viernes, 10 de junio de 2011

MEDIDAS DE SEGURIDAD O RENUNCIA A LA CONVIVENCIA

Medidas de seguridad le llamamos al modo de reducir cada vez más el espacio para la confianza, la libre circulación, convivencia, la civilidad, el intercambio, la interacción, el cuidado del otro, el reconocimiento y valoración de la diferencia, las opciones y prácticas, por las cuales dejamos de vivir en cuevas y ermitas.

Me resisto cada vez más a enmurallar, enhalambrar, enrejar, los espacios donde habitamos para dormir tranquilas/os.

Me resisto a que las veredas sean invadidas por cocheras y sólo dejen el espacio para transitar a vehículos.

Me resisto a pensar que no hay otro modo de vivir este tiempo que no sea, ocultándome, encubriéndome, protegiéndome, siempre en riesgo, mientras crece y se expande el estrés.

Me resisto a no contemplar un atardecer y caminar por la calzada cuando la noche crece, las luces se encienden y disfrutar de esa vida nocturna con sus misterios y promesas de confidencia de amigas/os que dejaste de ver, luego del cual caminar sola/o, tomar un taxi, un bus o un colectivo y llegar sin novedad a tu destino.

Me resisto a que mi hija/o, mi nieta/o, el hijo/a de mi hija/o, no pueda experimentar la vida de día y de noche, confiando en que vive entre seres humanos con similares valores que le dé espacio para ocuparse de imaginar y construir nuevos sueños, al estar liberada de miedos, desconfianzas, riesgos y tragedias.

Me resisto a creer que la delincuencia tenga capacidad de organizarse, mientras cada una/o inventamos nuevas formas de protección y restricción individual, logrando sentirnos seguros/as sólo mientras validamos nueva forma de seguridad.

Me revela que nuestra perspectiva de relacionarnos en el futuro sea solo virtual, porque cada quien se parapetó en su bunker mientras la calle se transformó en tierra de nadie.

Me duele profundamente que mientras el mundo evoluciona, donde el tiempo y la distancia empequeñece, nuestra capacidad de protección comunitaria y de convivencia saludable se difumine.

Parece un sueño que hasta fines de los ochenta, viajaba no muy lejos, para hallar sitios como Végüeta en Huacho, Canta, Santa Clara, el pueblo Surco (Matucana) donde las puertas eran abiertas y acogían al forastero y qué decir del Perú profundo. Cuánto queda de ello... pueda que solo mis recuerdos porque la delincuencia se instaló en nuestras vidas, lenta, efectiva e inadvertidamente.

Primero se perdió el pan y la leche de nuestra puerta y crecieron las compras semanales, la necesidad de una refrigeradora más grande, mientras menos numerosas eran nuestras familias y más pequeñas las viviendas al punto que hoy son una caja que va de 50 a 90 metros, a muchos metros del piso con unas macetas de bonsái como jardín.

Luego desaparecieron los maceteros y las plantas que mas queríamos, cercamos el jardín y en el caso más drástico extendimos la vivienda hacia la vereda, llenamos de cemento, construimos un espacio comercial o simplemente nada sólo paisaje gris y de desprotección al transeúnte.

En el mercado se evaporó nuestra bolsa de compras o alguien nos golpeó la mano para llevarse el monedero del diario, mientras todos miraban sin hacer o decir nada, provocándonos sentimiento de orfandad y desprotección antes que de pérdida y robo. Dejámos de ir al mercado del barrio, para usar autoservicios, renunciando a la calidez de la sonrisa, el intercambio, la familiaridad y relación humana con nuestra casera/o, el regateo y la yapa, a cambio de una máquina o un expendedor uniformado, adusto/a, agotado/a por horas de trabajo ingrato y un incremento en nuestro presupuesto.

Poco tiempo después nuestro perro consentido desapareció, sufrimos tanto que no conseguimos otro sustituto y nos quedamos con el nido abandonado cuando hjos/as se fueron, sin poder comunicarnos con vecinos cuyas paredes eran tan altas o gruesas como las nuestras.

Algunos/as insistimos en convivir con un nuevo perro, pero cuando lo hicimos, tomamos nuestras precauciones para no perderlo y sufrir nuevamente. Dejamos de darle amor, fuimos severos y agresivos hasta lograr que fuera rabioso, se defendiera y nos defendiera, no contentos con ello dejamos de preferir al perro común y creamos un mercado para el Pitbull y Doberman. Si nuestro entrenamiento fue perfecto, ellos cumplieron su cometido, se transformaron en fieras salvajes que no sólo atacó a un vecino/a independiente de su edad sino también se volvió en contra nuestra.

Algunos/as aprendimos la lección, reconocimos que nuestro error fue la fuente del entrenamiento basado en el dolor y la presión despertó la fiereza animal y desistimos. Otros descubrieron en ese proceso su propia dimensión perversa e hicieron de esa práctica un producto comercial del cual usufructuar, se crearon los centros prohibidos que alimentan y acrecientan los bajos instintos de seres que desplazan su propia rabia hacia animales que no eligieron ser en lo que fueron convertido, mientras otros pagan y disfrutan, anidando en su alma nuevas formas de relaciones violentas.

Un día despertamos y el carro que siempre quedó en la acera, perdió sus llantas, construimos o buscamos una cochera. Pero cuando el carro del vecino y todo aquel que se quedaba en la calle desaparecía, contratamos un vigilante. Y cuando esto fue insuficiente, vendimos la casa y nos mudamos a un condominio completamente cerrado con cochera, vigilante, jardín, sala y parque compartido por cuanto nuestra vivienda a penas tenía espacio para comer, asearnos y dormir.

Una de esas tantas veces que fuimos de visita larga a amigos o parientes, al retornar nuestra puerta principal había sido violentada y se habían hurtado el televisor y uno que otro artefacto. Colocamos una sobrepuerta, nueva chapa, cuatro seguros y un cantor, no volvimos a salir por mucho tiempo toda la familia y por más de dos horas.

A pesar de ello un día despertamos y nuestra casa estaba vacía, allí construimos un muro que mató el jardín, colocamos circuitos cerrados, enhalambramos o enrejamos. Y cuando dejó de ser solo nuestro caso cerramos la calle, luego la avenida y terminamos enrejando toda la urbanización, el barrio. Cuando se complicó nuestro propio tránsito fue necesario contratar a quienes velen nuestras noches y cuiden nuestros días, conviviendo grotescamente, dos mundos de suficiencia y cuidado y otro de carencias, servicio y sin vidas familiares puesto que perdieron los sábados y domingos. Aun así sufrimos ya no robos sino asaltos con víctimas y dolor nuestro o vecino.

Un día descubrimos consumiendo marihuana a nuestro hijo/a, hablamos con él o ella mientras culpábamos a sus amigos. Lo cambiamos de colegio, reducimos contactos con sus amigos. Cuando menos lo esperábamos, fueron desapareciendo las cosas de la casa una plancha, una licuadora, un reloj. Pensamos que fue la última visita. Cuando volvió a suceder creímos que era la trabajadora del hogar pese al tiempo que mostró su honradez, total uno nunca deja de conocer a las personas. La despedimos llena de sospechas y sin certificado de trabajo que alivie su desempleo, consiguiendo a otra con medidas de seguridad y recomendación intachable. Aun así se perdió nuestro dinero y las cosas del vecino. Y cuando nos dimos cuenta, era nuestro hijo/a que había fugado con la hija/o del vecino. Intentamos rescatarlo/a, tuvo éxito el vecino, el o la nuestra desapareció en los brazos de la noche y la droga hasta que lo detuvieron asaltando. Aun así lo o la apoyamos moviendo todos nuestros contactos, sobornando a policías, jueces y todos los involucrados en su sanción. Hasta lograr su libertad, momento desde el cual no hemos vuelto a saber de él o ella. Mientras nos resistimos a pensar que su dependencia y habilidad lo haya transformado en jefe/a de una banda, sólo el tiempo despejará nuestra incertidumbre.

Cuando secuestraron al hijo/a del vecino, a un pariente y vimos que era inseguro el barrio e insuficiente nuestros esfuerzos por auto protegernos, ahorrar y pagar seguros para cuando nos tocara lo mismo –con más horas de trabajo y menos tiempo en nuestra casa y familia-. Nos cambiamos de barrio, pensando que la vulnerabilidad era personal y familiar, poco duró la sensación de seguridad, cuando una mañana una banda ingreso a la casa nueva y secuestro a toda la familia. Nadie pudo ayudarnos, porque estaban todos a su vez preocupados de autoprotegerse, y porque en zonas residenciales no es de buen gusto tampoco inteligente, saber que le pasa al vecino.

Más adelante dejamos de transitar calles peligrosas, horas peligrosas, lugares peligrosos, amigos sospechosos, prácticas riesgosas... y fuimos cediendo palmo a palmo la ciudad al peligro, la amenaza, inseguridad, al monstruo que devora insaciable nuestros miedos y se agiganta, hasta moverse con total impunidad y descaro, mientras miramos y rogamos aterrados que no seamos nosotros/as sino el otro la víctima.

¿Cuánto más debemos ceder para sentirnos seguros por esfuerzo propio, hasta descubrir que es un problema de toda/os, que si dejamos de crear mitos, temer a ejercer prácticas solidarias y de reacción colectiva contra el hurto, abuso, violación de las leyes, a establecer redes de confianza y creer en otra/o, que podremos recuperar nuestra calle, barrio, distrito y país si así lo decidimos poniéndonos de pie y somos más defendiendo el cuerpo y la vida, haciendo cumplir las reglas y velando por el cumplimiento de las leyes?

¿Cuándo comprenderemos que nuestra tendencia a creer que sólo nuestra seguridad y bienestar importa. Que está en manos de otros crear las condiciones y una ciudad segura, mientras ellos descubren que nuestros miedos y pusilanimidad es buena fuente de poder y corrupción?

Cuando asumiremos un compromiso activo de todas y todos como uno de los caminos para contrarrestar la inteligencia, estrategia e incremento de la delincuencia. Que si lo descubrieron otros hermanos y hermanas del Perú profundo?

¿Cuándo nos asumiremos sujetos sociales con responsabilidades colectivas que aseguren convivencias seguras, amigables y humanas, ejerciendo responsabilidades y derechos para que se cumplan las convenciones y pactos de iguales que rompemos cada vez que nos conviene, creando el cultivo para la reproducción y profundización de esas violaciones hasta el desprecio por la vida humana?

¿Cuándo usaremos las herramientas que tenemos a disposición para incluir a todas y todos mientras nos despojamos de nuestro nuevo revestimiento de fieras urbanas, parapetadas en la búsqueda individual de seguridad, placer extremo?

¿Tendremos capacidad y oportunidad de reaccionar a tiempo antes de extinguirnos fruto de nuestras medidas de aislamiento y seguridad individual o involucionar y alejarnos de todo para habitar la tierra lejos de todo y todos con el único propósito de vivir sin vivir?

lunes, 6 de junio de 2011

CUENTAME DE FUJIMORI NUNCA MAS

Había una vez un país llamado Perú, que se creó cuando los hijos de hombres blancos llamados españoles, se pelearon entre sí para apoderarse de las pocas riquezas que sus padres habían dejado luego de robar, abusar y explotar el reino de los incas que conquistaron con engaños y enfermedades.

Los hijos de españoles se llamaban mestizos, nacieron de hombres españoles con algunas mujeres temerarias que vinieron junto a ellos desde pueblos lejanos, pero en su mayoría, fueron fruto del abuso y apoderamiento del cuerpo de las princesas y mujeres incas.

El imperio de los incas, es un cuento que te contaré otro día, solo te diré que fue uno tan grande, maravilloso y sabio como el romano, egipcio y chino. Sus reyes se llamaban incas y su territorio abarcó todo un continente de norte a sur y desde el mar hasta la selva misteriosa. Su Dios principal era el sol, amaban a la tierra a quien consideraba la Diosa madre y respetaban a todos los seres que habitaban en ella sea de tierra, agua o aire, sabían leer el cielo.

Cuando los mestizos, se cansaron de pelear entre sí, decidieron repartirse lo que quedaba del imperio inca. La parte central le tocó a uno de ellos llamado San Martín, quien llamó a ese pedazo del imperio Perú, que en voz quechua significa abundancia.

San Martín sabía que necesitaban asegurar su poder sobre la parte del pueblo que le tocaba, pero ya no podían llamarlo reinado, por lo reducido del territorio, sus vecinos cercanos lo molestarían y en la tierra los reinados iban desapareciendo. Por eso cambió el nombre de rey por el de Protector. Buscaba una forma de gobernar los restos de un imperio como si fuera un pequeño reinado y pensó que lo lograría, haciendo creer al pueblo que eran hombres libres, aun cuando no fuera así.

Había otros mestizos que querían ser también dueños de Perú, así que cambiaron el nombre de protector por Presidente y un grupo de consejeros al que llamaron Congreso. Pero en verdad, sucedió lo mismo que muchos pueblos, una lucha permanente por apoderarse de ese recién creado Perú. Cada vez que un grupo ganaba una guerra era el nuevo Presidente, mientras tanto, otro mestizo organizaba un nuevo grupo y la manera de despojarlo, hasta que ganaba y era el nuevo Presidente. Entre tanto el pueblo sufría y sus hijas e hijos morían.

Luego de una década de seguir comportándose y apropiándose del poder como un reinado, porque  gobernaban a un pueblo que no se rebelaba, debido a que  poco a poco durante mucho tiempo habían perdido  su libertad, idioma, Dios, respeto a sí mismo y estaban resignados a vivir en la miseria y morir, mientras que el Presidente, su Congreso y los ricos se peleaban entre sí por ser los dueños de turno del Perú.

El presidente, su Congreso y los ricos, se dieron cuenta que  el pueblo sólo  sobrevivia y ellos necesitaban que  aportara más para que  sus riquezas crecieran. Acordaron hacerles  creer que el Presidente era un servidor del pueblo y no un rey. Para servir adecuadamente necesitaba riquezas que todos podía crear y ofrecer como tributo si trabajaban más y cada cierto tiempo elegian  a un nuevo presidente. Así es como crearon un rito que llamaron elecciones, donde hacian el teatro de elegir a un nuevo presidente, aun cuando eso no fuera cierto. Quienes inventaron las elecciones se las arreglaron desde un principio para que fuera elegido aquel que el grupo de poder había decidido que era su turno, no immportaba cuanto tiempo pasara, si los padres morían sus hijos los reemplazaban.

Poco a poco, vieron que era mejor si el poder se dividía en grupos, así es como el Congreso se llamó Poder Legislativo con dos subgrupos: senadores y diputados, donde se aprobarían las leyes a favor del pueblo, pero en verdad favorecían a los ricos para ser más ricos. El Poder Judicial donde se juzgaban y sancionaban los delitos, pero que nunca juzgó ni encerró a un rico y el Poder Ejecutivo, donde el presidente y sus ministros debían servir al pueblo, pero en verdad se servían así mismo y los ricos de turno.

Paso el tiempo y el pueblo vio que nada había cambiado descubrieron que era mentira que ellos eligieran al presidente y que este sirviera al pueblo. Algunos hombres empezaron a soñar en cambiar esta situación. Descubrieron que ese rito de elecciones, podría ser el medio de cambiar las cosas,  si todos acordaba elegir a otro que no fuera aquel que el grupo de poder presentaba y apoyaba. Vieron como único camino de cambio que alguien del pueblo fuera el futuro Presidente, para que en verdad todos y todas se beneficiaran, dejaran de sufrir y tributaran lo justo.

Uno de los posibles candidatos del pueblo se llamó José Carlos Mariátegui y el segundo Víctor Raúl Haya de la Torre. Cuando se enteraron que podían ser candidatos, cometieron el error de pensar que antes debían vencerse el uno al otro. A diferencia de quienes estaban en el poder, no comprendían la posibilidad de turnarse en  el poder, su pelea absurda sólo logró dividir al pueblo en dos grupos.

Mientras   los dos posibles candidatos se enfrentaban, Mariátegui murió heredando su pensamiento al grupo del pueblo que lo siguió, y, prontamente este  se dividió en nuevos grupos que se llamaron izquierda ampliando la división. Al otro grupo no le fue mejor, también se fueron dividiendo, sin embargo Haya que aun vivía, continuó organizando al pueblo y su grupo llamado APRA, asegurando que tenía la fórmula mágica para que un hijo del pueblo fuera presidente y en verdad se pusiera al servicio de todos, murió sin alcanzar su sueño aun cuando estuvo muy cerca, heredando sus ideas a sus discípulos.

Al morir Haya, quedó en su lugar un discípulo en quién el confió, invirtió y formó desde adolescente, casi su hijo político. En esta situación estaba cuando se dieron las condiciones para que un líder del pueblo lograra ser presidente. Todo el pueblo se había puesto de acuerdo y no había forma ni artimaña del grupo de poder que siempre decidía quien sería presidente lo hiciera.

Se celebraron reuniones, acuerdos, ayunas, recogimiento en cada vivienda y templo. Oraciones, sacrificios y regalos a sus dioses, para que los ilumine a decidir quién sería el elegido, luego de muchas reflexiones decidieron que fuera el discípulo que el maestro Haya formó, creían que había aprendido de él y estaba más preparado que todos para ser presidente, hablaba muy bien y casi les adivinaba el pensamiento. Lo que nadie podía adivinar es que el discípulo tenía los viejos sueños de sus ancestros mestizos, ser rey hasta la locura.

Como era de esperar, el discípulo fue elegido, hubo mucha fiesta y esperanza, era joven, bien preparado, algunos decían que podía encantar serpientes mientras hablaba, su presencia era notable, con mucha fuerza, sonrisa fácil, mas alto que todos del pueblo muy parecido a los del grupo de poder eterno, pero que reconocían y sentían del pueblo, era Alan Gabriel García Pérez.

En el primer tiempo todos y todas se alegraron, empezó a realizarse muchos de los deseos y necesidades todos cambiaron de vida. Para descubrir al poco tiempo que no había suficiente riqueza para mantener esa vida. Esto no detuvo al presidente, se prestó dinero de otros pueblos, para hacer creer que se estaba cumpliendo los sueños de todos. Luego de un tiempo, cuando los pueblos vecinos le cobraron sus deudas, no sólo se negó a pagarles, los amenazó y se apropió de bienes que algunos miembros de esos pueblos habían comprado en su pueblo. El grupo de poder aprovechó para decir que la gente del pueblo era incapaz de ser presidente.

Mientras tanto en los lugares más alejados y pobres del Perú, dos grupo de hombres armados que querían llegar al poder como en los viejos tiempo, a través de la guerra, violencia y muerte se hacían notar cada vez más. Estos grupos se llamaron Sendero Luminoso (SL) y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), frente a esto el presidente de forma equivocada negó su existencia, creó a un grupo militar ilegal que llamó Rodrigo Franco para que los enfrentara y aniquilara sin ser juzgados y condenados.

Sin ayuda de sus vecinos, la amenaza de los grupos armados y sin más riquezas para seguir satisfaciendo las nuevas formas de vida del pueblo, no le quedó otra que subir los tributos y el precio de las cosas. Llegó un tiempo de mucha necesidad y oscuridad, las cosas escasearon había que hacer colas muy largas para tener un kilo de arroz, azúcar, carne. Las cárceles estaban repletas, para vaciarlas, el presidente mandó a matar a presos y presas, mientras cantaba “Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reino, pero sigo siendo el rey”.

El pueblo estaba confundido y decepcionado, había elegido a alguien que creía que sería diferente y salió peor, mientras tanto se aproximaban las nuevas elecciones, no sabían que hacer para hallar y elegir otro presidente. Estaban entre la encrucijada de buscar a otro hombre conocido del pueblo o seguir aceptando a quien representara al grupo de los poderosos.

De pronto, apareció un hombre delgado, más pequeño que su presidente actual, con ojos rasgados, sonrisa parecida a una mueca y subido en un viejo tractor a modo de caballo. Este hombre se hacia llamar “El Chino”, era profesor e ingeniero, declarando ser del pueblo aun cuando nadie recordaba conocerlo. Muchos dudaban que lo fuera porque no se parecía a nadie aun cuando se disfrazara con un traje al que llamaban poncho y un gorro llamado chullo.

Tampoco entendían bien su idea de cómo sacaría al pueblo del hambre. Se hacia más extraño, cuanto más se esforzaba por convencerlo. Sólo podían darse cuenta que su forma de hablar se parecía a la gente de pueblo que vivía en las alturas o de los extranjeros venido de otros pueblos muy lejanos con otros idiomas. Así es como se recuerda a la primera imagen de Alberto Kenya Fujimori Fujimori, hijo de padre y madre japonesa, cuyo nacimiento peruano siempre fue un mito, desde cuando aun no era presidente.

El candidato de los ricos era como siempre un hombre blanco, muy parecido a los otros presidentes que había conocido el pueblo, se llamaba Mario Vargas Llosa, vivía de contar cuentos y escribir novelas, se declaraba hombre libre. El ofreció que para mejorar las cosas, era necesario cambiar la forma de organizar el trabajo del presidente y del pueblo, sólo se salvarían si trabajaban juntos, enfrentando un tiempo de fuerte necesidad compartida a la que llamó shock, donde ahorrarían para pagar las deudas a los pueblos vecinos, ganar nuevamente su confianza hasta obtener nuevas ayudas, mientras todos trabajaban y se recuperaban poco a poco su bienestar, cuidando que en este proceso no mueran los más pobres para quienes habría ayuda especial por un tiempo.

El pueblo estaba muy dudoso, no sabía qué hacer, de esta duda los sacó quien aun era presidente. Si bien García había llevado al Perú a la pobreza, no había perdido su capacidad para convencer con su habilidad de “encantar serpientes”, tenía en sus manos los medios de información para el pueblo como la radio, televisión y los diarios, así es como convenció al pueblo creando dudas y miedo en contra de Vargas Llosa a y todos elijan a Fujimori. También ayudaron quienes se llamaban de izquierda, no porque estaban en contra de la propuesta, sino por el hecho de que Vargas Llosa era de la derecha en donde ubicaban a los ricos.

Temiendo elegir un presidente de los ricos y sufrir más de necesidad por un tiempo, el pueblo eligió a Fujimori, que prometía no hacer el Shok en cambio salvaría al pueblo con honradez, tecnología y trabajo.

Fujimori usó la imagen de los chinos -pese a ser de ascendencia japonesa-, para hacer creer que venía de una cultura basada en honradez, trabajo y creación. Recreó su fecha de nacimiento en el mismo día del aniversario del pueblo Perú, negó sus orígenes, mientras crecía su sueño ya no de presidente sino de emperador, cuyo poder sería vitalicio, sucediéndole en el poder sus hijas e hijos y los hijos de sus hijos.

Para ello debía cambiarlo todo, decir una cosa y hacer otra, lavarle el cerebro a los más pobres, aliarse con los ricos y poderosos, chantajear a quienes se resistieran, comprar a quienes tenían un precio, corromper lo incorruptible, tentar al propio diablo, para que todos aceptaran sus decisiones y lo apoyaran.

A sólo once días de haber sido electo, mostró su primera falsedad, faltó a su promesa de campaña, aplicó el Shock que prometió no hacer, y, por el que fue elegido, haciendo pagar la primera cuota de una elección con miedo. Todos sufrieron la necesidad que desconocieron hasta en sus peores momentos de pobreza, mucha gente murió de hambre, otros se suicidaron, algunos se fueron del pueblo, las familias quedaron divididas, crecieron los lugares donde se cocinaban en conjunto para ahorrar.

A la miseria y necesidad se sumo una epidemia que se llama el cólera, matando a muchas personas. Mientras que los grupos terroristas, se hacían más fuertes, al principio parte del pueblo creyó en ellos, pero cuando las victima de la lucha entre estos grupos y los hombres del presidente, eran sus hermanos del pueblo y no los enfrentados se distanciaron de ambos.

Fujimori, tenía cosas que ocultar desde un inicio, por ello se asocia con Vladimiro Motesinos, quien se transforma en su clon, juntos construyeron un sistema tenebroso, indigno y efectivo que asegurara la permanencia del presidente en el poder por muchos años, destruyendo y desapareciendo a quienes se opusieran.

Para ello cambiaron todo lo que podía impedir su deseo de ser emperador, cerró el Poder Legislativo elegido por el pueblo, para crear otro que hiciera las leyes a favor de sus ambiciones. Intervino en el Poder Judicial, para que los jueces liberaran a los hombres que le servían aun cuando tuvieran responsabilidad de crímenes. Se aliaron con delincuentes que hacían y vendían drogas a otros pueblos, a cambio de mucho dinero. Compró periódicos, televisión y radio, para difundir solo aquello que era conveniente a sus planes.

Al igual que el presidente García formó un grupo antisubversivo ilegal llamado Grupo Colina, quienes violaron los derechos humanos del pueblo, mataron a gente inocente y no dieron la oportunidad de juzgar a algunos culpables que en realidad hallaron. Se hicieron famosos matando a estudiantes y profesores inocentes, a periodistas. A hombres mujeres y niños pobre que fueron a una pollada acusándolas de subversivos, a dirigentes y toda persona que dijera algo de Fujimori o Montesinos.

Fujimori, al ver que luego de mucho tiempo de sufrimiento por el Schok la gente no se recuperaba como debía hacerlo y por el temor que el hambre los movilizara, empezó a regalar comida, ropa usada y medicina, para que la gente no se muera de hambre. Pero la vileza no se detuvo, al interior de esta estrategia para administrar la miseria, se produjo miserias mayores, como el robo de ayudas para los más necesitados, siendo denunciado por su esposa Susana Higushi, cayendo en desgracia con Fujimori, quien desde ese momento la secuestró, torturó y maltrató.
Mas adelante vio que no era conveniente tener a mas pobres, decidiendo que a las mujeres de los pueblos más pobres se les quitara el vientre así no tendrían más hijos. No era necesario que ellas lo supieran o aceptaran, bastaba con darles algunos alimentos. Muchas murieron porque no tuvieron cuidados cuando les sacaron el vientre, las que sobrevivieron fueron despreciadas por sus pueblos donde el valor de las mujeres solo es tener hijos. Ellas ya no valían, debieron dejar su familia y pueblo.

Mientras esto sucedía en el centro y el poder del reino de Fujimori, quienes en verdad vencieron a los subversivos, fueron los pueblos más lejanos donde los hombres del presidente no llegaban o sólo pasaban. En cada pueblo se crearon rondas campesinas, que vencieron y expulsaron a terroristas de sus tierras dando la vida por defender a los suyos. Los subversivos al ver que estaban descubiertos, se trasladaron a las ciudades, donde también fueron rechazadas por el pueblo, entre ellas una mujer que se llamó María Elena Moyano a quien mataron y destruyeron su cuerpo como ejemplo para quienes se resistan.

El pueblo siguió movilizándose por la paz durante los dos primeros años que Fujimori llegó al poder. Al mismo tiempo que la policía, aun no intervenida ni corrompida trabajaba de forma inteligente hasta capturar al líder de ambos grupos subversivos sin que se entere Fujimori ni Montesinos.
Cuando capturaron al líder terrorista Guzmán, en vez de felicitarlos y reconocerlos, los destituyeron y ocultaron su trabajo, para hacer creer a todos que ellos vencieron al terrorismo. Al punto que el pueblo que lucho y venció a los subversivos, borró de su memoria su propia hazaña. Olvidaron que fueron ellos quienes se defendieron en los campos, salieron a las calles en las ciudades y defendieron la vida y paz.

Fujimori se rodeo de una serie de personas que se las ingeniaban para mentir, robar, asesinar a quienes se les oponían o sólo preguntaban. El pueblo ya no pudo organizarse, porque se les acusó de ser parte de los grupos terroristas, sin embargo, fueron algunas mujeres, las madres y esposas de desaparecidos las que mantuvieron su lucha sin importar morir por ello, a ellas se sumaron más tarde, otras mujeres y jóvenes sin lograr siquiera hacer un rasguño al poder de Fujimori y Montesinos.

En todo ese periodo el pueblo primero se confundió, algunos reclamaron y fueron muertos o encarcelados, pero la mayoría se acomodó o acostumbró. Los ricos a aprovecharon la situación colocándose al servicio y beneficiándose del poder de Fujimori. Los pobres  a obedecer y someterse, al mismo tiempo que se desprendían de sus principios y valores. Durante cinco años creyeron en sus mentiras a pesar de saber que   eran mentiras, apoyaron sus iniciativas autoritarias.

El pueblo poco a poco dejó sus costumbres y valores de lado, cambió de ser trabajador a mendigo porque no había en que trabajar, esperaba y vivia  de los regalos del presidente, este grupo es donde surge el mito que justificaría las acciones de Fujimori: ¡No importa que robe, si hace obras!, ¡El chino nos salvó de los subversivos!, ¡Fujimori fue el mejor presidente del Perú!. Alimentando su sueño de emperador, en tanto que aquellos que se atrevieron a reclamar fueron acusados de senderistas, encarcelados, muertos, quemados y desaparecidos.

Luego de once años y su tercera elección dudosa, uno de sus muchos cómplices delató a Fujimori y su socio Montesinos mostrando a todos descarnadamente el modo como compraba conciencias y manejaba voluntades, cómo gobernaba a través de la corrupción, el crimen y la delincuencia.
Fue la amante despechada de Montesinos, Matilde Pinchi Pinchi, quien entregó un video donde aparecía la compra de conciencia de un congresista, de un dueño del canal y así todos los que tenia “poder”. Las imágenes fueron transmitidas por la televisión a todo el Perú logrando -aquello que no logró la lucha de las mujeres, hombres y jóvenes del pueblo que se resistieron-   desenmascarar y quitar autoridad a Fujimori.

El pueblo se levanto y pidió justicia. Fujimori negó saber de los robos y la corrupción, acusó como único responsable a su socio Vladimiro, reconoció públicamente que no se dio cuenta cuando y cuanto había abusado de su confianza. Al mismo tiempo que ordenaba al tesoro del pueblo, pagara a Montesinos quince millones de dólares por servicios prestados, por temor a que lo delatara. Mientras hacía creer al pueblo que lo capturaba  le pagaba y facilitaba su fuga por temor a que su cómplice lo delatara.

Vladimiro fugó, pero finalmente fue capturado, juzgado y sentenciado. Fujimori, fugo más tarde, bajo una nueva mentira, salió del Perú como representante del país a otro pueblo lejano, pero en verdad se dirigió al país de sus padres Japón, con cuarenta maletas, que muchos dicen estuvo lleno de dinero.

Desde el Japón, renunció al cargo del presidente a través de un fax mostrando la mayor cobardía. Allí lo protegieron porque recién en ese momento confesó que era japonés y no peruano. Abandonado en su puesto de primera dama, a su hija Keiko Sofía Fujimori Higushi, la misma que había reemplazado a su madre, cuando ella logró huir de las torturas de su padre, quien quedó seriamente afectada en su mente y cuerpo, luego se divorció.

Con mucho esfuerzo el Perú, logró capturara Fujimori. A diferencia de él, para juzgarlo y condenarlo por la prueba innegable de sus crímenes, a veinte siete años. Pese a ello no fue encerrado en una cárcel común, debido a los privilegios que le ofreció quien volvió a gobernar el país luego de quince años, Alan Gabriel García Pérez, aunque pareciera algo inconcebible, el mismo hombre que creó las condiciones para colocar al pueblo del Perú, en la encrucijada de elegir con temor, y decidir por Fujimori, volvovió sellando su simpatía entre ambos personajes.

En estas condiciones era de esperar que Fujimori, aun estando preso, conduciría desde la cárcel el trabajo para que su hijo fuera parte del Poder Legislativo cuyo èxito lo hizo el más votado. Mientras que su hija Keiko, aquella que no defendió a su madre cuando él la torturó, reemplazándola en su puesto de primera dama, fuera su representante para competir nuevamente a ser presidente, siendo su primer punto del plan de liberarlo de su condena.

Pero esta vez gran parte del pueblo estaba atento, cuando vio que otros no tenían memoria o no conocían de esta historia salieron a las calles a gritar ¡Fujimori Nunca Más!... ¡Fujimori Nunca Más!... ¡Fujimori Nunca Más!...logrando que la gente despertara y su hija no fuera elegida, gracias a que  el pueblo que recuperó la memoria y su dignidad.

Y es así como acaba el cuento de FUJIMORI NUNCA MÁS, quien de ser nadie, por el temor de un pueblo poco consciente y la ayuda de un encantador de serpiente, se hizo presidente.
Se unió a Montesinos para ser poderoso y llegar a emperador, manejando la vida de todo un pueblo por once años.
Cuando fue descubierto huyó como un cobarde, hasta que fue capturado de su madriguera, juzgado y condenado por delincuente, hoy aun está encarcelado por sus crímenes.

Fujimori no se rinde como todo ser del mal, sueña con volver a manejar los destinos de ese país llamado Perú, donde aun existe un grupo que perdió su memoria, borró su historia, renunció a su gloria y dignidad.

Sin embargo existen otros hombres y mujeres, guardianes de la memoria, que reconstruyen su historia, mientras alimentan día a día su dignidad.

Soy parte de esos guardianes, por eso hoy te conté el cuento de FUJIMORI NUNCA MAS. Ahora tú eres un nuevo guardián de la memoria, para asegurar que tus hijos y los hijos de tus hijos, atesoren y engrandezcan la dignidad de este Perú, que es tuyo, mío, de todas y todos que nacemos en él.

MARCHA, MADRE, NIÑO Y CUENTO

Eran pasadas las cuatro de la tarde del veinte y seis del mes de  Mayo perteneciente al oncenio del siglo XXI. Un tímida claridad de atardecer fue vencida por el firmamento gris, en una  mega ciudad de América Latina, renombrada a mediados del siglo XX  como "Lima la Horrible", por Sebastián Salazar Bondy(1) , despojandola ensayísticamente de su adjetivo orgulloso de "Ciudad Jardín" con la cual fu galardonad a inicios del mismo siglo, recubriendo su re-nombre de pila "Ciudad de los Reyes" por sus fundadores en el siglo XVI (2), intentando borrar las huellas de su nombre inca oriundo Rimác o Río Hablador.


Una madre y su menor hija se desplazan cerca al límite  de una de las arterias centrales de Lima: la avenida Abancay, quizás sólo a caminar o quizás hacia el emporio comercial proto Gamarra llamado “Grau”(3). En cuyas entrañas se combina el mercado formal e informal de la economía, reproduciendo en una micra el mercado neoliberal del país. En cuyo vientre conviven distribuidoras de productos de punta y “renovados” artefactos eléctricos. Calzado y vestido nacional e importado. Pequeñas, medianas y micro empresas comerciales y proveedoras. Los infaltables ambulantes re-bautizado como emprendedores/as. Y para darle el toque inclusivo a la economía de pobreza extrema, está el contrabando y la venta de ropa usada y la encubierta reducción de productos. En una palabra, el recurseo de una sociedad diversa, dispersa y extrema, que enriquece a unos cuantos y chorrea a cuasi todos.

A la altura de la cuadra diez de la avenida Abancay madre y su hijo se sorprende ante  una masa inimaginable de mujeres y hombres de diferentes edades, colores y atuendos, movilizados con pancartas, cartelas, banderolas, bombos y platillos mientras arengaban:

¡AQUÍ ALLÁ, EL MIEDO SE ACABÓ! …
¡POR JUSTICIA Y DIGNIDAD, FUJIMORI NUNCA MÁS!...

¡UN PUEBLO CON MEMORIA, NO ELIGE A UNA ESCORIA!...

¡LA JUVENTUD CONSCIENTE NO ELIGE A UN DELINCUENTE!...

¡KEIKO, FUJIMORI Y MONTESINOS, LA MISMA PORQUERÍA! …

¡UN PUEBLO CON CULTURA NO ELIGE DICTADURA!..

¡CON ESPERANZA Y DIGNIDAD, FUJIMORI NUNCA MÁS!...

¡FUJIMORI NUNCA MÁS!...

El niño sorprendido pregunta a su madre, ¿Mamá por qué hay tanta gente que camina? ¿Por qué gritan con fuerza ¡FUJIMORI NUNCA MÁS!?

La madre mira a su hijo, mientras miles de recuerdos vienen a su memoria, había querido olvidar, aquello que muchas veces trató de no mirar, escuchar, oler. Había querido pensar que fue una pesadilla o una película de horror, inscribiéndose en el mito del silencio y olvido, queriendo creer en que si lo malo y feo no se nombra, no existe, tampoco vuelve a suceder.

En algunos momentos de lucidez solitaria, enfrentada a su necesidad de vencer al terror de sus recuerdos había pensado que ya pasó, que pagó muy caro el haber creído que ella no era política, que otros decidieran la vida del país, de haber votado apenas cumplido los diez y ocho años por un desconocido que postuló a congresista y presidente sin ella darse cuenta, parecía tan bueno ese chinito que ofrecía honradez, tecnología y trabajo, inspirado en los principios de sus ancestros inkas “Ama Llulla, Ama Sua, Ama Kella”(4).

Despertó pronto al horror de la miseria, orfandad, temor, perdió a su madre víctima de una enfermedad del siglo XIII engendrado por la miseria, otras mujeres a sus padres, hermanos, esposo e hijos. Otros hombres a sus padres, hermanos, hijos, hijas y mujeres. Todos y todas habían derramado ríos de lágrimas por las vidas sacrificadas, algunos/as se volvieron humo por efecto de las llamas o porque nunca mas supieron de ellos/as.

Renunció por mucho tiempo a su fe, alegría y confianza, habiéndose tornado recelosa, desconfiada, egoísta, utilitaria. Se justificó tantas veces a sí misma afirmando que no fue su culpa que sólo sobrevivió con sus hermanos y hermanas. 

 

Cuando todo empezó ella sólo era una niña, fueron otros hombres y mujeres con experiencia, que se hicieron cómplices, prefirieron mirar y callar, aun cuando en el proceso debieron desprenderse a retazos de sus valores y principios, como quien lo hace con su piel. Debieron dejar atrás la herencia de sus ancestros, el valor del trabajo, la importancia de la solidaridad, el sentido de la justicia, el amor propio, la honradez, la vergüenza colectiva, la decencia, en una palabra la y la dignidad como pueblo.

La voz de su hijo alejó sus recuerdos –Mamá ¿QUIÉN ES FUJIMORI?, ¿POR QUÉ LA GENTE GRITA NUNCA MÁS?

Lo miró con ternura, temor y tristeza… no imaginó que sería este el lugar y momento para contar el cuento de una dignidad que remendó con las fuerzas que recuperó de su rabia, frustración e indignación, al igual que estos hombres y mujeres.

Venció a su última resistencia, el recuerdo de su padre, que en noches de hambre y penumbra espantada por las llamas de una vela, sentían llenarse de esperanza, sueños, valores a través de esos cuentos andinos de amor a la Pacha Mama, al Dios Inti, al valor de la verdad, la fuerza del Trabajo, la bendición de la honestidad, el mito del Inkari.

Se dijo así misma, que este era el tiempo de vencer sus miedos y sembrar la semilla de la libertad, decencia, dignidad y esperanza en su hijo. Se sumó a la movilización cogiendo su mano, mientras le decía…Hijo te voy a contar el cuento de ¡FUJIMORI NUNCA MÁS!, lo aprendí en medio de muchas marchas como esta.
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(1) Lima la horrible (1964) Sebastián Salazar Bondy , http://www.marcelfrank.de/lima/literatur/lima/limalahorribleindice.htm

(2) 18 de enero de 1535, fundada por Francisco Pizarro.
(3) Cuadras 4 y 5 de Leticia, 5 a 14 Montevideo y Grau.
(4) No mentirás, no robarás, no serás ocioso.