Rosario Ayllón & Catalina Salazar |
Hoy
ha dejado esta dimensión María Rosario Ayllón Viaña mi maestra, mentora
en el arte de la sistematización, colega en el Trabajo Social, compañera en el andar
de rutas voluntarias, amiga en el compartir de nuestros monólogos haciendo
práctica, la escucha atenta y reconociéndonos semejantes en nuestros viajes al
interior.
Rosario
Ayllón, vivió
retándole y sonriéndole a la vida, con fina ironía del tiempo joven, creyendo y
abonando a ella en la plenitud, dando testimonio de como la fe mueve montañas
en este tiempo exigente. Hoy que ha partido al infinito, irá a reunirse con ese
Dios cuyos pasos y mandamientos imitó y la sostuvo, con los seres de luz que la
antecedieron y sin duda prepara nuestro acogimiento, cuando sea nuestro tiempo.
Conocí
a María Rosario Ayllón Viaña en un verano como este (1981), cuando ingresé
a la Faculta de Trabajo Social (FTS) de la Pontificia Universidad Católica del Perú
(PUCP), era una de mis profesoras, la más joven, temida y exigente, por su modo
irónico para mostrarnos nuestras discapacidades en metodología de intervención del
Trabajo Social (TS).
Durante
las asesorías a los trabajos académicos, fui entendiendo que su labor era prepararnos
para la dimensión menos desarrollada de la profesión como sucede con la
sistematización. Su preocupación era evitar que la intervención profesional
fueran pasos que vayan de 0 a 1, cuando se podía avanzar con método, procedimiento,
estrategia y resultados a 2ª, 3ª y más etapas, haciendo que la labor en la
implementación de programas y políticas sociales no sólo fuera eficiente y
eficaz, sino trascendiera la labor asistencial para
situarse en la prevención, promoción y formación que asegure calidad de vida
para todas(os).
Cuando
dejé la Facultad de TS (1985), también dejé de tener contacto presencial con mi
maestra, sin embargo, aquello que aprendí de ella, fue una de las fortalezas
para mi trabajo de intervención primero como prácticas profesionales (pulpina
de los ochenta) y luego como profesional del Trabajo Social. Allí descubrí por necesidad
y autoexigencias de mi labor que la sistematización no sólo era para compartir
la experiencia con otro, sino principalmente, para revisar el proceso de intervención, reafirmarlo, ajustarlo o modificarlo capitalizando el sistema de monitoreo y
evaluación, hacia el análisis y reflexión.
Durante
la sustentación de mi tesis de licenciatura, Rosario Ayllón fue una de las
juradas que me acogió como colega, felicitándome por haber desarrollado
una metodología de trabajo que facilita la sistematización, como es la producción
de registros sistemáticos a lo largo del proceso. Al mismo tiempo que se interesó por mi modo
de implementar un sistema de monitoreo y evaluación aplicable de mis planes de
intervención.
Durante
los noventa, conversamos al respecto y pasamos del terreno teórico académico al
práctico compartiendo borradores de trabajos donde las opiniones, iban y
venían. Al punto que solíamos reírnos cuando ya no hallábamos distinción entre uno
y otro trabajo, en lo metodológico, las interrogantes, exigencias y nuevas pistas
de trabajo. Así es como fui asumiendo encargos de sistematización solicitados a
ella que por la docencia a tiempo completo la desbordaba.
Siempre
que nos encontrábamos en el campus de la PUCP quedábamos en que el siguiente año
realizaríamos un proyecto conjunto que mostrara nuestro andar compartido. Fue gracias
a ella, que el 2009 incursioné en la formación continua de profesionales,
mediante los cursos de educación online en la PUCP.
Toda
una aventura para mí, en tanto para ella era un terreno altamente explorado,
reconocido, valorado y premiado. Eran tiempos,
donde incursionar en la enseñanza virtual estaba en pañales al punto que el Primer
Congreso Internacional Expo Learning se produjo en setiembre del 2010,
donde por supuesto Rosario Ayllón fue una de las distinguidas con honores.
Rosario Ayllón, setiembre 2010 |
Esa
experiencia nos permitió analizar las exigencias y retos de docentes durante la
pandemia, que carecieron de la preparación y asistencia de un equipo especializado
que nosotras tuvimos y que un curso virtual no es una clase presencial
mediatizada, si es difícil el proceso de aprendizaje presencial de exposición y
escucha convencional (cátedra), vía virtual se hacía cuasi imposible, nos propusimos escribir al respecto,
que se sumó a los pendientes.
Trabajar
juntas virtual y presencialmente, viviendo tiempos mayores a un encuentro nos llevó
a trascender de Rosario y Catalina a Charo y Caty, pasamos de ser
maestra y pupila, colega, compañera a amiga y confidente. A partir de entonces
mi ruta del Tontódromo usualmente concentrada hacia Sociales, también incluyó Humanidades.
Bastaba llamarnos para hacer un alto en la recargada labor, mas suya que mía,
para entre café o mate, ir desgranando nuestro ser, hacer, sentir y soñar.
Renergetizadas con el intercambio retornar al hacer hasta nuevo encuentro.
Así
nos descubrimos en nuestras manías, voluntariados e inquietudes, apoyándonos y
animándonos una en la otra. Ahora que se ha ido, pienso en cuanta
falta de su hacer y motivación se
sentirá en los espacios que solía dinamizar y/o animar, como la parroquia San
Miguel Arcángel, en las iniciativas de neurociencias, neuro didáctica, el
manifiesto de la proporcionalidad, la animación sociocultural, la búsqueda de certificación
de etapas de la intervención profesional como la evaluación, por anotar algunas.
Si bien
la cuarentena de la pandemia mediatizó todo, nos halló a ambas interconectadas,
retomando nuestra vieja práctica en línea, sacudiendo nuestras inmovilidades
por turnos -unas veces a ella y otras a mí-. Charo, es una de las personas con
quien más intercambio he mantenido en este tiempo, una vez más apoyándonos
mutuamente y conociéndonos aun más en nuestra condición humana.
A pesar de su estado frágil tenía la fortaleza para animarme, sosteniéndome en tiempos de pérdidas, incertidumbre y agotamiento. Y sostenerla cuando me lo permitía. Suelo decir que en mi andar tengo la ventura de encontrarme con seres de luz, Charo fue uno de ellos, con la peculiaridad de animar energías, esperanza y fe. Cuando menos me imaginaba me llamaba para una buena nueva y sonreír.
Su
partida me inmoviliza, pese a saber de su largo padecimiento, lucha y
fortaleza, pese a que más de una vez hablamos que sucedería y su preparación
espiritual para trascender, me cuesta tener la certeza de no volver a
escuchar su voz, sonrisa, leer su mensaje en el momento que más la necesitaba,
para decirme: “Caty estamos sintonizadas”. Por esa sintonía en vida, hoy
proceso mi dolor, despidiendo al ser humano que conocí, comprendí, viví y
admiré por más de cuatro décadas.
Charo
querida, te prometo que continuaré en nuestro hacer compartido y central para ti,
como es contribuir al aprendizaje y ejercicio de la sistematización de la intervención
cotidiana de las(os) Trabajadores Sociales y profesionales que comparten con su
hacer los retos de cambiar las inadecuadas condiciones sociales para la mayoría
poblacional, que permita el análisis y potencie su propio actuar, hasta ser
referente de otras intervenciones, investigaciones y estudios.
Trabajo
Social es una de las especialidades de las Ciencias Sociales, que más profesionales
aglutina en el país, interviniendo en áreas sensibles que impiden/ facilitan la
calidad de vida de la mayoría y el
desarrollo del país, sin embargo su concentración en la asistencia, solución de
necesidades y problemas, reducción del impacto de las contingencias, hace que
sea mínimo su aporte escrito en lo socio-político y
cultural, al conocimiento de las buenas prácticas así como a los desaciertos y al mundo académico, porque
su labor de intervención le deja poco o ningún espacio para sistematizar su
experiencia de intervención profesional, haciendo uso de la metodología de investigación
cualitativa y los estudios de caso que nació con la profesión, mucho antes de ser reinvindicado como vía de conocimiento y reconocimiento del hacer de las mujeres. A ello se suma, los diversos enfoques que
se atribuyen a la sistematización, cuando el núcleo del mismo es la reconstrucción,
análisis y reflexión de la experiencia realizada.
Charo
de mi buen vivir y con fe, ve a ese lugar, en nombre del cual asististe a tu prójimo, aliviaste al desvalido
y retornaste esperanzas al desesperado. Al igual que no descansaste en hacer
del Trabajo Social una profesión que mientras actúa, reflexiona y contribuye al conocimiento.
Charo,
Cada ser humano viene a este tiempo y dimensión con una misión. El tuyo fue
hacer de este mundo un lugar más incluyente, amigable, esperanzador, solidario y haciéndose cargo con responsabilidad como desprendimiento.
Fue
bueno hallarnos, reencontrarnos, reconocernos y amarnos como sólo los seres que
siendo diferentes se sienten y viven como semejantes, más allá de las convenciones,
roles, posiciones y posesiones, ve a la luz querida amiga.
Descansa
en paz Charo de mi Alma.