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miércoles, 30 de diciembre de 2020

CIRO MAGUIÑA, EL AMIGO Y HOMBRE ANTE LA PANDEMIA

 

Es 30 de diciembre del 2020, apenas queda un día después de este para culminar un año cuatro y bisiesto. Año exigente hasta la resiliencia, pragmático e inmediato como es sobrevivir, colocando a prueba a la lealtad en cada segundo, recibiendo a cambio rigidez y represión por todos los costados, especialmente para quienes nos hicimos cargo, hace tanto  tiempo  como vidas de nuestro libre albedrío.

He despertado con una despedida ad portas, hoy Sogu se va con su nueva familia, dos meses y medio de convivencia, verlo crecer, aproximarse, relacionarse e independizarse es todo un aprendizaje y captura de emociones. Esta vez se irá  sin espacio para la postergación, me cuesta levantarme no sé si por la inexorable partida anunciada contraria a lo vivido durante el año donde las partidas fueron sin despedida, pueda que sea la alergia que día a día me invade o ambas cosas. Los síntomas son a momentos intolerable, hormigueos en la nariz,  pesadez en la cabeza, las cejas abultadas y apenas puedo respirar. Será porque disfruto y me disfrutan más mis pequeños felinos, como decía mi amiga Charo: "después del gusto viene del disgusto". 

Prendo el celular para verificar la hora y tomar el comprimido, lo primero que resalta es un titular donde se anuncia el posible contagio del vice decano del Colegio Médico, Ciro Maguiña[1] -mi ex compañero de trabajo y amigo-,  sigue la nota que se ha aislado por  presentar síntomas del Covid 19 [2]pasan una a una otras noticias, ya no los veo. Me hundo en el recuerdo la conversación previa sobre la pandemia con mi amiga del día de la inocencia

Retorna  la gran interrogante ¿Por qué los médicos que manejan todo el protocolo y lo aplican con mucha racionalidad y lógica han sucumbido desde que se inició la pandemia? 

Cayeron lxs expertos en primera línea. Cayeron los de segunda y tercera línea. Y se quedaron quienes aprendían en el camino y hasta aquellxs que se resignaron a no ejercer en un nuevo país, prestxs a enfrentar al enemigo invisible, evasivo, con miles de camuflajes, realmente un terrorista, puesto que pese a los dedicados estudios  hasta hoy se sabe, que se sabe poco o nada, estamos en plena era digital enfrentados a una sentencia socrática: "Sólo sé que nada sé".

Lo peor de todo, es la existencia de personas que siguen desdeñando a la pandemia, poniéndola en cuestión, en una actitud negacionista, como si no existiera o si ellxs estuvieran libres. Mientras esperaba a Grecia que llegara por Sogu, constaté pasmada a una  adolescente con una tela que nada protege por barbijo acompañada de la abuela o madre  bastante mayor, notablemente maquillada y sin barbijo. No salgo de mi asombro y aparece una joven venezolana con sonrisa de carmín en los labios con el barbijo al estilo gargantilla. Una familia de siete personas entre niñxs y adultos de diferentes edades tomando un taxi apiñados todxs, intercambio miradas de asombro con las expendedoras de productos -bien protegidas ellas-.

Me pregunto las razones para esta cultura del “dime qué para oponerme”  y “la desobediencia” del cuidado del otrx,   que por esos inexplicables misterios no deriva en verdadera rebeldía y revolución ante tanto flagelo histórico en el país. 

Estxs rebeldes contra la pandemia, no se revelan contra  la pobreza, delincuencia, feminicidio, subempleo, contaminación y expropiación es pan de cada día. Allí hay aguante y hasta complicidad. Al punto que lo realizado por lxs jóvenes del Bicentenario, sorprendió a propios y extraños, ha dado la vuelta al mundo siendo admiradxs, pero hacia adentro, están las reacciones de la zorra y la uva, buscando un pretexto para desmerecerlo y devaluarlo. Pero también estamos a quienes nos ha marcado profundamente en nuestras, emociones,  percepciones, reflexiones y esperanzas.  

Pero al sistema a penas le ha hecho un rasguño, sigue imponiéndose con esa actitud de mole indestructible, no es con él, cuando todo indica que una ley esclavista ha sido descubierto y desmontado, se recompone y va por más, no importa que sea a prueba de fuego, sangre y lágrimas. A momentos se me antoja que estamos viviendo una de esas películas truculentas con escenas y tramas opuestas simultáneas, imposibles de convivir en un solo escenario, pero así estamos a portas del bicentenario.

Pienso en  Ciro Maguiña, el médico como agente público,  el papel que ha jugado a lo largo del año -en casa tomamos al pie de la letra sus recomendaciones como el descovitizarlo todo, salir lo menos posible, mantener la distancia, usar barbijo, protector, no tocarse la cara-[3]. Recuerdo su vehemencia, su presión, su angustia e impotencia, sus idas y venidas presionando políticamente[4]

Vizcarra tuvo la sensatez de escuchar a través de él, la voz agremiada de lxs médicos, realizando una vocería institucional del Colegio Médico del Perú-CMP como sin duda nadie lo hubiera hecho[5], pese a que a momentos nos parecía un juego de ajedrez, pero supo aportar desde su vértice lo que le tocaba hacer como experto en salud pública y enfermedades infectocontagiosas, no en vano ha tenido tantas investigaciones reconocidas [6], mostrándonos desde su propia vivencia lo que es y significa ser médico en el Perú [7], que debiéramos leer todxs a quienes nos interese seriamente que nuestra sociedad esté en condiciones de vivir no sólo libre de enfermedades sino de pleno disfrute de la vida [8].

Hace poco nos recordaba la fase del silencio del virus [9] el riesgo del rebrote [10], y sobre el bajo impacto de las marchas en los contagios pero el alto riesgo de las fiestas de fin de año[11].

Y recordé al Ciro Maguiña, de los ochenta cuando era un militante de la medicina, un revolucionario de la salud, un demócrata de la salud pública, comprometido con los que estaban fuera del sistema, sencillo, capaz y maestro[12]. Y descubro que no hay mucha distancia entre ese ayer y este tiempo, salvo el peso de los años, las experiencias acumuladas,  los caminos recorridos, tanto él como yo hemos aprendido, él a no amilanarse ante nada hasta alcanzar la gloria y el reconocimiento [13]. Yo a sumar a mi admiración la confianza de saber que no se equivoca cuando de diagnóstico se trata, tanto en lo personal como la salud pública, a agudizar la mirada así como reconocer que todo es posible.

Recuerdo a Ciro como el médico experto, involucrado y comprometido en la investigación de lucha contra el VIH-SIDA, cuando se producía el  despegue de la infección, la ignorancia cundía  y similar a este tiempo, era una incógnita las vías de transmisión.

Él dejó de saludarnos con calidez como solía hacerlo, su prudencia, sapiencia y protocolo de experto en enfermedades tropicales hacía que toda precaución fuera insuficiente, ya desde ese entonces lo queríamos y admirábamos cuando sólo se había ganado así mismo. Es sobre esa base de su humanidad y profesionalismo que lo recuerdo, admiro, quiero y deseo que sólo sea una amenaza.

Es de noche, vuelvo a indagar sobre Ciro, el Colegio Médico del Perú, confirmó en horas de la tarde que está afectado por el Covid 19  está internado en el Hospital Edgardo Rebagliati[14], con él suman 11 mil 856 médicxs infectadxs, 256 muertos  cuyo 46,5% ha sucedido en los nosocomios de Lima y el resto en las regiones del país.

Debo escribir a Ciro para animarlo en el aislamiento, sé lo importante que es sentirse en compañía estando en lejanía.  
Debo colocar una vela en su nombre para que los seres de luz lo acompañen. Debo pedir que lo hagan fuerte a los apus y las ccochas, a los dioses y diosas de su amado San Marcos y Chavín de Húantar, donde transitó su infancia. 

Contaré a mamá para recordar juntas como la recuperó de una dolencia que ningún experto le descubrió y él en prima la curó, mientras la animaba hablando con ella en perfecto quechua ancashino, en tanto ella sonreía, porque hacía tanto que no escuchaba su lengua materna entonado de ese modo tan dulce y cálido como la animaba Ciro. 




lunes, 20 de julio de 2020

AISLADAS/OS EXPUESTAS/OS: DÍA 126

Suelo pensar frecuentemente en mis amigas/os que viven sola/o y pertenecen al grupo de riesgo, en este contexto, me comunico con quienes están realmente en esa situación y oro por ellas/os.
https://www.google.com/url?sa=i&source=imgres&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwiQ-caBo93qAhUOGbkGHbKxCBwQjRx6BAgBEAQ&url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Ftamaulipassalud%2Fstatus%2F1258414554444443656&psig=AOvVaw1Nrp-EPGGSTRwvhtlij-x7&ust=1595384046202016Hace poco una de ellas me dijo que estaba bien y seguía aislada, pero que solía visitarla el peluquero, claro bien protegido como un astronauta y ella se aseguró de todo el protocolo. Sin embargo no se dio cuenta, que ciertamente el peluquero estaba bien protegido, con el mismo vestuario que los enterradores para trasladar el cadáver de una víctima del Cóvid 19 a su última morada y que a diferencia de ellos, no se lo quita al salir de la casa para ponerse otro antes de subir al auto.
Ella tiene más de siete décadas y suele iniciar toda conversación contando su última afección de salud, por cuanto pertenece al grupo vulnerable, de modo que está aislada. Hace 126 días no ha recibido ninguna visita amical, pero si la de su peluquero porque a sus años donde todas/os nos sentamos en la noticia sobre el pelo gris, las arrugas, la caída de todo, el descenso de los sonidos, ella sigue siendo vanidosa como la mayoría de las mujeres.
Hoy se expone a un peluquero, seguro que mañana a una manicurista y pasado a un podólogo, que la visitará con ese mismo atuendo de astronauta, luego de haber visitado a "N" clientas al día y claro, el peluquero no lo ha hecho desplazándose a pie y entre una y otra clienta, tampoco ha desinfectado sus instrumentos con otra cosa que no sea alcohol. Olvidando que el Covid 19 solo espera que lo trasladen de una mesa donde se coloca las tijeras, en esos guantes que seguro tocó más de un lugar: puerta, el botón de un asensor, un pasamanos, subir y bajar de un vehículo. A ella no le digo nada, porque lo sabe todo, si no es así pide la referencia de cuál es el científico de referencia, además como es bien "educada" si no le gusta, en primera me dice: "cállate la boca". Ni modo a veces necesitamos en nuestras vidas, amigas que son el rezago oligárquico, así se convierten en nuestro alter ego.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo a otro amigo, que vive en las afueras de Chaclacayo, gusta mucho de la lectura escrita, así que no existe para él mayor placer que un libro nuevo en sus manos y el diario en la puerta de su casa cada día. Me cuenta que se cuida mucho porque es parte del grupo vulnerable, que no sale y prefiere leer los diarios nacionales e internacionales que hoy suman 10 al día.
Le pregunto por su protocolo, y él me responde: nada en efectivo he logrado que mi proveedor tenga una cuenta donde le deposito 50% antes del servicio y el 50% despues del servicio, por cuanto ni lo veo. Le pasa alcohol a la bolsa donde viene embalado todos sus diarios y el libro de la semana -dice que me regalará todos cuando todo esto pase así que seré muy potentada-. Mientras el me cuenta, yo recuerdo a aquella joven que jamás salió de su casa desde que el 15 de marzo se anunció la cuarentena a partir del 16, ella todo lo adquirió por delibery, muriendo de Covid19 en junio. Así que le digo: "por si acaso también coloca el espray de alcohol antes de quitar todo el embalaje dentro de la bolsa y mantenlo cerrado unos miutos, para quitar todo lo que pueda haberse depositado en las hojas. Él me responde: “eres genial para quitarme mi último placer, no me había dado cuenta”. Yo me río, es cierto mi psicosis a veces es asesino de placeres.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Otra amiga me dice que estuvo aprovechando la cuarentena para remodelar su patio me cuenta lo bello que quedará después para tomarnos unos tragos alguna tarde tras este mal momento. Continúa anotando que tuvo a tres albañiles entre abril y mayo, pero que en junio se quedó con el trabajo en el camino, porque ya no volvieron ninguno de los albañiles y se quejaba de cuan incumplidos son, preguntándome si yo conozco alguno que le termine el trabajo. Yo pensaba, mientras ella se soltaba su rosario de quejas y maldecía, que mi amiga era todo un caso donde no había reconocido la gravedad de la situación para otros, solo para ella; que sus albañiles para desplazarse hasta su casa se expusieron y la expusieron a ella, lo más probable es que enfermaron y en el peor de los casos no volverán. Yo respondo: "amiga no conozco a ninguno, pero si así fuera no recomendaría a ninguno en esta situación, por que me sentiría culpable por exponerlos". Ella me responde: “Eres fatal, ellos están vacunados contra todo, los pobres siempre están expuestos a todos los patógenos por cuanto han creado defensas”. Yo me callo, mientras pienso en que la amistad es esa, ser y pensar diferentes, cruzo los dedos mientras agradezco al universo, felizmente a ella le salvó la campana.
Un siguiente amigo, que le gusta vivir solo como un hongo y es feliz con su vida permitiéndome invadirle de tanto en tanto, porque es maniático del orden y decorado, nadie le toca nada ni desordena, puesto que la ayuda doméstica sólo va dos veces por semana. A ambos nos une su bello huerto, la agradable conversa, el buen vino y que nos vemos a la muerte de un obispo. Me contó que por esas situaciones inesperadas en las que nos detuvo el aislamiento, estaba acompañado. Yo pensé que seguramente se sentiría invadido en su soledad, pero al mismo tiempo me alegré que no estaría solo, ante una emergencia y que una cosa se compensaba con la otra. Resulta que su compañía usa la casa de él como dormitorio y descanso de su ajetreada vida social, él me llama y dice: ¿Qué puedo hacer, tengo fama de ser un anacoreta y si le pido que se vaya no me lo perdonará?. Como somos ambos brutalmente sinceros, le respondí: "Bueno querido, tendrás que elegir en que él se vaya con un mal recuerdo tuyo, si no tiene suficiente autocrítica para reconocer su comportamiento. O bien tú salir de tu casa con los pies por delante, por mantener las formas y las buenas costumbres, en todo caso te recomiendo revisar tu testamento y donde pones el acento, son en estos tiempos donde las personas que nos aman se muestran como son realmente".
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Sucede otro tanto con mi amiga que vive en Barranco, ella a diferencia de mi amigo le gusta todo en grupo, siempre ha vivido sola porque como todo ser humano le gusta y puede poseer un espacio propio donde descansar de su día ajetreado. Sólo vive plenamente cuando todo lo hace en grupo y planeando la siguiente reunión. Inclusive cuando conversamos de a dos, siento que no puede sostener un diálogo más de quince minutos sobre nosotras, si fuera psiquiatra le diría que necesita aceptarse como es. Cuando se inició la pandemia para su alegría y la mía, tenía compañía que vino al país por unos días y se quedó varada en su departamento. Yo estaba feliz por ella, podría sobrellevar el encierro de quince días, a lo mucho un mes sin sentirse encarcelada. Llevamos 126 días, ella sigue con su compañía pero completamente expuesta porque la "huésped" no sólo sale muy frecuentemente, se expone y retorna, sino que además hace que otros/as vengan a visitarla a ella y a su anfitriona.
Mi amiga es mayor de 65, sin ninguna enfermedad crónica siempre la he visto fuerte, firme y decidida menos en este tiempo. No sé si su compañía varada sea igual que ella en lo fuerte o pertenezca a un grupo en riesgo, lo cierto es que se ha transformado en factor de exposición de mi amiga. A ella no le he dicho nada, porque estoy segura que si realmente se da cuenta del riesgo, no tendrá miramientos para tomar una decisión, salvo que yo me equivoque y haya percibido mal su ser.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo otra amiga, que vive sola con sus gatos, ella trabaja hace muchos años apoyando y acompañando el tránsito de personas con enfermedad terminal. Pueda que por esta labor, su alma y su ser se haya organizado de tal modo, que le permite vivir en equilibrio siendo bipolar, la admiro porque como todas mis amigas entre las locuras que compartimos, ella es sumamente organizada y preparada para la guerra, ha aprendido a amar a cada ser, momento, espacio y tiempo. Ella se levanta cuando yo me acuesto, así que nos encontrarnos justo en ese momento de tránsito, compartimos mi noche con su día, mis interrogantes con su sabiduría. Y por esas cosas que una suele decir, no hace poco le digo a propósito de unas fotos intercambiadas: "querida pronto nos sentaremos nuevamente para ver el horizonte". Inmediatamente y en primera ella me responde: "querida será con mascarilla y sentadas a un metro una de la otra", así es de consciente de cómo ha cambiado nuestras vidas.
Tengo otra amiga que es una maravilla, siempre me quito el sombrero cuando veo el modo como resuelve cada uno de los acontecimientos de su vida, suelo pensar que siendo como es fuerte, dura, directa, mágica, amorosa y siempre positiva como sonriente, ha venido a este tiempo y esta dimensión para ser una vida aleccionadora. Cuando le dio el cáncer, me dijo: "Ni modo tengo que cambiar en mi estilo de vida y esta vez seguir las recomendaciones de quienes saben más que yo al respecto". Yo sufrí mucho pensando en ella. Pero ella me mostró y se mostró de qué estaba hecha, venció al cáncer y vive para contarlo. Un día que la visito me dice que la ayuda que tiene para mantener su departamento limpio vive al otro lado de la ciudad y que no le sale a cuenta venir sólo uno o dos días, así que ha decidido prescindir de su servicio, ya estaba mejor. Yo le digo: "es decir ya no volverá, porque tu departamento está impecable". Me responde: "No hija hace más de dos semanas de eso", yo pregunto ¿y quién limpia?, ella responde: "mi robot, esa pequeña cosa que vez ahí, está programada para limpiar desde el momento que me levanto y de lo demás siempre me he ocupado yo".
El Covid19 nos asoma a muchas aristas de quienes somos y en qué podemos convertirnos. En mi caso y muchas otras amigas coincidentes, celebro haber asumido que mi cabello perdió el color que tenía y que lo prefiero como es antes del Covid 19, no necesito de una manicurista, opté por lo sano, me he cortado las uñas tantas veces como han crecido. He salido sólo tres veces desde el quince de marzo, porque gracias a la vida, el universo y Dios, tengo una familia pequeña pero bien distribuida y responsable, nos ha costado y cuesta reducir el riesgo pero ahí vamos. No recibimos visita de ningún tipo, si alguien llega desde la ventana y tras la reja. Luego de revisar la experiencia de mis amigos y amigas, ahora sé que siempre hay algo que se nos escapa, que no toda compañía es para celebrar, a veces vale más estar sola/o que mal acompañada, especialmente cuando la compañía te coloca en riesgo permanente, de modo que de nada sirve aislarte cuando estás expuesta/o.

miércoles, 8 de julio de 2020

IN MEMORIAM ANA TERESA MOLINA Y SU LISURA

Estoy triste profundamente triste, desde hace muchos días,  cuando volvió a mi ser ese sentir que me sucede cuando tengo cerca, durante o alrededor de una pérdida, me ha pasado una y otra vez desde niña, enlazándose con todo aquello importante en cada ciclo: personas, seres, relaciones, acciones, posesiones, proyecciones. Sólo cuando aprendí a respetarme inclusive en mis sentimientos y emociones sin negarlo más, es cuando lo hice parte de mi, confiando de ello a muy pocas personas. Esta vez, fue tan fuerte la sensación entre viernes y sábado, que domingo llamé y escribía para saber que estaban bien, quienes sabía  podían correr riesgo. Luego me dije a mi misma, estás siendo obsesiva. Casi nunca suelo llamar, desde que hay este medio virtual o las redes por donde escribo para ser menos invasiva, porque pienso que cada quien tiene sus propias agendas y urgencias que prefiero no distraer. Y en este tiempo, sus rutinas donde se corre el riesgo de ser inoportuna.

Cuando tuve reacciones de quienes no  pude comunicarme, pensé que mi angustia se disfrazaba de tristeza, porque a pesar de tener sol estos días, las tardes y madrugadas se habían tornado profundamente frías. No sé si a otra persona, pero a mí el frío suele entristecerme y desvelarme, cosa que me pasó de  ayer para hoy. No pude conciliar el sueño tanto que respondí a las cuatro de la madrugada, un post de mi amigo Javier quejándose también de su estado insomne. Finalmente me dormí a las media mañana, luego de tomar un desinflamante para el dolor y un antialérgico.

Hace un momento desperté y  me enteré, descubriendo que mi tristeza tiene un nombre AnaT, pero que no se trata de un sentimiento aislado sino que hoy compartimos de tres a cinco veces multiplicados quienes son cercanos a  más de  12 millones de personas diagnosticado/a con  Covid 19 en el planeta. Tristeza  que se expande y despliega cuando se trata de la partida de seres a quienes prescindiendo del linaje, nos vinculamos atando nuestras almas y ser etéreo, una relación que nace de la amistad, se transforma en ese amor gratuito que fluye y deja fluir, que lo tomas en cada encuentro para dejarlo hasta el próximo contacto, impregnado de lo mucho o poco que puedas alimentarlo.

AnaT forma parte de la constelación de seres, con quienes nos hemos elegido mutuamente, desde el momento que nos hallamos, con libre albedrío, por empatía, coincidencia, comunión y el placer de estar y compartir determinada dimensión de nuestro ser y hacer en este tiempo, espacio y dimensión. 
A eso suelo llamar felicidad con sentido y contenido de la vida. Ella solía decir: “Es porque tenía que ser querida, nos hemos esforzado todo los días de nuestra puta vida, para ser lo que decidimos ser, porque nadie nos ha regalado nada, todo lo hemos tenido que obtener, allá los imbéciles que creen que porque vienes de buena  familia, tienes un nombre lo tienes todo. Y están los peores esos machos alfa, que creen que porque eres mujer y tienes buen poto todo te llega fácil. Todo en esta vida nos cuesta, por eso cuando tenemos las amigas/os que queremos es por que hemos elegido con olfato, corazón y lógica de pensamiento, a mí que no me vengan que es sólo por coincidencia”.  Y luego me abrazaba con ese cariño y amor que sólo encuentras en las amigas de bien, que no temen al contacto ni la expresión de afecto, porque han exorcizado a sus propios demonios.

AnaT, era uno de esos seres con quien me unía la irreverencia, la capacidad y posibilidad de llamar a las cosas por su nombre sin temor a las convenciones, reírnos a carcajadas, hablábamos por horas con sabrosura, lindura y lisura con esa capacidad de decir palabras mayores 'con estilo', de todo un poco, de todos/as un poco. Para terminar hablando de nosotras mismas hasta percatarnos -por el frío si era invierno o cuando oscureció si era verano-,  que el tiempo voló sin darnos cuenta, prometiendo volvernos a ver en breve, porque siempre quedaba  una lista de cosas por tocar. 

Nos conocimos a mediados de los noventa, en tiempos donde cada una de las mujeres de distintas vertientes, historias y prácticas  buscábamos algún dique para encauzar toda la indignación, energía y rebeldía que nos invadía vivir en silencio, reprimidas y amordazadas real y simbólicamente bajo un régimen de gobierno seudo democrático, ya no bordeando sino instalado en el centro de una dictadura encubierta. Ella lo sentía y vivía intensamente por ser periodista forjada en las aulas sanmarquinas en tiempos de ser y hacer periodismo era cosa seria, de profunda sapiencia, habilidad y agilidad en una danza simultánea entre pensamiento, palabra y registro.  Un terreno principalmente masculino, donde ella vivió, venció y posicionó,  sin morir en el intento.

Solía contarme lo tirano y a su vez gran maestro del periodismo que era Enrique Zileri Gibson, bajo cuyas órdenes trabajó un buen tiempo y fue en ese terreno del periodismo  de investigación donde se forjó como una de las mejores. Como periodista no tranzó ni se vendió por un plato de lentejas, como muchos periodistas lo hicieron con Fujimori y lo hacen hoy, en tiempos leoninos del neoliberalismo achorado y lumpen que invade nuestra sociedad, sólo miremos hoy como se trata las principales agendas sociales, políticas, económicas e inclusive culturales.

Nos hicimos amigas en el centro de un escenario y espacio de ebullición de nuestras emociones, rabia y rebeldía. Eramos tan diversas como diferentes de todos los colores y etnias: chinas, negras, cholas, mestizas, blancas, andinas, amazónicas, occidentales. De todas las preferencias sexuales: lesbianas, bisexuales, heterosexuales y hasta asexuadas. Con diferentes prácticas religiosas: protestantes, budistas, hinduistas, judías, católicas, atea, agnóstica, monoteísta, politeistas, henoteistas. Diversas tendencias políticas: derecha, izquierda, centro, partidarizadas, no partidarizadas. Diversas posiciones: con poder, sin poder, deseosas de poder abierta o soterradamente, cuestionando todo poder o  negociando siempre, con posibilidad y capacidad para arrancar algo y hacerse de él con un buen pedazo o la suma de migajas. 

Diversas situaciones: creyentes, no creyentes, mujeres casadas, viudas, divorciadas, separadas, distanciadas, solteras por elección y contentas de serlo; también las resignadas de tanto intento sin éxito. Madres con hijos/as biológicos/as, adoptivos/as o putativos/as, madres solteras por elección o abandonadas. Feministas, no feministas, católicas, protestantes, ateas; populares, impopulares, líderes, dirigentes o levadura en la masa; de clases bajas, medias y altas, sector A,B, C y D.  Académicas, comerciantes, empleadas, freelance, trabajadoras del hogar, amas de casa, desempleadas, etc. La mayoría principalmente mujeres -porque hubo uno que otro hombre atraído por las mismas agendas o aliados apoyando-, pero desde que coincidimos y nos reconocimos mutuamente, sin que nadie fuera mediador, no hicimos migas, siendo tan diferentes. Otro tanto me pasó con Carmen Ureta, ella siempre me lo recuerda.

A AnaT como la llamaba, la gocé  en el fragor del activismo político, la pugna por colocar nuestra opinión personal, confrontando todo y en ese debate ella era sencillamente certera y  profunda, mandaba a todas al mismísimo carajo o más lejos, sólo con pasaje de ida, cuando se ponían exquisitas, logrando centrar la discusión y avanzar en los acuerdos, siempre asumiendo responsabilidades concretas, pese  a que disponía de poco tiempo por su trabajo freelance, madre por elección y “N” compromisos amicales y de linaje. Muchas tareas las hicimos juntas a veces a gritos, otros en complicidad y las más con placer de tomarnos una cerveza al final de la jornada.

Solía reírse mucho de  mi intolerancia al humo del cigarro, diciéndome, lo mismo que solía decir  mi tía Silveria (ex monja), AnaT sentenciaba: “No hay nada peor que una fumadora arrepentida, al igual que una monja o un cura arrepentido, se vuelven intolerantes y cucufatos”. Yo le decía a mi favor: “Nada de cucufatería, he fumado no una cajetilla sino un ruedo, amanecido “N” veces bajo la niebla de cigarrillos: Lo cierto es que agoté mi necesidad y tolerancia al tabaco que venían conmigo de otras vidas, así que ya cerré esa parte de mi karma, allá tú que quieres llevarlo a tu próxima vida, sabiendo hoy lo que no sabíamos antes que tiene siete mil componentes y setenta (70) sustancias1 tóxicas cancerígenas como: amoniaco, monóxido de carbono, nicotina, óxido nitroso,cianuro de hidrógeno, mercurio,  alquitrán, níquel, plomo, cadmio, cromo, arsénico, selenio, etc”.
Me respondía: “Chasa, la señorita ahorita es química, déjame el placer de morirme por elección al igual que he vivido, por elección y con decisión, no me traumes con tus fórmulas, después de esto nos tomamos una cerveza”. Yo insistía: “Siempre que sea el último cigarro del día”. Ella moría de la risa y me decía: “Nadie te gana, no se te escapa una”. 

Hoy, sé que hace unas horas te fuiste AnaT, tu último post de hace quince días anunciaba que  era tu quinta gripe en 120 días de aislamiento voluntario, donde tú y el pijama se habían integrado. Ya no disfrutaré ni reproduciré tus artículos irreverentes. Amiga de mi alma, compañera de rebeldías en tiempos de ostracismo, te has ido tras 135 días de aislamiento, insuficientes para protegerte de un mal que nos invade por todos los costados y contigo se ha ido nuestra promesa de volvernos a ver para hablar hasta agotarnos, habiendo concertado que no tendríamos por agenda al Covid 19, nuestras enfermedades, ni de nietas/os; sino de nosotras, de lo que sentimos, pensamos, planeamos y decretamos. Porque en nuestro tiempo no cabe más el deseo  sino el hecho.

Estoy triste, porque el dolor se me ha instalado en el alma, al igual que a las millones de personas que son las/os dolientes por la partida de 540 mil 341 2 de quienes se ha registrado su partida sin despedirse, de los muchos/as más que siguen partiendo, unos/as sin compañía y los/as más sin registro alguno.  Porque este dolor me atraviesa todos los costados siendo mayor que los físicos, prendí una vela, busqué nuestras fotos de los noventa  y me puse a escribirte, porque no sé al igual que tú, otro modo de vivir el dolor y despedirme para dejarte partir  a ese espacio etéreo, donde no hay lugar para los dolores y pesares encarnados que vivimos hoy. Amiga de tantas vidas, ve y prepara el lugar para quienes te seguimos y quién sabe, allí tendremos toda la eternidad para bebernos y disfrutarnos de todo lo que somos y podemos ser si decidimos que así será. 

Habrá un mañana para quienes aún estemos aquí cuando esto pase, pueda ser que tampoco yo esté  más, pero quienes nos sobrevivan seguro hallarán la forma de descubrir la realidad que hoy está desperdigada, a pesar de ser un hecho, ha logrado recubrirse como el virus allí donde la soberbia o la irracionalidad le hace un espacio y crea  condiciones para hacerlo fuerte, movilizar y desperdigar.

El Covid 19 no tiene pies, no tiene manos, no tiene alas ni movilidad alguna, si se queda detenido por más de 15 días en un solo lugar, sin que nadie se acerque se desintegra, descompone, desaparece, aun cuando no muera. Tú lo entendiste, por eso te aislaste voluntariamente, pero bastó un pequeño asomo, un  resquicio en la puerta y la ventana, para que se deslizara.

Ve AnaT de mi vida y alma, vuela libre por el universo, sin nada que te toque ni te alcance, sin nada que te provoque sufrimiento; mi dolor es sólo el tributo a este modo de amar que tenemos los seres humanos mientras estemos aquí, apreciando y viviendo la vida que elegimos, mientras llegue nuestro turno.

Querida AnaT va mi amor de amiga irreverente e infinito hasta donde estés.


sábado, 23 de julio de 2016

CRÓNICA DE UN DÍA, TRAS VEINTE Y CUATRO AÑOS

http://diariocorreo.pe/politica/indira-huilca-afirma-
que-no-tiene-nada-personal-contra-kenji-fujimori-686758/
Era un viernes como hoy, salí temprano de casa, hacia mi rutina de aeróbicos y de allí,  a mi jornada laboral, nominalmente establecida de ocho a cinco de la tarde, pero realmente se iniciaba a las diez y culminaba a la diez de la noche. Y de ser próximo a un evento distrital, fin de semana o vacaciones, cerraba entre la una y tres de la madrugada, no me dejará mentir mi jefa mayor, con quien nos sorprendíamos mutuamente, inquiriéndonos una a otra porqué no estábamos con nuestros hijas(os). 

Recuerdo los últimos tiempos, donde la mística se trocó por el oportunismo, la directora verificaba asistencia y puntualidad en las oficinas de los tres edificios. Y cuando ella salía de mi oficina vacía, yo llegaba con las huellas del deporte en el cuerpo, la  saludaba y punto, muchos me odiaban por “mis tardanzas”, pero ambas sabíamos que era fiel de la balanza. Sin embargo, la mejor testigo de mis horarios fue siempre Gloria M., a quien gané como amiga sobre la desconfianza y el gesto adusto, además de mi irreverencia, compartiendo espacios laborales noctámbulos y viajes de retorno a casa por  la misma ruta.

Fueron tiempos donde me movía en la inestable cuerda del desarrollo, la promoción, política operativa, sobrevivencia, organización de mujeres y la militancia social. Aplicando esa herencia de mi credo religioso, ser levadura en la masa. Tensada una y otra vez con mi temperamento de liderazgo indoblegable. Mi intervención profesional, racional, lógica, estratégica, objetiva e inagotablemente inquieta y creativa.

Ilusa de mí, creyéndome que tenía el control de las variables de intervención que poco cuentan o no cuentan para nada, en el trabajo de promoción para la actuación de otros seres y sus historias. Si acaso no fuera suficiente estaba el contexto social, impregnado en todo ese tiempo por el conflicto político dentro del país, donde el terror se hizo parte de nuestras vidas, colándose por todos los lados.

Ahora con la claridad que proporciona la distancia del tiempo, comprendo que nuestro hacer en la promoción social, sólo fue una micra de influencia en las vidas de mujeres y hombre, pero en aquel tiempo me creía el cuento que de mi trabajo dependía todo, cuanto más me esforzara y entregara, influiría incalculablemente en sus acciones individuales y colectivas.

El contexto de la cobertura de mi trabajo, en aquel tiempo estuvo compuesto por las secuelas de la división distrital de San Martín de Porres, uno de los tres más importantes de Lima, no tanto por su extensión, sino por la consolidada población electoral izquierdista. Una de las últimas medidas del gobierno aprista cerrando su primer gobierno desastroso, fue el golpe certero al bastión izquierdista del ala norte de Lima a través de la creación del distrito de Los Olivos, el 6 de abril de 1989 (Ley 25017), pero sin acierto porque el APRA jamás se consolido en nuevo distrito  ni San Martín,   como lo mostraría la historia, trabajó para el fujimorismo o neofujimorismo.
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Los Olivos, nació de una estrategia política, sin criterio territorial coherente con una nueva  administración y gestión local, menos aún geográficos. Durante los primeros años generó conflictos de pertenencia y pertinencia poblacional re-posicionándose viejos conflictos limítrofes con los distritos vecinos,  superados por la práctica y fortaleza del distrito cercenado. Zonas aisladas como Naranjal e Infantas donde se hallaban las poblaciones de trabajo, además de Cueto Fernandini, Confraternidad y Chillón, cuya problemática se complejizaba con los efectos del fujishock que había profundizado la pobreza en familias de mayor vulnerabilidad y la pobreza en la clase asalariada al igual que la clase media baja. A ello se sumaba el golpe a líderes y sus familiares, con los despidos masivos gracias a la fragmentación sindical y el "fracaso"   de algunas empresas, la cereza de la torta de un ambiente volátil fue  que las zonas periféricas de Lima quedaron atrapados en más de un frente armado: Sendero Luminoso, Rodrigo Franco y el Grupo Colina, desde inicios de los noventa.

Me parece ayer, cuando salí del A.H. Santa Rosa y Cuento Fernandini, tras visitar los comedores populares y conversar con Julia F. Una vez más a travesé el Conjunto Habitacional Cueto Fernandini por sus hermosos pasajes franqueados de jardines. Tras el fujishock, estaban igualados en necesidad con los asentamientos humanos vecinos, incrementado sus comités del vaso de leche y comedores, a nivel distrital de 70 en agosto de 1990, superaban los 150 a diciembre de 1992[1], uno de aquellos comedores era Martha Flores y me dirigí allí. En el camino me detuvo Julia R., quien me dijo: “Katy ¿No te has enterado?, temprano han atacado la casa de Martha y parece que mataron a Pedro”. 

Hablamos mucho, nos abrazamos y sentimos al espectro de la muerte cerca. Sentí que me movía el piso, creí que no se atreverían, creí a pesar de todo que las mujeres de sectores populares estarían a salvo. Ciertamente habían matado en febrero a María Elena Moyano, pero como las mismas mujeres líderes decían, la mataron cuando no era dirigente sino mujer de partido y autoridad política[2] y su partido la confrontó con Sendero, luego la dejó sola. Hasta entonces no se habían metido con las dirigentes, salvo amenazas y  atentados a líderes, que por esa misma característica era puesto en duda, Sendero Luminoso atacaba a matar, en ese momento todo era  pardo  y oscuro, nada era claro. Estaban por todos lados pero no había pasado nada.

Recordé y recuerdo, que luego de una jornada de recorrido zonal con Agustina A., en el Proyecto Confraternidad un hombre, detuvo la camioneta, nos preguntó que buscábamos y al saber que estábamos visitando comedores para mapearlos y establecer su cobertura, dijo que nos escoltaría a cada comedor para mostrarnos su existencia, así lo hizo desde una distancia de cien metros, donde descubrimos que no existían visos de actividad alguna pero el aseguraba su funcionamiento, que por su puesto no discutimos, sólo nos miramos con Agustina.

Cuando nos abordó alcancé a ver sus ojos pequeños inexpresivos, al subir a la camioneta como copiloto dejó ver una pistola en la cintura. Y cuando nos  despidió en los límites  del asentamiento, señaló que podíamos volver cuantas veces quisiéramos siempre que fuéramos nosotras y coordináramos con ellos, preguntamos cómo, respondió que siempre estarían vigilantes. Lo observé con detenimiento, era pequeño, común y corriente, no mayor a 20 años, sin nada que lo distinga, sin nada que lo diferencie, salvo la voz firme, casi mordiendo las palabras y ese brillo en los ojos.

Claro que informé a la institución de lo sucedido, ergo me quitaron movilidad, así que debía ir y salir de la zona en servicio público, escaso por aquel tiempo. ¿Todavía me pregunto por qué lo hice? ¿Por qué no salí despavorida? Iba y volvía en micro, no olvidaré aquellos tiempos, enterrada de polvo en una zona que hasta su invasión había sido tierra de cultivo, cargando el libro de Gorriti sobre Sendero, como era usual leía en los trayectos largos.

Un día de esos, una señora me saludó de lejos a gritos y efusivamente, se me acercó y entre que me abrazaba, susurró al oído: “No voltee ni tengas miedo, le vienen siguiendo los compañeros”. Juntas entramo al local, tras nuestro cuatro hombres, era la asamblea preparatoria del primer encuentro de del CECOPA en el A.H. San Martín parte del proyecto Confraternidad, los cuatro hombres se me acercaron al cerrar la sesión, diciendo que no temiera nada porque mi trabajo era transparente. En septiembre del 1991, se llevo a cabo la elección democrática de cada comedor de base, a sus representantes como dirigentes de la primera Junta Directiva del CECOPA que terminó entrada la noche.

Dos horas después que nos habían embarcado junto a Vilma L.,  Presidenta  de la Comisión Organizadora en ese proceso, mataron al esposo de la presidenta del Comité Electoral que vivía y era dirigenta en la zona, colocando un cartel sobre él como traidor. Aún allí pensamos que no era la dirigente, sino su esposo.

Ese viernes 18 de diciembre de 1992,  a las cinco de la tarde, me convencí que nada ni nadie estaba a salvo, ahora había tocado a Martha Flores y Pedro Huilca[3]. Por ningún lado estábamos a salvo. Durante el velorio quedó claro que no fue Sendero Luminoso ni el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, Martha,  su hija e hijo los vieron  con claridad, habían sido hombres y mujeres de porte militar, mas adelante sabríamos que fue el Grupo Colina, percepción y verdad que se abriría a la luz tras largos años[4].

 “No es sendero ni el MRTA, esa no es la mano que ha matado a Pedro Huilca, es el gobierno hambreador de Fujimori que ha mandado a sus sicarios a quitarle la vida a mi  esposo”, expresa con furia Marta con el puño derecho en alto y aferrada al pantalón del asesinado. “Los asesinos de Pedro fueron ocho, yo sé cómo son, dos de ellos son mujeres que bajaron de dos carros armados de metralletas y que dispararon contra nosotros. Algunos vestían botas y chompas negras. Otra ropa común y corriente. No estaban encapuchados. Así no mata Sendero ni el MRTA. Ha sido Fujimori y su gobierno hambreador. Repite la esposa de Huilca gritando. “Y ha sido Fujimori porque siempre creyó que Pedro fue amigo de Alan García y pactó con Belaúnde, cuando lo que él quería era la mejora de los obreros de la construcción civil. Yo me he cansado de pedir protección y nunca se la dieron. Prefieren custodiar a los ladrones y no a los hombres honrados que sacan la cara por los humildes.” En estos instantes interrumpe su declaración y señala que no hay que creer en Fujimori porque traicionó las esperanzas de los trabajadores” (Martha Flores Citado en OEA-CIDH, 2004, 16).

Hace 24 años fue asesinado Pedro Huilca, en tanto  Indira Isabel Huilca Flores, sólo tenía 4 años, dicen que los niños no entienden, pero esa pequeña niña entendió el peso de la herencia de su linaje, el compromiso social de su padre, la fuerza de su madre para salir a flote sacando fuerza de su dolor y la esperanza de un pueblo.  

Hace 24 años Kenji Miyasawa Fujimori Higushi, tenía 12 años, ingresando a la pubertad aprendía de su padre no las artes orientales, sino las prácticas de hacerse del poder, a través de la dádiva, el clientelaje y engaño. Sin dejar  sus fantasías en sus ratos libres como danzante,  su perro puñete y filmando la calva de su tío Vladimiro. Sin duda pese a triplicar en edad a Indira, fue menos consciente que se iniciaba su  carrera como último emperador,  trepado en el helicóptero presidencial y jugado con el resguardo del padre.

Luego de 24 años hoy Indira y Kenji, e  estuvieron frente a frente, él ungido del poder con el que lo bendice la desmemoria de un sector de la población (1.74% de 18'751,264) y ella, ungida de la esperanza de otro sector (0.15%) y con plena memoria de lo vivido, para recolocarlo en el centro del rito. Él le ha tomado juramento por Dios y la patria, y ella, ha jurado por la memoria del padre y las víctimas de un poder que se creyó intocable.

Junto con Indira y kenji, hay mujeres y hombres jóvenes en cada partido que conforma el poder legislativo, unos con los aprendizajes de la herencia política de sus grupos partidarios, para ser mas de lo mismo. Es el caso de Luciana León y el propio Kenji Fujimori, ambos parte de dos grupos políticos que en el discurso se aleja, pero que en la práctica han adecuado  a sus interese, convivencia y cooperación. Y están los que ingresan al poder legislativo por primera vez,  queriendo hacer la diferencia. 

Indira ha llegado al poder legislativo en las filas de una izquierda con nuevos y viejos líderes, esa misma izquierda que respaldó, creyó y se desencantó de Fujimori. Su fuerza, convicción y desempeño dará cuentas  si con su aporte, el gremio de construcción civil recupere la dinámica y fuerza que tuvo con su padre. Y si su entereza y visión de juventud puede renovar la práctica política de la izquierda. Ha empezado bien, tiene en este momento concentrada la atención de la prensa y a mí me provocó este escrito.




[1] Registrados en la central de comedores autogestionarios del Distrito de Los Olivos (CECOPA)
[2] Burt, Jo-Marie. Los usos y abusos de la memoria de María Elena Moyano. George
Mason. En A Contra Correinte, Vol. 7, No. 2, Winter 2010, pp.165-209. Recuperado de: University https://www.ncsu.edu/acontracorriente/winter_10/articles/Burt.pdf
[3] El Asesinato de Pedro Huilca o por qué debemos recordar a este hombre al menos con un monumento En coypasteilustrado.útero.pe, miércoles, 1 abril 2015https://www.facebook.com/sharer/sharer.php?s=100&p[url]=https://www.facebook.com/utero&p[title]=undefined&p[summary]=undefined&p[images][0]=undefined
[4] OEA-CIDH (2004). Demanda en el caso de Pedro Huilca Tecse (Caso 11.768) contra la República de Perú, 12 de marzo de 2004 Washintong: Organización de los Estados Americanos. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ttp://www.cidh.oas.org/pdf%20files/2004%20VOLUMEN%20I%20SPANISH.pdf

domingo, 29 de noviembre de 2015

MÁXIMA MUJER INVISIBLE E INVENCIBLE

http://servindi.org/actualidad/142178
En estos dos  largos fines de semana que involucran viernes a domingo,  me he re-abastecido de amistad, alegría y amor, llenando   mi odre espiritual y alma. Re-energetizando eso que no se trueca por nada, la amistad  con seres que la vida nos enlaza por caminos  a veces inusitados como es el trajinar incansable en diversas veredas, moviéndonos entre múltiples aristas y siendo parte de inimaginables espacios bajo diversos roles y prácticas. 
Fin de año suele ser de movilización,  en pos de un café,  conversa, confesión o reunión con amigas y amigos, parientes elegidos. Con quienes nos damos un respiro para mirarnos, escuchar nuestras voces y tocarnos, porque lo hicimos poco, fuimos postergando o fueron espacios distintos aquello que  evitó la relación cara a cara. Encuentros que también ofrecen oportunidad para conocer a nuevos seres y tentar a diversos temas. 

Uno de esos temas que llamó mi atención por ser recurrente, es el caso de Máxima Acuña De Chaupe,  historia y perfil  de una mujer  que   destaca por su lucha cuasi bíblica entre un ser común y un gigante, para quienes estamos medianamente informadas(os).  Cuando la percibí invisibilizada,  me impactó, recordándome una práctica crónica en nuestra memoria colectiva, que de permitirlo continuará reeditando desaparecidas(os) y/o abusadas(os), como aquellos de las dos últimas décadas del siglo XX. 


La particularidad de un perfil de invisibilidad, es que difumina algo que existe, algo así como correr un velo sobre aquello que  está ante nuestros ojos, provocando que pase inadvertido, es como colocarse esas viceras (blinkers) que usan los caballos de carrera para mirar solo hacia adelante. Concentrándonos sólo en  nuestro   objetivo e interés  y no distraernos con lo que pasa en derredor, que sin duda es elemento de éxito, pero que transformado en enajenación nos genera todo lo contrario en nuestra condición humana. 


En nuestra historia como país descubrimos tras muchos años y trabajos las diversas prácticas  de invisibilización a  que  ha recurrido la sociedad 'oficial' para construirla a su justa medida al mundo andino (Cecilia Méndez, 2011)1 y al interior de él,  las mujeres.  Por ello es poco lo  que se conoce de nuestra herencia inca respecto al papel de las mujeres salvo trabajos como los de María Rostowrosky 2  (19883 ,19954).


Hoy sabemos que durante  la conquista puso en duda su condición humana [5], en la colonia usó su vientre para construir una sociedad basada en la bastardía (Emma Mannarelli, 2004)[6] en la lucha por la independencia se la denominó rabona, exacerbando su entereza y fiereza (Flora Tristán) [7] la república la transformó en parte del paisaje y durante el machay tiempo [8] fue el cuerpo sobre el cual se libró tantas batallas como se requirió para exterminarla[9], de sobrevivir estrujarle las entrañas, ensañándose con sembrar en ella, nuevos seres sin nombre, historia, ni memoria [10].   Una invisibilidad que intento robarle el alma olvidando que pertenecen a una estirpe que resistió y sobrevivió a quinientos años de oprobio.

De pronto me hallé confrontada con una película en blanco y negro, cuya trama el auditorium adivina  a medias  o como quiere, porque es muda.  En  nuestro país  la desinformación e ignorancia de lo que sucede en su interior y a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar  es una constante, a cambio se construyen nuevos mitos, en plena era digital. Sin duda por el sesgo de los medios de comunicación, pero también, por la escasa práctica de leernos, reaccionar, dialogar. 
Pese a la gran información alternativa que circula por las redes  y el internet, suele ser menor nuestro detenimiento para enterarnos, reflexionar y ser parte de las corrientes de opinión que discurren  o crear alguna otra. 
Los grupos con los que departí fueron pares ilustradas(os), sensibles, comprometidas(os) con el país, preocupadas(os)  por los aconteceres como: inseguridad, temeridad de moverse en la megaciudad de Lima y las grandes ciudades del país; las elecciones ad portas, el riesgo de la captura del Estado  y a pesar de todo ello, descubrí que más de una(o),  historia de Máxima Acuña, su lucha actual, fuerza y ejemplo. 

 
http://elpais.com/elpais/2015/03/17/planeta_futuro/


Máxima Acuña, suma a ese perfil de mujer quechua hablante, iletrada, andina, habitante de la puna;  una talla de solo metro y medio, donde guarda su fortaleza titánica [11] la compañía del hombre que  junto a ella fecunda la tierra, al igual que su vientre, de donde les nacieron cuatro hijos que son su compañía.  


La familia es la razón de su vida conectada umbilicalmente con esa tierra que ama y respeta, porque es la fuente cierra su círculo de relación con el planeta y otros seres cuyas vidas dependen de ella. La tierra que   la vio nacer, crecer y cobija [12]  


Máxima Acuña, vive en uno de los picos más altos de los andes peruanos dentro de la región Cajamarca, allí donde nace el agua  y es posible cultivar solo papa, quinua, quihuicha, pescar trucha, criar auquénidos y  ganado menor.  Su mayor delito es amar  y defender lo que es suyo y de sus ancestros [13] cuyo cuidado y bondad se multiplica para quienes aún pueden beber agua no contaminada en los pueblos bajos. 

Su delito es no haber cedido, primero a las ofertas para vender un terreno agreste o entregar la laguna para su evaporación,  para ella valen mucho más que el oro, porque ha establecido una conexión incorruptible con todo lo que le rodea, incomprensible para quienes no tienen esa herencia ancestral de amor y veneración de la tierra, el agua, sol, los cerros.  


Su invisibilidad se debe a que  mantiene   una lucha  en condición de desventaja, por defender lo que le pertenece, enfrentando al poder, el dinero, los mecanismos de presión, el sistema de corrupción[14] sin retroceder un milímetro de su posición de propietaria de los terrenos y la laguna azul[15] ante la ambición y presión de Yanacocha[16].

Máxima Acuña, es una mujer que tiene la solidaridad del mundo, pero menos del 2% de peruanos/as habla de quien es,   se suma a su causa y respalda. Para llegar a más peruanos y peruanas, es insuficiente que se haya filmado una película alrededor de su causa y lucha [17] puesto que la misma, carece de morbo y escándalo sexual o sangre. Tampoco haber  ganado el juicio ante el poder judicial a  Yanacocha [18] es digno de atención, pese a ser una lucha desigual con una de  las empresas mineras  más poderosas del planeta. Menos aun que la hayan premiado como defensora del medio ambiente [19]  en su pueblo , porque es un lauro que tiene escaso valor social.  


Las cruzada que se ha levantado a su favor por ser víctima de violencia contra la propiedad privada [20] o a su condición de mujer por haber sufrido maltrato y agresión de quienes deben protegerla como ciudadana[21],  se han producido por medios regionales y vía  electrónica por  más de tres años. En vísperas de la primera sentencia  en su contra  registró 1068 respaldos [22], más adelante una carta de apoyo de intelectuales [23] Diametralmente opuesto a un escándalo choliwodense o un evento grotesco que ocupan los puntos de atención y audiencia en los diversos medios de comunicación.  


El nuevo reconocimiento como heroína ambiental en el marco de la cumbre de Naciones Unidas  24 la coloca en el escenario internacional, tiene solidaridades externas mientras adentro se invisiviliza. Su caso sigue desarrollándose entre los telones de un país, que se desgarra por occidente, escandaliza con medio oriente, padece por el Asia, así como con  las atrocidades contra el planeta, pero desconoce o sólo ignora lo que sucede en su patio trasero.
http://portalelreportero.blogspot.pe/2015_03_01_archive.html
En este periodo de adviento, que es anuncio de nuevos tiempos, en el  penúltimo mes del decimoquinto año del siglo XXI,  donde nos aproximamos(as) unos a otros(as), me vi interpelada con esta invisibilidad que me toca como mujer, peruana y ser comprometida con todos los seres que existen en el universo. 
Por eso he querido colocar mi grano de arena en contar algo de Máxima Acuña[25] anudado a otros cuentos,   para que quienes lean este artículo y despierten su curiosidad y puedan profundizar en ella a través de los veinte y cinco enlaces. Que crecerá si cada quien  añade otros en los comentarios. 

Espero de este modo,  contribuir a una información oportuna, para evitar    que  cuando el horror  nos salte a la cara como sucedió en el 2003, no volvamos a resistimos en aceptar el peso de los acontecimientos e impacto. En aquel momento fue el volumen de muertos  y desaparecidos. Reaccionando unos con la ignorancia, otros negando que sea cierto, cuestionando las cifras, acusando un cálculo  antojadizo, por  temor a asumir nuestra cuota de responsabilidad y silencio. Porque no nos informamos a tiempo, nos fue indiferente, nos hicimos de la vista gorda, nos paralizamos por el miedo o fuimos cómplices silentes porque pasó ante nuestros ojos y no vimos nada.