sábado, 6 de enero de 2018

¡ADIÓS UNITARIO 2017!... ¡ BIENVENIDO 2018 BINARIO!

Hace un buen tiempo que suelo de tenerme año a año para mirar lo vivido, reconocer al tiempo nuevo y hacer decretos. Desde que la tecnología llegó a nuestras vidas, dialogando conmigo misma y con quienes se detiene a leerlo en un tiempo donde abunda la información y que nos lean es indicio de conexión. Y también, porque la transición entre años, pese a ser sólo una abstracción hecho mito, en la práctica es nuestro modo de ingreso al tiempo sin tiempo. Para mí en particular, es mi modo de aplicar una auto-terapia de desprendimiento y acogimiento, que suelo recomendar en mis terapias.

En mi caso hacer un balance no sólo se remite al siglo XXI, es una práctica que ha extendido el puente de mi vida entre dos siglos, imagino que es igual muchas mujeres y hombres de mi generación. Sin embargo no recuerdo donde empieza ni imagino cuando termine.

Quizás coincida con mi primera década de vida, cuando a los ocho años decidí mis tres “S”, no ser sonsa, silente ni sometida -gracias a una lectura anticlerical y anti oligarca, sin tener idea del significado de ambos conceptos hasta 1996- y que muchas veces está asociado al modo como he configurado mi ser, pensar,sentir, estar, hacer y dar.

Podría ser  que fue a los catorce, cuando deseaba fervientemente que llegara pronto mi mayoría de edad –en aquel entonces era a los 21 años que en realidad es nuestra tercera etapa de vida-, para no volver a experimentar el costo de ser operaria invisible y a salto de mata con impacto desfavorable en el producto de mi trabajo.

Posible es, cuando caí en cuenta que había sumado a mi adolescencia inacabada,  mi rol de madre al lado de mi hermosa bebé, que afectada por estreptococos volaba con fiebres de cuarenta y en mi ignorancia de maternidad improvisada solo atinaba a amanecerme en vela bañándola y llenándola de recetas de mi abuela Rosa mientras oraba para que no se muera. Al cerrar el año,  agradecía los milagros y le pedía a Dios un trabajo lo suficientemente bueno que me permitiera cuidarla, porque creía que nada dependía de mis actos

Pueda ser que sea mucho más adelante, consagrada a ser una existencialista plena a lo Simone de Beauvoir,   racional, lógica, siempre en control, nunca desprevenida, amándome con convicción y decidida a tomar el mundo con mis manos. Donde solo al cerrar cada año, dejaba fluir mi lado intuitivo, femenino y mágico mientras compartía con mi hija, aun niña, el recojo de aquellas plantas mágicas cuyos nombres había aprendido del lado botánico de mi padre Felix un ser sabio y experto en todas las materias, combinado con la magia de mi abuela Rosa y la complicidad de mi madre.

Tal vez sea en los años noventa del siglo XX,  durante la década de crisis de todo que marco muchas vidas y muerte, nuestras vidas y  mi vida de entonces cuyos efectos  se extiende hasta nuestros días interconectándose en aquello que nos hemos trasformado como peruanas y peruanos. En aquel entonces, trenzaba la rabia, resistencia, rebeldía y magia para no morir siendo lo que me negué a ser: sonsa, silente y sometida. A estas alturas el tiempo fundacional ha sido absorbido por la continuidad.

Por eso una vez más en un día mágico 6 escribo para cerrar y abrir. Cierro este primer año en mi mundo mágico conectado con el real, que en principio me costó reconocer, hasta que he aceptado, que se ha conducido tal como debía ser el 2017.

Un año unitario y fundacional, donde se cierra un ciclo, culmina las penurias, se saldan deudas, concretan satisfacciones, se siembra, abona y como quien dice se limpia nuestra casa en todas sus dimensiones para abrirse a un año dual donde hay espacio para hospedar, acoger, ofrecer, recibir, perdonarse y perdonar.

La apertura a lo nuevo y el acogimiento con   madurez que nace del aprendizaje de habernos caído una y otra vez, hasta aprender la lección que no es lo mismo que curar o cerrar heridas, sino amar la cicatriz que es el recuerdo de aquello que debimos vivir, superar y aprender, para ser quienes somos, hacer que nuestro don se exprese, fluya para llegar hacia donde sea necesario, útil e independiente de los caminos que ha de tomar como de los obstáculos que ha de superar.

Y como toda crisis, a las que hoy sé reconocer y distinguir, gracias a haberlas vivido con los ojos abiertos, la mirada atenta, el oído agudizado y la piel siempre sensible. El año uno en nuestro caso fue alterado en su tiempo, desde dos perspectivas: a) cerrarlo antes de tiempo en su tiempo y b) extenderlo más de su tiempo hasta incrustarlo a este año binario.

Me explico, las características del año uno, que se resume en limpiar la casa, para abrirla y acoger el año dos, fue alterado por un anciano que nada tiene de sabio, en cambio mucha torpeza de niño y desfachatez de adolescente que no reconoce errores, menos está dispuesto a asumir los costos, en cambio recurre a todas las tretas, complicidades, intereses y arte de manipulación, para no asumir los costos de sus errores, ya no aprender porque simplemente no le da la gana.

Tampoco le importar a quien arrastre en su caída o a que ser perverso salve lo importantes es salvarse, es como ese juego de las escondidas donde uno salvaba a todas y todos: “¡Ampay salvo a mis compañeros!”, y claro si no eras lo suficientemente hábil, siempre la llevabas. Pero lo jugábamos porque pronto aprendíamos las estrategias, tácticas y escondrijos. En este tiempo no sólo los conocemos porque se nos ha expuesto, así que de nosotros depende el impedir que el juego siga. Y en el plano del universo recordemos que todas las deudas han de saldarse aquí y ahora, dependiendo de nosotras(os) que sea a tiempo, justo y aleccionador para futuras generaciones.

En lo personal, el universo fue magnánimo porque me facilitó embarcarme en una tarea que motivó a colocar en primera a mi lado racional y analítico, colocando a su servicio   mis intuiciones, sensibilidad y magia, y eso fue bueno, me evitó el dolor y la tristeza, aun cuando me inmovilizó el golpe pese a ser esperado, haciéndome más fuerte y asertiva.
Entre amigas(os) donde persiste nuestra preferencia por la confidencia cara a cara, a media luz y algo que partir, he expresado en voz alta que mis constelaciones y nodos espirituales se conectaron, evitando que las contingencias me detuvieran, desalentaran, alteraran o frustraran. He sido capaz de dormir con agradecimiento y una sonrisa, modificando planes para el nuevo día, por supuesto que estos llegaron a ser hasta D con apertura para su flexibilidad según el universo marque el ritmo.  

Así que 2017, año primero de la segunda década del siglo XXI, donde se enseñoreo la era digital, te despido con agradecimiento, porque me permitiste limpiar y disponer mi casa para abrirla al año binario 2018.  En el país y el planeta nos dejaste ver de lo que somos capaces e incapaces, nadie puede acusarte de haber impedido, recubierto la verdad y la composición de los acontecimientos.

Todos y todas, menos los infantes, hemos perdimos la gracia de la ignorancia, las ventajas del desconocimiento y la complicidad de la desinformación, ya ninguna (o) podemos refugiarnos en una pompa de jabón, ni auto consolarnos trasladando la culpa al otro o la otra, debido a que en este tiempo la única verdad es que todo queda registrado y flota. Nada permanece oculto, ni siquiera nuestros sentimientos, porque lo inventamos, posteamos y a pesar nuestro nos descubrimos.

Porque ya no es posible condenar nuestros actos sólo cuando se grafican en el acto ajeno con impunidad del nuestro, ya no sólo son palabras. Estas cuentan si están gravada y/o escritas, así como no hay lealtad entre ladrones, la palabra del cómplice se transforma en la primera prueba junto a las abrumadoras evidencias de aquello que te expone, recuerda, te libera o condena.

Porque importa cada vez más, el costo del bien preciado que se adquiere a sabiendas que pese a su brillo no es oro, ni por su color o textura dure sin corromperse,  más cuando lleva impreso en cada uno de sus a átomos la ambición y debilidad por el poder como su máximo afrodisíaco o placer.

Porque ya no podemos, eludirnos de pagar el costo de nuestras decisiones, aun cuando nuestra expectativa por la posesión y disfrute del bien nos frustre, es nuestra fantasía aquella que nos hizo obviar que su tiempo de garantía es sinónimo de duración en la era digital, donde todo está programado para durar menos de lo esperado y cuasi cerca de lo prometido.

Gracias 2017, porque nos enrostraste la verdad de quien es quién, pese a nuestra práctica circular de borrón y cuenta nueva, así como la política de miente, miente que algo queda. Ya perdió peso, la doble moral cebada en el discurso de representar al pueblo con dignidad, honestidad y verdad mientras la práctica es evidencia de servicio a sus deseos inconfesos y al poder, la dimensión y profundidad de su vileza, robo sistemático, mentira sobre mentira y corrupción que se vende al mejor postor dejando ruborizada a la más experimentada prostituta y frustrado al más hábil ladrón.

De cada quien depende aprender la lección, comerse sus sapos, enmendar y reinventarse. Todas y todos nos reinventamos a lo largo de nuestras vidas, siempre que estemos dispuestos a pagar nuestra factura, dejar atrás todo aquello que nos ate con un pasado y trascenderlo para hallar nuestra misión en este tiempo y dimensión. Con aquello que nos distingue de otros seres: nuestro cuerpo, razón, sentimiento, corazón y alma.
Bienvenido año binario donde siempre estaremos acompañadas(os) con tu alegría, espontaneidad, erotismo, magnanimidad, desprendimiento, disposición,   intercambio, reciprocidad, trueque, cooperación, solidaridad, justicia, perdón y amor del bueno y por su puesto cero impunidad.

A cambio te ofrezco mi mano para asir otra mano, mi hombro para sostener a quien desfallece, mis brazos para acoger al cuerpo agotado, mis pies para seguir creando caminos nuevos, mi regazo para cubrir y cubrirme de inocencia,  mi vientre para engendrar esperanza, mi pensamiento para seguir descubriendo tus misterios, mi corazón para amar y tolerar aquello que no entiendo, mi piel para sentir aquello que no puedo tocar, mis oídos para escuchar con nitidez  y respeto, mis ojos para descubrir tras las tinieblas a la luz y amar sus colores, mi voz para hablar alto y a tiempo,  mi magia para ser punto de sinergia, mis dones para aliviar lo irresuelto, mi alma para agradecer cada milagro,  acoger y facilitar el tránsito entre muchas vidas.

Bienvenido año 2018, toma aliento y vierte tu alforja llena de oportunidades como retos que nos lleven a desplegar lo mejor de nosotras y nosotros. Con la luz en tus manos para mostrarnos que es nuestra elección tomar la senda de nuestros actos y el costo de las mismas, con el plazo claro, que no es para siempre sino sólo 360 días de los que ya me tomé seis con agradecimiento.