miércoles, 25 de septiembre de 2013

DESPOJO Y EXPOLIACIÓN CIRCULAR


Hoy fui a renovar mi DNI, tuvieron sumo cuidado en verificar mis datos, mi firma, mis huellas. Por una letra repitieron dos veces el procedimiento.  Dejé fluir  mi pensamiento en voz alta ¿Cómo era posible que pese a estas medidas se estafara y desposeyera  de sus bienes principalmente a adultos mayores?
El joven servidor público aun con sonrisa a esas horas del día,  amable me miró y dijo: “Señora  para la maldad y ambición no hay llave que funcione”. Me despedí y salí pensando, en qué momento y bajo qué condiciones nos desprendimos de valores que aprendimos desde niñ@s: solidaridad, reciprocidad, respeto por el otro, obtención de metas  y deseos por esfuerzo propio y persistencia. Respeto y cumplimiento del deseo del padre, madre,  adulto mayor mucho más  cuando recurren en búsqueda de apoyo depositando su confianza. Más afianzado en las  familias conservadoras de Lima, tan desmerecido y debilitado en estos tiempos1. 
Hasta mediados del siglo pasado, el mundo andino  heredero de prácticas pre-hispánicas, solía ser escaso el registro escrito del deseo y la herencia, por ser  principalmente  oral y colectivo. Las personas honraban la palabra y asumián la decisión de los mayores como normatividad, de modo que  la posesiones de tierras,  pasaban de generación en generación a través de la voluntad expresada oralmente 2.

Los padres expresaban a sus hij@s y la comunidad la  disposición de sus bienes asociado con el rito posterior a su muerte, para el que se preparaba y preparaba a la familia en pleno uso de sus facultades. De allí la costumbre de respetar la voluntad del difunto, acorde a costumbres y especificidades de cada zona -con algunas excepciones donde la ambición y codicia vence a las costumbres-. Lo afirmando no niega  la  existencia de conflictos ancestrales de linderos  que generalmente suele ser con el vecino y no con los pariente,  porque asumen que el bien entre pariente se queda en familia y discurre en su interior 3. 
Sin embargo cuando esos mismos andin@s migran a la costa algo se quiebra en su interior –en la Lima actual l@s habitantes dejaron de ser desde mediados del siglopasado,  limeños, en el sentido estricto de descendientes del curacazgo Limac 4 y el mestizaje de  conquistadores hispanos o criollos descendientes de españoles, hoy somos migrantes del interior del país,  de primera hasta quinta generación-.  De modo que la cultura andina y sus valores se entretejen  como marco de referencia para  la mayoría de sus habitantes, por ello cabe preguntarse:
¿Cómo  y por qué emerge esta práctica cada vez más recurrente de despojo y expoliación al padre o a la madre tanto en los exiguos limeños como migrantes?
¿Cuáles son los móviles parentales, psicológicos, sociales, culturales, políticos, económicos y religiosos que  se transforman en sustento de una práctica de negación de derechos del padre y la madre en su ancianidad?
¿De qué modo se devalúa y pierde  el atributo de sabiduría y máxima autoridad del ancian@ que se destaca en  la familia andina, donde no existe asilo ni  “lugar de descanso”?
"¿Y de qué modo la expoliación, explotación, abuso y robo a la ancianidad se va institucionalizando a medida que nos afinamos en la ciencia y nos declaramos más civilizados?5
Lo primero que nos asalta como respuesta, es sin duda,  el profundo individualismo moderno y desprendimiento afectivo asociado a la era digital.  El desapego, lejos de transformarse en condición para liberar y permitir el crecimiento del SER, es sinónimo del desprendimiento afectivo, moral y ético de los vínculos parentales de reciprocidad que aparecen como obsoletos e incómodos. A cambio se acentúan nuevos apegos: el poder, dinero, posesiones,  acceso a bienes  y bienestar. Mejor si sucede antes de las tres décadas, aun cuando eso signifique  abreviar procesos propios a cambio de la apropiación de otros vía la “herencia anticipada” 6. 
Situación que de no suceder por “voluntad consciente” de los padres,  ha de ser por el subconsciente, que en sus sueño de vigilia deciden que es tiempo de delegar, confiar y  esperar que hij@s con mayores  herramientas y visión velarán gestionarán mejor los bienes familiares y afirmaran el futuro de todos con amor, sabiduría, respeto y equidad. Para despertar bruscamente ante la realidad  de haber sido declarado “mentalmente incapacitad@”,  sea por haber sido estafados7, algunos bajo la  tutela de un hospicio8, la calle o incomunicad@s.9
¿Dónde se produjo el quiebre entre la expectativa de cuidado reciproco de padre y madres y la respuesta afectiva de hij@s?
¿Dónde fue a parar la oportunidad de reciprocidad cuidados y seguridad a los padres? 10.
Será que se produjo una relación perversa entre  la ampliación de  oportunidades  de hij@s en educación, cuidado y seguridad, con los bienes adquiridos  por los padres con trabajo y entrega de sus mejores años productivos teniendo como perspectiva mejores condiciones para sus hij@s.
Una de las explicaciones para este tipo de conducta, podría hallarse en el modo como ha ido calando en hij@s, la máxima de ambos padres “Todo lo hago por y para mis hij@s”, como respuesta a interrogantes como:¿Por qué dedican gran parte de su tiempo al  trabajo en afectación al de la familia? ¿Por qué dejan de vivir a sus hij@s? ¿Por qué dejan de vivirse como parejas? ¿Por qué el contenido de familia se ha reducido a cohabitar una vivienda en horarios diversificados?.
Máxima que habría sido asumido literalmente por hij@s, por cuanto no hay censura alguna en cumplir con su deseo y voluntad, la misma que  no tiene fecha de aplicación ni vencimiento, pudiendo ser puesto en práctica cuando los padres: a) bordeen los cincuenta años, total en la era digital han ingresado al tiempo de ser considerados obsoletos. b) Cuando se jubilen que para una sociedad centrado en la producción y el consumo es sinónimo de improductividad, cuasi inexistencia y en el mejor de los casos carga socio-económica. Y c) en algunos casos puede tardar hasta coincidir con la edad dorada superior a los setenta, cuando cansad@ de la gestión familiar, deciden  confiar  en l@s hij@s que están seguros son su fiel reflejo y trascendencia, en algunos descubren tardíamente su error.
Pareciera ser que es de este modo como hij@s cuyas acciones se  concentran en la obtención de metas y fines a velocidad de la luz en una era altamente competitiva -en algunos casos se descubren incompetentes, pues se bajaron prontamente del vagón que les proporcionaría herramientas y condiciones-,  o  renuncian a esa competencia entregándose a los placeres y dependencias de la nueva era, enfrentando en ambos casos a una disyuntiva de satisfacer sus necesidades por esfuerzo propio o recurrir a su “herencia anticipada" sea esta oral o suscrita, bajo sus pautas y auto-percepción de legitimidad. 11
Otr@s bisoñ@s sobervi@s que jamás aprendieron a tener disciplina, límites, ni responsabilidades, sólo la satisfacción de sus deseos y placeres. Se enfrentan a una realidad propia de su ciclo de vida, negándose a pagar el derecho de piso que a tod@s toca en la vida, deciden  invertir su “creatividad e  inteligencia” en  abreviar su proceso liberándose una  vez más de obligaciones para obtener sus metas, puesto que seguir las exigencias de la vida es para los tont@s. Ergo se apropian de aquello que por derecho de nacimiento les corresponde y tantas veces lo ha escuchado al punto que asume como lógico y pertinente, en el fondo saben  que sus decisiones serán tan desacertadas y torpes como corresponde a su tiempo, que sus padres se resistirán, pero finalmente cederán como siempre lo han hecho y si esto no sucede, peor para ellos 12. 
Y están quienes se distancían generacionalmente de  sus padres en poco más de dos décadas, que a pesar de ello  no han descubierto aun por qué están en este planeta y en este tiempo. Por qué pese a su arribismo, egoísmo, mercantilismo, utilitarismo, navegación en aguas sinuosas de la corrupción y legalidad, malabarismo para eludir responsabilidades y obligaciones porque son expertos en derechos y ninguna contribución, para ello recurren a los vericuetos y vacios legales. Pese a todo lo que han acumulado, sienten que aun no han alcanzado todas sus metas y los éxitos de posesión aspirados. Así que el próximo botín,  es la “sucesión de herencia anticipada”,  mientras él o la despojada  se pregunta ¿Cuándo y cómo mis hij@s se convirtieron en seres viles y en mis peores enemigos que violentan y violan mis derechos?13.
Otra explicación detrás de estas conductas,  seguramente se entrelaza con aquello que muchas veces he sostenido para el caso peruano. Nuestra historia republicana de los noventa del siglo pasado, donde se produjo alevosamente una  refundación social-moral-político-económico-cultural. Donde a nombre de la honradez, tecnología y trabajo, nos adentramos a una convivencia socio- familiar- política retorcida y perversa, de mano del fuji-montesinismos. Juntos casí al mismo paso, unos cómplices, otros críticos inmovilizados y l@s más indiferentes, nos adentramos  a las entrañas de la corrupción,  la legitimación de la expoliación pública bajo el lema: “roba pero haz algo”. Simultáneamente a la sublimación de  la mendicidad, estimulando la dependencia, gratificando la manipulación, alimentando la deslealtad y el   pragmatismo.
En suma inauguramos una práctica social utilitaria, donde se tranza, compra, vende y prostituye: conciencia, servicio público, política, libertad de expresión, compromiso social, moral, valores, lazos familiares, sistemas parentales, etc. Luego de veinte y tres  años vemos los frutos de una sociedad que abrazó la cultura del chino mentiroso y rapaz, la política pública y social transformada en mendicidad, la justicia envilecida y las relaciones sociales enrarecidas.
Una cultura pragmática y utilitaria que no permite levantar la cerviz pese al despegue económico, que persiste en tapar el sol con un dedo mirando la paja en el ojo ajeno y negando el tronco en el propio. Especialmente cuando se trata de   malas prácticas de relación social y convivencia familiar. Donde la censura sólo va en un sentido, válido para el otro es inaplicable para si mism@, pese a que  la práctica y el desborde de actos censurables se disparan y emergen desde todos lados.
La auto-censura y capacidad crítica voló a mejor y distante puerto. Mientras los estudios de mercado para centros de altos estudios y especialización, muestran que hemos avanzado en herramientas, tecnología y ciencia, al mismo tiempo que nos hemos empobrecido de valores y ética profesional. Salvo algunas islas, que se vienen especializando en ello al mismo tiempo de correr el riesgo de mercantilizarse aun en esa condición, al ser el depositario de la ética y la moral, cuando ella debiera atravesar  las instituciones y las relaciones sociales en su conjunto.
Podría ser esta una de las razones  por la que se nos hace tan difícil  como colectivo recuperar la dignidad, refundar valores de convivencia que nos permita volver a confiar l@s un@s en los otr@s, asumir los costos de nuestros errores, vacíos y desaciertos, para aprender y volver a empezar, reconocer que tenemos diferentes ritmos y de ellos depende nuestros objetivos y metas.
Lejos de ello, preferimos aprovechar de cada resquicio de imprecisión de las nomas y del sistema de justicia y legalidad que poseemos para seguir robándonos unos a otros sea en moneda constante y sonante, fe, bienes, sueños y esperanzas. Por eso tenemos a Caín y Abel, no asesinándose mutuamente, sino aniquilándose y despojándose hasta desnudarse, uno a otro de sus capacidades para subsistir, movilizarse y SER.
Por eso mismo, quizás l@s hij@s han asumido que la confianza de sus padres es carta blanca para apropiarse de aquello que aun no es suyo por vía de la herencia post mortem real, recreando y refundando un post mortem ideal en vida y funcional a sus ambiciones y placer a satisfacer, esgrimiendo una estrategia  tan egoísta e incontenible como es la estafa 14. Obviando que el  ciclo de la vida se retroalimenta sin detenerse, especialmente cuando se elije ser madre o padre. Algn@s lo perciben como un punto en su perspectiva, tan lejano que quizás no lleguen, así que se animan y ejecutan el despojo, la expoliación y negación del ser a vista, paciencia y hasta apoyo de sus hij@s, que  a veces recuerdan que son niet@s asumen su rol,  trazan sus propias luchas y juscias 15.
No importa si con ello asesinan una parte de sí mism@   aún incorruptible.
No importa si compran su pase a una reedición de incapacidad mental.
No importa asomarse a una  larga ancianidad incierta gracias la bio-tecnología.
No importa asumirse como creador/a de lección de abuso y desapego para con prole.
No importa que su conducta de despojo y expoliación cree un vacio y negación de sí.
No importa que la ley del retorno le muestre una perspectiva de abandono, despojo, miseria y enajenación.
En este punto, veo que en verdad no importa entender los móviles que transforman a la generación que ha declarado incompetente a su padre y madre  para expoliarlos. Puesto que  su obstinación en juzgar a sus padres como incompetentes, obnuvila su  percepción de la prontitud de su propia condición de adulto mayor, quizás tampoco lo advierta, sucederá entre escena y escena del gran teatro de su vida. En tanto l@s nuevas generaciones son más creativas y con menos sentimientos de culpa por el  cuidado o no del otro, y si tenemos alguna duda, sólo recordemos  que hoy son el centro y destino de la acumulación, o por lo menos son nombrados de este modo por sus padres.
Estamos aún a tiempo, a tiempo para detenernos, respirar, volver la vista atrás e identificar dónde hemos dejado destrozada la centralidad de la condición humana 16.
Dónde nuestra humanidad, los acuerdos y convenciones de mutuo respeto y bien supremo que nos hace cuidar con amor del vulnerable: infante, niñ@, gestante, enferm@, discapacitado@ ancian@.
Dónde nuestra apuesta por hacernos cargo y no encargo del espíritu de otros seres 17.
Dónde quedó el impulso que  nos animó a dejar de cazar, matarnos unos a otros y vivir en las cavernas, creando acuerdos de convivencia y paz.
Dónde nuestra decisión por asumir que existe algo supremo que mueve nuestra fe y alimenta la creatividad de nuestras religiones.
Dónde nos despojamos de aquello que nos distancia de las otras especies como es el amor de unos respecto de otros y nuestro libre albedrio.
Dónde el acuerdo que fin supremo de toda nuestra genialidad es la humanidad y el planeta. 
Para recuperarlo y restablecer las alianzas que necesitamos celebrar con un@ mism@  y por su reflejo con l@s otr@s.


domingo, 1 de septiembre de 2013

IN MEMORIAM ESTEBAN SALAZAR CADILLO

Ayer 27 de agosto, celebraba virtualmente la presencia de un nuevo Salazar en la tierra a través de Cynthia y  en compañía de Vilma mis primas, transformándonos en  prueba empírica concreta  de la teoría de Bronisław Malinowski respecto a que la familia no suele tener el mismo contenido en todas las sociedades, pero manteniendo nuestra distancia de su intención de ajustarlo al complejo de Edipo concebido en un tipo de sociedad, tiempo y condiciones, que no son las nuestras e incluye nuestro entramado.



Al nacer este día, decreté que mantendría una mirada atenta y mayor paciencia para evitar nuevas sorpresas, tras el paréntesis entre el seminario internacional a 10 años de la CVR [1] y el costo de mis pasos inestables que me pasó  factura de descanso obligado.
Inicié con una sesión de trabajo armónico, acogedor y prospectivo teniendo como interlocutora a una joven promesa profesional del país, con quien diseñamos la perspectiva de trabajo, dibujando la convivencia laboral de una semana bajo el sol abrazador del norte, el aroma de los mangos, naranjos, bananos y el calor de sus hombres y mujeres.
Tuve un reencuentro, abrazo, disfrute y exposición de nuestros amores, nudos, preocupaciones, ocupaciones, proyectos con una amiga, disfrutado de una amistad que trasciende a los tiempos, permitiéndonos el redescubrimiento y compartir de nuevas agendas y removiendo el afecto de nuestras adolescencias con los sabores de la madurez.
Sumé gestiones y trámites institucionales para cerrar un periodo exigente de lecciones, aprendizajes, transiciones y enfrentár  sus extensiones incomprensibles, pero que no logran incomodarme, habrá que darle tiempo al tiempo será mañana, pasado o la semana que viene, mientras me acomodo y preparo el ánimo para abrazar lo que venga tal como está atado.
Me aproximé, hundí  y emergí de la masividad emocional en el Ojo que Llora. Siendo parte de la conmemoración colectiva a la década del primer paso que ensayamos como país para conocer, reconocer, hacer justicia, reparar y educar alrededor de una de nuestras miserias sociales[2] develadas tras la violencia política oficializada en dos décadas (1980-90) y a pesar nuestro se extiende hasta nuestros días, un acto que pese al tiempo, remese todas las fibras de mi ser e invade. De su significado e implicancias trataré en otro momento.
Finalmente relajé mis emociones, bajo la cómplice penumbra nocturna apenas iluminada  por llamas que danzan al centro. Animando mi reencuentro con el ser cómplice, agotadoramente satisfechos  de compartir  este tiempo de serenidades donde es posible ver más allá de lo obvio y apostar por un mañana de esperanza. Una opresión repentina en el pecho me provocan una tos incómoda, e intento explicar, que son muchas emociones para un  día y que ya es suficiente,  me despido. A solas, cavilo que mi cuerpo aun no está preparado para trotar al ritmo de costumbre.
Lo inesperado me llega  en casa, a través de un zumbido que se pierde en el tejido enmarañado de la red. Observo un número desconocido, algo me impulsa a vencer mis medidas de seguridad de este tiempo como es ignorar llamadas de contactos no registrados u ocultos.
Marco y me responde una voz familiar es Olga Cadillo, mi prima por la vía materna de los Salazar, anunciándome con tristeza que el tercer Salazar de nuestra generación de origen, dejó de ser parte de esta vida[3]. No sé qué decir... soy socorrida por mi curiosidad cotidiana  ¿Dónde está? ¿Qué pasó?, ¿No estaba enfermo?, ¿Ha sido un accidente?, ¿Cuándo ha sucedido? Olga responde brevemente que acaba de tener un paro cardiaco a las nueve de la noche y lo velarán en la casa de la abuela, me disculpo y aseguro que estaré al nuevo día. Cuelgo y automáticamente conecto la muerte del tío Esteban  con aquella opresión en el pecho, me digo a mi misma, una vez más no sabes leerte bien.
Esteban Salazar Cadillo, se fue hoy 28 de agosto del 2013,  un paro cardiaco marco el fin de sus días a los sesenta y seis años,  tras la ruta de una esposa y una madre que le antecedieron cuatro y cinco años respectivamente. Una triada que en vida fue sostenida, sólida, constante, comunicante y férreamente. Superando  los desgastes o demasías que suele producirse entre la convivencia humana.
Saber que el tío  Esteban partió, en momentos que mi agotamiento y lento trajinar son límite para correr y asumir lo acostumbrado en otro tiempo ante similares situaciones, me frustra centrando la atención en mi ego. Estado del cual me desprendo cuasi inmediatamente para dar paso al sentimiento, recuerdo,  reflexión y mi modo de procesarlos, escribiendo, así es como debió iniciar este escrito.
Intento recordar mi relación con el tío Esteban, descubriendo que se asocia necesariamente con mi abuela Mercedes, Vilma, Manuel, Yolanda, el tío Juan. Mostrándome que casi nunca pudimos tener oportunidad y/o "tiempo" para conocer algo más uno respecto al otro en primera persona, porque nuestros encuentros fueron principalmente colectivos, unidos a grandes acontecimientos de matrimonios, cumpleaños,  vida y muerte.
Su imagen sonriente y afectuosa se llena de contenido a través de la narrativa de mi abuela, para quien siempre fue el hijo “con mala suerte” según sus palabras, porque no alcanzó el “éxito” económico, social, político, cultural que  los otros cuatro. Para Yolanda, era un típico Salazar más en privado que público, con el que podía dar la batalla sin perder, en suma buen cuñado. Vilma hablaba de él como un buen tío  amoroso, sincero, trabajador, honesto,  alegre y profundamente humano. Manuel siempre se refería a él como el tío bueno, confiable, disponible y solidario independiente de sus propias posibilidades.
A través del tío Juan se asomaba  las huellas de una fraternidad adulta y cuasi extinguida. En su narrativa trascurrían como en un gran teatro las emociones extremadas por la convivencia en  hermandad, aquel que crece entre dos hombres que han superado las casi dos décadas de diferencia generacional e  historias individuales. Era su chofer predilecto pero muy contestatario para su gusto. El único en quien podía confiar para hacer la travesía por las carreteras indomables del interior del país. En medio de largos viajes era su confidente hasta cuasi confesor, pero también quien lo mandaba a volar y dejarlo plantado si se acentuaba  su pose de oligarca.
Era su coaching en motores, al único que podía aproximarse dejando de lado su enojo y/o doblegar ese orgullo estúpido de los Salazar,  tras la última escaramuza independiente de quién tuvo la razón: “Es un negro terco” decía, como si se refiriera a su capataz o a su pongo. Para sonreir  inmediatamente  señalando: “Tiene carácter y es un hombre de palabra como todos los Salazar”.  
Cuando enfoqué mi recuerdo a mi propia relación, la hallé escuálida en tiempos y acontecimientos, me dije no es extraño por las accidentadas y complejas vías de mi relación parental paterna, toda una agenda para otro momento. Me vi con el tío Esteban en un contexto similar que he de enfrentar mañana.
Fue durante el velorio de su esposa donde lo abracé por última vez. Entonces me dijo haberse quedado huérfano por partida doble, primero de su madre y luego de su esposa [4] cuyos cuidados y amor fue también de madre para él y la abuela. No sabía cómo haría para concretar una paternidad voluntariamente asumida de un niño cuasi adolescente y engreido, sabía que tenía mucho amor, pero que eso no era suficiente para el cuidado y la formación que exigía. Recuerdo haberle señalado que cada situación nos enfrenta ante capacidades guardadas que desconocíamos y sólo se revelan cuando es necesario, que sabría ser buen abuelo y padre solo.
El último recuerdo que guardo de Esteban Salazar tiene aroma a cigarrillo, velas y  corona funeraria, un abrazo en medio del dolor que le había borrado la sonrisa y espantado la alegría de aquella  mirada traviesa, a cambio se  había asentado  el brillo congelado de lágrimas que no había terminado de brotar. El dolor lo envolvía completamente, de pie a cabeza y expelía por sus poros.
La muerte ese acontecimiento trascendental en cada vida, lo había despojado del soporte humano que lo acompañó, comprendió y sostuvo por más de dos décadas. Con sólo verlo uno comprendía su orfandad reiterativa, esa que nos hace conscientes de la soledad ante el mundo que no se detiene ¿Sería este el sentimiento de ser arrojado a la vida en términos de Heidegger[5], aquél que endureció su corazón hasta convulsionarlo?, ¿Sería su confrontación con la soledad en términos de Nietzsche[6] que detuvo su respiración? ¿Serían su emplazamiento de una paternidad como la desarrollada por Bonino[7] el que rebasó su resistencia? ¿Cargó y desgastó en extremo su órgano más sensible que fue su corazón con el que amó sin límites? Estas y muchas otras interrogantes se me agolpan intentando racionalizar las causas de su muerte para no dejar espacio a la tristeza, percatándome que todo es  irrelevante  ante la inmutable muerte.
El tío Esteban se fue, es un hecho que ya nada puede revertir, sólo podemos rastrear su papel en nuestra historia, las herencias de su vida y los sentimientos que reactiva y crea su partida. Para quienes creemos que hay otra dimensión donde vamos luego de nuestra estancia en la tierra, viene bien el recuerdo, la oración y los símbolos de conexión con lo que queda. Encenderé una vela y volveré a leer lo escrito que en mi caso es un modo de orar, hasta desprenderme del peso de mis emociones de este día, crear la paz para mi descanso puesto que mañana será otro, una nunca sabe cuando le toca irse, está la posibilidad de transitar de la experiencia onírica a otra vida si tu ángel se descuida, en todo caso es sumomento… Amén.


1] Seminario Internacional Políticas en Justicia Transicional. Diez años de verdad y memoria en el Perú, miradas históricas y comparativas sobre el legado de la CVR.
[2] Afirmo en plural porque se trata de uno de los tantos acontecimientos producidos en el país a lo largo de nuestra historia: preinca, inca, colonial, republicana.
[3] Hace casi cinco un quinquenio lo hizo el segundo Moisés quien me heredó lo único que conocí de él su linaje, con esta dimensión de mi vida.

[4] La abuela falleció  a los días de cumplir 92 años que festejó con doble torta.  Idelsa la esposa del tío Esteban  hizo al año siguiente

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