martes, 28 de julio de 2020

PATRIOTAS SI, COMPROMETIDOS/AS TAMBIÉN: DÍA 135

Tengo sentimientos encontrados por mi país y por mí que soy la expresión encarnada del Perú que cumple 199 años de nacer como tal.
En esto días he revisado cada uno de sus dones, virtudes, bienes y magia que posee, en cada corazón que se sientes y es peruano/a, descubriendo cuanto vale y la bendición de serlo.
Soy testigo del esfuerzo de muchos/as por hallar lo mejor en cada uno/a de nosotros/as, sus agrupaciones, pueblos, espacios, cultura, pensamiento, obra y aporte, que me hace sentir agradecimiento de ser una más.
Si es el universo quien nos privilegió en permitirnos elegir y quedarnos en este espacio del tiempo y lugar, ha sigo magnánimo y generoso, porque no pudimos elegir nada más bello, bondadoso y variado para todos los gustos y preferencias que son fuente de felicidad que nace de la sorpresa y maravilla de poseer una raíz compartida.
Si es algún Dios nos colocó en él, hemos sido bendecidos/as con un edén por territorio, calor y solidaridad humana siempre suficiente para no aniquilarnos, gran dosis de libre albedrío para hacer de nuestra existencia testimonio de amor y gratitud, sin haber hecho mérito alguno antes de nacer y crecer.
Pero también hay quienes se creen un hongo, bacteria o un virus, que no fue creado por nada ni nadie, pudiendo ser parte de un meteorito o una estrella que explotó y tras ser polvo por azar una partícula de su gen de vida cayó por accidente en este territorio, porque si le hubiera tocado elegir, hubiera buscado otra dimensión o territorio, por cuanto siempre será extraña/o sin pertinencia ni pertenencia.

Independiente de cual sea nuestro credo, explicación o negación de ser y estar aquí, somos la expresión de este país, con el reto cotidiano de luchar y dar contenido a ese libre albedrío que poseemos los seres humanos, conquistando día a día nuestra libertad de la prisión que traemos con nosotros/as de muchas vidas, de esta vida como nos la construyeron nuestros padres, el medio donde crecimos o ser herederos/as de historias ancestrales de abuso, sometimiento, negación, humillación y privación que se transformaron en nuestra prisión externa. Y desde la otra orilla de privilegios, estamos quienes supieron hacerla, acumular mediante la apropiación, enriquecimiento, explotación, aprovechamiento y enriquecimiento a costa de.

Muchas mujeres y hombres que fueron nuestras ancestras/os, tomaron el reto y lo transformaron en su misión la libertad y construcción como nación mientras otros/a se lo impedían, logrando liberarnos de las barreras visibles, de esos barrotes, garrotes y cadenas externas; quizás sin exigirnos tanto al punto de hacernos partícipes a todos/as. De modo que en la mayoría permaneció en nuestro interior el gusto masoquista de seguir viviendo esclavizados/as de modo mas profundo como sutil y perverso, como sucede en muchos esa vocación por la mendicidad y necesidad de ser gobernados autoritariamente.

Estamos ad portas de cumplir dos décadas cronológicas de vida, y parece ser, que recién hemos nacido en medio del estertor de la muerte del patrón y amo, mientras también moría nuestra madre cuyo vientre cautivo abandonamos para ser libres sin entender completamente el significado y las exigencias de serlo, porque nos embriagamos con la bocanada de esa libertad desconocida.

Seguimos viviendo y permitiendo ser colonizados/as en la mente, el territorio y hasta nuestro modo de imaginar, ser y actuar, mientras declaramos que somos libres al mismo tiempo que nos comportamos suicidamente y aplaudimos a quien se coloca unas botas, pisa firme y sanciona.

Elegimos como nuestro representante a quien nos coloca en condición de discapacitado/a mental y físico haciéndonos objetos de caridad y populismo. Entre nos y casi en susurro, inclusive aplaudimos a quienes roban, engañan, manipulan y estafan, haciéndolos/as nuestros/as representantes, de modo que justifique nuestro modo de actuar cuando también los imitamos a nuestro modo: rompiendo la cola, adulterando un producto, un comprobante, eludiendo impuestos y compromiso.
Si hay alguien que nos recuerda que la discapacidad es nuestra imaginación, que necesitamos crecer, pensar, decidir, elegir y hacernos responsable por los resultado nos obstinamos en aniquilarlo/a buscando en él o ella nuestros propios defectos, porque tememos dejar nuestro confort por muy miserable que sea puesto que el cambio pese a ser prometedor nos inmoviliza.
Hoy siento tanto dolor que me defragmenta en partes como amores han partido y están a punto de hacerlo sin despedirse, impidiéndome ser festiva, más allá de abrazar a mi madre, hermana y sobrino, animar a mi cuñado. Agradecer a la vida, por ver a mi hijo putatitivo que me regaló su imagen, la de su hija con su esposa a tres metros de distancia mientras se encargaba de resolverme problemas.
Siento esperanza y angustia por los amores que aun siguen dando la lucha para volvernos a ver mañana, mientras tengo incertidumbre por ese mañana, del cual no hay que ser adivina sino solo algo lógica para saber que será peor que al día siguiente del 8 de agosto 1990 o al día siguiente de culminada la guerra con Chile, solo que ahora no tendremos un día siguiente, sino muchos días de deterioro inadvertido, sino tenemos la sabiduría para enfrentarlo a tiempo.
Asumo mi tristeza, porque a pesar de todo mis hermanas y hermanos peruanos vienen padeciendo, por lo que me tocará en primera persona cuando sea mi momento, mientras agradezco por un día más de vida, con sentido y contenido.
Ayer y hoy no tengo nada que celebrar, sólo agradecer, hacerme firme, fuerte y absorber todo el amor y la esperanza que es el motor que nos ha permitido ser hasta hoy mar grande que nuestros problemas y no habernos extinguido como cultura.
Porque estamos hoy aquí siendo testimonio de quienes somos andinos/as, costeños/as, de la selva, caminantes que nos hemos detenido y quedado en él.
Seguimos dándonos la mano y sincretizando nuestro ser y saber y hacer negros/as, blancos/as, mulatos/as, mestizos/as, indígenas amazónicos/as y andinos/as, asiáticos/as, nórdicos/as, europeos/as y todas las sangres que hemos nacido o abrazado el Perú para ser.
¡A seguir construyendo patria, porque nos queda mucho por hacer hermas y hermanos!
Un abrazo remoto a cada una/o como el que hoy vivimos.

lunes, 20 de julio de 2020

AISLADAS/OS EXPUESTAS/OS: DÍA 126

Suelo pensar frecuentemente en mis amigas/os que viven sola/o y pertenecen al grupo de riesgo, en este contexto, me comunico con quienes están realmente en esa situación y oro por ellas/os.
https://www.google.com/url?sa=i&source=imgres&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwiQ-caBo93qAhUOGbkGHbKxCBwQjRx6BAgBEAQ&url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Ftamaulipassalud%2Fstatus%2F1258414554444443656&psig=AOvVaw1Nrp-EPGGSTRwvhtlij-x7&ust=1595384046202016Hace poco una de ellas me dijo que estaba bien y seguía aislada, pero que solía visitarla el peluquero, claro bien protegido como un astronauta y ella se aseguró de todo el protocolo. Sin embargo no se dio cuenta, que ciertamente el peluquero estaba bien protegido, con el mismo vestuario que los enterradores para trasladar el cadáver de una víctima del Cóvid 19 a su última morada y que a diferencia de ellos, no se lo quita al salir de la casa para ponerse otro antes de subir al auto.
Ella tiene más de siete décadas y suele iniciar toda conversación contando su última afección de salud, por cuanto pertenece al grupo vulnerable, de modo que está aislada. Hace 126 días no ha recibido ninguna visita amical, pero si la de su peluquero porque a sus años donde todas/os nos sentamos en la noticia sobre el pelo gris, las arrugas, la caída de todo, el descenso de los sonidos, ella sigue siendo vanidosa como la mayoría de las mujeres.
Hoy se expone a un peluquero, seguro que mañana a una manicurista y pasado a un podólogo, que la visitará con ese mismo atuendo de astronauta, luego de haber visitado a "N" clientas al día y claro, el peluquero no lo ha hecho desplazándose a pie y entre una y otra clienta, tampoco ha desinfectado sus instrumentos con otra cosa que no sea alcohol. Olvidando que el Covid 19 solo espera que lo trasladen de una mesa donde se coloca las tijeras, en esos guantes que seguro tocó más de un lugar: puerta, el botón de un asensor, un pasamanos, subir y bajar de un vehículo. A ella no le digo nada, porque lo sabe todo, si no es así pide la referencia de cuál es el científico de referencia, además como es bien "educada" si no le gusta, en primera me dice: "cállate la boca". Ni modo a veces necesitamos en nuestras vidas, amigas que son el rezago oligárquico, así se convierten en nuestro alter ego.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo a otro amigo, que vive en las afueras de Chaclacayo, gusta mucho de la lectura escrita, así que no existe para él mayor placer que un libro nuevo en sus manos y el diario en la puerta de su casa cada día. Me cuenta que se cuida mucho porque es parte del grupo vulnerable, que no sale y prefiere leer los diarios nacionales e internacionales que hoy suman 10 al día.
Le pregunto por su protocolo, y él me responde: nada en efectivo he logrado que mi proveedor tenga una cuenta donde le deposito 50% antes del servicio y el 50% despues del servicio, por cuanto ni lo veo. Le pasa alcohol a la bolsa donde viene embalado todos sus diarios y el libro de la semana -dice que me regalará todos cuando todo esto pase así que seré muy potentada-. Mientras el me cuenta, yo recuerdo a aquella joven que jamás salió de su casa desde que el 15 de marzo se anunció la cuarentena a partir del 16, ella todo lo adquirió por delibery, muriendo de Covid19 en junio. Así que le digo: "por si acaso también coloca el espray de alcohol antes de quitar todo el embalaje dentro de la bolsa y mantenlo cerrado unos miutos, para quitar todo lo que pueda haberse depositado en las hojas. Él me responde: “eres genial para quitarme mi último placer, no me había dado cuenta”. Yo me río, es cierto mi psicosis a veces es asesino de placeres.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Otra amiga me dice que estuvo aprovechando la cuarentena para remodelar su patio me cuenta lo bello que quedará después para tomarnos unos tragos alguna tarde tras este mal momento. Continúa anotando que tuvo a tres albañiles entre abril y mayo, pero que en junio se quedó con el trabajo en el camino, porque ya no volvieron ninguno de los albañiles y se quejaba de cuan incumplidos son, preguntándome si yo conozco alguno que le termine el trabajo. Yo pensaba, mientras ella se soltaba su rosario de quejas y maldecía, que mi amiga era todo un caso donde no había reconocido la gravedad de la situación para otros, solo para ella; que sus albañiles para desplazarse hasta su casa se expusieron y la expusieron a ella, lo más probable es que enfermaron y en el peor de los casos no volverán. Yo respondo: "amiga no conozco a ninguno, pero si así fuera no recomendaría a ninguno en esta situación, por que me sentiría culpable por exponerlos". Ella me responde: “Eres fatal, ellos están vacunados contra todo, los pobres siempre están expuestos a todos los patógenos por cuanto han creado defensas”. Yo me callo, mientras pienso en que la amistad es esa, ser y pensar diferentes, cruzo los dedos mientras agradezco al universo, felizmente a ella le salvó la campana.
Un siguiente amigo, que le gusta vivir solo como un hongo y es feliz con su vida permitiéndome invadirle de tanto en tanto, porque es maniático del orden y decorado, nadie le toca nada ni desordena, puesto que la ayuda doméstica sólo va dos veces por semana. A ambos nos une su bello huerto, la agradable conversa, el buen vino y que nos vemos a la muerte de un obispo. Me contó que por esas situaciones inesperadas en las que nos detuvo el aislamiento, estaba acompañado. Yo pensé que seguramente se sentiría invadido en su soledad, pero al mismo tiempo me alegré que no estaría solo, ante una emergencia y que una cosa se compensaba con la otra. Resulta que su compañía usa la casa de él como dormitorio y descanso de su ajetreada vida social, él me llama y dice: ¿Qué puedo hacer, tengo fama de ser un anacoreta y si le pido que se vaya no me lo perdonará?. Como somos ambos brutalmente sinceros, le respondí: "Bueno querido, tendrás que elegir en que él se vaya con un mal recuerdo tuyo, si no tiene suficiente autocrítica para reconocer su comportamiento. O bien tú salir de tu casa con los pies por delante, por mantener las formas y las buenas costumbres, en todo caso te recomiendo revisar tu testamento y donde pones el acento, son en estos tiempos donde las personas que nos aman se muestran como son realmente".
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Sucede otro tanto con mi amiga que vive en Barranco, ella a diferencia de mi amigo le gusta todo en grupo, siempre ha vivido sola porque como todo ser humano le gusta y puede poseer un espacio propio donde descansar de su día ajetreado. Sólo vive plenamente cuando todo lo hace en grupo y planeando la siguiente reunión. Inclusive cuando conversamos de a dos, siento que no puede sostener un diálogo más de quince minutos sobre nosotras, si fuera psiquiatra le diría que necesita aceptarse como es. Cuando se inició la pandemia para su alegría y la mía, tenía compañía que vino al país por unos días y se quedó varada en su departamento. Yo estaba feliz por ella, podría sobrellevar el encierro de quince días, a lo mucho un mes sin sentirse encarcelada. Llevamos 126 días, ella sigue con su compañía pero completamente expuesta porque la "huésped" no sólo sale muy frecuentemente, se expone y retorna, sino que además hace que otros/as vengan a visitarla a ella y a su anfitriona.
Mi amiga es mayor de 65, sin ninguna enfermedad crónica siempre la he visto fuerte, firme y decidida menos en este tiempo. No sé si su compañía varada sea igual que ella en lo fuerte o pertenezca a un grupo en riesgo, lo cierto es que se ha transformado en factor de exposición de mi amiga. A ella no le he dicho nada, porque estoy segura que si realmente se da cuenta del riesgo, no tendrá miramientos para tomar una decisión, salvo que yo me equivoque y haya percibido mal su ser.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo otra amiga, que vive sola con sus gatos, ella trabaja hace muchos años apoyando y acompañando el tránsito de personas con enfermedad terminal. Pueda que por esta labor, su alma y su ser se haya organizado de tal modo, que le permite vivir en equilibrio siendo bipolar, la admiro porque como todas mis amigas entre las locuras que compartimos, ella es sumamente organizada y preparada para la guerra, ha aprendido a amar a cada ser, momento, espacio y tiempo. Ella se levanta cuando yo me acuesto, así que nos encontrarnos justo en ese momento de tránsito, compartimos mi noche con su día, mis interrogantes con su sabiduría. Y por esas cosas que una suele decir, no hace poco le digo a propósito de unas fotos intercambiadas: "querida pronto nos sentaremos nuevamente para ver el horizonte". Inmediatamente y en primera ella me responde: "querida será con mascarilla y sentadas a un metro una de la otra", así es de consciente de cómo ha cambiado nuestras vidas.
Tengo otra amiga que es una maravilla, siempre me quito el sombrero cuando veo el modo como resuelve cada uno de los acontecimientos de su vida, suelo pensar que siendo como es fuerte, dura, directa, mágica, amorosa y siempre positiva como sonriente, ha venido a este tiempo y esta dimensión para ser una vida aleccionadora. Cuando le dio el cáncer, me dijo: "Ni modo tengo que cambiar en mi estilo de vida y esta vez seguir las recomendaciones de quienes saben más que yo al respecto". Yo sufrí mucho pensando en ella. Pero ella me mostró y se mostró de qué estaba hecha, venció al cáncer y vive para contarlo. Un día que la visito me dice que la ayuda que tiene para mantener su departamento limpio vive al otro lado de la ciudad y que no le sale a cuenta venir sólo uno o dos días, así que ha decidido prescindir de su servicio, ya estaba mejor. Yo le digo: "es decir ya no volverá, porque tu departamento está impecable". Me responde: "No hija hace más de dos semanas de eso", yo pregunto ¿y quién limpia?, ella responde: "mi robot, esa pequeña cosa que vez ahí, está programada para limpiar desde el momento que me levanto y de lo demás siempre me he ocupado yo".
El Covid19 nos asoma a muchas aristas de quienes somos y en qué podemos convertirnos. En mi caso y muchas otras amigas coincidentes, celebro haber asumido que mi cabello perdió el color que tenía y que lo prefiero como es antes del Covid 19, no necesito de una manicurista, opté por lo sano, me he cortado las uñas tantas veces como han crecido. He salido sólo tres veces desde el quince de marzo, porque gracias a la vida, el universo y Dios, tengo una familia pequeña pero bien distribuida y responsable, nos ha costado y cuesta reducir el riesgo pero ahí vamos. No recibimos visita de ningún tipo, si alguien llega desde la ventana y tras la reja. Luego de revisar la experiencia de mis amigos y amigas, ahora sé que siempre hay algo que se nos escapa, que no toda compañía es para celebrar, a veces vale más estar sola/o que mal acompañada, especialmente cuando la compañía te coloca en riesgo permanente, de modo que de nada sirve aislarte cuando estás expuesta/o.

sábado, 11 de julio de 2020

IN MEMORIAN DE JORGE ALVARES CALDERON: DIA 12O

No termino de llorar a AnaT. Y tengo que despedirme hoy 10 de julio, del padre Jorge Álvarez Calderón Ayulo sacerdote diocesano, el primer cura de mi pueblo, como suele decirse coloquialmente cuando uno habla de un personaje como él. Esta vez, su partida antes de producirme tristeza me llena de paz, consuelo y reflexión que bien necesita mi alma. Para él terminó su padecimiento encarnado de 116 dias que vivió primero en una clínica y luego en un lugar de reposo, coincidiendo con el tiempo de nuestro aislamiento. Se fue tras celebrar sus 90 años, enfrentando una afección agresiva como el cáncer con entereza y sonrisa que cultivó a lo largo de sus años1. Se fue en paz y con la misión cumplida, que pocas personas pueden sentir al final de sus días 

Lo conocí mientras bordeaba mi niñez, paralelo a la búsqueda de Dios y un credo, de la mano de mi abuela Rosa Herrera, por todas las iglesias de ese tiempo. Si bien el Padre Jorge, no logró fidelizarme a la religión católica como único credo, si me abrió la puerta a otro modo de ser y hacer iglesia con rostro humano con y para los pobres, sin esperar a morirnos para tener nuestro terreno en el cielo sino construirlo aquí y desde ahora.

Cuando seres como el P. Jorge parten,  pienso que en el cielo hay mucho trabajo y cada vez menos almas  para hacerse cargo, en tanto que el infierno se ha instalado en la tierra ardiendo inagotablemente. El cielo o el universo, dependiendo de nuestras creencias, hoy está más necesitado de almas o energía que sostengan y animen  a seres que padecen más allá de sus fuerzas.

Pensamiento que a su vez, me redirige hacia quienes causan tanto dolor, daño y perversión. Seres avasallados por la codicia y crueldad que no se detienen ante nada, arrasando todo aquello que encuentran a su paso, que perciben como impedimento para llegar y/ o llevarse su botín.  Algunos hombres y mujeres que renunciaron a su humanidad a cambio de poder, dinero y control; sin importar a quien esté por delante. Y en verdad si fuera fanática creería que son la maldad encarnada, sin embargo no puedo darme ese lujo porque nuestra realidad de hoy es más compleja que buenos o malos, héroes o villanos, ángeles o demonios.

Es fácil caer en la tentación de buscar explicación  sobre aquello que vivimos a la metafísica, el esoterismo, la confabulación y fanatismo. Suele llegarme muchas cadenas de oraciones unas más atrevidas que otras, y realmente cuando pienso que ya nada me sorprende, tengo que reconocer que hay quienes se esfuerzan hasta lograrlo. Suelo imaginar que en la desesperación algunas personas  sólo reproducen cadenas inclusive sin leerlas y decodificar el mensaje que lleva, porque de otro modo es incomprensible que lo hagan teniendo clara comprensión del mismo.

A veces los leo esperando hallar al final  alguien que lo firme para hacerse cargo de las afirmaciones y atrevimientos que se toman, las cuales son realmente hilarantes. Porque no sólo van dirigidas a un ser supremo, a quien  no me imagino sentado frente a una computadora leyendo en su celular, CPU, tablet o laptop, el mensaje que le llega por las redes llena de pedidos a delibery, con mala ortografía y contradicción. O pidiendo a miles de ángeles respondan a su estilo los diversos mensajes porque él no puede, aun siendo Dios, o resolviendo con una fórmula estándar: “Denle a cada uno siete veces siete lo que se merecen según el record de su humanidad, piedad, solidaridad y amor por el otro”.

Cuando era niña algunas oraciones me llegaba en estampitas con firma al final, que no eran de demandas descaradas, maniqueistas e interesadas sino de compromisos y gratitud que me animaban. Recuerdo mucho aquella que  solíamos rezar al patrón de nuestra iglesia cotidiana antes de conocer al P. Jorge: “¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!/ Que allí donde haya odio, ponga yo amor;/ donde haya ofensa, ponga yo perdón;/ donde haya discordia, ponga yo unión;/ donde haya error, ponga yo verdad;/ donde haya duda, ponga yo fe;/donde haya desesperación, ponga yo esperanza;/ donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría…” (San Francisco).  Pueda que la era digital haya logrado sustraer las autorías o por esa tendencia de escribir  lo que sea y como sea, nadie se hace cargo de nada o sólo  les interesa las cuentas electrónicas que capturan.

Con osadía y atrevimiento se dirigen nada menos que  a Dios, con un pliego de reclamos,  demandas y lamentos, como si en verdad existiera un dios también bipolar que por un lado fuera cruel y vengativo, mientras por otra toda bondad, magnanimidad, perdón y más perdón. Unos lo acusan de ser causante de todas las calamidades y le piden que calme su ira, atribuyéndole la responsabilidad de las malas acciones de una parte de los seres humanos contra todo el planeta. Otros más fanáticos/as, le piden que con su sangre los bañe, limpie y salveA mí se me escarapela el cuerpo, si esta gente contara una vez más con la oportunidad de tener a un Cristo hecho cordero, dispuesto al sacrificio, seguramente no dudaría en ejecutarlo una y otra vez para salvarse.

Los/as más osados/as, piden que los proteja a ella  o él y su familia, sus amigos, y quien rebote la cadena, e implícitamente que el resto se reviente. Y hasta que se lleve al virus consigo o sea que él se reviente, una vez más pienso en el sentimiento  profundamente egoístas en que se inspiran y reproducen. De modo que  aun cuando hubiera un dios que respondiera a sus demandas, apenas se sintieran a salvo se olvidarían de él, retornando a ser lo que eran y hacer las cosas que venían haciendo hasta cuando se detuvieron. Como hicieron y hacen con  médicos/as, enfermeros/as,  policías, trabajadores de limpieza pública, choferes, cobradores,  dependientes,  por dar algunos ejemplos de servicio esencial.

A  propósito de mi recuerdo del  P. Jorge, pienso el modo  cómo nos hemos vuelto utilitarios/as en todo y respecto a cada dimensión de nuestro ser, incluyendo lo espiritual y la fe. Distinto al contexto en el cual él dejo de ser parte de la aristocracia oligárquica allá por los cincuenta, renunció a su carrera de ingeniero agrónomo que como solía decir lo tomó como pretexto, porque desde que veía las obras de caridad de su madre lo atraía la filosofía, pero que esa opción ya le había ganado por puesta de mano su hermano mayor Carlos, así que dos no podían ser abiertamente filósofos al interior de una familia conservadora, oligárquica y con poder, de modo que su camino al sacerdocio fue sinuoso.

Conocí, al P. Jorge cuando él tenía 39 cuando y yo andaba bordeando mi primera década, un tercer domingo de enero. Nos habíamos mudado esa semana donde sería nuestro nuevo barrio. Al cual apenas llegar nos recibió un diluvio, aquel del 15 de enero de 1969, esa noche se había abierto las compuertas del cielo, porque llovió tanto, pero tanto, que amanecimos asustadas y acurrucadas. Mi hermanita Luz tenía sólo cuatro años y se espantó mucho, nunca había experimentado una lluvia torrencial, se metió bajo el  poncho de mi hermano sin moverse de su lado, de modo que parecían bicéfalos, acurrucados, mientras papá y mamá hacían todo lo posible por protegernos.

Desde tiempos inmemoriales, siempre que hay un fenómeno natural, más allá de las costumbres el temor nos lleva a refugiarnos en la fe, tras la lluvia vino el nuevo día, con él a acomodar nuestra nueva vida, sin la amplia casa de Zárate,  huertos,  parques y amigos  que teníamos antes.  Era un barrio  joven seudo comunista, militarista y velazquista, sin fe ni credo, puesto que la mayor parte de su población había sido trasladada hacía sólo algunos años, de los rededores de la Plaza de Acho, porque se tenía en perspectiva  construir vías en su lugar.

Ese primer domingo al escuchar la campana fuimos por primera vez a misa de noche, bajo la luz mortecina de velas. Conocí a un cura prestado del Pueblo de San Juan de Lurigancho y Tres Compuertas, sin sotana, ameno, sonriente,  joven y nos pedía que lo llamáramos Jorge o padre Jorge. Tan distinto a nuestra experiencia previa, primero de Barrios Altos, luego  de Leticia y más espaciadamente desde Zárate, mi madre y padre, solía llevarnos los domingos en la mañana a la misa de la iglesia San Francisco, luego a tomar desayuno  con butifarras, sándwich de lechón. 

En realidad  a mí no me interesaba otra cosa que conocer más ese misterioso  y amenazante lugar al que nos habíamos mudado, ya no viviríamos más de alquiler, mamá había comprado su terreno, pese a la  oposición de papá por un barrio, él no quería echar raíces como todo migrante,  sólo estaba esperando juntar suficiente dinero para retornar a los andes.

En la misa éramos muy pocos, no más de 20  personas todos/as de pie, los/as jóvenes se juntaba de tres para compartir una vela y un libro de oraciones. Estaba en el lugar donde hoy se erige el Centro de Salud Santa Rosa, allí donde murió el primer médico con  Covid 19 asintomático, que  le regalaron  en su domicilio, sin enterarse hasta colapsar. Contagiando a todos/as quienes estuvieron en su radio, mi vecina que trabaja en la farmacia y toda su familia recién se están reponiendo.

Durante la celebración observé con atención una mujer blanca, guapa y distinguida  llevaba la maleta con los enseres de la litrugia, más adelante sabría que se llamaba María Ochoa, la señora distinguida del Barrio con la casa más bonita y un solo hijo, compartían con el P. Jorge el vivir un destierro1, el primero por renuncia y la segunda arrojada por ser madre soltera. Junto a ella una negra desgarbada hacía de todo y se movía por todos lados, resolviendo cada detalle en aquel  espacio improvisado que era la capilla, también sabría luego que se llamaba Francisca, más conocida como “la negra pancha”, era el extremo opuesto de María; casada, con varios hijos, pobre, trabajadora, eternamente sonriente, bailadora y tenía por corazón similar a pan recién horneado.

Era una capilla de esteras con una cruz rústica de fondo, piso de tierra, olía a incienso, jazmines y velas, esos aromas que hasta hoy me recogen. La misa era diferente a la de San Francisco, tan ortodoxo, frío y distante. El sacerdote nos hablaba casi personalmente,  el canto del coro parecía envolvernos a todos/as, hasta casi elevarnos. Pero aquello que más llamaba mi atención era un tractor estacionado en su puerta de la capilla, al cual me trepé ni corta ni perezosa apenas culminada la misa, mientras mi hermana mayor y madre hablaban con al cura, allí se enteraron de que venía sólo de vez en cuando, porque se encargaba de toda la Parroquia de San Cristóbal que en ese tiempo abarcaba todo San Juan de Lurigancho. 

Saliendo de la capilla aquel joven cura se me acerca y pregunta ¿Qué te pareció la misa?  Yo embebida en el tractor, ni lo miro, respondo: "Estaba bonita". ¿Por qué bonita?  Me detengo, lo miro y pienso: "Cantaron bonitas canciones".  El vuelve a preguntar: "¿Y tú no cantas?"  Yo respondo: "No, porque no tengo bonita voz como mi hermana".  Y él me dice: "Eso se puede resolver ensayando, vamos a  hacer un coro y puedes venir". Yo lo miro y digo: "Le preguntaré a papá y mamá".  

Así fue como empecé a compartir mis fines de semana entre tres credos, el de  la iglesia evangélica bíblica, centrado en el estudios de la biblia que se daba en las mañanas en la casa de mi vecina Gloria, la iglesia pentecostés de mi abuela Rosa que estaba al otro extremo del barrio y de tanto en tanto a la iglesia católica representada únicamente por las palabras de aquel joven sacerdote, que luego me enteré se había hecho cargo de tres chinos huérfanos que vivían sólo a media cuadra de mi casa. Sin imaginar, que la menor sería integrada en el futuro a mi casa como una hermana más, a quien mi madre cuidaba con celo, porque tras estar en un internado, era como un cachorrito, se metía a cualquier casa sin temer ni cuidarse de nada.

Poco a poco fui conociendo su historia, algunas exageradas y otras cercanas a la verdad. A través de él conocí a un Jesús que era principalmente amor pero no abstracto sino concreto humano, mi prójimo el igual a mí, siendo diferente, más cercano, más como yo, al que podía cantarle sin tener bonita voz y hablarle con mis palabras en cualquier momento, donde no todo era pecado, que el mayor pecado era mantener a un pueblo pobre e ignorante.

Un Dios que se regocijaba con nuestro canto y alegría, celebrando con nosotros el pacto por un pueblo nuevo, a quien no le teníamos que pedir nada sino agradecer, porque nos había dado todo, especialmente libre albedrío, conciencia y alma, para hacernos cargo de nuestra vida y de aquellas que debamos proteger. Por eso al atardecer, siempre que puedo y tengo, prendo una vela para agradecer, y hablar con Dios, para  entender mejor aquello que puedo entender, y sentir sin tapujos aquello que debo sentir.

La capilla fue creciendo, ya teníamos bancas y un altar, seguíamos sin santos ni imágenes, sólo esa cruz de eucalipto que en este momento tengo en mi retina. Hacíamos actividades sociales y pro fondos, de los que entendía poco, pues sólo seguía de cola a mi hermana mayor junto con mi hermana Luz, visitado todo el pueblo, recolectado cosas y ayudando, fue mi primera navidad con misa. Hasta cuando en 1972, nos anunció que tendríamos un sacerdote para nuestro pueblo, ya contábamos con terreno para construir la iglesia, para mí fue su mejor herencia, porque a través de sus gestiones llegó a mi vida quien sería mi guía espiritual y política, así como mi biblioteca personal alimentando mi lectura, el sacerdote carismático Jean Pablo Allard, con quien seguramente ya se habrán encontrado y reirán  sonoramente como solían hacerlo.

El P. Jorge me mostró a un Dios  diferente al que conocía hasta entonces en la iglesia de San Francisco, magnífico y en las alturas, como doloroso, torturado y sangrante. Ambas imágenes me asustaban y alejaban, no podía entender que alguien sufriera voluntariamente en ese extremo y  a la vez estuviera tan lejano que cuando lo llamabas no respondía, por eso con mi hermana preferíamos rezar a la Virgen del Carmen que era patrona de nuestro colegio. Tampoco era igual al Jehová del cual se hablaba en el templo de mi abuela, que siempre estaba lleno de exageración desde los parlantes y el micrófono para la celebración que invadía a todo el pueblo; el paroxismo, masoquismo y autofragelamiento psicológica contando todos sus pecados en público para ser perdonado y el modo como eran exorcizado el demonio de sus cuerpos convulsionantes, me parecía mucho teatro. También era diferente al Dios de iglesia evangélica bíblica, donde yo era una de las más destacadas porque me gustaba leer y me comí la biblia como todo libro que cayó a mis manos, sin embargo muchas de mis preguntas no fueron despejadas.

En estas como los mormones, testigos de Jehová y luteranos,  a los que asomé, sólo tenían una cosa en común,  el trato distinto y jerarquizante según la clase, posición y los diezmos, donde los pastores y sus esposas nos llamaban hermano/a en el templo y en la calle ni nos miraban. Todos tenían incoherencia entre lo que predicaban y practicaban, al mismo tiempo que fabricaban una serie de prohibiciones a los que llamaban pecado, lo más impresionante era su relación con los pobres, de exagerada atención como si fueran discapacitados/as o niños/as torpes, y en el otro extremo,  distantes como discriminadores. En tanto que los pobres, se esforzaban por imitar sus  prácticas, poses, revestimiento de su cuerpo y fanatismo extremo en la interpretación de las lecturas, así como en sus vidas, allí fue el primer lugar donde me topé de bruces con el individualismo más descarnado y brutal.

El P. Jorge no me fidelizó como católica, pues mi búsqueda de credo se mantuvo permanentemente, inclusive tras realizar mi primera comunión y confirmación a los catorce años, convencida y aceptando que ese sería mi credo. Sin embargo me abrió la puerta a otro modo de vivir la fe desde la práctica, esforzándome por la coherencia entre pensamiento, discurso y obra. De su mano me asomé a la naciente Teología de la Liberación, que ni el mismo sabía que se estaba construyendo en ese entonces, entre un grupo de sacerdotes uno ellos su hermano Carlos Álvarez Calderón junto con Gustavo Gutiérrez, cuestionando su propio ser y hacer, buscaban al rostro de cristo en cada ser humano, con preferencia por los pobres.

Ahora sé que Dios está en cada uno de nosotros/as, en esa parte divina que todos/as tenemos y que no logramos corromper por mucho que nos esforzamos, que sale a flote para socorrernos en momentos de fuerte de remecimiento de nuestro ser, estar y hacer. Por eso somos perfectibles, capaz de cambiar si nos lo proponemos, ser resilientes para sacar lecciones y aprendizajes del sufrimiento.

Es nuestro ser divino, aquel que nos sostiene, ese Dios que está en nosotros/as y con nosotros/as, principalmente cuando nos enfrentamos a aquello que nadie puede sustraerse, que nos iguala a todos/as independiente de donde, cuando, cómo y a través de quien venimos como sucede con el nacer nacer, sea en la mejor clínica del mundo, en alguna choza de la punta de un cerro o bajo el cobijo de una cueva, de allí nos esforzaremos cada quien para diferenciarnos. Y volvemos a ser nuevamente iguales, cuando morimos. Cuando nuestra vida finita culmina recordándonos que sólo somos seres de tránsito por este tiempo, dimensión y estado, donde nada nos llevamos salvo quienes somos en el alma. Esta vez a diferencia de como llegamos, nos iremos profundamente solos/as, estando conscientes que es así pese a estar en coma corporal, independiente de cuando, como, con quién y las causas de nuestra partida.

Sin duda, algunos/as pedirán más tiempo, habiendo desperdiciado el que tuvimos sin esforzarnos por descubrir y cumplir con la misión que nos permitió quedarnos en esta estación por mucho o poco tiempo, sin embargo, estoy segura, que el P. Jorge, quien se fue a los tres días de cumplir noventa años, tras una vida plena de entrega y satisfecho de haber cumplido con su misión en esta vida.

Quien nació en la mejor cuna y creció entre todas las comodidades que el dinero y poder puede dar; eligió y fue feliz cada uno de sus días viviendo como la mayoría de peruanos/as en humildad y pobreza, sin perder la sonrisa, cocando cada vida, corazón y alma como la mía. Obteniendo la fortaleza de quienes han hecho resiliencia del sufrimiento, para  acompañar y sufrir, al lado de los suyos  los tiempos difíciles e inclementes  de las trampas de la mente.

Se fue el P. Jorge  cumplida su misión y tiempo en esta dimensión, recordándonos a quienes seguimos aquí que no posterguemos ni engañemos a la nuestra.
QEPD y DDG 
                      

miércoles, 8 de julio de 2020

IN MEMORIAM ANA TERESA MOLINA Y SU LISURA

Estoy triste profundamente triste, desde hace muchos días,  cuando volvió a mi ser ese sentir que me sucede cuando tengo cerca, durante o alrededor de una pérdida, me ha pasado una y otra vez desde niña, enlazándose con todo aquello importante en cada ciclo: personas, seres, relaciones, acciones, posesiones, proyecciones. Sólo cuando aprendí a respetarme inclusive en mis sentimientos y emociones sin negarlo más, es cuando lo hice parte de mi, confiando de ello a muy pocas personas. Esta vez, fue tan fuerte la sensación entre viernes y sábado, que domingo llamé y escribía para saber que estaban bien, quienes sabía  podían correr riesgo. Luego me dije a mi misma, estás siendo obsesiva. Casi nunca suelo llamar, desde que hay este medio virtual o las redes por donde escribo para ser menos invasiva, porque pienso que cada quien tiene sus propias agendas y urgencias que prefiero no distraer. Y en este tiempo, sus rutinas donde se corre el riesgo de ser inoportuna.

Cuando tuve reacciones de quienes no  pude comunicarme, pensé que mi angustia se disfrazaba de tristeza, porque a pesar de tener sol estos días, las tardes y madrugadas se habían tornado profundamente frías. No sé si a otra persona, pero a mí el frío suele entristecerme y desvelarme, cosa que me pasó de  ayer para hoy. No pude conciliar el sueño tanto que respondí a las cuatro de la madrugada, un post de mi amigo Javier quejándose también de su estado insomne. Finalmente me dormí a las media mañana, luego de tomar un desinflamante para el dolor y un antialérgico.

Hace un momento desperté y  me enteré, descubriendo que mi tristeza tiene un nombre AnaT, pero que no se trata de un sentimiento aislado sino que hoy compartimos de tres a cinco veces multiplicados quienes son cercanos a  más de  12 millones de personas diagnosticado/a con  Covid 19 en el planeta. Tristeza  que se expande y despliega cuando se trata de la partida de seres a quienes prescindiendo del linaje, nos vinculamos atando nuestras almas y ser etéreo, una relación que nace de la amistad, se transforma en ese amor gratuito que fluye y deja fluir, que lo tomas en cada encuentro para dejarlo hasta el próximo contacto, impregnado de lo mucho o poco que puedas alimentarlo.

AnaT forma parte de la constelación de seres, con quienes nos hemos elegido mutuamente, desde el momento que nos hallamos, con libre albedrío, por empatía, coincidencia, comunión y el placer de estar y compartir determinada dimensión de nuestro ser y hacer en este tiempo, espacio y dimensión. 
A eso suelo llamar felicidad con sentido y contenido de la vida. Ella solía decir: “Es porque tenía que ser querida, nos hemos esforzado todo los días de nuestra puta vida, para ser lo que decidimos ser, porque nadie nos ha regalado nada, todo lo hemos tenido que obtener, allá los imbéciles que creen que porque vienes de buena  familia, tienes un nombre lo tienes todo. Y están los peores esos machos alfa, que creen que porque eres mujer y tienes buen poto todo te llega fácil. Todo en esta vida nos cuesta, por eso cuando tenemos las amigas/os que queremos es por que hemos elegido con olfato, corazón y lógica de pensamiento, a mí que no me vengan que es sólo por coincidencia”.  Y luego me abrazaba con ese cariño y amor que sólo encuentras en las amigas de bien, que no temen al contacto ni la expresión de afecto, porque han exorcizado a sus propios demonios.

AnaT, era uno de esos seres con quien me unía la irreverencia, la capacidad y posibilidad de llamar a las cosas por su nombre sin temor a las convenciones, reírnos a carcajadas, hablábamos por horas con sabrosura, lindura y lisura con esa capacidad de decir palabras mayores 'con estilo', de todo un poco, de todos/as un poco. Para terminar hablando de nosotras mismas hasta percatarnos -por el frío si era invierno o cuando oscureció si era verano-,  que el tiempo voló sin darnos cuenta, prometiendo volvernos a ver en breve, porque siempre quedaba  una lista de cosas por tocar. 

Nos conocimos a mediados de los noventa, en tiempos donde cada una de las mujeres de distintas vertientes, historias y prácticas  buscábamos algún dique para encauzar toda la indignación, energía y rebeldía que nos invadía vivir en silencio, reprimidas y amordazadas real y simbólicamente bajo un régimen de gobierno seudo democrático, ya no bordeando sino instalado en el centro de una dictadura encubierta. Ella lo sentía y vivía intensamente por ser periodista forjada en las aulas sanmarquinas en tiempos de ser y hacer periodismo era cosa seria, de profunda sapiencia, habilidad y agilidad en una danza simultánea entre pensamiento, palabra y registro.  Un terreno principalmente masculino, donde ella vivió, venció y posicionó,  sin morir en el intento.

Solía contarme lo tirano y a su vez gran maestro del periodismo que era Enrique Zileri Gibson, bajo cuyas órdenes trabajó un buen tiempo y fue en ese terreno del periodismo  de investigación donde se forjó como una de las mejores. Como periodista no tranzó ni se vendió por un plato de lentejas, como muchos periodistas lo hicieron con Fujimori y lo hacen hoy, en tiempos leoninos del neoliberalismo achorado y lumpen que invade nuestra sociedad, sólo miremos hoy como se trata las principales agendas sociales, políticas, económicas e inclusive culturales.

Nos hicimos amigas en el centro de un escenario y espacio de ebullición de nuestras emociones, rabia y rebeldía. Eramos tan diversas como diferentes de todos los colores y etnias: chinas, negras, cholas, mestizas, blancas, andinas, amazónicas, occidentales. De todas las preferencias sexuales: lesbianas, bisexuales, heterosexuales y hasta asexuadas. Con diferentes prácticas religiosas: protestantes, budistas, hinduistas, judías, católicas, atea, agnóstica, monoteísta, politeistas, henoteistas. Diversas tendencias políticas: derecha, izquierda, centro, partidarizadas, no partidarizadas. Diversas posiciones: con poder, sin poder, deseosas de poder abierta o soterradamente, cuestionando todo poder o  negociando siempre, con posibilidad y capacidad para arrancar algo y hacerse de él con un buen pedazo o la suma de migajas. 

Diversas situaciones: creyentes, no creyentes, mujeres casadas, viudas, divorciadas, separadas, distanciadas, solteras por elección y contentas de serlo; también las resignadas de tanto intento sin éxito. Madres con hijos/as biológicos/as, adoptivos/as o putativos/as, madres solteras por elección o abandonadas. Feministas, no feministas, católicas, protestantes, ateas; populares, impopulares, líderes, dirigentes o levadura en la masa; de clases bajas, medias y altas, sector A,B, C y D.  Académicas, comerciantes, empleadas, freelance, trabajadoras del hogar, amas de casa, desempleadas, etc. La mayoría principalmente mujeres -porque hubo uno que otro hombre atraído por las mismas agendas o aliados apoyando-, pero desde que coincidimos y nos reconocimos mutuamente, sin que nadie fuera mediador, no hicimos migas, siendo tan diferentes. Otro tanto me pasó con Carmen Ureta, ella siempre me lo recuerda.

A AnaT como la llamaba, la gocé  en el fragor del activismo político, la pugna por colocar nuestra opinión personal, confrontando todo y en ese debate ella era sencillamente certera y  profunda, mandaba a todas al mismísimo carajo o más lejos, sólo con pasaje de ida, cuando se ponían exquisitas, logrando centrar la discusión y avanzar en los acuerdos, siempre asumiendo responsabilidades concretas, pese  a que disponía de poco tiempo por su trabajo freelance, madre por elección y “N” compromisos amicales y de linaje. Muchas tareas las hicimos juntas a veces a gritos, otros en complicidad y las más con placer de tomarnos una cerveza al final de la jornada.

Solía reírse mucho de  mi intolerancia al humo del cigarro, diciéndome, lo mismo que solía decir  mi tía Silveria (ex monja), AnaT sentenciaba: “No hay nada peor que una fumadora arrepentida, al igual que una monja o un cura arrepentido, se vuelven intolerantes y cucufatos”. Yo le decía a mi favor: “Nada de cucufatería, he fumado no una cajetilla sino un ruedo, amanecido “N” veces bajo la niebla de cigarrillos: Lo cierto es que agoté mi necesidad y tolerancia al tabaco que venían conmigo de otras vidas, así que ya cerré esa parte de mi karma, allá tú que quieres llevarlo a tu próxima vida, sabiendo hoy lo que no sabíamos antes que tiene siete mil componentes y setenta (70) sustancias1 tóxicas cancerígenas como: amoniaco, monóxido de carbono, nicotina, óxido nitroso,cianuro de hidrógeno, mercurio,  alquitrán, níquel, plomo, cadmio, cromo, arsénico, selenio, etc”.
Me respondía: “Chasa, la señorita ahorita es química, déjame el placer de morirme por elección al igual que he vivido, por elección y con decisión, no me traumes con tus fórmulas, después de esto nos tomamos una cerveza”. Yo insistía: “Siempre que sea el último cigarro del día”. Ella moría de la risa y me decía: “Nadie te gana, no se te escapa una”. 

Hoy, sé que hace unas horas te fuiste AnaT, tu último post de hace quince días anunciaba que  era tu quinta gripe en 120 días de aislamiento voluntario, donde tú y el pijama se habían integrado. Ya no disfrutaré ni reproduciré tus artículos irreverentes. Amiga de mi alma, compañera de rebeldías en tiempos de ostracismo, te has ido tras 135 días de aislamiento, insuficientes para protegerte de un mal que nos invade por todos los costados y contigo se ha ido nuestra promesa de volvernos a ver para hablar hasta agotarnos, habiendo concertado que no tendríamos por agenda al Covid 19, nuestras enfermedades, ni de nietas/os; sino de nosotras, de lo que sentimos, pensamos, planeamos y decretamos. Porque en nuestro tiempo no cabe más el deseo  sino el hecho.

Estoy triste, porque el dolor se me ha instalado en el alma, al igual que a las millones de personas que son las/os dolientes por la partida de 540 mil 341 2 de quienes se ha registrado su partida sin despedirse, de los muchos/as más que siguen partiendo, unos/as sin compañía y los/as más sin registro alguno.  Porque este dolor me atraviesa todos los costados siendo mayor que los físicos, prendí una vela, busqué nuestras fotos de los noventa  y me puse a escribirte, porque no sé al igual que tú, otro modo de vivir el dolor y despedirme para dejarte partir  a ese espacio etéreo, donde no hay lugar para los dolores y pesares encarnados que vivimos hoy. Amiga de tantas vidas, ve y prepara el lugar para quienes te seguimos y quién sabe, allí tendremos toda la eternidad para bebernos y disfrutarnos de todo lo que somos y podemos ser si decidimos que así será. 

Habrá un mañana para quienes aún estemos aquí cuando esto pase, pueda ser que tampoco yo esté  más, pero quienes nos sobrevivan seguro hallarán la forma de descubrir la realidad que hoy está desperdigada, a pesar de ser un hecho, ha logrado recubrirse como el virus allí donde la soberbia o la irracionalidad le hace un espacio y crea  condiciones para hacerlo fuerte, movilizar y desperdigar.

El Covid 19 no tiene pies, no tiene manos, no tiene alas ni movilidad alguna, si se queda detenido por más de 15 días en un solo lugar, sin que nadie se acerque se desintegra, descompone, desaparece, aun cuando no muera. Tú lo entendiste, por eso te aislaste voluntariamente, pero bastó un pequeño asomo, un  resquicio en la puerta y la ventana, para que se deslizara.

Ve AnaT de mi vida y alma, vuela libre por el universo, sin nada que te toque ni te alcance, sin nada que te provoque sufrimiento; mi dolor es sólo el tributo a este modo de amar que tenemos los seres humanos mientras estemos aquí, apreciando y viviendo la vida que elegimos, mientras llegue nuestro turno.

Querida AnaT va mi amor de amiga irreverente e infinito hasta donde estés.