viernes, 25 de diciembre de 2020

NAVIDAD ASECHADA DE COVID 19

Una navidad sin nietas, hija/o... pero con recuerdos de los regalos de la vida, amores, compañía, fe... y nuevas vidas,  es aquello que  nos sostiene cuando nos toca asumir que las compañías son un aliciente, soporte y aligeran los tramos de cada etapa de nuestra vida, hasta cuando nos asumimos en plenitud o finitud.

Porque al final, todxs estaremos como al principio, enfrentadxs a nuestra mismicidad, pero esta vez sin el alivio del olvido y la compañía de nuestra madre -exceptuando a lxs probeta- enfrentadxs a la vida que elegimos como vivirla o no. Hasta que la muerte nos recuerde nuestra finitud y nuestro nivel de acertividad en el modo de vida que elegimos y construimos.

Algunxs la abrazaremos con serenidad como algo ineludible porque aprendimos a tener una vida buena, sin apegos, deudas, pendientes ni dependientes, en completo ejercicio consciente de nuestra libertad, derechos, responsabilidad, respeto de otrxs y el nuestrx.


Habrá quienes pidan un poco más y lo logren cambiando sus opciones y/o estafándose más así mismx para refinanciar su elección creyéndose capaces de estafar inclusive a la muerte.

Y quienes agotaron miserablemente su tiempo ocupándose o haciéndose cargo de otras vidas para no afrontar la propia, se resistirán o arrepentirán por haber consagrado su vida, energía y emociones a aquello que en ese momento descubren sin valor y se irán conscientes de su misión incumplida.


Dicen que algunxs se niegan al punto que no aceptan ni de muertxs, que lo son, transformándose en espectros que vagan por diversas dimensiones, junto a quienes no se dieron cuenta que sucedió hasta que alguien a quien amaron de verdad, les ayude ir  a la luz.

2020 es un año 4 que nos regaló en el Perú dos meses y medio -por lo menos eso pasó conmigo-, permitiéndome respiro para lo que se venía. Un año 4 bisiesto, asociado con lo práctico, las pruebas de lealtad, rigidez y represión. Hemos transitado  por meses aleccionadores, duros, inapelables, exigentes, definitivos y el fin de la vida de millones respecto de la que conocieron como "normal" o les tocaba vivir para otrxs.


Año publicitado en la culminación de la vida de quienes partieron conscientes de su finitud y hasta despidieron de sus seres amados yéndose en paz. También de quienes se resistieron, ingresaron a una larga agonía para terminar sucumbiendo sin conciencia del tránsito. Así como de aquellxs que ni se dieron cuenta siendo sorprendidxs y colapsando en medio de la calle. Y también quienes accedieron a un tiempo de gracia obteniendo una nueva oportunidad o pueda que otro tipo de agonía, deseo que sea lo primero.


Y quienes nos quedamos a sobrevivir la pérdida sin despedida ni espacio para el duelo, al sumar nuevas pérdidas antes de cerrar el previo.  Tanto como la sobrevivencia unida a la miseria y empobrecimiento,  recordándonos que nuestra fantasía del poder, modernidad y era digital no resistía el manotazo de la pandemia, optando algunos por  enfrentarse a ella con todo y/o el retorno a la tierra ancestral para vivir o morir en el intento.


Quienes tuvimos el privilegio de aislarnos aprendimos la lección con esfuerzo, solidaridad, soporte de nuestra red familiar, amigxs y vecinxs; recuperando nuestra dimensión de ser social y solidario. Y también quienes  en soledad descubrimos de qué estamos hechxs, nuestras prioridades, resistencia, humildad,  curiosidad, iluminación y sabiduría.


Hemos llegado a una fecha que prueba lo que somos,  más allá de cuánto tenemos y deseamos. Cuánto sabemos, ignoramos y lo que nos queda por aprender. Algunxs hemos descubierto el placer de la soledad y/o compañía una práctica de vida minimalista, nuestras verdaderas necesidades y la jerarquía de los valores que marcan nuestras prácticas de vida.


Muchxs hemos puesto atención a cada acto que nos enaltece hasta la divinidad angelical o en aquel otro que nos hunde en la ciénaga más nauseabunda de la miseria y corrupción humana. Hemos perdido la inocencia del bien y del mal tanto como la ingenuidad, algunxs hemos descendido un peldaño más en el cinismo y otrxs ascendido a la gloria.


Hemos aprendido a distinguir los actos heroicos que se expresan y esparcen cada día de este nuevo modo de vida, así como se devela a través de solo un gesto las malas prácticas, intenciones, objetivos y maledicencia de quienes no aprenderán lección alguna hasta que la muerte llame a su puerta.


2020 un año que nos ha dado la oportunidad como país a separar la paja del trigo y emerger la reserva moral y esperanza que saldremos de esta, para ser lo que hemos venido a hacer.

Es tiempo de paz, reflexión, gratitud y buenos propósitos, acojamos en consonancia la navidad, oremos para que haya paz en muchos corazones sufrientes y pidamos inspiración para tener sabiduría ante aquello que se aproxima.


Un abrazo a todes.


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