Tras la mirada severa del traumatólogo ante el abuso de mis pasos maratónicos según sus
palabras y la recomendación de mi terapista Rosa Rivero: incrementar la dosis de
paciencia y reducir la indignación movilizadora, no me queda más que seguir
virtualmente la cita de #Tomalacalle #27J y #28J. Dejando que la reflexión
ocupe el espacio del trajinar emocionado que enerva y produce la máxima
adrenalina.
A cerca de mi concesión desconfiada de poder
Desde mi perspectiva desconfiada
de los orígenes verticales, dogmáticos y rígidos asociado a viejos o nuevos liderazgos provenientes de canteras militares,
eclesiales, partidos conservadores, etc. que a lo largo de los años ha
cincelado una actitud vigilante e independiente
de mis proximidades o distancias
personales, permitiendo sin mayor drama, enfrentarme a mis propios
desencantos anunciados, subrayado hoy por un escuálido discurso del Presidente de la
República Ollanta Humala 1 ante los 192 años del
aniversario patrio, contrastado y superado de lejos por el de una mujer 2 que devela el escenario
del país.
A decir verdad una
vez más estamos ante lo obvio en temas políticos, puesto que nuestra
accidentada memoria y terca apuesta contradictoria, por un mesías aparentemente menos malo que el anterior sea el portador del milagro democrático, nos vuelve a regalar lo mismo bajo otro disfraz y nombre, solo que para much@s duele más porque
golpea en la misma herida.
No sé cuanto se asemeje mi
percepción con el común del pensamiento del ciudadan@ de a pie, respecto a mi concesión de poder desconfiado del
desconocid@, espero que no demasiado. Desconfianza que se traduce en exigencia cuando el liderazgo se
corresponde con vínculos cercanos, porque a quien conozco y confío expreso en
primera, mi alta expectativa en contraste a un líder
estándar, a cambio de ello ofrezco mi apoyo sin más rédito que aportar a su
coherencia y consistencia de hacer la diferencia.
No hace mucho, mi amiga Patricia A. cuestionó esta forma de concesión de poder desconfiado, por inviable en tanto señaló que se trataba de una expectativa destinada a la frustración porque pretende sintetizar actuación política con valores de servicio de la Madre Teresa de Calcuta, asertividad de un estadista aun por descubrir y la visión e impacto de la gestión institucional exitosa de Bill Gates y sentenció que la política era otra cosa.
No hace mucho, mi amiga Patricia A. cuestionó esta forma de concesión de poder desconfiado, por inviable en tanto señaló que se trataba de una expectativa destinada a la frustración porque pretende sintetizar actuación política con valores de servicio de la Madre Teresa de Calcuta, asertividad de un estadista aun por descubrir y la visión e impacto de la gestión institucional exitosa de Bill Gates y sentenció que la política era otra cosa.
Aspiraciones de Gestión
Pública engarzado con mínimo costo social
Yo en realidad no aspiro a
tanto, porque toda mutación y mezcla de prácticas conocidas me sabe a
Frankenstein, sólo apuesto porque
despleguemos innovaciones y
fundemos en la práctica, eternas aspiraciones
de hacer política coherente con aquello
que siempre hemos reclamado en las calles sea de izquierda, centro o
simplemente de descontento coyuntural
porque nos toca.
Estoy convencida que es
posible, solo hay que empezar. Sin decisiones políticas dramáticas como la estatización, que ha demostrado su inviabilidad, es
preciso el diseño políticas en función de diagnósticos efectivos y con claridad
en el impacto de los costos sociales para adelantarse o ejecutarse
paralelamente medidas de amortiguamiento en tanto surten efectos del cambio en
el mediano y largo plazo ¿Cómo hacer una magia de esta dimensión? Sin duda es la pregunta del millón.
En mi caso puedo ensayar un ejemplo del cual no soy experta, pero considero que como
todo ejemplo es útil para el ejercicio de la imaginación en políticas públicas.
Si voy a construir un tren
eléctrico en una zona como San Juan de Lurigancho –no previsto en el plan del gran cambio o la hoja de ruta, pero
con suficiente olfato de su validez-, requiere considerar que sólo cuenta con sólo
dos arterias de conexión a las cuatro
Limas: norte, centro, sur y oeste, a donde se moviliza cotidianamente una buena proporción del millón de habitantes.
Sin duda los datos de esta movilidad será el primer estudio para identificar el
costo social de la obra faraónica. A ello se sumará, antes de iniciarla, medidas que reduzca el impacto en la fluidez del tránsito cotidiano, sea recuperando o
mejorando vías escasamente transitadas o
creando
nuevas de soporte eventual o sostenido.
Si eso significa inyectar y
apresurar un túnel inadecuadamente diseñado en
proceso de construcción, lo perfecciono para asegurar una funcionalidad
útil por lo menos paralelo a la obra central del tren eléctrico, cuyo valor
agregado en la dimensión política es: a)
alianzas con un gobierno local vía concertación o buena vecindad, que
reduce un frente de oposición. Y b) si mi prioridad es electoral evito acumular
la insatisfacción de los mayores de 18 años
atrapados día y noche en el transito registrando en su subconsciente de
rechazo a un gobierno que no atiende sus necesidades. Luego me ocuparé de
cerrar la vía alterna si no tiene sostenibilidad en el largo plazo.
Estoy diciendo piedras
seguramente para un(a) expert@ en vías,
sin duda es discutible mi argumento,
tampoco es terreno en el que pretendo entrar, solo intento graficar la idea de la
necesidad que tiene una medida de política de largo aliento y
mayor impacto, acompañada o precedida con otra de corto plazo e impacto inmediato, que reduzca el costo social
porque se ha priorizado el servicio antes que la ganancia empresarial. Ergo
significa combinar una gestión
prospectiva con medidas preventivas, desde abajo, satisfaciendo a quienes van a ser afectados en la vida cotidiana inmediata
y el futuro.
Lamentablemente aun no se ha
ensayado la gestión pública que combine más de un enfoque, abundan los
maximalistas o populistas. Intento transmitir con este argumento que es otra de las
razones que alimenta mi desconfianza ante nuevo
o viejos liderazgos, haciendo que en plena efervescencia de apuestas
electoreras y celebraciones se expresen mis dudas hasta subrayar que mi voto es condicional y vigilante -si no es viciado como en los
noventa-, provocando el malestar a más de un entusiasta.
A estas alturas, estoy convencida que no es una percepción aislada, se ata algun@s conocid@s y/o por conocer con quienes coincido en las calles cuando no queda otra. Hasta fines del siglo XX y a lo largo del primer decenio de este siglo, sentía que probablemente esta desconfianza cuasi visceral terminaría con nostr@s.
A estas alturas, estoy convencida que no es una percepción aislada, se ata algun@s conocid@s y/o por conocer con quienes coincido en las calles cuando no queda otra. Hasta fines del siglo XX y a lo largo del primer decenio de este siglo, sentía que probablemente esta desconfianza cuasi visceral terminaría con nostr@s.
Mi esperanza renace con #Tomalacalle
Luego de las cuatro jornadas
de jóvenes indignad@s, se incrementa mi pozo de esperanza para romper con la indiferencia o
ampliar la radio de interés de esta nueva
generación por el bien común. Pero mi esperanza no se obnubila, sabe que es un proceso exigente de su propio ritmo, más
cuando los espacios de formación y
conciencia social, política, cultural, no hemos hecho enlaces y/o transiciones generacionales periódicamente
para acumular e innovar.
L@s jóvenes de #Tomalacalle, han sido paridos con
indignación, su nombre expresa la
necesidad de trascender la institucionalidad torpe, sorda, miope y corrupta,
reinstalando una institucionalidad democrática y el respeto al pueblo, pueda que sea una agenda efímera. Importa que tomaron la calle,
bautizándose con el peso de la represión
que no desanima, todo lo contrario llena de coraje y eso germina para la
resistencia o enrumba hacia nuevas formas de organización, con mejor pronóstico si tienen espacio para la revisión y el análisis,
mi esperanza se robustece.
Para quienes estamos
bordeado el medio siglo, #Tomalacalle es una masa que crece y ha
dado el primer paso en pos de la dignidad. La práctica de confrontación de
poder es el registro y la fuente del hacer de una praxis que lleva a la revisión,
abriendo camino para la construcción de la conciencia personal y colectiva, la misma que no puede ni debe
realizarse aisladamente, requiere que se generen procesos autónomos y
colectivos.
Cuanto asuman compromisos y
se articulen, sin duda nos hallaremos ante la emergencia de una nueva generación
hacedora de su destino, constructores de esta patria que es nuestra como suya
y la de sus hij@s. Asistiremos al momento simbólico donde toman la posta para adecentar la política, con sus propios
aprendizajes. De ser así sentiremos que valió la pena mantenernos vigilantes y
descubrir que después de todo ese fue
nuestro papel.
Quizás con cierto velo de
frustración, tendremos que reconocer que
en este nuevo escenario a nuestra generación, le va mejor en su rol de ciudadanía
comprometida que hacedor/a de políticas y gestión del Estado. La práctica nos ha enrostrado que quienes
han logrado tener éxito son más papistas
que el papa, renegando de sus orígenes y trasladándose al otro extremo. Adoptando
posiciones cómodas de centro o independientes –como si esto fuera posible- o de burócrata ortodoxo que aspira a hacer carrera pública
abdicando. Renunciando a la oportunidad
de ensayar y validar una nueva forma de gobernar para y con las mayorías.
Aquell@s que muestran su dificultad e incapacidad para estos menesteres nos comparten
gratuitamente el cartel de ineptos a tod@s
los actuantes y por actuar.
Queda por tanto, confiar en
que l@s jóvenes de esta generación formados en la era digital en un contexto globalizado, con manejo de las herramientas que reducen tiempo y espacio, con
competencias para la simultaneidad que
decodifica varias aristas sin perder el hilo y el entretejido de su propia atención. Habrá
que aportar –sólo si lo permiten y solicitan- a procesos reflexivos, con la memoria colectiva, los aprendizajes acumulados y confiar que
lograrán aquello que no pudimos configurar ni asumir nosotr@s. Habiéndonos especializado en acciones
reactivas antes que prospectivas; demandantes antes que propositivas, inmediatistas antes que estratégicas,
segmentados antes que articulados.
A pesar de habernos movido
prácticamente por más de tres décadas, en
la resistencia y la denuncia y teóricamente por el cambio y la igualdad, sin ser completamente la generación perdida de los ochenta que bosquejo Alberto Flores Galindo en su
testamento político –porque no le quedó más tiempo-. Alcanzamos a ser la generación que recuperó una endeble democracia y se emocionó
tanto que creó estaba asegurada, sea reproduciendo viejas prácticas o retornando
a lo suyo porque la sociedad camina sola, basta con ejercer nuestro voto. Los sucesos actuales, nos
recuerda que requiere ser radicalizada y robustecida día a día, sostenidamente.
Hoy que cumplimos 192 años
de independencia política, que numerológicamente es tres quiero pensar
que un país nuevo es posible, que hay espacio para el diálogo, el respeto y la
suficiente madurez de quienes fuimos protagónicos y quienes hoy se apropian del
protagonismo para hacer lo que le toca hacer. Para oxigenar el espacio permitiendo que la nueva generación
procese y asuma el rol que le
corresponde construir y trascender las
miserias que impiden ser una patria grande y unida.
Quiénes perdimos la oportunidad de hacerlo o hicimos lo que pudimos en nuestro propio tiempo tengamos la hidalguía para no seducirlos, sustituirlos, manipularlos, viciarlos o ser peor que el éxtasis: recrear viejas prácticas de padrinazgo, madrinazgo y clientelaje, deslizando ladinamente prácticas de corrupción endilgada a otros, pero que cotidianamente reproducimos cuando creamos privilegios, hacemos excepción en la regla o decimos y hacemos mentiras blancas.
Quiénes perdimos la oportunidad de hacerlo o hicimos lo que pudimos en nuestro propio tiempo tengamos la hidalguía para no seducirlos, sustituirlos, manipularlos, viciarlos o ser peor que el éxtasis: recrear viejas prácticas de padrinazgo, madrinazgo y clientelaje, deslizando ladinamente prácticas de corrupción endilgada a otros, pero que cotidianamente reproducimos cuando creamos privilegios, hacemos excepción en la regla o decimos y hacemos mentiras blancas.
¡Bienvenid@s jóvenes de #Tomalacalle...! a la arena de la patria nueva, bienvenida a
más de cuatro jornadas de indignación,
constructores de un Perú tuyo, mío, de aquel, aquella… un Perú nuestro.