![]() |
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10208821064468264&set= rpd.1363198013&type=3&theater |
Luz Gladis
Vila Pihue, llegó a mi mundo uno de esos días
del primer quinquenio del siglo XXI, por los designios del universo que a momentos
me lleva hacia donde menos imagino con sólo una llamada. Donde no cuentan los planes, expertis o la voluntad, por cuanto prefiero pensar que son fuerzas del universo.
Hasta entonces conocía a la mujer andina a través de la migrante en la costa y aquellas con las que interactué eventualmente en zonas rurales.
Hasta entonces conocía a la mujer andina a través de la migrante en la costa y aquellas con las que interactué eventualmente en zonas rurales.
Las andinas
migrantes estaban principalmente afincadas en los conos periféricos de Lima, desplazándose como usuarias,
proveedoras o servidoras del centro y zonas residenciales. Algunas con más
arraigo costeño que las costeñas, más mazamorreras que las limeñas, al punto de
sustituir recuerdos y costumbres de sus orígenes por aquél que era su nuevo
hogar. Sin negar la presencia de aquellas que conquistaron la Gran Lima izando
banderas de cada pueblo, imponiendo o combinando culturas, prácticas, costumbres,
creencias hasta parir el crisol que hoy nos enorgullece en el mercado, música,
moda, cocina y la mixtura maravillosa de alimentos.
Frecuentemente
me interrogaba sobre el grupo que sepultó su ser andino con la migración ¿Cómo
se daba esa transmutación del ser a cambio de construir un ser no discriminado, devaluado y
marginal? ¿Qué factor lograba mimetizarlas hasta extirpar sus orígenes? ¿Cómo
vivían el desenraizamiento y la orfandad cultural?
Preguntas que siguieron flotando cuando incursioné en el mundo andino ya no desde la lectura sino disfrutando de cada trecho de su espacio para descubrirme como parte de una diáspora de mujeres andinas, con coincidencias como distancias entre sí y las migrantes.
Preguntas que siguieron flotando cuando incursioné en el mundo andino ya no desde la lectura sino disfrutando de cada trecho de su espacio para descubrirme como parte de una diáspora de mujeres andinas, con coincidencias como distancias entre sí y las migrantes.
Coincidían entre sí, en su arraigo y encarnación de Gaya -la tierra y todo lo que ella implica-.
El orgullo de pertenecer a una comunidad, estancia, pueblo, caserío, distrito,
provincia, región. El amor a sus ancestros y reproducción de costumbres y ritos
aun cuando eso significara la entrega y sometimiento a los suyos.
Diferenciándose en cómo enfrentaban y afrontaban su condición de ser mujer, madre, campesina, comunera, oligarca, pasajera, extranjera, pobre, rica, sola, soltera, casada, viuda, iletrada, letrada o intelectual. Desempeñarse como agricultora, ganadera, comerciante, artesana, artista, dirigente, líder, mujer de su casa. Sus modos de procesar la pérdida, dolor, tristeza, llanto, gratitud, alegría, danza y canto. Incluyendo el silencio, habla, acogimiento, rechazo. Donde el enfoque cultural y de género eran incipientes.
A las mujeres amazónicas, las conocí primero a través de mi compañera de estudios Adriana, quien
fungió de embajadora para mostrarnos un mundo distinto a los conocidos, con
mayor fluidez en expresar al ser, hacer, querer, sentir y resentir. Sin ese
atavío de mujeres costeñas y andinas por recubrir, disfrazar y disimular tanto
cuerpos como sentimientos, claro que se produjeron encuentros y desencuentros,
pero esa es otra historia.
Más adelante cuando me aproximé a la ceja de montaña y hundí en la amazonía, me confirmó que era un mundo diverso, misterioso, sencillo, complejo, extraño e inexpugnable. En realidad mi conexión fue elemental, principalmente con colonos(as) europeos y de extensión andina, conminados a trastocar o polarizar su propio ser en el centro de un ambiente tan exuberante como expuesto. En tanto que los hombres y mujeres amazónicas se difuminaban en la profundidad de la selva para posar de tanto en tanto al gusto del turista.
Tras mi largo tránsito
por los caminos y reflexiones del género podría ensayar en señalar que tanto mi
embajadora amazónicas como aquellas que conocí en las orillas del oriente
peruano, estaban despojadas de prácticas de doble moral de nuestra
sociedad seudo occidentalizada con sublimación del patriarcado que pasó de
largo, para asentarse en un claro de la profundidad amazónica, con la colonia
Alemana en Pozuzo[1].
Más adelante cuando me aproximé a la ceja de montaña y hundí en la amazonía, me confirmó que era un mundo diverso, misterioso, sencillo, complejo, extraño e inexpugnable. En realidad mi conexión fue elemental, principalmente con colonos(as) europeos y de extensión andina, conminados a trastocar o polarizar su propio ser en el centro de un ambiente tan exuberante como expuesto. En tanto que los hombres y mujeres amazónicas se difuminaban en la profundidad de la selva para posar de tanto en tanto al gusto del turista.
![]() |
http://blogs.upc.edu.pe/vu/posts/v05-06-exposicion-amazonia-con-rostro-de-mujer |
Patriarcado entendido
como sistema de relaciones alrededor de una ideología jerárquica encabezado por
el pater family, cuyos roles permiten
ocuparse de “los suyos”, representarlos, tomar decisiones y establecer
relaciones de sometimiento entre quienes dependen de él[2]. Condiciones
que se produjeron mínimamente a lo largo de la historia peruana a cambio se desarrolló el machismo[3], marianismo[4], padre
ausente[5], sexismo[6] y
racismo [7]. Conviviendo simultáneamente un sistema comunitario (sur andino), feudalista (trapecio andino) entroncado con el
oligárquico (norte) y el capitalismo neoliberal (grandes ciudades), donde el
rol de mujeres y relaciones de género está aún
por develarse en toda su complejidad.
Con Gladis
Vila, toda aquella aproximación a la mujer andina como amazónica quedó
empequeñecida. En la primera entrevista, me miró con desconfianza, tomando distancia, midiéndome.
Se reconocía como líder indígena andina,
para mí no había necesidad de un nombre y apellido en tal sentido, así que le
pedí se explicara obteniendo a cambio una clase magistral de interculturalidad.
Demostrándome la diferencia, entre ser mujer
indígena andina y mujer indígena
amazónica: “Somos hermanas porque pertenecemos a los pueblos indígenas,
pero somos distintas en nuestra lengua, percepción del mundo, nuestras
prácticas, necesidades, intereses y formas de vida”.
Gladis Vila, prontamente cambió su rol de entrevistada a entrevistadora, de
una forma sutil y firme para conocerme y leer en mi mensaje corporal, mi enfoque. Finalmente sentenció: “Como ves
Catalina, me he formado en la universidad de la vida, tu sabes tan poco de
nosotras como nosotras de ti”. La miré con respeto y admiración, porque
comprendí que ella se había apropiado de los elementos que muchas mujeres
migrantes se despojaban. Y en base a ellos se había hecho fuerte, grande e inquebrantable. Fuerza para cambiar condiciones de vida y ejercer derechos como mujeres indígenas andinas, empezando por ella misma. A eso es
lo que yo llamo empoderamiento real, aquel que deja de ser teoría para traducirse en gesto y acción. .
Gladis Vila, había transitado de ser una joven dirigente
en su pueblo hacia la atención a los intereses y necesidades de mujeres como los pueblos indígenas. Forjándose a lo largo de una década, en la identificación y defensa de sus derechos como género [8]
y sociedades milenarias[9], moviéndose con facilidad en espacios internacionales[10], donde
no sólo desarrolló conocimiento sino construyó un discurso, con notable conciencia
de quien era, a quienes representaba y sus propuestas, recolocando su agenda al interior de cada
agenda donde estaba presente.
![]() |
http://www.onamiap.org/2012/11/25-de-noviembre -un-ano-mas-de-lucha.html |
Gladis Vila, no se había “especializado” en términos de nuclear y reducir su
agenda a un tema aislado -el derecho de la mujer indígena-, lo relacionaba con
cada uno de los elementos y factores que involucraban a los pueblos indígenas,
el medio ambiente, los retos de la globalización y la economía de mercado, logrando
lo que muy pocos líderes habían alcanzado: una visión integral de las
oportunidades para ubicar los intereses y necesidades colectivas. Cuenta con capacidad para integrar e integrarse en los diversos escenarios y espacios el
tema mujer y pueblos indígena. Sin tanto anuncio conceptual,
transversalizaba su agenda desde la práctica concreta.
Gladis Vila, durante la sistematización de la primera década del TPMIAAP (Taller Permanente de Mujeres Indígenas
Andinas y Amazónicas del Perú)[11], no sólo miró el proceso transitado (1995- 2005), sino visualizó el futuro. Junto
con Melania Canales[12], se
propusieron arrancar al Estado la creación de las Defensorías Indígenas[13] y
conducir el desarrollo de sus pueblos. Donde las integrantes del TPMIAAP fueran
reconocidas y nombradas como Defensoras Indígenas[14].
Para Gladis
Vila, el TPMIAAP fue el espacio a través del cual se reconoció y afirmó
como mujer indígenas, proyectando tal condición con orgullo hacia otras mujeres
del globo[15],
en tanto los grupos de organizaciones de las mujeres urbanas se miraban el
ombligo y hacían zancadillas para emerger unas más que otras en un reducido trecho que
les había cedido la convencional práctica política partidaria, ella y sus
compañeras se miraban en el espejo de las mujeres globalizadas para afirmarse
en quienes eran.
Gladis Vila, junto a las mujeres TPMIAAP descubrieron su derecho a tener derecho como
mujeres sin dejar de ser indígenas, 25 años después de las mujeres urbanas, por
cuanto su proceso de concientización y construcción de perfil con agenda propia
se produjo intensa y aceleradamente. Mostrando los efectos multiplicadores del
coaprendizaje y el encuentro con otras mujeres de similares experiencias
desperdigadas por el planeta.
![]() |
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1292132004145882&set=rpd. 1363198013&type=3&theater |
A Gladis
Vila y las mujeres indígenas amazónicas y andinas, les llevó menor tiempo reconocer el valor
y la necesidad de una organización nacional enlazada con la región y el
planeta, por eso es que formaron ONAMIAP (Organización Nacional de Mujeres
Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú) llegando a ser su principal dirigente[16]. En
cuyo proceso ha madurado el pensamiento, práctica y estrategia[17].
Gladis Vila, por tanto no es una recién llegada a la política, puesto que su
ser y quehacer es intrínsecamente político. Su trayectoria y liderazgo es
producto de una dinámica intensa de trabajo hacia adentro como afuera en lo personal y colectivo: pueblo y organización. Con estrategias locales e internacionales, entablando
procesos de negociación de agendas donde ha aprendido a desplegar abogacía,
incidencia, negociación, estrategia para posicionar la agenda de las mujeres[18] y los
pueblos indígenas[19].
Gladis Vila, al incursionar en este tiempo como parte de la contienda
previa para ser elegible como congresista[20], revela
de sí el convencimiento que es tiempo que las mujeres indígena andina recoloque
en la escena del país esa dimensión orgullosas de ser quienes son, que no
requieren negarse a sí mismas para brillar con propia luz y aporte[21], porque
este país es grande en tanto posee el crisol de sus mujeres y hombres que es su riqueza, cuyas diversas miradas y prácticas es su principal fortaleza
en un mundo globalizado que amenaza por unicidad.
![]() |
http://servindi.org/actualidad/146931 |
Gladis Vila, muchos éxitos en este tiempo y el futuro que será tuyo y de las
diversas mujeres del Perú profundo, que es más grande que la anquilosada
práctica partidaria de quienes han gobernado el país, mostrando un solo rostro
indígena caricaturizado, empobrecido y envilecido. Del cual se ocupa sólo en
elecciones creyéndose que no tienen discernimiento, memoria y capacidad de
decisión.
Gladis Vila, bajo el concepto de hermandad que aprendí de ti y las hermanas
amazónicas como andinas, pido a los dioses y las diosas de nuestros antepasados:
al apu mayor San Cristóbal de Lima, al mayu Rímaq, a la mama Qhucha sumergida bajo el municipio de San Juan de Lurigancho, a la mama killa
y el taita Inti, que te acompañen en
este nuevo proceso, te inspire, irradie y limpie el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario, aliciente a continuar dialogando