domingo, 21 de marzo de 2010

DECONSTRUYENDO Y RECONSTRUYENDO

Este fin de semana que culmina me encontré con Blanca, por esas cosas de la vida habíamos postergado tantas veces tantas, vernos desde hace tiempo, en un espacio que no fuera el público y breve donde se encoge toda posibilidad de confidencia.

Tenía ganas de verla, abrazarla, contarle mis cúspides y naufragios, afirmaciones y dudas, serenidades y angustias, mis lecturas y rebeldías. Especialmente mi modo de ver los acontecimientos de nuestros tiempos y deseosa de conocer su mirada. Blanca mi interlocutora activa con quien el habla no solo es un idioma sino la posibilidad de deconstruir y reconstruir, cosas como,  el papel de los actores y actrices del escenario público político, las exigencias privadas y la zozobra de nuestros sueños de igualdad.

Y allí nos encontramos, en esa experiencia de compartir, saboreando el dulzor de nuestra compañía al igual que suspiro a la limeña en italiano, que ella disfrutaba, o el relámpago que se deshacía en mi paladar, sin desprendernos de los recuerdos que emergieron de nuestro compartir de espacios colectivos, como los cafés deliciosamente amargos que nos hacían compañía.

Revisamos quienes éramos y qué hacíamos en este tiempo, hallándonos humanas felices con todo aquello que nos tocaba crear, construir, vivir y amar. Sin embargo no pudimos eludir con nuestro estado personal, la situación del país y las mujeres al 19 de marzo del 2010, los pendientes que habíamos dejado inconcluso, cuando cada una descubrió que la vereda por donde nos habíamos encaminado estaba clausurada por una pared tan transparente y duro  como los techos de cristal de las mujeres respecto al poder, y, tan infranqueable como la muralla china, puesto que había sido construida como aquella, sobre cadáveres de quienes en su momento soñaron con su majestuosidad y belleza, sucumbiendo antes de verla concluida, o negadas y exiliadas por subversivas, para desde el destierro  sentir como siente l@s desterrad@s con impotencia, nostalgia y tristeza mayor.

Nuestra conversa nos permitió reconocer que el muro, hoy estaba derruido, algunas parte secuestradas como sucede con restos arqueológicos apropiados por seudo arqueólogas, las mas desperdigada, dejando tras de sí en aquel espacio que ocupó el muro, una o dos centinelas cuya persistencia era la enajenación de guardar con celo el recuerdo de un muro que protegía la nada, puesto que el espacio sólo era aposento de un espectro que tanto cantó sobre igualdad, sororidad y democracia, que se creyó así misma única diva cantante y cuenta cuentos, asesinando los principios inpidiendo sea acto cotidiano que contraste la coherencia de nuestro pensamiento, discurso y actuación.

Nos pudimos contentar con haber coincidido en la situación del muro, pero esa tendencia a deconstruir cada elemento que nos asemejaba, nos llevó a mirar no sólo el muro sino nuestros propios pasos, las inversiones, entregas y esfuerzos por la búsqueda de mecanismos y medios que lejos de nuestras organizaciones, gremios, partidos, nos permitieran encontrarnos a nosotras mismas y a nuestros pensamientos, nuestros intereses, necesidades y sueños.

Y allí estábamos nuevamente como hace más de una década, ocupadas en la misma agenda descubriendo que sólo fue encaminada, que esperaba pacientemente ser advertida y atendida. Cuan pronto se nos había ido el tiempo y que poco espacio nos había quedado para ocuparnos de estas preocupaciones, sintiendo como antes, quizás hoy con más conciencia que entonces, el peso de nuestros retos.

Más mujeres trabajábamos por ingresos, unas medio tiempo otras tiempo y medio, sin embargo seguía siendo invisible ante el Estado, a nuestros ojos, el de nuestros hijos y la pareja, puesto que la contribución de las mujeres seguía desapareciendo en el esfuerzo cotidiano de tapar huecos de la economía familiar endeble por el escaso ingreso de la pareja y/o los hijos. Al mismo tiempo que nuestro trabajo doméstico seguía siendo invisible, devaluado y sobre cargado en el hombro de las mujeres madres, esposas, abuelas, tías, hermanas. Cobrando algo de valor cuando recurríamos a una trabajadora del hogar.

Constatábamos que las mujeres, nuestros intereses y riesgos éramos necesariamente visibles, pretexto para un cargo o puesto más en el ejecutivo, porque nadie en este tiempo se atrevería a desconocerlos puesto que ser machista dejó de estar de moda, el discurso moderno estaba atravesado por la equidad de género, aun cuando la práctica desbordaba de inequidad, bastaba sólo con detener la mirada con cierta atención en algún punto erigido como ícono, invito a que se asomen por solo un instante en la visión, quehacer, composición, currícula, desempeño, distribución,  cambios, movidas de ese ministerio que desde su nacimiento sin gestación concentró nuestra energía por una dirección inteligente, informada con pensamiento propio, que se ha transformado en la Caja de Pandora que temimos en octubre de 1996, cuyo valor agregado es ser refugio de innombrables. 

La perspectiva de género se había reducido a la categoría de género, siendo apropiado por tirios y troyanos, que en manos de mag@s y hechicer@s cuasi por arte de magia lograba la equidad de mujeres y hombres en los diversos sectores, sólo con mostrar el número de cada uno en la implementación de los proyectos, no importaba el contenido, proceso o resultado. En el peor de los casos para quienes desconocían el origen y derroteros de los estudios de género se resumía a: feminismo o su negación, violencia, estado laico y libre opción sexual.

El feminismo que en América Latina y el Perú, data como movimiento desde hace más de dos siglos, pero su expresión sostenida al igual que el movimiento de mujeres, apenas llega a los cuarenta años, cuyo proceso ha significado experiencias de evolución, involución, estancamiento, divergencia, dispersión, diversidad y diferencia. Sin embargo, las nuevas generaciones tienen como único referente los procesos y representantes institucionalizados, desprendidos de sus orígenes históricos, quiebres, renovaciones, innovaciones y nuevas expresiones que ha ido creciendo según diversos factores como la característica de los tiempos, las agendas públicas, los movimientos y agendas internacionales. Exigiéndonos conocimiento y reconocimiento de sus orígenes políticos de apuesta por una sociedad igualitaria sin distinción de sexo, raza, credo, opción política, opción sexual y pensamiento.

Ciertamente hay mas mujeres en el espacio público / político que no hace mucho, pero menos de lo que se ha ganado legalmente (30%), sin que ello necesariamente haya pasado por el convencimiento nuestro como mujeres, de los varones y las instituciones a cerca de nuestra condición de ciudadanía plena con igualdad de derechos y obligaciones así como el cumplimiento de las reglas de juego con igualdad de oportunidades, acceso y ejercicio de poder. Puesto que el ingenio criollo ha recurrido a muchas trampas para que pareciera ser aquello que en realidad no es ni existe, equidad.

Existen ingentes liderazgos históricos como modernos y algunas en proceso, unos invernando por autojubilación, muchos valoradas y capturadas, otras tantas en proceso de negociación y convencimiento y cuasi todas sirviendo funcionalmente al sistema sin apenas darse cuenta de ello. Contamos con experiencia de militancia político partidaria sea como regidoras, alcaldesas, presidentas, regionales, vice presidentas de la república, aspirantes a presidentas de la república, congresistas. Nuestro desempeño en espacios de poder y decisión crece como ministras, consejeras, asesoras, funcionarias, juezas, tenientas, capitanas, defensoras. Las conducciones de organizaciones e instituciones cuentan con presidentas, coordinadoras, asesoras, colegiadas. Mas las práctica de ejercicio de poder innovado democrático, transparente, con alternancia e incremento de espacios se contrae si es que no se hace trizas hasta desaparecer.

Seguimos siendo primera plana como víctimas, cómplices y hasta victimarias cumpliendo más de lo esperado con el papel que nos han encomendado o creemos poseer, en un contexto socio- político – económico y cultural, donde el discurso deinclusión y  equidad ha crecido pero las prácticas de discriminación, devaluación, exclusión y agresión no sólo se han profundizado sino han adquirido condiciones extremas como sutiles, se han innovado mecanismos y modos de ejercer poder y sometimiento del pensamiento y actuación de las mujeres, con un mayor peligro, porque en este escenario se valen de las propias mujeres para ejercer igual o mayor control.

El mérito no es ni puede ser sólo de una práctica tradicional, que no ha cedido un milímetro, sino también la responsabilidad de quienes tenemos el privilegio de ver, comprender, entrelazar, contrastar y explicar estas condiciones que sin embargo no hemos avanzado hacia la propuesta sino sólo la protesta. Propuesta que como en su momento lo hicieron los comedores populares respecto a sus condiciones independientes de lo trascendente o intrascendente del mismo. Propuesta que vaya mas allá de la reinvindicación, denuncia y reproducción de tendencias internacioles, sin mirar ni rescatar aquello que tenemos frente a nuestros ojos.

Quienes tenemos la ventura o desventura de comprender el funcionamiento de los hilos de la política, la práctica política, el poder y mecanismo del sistema existente, nos hemos contentado con evidenciarlo, sin negar el valor de ello, ha sido el primer paso. Hace falta por tanto proponer un modo diferente de ejercer poder, un modo diferente de hacer política en la sociedad, entre las mujeres y para con las mujeres en una relación de igualdad con los hombres sin dejar de lado ni devaluar diferencias.

Se ha postergado la tarea de crear conciencia, identidad, empoderamiento actuación, ejercicio de poder y affidamento. Democracia en la calle, casa y cama, quedó como cliché. Todas las mujeres todas se ha reducido a un puñado. Se ha abandonado el objetivo de igualdad por la meta de equidad, ampliación de oportunidades u cuota. Quedando en el intento con la embriaguez producido por los distractores y el deslumbramiento del los placeres del poder vertical, autoritario, de la adulación, la incondicionalidad, el del canto de sirena, corruptor, corrupto ocultándonos en viejas frases como “No hay aun nadie que quiera reemplazarnos”, "No hay tiempo para detenernos", "Si no lo hago hoy como sea, mañana será tarde".

Con Blanca, no se si por su nombre que significa imaginativa, abierta, honesta, leal y buena amiga, volví a mirar con claridad mi camino, aquel que nos permita registrar los pasos andados por esta vida, que necesariamente está atada al de otras vidas, en mi caso al lado de otras mujeres y hombres que están comprometidos con una sociedad justa, igualitaria, segura, acogedora y sustentable. En su caso no sé que le pasa cuando estamos juntas, pues ese es un cuento desde su perspectiva que en algún momento se animará a contarme o contarnos, pero sin darnos cuenta, nos descubrimos nuevamente reconociendo necesidades, celebrando compromisos, apostando por viejos sueños con nuevos aprendizajes, asumiendo el reto de los nuevos tiempos y sus exigencias.

Así es como optamos por un tejido nuevo, cuyas hebras elegimos juntas de diversos colores como diversas éramos las mujeres y nuestros vínculos o aislamientos. Por la finura y nobleza de su contextura que se deslizaba al tacto hasta cuasi adquirir libre albedrío como el que soñamos. Por la existencia y no la ausencia de sus diversas aristas. Con asideros, claros y firmes para el telar, movilizado por el compromiso de ambas para compartir su tejido invitando a otras manos, seguramente más diestras y hábiles, con mayor imaginación, mucha creatividad y decisión de entrega. Otras que disfrutaran del anudar y entramar, que reconocerán la necesidad del entretejido y se sientan a gusto de compartir espacio con otras capacidades diferentes abriéndose a la posibilidad del co-aprendizaje y propuesta.

En mi caso aun tenía dudas, por cuanto volvimos a revisar nuestra vida, afirmándonos satisfechas de quienes somos y hacemos, reconociendo que el telar que juntas iniciábamos, no era nuestro camino al poder, la fama o la gloria, por cuanto dejaría de ser nuestra iniciativa en el instante mismo que otras mujeres que apreciaran su necesidad se unieran para dar paso a aquello  con lo que nos identificáramos y por cuanto fueramos reconocidas en el futuro.

Afirmándonos que este compromiso es producto de nuestra disposición a dar algo de cuanto nos dobla y desborda, como la experiencia acumulada para nombrar y dar cuerpo a aquello que nos interesa evitando se difumine con el peso del cambio que ocurre en nuestro tiempo, o por el desgaste y el cansancio de ver cómo se agotan las fuerzas. El deseo de proponer, innovar, inventar nuevas prácticas al lado de quienes lo inventan todo.

Decidimos de este modo romper con los atributos que nos habían endilgado quienes se erigieron vanguardia o verbo del pensamiento de las mujeres peruanas, susurrándonos al oído en su momento lo importante y brillante que éramos para sostener sus intereses, mientras en la práctica asumiéramos el papel innovado de peonas sacrificables cuando el peso del poder apremiara.

O aquel otro papel de heroínas en los barrios, calles y plazas cuando nuestro grito se hizo necesario para que nuestro sentir se comprendiera o deformara, pero cuando el diálogo fue necesario, nuestra voz se fue innecesaria pues nuestras intérpretes nos tradujeron cual idioma extranjero con los añadidos y omisiones que suele producirse en toda traducción.

No olvidemos el rol de soporte social para alimentar en la crisis; a nombre de la tecnología, trabajo y honestidad robar la cuna de nuestro hijo, nuestra fe y sueños; a nombre de la paz y la verdad ser y tener visibilidad; a nombre de la defensa, transparencia y anticorrupción afirmar su negación; sostener rupturas y acomodos partidarios transformándonos en portátil.

Decidimos retomar parte de aquello que nos toca hacer en esta vida, sin duda no cambiaremos el mundo, pero si empezaremos por cambiar el nuestro, para ello nos daremos  cita con quienes quieran ser parte, un día quinto del cuarto mes que trae el décimo año del siglo veinte y uno, en el aposento que estamos seguras nos acogerá hasta cuando sea posible, el hogar de quienes a pesar de tanta agua que corrió bajo el puente, aun mantienen izadas sus banderas de defensa de derechos, lucha por la igualdad y justicia.

martes, 9 de marzo de 2010

SOLO UN CANTO AL XXIII CANTO A LA VIDA

Este ocho de marzo como sucede frecuentemente en mi caso, estuve desbordada por espacios de reflexión, afecto, complicidad, reciprocidad y compañía de esas que reaniman el espíritu y las ganas de seguir en la brega.

A diferencia de inicios de siglo, quise en este tiempo ser una más de aquellas mujeres que mira desde el balcón o se suma en la plaza a las mujeres que se movilizan dejando de invertir en la construcción de ese acto, no sólo tiempo, energías, sueños, frustraciones y gratificaciones como lo hicimos en su momento, para resucitar un acto como fue el XI canto a la vida, que se mantuvo entre paréntesis por el manchay tiempo (en términos de Manrique:2002) y la inmovilidad del movimiento feminista a partir de 1992 (Vargas: 1992 ).
Hallé una buena compañía que compartía conmigo su deseo de ser una mujer más, que llega para hacerse parte del acto, para abrazar y celebrar con aquellas mujeres con quienes tantas veces tomamos las calles, levantamos la voz, proponiendo agendas y arrancado derechos, convencidas de que el día internacional de la mujer a pesar del tiempo transcurrido de los esfuerzos desplegados y la sensibilización incrustada en la sociedad, las instituciones, los actores y las políticas, siempre habrá una agenda persistente y otra novedosa que nos una y movilice mostrando nuestra coincidencias y diferencias.

Esta vez esperé en la plaza para experimentar qué se siente antes y después de su toma, ¿Quienes esperan?, ¿Qué se encuentra preparado? ¿En que consiste el acto central de una movilización de mujeres un 8 de marzo?, ¿En que se diferencia de aquellos que son impulsados por los gremios, partidos políticos, movimientos ciudadanoso el rechazo a la barbarie como sucedió en tiempos del miedo o los hechos de Bagua? .

El antes, nos mostró que no éramos las únicas que llegamos anticipadamente a la plaza, pero a diferencia de otros tiempos del Canto a la Vida (celebraba diversas expresiones de mujeres en espacios fijos), en el punto culminante de la marcha como era la plaza, imaginando que sería escenario del acto central y cierre, brillaba por su ausencia algún equipo de la comisión organizadora del acto.

A cambio hallamos, vendedor@s ambulantes, esperando que este fuera el escenario suficiente y favorable para tener una exitosa venta de helados, mil hojas, rosquitas, habitas y otras mixturas.

Además de ellos una ONG que trabaja por garantizar adecuadamente la reproducción sexual de las mujeres sin renunciar al trabajo remunerado, había ubicado estratégicamente sus lemas y una decena de mujeres cansadas de esperar, con un asistente varón disponiendo en una escalinata del monumento del 2 de mayo, papelógrafos que simulaba nuestra ancestral sábana simbólica de huellas (manos) de decretos, con nostalgia y algo de ternura les sugerimos sería mejor lo hicieran en el piso como antes y así sucedió.

Y llegó la movilización, franqueada por una veintena de policías, encabezada por el personal del Ministerio de la Mujer que portaba la bandera del Perú, seguida de un llamativo corzo cuyo único carro alegórico, cerraba el paso de los saltimbanquis y algunas mujeres jóvenes con pinturas en el rostro.

Ingresó detrás de la bandera peruana, una banderola lila anunciando el XXIII Canto a la Vida, cuyo mensaje simbólico, mostraba que el acto de miles de mujeres de antaño se había traducido en un registro.

La banderola era sostenida por una vieja militante de estos haceres y sus cinco privilegiadas o únicas compañías de este tiempo, no tuvimos espacio de averiguarlo, en tanto nos sumergimos en el recuerdo de las miles de mujeres voluntarias que se sumaban a esos otros Cantos a la Vida cuya resurrección en 1997 estuvo en manos de siete mujeres y se masificó a miles, hasta casi alcanzar los primeros tiempos que llenó la concha acústica aun sin contar con el financiamiento de antaño, se mantuvo durante cinco años consecutivos gracias a la suma de voluntades y al esfuerzo unitario.

Este Canto a la Vida, cuando tomó la plaza lo hizo en silencio, con cierta duda desde quienes la precedían, optando finalmente por dar una vuelta de espiral, sin percatarse que sólo las seguían unas cuantas mujeres, en tanto que el resto se desperdigaba ocupando lugares estratégicos de ubicación o descanso en poco menos de un cuarto de la plaza.

Algunas nos miraron sin vernos, revelándonos cuan sencillo es ser invisible en el espacio público. Allí pudimos advertir que eran nuev@s mujeres y hombres movilizados de diversas edades, haciendo que el acto se asemejara a uno gremial o partidario, puesto que cada uno portaba sus distintivos y banderas sin compartir algo más que el día como elemento común. Eso explica que cada uno buscara su mejor ubicación ante lo que pudiera venir y que nunca llegó.

Estaban las mujeres del GALF, el MOL, AIDIASEP, un grupo de Lucha contra la Corrupción, las mujeres del Vaso de Leche que venían en el escalón precedido por el partido que las recubrió con su impresionante banderola,  el PST, cuyas rojas banderas no superó las dos docenas y que tras tomar la plaza subsumieron sus banderas esfumándolas prontamente del escenario.

L@s humalistas por su parte tuvieron de todo, símbolo, banderas, pancartas y estratégicas posiciones. Cosa contraria sucedió con la veintena de jóvenes de TyL, cuyas caras pintadas los asemejaban a un escuela del carnaval brasilero donde sus banderas verdes permanecieron extendidas, permitiéndonos comentar que su símbolo pudo haber sacado mejor provecho a la nieve de su cordillera, detalle que seguro se le escapó al serigrafo que lo difuminó en verde pasto, total para algunos no importa el color del agua en sus diferentes estados, solo importa que sea agua.

Junto a mi amiga y las mujeres con quienes esperamos en la plaza, nos vimos prontamente cercadas por las banderolas de l@s nacionalistas y del Movimiento de Mujeres Ciudadanas del Cono Norte cuyos flashes, sin duda nos mostrará  como parte de su delegación en las fotos de sus informes internos. Ambos grupos disciplinadamente pasaban lista o registraban a sus asistentes.

La ONG que pacientemente esperó el arribo de la movilización con todo su equipo que no superaban la docena capturaban las fotos del recuerdo o las imágenes que seguramente acompañarán un informe del impacto de su trabajo movilizador en las mujeres.

Otra gran sorpresa nos esperaba de cara a la movilización, los saltimbanquis no eran nuestras amigas de costumbre que nos acompañaron siempre en nuestras jornadas de lucha, movilización y celebración, eran varones no se sí ironizando o afirmando la Teta Asustada graficados en sus polos, globos y pancartas, más adelante descubrimos que fue la mayor delegación por la recurrencia de sus camisetas, dejándonos la interrogante, si en este tiempo, la posibilidad de un oscar era mas movilizador que las agendas de los otros grupos.

Las pancartas reproducían lemas conocidos que creíamos satisfechos, sin embargo denotaban que los nuevos contingentes de mujeres que hacían el ocho de marzo día propicio para expresarse o expresar las consignas que las atravesaban en sus condiciones de mujeres: “Trabajo digno”, “No a la discriminación laboral de mujeres embarazadas”, “Mi cuerpo es Mío, No del Estado ni la Iglesia”, “No mas violencia”, “A la mujer se la respeta”. Y las siluetas de mujeres de las diferentes regiones del país que mostraban simbólicamente nuestra diversidad.

En vista que la concentración cada vez se reducía decidimos dejar nuestra contemplación, hacernos parte del escenario para recoger lo que vinimos a buscar, el abrazo de las amigas, compañeras, hermanas. Así nos encontramos con Flor quien estuvo alerta a los pasos iniciales del XII Canto a la Vida, recobramos corporeidad para Gioconda, le robamos una gran sonrisa a Esther, un profundo abrazo a Giuliana,  Claudia, Cecilia, María, Consuelo y las nuevas amigas de otros escenarios. Caminamos en parte y nos topamos cual vuelo de pluma con Diana concentrada en algo, Gina, Gladys…

Para hundirme en ese abrazo que reanima de Agustina y la sucesora de Delia enterándonos que eran tan pocas las del MAM, que debieron recurrir a una pancarta prestada para la foto del recuerdo. Renovamos contactos extraviados como quejas de las distancias reales y virtuales de nuestras ubicaciones y nos desprendimos justo en el momento que alguien anunciaba la posibilidad real de entrevista con la ministra, las voceras enquistadas se agitaban tras el anuncio, nos reímos mucho con mi amiga porque los escenarios podían cambiar pero no las conocidas práctica, por todo lo compartido y nos reímos mucho más de cómo era este nuevo Canto a la Vida, para quienes nos habíamos liberado de su peso y destino.

Inicialmente nos preguntábamos que quedó de nuestras noches en vela, nuestros días y noches extenuantes previos al día “D”, de nuestras veladas sin haber probado bocado alguno y sin dinero para el taxi a mas de media noche durante la última semana en el local del la Casa España. Donde el gesto de convite de la feminista pudiente en el ‘Cesar’ inexistente sabía a gloria y máxima gratificación.

Nos miramos, insistiendo en a donde fue a parar nuestro esfuerzo por evitar que este espacio cuyo acto centra era de cada una y todas las mujeres junto a nuestros compañeros solidarios y vanguardistas en la igualdad de géneros, donde independiente de su raza, credo, opción sexual, política y condición física se pusiera por un solo día una única camiseta, haciendo que el canto a la vida fuera un canto.

Volvimos a la realidad, para asumir de cara al atardecer del ocho de marzo del dos mil diez, hacia el lado este de la plaza Dos de Mayo, sólo un canto pequeños de la plaza era para el XXIII Canto a la Vida.

Nuevos tiempos, ad portas de campaña electoral configurando un contexto de pugna y resolución del poder en el partido de gobierno, las marchas y contramarchas en las fuerzas de la derecha, el fortalecimiento y crecimiento de la agresividad del espectro del fujimorismo-montesinismo cubriendo varios frentes.
En tanto se mostraba la disgregación de los partidos de izquierda con la imprecisión y esfuerzo de limpiar la imagen del nacionalismo, los acomodos de viejos líderes o asistentes de líderes en los agrupaciones tradicionales, el surgimiento de nuevas izquierdas, con espectatativas agolpadas  de no observar el resurgimiento de viejas prácticas en cuerpos jóvenes.

Y como si no fuera suficiente  la bacanalización del debate con aspirantes jóvenes y no tan jóvenes de la farándula que le añade carácter carnavalezco. Y hasta la posibilidad de éxito de una película es suficiente para una propia camiseta.

Nuevos tiempos donde la agenda de las mujeres se concentra en el esfuerzo por recuperar conquistas perdidas como el acceso a la píldora del día siguiente en lobbys entre representantes del gobierno resistentes al fallo del tribunal que las sancionó y la sacó de circulación (1).  Algunas feministas sobrevivientes a los avatares, otras del movimiento popular que emergen sostenidamente y nuevas organizaciones no gubernamentales con sus ópticas y prioridades, mostrándonos que nuestros sueños de unidad seguirían siendo sueños inacabados que quizás nos convoquen a nuevas jornadas o nos mantengan en la orilla contemplativa como esta que me ha permitido escribir esta tarde.

Al salir de esta plaza histórica cada vez mas inaccesible,  tanto que cuando decidimos hacerlo vimos que una compañera de vieja correrías intentaba cruzar la pista entre Colmena y la  plaza, sin éxito hasta cuando nos alejamos completamente de ella.

Así contemplamos un canto a la vida en  nuevos tiempos con muchas caras jóvenes y esperanzadoras, con sus propios retos en la construcción de la unidad en la que nos embarcamos en nuestro momento quedando agotadas sí pero sin morir en el intento.

(1) En el momento que escribo el artículo, el Ministro de Salud Anunciaba que en función a los resultados del impacto de la píldora del día siguiente el MINSA retomaría su distribución gratuita, en la línea de la sanción del Tribunal Constitucional que dejó abierta la puerta a la demostración de no ser abortiva.

Manrique, Nelson. El tiempo del miedo: la violencia política en el Perú 1980-1996, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2002, 395 p.


Vargas Valente, Virginia. Cómo cambiar el mundo sin perdernos: el movimiento de mujeres en el Perú y América Latina, Flora Tristán, Lima, 1992, 133 p.


sábado, 6 de marzo de 2010

FELIZMENTE OPRIMIDO...

A propósito del ocho de marzo día internacional de la mujer, frecuentemente  mi reflexión parte de nuestra condición y situación de ser mujeres, diversas, dispersas y tan semejantes. Esta vez he querido hacerlo desde la mirada de los hombres felizmente oprimidos.

Algun@ que me esté leyendo seguro que habrá reaccionado a este título de mi artículo pensando que finalmente me mostré tal y como eran sus sospechas, una feminista radical que apuesta por la inversión de la relación entre mujeres y hombres. Lamento desilusionarl@s, en tanto que me mantengo en mi apuesta de pensar, construir y buscar relaciones humanas de reciprocidad, donde aquello que nos una,  sea nuestro compromiso en hacer de este mundo una posibilidad de ser  mejores personas bajo las formas corporales en que nos hallamos, las opciones  y elecciones que hemos realizado a lo largo de nuestra vida en sus múltiples dimensiones.

Hace poco me hallé en más de una conversa con hombres cuyas frases inspiraron que en esta oportunidad mi perspectiva de reflexión sobre la situación de las mujeres se asomara hacia la relación de pareja, desde la mirada y el sentir de quienes se  reconocen estar felizmente oprimidos, es decir tener una mujer fuerte, valiosa, a la que respetan y con quienes  son felices.

Estos hombres que se dicen felices de estar casados o convivir con una mujer autosuficiente, reconocen que comparte con ella la provisión familiar, donde ella trabaja fuera del hogar o bien se dedican   al cuidado de sus hijo@s, prioridad central de ambos y por ende de igual o mayor valor que la provisión de recursos económicos- materiales. Sin renunciar ninguno a compartir  el cuidado y formación de   hij@s, el trabajo doméstico, la toma de decisiones, la posibilidad de crecer como personas, ciudadan@s y profesiones. Alimentando espacios comunes y propios. Sin duda son experiencias aun escasas con todos o algunos de los rasgos señalados y alguna que otra acentuación en sus características 1.

Desde la mirada convencional, donde el poder está centrado en el varón y la disposición del servicio en las mujeres. La  perspectiva masculina  que suele rechazan toda posibilidad de relación igualitaria, se trataría de hombres oprimidos felices, una especie de innovación de la imagen simbólica del “saco largo” que se remite no al hombre que ha dejado de relacionarse verticalmente con su pareja sino que la situación se ha invertido, donde la mujer es quien lo manda. O desde la mirada de algunas mujeres que afirman prácticas de autoridad centrado en el varón, sin capacidad de imaginar y construir un relación igualitaria porque no sabrían como moverse en ella por cuanto son las principales barreras para práctica de cambio, especialmente en la vida de sus hij@s. Y en el otro extremo  aquellas mujeres que han llegado al límite de una relación de abuso que no esperan otra cosa que la revancha, se trataría de hombres felizmente oprimidos,  es decir el poder se ha trasladado a las mujeres.

A diferencia de hombres y mujeres que se resisten a modificar viejas prácticas de relación asimétrica insatisfactoria 2, pero cómodas por conocidas, antes que la posibilidad de busqueda, riesgo,  ensayo y construcción de prácticas diferentes de relación simétrica. Cuando me refiero a hombres felizmente oprimidos, en realidad  estoy intentando dar voz a más de uno que se reconoce como tal, es decir, que aun cuando  no se sientan verdaderamente oprimidos no les importa que mas de uno le atribuyan esta condición,  en una sociedad donde su relación es percibida como negación de la tradicional.

No les interesa ingresar a la disquisición en la frase sino en el contenido, reconociéndose  y asumiéndose como felices en una relación donde el poder es compartido con su pareja, que los hace cada día mejores personas y se sienten cómodos. Pero al mismo tiempo reconocen, que una situación semejante  es vivida de diferente modo por otros hombres, que no comparten su perspectiva,  al punto que suelen enviar mensajes de   hombres infelizmente oprimidos, por esta razón ellos que son felices de experimentarlo prefieren reconocerce como felízmente oprimido.

Cuando miro atrás identifico que esta es una práctica en realidad poco extraña a mis percepciones, aun cuando  le he puesto escasa atención, en este momento que lo hago podría decirse que me ha tocado conocer experiencias  en sus proto versiones desde mi niñez. Inicialmente como sucesos aislados y anecdóticos, para poco a poco traducirse en recurrencias pendientes de explorar sistemáticamente, pero con suficientes indicios como para aventurarme en este ensayo.

Desde los sesenta del siglo XX fui testigo de la relación de mis padres, que sin dejar reproducir los roles tradicionales de ser hombre y mujer en una sociedad como la peruana con la división sexual del trabajo y la distribución de roles en el hogar, habían logrado establecer una dinámica tan suya, cuyos rasgos he intentado hallar en mi propia vida y en aquellos que me rodea cada día con mas éxito.

Mi padre puede nombrarse como buen hombre con valores andinos de ama kella, ama llula y ama sua, así como  las adquiridas por su condición migrante nadie vale mas que tú en este país y el mundo; y, te amarán a partir de cuanto te amas a ti misma. Ciudadano comprometido, padre horizontal y cómplice, esposo alegre y amoroso. Su frase célebre en relación a mi madre era “Donde manda capitán no manda marinero”, por cuanto es mi primer caso de sometido feliz.

Mi madre por su lado fue y lo sigue siendo, una buena mujer y creo allí el punto de encuentro entre ambos, seres siempre comprensivos, compasivos, solidarios y amorosos preocupados por l@s otr@s. Responsable ciudadana, autosuficiente y respetuosos de los deberes y derechos. Compartió principios con mi padre, añadiendo el desprendimiento y gratuidad en las relaciones que viene de la práctica andina de hospitalidad y confianza. Lograron intercambiar roles tantas veces como fue necesario para la familia, enfrentando juntos los momentos exigentes.

Al punto que aprendí a leer y contar con mi madre aun cuando no se dio plena cuenta de ello. De la mano de mi padre conocí los cuentos, nuestro pasado, los seres vivientes, la tierra, las estrellas y los misterios de la ciencia. Respecto a nuestras vidas, quedó marcado en mi recuerdo las asambleas domingueras para decidir por mayoría en relación a todo. Fue un buen perdedor y respetuoso en el cumplimiento del ejercicio democrático, pese a moverse  en un escenario adverso con dos tercios de mujeres y uno de varones.

A inicios de los ochenta conocí una pareja intelectual de clase media, primero a ella quien me impactó, marcó mi quehacer y afirmó esfuerzos de búsqueda. Era una de las pocas mujeres sino la única,  que en el país no sólo había alcanzado el máximo desarrollo académico sino que había osado trasladar del discurso a la práctica y trabajar sistemáticamente con los márgenes y restricciones de su tiempo el tema de la mujer, la pareja y familia. Posteriormente lo conocí a él, luego a sus hijos, en ellos cabe la frase “por sus obras los conocerás”, sus hijos han reproducido familias de similar o mayor igualdad.

Con el pasar de los años, si uno los ve  juntos, sabe que son pareja porque cuando te miran tienen el mismo brillo en los ojos y comparten una sonrisa luminosa. Hace algunos años le pregunté a ella  en relación de ¿Cómo sobrevivió a la crisis de pareja y familia en los setenta?, me respondió con sencillez, que tuvo suerte de haberse casado estudiando ambos en Europa donde por las condiciones y estrechez tenían que compartir todo, de vuelta al Perú se mantuvo esa práctica incluyendo su trabajo académico, donde se turnaron y crecieron ambos. La frase que he sorprendido de él a ella es: “Amor estás disponible hoy para mí”. Y ella hacia él: “Amor si me tienes un poco de paciencia soy toda tuya”.

Sin duda no son los casos más numerosos, como pude constatar en un estudio realizado durante 1996 sobre relaciones de parejas en líderes de segundo y tercer nivel de organización. Donde a los conflictos y exigencias de ser dirigentes y moverse en la política con menos experiencia y mayores barreras que los varones, debían sumar el conflicto con la pareja cuya presión suele traducirse en la exigencia del cumplimiento simultáneo de su rol tradicional junto al ejercicio de su nueva  práctica de liderazgo y actor público. Transformándose esta tensión en sus principales cuellos de botella, cuya resolución,   en algunos casos fue la disolución de la relación como sucedió con experiencias  en los setenta, en otros, impulsaron el compromiso de las parejas en los proyectos de las líderes u otros proyectos, mientras que  un importante contingente renunció a su rol de actor social   para concentrar todas su energias en  ser estrictamente amas de casa, al punto que hoy ante el sindrome del nido vacío han optado por el cuidado de niet@s. ¿Cúales son los resultados cotidianos? ¿Cuál es el impacto en sus vidas? ¿Cuál en el movimiento social?. Las historias y testimonios de las Angélicas, Agustinas, Amandas, Bertas, Dianas, Doras, Esperanzas, Micaelas, Maritzas, Julias, Victorias, Soledades... están aguardándonos.

Sin embargo, los casos de hombres felizmente oprimidos, no han desaparecido, son mas evidentes, sea porque los hombres dejaron de acceder a condiciones que les permitiera seguir siendo  únicos proveedores de la familia, o porque las mujeres descubrieron y dejaron escapar sus capacidades de ser y hacer  trascendiendo las cuatro paredes de sus hogares, para transformarse en protagónicas de los cambios de estos tiempos. Con rasgos mas acentuados hacia una práctica de igualamiento que de ningún modo implica perder la diferencia y especificidad de cada uno. Al punto que en este momento, se transforman en referente de reflexión, permitiéndome  escribir sobre ello desde mis percepciones antes que de mis corroboraciones estadísticas, intentando comprender en toda su simpleza o complejidad sus promesas y exigencias. 


A fines de los ochenta conocí a un nuevo oprimido feliz, vinculado con una amiga que de una relación tradicional pasionalmente tormentosa, posesiva y de supremacía masculina, decidió curarse por lo sano, optó por el hombre que desde nuestra mirada de ese momento era aburrido en la línea de Robin Norwood 3, es decir hombre maduro, estable y responsable.

Al poco tiempo ese hombre equilibrado, sucinto y objetivo había metamorfoseado hasta acercarse al reflejo de cuanto era mi amiga y ella había amenguado su voraginidad, impetuosidad y verborrea inagotable a un punto inimaginado para mí que la conocía por más de una década,  percibí que me hallaba ante un proceso de mimetización del uno respecto al otro. Es decir se había producido un proceso de osmosis entre él y ella trasladando parte de ser y ver el mundo de cada a un@  al otr@, los dejé de frecuentar pero me consta que él y ella son personas exitosas con dos hijos y han cumplido sus bodas de plata, creo que aun les sienta la frase de él “lo mejor que me ha pasado es conocerla, amarla, aprender y compartir con ella”.

A inicios de los noventa, acompañé   una nueva pareja y conocí de su consolidación en familia. Él, de padres migrantes con familia disfuncional, ella también de padres migrantes y familia integrada. Hoy se que no les ha sido nada fácil, avanzar juntos, ceder y compartir, seguramente están lejos de ser la familia sólida y firme, como sucedió con mis padres hasta que la muerte los separe, o la de mi amiga de los setenta que pronto celebraran sus bodas de oro, amándose más que el primer día, porque han añadido los días y años de construir juntos una familia.

Una reflexión de él que abonó a este artículo me hace pensar que están en el camino “Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie, incluyendo la muerte. A la única a quien temo es mi mujer y por quien me no me expongo es mi hijo. No le temo a mi mujer por cuestiones de fuerza física sino fuerza de ser quien es. El problema de las mujeres que sus maridos las maltrata es porque ellas no se valoran como lo hace mi mujer, ella dice que es lo máximo y yo le creo”.

A fines de los noventa, conocí otra  pareja con una nueva versión de oprimido feliz. Ambos exitosos ejecutivos de empresas de punta, hoy con un hijo de diez años, donde las prácticas de mutua colaboración, respeto, admiración y valoración están a flor de piel, su principal reto es el tiempo, por cuanto aquilatan las ocasiones de estar juntos, han aprendido justamente por estar en un puesto ejecutivo el valor del tiempo y la calida de su vínculo.

La calidad en su relación dependen del equilibrio de sus emociones y de la calidad de vida que pueden prodigarse mutuamente y a los suyos, compartiendo y alimentando iniciativas mutuas para ofrecer al otr@ condiciones que le expresen que han hecho sus elecciones mas asertivas de su vida, el compartir un proyecto de familia sin renunciar a ser personas de éxito que ambos se proponen, necesita la vida y sociedad de hoy. La frase célebre de él cuando se refiere a ella: “Es alguien que brilla con luz propia, sabe cuanto vale, la amo y admiro, por que no necesita que se lo confirme a cada instante”. La frase célebre de ella para con él es: “Es un ganador todo el tiempo, pero sabe que no soy su trofeo ni tiene que competir conmigo, ambos nos hemos elegimos voluntariamente”.

Cerrando la primera década del siglo XXI, ad portas del día internacional de la mujer, veo algunos prospectos de jóvenes que me hacen imaginar nuevas formas de relación entre mujeres y hombres aun cuanto sé que subsisten y buscan hegemonizarse prácticas cavernarias de opresión de muchos hombres y sumisión de muchas mujeres o invertir posiciones al punto que su crueldad se expresa en el incremento de feminicidios. También se afirman, extienden prácticas como aspiraciones de mujeres y hombres jóvenes por establecer relaciones sanas, equilibradas de reciprocidad, correspondencia y madurez 4. Sin necesidad de asirse a conceptos engañosos como los binarios 5, complementariedad 6 o de necesidad.

Sus frases me hacen pensar que si bien aun se extenderán autoreconocimientos de oprimidos felices, como prácticas de transición de relaciones de igualamiento entre hombres y mujeres 7, sus hijos e hijas tienen mayor oportunidad de experimentar relaciones de hombres y mujeres felizmente unidos por armonía, equilibrio, cooperación, intercambio, comprensión y desarrollo individual como  compartida. Oportunidad que les permita  construir una idea de felicidad sin necesidad alguna de  referencia a la opresión, que en cualquiera de sus formas no deja de ser una amenaza a la libertad, al ejercicio de la democracia, el desarrollo, transformándonos tod@s y cada un@ en sujeto de derecho y hacedores de nuestro destino. Quiero creer   que ese  tiempo no es lejano,  que hoy germina y se asoma a nuestro tiempo.


“Yo no entiendo por qué si alguien no te entiende, hace que te entienda menos con golpes y a la fuerza, mostrando que sólo tienes mas poder  y abuso pero poca capacidad de hacerte  entender” (Francisco de 15 años)

“Entiendo que una puede equivocarse con un hombre, pero lo que no entiendo es porque cuesta tanto rectificarse y alejarse de él” (Antonieta 15 años)

“En verdad uno que es bien, pero bien hombre, jamás va a permitir que un mal nacido golpee a una mujer” (Julio 22 años)
“No concibo atar mi vida a un hombre que sólo me ofrece una perspectiva de desasosiego y mal sabor a lo que llama celos por amor” (Maria 19 años)


“Para crecer uno necesita estar al lado de alguien que no sólo te entienda y ame, sino también que te recuerde que no está solo, que puedes contar con ella” (Esteban 18 años)

“Estoy segura que no elegiré a un hombre como mi padre, distante siempre ausente aun cuando estuviera con nosotras, que nos hacia sentir a todos que sólo éramos una carga y estorbo en sus vidas” (Amelia 25 años)

“No me daba cuenta de las cosas pequeñas que son importantes para la vida, vivía buscando emociones nuevas, desde que tengo a mi compañera, he aprendido junto a ella o con su recuerdo de disfrutar de las cosas simples, no entiendo porque dice que las mujeres son complejas” (Javier 28 años)
“Estoy tan segura de lo importante de nuestra relación que no necesito llamarlo todos los días y a cada momento para verificarlo, si eso sucede sabré que lo nuestro no tiene sentido” (Victoria 26 años)
“No tengo apuro por casarme, tampoco lo que piensen los demás a cerca de mi sexualidad, me interesa una mujer que tenga pensamiento propio, que sepa decir si cuando quiere y no cuando no" (Carlos 40 años)
“Sería una locura pensar que debo casarme con un hombre sólo por ser madre, hoy la maternidad es una opción y no un destino como en siglos pasados” (Barbara 38 años)