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martes, 6 de septiembre de 2022

CHILE SIGLO XXI: LABORATORIO DEMOCRATICO LATINOAMERICANO

Chile es hoy un gran laboratorio para refundar la democracia y saber cuánto somos capaces de realizarlo. Si bien escribo como reflexión ante los resultados del domingo 4 de setiembre del 2022, no puedo hacerlo sin referirme al largo proceso que vive su movimiento sociopolítico, resolviendo paso a paso cada tramo.   

El eje que inicia este proceso de movilización social en Chile enlaza dos siglos con la defensa del derecho a la educación como derecho humano[1] por quienes se ven privado de ello. Según Paredes y Araya (2020)[2] a fines del siglo XX se recompone el movimiento estudiantil universitario largamente silenciada, rechazando la política neoliberal en la educación y poniendo en cuestión el arancel diferenciado (1995-99), que derivará en el mochilazo (2001). Hasta la confluencia del movimiento de estudiantes de secundaria y universitario (2006) durante el gobierno de Ricardo Lagos Escobar (2000-2006), seguido del movimiento pingüino (2010) será la calle la arena de la lucha política juvenil (2011) e inclusión de nuevos actores (2012-2013) hasta colocar como agenda política la educación gratuita[3] (primer gobierno de Sebastián Piñera Echenique).  

El segundo eje movilizador de chilenas(os) fue el problema de acceso /precio energético (2011), desde los magallánicos rechazando al megaproyecto Hidroaysen, hasta lograr su cancelación durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet Jeria (2017), seguido de apagones por responsabilidad de las empresas proveedoras, práctica que desenmascararía ante la población los intereses del mercado[4].

Un tercer eje movilizado fue el problema de la inseguridad social generando el movimiento No más AFP en Chile (2015)[5], siendo reconocida en crisis (2018)[6], que derivó en grandes protestas (2019)[7], manteniéndose como agenda y reto hasta la actualidad (2022)[8].

El problema de la vivienda segregada, con hacinamiento, inseguridad y violencia, pese a haber impulsado proyectos notables, provoca la creación de organizaciones como los Con Techo, Movimiento Autónomo de Vivienda, Agrupación Luchadores y Luchadoras de Lo Hermida, Ukamau, el movimiento Pobladores en Lucha

[9], presionando a la atención del problema.

La pandemia entrelazó y tejió estos con otros problemas como: la distancia entre los sectores más ricos de pobres, el acceso y beneficio de la salud y alimentos, la discriminación social el inacceso legal al aborto, el incremento de la violencia y violación, el abuso de autoridad y más.   Dinamizando la protesta y lucha donde los jóvenes son los actores principales [10], contra un Estado subsidiario, la desigualdad socioeconómica y el alto costo de la vida.

La protesta estalla con el alza de precios en el transporte obteniendo como respuesta gran represión del Estado entre octubre de 2019 y marzo de 2020 [11] con saldos dolorosos por el uso desmedido y abuso de la fuerza bajo el segundo gobierno de Piñera. El aniversario del estallido de la protesta (octubre 2020), se transforma en el punto de quiebre hacía la convocatoria de un proceso constituyente, que tras un primer plebiscito (25 de octubre de 2020), aprueba el cambio de constitución, creando La Convención Constitucional, que simbólicamente se inaugura con la presidencia de Elisa Loncon, académica mapuche[12], y concluye, en la entrega del texto al nuevo presidente Gabriel Boric Font (4 julio 2022).

El papel de los partidos políticos a lo largo de estos hechos del movimiento social en Chile se ha distribuido entre derecha, centro e izquierda. Desde los más radicales hasta moderados, uniendo fuerzas electorales en coaliciones, siendo cada vez más rechazados y superados por independientes, al punto que Piñeiras para su segundo mandato, se presentó como independiente, alejándose de Renovación Nacional.

Durante el mayor estallido social (2014 y 2019), obtuvieron sólo el 2% de la confianza poblacional (Titelman, 18 junio 2021) [13], pese a la reformas y políticas electorales (2016) que las diversificó, pero no las acercó al movimiento social. A la fecha los partidos políticos enfrentan el reto de desaparecer o asumir su real democratización interna, representación, militancia activa que implica desarrollo cultural e ideológico, asumiendo que tienen como base autonomía y probidad.

En este panorama el pueblo chileno, tuvo dos meses para conocer, comprender y decidir   si aprobada o no una propuesta de constitución amplia y compleja de XI capítulos y 388 artículos desarrollados en 182 páginas que otorga más derechos que sus antecesores[14], en el plebiscito del 4 de setiembre 2022 (referéndum) ha sido rechazado [15].

Ante este resultado, el presidente Boric, se ha comprometido a impulsar un nuevo proceso de revisión con mayor participación e información, porque el rechazo no pone en cuestión la necesidad del cambio de constitución, sino revisar partes de su contenido, corregir la desinformación, distorsión y temores creados por los fake News de quienes impulsaron la campaña por su desaprobación, así como quienes apostaron por su aprobación no pudieron contrarrestar y menos garantizar su discusión.

Lecciones y aprendizajes

No basta defender lo indefendible, al igual que sólo quedarse en el acto del rechazo a la propuesta de una nueva Constitución, como Chile ha mostrado a los países de la región. El cambio de una constitución construido para el beneficio, salvaguarda y protección de unos pocos en perjuicio de las(os) otras(os), las(os) ningunas(os)… nadie, como la que rige en la mayoría de los países de América Latina, no tiene posibilidad de sostenerse tras la pandemia y el espectro del hambre global.

Sin embargo, es insuficiente poseer buenas intenciones para satisfacer anhelos de igualdad social, puesto que el infierno está empedrado de ellos. Hace falta, mirar con atención las condiciones y exigencias del nuevo milenio con sabiduría, competencia, asertividad, solvencia creatividad e innovación. Aprender de buenas y malas experiencias.

Atender a los intereses y necesidades omitidas sin amenguar otras, es una gran tarea que exige mirar el bosque más allá de las ramas. Salvaguardar los aciertos. Las buenas prácticas desarrolladas de convivencia social, cultural y política, separando el trigo de la paja, implica ir más allá de los intereses particulares para situar al país en el centro y en relación con sus pares.

Dosificar la voz y aprender a escuchar, de quienes están convencidas(os) que sus intereses y necesidades van primero y eso conviene a las(os) otras(os). Hacer que asuman su propia representación y propuesta, quienes siempre se creyeron las(os) llamadas(os) a hablar por todas(os).

Dar la voz a quienes fueron silenciadas(os), animando la expresión de la diversidad y sus aportes, movilizar a quienes están petrificadas(os), retornar la esperanza a quienes la perdieron y garantizar la representación de todes, junto al desarrollo de la capacidad de proponer, entrelazar y desarrollar, aquello particular con lo general, no sólo es un reto sino una necesidad y exigencia, que hace de la democracia no un fin, sino una práctica de justicia y derecho mientras la produce. Chile ha demostrado que es posible y puede ser perfectible.

En un mundo donde no hay lugar para la distancia, el tiempo y la información, se requiere desaprender y reaprender para generar conciencia en breve tiempo. Si en la historia latinoamericana fue necesario impulsar más de una cruzada para alfabetizar al 90% de la población iletrada, hoy se requiere de una cruzada que permita superar el analfabetismo funcional para que se deje de opinar, sobre otra opinión acerca de un hecho. Conocer más del hecho, analizando y teniendo opinión propia, dejando de lado la discapacidad o pereza de leer sólo la foto y el titular de una noticia.

Hace falta innovar una pedagogía de la conciencia que vaya más allá de la liberación para situarse el pensamiento crítico que permita distinguir lo verdadero entre lo falso, las intenciones detrás de la noticia; los orígenes y objetivos de un pasquín bajo la forma de fake news, que desde hace 2000 años eran propaganda de engaños, mentiras y falsedad en la antigua Roma.

Se requiere cambiar las reglas de juego en países desbordado de caudillos, aderezado con clientelismo, compadrazgo, corrupción, bandas criminales asentadas en el Estado, impunidad e injusticia para el ciudadano de a pie, mientras tiene libre desplazamiento del narcotráfico, la trata, el contrabando, estafa, delincuencia común y pepe el vivo.

Es preciso garantizar un proceso que no se circunscriba a las(os) encargadas(os) de refundar una carta magna, sino extender simultáneamente el proceso y su contenido, para su conocimiento, discusión y aprobación a toda la población. Garantizado que su aprobación o desaprobación se con conocimiento de causa, convicción y responsabilidad más allá de los intereses creados para estar a favor o en contra.

Para ello hace falta tender todos los canales de comunicación necesarios, garantizando que estén abiertos, traducidos y seguidos con atención para despejar dudas, allí donde la controversia da lugar a la sospecha, temor y titubeo.

Nuestra primera tarea como peruanas y peruanos, más allá de estar a favor y en contra de cambiar la Constitución de 1993, es leerla con detenimiento, analizarla, comprenderla, imaginar y proponer los cambios, centrando allí la discusión.




viernes, 15 de octubre de 2021

CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, CATALIZADOR O DAÑO COLATERAL

¿Cómo mirar el pasado?


A partir de los 30 años, nombrar al deseo y el acto en pasado sin que haya sucedido, suele ser un desperdicio por lógica básica de quién tiene dos dedos de frente. Hablar en pasado perfecto o imperfecto de algo que no sucedió como deseable y sugerible, es un argumento imposible, por irresoluble, tanto en plural como singular, en primera, segunda y tercera persona, el pasado es irreversible por acción u omisión.

Sin embargo, frecuentemente decimos: "hubiera(as)(n)", "quise(siste)(ieron)", "pensé(ó)(ron)", "creí(ste)(yeron)", "pude(iste)(ieron)". Porque pese a creernos más sabias(os) en el presente que el pasado, descubrimos lo mucho que nos falta para ello, mientras nos empeñamos en modificar o acomodar la narrativa respecto a quién éramos entonces, con elementos de lo que hoy creemos que somos, pero que mañana no reconoceremos. A eso suelo decir, ¡Cada quién tiene su propia historia de la historia!

Pero también existen algunos modos de mirar el pasado a históricamente, sus extremos patológicos son: a) recrear ese pasado como “nuestra historia” según nuestras necesidades e intereses presentes, generándose leyendas, fábulas, cuentos y novelas. Por tanto, se trata de “acomodar la historia a nuestra historia” y b) o bien negar, omitir, ignorar e invisibilizar el pasado, sea porque es doloroso y/o vergonzoso para el SER en el que nos hemos convertido en el presente (sea persona, grupo o sociedad). "No hay pasado que importe, sólo el presente", Sin considerar que sin ese pasado quizás nos seríamos quienes hoy somos.

Si bien ambas tendencias sobre el modo de lidiar con el pasado, tienen sentido para quienes los elijen, su hándicap es que la reedición o negación, impide el aprendizaje y superación del mismo, al punto que cíclicamente este vuelve a reproducirse en las futuras generaciones. Por eso suele decirse que una sociedad sin memoria de su historia (tal como se dio) está condenada a reproducirla una y otra vez, ergo se aplica también a la vida de cada familia y sujeto. Sin lograr el quiebre de la tendencia ni trascendencia de las prácticas.  

¿Cómo lidiar y ganar del pasado?  

Tanto la práctica de acomodo de la historia como su negación y/o rechazo, demuestra entre otras cosas, la discapacidad para la resiliencia -haber asumido, aprendido y transformado-, aprender, superar, no volver a reincidir.  Refugiarse en la negación o imaginación se transforma así, en garantía de reincidencia cíclica, personal que a veces involucra a varias generaciones hasta cuando alguien rompe con el círculo y silencio. Es el caso que bien grafica Renato Cisneros quién con maestría revisa, conecta, vacía la historia de su familia y la propia para SER[1], que a su vez es nuestra historia como país trascendiendo con su novela de lo nuclear a los social.

Cuando incursioné en la investigación social, donde la(s) pregunta(s) se producen sobre los actos, hechos, prácticas y fenómenos sucedidos y percibidos por la población. Haciendo que nuestra atención vuelva al pasado no para rasgarse las vestiduras, victimizarse, avergonzarse, ni acomodarla, sino para analizarlo, comprender y saber actuar asertiva, propositiva y proyectivamente ante situaciones semejantes en el presente y futuro, si se corresponde con una investigación representativa, inferencial y con mínimo margen de error.

Si en cambio, se corresponde con actos, hechos, prácticas y fenómenos singulares, la investigación será cualitativa, permitiendo una exploración para aproximarse y conocer esa singularidad que rompe con la continuidad. Conocerlo y/o estudiarlo casuísticamente, identificándolo como un todo o en sus partes en otras situaciones inadvertidas. Pero si se trata de experiencias de intervención para modificar una situación dada, entonces será la sistematización que pasa por reconstruir los pasos andados, para comprenderlo, analizar y aprender de sus lecciones como enseñanzas a ser referentes sea: a) como inspiración para una nueva investigación hipotética y representativa o b) una nueva intervención profesional más exitosa, asertiva, masiva y/o acciones preventivas.

Dicho esto, sin ánimo alguno de contradicción, sino de cierta arqueología de la autopercepción de mis años de neófita en los estudios de género, donde  mi rechazo y rebeldía a lo convencionalmente establecido emergía cuando colisionaba con mis derechos, intereses y libertad. Hoy tengo la tentación de modificar algunas condiciones en mi pasado, como el acceso a algunos registros, para una lectura comparada de mi razonamiento con perspectiva de género.

Me refiero a la falta de un archivo digital donde recuperar un escrito que realicé a inicios de los años ochenta del siglo pasado, puesto que accedí a una computadora como parte del vulgo, a partir del 1987 como maquinaria del centro laboral y no como hoy, un equipo personal desde donde escribo en este momento. Para 1981, ya existían las computadoras de 4ª generación Apple y las IBM[2], para el primer mundo y sectores de élite.

¿Puede una obra literaria ser catalizador o generar daño colateral?

De no ser así, hoy tendría como referente para este artículo, el comentario que elaboré en mi vieja Olivetti tras la lectura de “Crónica de una muerte anunciada”[3] de Gabriel García Márquez. Sin lugar a duda descubriría un gran abismo entre una lectura sin y con perspectiva de género, como el que nos narra Nadia Celis[4] cuya arqueología escrita de los borradores del propio García Márquez sobre la novela, evidencia que la maestría del auto para la narrativa, fue tal que logró con su ficción sustituir una realidad. La mentira hecha ficción, se transformó en noticia, generó sanción social, con una alegoría que lindaba con apología a la discriminación, maltrato abuso familiar y social de una mujer, bajo el pretexto de defender su “honor”, así como el silenciamiento de ella.

Mi lectura de esa primera edición pueda que haya alimentado a subrayar el maltrato de la literatura a la imagen de la mujer de los mediados del siglo XX, encarnado en este caso por la colombiana Margarita Chica Salas, justificando su maltrato así como abuso del marido y hermanos, la tergiversación de la prensa y movilizando la maledicencia pública.

“Lo terrible del inaudito amor entre los esposos, sugiere el narrador del epílogo suprimido, es que se alimenta de esa forma extrema de machismo que empuja a los hermanos Vicario a matar, cuya brutalidad es denunciada abiertamente en la novela. Una lectura contemporánea de este clásico supone revisar, además, la violencia ejercida sobre la protagonista femenina, la del drama real y la de la novela.” (Nadia Celis, 2021)

Lo cierto es que carezco de aquel mi comentario escrito, pero intuyo que fue acorde a lo señalado por Celis, debido al desenlace que tuvo en mi propia historia de entontes. Por tanto, comparto el contexto y su daño colateral o papel catalizador que jugó la novela en mi vida.

Realice aquel comentario, satisfaciendo el pedido de un enamorado en aquel periodo, quien consciente de mi debilidad por la lectura, me entregó la obra recién impresa de “Crónica de una muerte anunciada”, pidiéndome que lo leyera y le diera una opinión por escrito, sin más detalle. El desconocía entre otras cosas, que Gabo era uno de mis autores predilectos y esa lectura lo reafirmaría, con ficción y vida propia en mi historia.

Leí de corrido aquella primera edición de “Crónica de una muerte anunciada” que me resultó ligera, en contraste con “100 años de soledad”, que había devorado creyéndome cada una de sus fantasías. “El otoño del patriarca”, al cual leí sin parar y literalmente sin respirar en sus 80 páginas, por ser el escrito de un solo párrafo. “El coronel no tiene quien le escriba” conmoviéndome el olvido, la miseria y dignidad tozuda de un militar, que espera una pensión ganada tan larga como sus carencias, como sucede a diario en nuestros países latinos. “El general en su laberinto”, que pinta al libertador Bolívar con distintos colores que la historia oficial de cada país que él había tocado de la hoy América Latina.

Mi primera intención fue escribir un comentario manuscrito, pero al ver mi letra ilegible incluso para mí, preferí mi vieja máquina. Aquella con la cual producía los trabajos de mi pregrado universitario, que me acompañó toda una vida por gratitud a quién me lo obsequió, reconocimiento y apego a su compañía en mis noches de desvelo. Sólo me desprendí de aquella máquina por amor, hasta perderlo, como suele perderse muchas cosas que se ama, por otro amor no necesariamente mejor ni mejor destino.

Recuerdo que fue un comentario en más de una hoja, pero no cuántas exactamente, porque era un escrito intrascendente para alguien con quien tenia una relación de confianza, con borrones -sobre escribiendo con xxxx en alguna palabra errada-, algo que no es posible hoy en el texto digital, salvo un tachado.

Entregué el comentario a aquel enamorado y me olvidé, unas semanas después, él me contó como gran acontecimiento, que fue presentado como trabajo de grupo obteniendo la mayor calificación. Aun incrédula pensando que comprendí mal, le pregunté: “¿será al trabajo que hicieron como grupo al que añadiste mi comentario”. Y él respondió con soltura: “De ningún modo, presentamos lo que me diste y sólo añadimos nuestros nombres”.

Yo me quedé atónita -acostumbrada a realizar monografías con sumo cuidado y dedicación, para obtener como máxima nota 14 a modo de mayor exigencia-, emoción que sin duda se reflejó en mi rostro. Él se incomodó y sin entender mi sorpresa hacia el nivel de irresponsabilidad de un grupo académico, así como la escasa exigencia del docente agregó: “vez como eres, uno quiere alegrarte con un reconocimiento y tú sales con esa pose de superioridad”.

Con esa lectura a mi reacción, indudablemente para él fue una decepción mi actitud “soberbia”, como para mí fue otra decepción descubrir la mediocridad con que asumía un trabajo de grupo, el uso de mi debilidad por la lectura y su capacidad para victimizarse.  Permitiéndome visualizar aquello en quien se convertiría, así de lineal fue mi análisis y síntesis. Transformándose “Crónica de una muerte anunciada”, en una de las razones para que él, transitara al estado de ex.

En las conversas con mis sobrinas y nietas, a este tipo de eventos suelo graficar como: “él estaba a dos cuadras cuando lo dejé”, porque cuando indagan sobre mis relaciones de pareja, dibujo para que comprendan, que las más importantes, solían iniciarse sobre tres elementos: respeto, admiración y atención.  Y que solían terminar pese al respeto y atención, que lo había dejado de admirar, al descubrir que en nuestro andar, él se había quedado una cuadra o más detrás.

Para este caso en particular, la obra de Gabo, no sólo me distrajo, generó que trabajara sobre su lectura seguramente en la línea de su fantasía, pese a ello, también me esclareció en mi vida cotidiana. Aun sin el registro correspondiente del comentario, puedo inferir que mi lectura y crítica fue en consonancia con la lectura poco crítica y masculinizada del docente que lo revisó y calificó destacadamente, valorando el trabajo ausente de un grupo. Proporcionándome con ello los elementos para mirar quién era mi acompañante de camino, hasta perderse en la distancia de nuestros pasos.

Hoy sé que mi lectura y comprensión de la obra sería distinta, por mi formación y especialización en relaciones de género sumado a la información de Celis. Cuyo producto valoraría de distinto modo un docente igual que aquel, descalificando al grupo, en ese caso si fuera un conservador, sería mi pareja quien se decepcionaría de mi lectura, viéndome como amenaza y alejaría, ergo también me liberaría.

En uno y otro caso “Crónica de una muerte anunciada”, tanto ayer como hoy, con este ejercicio de pensar en el pasado, dice que entonces me liberó al despojar de brillo que admirar. De suceder hoy, me volvería a liberar, porque mi lectura extraviaría su atención por ser subversiva.

En ambos casos, por enésima vez afirmo que los libros me hacen una mujer libre y feliz. Y el gran Gabo, uno de mis autores preferidos, aun cuando pecó con la realidad imponiendo su imaginación, me salvó ayer por omisión y me salvaría hoy por acción.



[1] Cisneros, Renato. (2015) La distancia que nos separa. Lima: Editorial Planeta, 384 p.; (2017) Dejarás la tierra. Lima: Editorial Planeta, 336 p.

[2] Hernández García, Gerardo Ignacio. (s.f.) HISTORIA DE LAS COMPUTADORAS, recuperado de https://www.uv.mx/personal/gerhernandez/files/2011/04/historia-compuesta.pdf, 27 diciembre 2021

[3] García Márquez, Gabriel. (1981). “Crónica de una muerte anunciada”. Bogotá, Colombia: Editorial Oveja Negra, 137 páginas. 

viernes, 25 de diciembre de 2020

NAVIDAD ASECHADA DE COVID 19

Una navidad sin nietas, hija/o... pero con recuerdos de los regalos de la vida, amores, compañía, fe... y nuevas vidas,  es aquello que  nos sostiene cuando nos toca asumir que las compañías son un aliciente, soporte y aligeran los tramos de cada etapa de nuestra vida, hasta cuando nos asumimos en plenitud o finitud.

Porque al final, todxs estaremos como al principio, enfrentadxs a nuestra mismicidad, pero esta vez sin el alivio del olvido y la compañía de nuestra madre -exceptuando a lxs probeta- enfrentadxs a la vida que elegimos como vivirla o no. Hasta que la muerte nos recuerde nuestra finitud y nuestro nivel de acertividad en el modo de vida que elegimos y construimos.

Algunxs la abrazaremos con serenidad como algo ineludible porque aprendimos a tener una vida buena, sin apegos, deudas, pendientes ni dependientes, en completo ejercicio consciente de nuestra libertad, derechos, responsabilidad, respeto de otrxs y el nuestrx.


Habrá quienes pidan un poco más y lo logren cambiando sus opciones y/o estafándose más así mismx para refinanciar su elección creyéndose capaces de estafar inclusive a la muerte.

Y quienes agotaron miserablemente su tiempo ocupándose o haciéndose cargo de otras vidas para no afrontar la propia, se resistirán o arrepentirán por haber consagrado su vida, energía y emociones a aquello que en ese momento descubren sin valor y se irán conscientes de su misión incumplida.


Dicen que algunxs se niegan al punto que no aceptan ni de muertxs, que lo son, transformándose en espectros que vagan por diversas dimensiones, junto a quienes no se dieron cuenta que sucedió hasta que alguien a quien amaron de verdad, les ayude ir  a la luz.

2020 es un año 4 que nos regaló en el Perú dos meses y medio -por lo menos eso pasó conmigo-, permitiéndome respiro para lo que se venía. Un año 4 bisiesto, asociado con lo práctico, las pruebas de lealtad, rigidez y represión. Hemos transitado  por meses aleccionadores, duros, inapelables, exigentes, definitivos y el fin de la vida de millones respecto de la que conocieron como "normal" o les tocaba vivir para otrxs.


Año publicitado en la culminación de la vida de quienes partieron conscientes de su finitud y hasta despidieron de sus seres amados yéndose en paz. También de quienes se resistieron, ingresaron a una larga agonía para terminar sucumbiendo sin conciencia del tránsito. Así como de aquellxs que ni se dieron cuenta siendo sorprendidxs y colapsando en medio de la calle. Y también quienes accedieron a un tiempo de gracia obteniendo una nueva oportunidad o pueda que otro tipo de agonía, deseo que sea lo primero.


Y quienes nos quedamos a sobrevivir la pérdida sin despedida ni espacio para el duelo, al sumar nuevas pérdidas antes de cerrar el previo.  Tanto como la sobrevivencia unida a la miseria y empobrecimiento,  recordándonos que nuestra fantasía del poder, modernidad y era digital no resistía el manotazo de la pandemia, optando algunos por  enfrentarse a ella con todo y/o el retorno a la tierra ancestral para vivir o morir en el intento.


Quienes tuvimos el privilegio de aislarnos aprendimos la lección con esfuerzo, solidaridad, soporte de nuestra red familiar, amigxs y vecinxs; recuperando nuestra dimensión de ser social y solidario. Y también quienes  en soledad descubrimos de qué estamos hechxs, nuestras prioridades, resistencia, humildad,  curiosidad, iluminación y sabiduría.


Hemos llegado a una fecha que prueba lo que somos,  más allá de cuánto tenemos y deseamos. Cuánto sabemos, ignoramos y lo que nos queda por aprender. Algunxs hemos descubierto el placer de la soledad y/o compañía una práctica de vida minimalista, nuestras verdaderas necesidades y la jerarquía de los valores que marcan nuestras prácticas de vida.


Muchxs hemos puesto atención a cada acto que nos enaltece hasta la divinidad angelical o en aquel otro que nos hunde en la ciénaga más nauseabunda de la miseria y corrupción humana. Hemos perdido la inocencia del bien y del mal tanto como la ingenuidad, algunxs hemos descendido un peldaño más en el cinismo y otrxs ascendido a la gloria.


Hemos aprendido a distinguir los actos heroicos que se expresan y esparcen cada día de este nuevo modo de vida, así como se devela a través de solo un gesto las malas prácticas, intenciones, objetivos y maledicencia de quienes no aprenderán lección alguna hasta que la muerte llame a su puerta.


2020 un año que nos ha dado la oportunidad como país a separar la paja del trigo y emerger la reserva moral y esperanza que saldremos de esta, para ser lo que hemos venido a hacer.

Es tiempo de paz, reflexión, gratitud y buenos propósitos, acojamos en consonancia la navidad, oremos para que haya paz en muchos corazones sufrientes y pidamos inspiración para tener sabiduría ante aquello que se aproxima.


Un abrazo a todes.