lunes, 23 de agosto de 2010

MITO I: “Mujeres principales enemigas de mujeres”.

La eterna enemistad entre mujeres suele ser enunciado con la afirmación: “las mujeres son las peores enemigas de las mujeres”, mito posible de ser analizado desde diversas perspectivas. En este caso tomaré como referente aquellos que se han ocupado de realizar algunos estudios o ensayos y mi propia reflexión.

Históricamente

La afirmación de enemistad política, como una práctica genéricamente femenina,  históricamente en su concepción y edición tiene dificultad para vincularse y corresponderse genéricamente con las mujeres debido a su escasa presencia visible y activa en la toma de decisiones durante el proceso de de su concepción, desarrollo e instauración. Desde el Grecia con la idea de |grñhkil (democracia) ateniense1 , pasando por el senado romano (a), la revolución francesa2, la constitución de los Estados Unidos3 hasta la adopción de la democracia en las repúblicas de América Latina4, las decisiones fundacionales fueron tomadas sin la presencia y opinión de las mujeres. Por cuanto es impreciso atribuirle la institucionalización de una práctica donde sean identificadas como autoras y representantes destacadas del mismo.

Históricamente, la enemistad política(b) es una práctica de la existencia humana(c) , por cuanto deja de ser exclusividad de un género5. El reconocimiento de la existencia de enemistad política es un contrasentido al concepto positivista de política por cuanto aparece como una negación. La Política en sus orígenes es opuesto a la enemistad que en el peor de los casos se traduce en guerras, por cuanto se remite a la capacidad de debate, deliberación y negociación antes que enfrentamiento. La dimensión antágonica de la política ha sido trabajada detenidamente por Carl Schmitt (d).

Partiendo del reconocimiento de la existencia de la enemistad política como una práctica humana (hombres y mujeres), algunos estudios que se han ocupado de aquellas prácticas ejercidas entre mujeres, hallan como explicación su correspondencia con un sistema perverso de relación socio política, que recurre a la participación activa de las victimas en su propia lapidación y condena. Porque quienes tienen el poder aparecen como centrales, mediando las relaciones entre quienes carecen de ella, al punto de regular los conflictos6.

Antropológicamente

Existen aproximaciones antropológicas, que pretenden explicar el mito de la enemistad entre mujeres, desde el  lado del papel socio cultural de la mujer, y por el otro, a la reproducción de un sistema de poder  centrado en el varón (patriarcal).

Desde el papel socio cultural de la mujer se  asocia con el rol de la tierra, proveer conciencia y vida a la especie humana, identificables en las sociedades originarias. Cuando es  sustituido por el sol y con él la predominancia masculina, las culturas dan paso a la idea de  centralidad  y jerarquías que trasladado a la condición de ser hombre y ser mujer7 el primero aparece por encima del segundo insturándose un relación de sobre valoración y devaluación.

Cuando las sociedades adoptan una religión monoteísta, el Dios al que veneran aparece reencarnado en los hombres, atribuyendo la inferioridad de las mujeres8.

Todas estas decisiones socio culturales, reeditados en las relaciones entre géneros, anima la subordinación de las mujeres respecto a los hombres, donde la relación intergénero es en el caso de los hombres por una mayor posesión y el de las mujeres la competencia y conflicto por una mayor/mejor aproximación a quienes ostentan el poder.

Otras miradas se detienen en el sistema patriarcal donde el poder se encuentra centrado en el varón, de modo que las tensiones políticas entre mujeres, vendrían a ser prácticas patriarcales reproducidas al interior de los géneros9, reafirmado con una importante presencia del etnocentrismo en las identidades10.

Por diversos caminos culturales donde se establecen jerarquías, surgen las condiciones que estimulan a permanentes esfuerzos entre las mujeres, por obtener el favor masculino a través de la lucha entre ellas, reeditando las guerras masculinas  de a una versión femenina de permanente competencia11.

Psicologicamente

La atribuida “enemistad natural intra género” –mujeres vs. mujeres-, posee un mensaje simbólico que se acentúa en la negación de la posibilidad de diálogo y debate entre mujeres candidatas o en ejercicio de poder político, evitando la exhibición de propuestas y alternativas diversas frente a una problemática concreta.

Cuando las mujeres acceden al poder político, este tipo de afirmación expresa un mensaje que proyecta la inviabilidad de alianza y desarrollo colectivo de las mujeres como género.

Como estrategia, devela la pretensión de generalizar y esteriotipar la relación política de mujeres como enemigas naturales e irreconciliables, creando las condiciones para legitimar una práctica “natural” de aislamiento y alejamiento del poder. Al mismo tiempo  que decreta desacuerdos alrededor de agendas comunes, ausencia de solidaridades, alejando las alianzas y desarrollo colectivo del sujeto político mujer.

Socialmente

Respecto a la relación política entre mujeres, aun son escasas las prácticas sostenidas y consolidas en el tiempo (d), que permitan afirmar y generalizar la existencia de tendencias, traducidas en costumbres, menos aun, ser sustentos de atributos de las formas de relación intra género.

La percepción que el empoderamiento político de las mujeres es retardado o impedido por otra mujer, es un mito sostenido tanto por hombres como mujeres, que ven en el acceso y el ejercicio del poder femenino, una amenaza, al tradicional modo de percibir y ejercer el poder político centrado en quienes representan y ejercen el poder, ampliamente desarrollado por Weber (e) sin considerar el análisis del poder disperso que desarrolla señala Arend (f), donde el argumento central es la condición efímera de la posesión del poder en una persona o grupo, debido a que su existencia es abstracta, temporal y delegada, gracias a que muchas personas (pueblo), renuncian personal y voluntariamente a su cuota de poder, a veces conscientemente y otras inconscientemente.

Visto desde quienes poseen el poder político, cuando se plantea que el mismo sea redistribuido, se torna en amenaza a la costumbre y al orden establecido, hasta transformarse en riesgosa cuando va acompañada de exigencia para la atención de los intereses a los que se representa y satisfacción de necesidades existentes que obliga a quien tiene el poder, en servidor/a público.

Políticamente

La idea de enemistad entre mujeres,  despoja a la competencia electoral, de su condición de contienda centrada en diversas perspectivas para percibir y concebir  problemáticas y propuestas de solución.

La permeabilidad al aniquilamiento, permite a los/as involucrados/as hacerse de una posición de poder político, sin que importe los medios a ser usados, si estos justifican la consecución de los fines.

Si como hemos visto en líneas previas, la enemistad política que suele adoptar tanto hombres como mujeres,  la práctica prescinde de una ética electoral, creando las condiciones para que la contienda se restrinja a la apropiación del poder por el poder, antes que el compromiso de estadista que proyecta el desarrollo de una sociedad con el que se compromete a servir. En casos extremos como el peruano, se ha debido recurrir a una convención para celebrar un pacto ético electoral entre candidatos/as durante el 2006 12.

El uso de la poder para acceder al poder, pretende antes que superar al contendor/a, reeditar las guerras cuyo desenlace deseado es de héroe y vencedor.

Algunos estudios sobre las iniciales experiencias de militancia partidaria, destaca como principal barrera, el conservadurismo imperante en el partido, reproductor de prácticas machistas que postergan la participación plena e igualdad de oportunidad de las mujeres, provenientes de prejuicios enraizados en la sociedad y reproducidos en el partido 13. Cuyos líderes condicionan el reconocimiento de la militancia y liderazgo de las mujeres cuando han evidenciado un desempeño superior a los varones “Cuando la mujer demuestre que es mejor que el varón se habrá ganado el espacio y nadie le podrá quitar”…14, gracias a un mérito personal antes que colectivo, debido a que refuerzan una percepción que sentencia y recrea en el imaginario social, la enemistad entre mujeres “… hay dos problemas grandes dentro de la mujer, no sé si en muchas o en pocas: la misma mujer es machista, de eso no me echen la culpa a mí, con mucho respeto, en su día, que la mujer es enemiga de la misma mujer” (ibdem. 14).

Prácticas y procesos socavan el mito

Si bien el acceso de mujeres al poder político, ha dependido principalmente, de la decisión de los partidos políticos para adoptar o adecuar la cuota de mujeres legalmente estipuladas, este ha sido minado por “habilidades políticas” asegurando la representación de las mujeres, por debajo del mínimo establecido en los distintos periodos electorales a partir de mil novecientos noventa y ocho 15.

Esta condición provoca la emergencia y visibilidad de practicas políticas desde y para las mujeres, mostrando que la relación intra géneros contiene mayores gamas de asociación y alianzas que la esteriotipia de enemistad.

Las prácticas de solidaridad y amistad entre las mujeres, han dado paso  a  alianzas y búsquedas de coincidencias como única posibilidad de arrancar al sistema de poder político imperante las condiciones de su reconocimiento y acceso como género,  muchas veces con el riesgo de desconocer diferencias y en otros colocándolos entre paréntesis.

Sólo así es posible constastar la existencia de condiciones para una mayor participación y oportunidad de las mujeres en la política,  apenas en tres décadas de presión y lucha sostenida internacional y simultáneamente por las mujeres, produjera una revolución al interior de la práctica política humana, radicalizando la democracia construyendo condiciones para el acceso de las mujeres al ejercicio del poder político, como sucede con la ley de cuotas en el caso peruano 16 y a nivel internacional 17.

La resistencia y exclusión del acceso de las mujeres a los mecanismos y espacios de poder, han sido permeados en sus principales espacios de poder político, tornándolos sensibles a la inclusión positiva de mujeres, gracias a la perseverante presión y exigencia sostenida de mujeres en favor de otras mujeres, como sucede con el derecho universal al voto, las leyes de cuota, la protección del a la salud y el cuerpo de las mujeres erradicando violencia y conductas misóginas.

En estos procesos de lucha, han sido escasas las alianzas con hombres, cuya comprensión y conciencia hayan hecho concesiones o cedido poder a las mujeres, para ello basta mirar el proceso histórico en la política que hemos debido experimentar en el país, América Latina y el mundo 18.
Lo desarrollado provoca nuevas interrogantes:

  • ¿Son las mujeres la barrera principal (enemiga) para el acceso de otras mujeres al poder o contrariamente son las artífices y artesanas de su inclusión como género?
  • ¿La perspectiva masculina que está en la base de la concepción y desarrollo de la política, es el principal obstáculo para la radicalización del espíritu del principio donde se sustenta la democracia: la igualdad, fraternidad y justicia, recurriendo para ello a sus históricos aliados como el fundamentalismo, el patriarcado, el androcentrismo, machismo, marianismo? 
  • ¿La presencia de mujeres en el poder político implica la reducción de oportunidades para más hombres en el poder, obligando reeditar tabúes a cerca de las relaciones de enemistad entre mujeres, válidos para periodos de las proto sociedades con pensamiento mágico pese a hallarnos en la era de la digitalidad? 
  • ¿La inclusión de las mujeres en el poder político podría recrear nuevas prácticas a las existentes creando incertidumbre y temor en los varones que temen al cambio?
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(a) Diaz, José Francisco. Historia del Senado Romano. Establecimiento Tipográfico de Luis Tasso. Barcelona, 1867, 359 p.
(b)Cruz Martínez Esteruelas. La enemistad política Ediciones Nauta, 1971 - 235 p.
(c)Bernstein, Richard. El abuso del mal: la corrupción de la política y la religión desde el 11/9. Katz Editores, 2006 225 p.
(d)Schmitt, Carl. El concepto de lo político, Alianza Editorial, Madrid, 1999, 56 p.
(e)Las mujeres letradas en el Perú ejercenn sus  derechos a elegir y ser elegidas desde 1956 y sin restricciones por ser iletradas desde 1981, es decir aun no hemos cumplido 29 años de experiencia en estos menesteres.
(f) Weber, Max. Las estructuras del poder. Editorial la Playade, Buenos Aires, 1977,
(g)ARENDT Hannah, ¿Qué es política?, Paidós, Barcelona 1997.

sábado, 21 de agosto de 2010

MITOS MUJER Y POLÍTICA


El Mito


La definición de mito, es compleja y variada, como la existencia de diversas culturas y disciplinas. Por esta razón retomo la perspectiva de Malinowski (1) quien afirma que un mito es aquel asumido como realidad o verdad fundacional de todo grupo humano aun cuando su propio contenido carezca de asideros verificables en la realidad, quiere decir que no exista referente concreto de su existencia. 
Por cuanto, el objetivo que está detrás de la construcción social de un mito, sería la satisfacción de algún tipo de necesidad del grupo social correspondiente. Históricamente está asociado con la dificultad para explicar algún fenómeno que escapa a su comprensión y visión del mundo (cosmovisión), para otorgar  poderes fuera de sus capacidades atribuido a un dios o varios por cuanto responde a una necesidad religiosa.
Cuando establecen una escala de valores morales,   prácticas, normas, atributos y conductas, 
sobre aquello que está permitido, negado, censurado y  sancionado. Adquieren condición de mitos, cuando se permanecen en el tiempo, se reproducen y expanden a través de ritos colectivos, son valorados y/o temidos, haciendo imposible su cuestionamiento, al punto que adquiere condición de estado natural.

La política y las relaciones entre mujeres

Las relaciones políticas entre mujeres, es un terreno de investigación y reflexión en construcción, por cuanto se transforma en tarea pendiente, debido a varias razones centrales. 

  1. Se trata de un espacio donde históricamente no han participado las mujeres, salvo algunas excepcione , en condiciones de anonimato (seudónimos o disfraz)  o bajo el protectorado de un hombre.
  2. La práctica política de las mujeres como sujetos electores y elegibles para ser parte de la clase política de un país, se remite al siglo XX. En el caso del Perú su participación normativa si bien se inicia en 1956, el acceso real es a partir de 1981(2).
  3. La presencia de las mujeres en los espacios y grupos de poder político han sido excepcionales, debiendo recurrirse a mecanismos para asegurar verdadera oportunidad para su participación, que en el caso del Perú, recién se produce a partir de 1998 (3).
  4. Durante casi una década  la presencia de las mujeres en las listas de partidos políticos fueron usados como relleno, sin ser efectiva para su incursión en los espacios de poder y decisión del país,  habiendo sido precisada como una ley trasversal que promueve la igualdad de oportunidades  recién a partir del 2007 (4)
  5. La mayoría de  mujeres que han incursionado como candidatas y autoridades en los diferentes niveles de gobierno, no han vuelto a postular.
  6. A la fecha es escaso el tratamiento sistemático de experiencias de la presencia y participación de las mujeres en el poder político, tanto como sujetos elegibles como electoras. En tanto no existe un registro de electores diferenciado por género.
Estas condiciones, evitan identificar elementos recurrentes o particulares sujetos análisis y reflexión para profundizar determinadas percepciones del sentido común, avanzando hacia un aporte sociológico que rescate –si lo hay- una praxis intra género mujeres que confirme, amplíe o modifique la concepción de práctica y relaciones políticas ejercidas por los hombres que vienen adoptando las mujeres. en su defecto las nuevas prácticas políticas que han incorporado las mujeres en su condición de tal en este nuevo escenario de desempeño. 

Los escasos estudios sistemáticos sobre mujer y política, se inician principalmente en los años ochenta del siglo XX (5), habiendo crecido exponencialmente durante la primera década del siglo XXI. En su interior permanece rezagado los trabajos correspondientes a relaciones políticas entre mujeres (6), vacío que se transforma en terreno fértil para el asentamiento y propagación de ideas e imaginarios casuísticos como recurrentes e inferibles.

Se acepta sin cuestionar, como no suele suceder con otras temáticas, la generalización de percepciones casuisticas experimentados por algunas mujeres de modo personal, a veces parcial y solitariamente. Algunas veces expresadas casi confesionalmente, con escasa posibilidad de intercambio y contraste con otras experiencias, para dar paso a la reflexión y análisis que impida a las actoras asumirse o ser percibidas únicamente como víctima o heroína. Contribuyendo en muchos casos, a generalizaciones telúricas o románticamente la relación política entre mujeres, sin plena conciencia de sus implicancias.

Partiendo de estas premisas intentaré abonar a la reflexión sobre mitos mas frecuente a cerca de relaciones políticas entre mujeres,  especialmente en el caso  de aquellos que suelen aflorar en un contexto de efervescencia electoral como sucede con este periodo en el Perú con el proceso electoral del gobierno local. 


Para ello tomaré en consideración los elementos en que se sostienen cada uno de los mitos (deconstrucción), reflexionando y analizando su significado e implicancias, tomando en cuenta algunos trabajos relacionados cuando estos existan o tentando algunas consideraciones propias en  caso de ausencias.

Cada uno de los mitos a los que me referiré en adelante serán desarrollados como artículos independientes, facilitando y agilizando la lectura individual y mi proceso de elaboración.

Mito I:   "Mujeres Principales Enemigas de Mujeres"
Mito II:  "Solidaridad Incondicional entre Mujeres"
Mito III: "Las Mujeres no Votan por las Mujeres"
Mito IV:  "Los liderazgos de mujeres reproducen estrategias masculinas"
Mito V:   "Las mujeres prefieren a hombres como aliados"
Mito VI:  "Las mujeres exigen más a mujeres que a varones"

Mito VII: "No Existe lealtad entre mujeres"

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(1) MALINOWSKI, Bronislaw. La Vida Sexual de los Salvajes: Del Noroeste de la Melanesia. Ediciones Morata, 1975 - 396 p.
(2) Bajo el gobierno de a Manuel Odría, el 7 de setiembre de 1955, la Ley No 12391  modifica su artículo 84 de la Constitución del Perú, ampliando el reconocimiento  de la ciudadanía de mujeres y varones  casados mayores de 18 años y los emancipados, y en su artículo 86 reconociendo el derecho al voto de mujeres que saben leer, escribir y casadas, pero solamente en elecciones municipales, las que se producirían recién en 1963. Sin embargo sería recién la Constitución de 1979, promulgado el 12 de julio, que en su artículo 65 reconoce como ciudadano a todo peruano  mayor de 18 años sin distinción de sexo, estado civil o letrado. 
(3) La Ley de Orgánica de Elecciones No 26859 del 25 de setiembre de 1997,  en su artículo  116 establece por primera vez la inclusión en la lista de candidatos de los partidos políticos el 25% de mujeres como mínimo 
(4)Ley de Igualdad de Oportunidades entre  Mujeres  y Hombres  No 28983 promulgado el 15 de marzo del 2007.
(5) La primera aproximación bibliográfica sobre mujer y política que se realiza en el país, corresponde a Henríquez (1989) cuyo resultado constata, que las producciones en torno al tema corresponden a la década de los ochenta, reconociéndose en ese entonces los esfuerzos limitados que existían sobre el tema y la urgencia de abordar con rigor las relaciones de poder con una agenda que enfatice el dominio en las relaciones interpersonales, los poderes del afecto y la seducción, al igual que el poder basado en la fuerza del control de los recursos, mecanismos a través de los que se construyen lealtades y legitimidades. (Las Mujeres en el País de Todas las Sangres. Una aproximación Bibliográfica sobre mujer y política, FOMCIENCIAS, 1989, 66 p.
(6) Una exploración en el Internet del buscador de Google (Jueves, 19 de agosto de 2010), de trabajos y artículos con descriptores de: Relaciones Políticas entre Mujeres, arroja como resultado 330,000 en contraste con Mujer y Política con 39,100,000.

miércoles, 11 de agosto de 2010

DESDENOS

Inicios

En marzo, anuncié que la confluencia de pendientes y sueños compartidos con Blanca ofrecía como promesa colectiva y amenaza a nuestro tiempo personal de hibernación de género e historia. Confluencia que se transformaba en motor que nos impulsaba a rescatar nuestros pendientes y sueños puestos en paréntesis por una y mil razones para contrastarlo con mas mujeres.

El 5 de abril del 2010 nos juntamos 14 mujeres, para explorar en nuestros intereses, necesidades y disposiciones la posibilidad de compartir un espacio colectivo que nos animara  atenderlos personal y colectivamente. Alguna planteó como carta de presentación que si este era otro espacio para “perder el tiempo” no estaba dispuesta a hacerlo, porque vasto había sido su trajinar, como para en este su tiempo de descuentos, volver a perderlo.

Estuvieron presentes y expusieron su interés, quienes son sostén, soporte, proveedora, creadora y jefa de familia, con un mercado económico incierto por reto, su habilidad para sortear las urgencias y exigencias, su duda de sentirse sola y abrumada por desconocer si su apuesta y el modo de ocuparse de su vida y aquellas otras vidas que estaban a su cargo, era la acertada.

Otras aseguraron su interés y participación, en tanto no se transforme en un corsé, que sume nuevas responsabilidades a su cargada agenda de agente y líder de sus diversas organizaciones. Y/o a su incursión activa a un liderazgo político en su distrito.

Las jóvenes en su momento mostraron su incredulidad y curiosidad por ver como ese puente levantado entre generaciones descendiera para aproximarlas.

También hubo quienes manifestaron su condición virginal en estos menesteres junto a la imperiosa necesidad de procesar colectivamente su proceso de ruptura, orfandad aun cuando tuviera a cargo una decena de hijos suyos y ajenos, pero principal su doliente necesidad de compañía en el tránsito de su superar su miedo a la libertad como le tocó en su momento a mas de una presente.

Y no podía faltar aquellas comprometidas y perseverantes en la defensa de los derechos de las mujeres y su rechazo a todo tipo de violencia contra ellas, por cuanto estaban dispuestas a aportar y aprender todo aquello que permita crecer como persona superando distancias respecto a las diversas formas de ver, entender la realidad de las mujeres y hacer práctica política, así como el modo como nos valoramos, reconocemos y relacionarnos.

Las primeras sesiones fueron de reconocimiento partiendo de lo coloquial,  pasando por lo testimonial, hasta lo reflexivo. Con respeto, calidez, comprensión y ánimo. Se eligió  sesiones nocturnas de dos veces por mes (primer y tercer lunes) que se ha mantenido, permitiendo que  progresivamente se atienda temas de carácter político, institucional, personal y colectivo, Facilitado por las integrantes, colocando   en práctica su sabiduría para compartir haceres,  aprendizajes e interrogantes.

El espacio hasta el momento mantiene su carácter abierto y flexible a la disposición, interés y necesidad del colectivo. A la fecha se ha acogido a 24 participantes presenciales y cinco virtuales fuera. Todas con derecho a opinar, proponer, compartir, decidir, asumir responsabilidades de conducción y participación. Con acceso a los materiales de intercambio que se vienen produciendo y las ayudas memorias de cada sesión que se han registrado.

Adoptando identidad

Luego de cuatro meses, se valoró la permanencia del funcionamiento como espacio se reconoció la necesidad de dar pasos hacia la adopción de una identidad colectiva explicitando coincidencias y especificidad de los que pueden destacarse:

  • “Somos mujeres de diversas edades, estado civil, clase, historias, zonas de origen y domicilio. Diversas prácticas y preferencias políticas, experiencias, cualidades, habilidades y ocupaciones.

  • Tenemos en común nuestro interés por reflexionar sobre los problemas que nos afectan e interesan como mujeres, así como las diversas prácticas de liderazgo.

  • Necesiamos revisar y comprender el poder de las mujeres en nuestra comunidad, organizaciones, sociedad. Las formas de hacer y definir política y la presencia o ausencia de las mujeres en el escenario local y nacional.

  • Compartimos historias personales próximas con carencias, exigencias, tensiones y presiones en los procesos de construcción de nuestra identidad personal y nuestra condición de ser mujer en nuestra sociedad, por ser mujeres.

  • Compartimos carencias e incertidumbre en nuestras economías actuales y vida futura, independiente de nuestras ocupaciones, porque la mayoría está excluida de la seguridad social y del mercado laboral estable y formal.

  • Compartimos la necesidad del intercambio, el apoyo, reconocimiento, valoración, respeto, estímulo, referencia y expresión de nuestro pensamiento y opinión.

  • Asumimos nuestra condición de ser mujeres mayores, con experiencia al lado de mujeres jóvenes con habilidades de la era digital. Poseemos herramientas aprendidas y validadas en la práctica concreta, nuestro compromiso y desarrollo de un trabajo social, en cada uno de nuestros espacios, de carácter voluntario, transparente, solidario, abierto y con visión de futuro.

  • A diferencia de otros procesos organizativos, gremiales y partidos, muchas hemos innovado, nuestra forma de ser y hace política. Siendo necesario que avancemos en temas que nos permita fortalecer capacidades, expandiendo conocimiento y desarrollando habilidades hacia nosotras y el conjunto de mujeres vinculadas a nuestro día a día.” (1)
Nace Desde Nos

El 9 de Agosto, luego de seis meses de estar en funcionamiento el espacio de reflexión y encuentro, unido a un procesos de propuesta y reflexión, ha sido posible nombrar consensuadamente al colectivo, que en adelante es “Desde Nos”.

Apreciando el nombre desde su significante hasta su significado y proyección. En su significante destaca la brevedad, sonido, sumbolismo  e interrogante. Desde su significado, remite a un aporte de adentro para afuera, con amplitud, inclusividad y proyección.

Una denominación andrógina que trasciende a un género sin ser neutro, en tanto adopta una condición incluyente de lo femenino y masculino. Permitiendo visualizar un futuro, abierto y acogedor de mujeres y hombres sensibles e interesados en los mismos temas. Su proyección incluye una apuesta colectiva y opción por el desarrollo de capacidades humanas, antes que adscribirla al desempeño de roles, atributos y estereotipos femenino o masculino que sin duda constituirá una permanente exigencia Desde Nos.
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(1) 5ª Ayuda memoria, 21 de Junio del 2010