche Durand!, amiga ganada en el fragor de la lucha por la vida, los derechos y la autoafirmación como ser.

Hoy como ayer vuelvo a decirte que si hay necesidad de mostrar el resultado empírico concreto del empoderamiento de mujeres populares en el Perú, eres tú, sea para proponer, sostener, confrontar, exigir, hablar en primera persona y testimoniar.




lunes, 20 de mayo de 2013

OBLIGACIONES FENECIDAS

Son las once y media de la noche del 20 de mayo  en el decimo tercer año del siglo XXI, luego de un día tímido día apenas tibio  empezó a garuar  en la zona nor este de Lima destacado por su clima seco en contraste con el  ochenta a noventa por ciento de humedad que invade los distritos del  oeste, desde el sur hacia el norte por donde se extiende el litoral marino de la capital del Perú.

Cuán  distinto a la Lima de mi infancia,  que discurrió en barrios altos  y Lima cuadrada, donde era posible distinguir las cuatro estaciones del año, lo bueno de lo malo, lo bonito de lo feo, lo sano de lo deteriorado, la verdad de la mentira, la confianza de la desconfianza, la autoridad del delincuente, el héroe del villano, la vecindad del aislamiento.
Los días de semana todos debían trabajar, independiente de la edad y ocupación, los padres en sus labores, hijos/as en la escuela y las labores de la casa. La diversión  se correspondía con una a dos horas de juego en la calle: cuadra,   solar o el parque cercano o el club,  luego de haber mostrado el cumplimiento de deberes, porque en ese tiempo teníamos deberes y casi nada de derechos.
Si lográbamos obtener la venia de la madre y/o el padre, aún así l@s ami@s no   habían alcanzado  las condiciones para salir un rato a la calle,  en el mejor de los casos teníamos 
una hora de televisión en compañía de toda la familia,  decidiendo el programa por mayoría que coincidía generalmente con aquello que estaba permitido por los padres. Una hora de TV,  interrumpidos  por la conversación o la pelea ente herman@s  coincidentemente con  los comerciales.  Cuando por una u otra razón no había Tv,  estaban los cuentos andinos de papá, mamá y algún otro pariente a quién le había tocado el turno de estadía en casa.
Los fines de semana era fiesta dentro y fuera de la casa, el desayuno era temprano, por mucho que nos hubiéramos desvelado el día previo a las ocho de la mañana tod@s estábamos a  la mesa,  se cocinaba lo mejor  y preferido de la mayoría, democracia cerrada en este caso. Se almorzaba al medio día enlazado con la sobremesa que se extendía hasta el lonche  y continuaba con la cena, sólo  a quien le tocaba (por turno) recoger la mesa y lavar los platos,  se perdía o cortaba la conversación pidiendo que repitiera, en casa a veces juntábamos los platos del almuerzo con el de la cena para lavar en grupo y seguir comentando lo comentado.

Si eran buenos los tiempos, vivíamos la salida de los domingos  que significaba paseos:  al zoológico de Barranco, la playa de Chorrillos, Agua Dulce,  Miraflores, Ancón, el Parque la Reserva, Mangomarca, Campoy. Y en largos fines de semana  de viaje a Chosica, Matucana, Huacho, Barranca, Lurín, Cañete, zonas  percibidas como alejadas de Lima y demandaban tiempo de traslado. En el parque,  campo, río  o playa, jugábamos tod@s y nos divertíamos juntos. Sólo lo hacíamos por grupo hetáreo cuando los padres se agotaban. En mi caso tuve más fortuna, solíamos realizar incursiones de exploración mis tres hermanas y mi padre por las zonas cuasi vírgenes del distrito y allí  tuve mis lecciones de campo sobre astronomía, arqueología, geofísica, zoología, botánica, sobrevivencia, autoestima, fortaleza, filosofía (especialmente en deber, derecho, justicia, moral), fe y amor al ser supremo,  Dios. De allí mi idea que   era un sabio sin mayor título que el de padre.
De ningún modo  antaño fue mejor, sólo diferente y menos complejo, sin necesidad de ser escudriñado en 4D. Había una relación directa, se aprendía a distinguir y diferenciar los actos que ayudaban a la convivencia, al trato con respeto y también  por qué no de indiferencia. Insisto el sentido del deber  con l@s otro@s estaba claro, aun cuando habían pocos derechos reconocidos y ganados como los actuales, a veces me pregunto:
 ¿Es cierto   que hemos alcanzado  derechos?
¿O  son las  obligaciones las que han fenecido?
¿Es posible  la convivencia y articulación entre derecho y obligación?

SINTIENDO AL INVIERNO EN OTOÑO EXTINTO

Son las once y media de la noche del 20 de mayo en el decimo tercer año del siglo XXI, luego de un día tímido apenas tibio empezó a garuar en la zona noreste de Lima, que suele destacar por su clima seco en contraste con el ochenta a noventa por ciento de humedad que invade los distritos limeños esparcidos de sur a norte en  el poniente.
Cuán distante a la Lima de mi infancia, que discurrió entre Barrios Altos y Lima cuadrada, donde era posible distinguir las cuatro estaciones del año, prácticas de urbanidad como reglas mínimas de comportamiento en público, privado y compartido. Permitiéndote distinguir en las relaciones interpersonales lo bueno de lo malo, lo bonito de lo feo, lo sano de lo insano, la verdad de la mentira, la confianza de la desconfianza, la autoridad del delincuente, el héroe del villano, la vecindad del aislamiento.
Tiempos que se acompasaban con los ciclos de vida.  A los doce años se dejaba de ser niña/o para ser una jovencita o un jovencito educado, ergo saludar a propios y extraños, ceder el paso, ayudar al otro, guardar respeto y compostura. Nadie podría comprender y menos tolerar algún berrinche, o atrevimiento infantil. A partir de los  doce años se integraban los medios de socialización primaria y secundaria, para el entrenamiento a la convivencia  social: contención simbólica de esfínteres, deseos, impulsos y pulsaciones.  Los quince años   significaba oportunidad para  la diversión y el enamoramiento,   oportunidad para afirmarse entre pares, ganarse el reconocimiento y respeto de padres y mayores. Practicábamos la buena vecindad, la democracia, el respeto a las reglas de juego y el deporte era eso, deporte para desarrollar habilidades, capacidad de resistencia física, disciplina, equilibrio y competencia. Hechos   que de ningún modo estaban reñidos con la rebeldía.
Viví esos años sin morir en el intento,   fui una de las rebeldes sin causa. Buscábamos relaciones lógicas entre los hechos, la incoherencia entre la palabra y práctica, la intensión detrás de la información, el mensaje encriptado de los textos, razones entre sinrazones, interrogaba, escudriñaba, cuestionaba, creaba, proponía y llevaba adelante empresas negadas. Nuestra  rebeldía   nos empujaba a hacer cosas: desde construir escondijos en la copa de los árboles más altos, pasando por actos de servicio público, solidaridad, trabajo comunitario,  voluntariado, campeonato, excursiones explorando nuestro entorno, conocíamos todo lo que nos rodeaba incluyendo a los vecinos, vecinas como a la palma de nuestra mano.
Los días de semana todos debían trabajar, independiente de la edad y ocupación, los padres en sus labores, hijos/as en la escuela y labores de la casa. La diversión se correspondía con una a dos horas de juego en la calle: cuadra, solar,  el parque cercano o el club, luego de haber mostrado el cumplimiento de deberes, porque en ese tiempo teníamos deberes y casi nada de derechos.
Si lográbamos obtener la venia de la madre y/o el padre, aún así l@s ami@s no habían alcanzado las condiciones para salir un rato a la calle, en el mejor de los casos teníamos una hora de televisión en compañía de toda la familia, decidiendo el programa por mayoría que coincidía generalmente con aquello que estaba permitido por los padres. Una hora de TV, interrumpidos por la conversación o la pelea ente herman@s coincidentemente con los comerciales. Cuando por una u otra razón no había Tv, estaban los cuentos andinos de papá, mamá y algún otro pariente a quién le había tocado el turno de estadía en casa.
Los fines de semana era fiesta dentro y fuera de la casa, el desayuno era temprano, por mucho que nos hubiéramos desvelado el día previo, a las ocho de la mañana tod@s estábamos a la mesa, se cocinaba lo mejor y preferido de la mayoría, democracia cerrada en este caso. Se almorzaba al medio día enlazado con la sobremesa que se extendía hasta el lonche y continuaba con la cena, sólo a quien le tocaba (por turno) recoger la mesa y lavar los platos, se perdía o cortaba la conversación pidiendo que repitiera, en casa a veces juntábamos los platos del almuerzo con el de la cena para lavar en grupo y seguir comentando lo comentado.
Si eran buenos los tiempos, tocaba paseo de   domingos: al zoológico de Barranco luego  San Miguel, las Playas de Chorrillos, Agua Dulce, Miraflores, Ancón, San Bartolo, Puerto Viejo, Santa María. El Parque la Reserva, Mangomarca, Campoy. Y en largos fines de semana de viaje a Chosica, Matucana, Huacho, Barranca, Lurín, Cañete, zonas percibidas como alejadas de Lima porque demandaban tiempo de traslado y estadía. En el parque, campo, río o playa, jugábamos tod@s y nos divertíamos juntos. Sólo lo hacíamos por grupo de edad cuando los padres se agotaban.
En mi caso tuve más fortuna los fines de semana largos, solíamos realizar incursiones de exploración y acampar con mi padre por las zonas cuasi vírgenes del distrito y allí tuve mis lecciones de campo sobre astronomía, arqueología, geofísica, zoología, botánica, sobrevivencia, autoestima, fortaleza, filosofía (especialmente en deber, derecho, justicia, moral), fe y amor al ser supremo, Dios y mitos. De allí mi idea que era un sabio sin mayor título que el de padre.
Pueda que mi sentir de un invierno en tiempo de otoño inconcluso, me incline por arrullar recuerdos puramente afirmativos antes que críticos y cuestionadores. No es mi intención. De ningún  modo está en mi percepción señalar que antaño fue mejor, sólo diferente, más claro y menos complejo, sin necesidad de ser escudriñado en 4D.
Este invierno que se instala  abruptamente sin que haya sentido al otoño y se me hace extinto, me ha recordado que nuestras relaciones de antaño eran  directas,  donde se aprendía a distinguir y diferenciar los actos que ayudaban a la convivencia, al trato con respeto y también por qué no de mediana seguridad. Y ahora que lo pienso detenidamente,  el sentido del deber con l@s otro@s estaba claro,  no había duda alguna, las palabras tenían el significado correspondiente, un sentido de urbanidad sin necesidad de exigir  respeto a determinado derecho.
En este punto me asalta un temor, estoy romantizando el pasado cuasi colonial, oligarca, machista, sexista, discriminador, europeizante con la percepción del indio como paisaje.   Me sobrepongo y advierto, que mi recuerdo de antaño tiene que ver justamente en las formas de relación social carentes de los derechos actuales, con mayores obligaciones y  con menores signos de brutalidad y locura cotidiana  en la  violación de derechos, por cuanto   emergen nuevas interrogantes.
¿Cuánto de derecho  hemos alcanzado?
¿Cuánto de  obligaciones han significado?  
¿Cuánta  articulación entre derecho y obligación es posible?

Los derechos

Respecto a los derechos, hemos clarificando los imprecisos. En algunos casos arrancados y comprometido  tanto a los sujetos de derecho como a las instancias nacionales e internacionales que garanticen su implementación y cumplimiento. Pero también se han dejado    puertas de acceso o han emergido de sus vacios asideros para su incumplimiento o violación.
Cotidianamente asistimos un@s con indignación, otro@s con hartazgo  y también con resignación a la violación sistemática de cada uno de los derechos alcanzados, sea por el ciudadano común transformado en infractor o delincuente, las instituciones destinadas a preservarlas que simultáneamente han permitido el asentamiento de mecanismos para su violación, las autoridades elegidas para salvaguardarlas transformados en violentadores y violadores impunes, mostrando un panorama que pareciera superar  prácticas de hordas  primitivas  que resolvían las diferencias por la ley de la fuerza, el poder  y la muerte.
El modo y la crueldad con el que se violan cada uno de los derechos reconocidos, la premeditación, alevosía  y ventaja que emana de cada delito, cuestiona las convenciones que nuestros ancestros celebraron para garantizar la convivencia social, luego de ganar cruentas batallas y discusiones inagotables. Reeditado creativa y periódicamente en nuestro tiempo, cuanto más hablamos de tolerancia, inclusión, equidad, justicia, libertad, buena y vida plena, más se aproximan nuestras relaciones sociales a prácticas que no sólo contradicen al discurso, sino que lo niegan.

Las obligaciones

La respuesta a la interrogante de cuantas obligaciones tenemos, asumimos y cumplimos, se torna cada vez más escuálida, cuando advertimos que   los derechos conquistados son asumidos sin  obligaciones desde las partes comprometidas.
En la segunda mitad del siglo XX, tiempos que dibujaba al inicio de este artículo, las obligaciones provenían de la socialización primaria que mujeres y hombres teníamos en el hogar, independiente de si ellos eran patriarcales, sexistas,  etc. la familia proveía de las bases en cada futur@ ciudadan@  de las reglas básicas para una buena convivencia o mínima tolerancia, asociado con la edad, los espacios, los roles y los niveles de autoridad. A ello contribuía la escuela, los pares, la comunidad, las instituciones religiosas, los partidos y el Estado a través de sus diferentes entidades como sucede con la policía. Sin duda much@s hemos luchado por reconfigurar y ampliar de contenido o modificar  lo que encontramos, sin embargo es innegable la importancia de su existencia referencial, sea para su afirmación, modificación o cambio.
En el tiempo actual  que corresponde al segundo decenio del siglo XXI, la familia como referente de formación para la convivencia social, está cuasi disuelta, la escuela se ha transformado en el mejor de los casos centro de información y consumo, en el peor de los casos e independiente del género, en centro de entrenamiento para conductas sociales, la comunidad ha dejado de ser referencial y real para tornarse virtual, los grupos de pares donde se producían las prácticas de afirmación de identidad hoy son inestables, mediados y no necesariamente están constituido por generaciones, se produce alta movilidad real y virtual. Las instituciones religiosas anquilosadas en principios y conductas contradictorias válidas para la edad victoriana, han dejado de ser el punto de formación espiritual, moral y ético. Sucede otro tanto con los partidos que se han desprendido de sus elementos centrales de especificidad, atracción y aporte socio-político: vocación de servicio,  voluntariado, ética y propuesta utópica en el sentido de imaginación para una sociedad deseable. El Estado ha renunciado a su condición de garante de la buena vida en sociedad, de fiel equilibrio de la balanza, promotor de la vida social,  nacionalismo y sentimiento patrio.

Factores intervinientes en derechos y obligaciones

El rol tradicional y desgastado de la familia, pares, comunidad, escuela, iglesia, partidos y Estado, en la formación de cada miembro de la sociedad ha sucumbido de forma estrepitosa  siendo sustituido por la  tecnología, el mercado, los medios de comunicación y la globalización.
La tecnología al alcance de tod@s, si bien  ha introducido un nuevo concepto de información, formación, conocimiento, tiempo y espacio en nuestras vidas, también se ha transformado en llave para abrir muchas puertas a todas las edades,  independiente de si cuentan con   capacidad crítica y conciencia de su elección y consumo. Los grupos vulnerables hoy se transforman en víctimas sin mecanismos de defensa aprendida socialmente, corresponsable de su riesgo y victimización por disposición.
La tecnología, contribuye al mayor ensanchamiento de brechas generacionales que irónicamente apunta a la incomunicación y aislamiento. A las brechas generacionales que alimenta la tecnología, se añaden los culturales  y profundizan a las condiciones de pobreza que de la carencia de satisfacción de alguna necesidad básica: alimentación, vestido, vivienda, servicios básicos, salud y educación añade acceso  tecnologías de información y comunicación (TIC). Cada aparato desprovisto de su condición instrumental como  un medio para, viene siendo  transformado en referente de ser, alimentando la ansiedad por el consumismo, posesión y fuente de referencialidad, estatus social, económico, político y cultural.
El mercado ha entrado a definir las pautas de conducta, valores y reglas de  juego de cada individuo, todo es posible y tiene un precio, puede obtenerse si estás dispuesto a pagar, no importa el medio sino el fin. El Estado ha pasado a ser garante del ciudadano para asumir al mercado dejando de cumplir el rol para el cual fue creado socialmente: la garantía de  una convivencia armoniosa,  mediante la  promoción, atención y protección de los derechos, garantizando la satisfacción universal de necesidades básicas.
Las necesidades básicas se han transformado en producto de diversa calidad como niveles de consumo tienen las personas, dejando de ser universal antes de alcanzarlo.  Los derechos se norman pero no se cumplen y en correlación las obligaciones son difusas o extintas.
L@s Polític@s han modernizado a los partidos políticos,  transformándolo en empresa social, familiar o anónima, donde todo tiene precio, cada  militante es un socio con aporte propio, cuanto mayor sea,  más oportunidades, beneficios e impunidad. No hace falta práctica democrática a ella se apela para referirse al voto o cuestionar al oponente, la reelección es un escándalo en el contrincante, distinción y reconocimiento en el propio, hasta  cierto grado de regocijo interno por el trasfondo de insustituibilidad. La revocatoria  ha sido despojada de su condición de herramienta de control y sanción ciudadana a la mala gestión pública, siendo cuestionada por tirios y troyanos que se alinean para su eliminación.
No hace falta una trayectoria con práctica de servicio voluntario, político y social, ni formación doctrinaria, profesional, ética y moral. Basta con el arreglo de certificación fraguada o transada, algunas distinciones académicas o profesionales en contextos y contenidos distintos, auto-reconocimiento de elegibilidad y habilidad para el engaño, estafa, adulación, negociación, lobby. Y si llega al máximo puesto de poder político y enriquecimiento ilícito, basta con renunciar  desde un lejano lugar a buen recaudo, declararse perseguido político y esperar hasta que prescriba con oportunidad de reincidir. En tanto  se trata de una sociedad sin memoria, permisiva, indiferente y convencida por las leyes del mercado, que no hay otro modo,  porque todos roban (se cobran) y si este hace algo aun equivocándose se ha ganado una  nueva oportunidad.
Los medios de comunicación  brazo extendido del mercado se introduce en cada casa, vaciada su contenido de hogar a cambio de un TV plasma gigante, cable HD de paquete completo directo o clandestino y  blu ray, servicio de internet de banda ancha o sub-conectada, cada integrante de la familia con celular, tablet, blackberry , enlazado con RPM, etc, etc. Un hogar con todas las herramientas para moldear la conducta de tod@s interconectadamente.
Niñ@s encerrados en ambientes de 50 a 90 m2  por el riesgo externo y ausencia de parques públicos accesibles, dejan de percibir las formas y colores de los alimentos mientras bocado y a bocado consumen enlatados televisivos, sin espacio para la imaginación porque todo está programado.
Los jóvenes  cuentan con  todas las ofertas desde la sublimación de la guerra, sexo explícito y violencia morbosa, hasta un futuro exitoso con departamento, auto, alcohol, con  mujeres u hombres disponibles por compañía.
Las mujeres adultas  pueden combinar  novelas lloronas con narcotráfico y prostitución, las series o  programas del medio día donde son caricaturizadas, salpicados de comerciales que afirman estereotipos   de ser felices  e infelices asociados con el nivel de consumo,  revestimiento y transformación del cuerpo, nivel de seducción y paz que ofrece a la pareja, con el valor agregado de su liberación sea como profesional o emprendedora exitosa en el trabajo y aporte económico.
Los hombres cuentan con canales exclusivos de deporte y películas con comerciales de licor, autos y tecnología con imagen de mujer. Si esto no es suficiente el internet ofrece todo los caminos y oportunidades desde el menú del día, pasando por orgasmo en línea hasta la construcción de un arma casera, una bomba  y las diferentes formas de suicidio o asesinato.
La globalización nos ha abierto la ventana al planeta, desentrañando  misterios,  mostrando hazañas, exhibiendo al poder en sus diversas dimensiones,  develando avances científicos, rompiendo silencios, derribando murallas,  aproximando tiempo y espacio. Pero también nos asoma a las miserias humanas, las bajezas, su bestialidad e instintos exacerbados.
Una sociedad sin conciencia, profundamente consumista, individualista, indiferente, ocupada en su autocomplacencia y re-creación para alcanzar   modelos estandarizados de ser niñ@s, adolescentes, jóvenes, adult@s, ancian@s, sin curiosidad científica para indagar, cruzar y  procesar información. Desprovistos de aprendizajes para procesar   la frustración. Con una profunda  insatisfacción personal al extremo de crearse avatares y  acceso al consumo máximo de emociones que lo transforma en potencial víctima o victimario.
Este panorama dibuja a una sociedad  desprovista de obligaciones, deseosa de derechos  y anhelante de impunidad. La práctica de: “hecha la ley, hecha la trampa” ya no expresa la habilidad profesional de entendidos en el derecho, sino de tod@s, de abajo hacia arriba, de menor a mayor, de cabo a rabo. La máxima que podría graficar nuestra condición de sujetos de derecho es: “Todos tenemos derechos pero el otro tiene la obligación”. Obligaciones  que desconocen y si esto sucede se guarda bajo siete llaves.

Cuanta articulación cabe entre derecho y obligación

La existencia de una constitución,  Ley, Decreto Ley (DL), Decreto Supremo (DS) y Reglamento  relacionado con derechos individuales, sociales, económicos, culturales y políticos, vienen a ser    marcos normativos, importantes, pero insuficientes si no se tiene claro el significado de ser sujeto de derecho
Somos  sujeto de derecho, cuando se tiene conciencia, conocimiento y capacidad para ejercerlo pero también el reconocimiento y asunción de sus alcances y obligaciones. En términos menos complejos, toda persona sujeto de derecho tiene como límite, el punto donde se inicia el derecho de otro sujeto, por cuanto  junto a cada derecho se contraen  obligaciones respecto a los otros.
Si es así de claro conceptualmente que a todo derecho le corresponde una obligación, a razón de qué nos hallamos ante su disociación, peor aún ante la posibilidad de irreconciliabilidad en su relación.
Pueda que esta situación devenga de los diversos caminos que hemos empleado ciudadanas y ciudadanos, grupos vulnerables y hacedores de políticas y leyes. Caminos a través de los cuales algunos hemos enfatizado en la dación u obtención de derechos generales postergando el detalle para los reglamentos que tarde o nunca llegaron o fueron disociados posteriormente por  responsables de su elaboración,  del espíritu que  inspiró la norma. En otros casos hemos obviado, omitido o invisibilizado la obligación correspondiente. Está  también la búsqueda de cambiar nuestras formas de relación social marcadamente colonial y propia del siglo XVIII con aspiraciones occidentales y tentadas por los atractivos del mercado,  hayamos creído que era suficiente con crear derechos a través de la norma, olvidando su naturaleza y desinteresándonos de la práctica legitimadora.
La naturaleza de la norma  tiene que ver con su  práctica, es decir previo a la existencia de una ley es preciso que tenga vida o asidero en la costumbre. Siendo deseable sea afirmativa a partir de la   práctica, donde su reiterada existencia y aplicación la legítima y transforma en norma  reconocida y asumida por tod@s y cada un@, tanto en  el lado de derechos como obligaciones.
Sin embargo,  también existe un proceso inverso, la presencia de una práctica que coloca en peligro o niega  prácticas establecidas, la preservación de bienes y personas. Generando la necesidad de crear  norma disuasiva, coercitiva y sancionadora. Es decir penalizando  un acto  no lícito,  un delito proveniente de un miembro de la sociedad al que se reconoce como delincuente, quien pierde  su derecho y asume una obligación institucional a medida que reconoce el derecho del otro.
Es posible que en nuestro esfuerzo reivindicativo, nos hayamos quedado sólo con aquello que nos beneficia y desatendido   la responsabilidad que implica y deviene en obligación. Peor aún pueda ser que hayamos olvidado nuestras múltiples dimensiones humanas y seres sociales,   colocándonos con comodidad en el rol, condición  o estado  que nos transforman en beneficiari@  preferenciales, desprendiéndonos de las obligaciones, al punto de habernos transformado en celadores de nuestra propia libertad y derechos sin obligaciones, espantándonos ante la factura que nos llega a través de la corrupción política/ pública, la inseguridad ciudadana, indiferencia en el cuidado del otro, violación sistemática de todos los derechos desde diferentes flancos,  injusticia e impunidad.
Esta primera noche que siento el rigor del  invierno en medio de un otoño fenecido, descubro finalmente que mi percepción de su agresiva   invasión, tiene que ver con esa sensación de  ciudadana  que contempla con desazón el desvanecimiento de obligaciones que acompasan los actos de las diversas violaciones de derechos de los que somos testig@s día a día. Pueda que mañana me ocupe de los principales derechos alcanzados y las formas de negación instaladas simultáneamente.