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He despertado con una despedida ad portas, hoy Sogu
se va con su nueva familia, dos meses y medio de convivencia, verlo crecer, aproximarse, relacionarse e independizarse es todo un aprendizaje y
captura de emociones. Esta vez se irá sin espacio para la postergación,
me cuesta levantarme no sé si por la inexorable partida anunciada contraria a
lo vivido durante el año donde las partidas fueron sin despedida, pueda que sea la alergia que día a día me invade o ambas cosas. Los síntomas son a momentos intolerable, hormigueos en la nariz, pesadez en la cabeza, las cejas abultadas y apenas puedo respirar.
Será porque disfruto y me disfrutan más mis pequeños felinos, como decía mi
amiga Charo: "después del gusto viene del disgusto".
Prendo el celular para verificar la hora y tomar el comprimido, lo primero que resalta es un titular donde se anuncia el posible contagio del vice decano del Colegio Médico, Ciro Maguiña[1] -mi ex compañero de trabajo y amigo-, sigue la nota que se ha aislado por presentar síntomas del Covid 19 [2], pasan una a una otras noticias, ya no los veo. Me hundo en el recuerdo la conversación previa sobre la pandemia con mi amiga del día de la inocencia.
Retorna la gran interrogante ¿Por qué los médicos que manejan todo el protocolo y lo aplican con mucha racionalidad y lógica han sucumbido desde que se inició la pandemia?
Cayeron lxs expertos en primera línea. Cayeron los
de segunda y tercera línea. Y se quedaron quienes aprendían en el camino y
hasta aquellxs que se resignaron a no ejercer en un nuevo país, prestxs a
enfrentar al enemigo invisible, evasivo,
con miles de camuflajes, realmente un terrorista, puesto que pese a los
dedicados estudios hasta hoy se sabe, que se sabe poco o nada, estamos en
plena era digital enfrentados a una sentencia socrática: "Sólo sé que nada sé".
Lo peor de todo, es la existencia de personas que siguen desdeñando a la pandemia, poniéndola en cuestión, en una actitud negacionista, como si no existiera o si ellxs estuvieran libres. Mientras esperaba a Grecia que llegara por Sogu, constaté pasmada a una adolescente con una tela que nada protege por barbijo acompañada de la abuela o madre bastante mayor, notablemente maquillada y sin barbijo. No salgo de mi asombro y aparece una joven venezolana con sonrisa de carmín en los labios con el barbijo al estilo gargantilla. Una familia de siete personas entre niñxs y adultos de diferentes edades tomando un taxi apiñados todxs, intercambio miradas de asombro con las expendedoras de productos -bien protegidas ellas-.
Me pregunto las razones para esta cultura del “dime qué para oponerme” y “la desobediencia” del cuidado del otrx, que por esos inexplicables misterios no deriva en verdadera rebeldía y revolución ante tanto flagelo histórico en el país.
Estxs rebeldes contra la pandemia, no se revelan contra la pobreza, delincuencia, feminicidio,
subempleo, contaminación y expropiación es pan de cada día. Allí hay aguante y hasta complicidad. Al punto que lo realizado por lxs jóvenes
del Bicentenario, sorprendió a propios y extraños, ha dado la vuelta al
mundo siendo admiradxs, pero hacia adentro, están las reacciones de la zorra y
la uva, buscando un pretexto para desmerecerlo y devaluarlo. Pero también estamos a
quienes nos ha marcado profundamente en nuestras, emociones, percepciones, reflexiones y esperanzas.
Pero al sistema a penas le ha hecho un rasguño,
sigue imponiéndose con esa actitud de mole indestructible, no es con él, cuando
todo indica que una ley esclavista ha sido descubierto y desmontado, se
recompone y va por más, no importa que sea a prueba de fuego, sangre y
lágrimas. A momentos se me antoja que estamos viviendo una de esas películas
truculentas con escenas y tramas opuestas simultáneas, imposibles de convivir
en un solo escenario, pero así estamos a portas del bicentenario.
Pienso en Ciro Maguiña, el médico como agente público, el papel que ha jugado a lo largo del año -en casa tomamos al pie de la letra sus recomendaciones como el descovitizarlo todo, salir lo menos posible, mantener la distancia, usar barbijo, protector, no tocarse la cara-[3]. Recuerdo su vehemencia, su presión, su angustia e impotencia, sus idas y venidas presionando políticamente[4].
Vizcarra tuvo la sensatez de escuchar a través de él, la voz agremiada de lxs médicos, realizando una vocería institucional del Colegio Médico del Perú-CMP como sin duda nadie lo hubiera hecho[5], pese a que a momentos nos parecía un juego de ajedrez, pero supo aportar desde su vértice lo que le tocaba hacer como experto en salud pública y enfermedades infectocontagiosas, no en vano ha tenido tantas investigaciones reconocidas [6], mostrándonos desde su propia vivencia lo que es y significa ser médico en el Perú [7], que debiéramos leer todxs a quienes nos interese seriamente que nuestra sociedad esté en condiciones de vivir no sólo libre de enfermedades sino de pleno disfrute de la vida [8].
Hace poco nos recordaba la fase del silencio del virus [9] el riesgo del rebrote [10], y sobre el bajo impacto de las marchas en los contagios pero el alto riesgo de las fiestas de fin de año[11].
Y recordé al Ciro Maguiña, de los ochenta cuando
era un militante de la medicina, un revolucionario de la salud, un demócrata de
la salud pública, comprometido con los que estaban fuera del sistema, sencillo,
capaz y maestro[12].
Y descubro que no hay mucha distancia entre ese ayer y este tiempo, salvo
el peso de los años, las experiencias acumuladas, los caminos recorridos, tanto él como yo hemos
aprendido, él a no amilanarse ante nada hasta alcanzar la gloria y el reconocimiento [13]. Yo a sumar a mi admiración la confianza de saber que no se equivoca cuando de diagnóstico se trata, tanto en lo personal como la salud pública, a agudizar la mirada así como
reconocer que todo es posible.
Recuerdo a Ciro como el médico experto,
involucrado y comprometido en la investigación de lucha contra el VIH-SIDA,
cuando se producía el despegue de la infección, la ignorancia
cundía y similar a este tiempo, era una incógnita las vías de
transmisión.
Él dejó de saludarnos con calidez como solía
hacerlo, su prudencia, sapiencia y protocolo de experto en enfermedades
tropicales hacía que toda precaución fuera insuficiente, ya desde ese entonces
lo queríamos y admirábamos cuando sólo se había ganado así mismo. Es sobre esa
base de su humanidad y profesionalismo que lo recuerdo, admiro, quiero y deseo
que sólo sea una amenaza.
Es de noche, vuelvo a indagar sobre Ciro, el Colegio Médico del Perú,
confirmó en horas de la tarde que está afectado por el Covid 19 está
internado en el Hospital Edgardo Rebagliati[14],
con él suman 11 mil 856 médicxs infectadxs, 256 muertos cuyo 46,5% ha
sucedido en los nosocomios de Lima y el resto en las regiones del país.
Ánimo doctor Maguiña, muchas personas estamos orando por su salud y por todas las personas afectadas. Dios está con usted. bendiciones
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