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miércoles, 26 de junio de 2019

DOS TIROS POR LA CULATA DEL FUNDAMENTALISMO


Hace algunos días comentaba en un grupo online cerrado, a cerca de como el tiro le salió por la culata a la oposición fundamentalista del aprofujimorismo y sus incondicionales de turno, cuando reaccionaron censurando al compromiso y la alineación del Ejército Peruano con la campaña para erradicar la violencia contras las mujeres, a través del uso simbólico de un mandil rosado, como parte del programa "Fuerza sin violencia", cuyo objetivo es sensibilizar a los miembros de las Fuerzas Armadas (FFAA) respecto a las causas y consecuencias de la violencia de género, desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), motivando que a lo largo de estos días se produjeran posiciones a favor y en contra.

Si nos detenemos en el significado de mandil, hallaremos que es una palabra cuyo orígenes se remiten al árabe hispánico mandíl, derivado del árabe clásico mandīl o mindīl, este a su vez del arameo mandīlā cuya palabras raíz sería el latín mantīle o mantēle, para referirse a una 'toalla' o ‘paño de manos'. En español del siglo XXI, la Real Academia Española (RAE) le atribuye hasta cinco referentes, siendo el más cercano al tema: nombre masculino del delantal, que es una segunda prenda para proteger la ropa[1].

Descifrado el significado literal del mandil, puesto no aporta mucho para entender la controversia, revisemos el significado de rosa. La RAE nos refiere que proviene del latín rosa con hasta trece significados y catorce y más derivados compuestos. En la línea del tema, la décima acepción lo refiere como adjetivo del color rojo muy pálido, como de la flor rosa común[2]. Asociando ambas palabras: Mandil Rosa, tendría como significado que se trata de una segunda prenda de color rojo pálido para proteger la ropa.

Hasta este punto no hay misterio ni complejidad simbólica de vestir un mandil rosa, independiente de si este se coloca sobre una ropa diaria, de gala, uniforme; que explique tal escándalo, por cuanto hace falta explorar en el significado “escabroso” más allá de prenda sobre prenda y del rosa más allá de su color.

Antecediendo a la definición de mandil, está el delantal, una palabra compuesta: ‘De delante’ que se atribuye a una prenda de vestir que con peto (pechera) o sin él, es atada a la cintura, siendo usada para proteger la ropa en tareas domésticas o profesionales. Mientras que el rosa, como color podría ser también enlazado con el primer referente: el femenino de flor del rosal, notable por su belleza y la suavidad de su fragancia, atribuyendo ese contenido a una prenda de vestir y la persona según a su género. Si añadimos un tercer significado al color rosa que proviene de la última referencia de la RAE: adjetivo coloquial que en español le pertenece o es relativo a homosexuales. El panorama tiende a despejarse.

Visto así el mandil rosa, pasó de ser una prenda sobre prenda de rojo pálido, a delantal rosa flor, que revelaría el comportamiento sexual de quien lo use.

Este significado construido,  implícito e innombrable, sería aquel que está en la base de las reacciones de rechazo, cuestionamiento y alaridos que han esgrimido ante la foto de autoridades del ejército con delantales rosa, pidiendo rueden las cabezas de los(as) responsables, sin mayor éxito hasta el momento, salvo los misterios del universo.

Motivando que como respuesta se devele aquello implícito e innombrable, como falso, puesto que el vestido no define la identidad ni el ser, sin embargo sirve de canal para demostrar aquellos prejuicios basados en estereotipos y atributos relacionados con el género, donde se sostiene y reproduce la violencia contra la mujer. 

Si bien el mandil rosa, ocupó el primer lugar en su significado y significante del conflicto, en el otro extremo la discusión de la Campaña Hombres Por la Igualdad, permitió que visibilizar las políticas públicas para erradicar la violencia contra la mujer, junto a sus implicancias políticas, sociales, culturales y de género[3].

Esta confrontación de posiciones, produjo algo inesperado para los actores, una mayor difusión, conocimiento y adeptos(as) inimaginados respaldando la campaña, logrando que se posicionará por unos días como agenda en los medios de comunicación, el debate público y mercado, logrando aquello que no había alcanzado en más de tres años se ha producido en 10 días (18 y 28 de junio).

Hemos asistido a lo largo de estos días a una sostenida discusión sobre el tema hasta la sensura al punto que un programa de TV de cable con un conductor tipo macho alfa fue cerrado, consiguiento aquello que  pese a la protesta de un sector ciudadano se mantenía [4].
Los argumentos de forma, fondo y sustento que diversas mujeres y hombres han dado al respecto, mi balance es que esta primera etapa de controversia ha permitido visibilizar y posicionar la campaña. Siendo un tiro por la culata de sus detractores.

El tiro por la culata del mandil rosa, en realidad sería el segundo desacierto de quienes pretenden ser líderes de opinión enfrentados o resistiendo al proceso de cambio de nuestra sociedad respecto a una cultura de violencia contra la mujer y todo lo diferente, naturalizado y tolerado hasta la fecha.

El primer tiro por la culata de posiciones fundamentalistas, se habría producido, cuasi un mes antes (el 23 de mayo del 2019), cuando Fuerza Popular exhibió groseramente sus privilegios de mayoría en el Congreso, manejando según sus intereses un recurso “público/privado” adyacente. Me refiero al momento que abrió las rejas de la Plaza Bolívar para auspiciar un acto político del colectivo con mis hijos no te metas (#ConMisHijosNoTeMetas), esperando así visibilizar y posicionar su agenda de turno.

Sin embargo, su agenda desapareció, en tanto que el cautiverio de la plaza emergió como por arte de magia, colocando en cuestión su “secuestro y despojo”, respecto a la razón de ser de una plaza pública.  La cual no sólo fue enrejada y privatizada -como extensión del Congreso de la República por más de dos décadas-, sino manejada acorde a sus intereses.

Algunos(as) justifican el enrejamiento de la Plaza Bolívar en al riesgo que corría la sede del Poder Legislativo, de sufrir atentados de Sendero Luminoso (SL) en su momento. Argumento lejos de la verdad, puesto que esta decisión fue tomada cuando el fujimontesinismo, atribuía el éxito de su gobierno, a la derrota de SL, ergo si estaba derrotado, no era amenaza.


El enrejamiento se produjo en julio 1997, cuya fuente de verificación fue registrado en bronce, dejando constancia de quienes cometieron la felonía:   Víctor Joy Way Rojas, Carlos Torres y Torres Lara, Martha Hildebrand y Luz Salgado Rubianes[5], ante cuyo hecho todos(as) guardamos silencio, porque a diferencia de aquellos poderosos congresitas, sobre nuestras cabezas se movía el péndulo de ser sindicada(o) como terrorista si sólo levantábamos la voz, así es como se expropió un bien público, condenando protesta social como subversiva.

Tras 14 años de cautiverio de una plaza cuyo monumento central representaba la libertad, fue reabierto y retornada a la población en una ceremonia pública de celebración y regocijo “La plaza Bolívar es un espacio emblemático que representa y acoge a todos los países bolivarianos que trabajan para fortalecer la democracia en la región. Esta plaza se debe convertir en el Congreso del pueblo, porque a él nos debemos”, (Javier Abugatás, 18 agosto 2011)[6].

En medio de la celebración y regocijo, nadie se percató, que el autoritarismo se había parapetado una vez más, asechando el momento para aprisionar bajos sus zarpas la plaza junto a todo aquello que significara poder, asegurando un continuismo de esa dictadura disfrazada de democracia desde 1990, auto dinamitado en el 2000[7] y expuesto en su miseria entre el 2001-2009[8].

Si muchos creímos que la asociación criminal anidada en todos los poderes del Estado peruano entre 1990-2000 entró en crisis, para su séquito sólo fue un periodo corto de hibernación; quienes despachaba desde la salita del SIN, nunca renunciaron a esas prácticas, sólo se mimetizaron, esperando la oportunidad para retornar y hacer de las suyas.

Tras poco más de un quinquenio de “liberarse” la plaza del libertador, Luz Salgado retornó a la presidencia en el Congreso[9] y reincidió en su felonía, esta vez la capturó bajo el concepto de mausoleo sagrado: Cuando yo estuve en la presidencia prohibí que no hubiera ningún tipo de ferias, ni exposiciones, ni conferencias, ni marchas, en el año que estuve ahí. ¿Por qué?, porque entendía que esta plaza es un monumento cívico sagrado Y que no debía estar expuesto para nadie, así es” (Luz Salgado, 25 junio 2019, 6:09 - 6:28)[10], como lo  afirma al final del vídeo.


Esta segunda captura de un bien público, privatizado para 130 congresista y sus aliados, ya no requirió de una placa de la vergüenza, bastó la concepción de una lógica inspirada y sostenida en la doble moral fundamentalista, de quienes al interior del templo se arrodillan, golpean el pecho y arrepienten de sus pecados, al salir de misa, seguirán dando con el mazo a quien se le ponga al frente o costado.

Luz Salgado como excelente fujimontesinista con escuela y trayectoria, no había cambiado, sólo se había reciclado. Tampoco la ciudadanía había cambiado, dejamos hacer y pasar, naturalizamos la privatización, la expulsión de todos(as) en favor de un puñado propietarios(as) de turno.

Sin embargo, una vez más la obnubilación que suele producirse en quienes se creen poseedores del poder por mandato cuasi divino, es también su hándicap. El grosero manejo del poder y respaldo con fines políticos de posiciones fundamentalistas como los del colectivo #ConMisHijosNoTeMetas [11], es también el núcleo desde donde se gesta su propia aniquilación. Su privilegio hizo que la Plaza Bolívar se tornara en el espacio de disputa, creando condiciones para que otro colectivo lo reclame y se posicione con derecho.

Y por esas ironías del universo, la oportunidad de la fecha cercana al aniversario de la lucha gay por su reconocimiento, ha hecho que sean quienes demanden como espacio de expresión para el colectivo LGTB (Lesbianas, Gais, ​ Bisexuales y Transgénero),  apropiándose de él este 27 de junio  para  exigir igualdad en la plaza de la libertad [12].

Tanto el desarrollo e implicancias de la controversia de los mandiles rosa como la toma de la plaza de Bolívar por colectivos, requieren el desarrollo de un artículo propio. En este, sólo quise mostrar cómo una posición y estrategia con escasa o carente lectura de los cambios en el país y el mundo hacen que sus resultados sean contrario a los esperados, para mí se grafica en el viejo refrán: “El tiro les salió por la culata”, en este caso fueron dos tiros al hilo, en poco más de un mes.



[6] Congreso reabre puertas de la plaza Bolívar al pueblo, 17 de agosto 2011m, 14:11 h. https://andina.pe/agencia/noticia-congreso-reabre-puertas-de-plaza-bolivar-al-pueblo-374215.aspx
[7] Provocando la huida de Fujimori cual vil ladrón y renunciar por fax a la presidencia del Perú, desde Japón
[8] El Tribunal Supremo de Perú condena a Fujimori a 25 años de cárcel, Jaime Cordero, 8 de abril 2009. https://elpais.com/diario/2009/04/08/internacional/1239141605_850215.html
[10] Así reaccionaron los congresistas a la autorización de Salaverry para el colectivo LGTB, 25 junio 2019, 6’:28”https://www.youtube.com/watch?v=U_LTUP3IuNk
[11] ‘Con mis hijos no te metas’: Rosas gestionó ingreso de manifestantes a Plaza Bolívar, 24 mayo 2019, https://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/mis-hijos-no-te-metas-manifestantes-protestan-plaza-bolivar-congreso-n372669
[12] Congresistas piden que colectivo «Marcha del orgullo» pueda utilizar Plaza Bolívar, 25 mayo  2019, https://telemas.pe/politica/congresistas-piden-que-colectivo-marcha-del-orgullo-pueda-utilizar-plaza-bolivar-68378/

sábado, 25 de marzo de 2017

CENTENARIO PUCP. DONDE VAMOS Y ESTAMOS ¡SOMOS PUCP!



Hoy 24 de marzo, la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú) cumple 100 año, en tanto yo 36 de ser parte de ella. Sin duda mi vida y la forma de actuar sería otra de no haber pasado y dejado que ella pase por mí. A veces imagino mi vida sin ella, transcurriendo por la primera vía elegida a los doce años y me miro como veía a mis jefes del área, el departamento o el estudio de contabilidad suspirando por sus sueños, viendo discurrir la vida por la ventana grande o pequeña de su oficina, mientras que la suya seguía el ritmo de las cuentas.

Y también me miro como muchas mujeres de mi generación, sublimando ser madre, santificando ser esposa -más experta si no me he divorciado perdonando más de una infidelidad-, resignándose a ser ama de casa, sin dejar de ser trabajadora, sumando un nuevo rol sobre mis espaldas, gracias a que arrebaté al sistema mi derecho al trabajo remunerado lejos o dentro del hogar. Y con ello ser super woman, eficiente no sólo en la administración de la gestión doméstica en el hogar, sino su proveedora principal, con doble y hasta triple jornada si además fuera dirigente de alguna organización. 

En este tiempo de mi vida, sería esposa abnegada,sometida y "feliz",  divorciada (el noventa por ciento de mi generación lo es) y con mejor suerte viuda (a mis amigas en ese estado les va regio). Madre extendida haciendo que mis hijas(os) sigan estudiando para ser mejor que yo, madre-abuela, cuidando de mis nietas(os) mientras sus padres construyen sus sueños,  pidiendo permiso para mis propios intereses. ¡Y no me gusta!, me revela al igual que a mis ocho años, cuando tras cerrar un libro me prometí a mi modo, no ceder a las  tres "S": "No sería jamás silente, sonsa ni sometida", por cuanto elegí estudiar, pese a quien le pese especialmente a mí. 

Hace algunas semanas, una líder popular me dijo sin decirlo que era una “pituca de la PUCP”, me quedé pensando que los mitos definen como se percibe a las personas. Algunos cogen la hebra de ser una de las universidades más caras del país donde estudiar cuesta mucho dinero y está lejos del alcance de los pobres, por tanto quien estudio en ella es automáticamente "pituca", sin detenerse a imaginar las historias detrás de cada caso.
  
Otros la condenan por su denominación, pues asumen que al ser católica es fundamentalista, ortodoxa y restrictiva. Pueda que sea una de las razones por el que sus siglas PUCP que es su tradicional adjetivo, viene siendo sustituido por "La Cato" en la voz de las nuevas generaciones, siempre que lo escucho me produce algo así como la vulneración a una identidad largamente construida y peleada con uñas y dientes en tiempos aciagos, o por analogía a lo que suele sucederse, cuando alguien me llama "Cata", argumentan que es por cariño, yo creo por manía u obsesión de minimizarlo todo inclusive la voz para nombrarte, porque en realidad quienes me aman se ocupan en nombrarme completa ¡Catalina!. 

Algunos creen que como es particular no le importa la calidad de la educación, sino cuánta renta produce, donde los estudiantes con más dinero tienen más oportunidad que los que no lo tienen. Claro que hay brechas económicas, pero no excluyentes, puesto que las escalas de pago se establecen sobre categorías objetivas y verificables: colegio  y lugar de procedencia, situación socio- familiar, económica. Por ello desde los ochenta hay más oportunidades para quienes tienen alto rendimiento académico, emocional, creativo y social. Independiente de su extracción. Las ventajas se tornan en factor favorable para ser candidato a igualdad de oportunidad a través de becas.  La mayoría de aquellos que he conocido provienen de colegios o universidades públicas y de provincia. 

Esta tendencia que se acentuó entre los ochenta y noventa del siglo pasado, provoco que a inicios de nuevo siglo la tacharon de "popular", unos optaron por dejar el campus y otros dejaron de postular a ella, desplazándose hacia las recientemente creadas universidades privadas para seguir siendo élites. Para otros es el Olimpo del saber, ciertamente les dura la percepción a la distancia, hasta  cuando se acercan a ella, descubriendo que el saber está en cada uno, que se acrecienta por esfuerzo propio y que o el poder existe a momentos en unos y otros, pero el mayor de los tiempos, está disperso en todos(as).

Desde mi relación de adentro, puedo decir que soy octavo superior, en 1981, ingresamos cuarenta y egresamos cinco, tras cinco años de estudio, ni un mes más. Me hice parte de ella, por la puerta grande, ingresando por merito propio   y egresando por propio esfuerzo y tenacidad, pese a contar con todas las desventajas de haber sido una estudiante de colegio nacional no orientado a la educación universitaria sino técnica. 

Me hice PUCP al egresar en 1985, simbólica e irrenunciablemente, haciéndome parte de la Asociación de Egresados PUCP.  Lo hice, venciéndome a mi misma y creciendo en ese reto para asomarme a la complejidad del país y el mundo.   He estudiado en ella con becas, cuando he tenido que pagar por alguna maestría ha sido aquello que se corresponde con mis ingresos, acumulado hasta cuatro especialidades, sin mayores restricciones que mis propias opciones.

Desde cuando empecé a trabajar en ella bajo diferentes formas pude experimentar que cada tiempo y condición es una oportunidad que lo tomas o lo dejas, uno tiene lo que es capaz de producir y decide hacer, pero sobre todo cuando se tiene precisado el ser y hacer. Claro que puede también ser un puesto mas al cual te enquistes haciéndote necesaria(o) y cuasi invisible. O bien tirar tanto de la cuerda hasta que se rompa la tolerancia, de modo que sabes lo que vale cuando lo has perdido y optas por comportarte como la zorra y las uvas. Yo prefiero mi relación de puertas siempre abierta.

La he visto de adentro hacia afuero y de fuera adentro. Nunca fui testigo, ni supe directamente de dobleces respecto a mal manejo, corrupción, restricción de libertades, discriminación ni exclusión. Sólo complejidad, diversidad, diferentes mecanismos, oportunidades y exigencias. Sin por ello, negar los riesgos que posee toda institución regida  por personas, tiempos y tendencias. Las autoridades y académicas(os) más brillantes son los mas accesibles, modestos y siempre prestos al nuevo conocimiento, ellos(as) siguen siendo mis maestras(os).

A la PUCP le debo no sólo la formación académica, sino la afirmación del compromiso conmigo misma, la práctica democrática y no sólo el discurso, la defensa del derecho humano con rostro humano y del mío propio; la defensa y el ejercicio de libertad, la insistencia en la coherencia, la fidelidad a mis principios que no tienen precio ni caducidad. Dormir cada noche agotada pero con la satisfacción de haber hecho aquello regido por la razón, ubicado en el punto de equilibrio de la ética y dictado por el corazón.

La PUCP, me dio y sigue vertiendo la oportunidad de acceso a la universalidad del conocimiento y la diversidad de las perspectivas, como elección de ser y hacer, animando cada nueva inquietud y respaldando mis iniciativas aun cuando ella trascendiera al campus. Permitiéndome ser cada día mejor que yo misma.

En la PUCP, aprendí a valorar lo imperfecto, perfectible y cuasi mágica condición humana, la vocación y compromiso con la sociedad en sus altas y bajas, ofreciendo y poniendo al servicio lo mejor de mi hacer profesional allí donde el viento me lleve, sin dejar de alimentar mi ser. Al punto que me he convertido en amiga de mis maestras(os) como de mis estudiantes, compartiendo más de un punto de coincidencia, de felicidad y sin renunciar a la irreverencia.

De la PUCP soy parte y me siento parte, hago mío sus retos, celebro sus aciertos y crecimiento, me duele sus procesos, revela los tiempos exigentes, me sumo a sus cruzadas que reflejan mis propias motivaciones, disfruto de su existencia, sus ambientes, su estado y clima, sintiéndome segura y en paz cada vez que a ella retorno.


Estoy orgullosa de la PUCP, por haberme formado profesional, social, política, cultural y ciudadanamente en ella. Por fortalecer mi condición humana como cada celebración de  la luz que me hace parte. PUCP, soy yo. Está en mí,  yo estoy en ella. Somos una comunidad que allí donde vamos y estamos ¡Somos!

domingo, 10 de enero de 2016

GLADIS VILA, SER SIN RENUNCIAR A SER MUJER INDIGENA ANDINA

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Luz Gladis Vila Pihue, llegó a mi mundo uno de esos días del primer quinquenio del siglo XXI, por los designios del universo que a momentos me lleva hacia donde menos imagino con sólo una llamada. Donde no cuentan los planes, expertis o la voluntad, por cuanto prefiero pensar que son fuerzas del universo. 
Hasta entonces conocía a la mujer andina a través de la migrante en la costa y aquellas con las que interactué eventualmente en zonas rurales.
Las andinas migrantes estaban principalmente afincadas en los conos periféricos de Lima, desplazándose como usuarias, proveedoras o servidoras del centro y zonas residenciales. Algunas con más arraigo costeño que las costeñas, más mazamorreras que las limeñas, al punto de sustituir recuerdos y costumbres de sus orígenes por aquél que era su nuevo hogar. Sin negar la presencia de aquellas que conquistaron la Gran Lima izando banderas de cada pueblo, imponiendo o combinando culturas, prácticas, costumbres, creencias hasta parir el crisol que hoy nos enorgullece en el mercado, música, moda, cocina y la mixtura maravillosa de alimentos.
Frecuentemente me interrogaba sobre el grupo que sepultó su ser andino con la migración ¿Cómo se daba esa transmutación del ser a cambio de construir un ser no discriminado, devaluado y marginal? ¿Qué factor lograba mimetizarlas hasta extirpar sus orígenes? ¿Cómo vivían el desenraizamiento y la orfandad cultural? 
Preguntas que siguieron flotando cuando incursioné en el mundo andino ya no desde la lectura sino disfrutando de cada trecho de su espacio para descubrirme como parte de una diáspora de mujeres andinas, con coincidencias como distancias entre sí y las migrantes.
Coincidían entre sí, en su arraigo y encarnación de Gaya -la tierra y todo lo que ella implica-. El orgullo de pertenecer a una comunidad, estancia, pueblo, caserío, distrito, provincia, región. El amor a sus ancestros y reproducción de costumbres y ritos aun cuando eso significara la entrega y sometimiento a los suyos. Diferenciándose en cómo enfrentaban y afrontaban su condición de ser mujer, madre, campesina, comunera, oligarca, pasajera, extranjera, pobre, rica, sola, soltera, casada, viuda, iletrada, letrada o intelectual. Desempeñarse como agricultora, ganadera, comerciante, artesana, artista, dirigente, líder, mujer de su casa. Sus modos de procesar la pérdida, dolor, tristeza, llanto, gratitud, alegría, danza y canto. Incluyendo el silencio, habla, acogimiento, rechazo.   Donde el enfoque cultural y de género eran incipientes.
A las mujeres amazónicas, las conocí primero a través de mi compañera de estudios Adriana, quien fungió de embajadora para mostrarnos un mundo distinto a los conocidos, con mayor fluidez en expresar al ser, hacer, querer, sentir y resentir. Sin ese atavío de mujeres costeñas y andinas por recubrir, disfrazar y disimular tanto cuerpos como sentimientos, claro que se produjeron encuentros y desencuentros, pero esa es otra historia. 
Más adelante cuando me aproximé a la ceja de montaña y hundí en la amazonía, me confirmó que era un mundo diverso, misterioso, sencillo, complejo, extraño e inexpugnable. En realidad mi conexión fue elemental,  principalmente con colonos(as) europeos y de extensión andina, conminados a trastocar o polarizar su propio ser en el centro de un ambiente tan exuberante como expuesto. En tanto que los hombres y mujeres amazónicas se difuminaban en la profundidad de la selva para posar de tanto en tanto al gusto del turista.

http://blogs.upc.edu.pe/vu/posts/v05-06-exposicion-amazonia-con-rostro-de-mujer
Tras mi largo tránsito por los caminos y reflexiones del género podría ensayar en señalar que tanto mi embajadora amazónicas como aquellas que conocí en las orillas del oriente peruano, estaban despojadas de prácticas de doble moral de nuestra sociedad seudo occidentalizada con sublimación del patriarcado que pasó de largo, para asentarse en un claro de la profundidad amazónica, con la colonia Alemana en Pozuzo[1].

Patriarcado entendido como sistema de relaciones alrededor de una ideología jerárquica encabezado por el pater family, cuyos roles permiten ocuparse de “los suyos”, representarlos, tomar decisiones y establecer relaciones de sometimiento entre quienes dependen de él[2]. Condiciones que se produjeron mínimamente a lo largo de la historia peruana a  cambio se desarrolló el machismo[3], marianismo[4], padre ausente[5], sexismo[6] y racismo [7]. Conviviendo simultáneamente  un sistema comunitario (sur andino),   feudalista (trapecio andino) entroncado con el oligárquico (norte) y el capitalismo neoliberal (grandes ciudades), donde el rol de mujeres y relaciones de género   está aún por develarse en toda su complejidad.

Con Gladis Vila, toda aquella aproximación a la mujer andina como amazónica quedó empequeñecida.  En la primera entrevista, me miró con desconfianza, tomando distancia, midiéndome. Se reconocía como líder indígena andina, para mí no había necesidad de un nombre y apellido en tal sentido, así que le pedí se explicara obteniendo a cambio una clase magistral de interculturalidad. Demostrándome la diferencia, entre ser mujer indígena andina y mujer indígena amazónica: “Somos hermanas porque pertenecemos a los pueblos indígenas, pero somos distintas en nuestra lengua, percepción del mundo, nuestras prácticas, necesidades, intereses y formas de vida”.

Gladis Vila, prontamente cambió su rol de entrevistada a entrevistadora, de una forma sutil y firme para conocerme y leer en mi mensaje corporal, mi enfoque. Finalmente sentenció: “Como ves Catalina, me he formado en la universidad de la vida, tu sabes tan poco de nosotras como nosotras de ti”. La miré con respeto y admiración, porque comprendí que ella se había apropiado de los elementos que muchas mujeres migrantes se despojaban. Y en base a ellos se había hecho  fuerte, grande e inquebrantable. Fuerza para cambiar condiciones de vida y ejercer derechos como mujeres indígenas andinas, empezando por ella misma. A eso es lo que yo llamo empoderamiento real, aquel que deja de ser teoría para traducirse  en gesto y acción. .

Gladis Vila, había transitado de ser una joven dirigente en su pueblo hacia la atención a los intereses y necesidades de mujeres como los  pueblos indígenas. Forjándose a lo largo de una década, en la identificación y defensa de sus derechos como género [8] y sociedades milenarias[9],  moviéndose con facilidad en espacios internacionales[10], donde no sólo desarrolló conocimiento sino construyó un discurso, con  notable conciencia de quien era, a quienes representaba y  sus propuestas, recolocando su agenda al interior de cada agenda donde estaba presente.

http://www.onamiap.org/2012/11/25-de-noviembre
-un-ano-mas-de-lucha.html
Gladis Vila, no se había “especializado” en términos de nuclear y reducir su agenda a un tema aislado -el derecho de la mujer indígena-, lo relacionaba con cada uno de los elementos y factores que involucraban a los pueblos indígenas, el medio ambiente, los retos de la globalización y la economía de mercado, logrando lo que muy pocos líderes habían alcanzado: una visión integral de las oportunidades para ubicar los intereses y necesidades colectivas. Cuenta con  capacidad para integrar e integrarse en los diversos escenarios y espacios el tema mujer y pueblos indígena. Sin tanto anuncio conceptual, transversalizaba su agenda desde la práctica concreta.

Gladis Vila, durante la sistematización de la primera década del TPMIAAP (Taller Permanente de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú)[11], no sólo miró el proceso transitado (1995- 2005), sino visualizó el futuro. Junto con Melania Canales[12], se propusieron arrancar al Estado la creación de las Defensorías Indígenas[13] y conducir el desarrollo de sus pueblos. Donde las integrantes del TPMIAAP fueran reconocidas y nombradas como Defensoras Indígenas[14].

Para Gladis Vila, el TPMIAAP fue el espacio a través del cual se reconoció y afirmó como mujer indígenas, proyectando tal condición con orgullo hacia otras mujeres del globo[15], en tanto los grupos de organizaciones de las mujeres urbanas se miraban el ombligo y hacían zancadillas para emerger unas más que otras en un reducido trecho que les había cedido la convencional práctica política partidaria, ella y sus compañeras se miraban en el espejo de las mujeres globalizadas para afirmarse en quienes eran.

Gladis Vila, junto a las mujeres TPMIAAP descubrieron  su derecho a tener derecho como mujeres sin dejar de ser indígenas, 25 años después de las mujeres urbanas,  por cuanto su proceso de concientización y construcción de perfil con agenda propia se produjo intensa y aceleradamente. Mostrando los efectos multiplicadores del coaprendizaje y el encuentro con otras mujeres de similares experiencias desperdigadas por el planeta.

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A Gladis Vila y las mujeres indígenas amazónicas y andinas, les llevó menor tiempo reconocer el valor y la necesidad de una organización nacional enlazada con   la región y el planeta, por eso es que formaron ONAMIAP (Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú) llegando a ser su principal dirigente[16]. En cuyo proceso ha madurado el pensamiento, práctica y estrategia[17].

Gladis Vila, por tanto no es una recién llegada a la política, puesto que su ser y quehacer es intrínsecamente político. Su trayectoria y liderazgo es producto de una dinámica intensa de trabajo hacia adentro como afuera  en lo personal y colectivo: pueblo y organización. Con estrategias locales e internacionales, entablando procesos de negociación de agendas donde ha aprendido a desplegar abogacía, incidencia, negociación, estrategia para posicionar la agenda de las mujeres[18] y los pueblos indígenas[19].

Gladis Vila, al incursionar en este tiempo como  parte de la contienda previa para ser elegible como congresista[20], revela de sí el convencimiento que es tiempo que las mujeres indígena andina recoloque en la escena del país esa dimensión orgullosas de ser quienes son, que no requieren negarse a sí mismas para brillar con propia luz y aporte[21], porque este país es grande en tanto posee el crisol de sus mujeres y hombres que es su riqueza, cuyas diversas miradas y prácticas es su principal fortaleza en un mundo globalizado que amenaza por unicidad.

http://servindi.org/actualidad/146931
Gladis Vila, muchos éxitos en este tiempo y el futuro que será tuyo y de las diversas mujeres del Perú profundo, que es más grande que la anquilosada práctica partidaria de quienes han gobernado el país, mostrando un solo rostro indígena caricaturizado, empobrecido y envilecido. Del cual se ocupa sólo en elecciones creyéndose que no tienen discernimiento, memoria y capacidad de decisión.

Gladis Vila, bajo el concepto de hermandad que aprendí de ti y las hermanas amazónicas como andinas, pido a los dioses y las diosas de nuestros antepasados: al apu mayor San Cristóbal de Lima, al mayu Rímaq, a la mama Qhucha sumergida bajo el municipio de San Juan de Lurigancho, a la mama killa y el taita Inti, que te acompañen en este nuevo proceso, te inspire, irradie y limpie el camino.






jueves, 7 de enero de 2016

NI SUMISA, NI DEVOTA. MARIA YSABEL CEDANO

Me hallé con María Ysabel Cedano, por esos caminos misteriosos de la vida en un evento por el  día de las mujeres en marzo de 1993. En mi caso  asentada en el sur del país  acompañando haceres políticos, gremiales, comunales y de sobrevivencia de las mujeres de Ilo. Por el suyo, apenas haciéndose abogada  e integrándose a DEMUS (Estudio Para la Defensa de los Derechos de las Mujeres)1 con el ímpetu y la pasión juvenil por los derechos de las mujeres.

Más adelante coincidiríamos en la promoción de género 1995-96 de la PUCP, cuya particularidad en composición, dinámica y devenir lo sabemos  cada quien que la conformamos en ese tiempo  y espacio. A partir de allí, para mí  es Marysabel, la brillante y apasionada abogada de hermosos ojos, sonrisa plena y fuerza inquebrantable. Primer puesto en ingreso PUCP, tercio superior de su promoción y decidida a marcar  historia en los derechos de las mujeres.

Marysabel  imagen simbólica de la joven mujer creyente, militante  y visionaria del feminismo, que desde ese entonces, retaba y ponía en cuestión ese viejo temor de las mujeres que veníamos del movimiento de la teología de la liberación, barrial y del desarrollo. Fue una de las jóvenes promesas que introducía frescor  a  un movimiento a su vez detenido por el miedo ante la muerte irracional  de una violencia política que toco a su puerta cuando  estableció como blanco de tiro,  el cuerpo de   mujeres líderes en Lima, tras arrasar otros cuerpos incontables o dejarlos como despojos, en la profundidad del país durante más de una década.

A través de Marysabel,    me asomé   a ese lado de la política desde y para las mujeres, impulsando cambios en las prácticas de la vieja guardia feminista -mientras las intermedias se lamentaban de la escasa cuota poder, ella tomó el poder por asalto posicionándose-, transformándose desde entonces  en mi referente, experta, aliada y respaldo para   diversos casos de mujeres que habían experimentado   violación en sus derechos que desbordaba mi quehacer. Y por qué no, también  el   propio cuando este ha sido necesario. Su apoyo y aporte me consta es inigualable.

A  Marysabel, me liga tanto los estudios de género cómo los espacios de organización, movilización y lucha de las mujeres en tiempos donde defender nuestros derechos era cuasi un acto heroico por lo frágil que aparecía la voz de las mujeres y la ciudadanía. En el 2003, con el informe de la CVR (Comisión de la Verdad y Reconciliación)[2], descubriríamos que también fuimos temerarias y cuasi suicidas (1996-2000), debido a que por menos de lo que nos atrevimos a realizar fueron torturadas y asesinadas 20% de mujeres peruanas (de 23,969 personas reportados muertos o desaparecidos y 69,280 estimados) ¿Porque ellas y no nosotras? Pueda que se deban a las razones sostenidas en el informe:  ser andinas, amazónicas, quechua hablantes, iletradas y estar en las entrañas del país. (ICVR: 2003, 162)[3]

Con Marysabel y un puñado de mujeres (1998 y 2000) tomamos las calles publicitando lo que todos(as) sabían y no querían aceptar. Aquello que sucedía en el Perú en   tiempos de secuestro social, político  y cultural,  gracias a una dictadura encubierta en ropaje de democracia con una constitución ad hoc.  Esforzándonos en crear opinión pública alrededor de una serie de avasallamiento de derechos de las mujeres, trabajadoras, estudiantes, viudas, madres y ciudadanas. Teniendo como telón de fondo a medios de comunicación sordos, mudos y testarudos que no sabía, no veían  ni opinaban. En cambio nos llenaban la visión cotidiana de programas donde se exhibían la miseria humana “los reality show”[4] parodiando principalmente a  sectores populares como lumpen  y miserables, deformando la realidad,  desconfigurando la pobreza y a los pobres. Hoy profundamente abyecto, atentan  derechos de niños, niñas y jóvenes[5]

A Marysabel he secundado y admirado, en la valentía que  más de uno podría llamar locura, cuando nos plantamos ante el hospital de la Policía Nacional del Perú, pidiendo cuentas sobre el estado de Leonor la Rosa[6] y más adelante depositado nuestra confianza, para que   junto a Giulia Tamayo León ingresaran  la denuncia del caso ante  la CIDH, un 8 de diciembre de 1998[7] que aun recuerdo. En tanto   que quien se atribuyó autoría para obtener réditos políticos temblaba y transpiraba frente a ellas. Evidenciando una vez más,  en el momento de los hechos son  más  los actores y hacedoras de aquellos que los patentan.

Con Marysabel, nos descubrimos en aquellas  largas reflexiones teóricas sobre género, opresión, discriminación, exclusión, negación y socavamiento de la identidad femenina a partir de la práctica de nuestras propias vidas, descubriendo  que  por encima de las diferencias, nos igualaba la condición y posición de ser mujeres en un país tercermundista, machista, marianista y androcentrista, donde nos habíamos creído como natural e inmodificable que no teníamos derecho a tener derecho.

Me consta que Marysabel, tiene la capacidad, vehemencia y fortaleza para defender y colocar los puntos sobre las i, en casos de judicialización de violación de derechos humanos de las mujeres en la época de violencia, como sucedió con mama Emérita y de las víctimas de esterilizaciones forzadas, sin retroceder un milímetro, acrecentándose en su talla gracias a su convicción, firmeza y sapiensa.

He visto a Marysabel caminar, detenerse, evolucionar, afirmarse y encarnar la lucha por los derechos de las mujeres y en su interior por uno de los grupos más vulnerables las lesbianas, con quienes se ha identificado con claridad, madurez y consecuencia. Y me he condolido de su dolor cuando este ha asomado en un breve gesto o   valiente registro público de lo experimentado en carne propia, rasgando el velo de lo encubierto en el mismo seno de las mujeres, como sucede con la violencia intragénero. En su momento resintiendo a   mi alma y entristeciendo mi espíritu, mientras mi reflexión se afirmaba que falta mucho por hacer en todos los resquicios de la sociedad y sus diversas expresiones.

Marysabel, ha ensayado y agotado todas las vías desde la sociedad civil y ciudadanía, destacando su lucha sostenida para erradicar la violencia contra la mujer, que la llevó a ser Directora de la Mujer del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) [8], la defensa de las mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas y las víctimas de negación de aborto terapéutico,  con impacto en su salud y vidas[9]. El impulso de campañas como: déjala decidir[10],   la alfombra roja[11],    un hombre no viola[12],  acoso callejero[13], entre otros. Más adelante las consultas con los jóvenes[14] y militantes del partido que abrazó hace una década.

A Marysabel, me ata  la amistad construida,  día a día. Con cada acto, gesto, discusión, desprendimiento y  magnanimidad primero mirándonos a los ojos, luego entre  las orillas de un mar humano   o la virtualidad,  sin diluir un ápice  nuestra conexión. En síntesis, no sé si ella, pero yo la quiero bien y de todo este tiempo hasta el final de cada una, por ser quien es y re-significar  el contenido,  discurso y  la acción de  ser mujer y feminista;  sobrevivir sin perderse a la experiencia  en el poder ejecutivo, la dirección privada, la militancia partidaria, la representación latinoamericana. Y la seguiré queriendo aun cuando me rompa la confianza, si opta por los senderos de otras mujeres que se desprendieron del feminismo o sólo desvistieron para abrazar al oportunismo.

La candidatura de Marysabel, para mí estuvo claro como el día,  desde mucho antes de la coyuntura electoral actual, sin mediar intercambio alguno sobre el asunto. No es necesario ser bruja, maga o adivina, sólo leer el proceso,  la vertiente hacia donde le han conducido sus pasos y quehacer. Luego de su largo batallar como sociedad civil, participar como ejecutiva en los espacios de toma de decisiones del país, moverse entre corrientes internacionales y transitar por  el terreno de la militancia partidaria, en tiempos donde los viejos cuadros abandonaban el barco sea porque el ciclo de vida culmina o por un plato de lentejas,  la visualicé   reconstruyendo ese barco y conduciéndolo.  

Marysabel, en este tiempo que te adentras en el terreno sinuoso de la práctica política dentro del poder público, militante, consecuente y comprometedora, deseo desde el fondo de mi alma que pueda sobrevivir en ese mismo  terreno donde muchas(os) no sólo han claudicado, sino retorcido y estrangulado sus propias aspiraciones tranzando la opción, ante el mejor postor a cambio de mendrugos  de poder e intentando borrar sus propias huellas, ejemplos   hay muchos, la historia será quien las  juzgue.

Decreto   Marysabel, en este momento de preludios aún por ser elegida, que lo serás, sin importar el tiempo. Y cuando esto suceda, deseo que en verdad hagas la diferencia, porque a pesar de los golpes y rasguños en la esperanza por antecedentes nefastos de congéneres que incluso competirán contigo frente a frente y seguramente a mansalva.Sin importar tu larga trayectoria que te hace elegible, que yo apenas he pincelado desde mi estrecha mirada.

Me  atrevo a afirmar  que ambas,  estamos convencidas que nadie en verdad, representa nuestros interese y necesidades. La diferencia es que tú has tenido la valentía de encaminarte hacia las entrañas de la bestia. En tanto yo mantengo mi condición de sociedad civil,  por ello te acompañaré como hago con mis amigas(os) que optan por esta vía: no tan lejos que se congele la amistad, ni tan de cerca que se auto- incinere; pero lo suficientemente próxima para recordarte este tiempo de contienda, las motivaciones que te llevan a competir.