jueves, 9 de junio de 2016

CICLOS DE MAMÁ Y SUS PLANTAS


Tras  vivirla cuasi toda mi vida, 
con esporádicos  episodios de ausencia, cual  olas de la mar que se alejan sólo pararetornar a su playa a veces lenta, otras presurosamente,
renovando la ternura y afirmando el amor en cada reencuentro.  

Siempre me asombra algo nuevo en mi madre,
a veces tras penosos desencuentros como aquella
media noche tras largas  semanas de ausencia  
casi desfallecí porque había extirpado a mi cálido abrazo nocturno
el intenso e inmenso jazmín que sembré y cuidé con amor.



Este fin de semana   como tantas veces,
fui testigo de su relación   íntima y sublime con la tierra,
apoyada por su clon Lucy al ser menor su vigor de ataño, 
observé a ambas danzar en unisono   el ritmo de la siembra, 
bajo el fulgor  del inti que sólo acariciaba despojado de su brasa.
Una vez más miré la cerca vacía y me dije, 
adiós galán de noche, adiós aguaymanto, adiós rosal, 
que nacieron en primavera,   engrandecieron en verano
revelándose como amenaza o decadencia en otoño,  
para ser sacrificados en invierno por algo que no comprendo.


Mientras capturaba las imágenes me di cuenta que Mamá 
se sobrepone día a día a su dolor para  renacer de sus cenizas, 
primero fue papá, luego uno de los hijos elegidos, 
más tarde el único hermano y no hace mucho la hermana cómplice,
en su siembra la vida retoma su ciclo a su ritmo y promesas.




Sólo en este momento se despejó mi incomprensión doliente, 
Mamá era de esos seres   cuyos  ciclos se atan con sus plantas,
entendí porque  aquella planta que amó y cuidó con entrega
de tiempo en tiempo era desechada y sustituida por otra,  
y cuando menos imaginaba estaba allí nuevamente en su jardín 



En este tiempo donde sana el corazón y su alma adquiere paz 
lo esmeralda y blanco han de partir como su pérdida,
necesita acoger al inclemente invierno con  colores y aromas diversos 
renovando quizás su pacto con la tierra de movimiento y abono 
para crear vida nueva  siempre con  desprendimiento e intercambio.