A más de dos años de convivir con el
Corona Virus
Sars-Cov-2 (Covid 19), es nebuloso el periodo a considerar entre
una infección del virus y una vacuna. Conversando con más de una amiga(o) y el encargo
de explorar al respecto, me sorprendió la diversidad de opiniones, llevándome hacia la fuente oficial de Perú. Grande sería mi sorpresa, al descubrir su ausencia
en la misma. Como la curiosidad científica es incontenible, recurrí a fuentes oficiales a nivel global y nuevamente caí de bruces. Siendo necesario bucear en las fuentes y razones
licenciadas de algunas vacunas, considerando que asetiembre del 2021, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) habían aprobado a 18 de
23
.
Decido compartir parte de mis hallazgos y reflexiones, para seguir pensando en
colectivo más allá de noticias y silencios.
América Latina ingresó a la primera ola del Covid 19, en marzo del 2020 con algunas de sus características identificadas a nivel global. Las políticas
de salud pública establecidas u omitidas por los gobiernos ante la pandemia,
tuvo como marco al oscurantismo e incertidumbre sobre el virus.
Intentando conducir a una población desobediente con una cultura de ‘dime
qué, para oponerme’ o bien ‘hecha la ley, hecha la trampa’ respecto
al cumplimiento de la ley, norma y mandato, por autoridades y ciudadanía.
Sociedades con diversas
dinámicas de vida y económía, cuyos extremos son los más ricos
de un país, con suficiente dinero como para acaparar y sobre estoquearse
con productos de primera necesidad ante una cuarentena, en tanto el otro extremo,
los más pobres, vive del día a día arrancándole al sistema un magro
bien para su sobrevivencia. Es en este extremo más vulnerable, donde se experimentó el primer impacto de
la pandemia con muertos en calles, familias completas afectadas, barrios y
ciudades con sus muertos sin despedida y cementerios colapsados. Más adelante no hubo diferencia, la falta de conocimiento e información atravezó a todas(os).
Países carentes o con mínima infraestructura hospitalaria,
cuyo personal de salud desprevenido recurrió a la metodología de ensayo error
aprendiendo, desaprendiendo y reaprendiendo en el proceso; sin protocolo ni
instrumentos para enfrentarla, constituyéndose en víctimas de primera fila después de los desposeídos.
En el Perú, el personal médico carente de instrumentos
de protección y sin posibilidad de identificar al mal,
cayó uno a uno, un alto costo social que
la historia juzgará a quienes tomaron sus vidas cual aves y animales carroñeros,
traficando la gota de bien que llegaba o tomando decisiones suicidas. Un país tras 30 años de desmantelación del Estado y una frágil política de salud pública producto de una política económica neoliberal, donde la salud deja de ser servicio para transformarse en mercacía, beneficiando a quien puede comprar y venderla, junto aautoridades corruptas e impunes.
El Perú, se transformó en uno de los países con más
muertos en la región. Según la data global cerramos el 2020, con 100 mil 273 en
fallecidos en general (0.3% del total de la población de 32,625,948), aun
cuando en términos absolutos estuvimos por debajo y lejos de Brasil 243 mil 219 (0.1% de
212,559,409 personas) y México 366 mil 941 (0.3% de 126,014,024), en proporción pugnamos por el primer puesto en centésimas con México.
Más allá de los escalofriantes números de muertos y heridos
(sobrevivientes con disminución de capacidades), a medida que discurre el
tiempo van generándose algunas luces de estudios confiables, que cruza las pruebas
de laboratorio con el total de muertos, identifican con certeza la relación
directa entre covid 19 y defunción (2021) “Con la reclasificación de las
muertes se pudo determinar que la COVID-19 impactó principalmente de manera
directa en la mortalidad en el Perú, que incluso en algunos momentos de la
pandemia las muertes por COVID-19 llegaron a superar el exceso total de muertes,
lo que podría deberse a una disminución de las muertes por causas externas o
también a la disminución
de las muertes por enfermedades cardiovasculares y respiratorias asociadas a
factores ambientales como resultado de las medidas de "quedarse en casa"
aplicadas en Perú, y que fueron observadas también en otros países
(8, 9)” (Valdez, Miranda, Napanga y Driver, 4, mayo 2022).
Ergo la cuarentena podría haber reducido la muerte de enfermas(os) crónicos que pudo incrementarse el volumen. Así como, no es lo mismo hablar de
muertes por Covid 19 en el 2020 que, en el 2021, por la falta de recursos para detectar
infectados por el virus en el primero, que si existió en el segundo.
Por experiencia propia o cercana de haber sobrevivido a tres
olas, hoy sabemos que superar una infección del Covid 19 debilita
nuestras defensas. Porque son ellas, nuestras defensas,
quienes nos permiten salir airosas(os) de la enfermedad, los medicamentos sólo
las activan identificando el virus en nuestro sistema, ergo no hay
medicamento que cure como se desprenden de las recomendaciones
actualizadas de la OMS, respecto al uso de medicamentos.
A estas alturas, creer lo contrario como sucedió al principio es correr un
riesgo innecesario.
También hoy somos conscientes, que quienes padecemos alguna
enfermedad crónica poseemos menos defensas, reduciéndose nuestra capacidad para
combatirlo efectivamente al virus y tenemos más probabilidad de muerte. Hay
estudios de caso por país como el de México. Por ello las vacunas son nuestros aliados, debemos
seguir cuidándonos y mantener los protocolos. Significando que la
población en riesgo que padece comorbilidad, niñas/os y ancianos han de sumar a los cuidados,
calidad de vida y alimentación saludable.
Pese a la desinformación y los mitos creados por quienes
están a favor y en contra de las vacunas, hoy sabemos, que las vacunas no
impiden que te invada el virus, tampoco te cura, sólo reduce el impacto
que lleva a la muerte, alertando a tiempo a tu cuerpo que ha sido infectado, para
que active oportunamente sus defensas y así combatirla antes que se
conecte y complique con otras enfermedades.
Por eso, vacunarse es una buena decisión
independiente de la marca y la combinación de las mismas.
También sabemos que todas(os) estamos expuestos y nos infectaremos sea
como portadores sin síntomas o con síntomas, siendo nuestro principal
aliado el distanciamiento social, el lavado de manos y la mascarilla.
Si tanto ser infectadas(os) por Covid 19 como vacunarse, funcionan
como alarma para que nuestras defensas entren en acción, la gran
pregunta de quienes han sido infectados y reinfectados es ¿cuál
es el tiempo que ha de transcurrir entre uno y otro evento? Es decir, ¿Después
de cuánto tiempo de haberme recuperado del Covid 19 debo vacunarme?
Hasta hoy todo depende de cada caso, recordemos que estamos sobre
el lomo del virus que cambia de disfraz y aún no logramos conocerlo
completamente, la efectividad de las vacunas, así como los anticuerpos que se produce al superar una infección no está claro para las instituciones especializadas del
planeta (OMS, PAHO, WHO y más): “En la actualidad no hay pruebas que
determinen el tiempo óptimo que se debe esperar para vacunarse después de tener
la COVID-19.
Las personas que tienen una infección por COVID-19 confirmada por un
laboratorio pueden considerar la posibilidad de retrasar la vacunación durante
seis meses, basándose en el hecho de que la infección natural conlleva cierta
protección contra la infección. Pida consejo a un trabajador sanitario.”
(OMS, 17 mayo 2022).
Los diarios, la red y los programas de TV han publicado
información para todos los gustos, refiriéndose a la OMS como fuente, hemos
visto en la cita previa que no es así. Una síntesis digerible de lo controversial del tema
aparece en el artículo de salud con lupa
teniendo como fuente a EFE, fácil de comprender si se prefiere leer
poco. En el artículo del Times,
el mayor argumento es a favor de menor tiempo entre infección y vacuna,
pero en su penúltimo párrafo desarrolla por qué es mejor esperar a tres meses mínimo, después
de haber superado una infección,
acentuando el peso en seguir protocolo, combinar actividades virtuales con presenciales,
quedarse en casa y evitar espacios de aglomeración.
A medida que pasa el tiempo, existe mayor conocimiento e
información para detectar y enfrentar al virus, habiendo evolucionado desde
el uso de anticuerpos generados por los pacientes recuperados para el
tratamiento de nuevos pacientes (octubre de 2020),
hasta la posibilidad de vacunarse con una 4ª dosis y la identificación del tiempo de
permanencia del Covid 19 en nuestro cuerpo, tras habernos infectado y recuperado.
A ello se suman los primeros indicios sobre el síndrome pos-Covid 19,
de casos graves tras dejar la unidad de cuidados intensivos, generando recomendaciones
iniciales de tratamiento e incertidumbre hacia el futuro, aquí no queda otra cosa que dar paso a la vez.
Es innegable que se han producido, reacciones adversas luego
de alguna vacuna, especialmente en Europa donde se tiene acceso a la
variedad de las mismas, en contraste con la escasez en países del tercer mundo.
Un ejemplo, es la posibilidad de producir trombosis para 1 caso en 1
millón de vacunados/as.
Otro, es el numeroso margen de no vacunados/as por inacceso o resistencia, que
permite al virus mutar y crear nuevas
variantes, constituyéndose en aliados/as principales del virus, tanto para su permanencia como diversificación infinita en tiempo y espacio dentro del planeta, complicando la
convivencia post Covid 19 con otros flagelos como el
alcoholismo, incremento
de enfermedades crónicas por obesidad
y problemas de salud mental, más la reducción de la población económicamente
activa en cuyo interior profesionales de la salud, seguridad y transporte han
sido profundamente afectados.
A pesar de todo esto, existe una gran proporción de desconocimiento
del virus y la reacción de nuestra naturaleza humana en todo el planeta, en
general el tiempo que se necesita para vacunarse después de haber padecido Covid
19, aparece como un reto casuístico antes que una medida de salud pública,
requiriendo recomendación del profesional específico Vs. sentido común. Siendo necesario, comprender el
papel de los anticuerpos generados por la infección y las vacunas para cada
persona según sus condiciones, como aquella proporcionada por el inmunólogo Dr.
Alfredo Correll .
A nivel mundial la OMS, mantienen vigentes las recomendaciones provisionales a cada una de las vacunas emitidas y revisadas entre enero 2021 a marzo del 2022. En ellas aparecen hasta tres tendencias sobre la dosis y los periodos de distancia para su aplicación: a) aquellas donde se ha
considerado la posibilidad de una 3ª dosis de refuerzo en vacunas con 2 dosis básicas y 2ª dosis para aquellos de 1 sola dosis, incluyendo de 2 a 6 meses tras la dosis
básica, b) un segundo grupo, donde no se ha considerado vacunas de refuerzo aun
cuando se han producido algunos ensayos y c) un tercer grupo, que no prevé ninguna dosis
de refuerzo, aun cuando consideran evaluaciones en respecto. Derivándose de las recomendaciones en conjunto, que en ninguna de ellas se ha considerado formalmente una 4ª dosis. Veamos algunos casos de las 18 variedades de vacunas circulando.
En el caso de Coronavac de Sinovac la
recomendación para una 3ª dosis es de 2 a 4 meses entre vacunas (OMS, 3, 15
marzo 2022), más
detalles aparecen en su anexo.
Para CanSinoBIO Ad5-nCoV-S que es de 1 dosis única, estima una posible 2ª dosis como refuerzo a los 6 meses, pudiendo combinarse
con CoronaVac o cualquier otra vacuna previa (OMS, 3 y 4, 19 mayo
2021), otro tanto sucede con BNT162b2 de Pfizer y BioNTech precisando
que se encuentra en ensayo, la posibilidad de una 3a dosis (OMS, 2, 19
noviembre 2021).
Respecto a la vacuna mRNA-1273 Moderna registra que está en evaluación el experimento de 1 dosis de refuerzo después de 6 meses: “Actualmente
se está evaluando cuándo es necesario y cuál es el momento más idóneo para
administrar la dosis de refuerzo (homóloga, heteróloga o adaptada a variantes)
a las personas inmunodeprimidas” (OMS, 3, 19 noviembre 2021).
En el caso de ChAdOx1-S [recombinante] e
intercambiable con AstraZeneca y Covishield™ del SII de 2ª dosis básicas,
recomienda no combinar con otra vacuna. Sobre la dosis de refuerzo precisa, “Por
ahora no hay pruebas de que sea necesario administrar más dosis una vez
completada la pauta de dos dosis. Cuando se disponga de más datos, se evaluará
la necesidad y el momento de administrar dosis de refuerzo (de la misma vacuna,
de otra o de una vacuna adaptada a las variantes)” (OMS, 3, 30 julio 2021).
Las recomendaciones que no mencionan distancias y dosis de vacunas
de refuerzo es Novavax NVX-CoV2373 prevista para 2 dosis básicas con
intervalo de 3 a 4 semanas, pese a estar en evaluación una 3ª dosis cruzada con
otras vacunas (OMS, 2, 20 diciembre 2021).
En el caso de Ad26.COV2.S de Janssen previstas para 1 sola
dosis, (OMS, 2, 17 marzo 2021)
al igual que para China National Biotec Group (CNBG), Sinopharm
(OMS, 2, 7 mayo 2021) refiere
que se halla en estudio la posibilidad de una 2ª dosis y su periodicidad sin mas detalle.
Como era de esperar, basado en estos informes vigentes a la
fecha, la OMS antes que dosis de refuerzo, recomienda a los Estados,
evaluar la eficacia de las vacunas ante la aparición de nuevas variantes
y alcanzar al 100% de casos con inmunización básica completa (1 a 2 dosis según tipo
de vacuna). Siendo su apuesta vacunar a todo el planeta para detener al virus y sus mutaciones.
Mantienen las directivas de las medidas de prevención y control de las infecciones (PCI) por el virus de la COVID-19 en los establecimientos de salud. Unido a la directiva, que sea cada país quien monitore la efectividad de las mismas. Una síntesis del significado de la efectividad de las vacunas lo proporciona el doctor Veller.
La OMS también, insiste en la necesidad de intensificar la comunicación sobre los riesgos y motivar
la participación comunitaria.
Siendo clave, la información del Estado a la población respecto a protocolos, políticas
y programas de vacunación.
Esfuerzo donde se sumen las instituciones
especializadas para el manejo responsable de la información
al igual que los medios de comunicación,
junto al aprendizaje individual y colectivo
de buenas prácticas por la población a lo largo de este tiempo, para convivir bajo esta nueva modalidad.
En esa línea la información del Ministerio de Salud (MINSA),
establece como periodo de distancia entre 3ª y 4ª vacuna,
más no precisa el periodo entre recuperacion de una afección de Covid 19 y dosis de vacuna correspondiente.
Pudiendo estar ligado este silencio, a la decisión política de una 4ª dosis, basado
en dos informes del Instituto Nacional de Salud-INS. El primero
orientado a la justificación de la viabilidad y valides de la 4ª dosis (marzo
2022),
donde se detalla la adopción de la misma por 8 de 194 países (sin referentes oficiales
por país): Bahréin e Israel en Asia, España
y Reino Unido en Europa. En América Canadá a partir
del 6 mes entre vacunas, Chile 4 meses y Estados Unidos. Para este último no precisa espaciamiento entre vacunas, cuyo esquema de vacunación básica
es de 3 dosis en contraste con 1 a 2 con el resto de paíces. La posibilidad de 1 refuerzo a mayores
de 12 años, ha sido recomendado por 1 de 3 instituciones especializadas: el Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en tanto la Administración
de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Organización Panamericana de la Salud (PAHO) no habría emitido opinión al
respecto, para esa fecha.
Aquello que llama la atención en este primer informe del INS
son sus fuentes para sostener la viabilidad de una 4ª dosis y el tiempo de
distancia respecto a la 3ª. Ninguno refiere a las instituciones internacionales de carácter oficial, sólo 1 de 5 tiene como referente a investigaciones académicas
de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, en tanto que 4/5
proviene de organizaciones privadas (INS, 3, 9 marzo 2022). En su interior 1/4 advierte
que se trata de investigaciones preliminares sin garantía y confiabilidad como
referentes clínicos y por supuesto, menos para sustentar una políticas de salud
pública.
El siguiente informe, busca establecer el grupo de edad a
focalizar con la 4ª dosis (5 mayo 2022),
menciona como fuente a la FDA y la OMS con recomendaciones de 3 a 4
meses entre dosis, sin precisar el referente específico. Al mismo
tiempo, omite a países con 4ª dosis que aparecen en su informe previo: España en Europa, Canadá y EE.UU. en américa e
incluye a Colombia. Esta modificación de países como soporte de su propuesta,
sin mayor explicación respecto de su primer informe, debilita la confiabilidad de fuentes para la
recomendación técnica correspondiente.
Basado en ambos informes, el Perú se ha embarcado en una 4ª
dosis para personas mayores de 18 años con comorbilidad,
siendo el 8º país de 194 en el informe de marzo y el 7° de 194 países en mayo
del 2022, con una distancia de 3 a 5 meses respecto a la 3ª dosis, sin
referirse en ningún momento sobre el periodo entre la
recuperación del Covid 19 y alguna dosis de vacuna.
Se suman a estas decisiones, dos directivas para la convivencia
en una nueva situación pos Covid 19, el primero va de diciembre 2021 a
enero 2022 y el segundo de enero 2022 a la fecha. El Decreto Supremo N° 179-2021-PCM
y su modificatoria Decreto Supremo N° 184-2020-PCM.
Ambos refieren el retorno a la presencialidad, reactivación económica, flexibilización de medidas de protección y transición gradual a la convivencia
pos Covid 19.
La pregunta que genera el presente artículo, cae sin madurar,
pueda que verde o peor aún infectada, porque no existe respuesta oficial a
nivel nacional e internacional al respecto. Pareciera que las instituciones
correspondientes juegan al gran monetón, pero lo cierto, es que en uno
y otro espacio queda mucho aun por conocer sobre el virus, el comportamiento de
nuestros cuerpos en cada país como región y la evolución de las nuevas variantes.
Por cuanto aquello que emerge con fuerza y robustez es
nuestro aprendizaje en primera persona, si tanto las vacunas como superar
una afección del Covid 19 genera antígenos en nuestro cuerpo, lo único
cierto a estas alturas, son las observaciones de las recomendaciones aprobadas
para cada vacuna (que he enlazado donde se menciona a cada una), allí donde
se ha considerado la posibilidad de un refuerzo, el menor tiempo de distancia entre una vacuna
básica y dosis de refuerzo sería 6 meses.
En tanto, lo más seguro en esta nueva modalidad de
convivencia, es mantener activo los protocolos, dejar de juntarnos para
celebrar la vida como si fuera el último día, que podríamos conseguirlo sin
mayor esfuerzo, para nosotras(os) y nuestros seres amados. Basta no incluir en nuestros
reencuentros el protocolo de protección y distanciamiento, especialmente
con las(os) más vulnerables, que no podrían contarlo mañana,
mientras nos lamentamos de la “desgracia” o echamos la culpa a la incapacidad
de atención del sistema de salud, y por supuesto, algo más que achacarle al
presidente Pedro Castillo por su discapacidad como estadista y/o pedir su vacancia como está de moda entre chats, pasillos,
salones, casa de playa y plazas.