El Camino Protesta Estudiantes Huanta 22/6/1969 |
Era agosto del 2001, yo había cerrado mi compromiso con la coyuntura de transición a la democracia y realizado mi debut y despedida dentro de aquello que muchos llamamos el monstruo de mil cabezas que se reproduce apenas cortas una, como es el sector público. Se habían realizado las elecciones tras el gobierno de transición, beneficiando a Alejandro Toledo y el toledismo, para no toledistas, la esperanza de cerrar, juzgar, sancionar y sanar la negra historia de del Fuji-Montesinismo.
Sentí que mi lucha por
recuperar la democracia había concluido –ingenua de mí- sin imaginar que ingresábamos a una nueva etapa, que devoraría, digeriría y defecaría el sistema de corrupción instaurado, vivito y coleando. En este momento que escribo, me recuerda aquella película de los setenta sobre la revolución
de un país centroamericano donde apenas tomado el poder a sangre y fuego “el revolucionario”, empuja a su subalterno
del sillón presidencial diciéndole “¡Sal de mi trono!”. Esa tentación de cambiar un caudillo por otro, en nuestro caso de un corrupto por otro.
Yo en verdad creí en mi fantasía, que tras la
profunda y alevosa corrupción fujimorista la verdad y reconciliación sería
posible, así que retomé a lo mío, la
elaboración suspendida de mi libro en
setiembre del 2020 –tras el vladivideo-, en torno a la participación política de
las mujeres en el siglo XX y estaba a punto de cerrarla en setiembre, cuando me
llegó el pedido de realizar una ponencia sobre la violencia política y el
papel de las mujeres.
Fui a mi estante repleto de libros que había devorado y agenciado en ese tiempo, sobre la temática, elegí algunos como el de Freud (1970)[1] y Arostegui (1994)[2] para definir la violencia, a Flores (1986[3], 1987[4],1999[5]), para tener la perspectiva de nuestra convivencia, el ser violento de Nun (1989)[6], a Gorriti (1990)[7] de cajón para algunos detalles de Sendero y los/as senderistas, a Star (1992)[8] sobre la relación del afianzamiento de la violencia política en los andes, así como sobre lo poco que se había estudiado a las mujeres subversivas un pequeño libro de Kirk (1993)[9] para entrar de lleno en el papel de las mujeres, Coral (1994)[10] sobre el impacto en la vida rural y urbana, Stern (1999)[11], ya para ensayar algunas explicaciones del fenómeno, para enlazarlo con los estertores de la coyuntura trabajado recientemente por Cotler y Grompone (2000)[12].
Mientras armaba mi ponencia,
sentí que algo me faltaba más allá de los análisis, volvía a mirar mi estante
y allí estaba ese libro con su tapa
andina de Carlos Ivan Degregori, quien se
había transformado en el experto en analizar y explicar la
violencia política. Cogí esa preciada publicación de 1990 sobre “El Surgimiento de Sendero Luminoso.
Ayacucho 1969-1979” -las/os invito a
leer, va adjunto el enlace[13] .
En aquel entonces retomé la lectura con
otros ojos, puesto que hallé pistas sobre el papel de las mujeres.
Y en otro párrafo, como las mujeres al sumarse a
la lucha se tornaban en compañeras
indefensas pero al mismo tiempo
la solidaridad de otras mujeres madres/ vivanderas de armas tomar que provocaron
una represión insana percibido por Castillo como, desencadenante de los
enfrentamientos:
“Entonces, al ver que dos policías chapaban a estas
niñas, todas las madres corrieron y los tomaron presos a estos policías y les
dijeron: por qué las llevan a las niñas. Ellos contestaron: porque estaban haciendo desorden. Qué desorden
están haciendo las niñas, en quechua dijeron. Están reclamando sus derechos,
nosotros somos pobres, no podemos pagar. EI gobierno está contra nosotras,
dijeron las mujeres, pese a su ignorancia. [ ... ). Antes de esto todavía, se
levantaron como cinco mujeres con sus cuchillos y se enfrentaron a los policías
diciéndoles: ¡por qué las llevan a nuestras hijas! Bien, es ahí que hasta les
quitaron sus armas, pero una mujer le dijo a otra: entrégales sus armas mejor,
porque esas son del gobierno. Entonces se las entregaron y los dos policías
casi de escape se fueron. [ … ]. Luego las mujeres se han regresado a su
trabajo. Cuando de repente, después de un rato, recibimos bombazos y cuando
corrimos para escapar ya todas las cuatro puertas del mercado estaban cerradas
y por las ventanas llovían las bombas lacrimógenas al mercado, cayéndoles a
esas mujeres indefensas y los chiquitos que estaban allí estaban casi
desmayándose. Es ahí que comenzó la
lucha. Eso fue el da 20, más o menos a las diez de la mañana” (Castillo 1972:
An. 57 en Degregori, 1990,131).
Y hasta una quinta sección dedicada a la
Participación Femenina, que asocia su papel como detonante no sólo en la
lucha por la gratuidad de la enseñanza en 1969 sino históricamente ande diversas medidas de política que afectaba a la población andina: a) en la
década de 1960, las mujeres campesinas como parte de los organismos de
autodefensa de Pomacocha hasta ingresar en
1966 al Congreso de la República para presionar y lograr la libertad de
sus líderes presos, b) en 1923, las mujeres, indígenas de La Mar, c) en 1917 en protesta contra la introducción
del papel moneda en Huamanga y el motín
de las mujeres de Abancay, por mujeres que eran pequeñas comerciantes,
vivanderas, artesanas. Degregori (1990)
añade que las mujeres y su fuerza en la lucha del movimiento social no sólo fue
percibido y valorado por la tesis de Castillo en 1972 sino también por Sendero
Luminoso a partir de 1979.
Así es como me encontré de cara, al modo como el Estado provoca la rebeldía de cada generación a través de políticas que se elaboran desde un escritorio. A Velazco se le reconoce y aplaude desde el indígena andino y amazónico la reforma agraria y segundo la accesibilidad a la educación. Sin embargo, el 4 de marzo de 1969, el Ministro de Educación, Grl. Alfredo Arrisueño Cornejo junto con el presidente de facto emitió el Decreto Supremo N° 006–69/EP que suspendía la gratuidad de la enseñanza pública para estudiantes que obtuvieran notas desaprobatorias, sin medir que con ello perjudicaba principalmente a los/as estudiantes de la vespertina que trabajaban y estudiaban, donde no era extraño que repitieran más de un grado:
La Mula 14/06/2019 |
“Artículo 1° .- A partir de la iniciación del año escolar
de 1969 , los alumnos de los planteles oficiales de Educación Secundaria Común,
de Educación Secundaria Técnica, Mando Intermedio y Formación Magisterial, que
pierdan la gratuidad de la enseñanza, abonarán la suma de cien soles oro
(S/.100.00) mensuales de abril a diciembre” (Art.1 DS 006-69/EP)
Mañosamente el decreto se publicó en marzo, durante las vacaciones escolares. Sintiéndose su impacto en abril, transformándose en el fuego que encendería la mecha y la rebeldía adolescente y juvenil iniciándose las clases, en diversas ciudades capitales de las regiones, pero que en Huanta se intensificaría, dada su condición de ciudad constituida principalmente por una población estudiantil de primaria y secundaria de las comunidades nativas de las zonas más alejadas de la región sosteniéndose la protesta hasta el 22 de junio que fue el desenlace.
Fue un párrafo del libro lo que me recordó otras movilizaciones de los que yo
viví en primera persona en los setenta.
“A las 10:30 de la mañana las filas avanzan hacia el centro de la ciudad. A la altura del Correo, policías arrojan bombas lacrimógenas y disparan perdigones. Las filas en un primer momento retroceden; pero de inmediato se rehacen. Mujeres, que trenzadas por los brazos forman compactas columnas, deciden ponerse en primera fila. De entre ellas se adelanta una anciana campesina para parlamentar con la policía. Tensión y silencio. Invocando la cordura, con los brazos en alto, la campesina avanza pero una ráfaga de metralla derriba. Entonces los campesinos comienzan a lanzar piedras con sus hondas. La muchedumbre intenta recoger a la anciana y se traba en una confusa y violenta lucha con la policía que, apoyada por sus armas se apodera del cadáver” (Degregori, 1990, 63).
Estos hallazgos no sólo me permitieron preparar una ponencia de inicios del siglo XXI, sino extrapolar los hechos de mediados del segundo siglo XX con sus impactos. Había mucho más en el libro que puede leerse de distintas aristas, como el papel de las monjas, las mujeres oligarcas, las mujeres vivanderas, que amplía el concepto de participación política circunscrita a los partidos y derechos políticos por la actuación política de las mujeres, que adopté para darles voz desde sus diferentes aristas. Obligándome en ese momento a no cerrar mi propio libro e incluir a las mujeres anónimas del Perú profundo que ofrendaron su vida en un arranque de confianza, locura o valentía.
Había cantado tantas veces
con estremecimiento “Flor de Retama”, desde que escuché a Martina Portocarrero en los ochenta a veces con sentimientos encontrados porque en ese entonces
tenía un velo subversivo, la amé tras verla declamar, cantar y actuar en el
Coliseo de Arequipa. Aquilatar mi regalo
de su cassette por un policía en los noventa, allí supe que no era himno senderista, que también lo cantaban, sentían
y vivían los militares asentados en ese rincón del país, porque te toca el alma.
Pero sería recién en 2001 que
sabría el origen de la canción, que narraba la historia cantada de la rebelión de huantinos/as indígenas, jóvenes y adolescentes defendiendo su derecho a una educación gratutit, acorde a su situación, siendo asesinados por los Sinchis,
un grupo especializado de la Policía Nacional del Perú de entonces, si uno va al cementerio de Huanta hay muchos NN en de 1969 y 1981-1992. Tres años mas tarde, conocería a uno de los estudiantes que sobrevivió a aquella masacre, todavía con una bala en el cuerpo que nunca pudieron sacarle. Me confirmó y desconfirmó la tesis de Castillo y de otros/as investigaciones, mientras mi amiga lo sustituía en el ordeñamiento de su vaca. Pero esa es otra historia que escribiré cuando tenga menos dolor en el alma.
Flor de Retama, es una
composición del profesor Ricardo Dolorier Urbano, nacido en Huanta, Ayacucho.
Hijo de padre huancavelicano y madre huantina.
A los 4 meses de los hechos de Huanta compuso la canción en plena
dictadura militar, tenía una razón muy fuerte para ello. Fue docente de
la vespertina en el colegio Gonzales Vigil de 1958-1963, probablemente
conoció a algunos de los estudiantes que se levantaron, porque desde 1964 a
1989 se hizo profesor de Literatura de
la Universidad de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta)[14]
y no vivió los hechos aun cuando pudo visualizarlo en su tiempo. En el nuevo
siglo ha sido asesor de Lectura del Ministerio de Educación (2002 – 2003);
expositor principal de "Didáctica de la Comprensión Lectora";
capacitación para profesores de Lengua y Literatura y de docentes de los
institutos superiores de Educación (Ministerio de Educación), actualmente se
desempeña como director de la dirección regional de educación DRELP[15]
y ha sido no hace mucho que tuvo el reconocimiento por el Congreso de la
República[16].
Detallo esto, para que no quede espacio para la malsanía, la asociación o la
tela de juicio sobre su inspiración.
Según su Dolier, la primera
versión del poema hecha canción sin modificación alguna, se grabó dos años después de su creación (1971), por el musical el “Trío Huanta” dirigido por Luis Salazar (esposo de Martina
Portocarrero) con una difusión local. Posteriormente (1975) Martina
Portocarrero cantante profesional nacida
en Nazca, de padres ayacuchanos[17].
Grabaría la canción con algunos arreglos y cambios en un long
play titulado “Huaynos pegaditos”. Cambiando
el orden de las dos primeras estrofas [18].
A partir de entonces, Flor de
Retama comenzaría a hacerse famosa especialmente durante los ochenta, siendo
cantado por subversivos y militares indistintamente, políticamente Martina
Portocarrero fue asociada en aquel entonces con la subversión y
perseguida[19]
al igual que hoy se pretende perseguir a los/as artistas que lo cantan[20],
pero una información menos interesada demuestra que nuestra historia está llena
de vacíos, historias fileteadas y memorias invadidas por desmemorias.
Algo se ha hecho tras 20 años
sobre los hechos de los/as huantinas indígenas, jóvenes y adolescentes de 1969 además del canto de “Flor de Retama”, se ha reconocido
la lucha histórica de los/as huantinos/as por la gratuidad de la enseñanza
desde EL Congreso a[21] , el Municipio de Huanta lo ha incorporado en efemérides [21b].
Incluí los sucesos asociados con el papel de las mujeres en mi libro, sosteniéndome en Degregori (1990), al cerrar mi investigación, decreté que la misma fuera inspiración de otras académicas e investigadoras que rescaten del olvido, sacaran de la niebla a la luz, el papel de la mujeres en todo lo sucedido en nuestra historia.
Algo sucedió con el
trabajo de Blondet (2002)[22],
e inclusive se asomó a América Latina el realizado por Andreo y Beatriz (2002)[23],
algo aportaba la percepción de Flora Tristán (2003)[24]
a inicios de la República, y
aproximaciones directas a mujer y política de Cañete y Arteaga (2004)[25],
la historia de Denegri (2004)[26]
y Hampe (2007)[27].
El ocuparse del estado de las mujeres cerrando el primer decenio de Naranjo
(2009)[28],
Ulfe y trinidad (2017)[29]y
Rosas (2019)[30].
Sin embargo aún no he hallado que hayan dado con la línea de investigación que me prometí, realizar a lo largo y ancho del país para
hurgar otras huellas de las mujeres olvidadas. Un
pendiente que me acompañe el hacer sin tiempo, presión ni intensión sino por
el sólo hecho de saber, registrar y nombrar. Para que de una vez por todas no
seamos comparsa o soporte invisible.
[1]
Freud, Segisfredo.(1970) Psicopatología
de la Violencia Cotidiana. Madrid: Alianza Editorial
[2]
Arostegui, Julio. (1994). Violencia, Sociedad y Política: La Definición de la
Violencia. Violencia y Política En España (13), pp. 17-55
[3] Flores Galindo, Alberto. (1988) Buscando un Inca: identidad y utopía en los
andes. La Habana, Casa De Las Américas.
[4] Flores Galindo, Alberto. (1987) Campesinado
y Violencia, Lima: Instituto Apoyo Agrario.
[5] Flores Galindo Alberto, (1999) La Tradición Autoritaria. Violencia y
democracia en el Perú. Lima: Sur.
[6] Nun, José. (1989) La rebelión del Coro. Estudios sobre
la racionalidad política y el sentido común. Buenos Aires: Ediciones Nueva
visión.
[7] Gorriti, Gustaco (1990) Sedero. Historia de
la guerra milenaria. (Vol.T1) Limsa: APOYO.
[8] Starn, Orin. (1992) Antropología Andina,
‘Andinismo’ y Sendero Luminoso, Allpanchis 39, Cusco: 15-72.
[9] Robin Kirk. (1993) “Grabado en piedra: las
mujeres de Sendero Luminoso”. Front Cover, Lima: Instituto de Estudios
Peruanos, 77 p.
[10] Coral, Isabel. (1994) Desplazamiento por violencia
política en el Perú, 1980-1992. Lima: IEP /CEPRODEP (Documento de Trabajo, 58.
Serie Documentos de Política 6.
[11] Stern, Steve. (1999) Los senderos Insólitos del
Perú. Lima: IEP y UNSCH.
[12] Cotler Julio y Grompone Romeo. (2000). El
Fujimorismo: Ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima- Perú: IEP.
[13] Degregori,
Carlos Iván. (1990) El Surgimiento De Sendero Luminoso. Ayacucho 1969-1979,
Lima: IEP. https://www.verdadyreconciliacionperu.com/admin/files/libros/377_digitalizacion.pdf
[13b] Castillo, Aracelio. (1972) EI movimiento popular de junio de 1969 (Huanta y Huamanga, Ayacucho). Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Tesis para aptar el grado de Doctor en Sociología
[14] http://aldiaconmatices.blogspot.com/2011/01/maestro-ricardo-dolorier-urbano.html
[15] https://hawansuyo.com/2016/12/28/la-historia-de-flor-de-retama-mario-cerron-fetta/#:~:text=Ricardo%20Dolorier%20es%20m%C3%A1s%20conocido,Martina%20Portocarrero%20la%20m%C3%A1s%20reconocida.
[16] https://huambar.lamula.pe/2019/06/16/flor-de-retama-ricardo-dolorier-recibe-reconocimiento-del-congreso-de-la-republica/guidochati1/
[20] http://utero.pe/2019/12/06/breve-historia-de-flor-de-retama-la-cancion-que-siempre-utilizan-para-terruq
[21] https://huambar.lamula.pe/2019/06/14/reconocen-50-anos-de-gesta-por-la-gratuidad-de-la-educacion/guidochati1/
[21b] https://www.facebook.com/MUNIHUANTA/photos/huanta-rinde-homenaje-a-caidos-de-la-gesta-heroica-del-22-de-junio-por-la-gratui/999173693485884/
[22]
Blondet, Cecilia. (2002) El encanto del dictador: mujeres y política en la
década de Fujimori. Lima: Instituto de Estudios peruanos, 85 p.
[23] Andreo
García, Juan y Guardia, Sara Beatriz (2002) Historia de las mujeres en América
Latina, Volumen 1. Centro de Estudios la Mujer en la Historia de América Latina
(Perú). Lima: EDITUM, 522 p.
[24]
Flora Tristán (2003) Peregrinaciones de una paria, 1833-1834. Lima: Flora
Tristán ediciones.
[25]
Cañete, María Fernanda y Arteaga, Rosalía. (2004) Reflexiones sobre mujer y
política. Ecuador: Editorial Abya Yala, 245
p.
[26]
Denegri, Francesca (2004) el Abanico y la Cigarrera: la primera generación de
mujeres ilustradas en el Perú 1860-1895.
[27]
Hampe Martínez, Teodoro (2007) La mujer
en la historia del Perú: (siglos XV al XX).
[28]
Naranjo, Aída García. (2009) Mujeres peruanas: situación nacional CEDAL, Centro
de Asesoría Laboral del Perú, 228 p.
[29]
Ulfe, María Eugenia y Trinidad, Rocío (2017) En busca de reconocimiento:
Reflexiones desde el Perú diverso Lima:
Fondo Editorial de la PUCP, 302 p.
[30] Rosas,
Claudia. (2019) Género y mujeres en la historia del Perú: Del hogar al espacio
público Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 634 p.
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