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martes, 18 de junio de 2019

MAS BLACK & WHITE MENOS MONKY MAN

Tarzán era una de mis historietas favoritas entre los seis y ocho años, cada fin de semana mi padre me proveía número a número todas sus secuencias. Yo esperaba con ansias el sábado, encantada por saber más de cómo sobrevivía un bebé dentro de una selva inhóspita, al cuidado de una tribu de gorilas, hasta hacerse más fuerte y poderoso que un gorila e inclusive que el rey león. Eso no me quedaba tan claro, de cómo un rey de la selva, se somete a un seudo gorila. 


Imaginaba que todo podía ser posible, en un lugar oscuro, descocido, tétrico, espantoso y amenazante, como debía ser la selva, mi ignorancia de la misma y las revistas en blanco y negro acrecentaban mi temor imaginario, al mismo tiempo que agigantaban la valentía de Tarzán.


Cuando tuve la primera obra en mis manos, supe que no fue su mamá gorila quien lo nombró Tarzán, sino Edgar Rice Burroughs (1912) y que no significaba hombre mono (Monky Man) sino hombre blanco. Mi segunda sorpresa fue que era un autor de origen norteamericano y no inglés, en tercer lugar que nunca conoció Inglaterra ni el continente africano. Así que me quedé con la interrogante de cómo alguien que no era inglés nos contaba una historia inglesa y mostraba una selva que desconocía, allí es donde caí en el contenido del concepto historieta, que de ningún modo era historia (registros de un pasado que existió), sino el remedo de ella, con espacio para graficar y escribir nuestra imaginación, una magia que algún día yo haría. 

No sé si por este descubrimiento o porque fue mi lectura de niña que se agotó en ella, ya no me atrajo más la obra de Tarzán quedándome sólo en la primera de cuatro novelas “Tarzán de los Monos” (1914). Cuando vi la primera película con James Pearce, sentí que se aproximaba a la imagen que guardé de niña, sin la magia de entonces, seguramente porque la lectura hace que nuestra imaginación supere a la del productor de cine. 

Me dije que mucho de aquello no debía ser ni ligeramente posible. Pensé que el autor seguramente sustituyó a la soga por lianas como medio de incrementar la velocidad de Tarzán por toda la selva, tomando ventaja a animales más veloces que él, que en verdad no podía nadar sin ahogarse en ríos tan caudalos. Al conocer la selva, lo que menos pude hallar fueron lianas, facilidad para caminar en zonas vírgenes sin un machete y mucho menos atravesar a nado el Huallaga, Río Negro o Amazonas. 

Cuando comprendí las historias de colonización americana, entre ellos el nuestro y los EE.UU., recordé nuevamente a Tarzán, para ilustrar el sentimiento de los descendientes de colonizadores que se siente migrantes permanentemente, de paso en su país origen, esperando el tiempo suficiente de enriquecimiento para el retorno, teniendo como ilusión de alcanzar la gloria y reconocimiento futuro, mientras insistían afirmar las costumbres del país que expectoró a sus ancestros, aquellos que no tuvieron posibilidades ni oportunidad para sobrevivir en su tiempo.

Por eso, antes de construir y valorar quien eran en realidad, Edgar Rice atribuía a Inglaterra -país que añoraba-,  todo el heroísmo, valentía y valores que probablemente no percibía o subvaluaba en sí mismo y los norteamericanos de inicios de siglo XX, dejando de pincelar en sus narrativa, la cultura mestiza de norteamericana de migrantes ingleses pobres y  colonizadores de indios americanos, para centrarse en aquella oficial, la de aristócratas y académicos ingleses hechos exploradores y "estudiosos" de otros hombres  junto a sus pueblos a ser esclavizados, con sus altas y bajas internas. Con sus ambiciones de colonización y sobrevivencia en nuevos habitad al igual que Tarzán, un hombre mono que no dejó de ser nombrado hombre blanco encubiertamente, porque muy en el fondo pueda que inconscientemente  filtraba en su historia aquel sentir de mestizo inglés, de quien nació norteamericano, sintiéndose migrante, sobreviviente y lleno de melancolía por aquella madre patria que lo expatrió

Este fin de semana vi la última versión “La Leyenda de Tarzán”, producida por David Yates (2016), me percaté que había perdido el cincuenta por ciento de aquel enfoque inglés impregnado por Rice y cuasi dos tercios de su historieta. Si bien Tarzán seguía asociado a la condición de sobreviviente inglés, era encarnado por el sueco Alexander Skarsgård, aun atrapado en el papel de vampiro con su elevación cuasi mágica hacia la rama de un árbol con capa y botas (Tarzán lo habría trepado), su coprotagonista Margot Robbie (Jane), era el prototipo norteamericano en femenino, al igual que el negro  doctor George Washington Williams, encarnado por Samuel Leroy Jackson. 

En la trama Jane pierde su extracción inglesa original, apareciendo como la hija de un educador norteamericano cuyo recuerdo del encuentro con Tarzán se muestra en formato  cuento de hadas en medio de la selva. El villano Capitán Rom (Christoph Waltz) representa la maldad asociada con la ambición proyectada, esta vez, más belga que inglés o norteamericano, triangulando al hombre blanco por todos los lados. La ambición de ayer como hoy, es el poder y apropiarse de los diamantes, símbolo de la riqueza africana y el sometimiento de su población, sea esta humana o animal, que si bien es la mayor amenaza queda de lado, por el truculento rescate romántico de Jane. 

Ver a un Tarzán, en la imagen simbólica de la raza aria tan valorada por Hitler que justificó su xenofobia, excepcionalmente alto, esbelto y vestido de lord, a momentos desnudo y muy lejos del Tarzán que James Pearce hizo leyenda. Junto a una Jane revestida de blanco desde el inicio hasta el final de la película, variando en tonos hasta el percudido, en su papel de damisela en peligro. Apoyado por la sabiduría y manejo bélico de un negro culto y persistente como George. Pasando por el rito de acogida de la tribu de referencia en blanco y negro; el desenlace de una deuda ancestral entre tribus de humanoides gorilas y humanos en lucha salvaje de blanco y negro, hasta un final con abrazo entre el lord blanco y doctor negro. 

Me deja la sensación, del alejamiento definitivo de sus orígenes en la forma, pero explícitamente lejos de la historia y realidad de un país norteamericano actual y de inicios del siglo XX, es decir, la historieta persistentemente enajenada en el fondo, no asumiéndose como migrante, colonizador, hoy aquejado de amnesia histórica, construye muros buscando sentirse a salvo de sí mismo, bajo su nueva idea de raza y sociedad predominante, impone sanciones y vetos comerciales de todo que nos sea Made In USA, mientras implanta libre mercado mediante TLC y condena la exigencia mínima de pasaporte en otras fronteras. 

La Leyenda de Tarzán, me deja esa sensación de una película más a lo black & white y menos monky man, no por la ausencia de colores o gorilas en escena, sino la secuencia recurrente entre lo blanco y negro como continuum, más próximo a aquellas fiestas de clase media jugando a ser aristocrática, que nunca llegarán a serlo –salvo en el cuento de la cenicienta-, no sólo por falta de abolengo de sus protagonistas, sino porque en un mundo global de una era digital, son cuasi extintos. 

Revelándome hoy como ayer, la melancolía con su toque holiwoodense de David Yates por lo inexistente y su auto enajenado en versión digital, como aquella que inspiró a Edgar Rice hace más de un siglo, cuando empezó a elaborar las historietas de Tarzán en papel amarillento pensado y dirigido al consumo masivo.

domingo, 10 de enero de 2016

GLADIS VILA, SER SIN RENUNCIAR A SER MUJER INDIGENA ANDINA

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Luz Gladis Vila Pihue, llegó a mi mundo uno de esos días del primer quinquenio del siglo XXI, por los designios del universo que a momentos me lleva hacia donde menos imagino con sólo una llamada. Donde no cuentan los planes, expertis o la voluntad, por cuanto prefiero pensar que son fuerzas del universo. 
Hasta entonces conocía a la mujer andina a través de la migrante en la costa y aquellas con las que interactué eventualmente en zonas rurales.
Las andinas migrantes estaban principalmente afincadas en los conos periféricos de Lima, desplazándose como usuarias, proveedoras o servidoras del centro y zonas residenciales. Algunas con más arraigo costeño que las costeñas, más mazamorreras que las limeñas, al punto de sustituir recuerdos y costumbres de sus orígenes por aquél que era su nuevo hogar. Sin negar la presencia de aquellas que conquistaron la Gran Lima izando banderas de cada pueblo, imponiendo o combinando culturas, prácticas, costumbres, creencias hasta parir el crisol que hoy nos enorgullece en el mercado, música, moda, cocina y la mixtura maravillosa de alimentos.
Frecuentemente me interrogaba sobre el grupo que sepultó su ser andino con la migración ¿Cómo se daba esa transmutación del ser a cambio de construir un ser no discriminado, devaluado y marginal? ¿Qué factor lograba mimetizarlas hasta extirpar sus orígenes? ¿Cómo vivían el desenraizamiento y la orfandad cultural? 
Preguntas que siguieron flotando cuando incursioné en el mundo andino ya no desde la lectura sino disfrutando de cada trecho de su espacio para descubrirme como parte de una diáspora de mujeres andinas, con coincidencias como distancias entre sí y las migrantes.
Coincidían entre sí, en su arraigo y encarnación de Gaya -la tierra y todo lo que ella implica-. El orgullo de pertenecer a una comunidad, estancia, pueblo, caserío, distrito, provincia, región. El amor a sus ancestros y reproducción de costumbres y ritos aun cuando eso significara la entrega y sometimiento a los suyos. Diferenciándose en cómo enfrentaban y afrontaban su condición de ser mujer, madre, campesina, comunera, oligarca, pasajera, extranjera, pobre, rica, sola, soltera, casada, viuda, iletrada, letrada o intelectual. Desempeñarse como agricultora, ganadera, comerciante, artesana, artista, dirigente, líder, mujer de su casa. Sus modos de procesar la pérdida, dolor, tristeza, llanto, gratitud, alegría, danza y canto. Incluyendo el silencio, habla, acogimiento, rechazo.   Donde el enfoque cultural y de género eran incipientes.
A las mujeres amazónicas, las conocí primero a través de mi compañera de estudios Adriana, quien fungió de embajadora para mostrarnos un mundo distinto a los conocidos, con mayor fluidez en expresar al ser, hacer, querer, sentir y resentir. Sin ese atavío de mujeres costeñas y andinas por recubrir, disfrazar y disimular tanto cuerpos como sentimientos, claro que se produjeron encuentros y desencuentros, pero esa es otra historia. 
Más adelante cuando me aproximé a la ceja de montaña y hundí en la amazonía, me confirmó que era un mundo diverso, misterioso, sencillo, complejo, extraño e inexpugnable. En realidad mi conexión fue elemental,  principalmente con colonos(as) europeos y de extensión andina, conminados a trastocar o polarizar su propio ser en el centro de un ambiente tan exuberante como expuesto. En tanto que los hombres y mujeres amazónicas se difuminaban en la profundidad de la selva para posar de tanto en tanto al gusto del turista.

http://blogs.upc.edu.pe/vu/posts/v05-06-exposicion-amazonia-con-rostro-de-mujer
Tras mi largo tránsito por los caminos y reflexiones del género podría ensayar en señalar que tanto mi embajadora amazónicas como aquellas que conocí en las orillas del oriente peruano, estaban despojadas de prácticas de doble moral de nuestra sociedad seudo occidentalizada con sublimación del patriarcado que pasó de largo, para asentarse en un claro de la profundidad amazónica, con la colonia Alemana en Pozuzo[1].

Patriarcado entendido como sistema de relaciones alrededor de una ideología jerárquica encabezado por el pater family, cuyos roles permiten ocuparse de “los suyos”, representarlos, tomar decisiones y establecer relaciones de sometimiento entre quienes dependen de él[2]. Condiciones que se produjeron mínimamente a lo largo de la historia peruana a  cambio se desarrolló el machismo[3], marianismo[4], padre ausente[5], sexismo[6] y racismo [7]. Conviviendo simultáneamente  un sistema comunitario (sur andino),   feudalista (trapecio andino) entroncado con el oligárquico (norte) y el capitalismo neoliberal (grandes ciudades), donde el rol de mujeres y relaciones de género   está aún por develarse en toda su complejidad.

Con Gladis Vila, toda aquella aproximación a la mujer andina como amazónica quedó empequeñecida.  En la primera entrevista, me miró con desconfianza, tomando distancia, midiéndome. Se reconocía como líder indígena andina, para mí no había necesidad de un nombre y apellido en tal sentido, así que le pedí se explicara obteniendo a cambio una clase magistral de interculturalidad. Demostrándome la diferencia, entre ser mujer indígena andina y mujer indígena amazónica: “Somos hermanas porque pertenecemos a los pueblos indígenas, pero somos distintas en nuestra lengua, percepción del mundo, nuestras prácticas, necesidades, intereses y formas de vida”.

Gladis Vila, prontamente cambió su rol de entrevistada a entrevistadora, de una forma sutil y firme para conocerme y leer en mi mensaje corporal, mi enfoque. Finalmente sentenció: “Como ves Catalina, me he formado en la universidad de la vida, tu sabes tan poco de nosotras como nosotras de ti”. La miré con respeto y admiración, porque comprendí que ella se había apropiado de los elementos que muchas mujeres migrantes se despojaban. Y en base a ellos se había hecho  fuerte, grande e inquebrantable. Fuerza para cambiar condiciones de vida y ejercer derechos como mujeres indígenas andinas, empezando por ella misma. A eso es lo que yo llamo empoderamiento real, aquel que deja de ser teoría para traducirse  en gesto y acción. .

Gladis Vila, había transitado de ser una joven dirigente en su pueblo hacia la atención a los intereses y necesidades de mujeres como los  pueblos indígenas. Forjándose a lo largo de una década, en la identificación y defensa de sus derechos como género [8] y sociedades milenarias[9],  moviéndose con facilidad en espacios internacionales[10], donde no sólo desarrolló conocimiento sino construyó un discurso, con  notable conciencia de quien era, a quienes representaba y  sus propuestas, recolocando su agenda al interior de cada agenda donde estaba presente.

http://www.onamiap.org/2012/11/25-de-noviembre
-un-ano-mas-de-lucha.html
Gladis Vila, no se había “especializado” en términos de nuclear y reducir su agenda a un tema aislado -el derecho de la mujer indígena-, lo relacionaba con cada uno de los elementos y factores que involucraban a los pueblos indígenas, el medio ambiente, los retos de la globalización y la economía de mercado, logrando lo que muy pocos líderes habían alcanzado: una visión integral de las oportunidades para ubicar los intereses y necesidades colectivas. Cuenta con  capacidad para integrar e integrarse en los diversos escenarios y espacios el tema mujer y pueblos indígena. Sin tanto anuncio conceptual, transversalizaba su agenda desde la práctica concreta.

Gladis Vila, durante la sistematización de la primera década del TPMIAAP (Taller Permanente de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú)[11], no sólo miró el proceso transitado (1995- 2005), sino visualizó el futuro. Junto con Melania Canales[12], se propusieron arrancar al Estado la creación de las Defensorías Indígenas[13] y conducir el desarrollo de sus pueblos. Donde las integrantes del TPMIAAP fueran reconocidas y nombradas como Defensoras Indígenas[14].

Para Gladis Vila, el TPMIAAP fue el espacio a través del cual se reconoció y afirmó como mujer indígenas, proyectando tal condición con orgullo hacia otras mujeres del globo[15], en tanto los grupos de organizaciones de las mujeres urbanas se miraban el ombligo y hacían zancadillas para emerger unas más que otras en un reducido trecho que les había cedido la convencional práctica política partidaria, ella y sus compañeras se miraban en el espejo de las mujeres globalizadas para afirmarse en quienes eran.

Gladis Vila, junto a las mujeres TPMIAAP descubrieron  su derecho a tener derecho como mujeres sin dejar de ser indígenas, 25 años después de las mujeres urbanas,  por cuanto su proceso de concientización y construcción de perfil con agenda propia se produjo intensa y aceleradamente. Mostrando los efectos multiplicadores del coaprendizaje y el encuentro con otras mujeres de similares experiencias desperdigadas por el planeta.

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A Gladis Vila y las mujeres indígenas amazónicas y andinas, les llevó menor tiempo reconocer el valor y la necesidad de una organización nacional enlazada con   la región y el planeta, por eso es que formaron ONAMIAP (Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú) llegando a ser su principal dirigente[16]. En cuyo proceso ha madurado el pensamiento, práctica y estrategia[17].

Gladis Vila, por tanto no es una recién llegada a la política, puesto que su ser y quehacer es intrínsecamente político. Su trayectoria y liderazgo es producto de una dinámica intensa de trabajo hacia adentro como afuera  en lo personal y colectivo: pueblo y organización. Con estrategias locales e internacionales, entablando procesos de negociación de agendas donde ha aprendido a desplegar abogacía, incidencia, negociación, estrategia para posicionar la agenda de las mujeres[18] y los pueblos indígenas[19].

Gladis Vila, al incursionar en este tiempo como  parte de la contienda previa para ser elegible como congresista[20], revela de sí el convencimiento que es tiempo que las mujeres indígena andina recoloque en la escena del país esa dimensión orgullosas de ser quienes son, que no requieren negarse a sí mismas para brillar con propia luz y aporte[21], porque este país es grande en tanto posee el crisol de sus mujeres y hombres que es su riqueza, cuyas diversas miradas y prácticas es su principal fortaleza en un mundo globalizado que amenaza por unicidad.

http://servindi.org/actualidad/146931
Gladis Vila, muchos éxitos en este tiempo y el futuro que será tuyo y de las diversas mujeres del Perú profundo, que es más grande que la anquilosada práctica partidaria de quienes han gobernado el país, mostrando un solo rostro indígena caricaturizado, empobrecido y envilecido. Del cual se ocupa sólo en elecciones creyéndose que no tienen discernimiento, memoria y capacidad de decisión.

Gladis Vila, bajo el concepto de hermandad que aprendí de ti y las hermanas amazónicas como andinas, pido a los dioses y las diosas de nuestros antepasados: al apu mayor San Cristóbal de Lima, al mayu Rímaq, a la mama Qhucha sumergida bajo el municipio de San Juan de Lurigancho, a la mama killa y el taita Inti, que te acompañen en este nuevo proceso, te inspire, irradie y limpie el camino.






martes, 23 de junio de 2009

ONCE DE JUNIO: GASES, TANQUES Y CABALLERÍA

En el noveno año del siglo XXI, al medio día del once de junio, nuevamente la histórica plaza Dos de Mayo en Lima, es centro de encuentros y reencuentros de ciudadanas/os de a pie. Se han dado cita sin mediar invitaciones ni confirmaciones. Todas y todos han tomado iniciativa para estar presente, motivadas/os por esa vocación histórica que en su momento venció al temor ante la defenestración del Tribunal Constitucional[1], hizo zozobrar la re-reelección del ultimo súbdito japonés[2], frenar desatinos en políticas públicas e ingerencia entre poderes[3], llamar en alerta ante la corrupción[4] que pugnaba por posicionarse abierta y descarnadamente, logrando en mas de un caso, hacer retroceder los desatinos y las ebriedades políticas como sucedió con la ley que sumaba las detenciones domiciliarias como efectivas[5].

Muchas/os se han movilizado colectivamente y tantas/os más personalmente, pertenecer a una u otra agrupación, gremios o partidos dejo de ser prerrequisito, sólo basta ser y sentirse peruana/o con duelo por el cinco de junio y dolor por todos los costados, aun cuando tiene riesgos de infiltraciones. Basta recordar a peruanos igualados en la muerte, persistiendo distancias entre sus sobrevivientes, comparten la certeza de que pudo evitarse. La movilización es de solidaridad, duelo, exigencia y apuesta. Solidaridad con la agenda y lucha de los pueblos amazónicos, duelo por las vidas absurdamente sacrificadas, exigencia de la intangibilidad de la amazonía y apuesta por la paz. Cuanta dignidad adquiere la movilización de un pueblo, a diferencia de prácticas que congregan portátiles a cambio de un monto miserable o una dádiva.

Las delegaciones vienen del norte, sur, este, oeste y centro. Cada quien ha organizado creativamente sus símbolos, mensajes y manejo del espacio, pero la consigna es única, mostrar que la imposición, represión, abuso e impunidad no volverá a posicionarse del país como lo hizo en los ochenta y noventa. Nadie a nombre de la paz, volverá a llenar cementerios de peruanas/os NN, con cuerpos desnudos, uniformados o ropas raídas. Tampoco volverán a fundarse cementerios improvisados en colinas desoladas, basurales, ríos o aeropuertos, ocultando despojos o solo restos calcinados de hermana/os. El objetivo es uno sólo, elevar la voz tan alta para recordar que el poder es efímero a quienes esgrimen el poder y que al cierre habrán que rendir cuentas, que asuman de una vez por todas que no hay jerarquía de ciudadanas/os y quienes recurren a esta idea están desubicados en tiempo y lugar.

Agrupaciones, mujeres y hombres de todas las edades, se acercan unos a otros, cual hilo de agua que forma riachuelos, hasta hacerse una fuente que crece, se desborda y construye su cauce. Desplazándose estruendosamente, con la fuerza que proviene de su crecida para luego adoptar un ritmo sostenido. Hasta dar vida al lenguaje de selva entre pavimento y edificios de la ciudad, unido al canto de protesta. Tiene sonido de aves, torrentes y cascadas. Cánticos e instrumentos amazónicos emitiendo melodías alegres, es una fiesta, donde no ha faltado nadie, inclusive un fiscal, la policía y hasta espectadores que sonríen, animan y aplauden.

El dios Inti de los Incas (oriatsiri en arawa, kuarahý enTupi-Guaraní, Zari en Candoshi, bari en shipibo-konibo), brilla complacido sobre el mar de gente que se desplaza por la vena principal del centro de Lima la Gris. La avenida Abancay está desbordante en su vía de sur a noreste, luce distinta de quien tomo el nombre, la ciudad encaramada en los andes apurimenses, aquella tiene un cielo azul y límpida, este ha disipado por la magia del momento su vestido gris de smog, que parece haber tomado otro rumbo, pueda porque el transito es inexistente o se está detenido.

Con pasos firmes y el corazón desbocado avanzan mujeres y hombres, bajo el brillo del astro rey, los colores vivos de las banderolas y pancartas que también gritan en silencio ¡La Selva No se Vende, La Selva se Defiende!, ¡Por la vida y por la Paz!, ¡Policías e Indígenas somos Hermanos sacrificados!, ¡Hermano dame tu mano, construyamos juntos la Paz!, ¡El Amazonas es de toda la Humanidad!. Un camión con altoparlantes y megáfonos ánima el paso a más de diez mil almas que se desliza hacía el Congreso, desoyendo a la oficialidad uniformada en su advertencia que la libertad y protesta no incluye al edificio del Congreso.

Veladamente, se refiere a cuatro barreras difícil de atisbar desde una línea recta que mantiene la marcha, solo es visible un bloqueo de tanquetas rompe manifestaciones, que encubre cuatro cordones de represión para detener la manifestación y dispersarla, callarla. El primer grupo detrás de las tanquetas, corresponde a policías de asalto férreamente armados con armas de fuego, perdigones y bombas lacrimógenas. La segunda barrera, es de policía montada, tan nerviosa y tensa como sus cabalgaduras. La tercera, es de policías con escudos de protección y finalmente, un cuarto contingente de policías que esgrime su cuerpo como barrera, acordonando al Congreso de La República, especialmente su lado frontal, cuya protección personal pareciera ser principalmente simbólica, una soga irónicamente roja, atado a famélicos troncos de sauces infantes que pugnan por sobrevivir.

Están las barreras de policías que todos han visto sin mirar, los que bloquean ambos ingreso de jirones que desembocan en la Av. Abancay: Simón Rodríguez, Junín, Huallaga, Ucayali, Miroquezada, Cusco, Puno y Nicolás de Piérola, denominaciones de calles detenidas que evocan imágenes simbólicas de otras luchas fundacionales por la libertad, reeditadas en otras contemporáneas por justicia, democracia, libertad y paz.

La confrontación es inminente, solo hace falta una chispa que lo estalle. Y como por arte de magia, esta se enciende con una bomba molotov
[6], que emerge del centro de la movilización entre Huallaga y Ucayali, nadie más que aquel que lo lanzó y quienes a su lado se percataron conoce la mano. Pero quienes estaban en el lugar no pudieron dejar de oír su estruendo, como los disparos de gases que la repelieron y el quiebre de la ventana de aquel bus, cuando una bomba lacrimógena ingresó en su interior ahogado y creando pánico entre pasajeros.

Lo pacífico de la movilización se advertía en los rostros de mujeres y hombres, en sus atuendos e instrumentos musicales, por cuanto la mano inocua, sola podía ser efecto de infiltración, sea para aprovechar el escenario para objetivos inconfesos o justificar la represión desmesurada cuyos antecedentes de inicios de siglo
[7], cobraron vidas inocentes. En este caso, no hubo que lamentar decesos, aun cuando la represión fue agresiva y violenta, buscando desmembrar la movilización e inmovilizarla sin considerar edades, sexos, razas ni credos. Son testigo de ello, quienes sufrieron en carne propia las magulladuras de una violencia desmesurada.

Desmembrada la movilización desde el centro y sus cuatro puntos cardinales, reeditando simbólicamente el sacrificio del Inkari
[8]. La magia de la fe y convicción de la protesta superó al mito, dando vida a creativas reagrupaciones para seguir protestando, esta se produjo por ambas paralelas de Abancay. Todo Ayacucho, Grau hasta desembocar en Palacio de Justicia y luego la Plaza San Martín, sucedió otro tanto con quienes tomaron Azángaro, otros Emancipación y Nicolás de Piérola, también hasta la plaza San Martín.

El transitar reagrupado, permitió una mayor publicitación de la agenda, aplausos espontáneos de transeúntes y la suma de algunos tan indignada/os, apasionadas/os o simplemente motivada/os. La plaza San Martín, permitió un apresurado balance colectivo y público, pero principalmente la prospección de una serie de luchas y medidas de corto plazo. Quienes lograron llegar sobreponiéndose a la represión y sorpresa, pudieron celebrar la victoria de la democracia cuando la verdad y justicia se han hecho parte de la causa. Habrá que volver a creer y crear la magia de remendar y entrelazar sueños, volver la vista hacia registros de sueños pendientes
[9] que esperan de miradas escudriñadoras y propositivas en nuevas generaciones.

Nuevas luchas tendrán que darse y sostenerse, es tiempo de no bajar la guardia, porque la democracia secuestrada de los noventa no está a salvo ni resguardada por quienes han hecho del poder un vilipendio, de la política una transacción, de la representación una pantomima, del servicio público oportunidad de saqueo, de la justicia la impunidad, de leyes y mecanismos de poderes un sistema de corrupción.

Habrá que revisar con detenimiento estrategias, prácticas de formación e información, mejorar la organización, aprender a concertar y buscar la unidad para no reaccionar y ser favorecidos por la coyuntura, sino establecer objetivos precisos, acumulativos y recuperar formas de luchas ensayadas largamente por mujeres organizadas en la sobrevivencia en tiempos del oscurantismo, la fe para enarbolar la paz y animar los pasos, la imaginación de jóvenes de décadas atrás, de obreras/os y vivanderas de hace más de un siglo, para hacer uso a favor de las luchas populares las imágenes simbólicas de nuestros mitos, leyendas y aprendizajes cotidianos.


Lima, 12 de Junio del 2009

[1]http://www.colectivojuventud.org/wp-content/uploads/2009/05/peru-christian-pardo-paper.pdf, http://www.christianpardo.com/doc_g.doc,[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Marcha_de_los_Cuatro_Suyos, domingo, 14 de junio de 2009[3] http://www.agenciaperu.com/actualidad/2002/jul/olivera_arequipa.htm
[4] http://www.agenciaperu.com/actualidad/2005/jul/ap_planton.htm
[5]http://www।agenciaperu.com/actualidad/2005/jul/congreso_leyarresto.htm,http://74.125.47.132/search?q=cache:xFOxXq13fOEJ:www.aprodeh.org.pe/sem_verdad/documentos/ydespues/86.pdf+movilizaci%C3%B3n+lima+por+ley+que+suma+la+detenci%C3%B3n+domiciliaria&cd=3&hl=es&ct=clnk&gl=pe
[6] http://berthoalain.wordpress.com/2009/06/12/affrontements-a-lima-juin-2009/, http://www.peruinside.com/2009/06/11/disturbios-y-violencia-en-el-centro-de-lima/,[7] http://www.caretas.com.pe/2000/1631/web/incendio/68-1.jpg,
“Esta demostrado que el incendio del Banco de la Nación fue ordenado por Montesinos y no es conjetura mía…”,
http://peru21.pe/noticia/268861/fallo-contra-fujimori-entenderse-como-resultado-debido-proceso
[8] http://www.peruchay.com/2006/09/la-leyenda-de-los-queros.html, http://blogs.gamefilia.com/starwig-ii/17-04-2009/21732/mitos-y-leyendas-del-peru, [9] Flores Galindo, Alberto "Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes" Instituto de Apoyo y Democracia, Lima, 2004.