lunes, 6 de junio de 2011

MARCHA, MADRE, NIÑO Y CUENTO

Eran pasadas las cuatro de la tarde del veinte y seis del mes de  Mayo perteneciente al oncenio del siglo XXI. Un tímida claridad de atardecer fue vencida por el firmamento gris, en una  mega ciudad de América Latina, renombrada a mediados del siglo XX  como "Lima la Horrible", por Sebastián Salazar Bondy(1) , despojandola ensayísticamente de su adjetivo orgulloso de "Ciudad Jardín" con la cual fu galardonad a inicios del mismo siglo, recubriendo su re-nombre de pila "Ciudad de los Reyes" por sus fundadores en el siglo XVI (2), intentando borrar las huellas de su nombre inca oriundo Rimác o Río Hablador.


Una madre y su menor hija se desplazan cerca al límite  de una de las arterias centrales de Lima: la avenida Abancay, quizás sólo a caminar o quizás hacia el emporio comercial proto Gamarra llamado “Grau”(3). En cuyas entrañas se combina el mercado formal e informal de la economía, reproduciendo en una micra el mercado neoliberal del país. En cuyo vientre conviven distribuidoras de productos de punta y “renovados” artefactos eléctricos. Calzado y vestido nacional e importado. Pequeñas, medianas y micro empresas comerciales y proveedoras. Los infaltables ambulantes re-bautizado como emprendedores/as. Y para darle el toque inclusivo a la economía de pobreza extrema, está el contrabando y la venta de ropa usada y la encubierta reducción de productos. En una palabra, el recurseo de una sociedad diversa, dispersa y extrema, que enriquece a unos cuantos y chorrea a cuasi todos.

A la altura de la cuadra diez de la avenida Abancay madre y su hijo se sorprende ante  una masa inimaginable de mujeres y hombres de diferentes edades, colores y atuendos, movilizados con pancartas, cartelas, banderolas, bombos y platillos mientras arengaban:

¡AQUÍ ALLÁ, EL MIEDO SE ACABÓ! …
¡POR JUSTICIA Y DIGNIDAD, FUJIMORI NUNCA MÁS!...

¡UN PUEBLO CON MEMORIA, NO ELIGE A UNA ESCORIA!...

¡LA JUVENTUD CONSCIENTE NO ELIGE A UN DELINCUENTE!...

¡KEIKO, FUJIMORI Y MONTESINOS, LA MISMA PORQUERÍA! …

¡UN PUEBLO CON CULTURA NO ELIGE DICTADURA!..

¡CON ESPERANZA Y DIGNIDAD, FUJIMORI NUNCA MÁS!...

¡FUJIMORI NUNCA MÁS!...

El niño sorprendido pregunta a su madre, ¿Mamá por qué hay tanta gente que camina? ¿Por qué gritan con fuerza ¡FUJIMORI NUNCA MÁS!?

La madre mira a su hijo, mientras miles de recuerdos vienen a su memoria, había querido olvidar, aquello que muchas veces trató de no mirar, escuchar, oler. Había querido pensar que fue una pesadilla o una película de horror, inscribiéndose en el mito del silencio y olvido, queriendo creer en que si lo malo y feo no se nombra, no existe, tampoco vuelve a suceder.

En algunos momentos de lucidez solitaria, enfrentada a su necesidad de vencer al terror de sus recuerdos había pensado que ya pasó, que pagó muy caro el haber creído que ella no era política, que otros decidieran la vida del país, de haber votado apenas cumplido los diez y ocho años por un desconocido que postuló a congresista y presidente sin ella darse cuenta, parecía tan bueno ese chinito que ofrecía honradez, tecnología y trabajo, inspirado en los principios de sus ancestros inkas “Ama Llulla, Ama Sua, Ama Kella”(4).

Despertó pronto al horror de la miseria, orfandad, temor, perdió a su madre víctima de una enfermedad del siglo XIII engendrado por la miseria, otras mujeres a sus padres, hermanos, esposo e hijos. Otros hombres a sus padres, hermanos, hijos, hijas y mujeres. Todos y todas habían derramado ríos de lágrimas por las vidas sacrificadas, algunos/as se volvieron humo por efecto de las llamas o porque nunca mas supieron de ellos/as.

Renunció por mucho tiempo a su fe, alegría y confianza, habiéndose tornado recelosa, desconfiada, egoísta, utilitaria. Se justificó tantas veces a sí misma afirmando que no fue su culpa que sólo sobrevivió con sus hermanos y hermanas. 

 

Cuando todo empezó ella sólo era una niña, fueron otros hombres y mujeres con experiencia, que se hicieron cómplices, prefirieron mirar y callar, aun cuando en el proceso debieron desprenderse a retazos de sus valores y principios, como quien lo hace con su piel. Debieron dejar atrás la herencia de sus ancestros, el valor del trabajo, la importancia de la solidaridad, el sentido de la justicia, el amor propio, la honradez, la vergüenza colectiva, la decencia, en una palabra la y la dignidad como pueblo.

La voz de su hijo alejó sus recuerdos –Mamá ¿QUIÉN ES FUJIMORI?, ¿POR QUÉ LA GENTE GRITA NUNCA MÁS?

Lo miró con ternura, temor y tristeza… no imaginó que sería este el lugar y momento para contar el cuento de una dignidad que remendó con las fuerzas que recuperó de su rabia, frustración e indignación, al igual que estos hombres y mujeres.

Venció a su última resistencia, el recuerdo de su padre, que en noches de hambre y penumbra espantada por las llamas de una vela, sentían llenarse de esperanza, sueños, valores a través de esos cuentos andinos de amor a la Pacha Mama, al Dios Inti, al valor de la verdad, la fuerza del Trabajo, la bendición de la honestidad, el mito del Inkari.

Se dijo así misma, que este era el tiempo de vencer sus miedos y sembrar la semilla de la libertad, decencia, dignidad y esperanza en su hijo. Se sumó a la movilización cogiendo su mano, mientras le decía…Hijo te voy a contar el cuento de ¡FUJIMORI NUNCA MÁS!, lo aprendí en medio de muchas marchas como esta.
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(1) Lima la horrible (1964) Sebastián Salazar Bondy , http://www.marcelfrank.de/lima/literatur/lima/limalahorribleindice.htm

(2) 18 de enero de 1535, fundada por Francisco Pizarro.
(3) Cuadras 4 y 5 de Leticia, 5 a 14 Montevideo y Grau.
(4) No mentirás, no robarás, no serás ocioso.

1 comentario:

  1. ¡Cuántas historias tenemos que contar! ¡Cuántos telares, cuántas labores de mano terminaremos mientras recordamos nuestras historias! Al final, nos levantaremos, libres ya de anto lastre, dispuestas a construir el nuevo mundo que soñamos

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