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miércoles, 8 de julio de 2020

IN MEMORIAM ANA TERESA MOLINA Y SU LISURA

Estoy triste profundamente triste, desde hace muchos días,  cuando volvió a mi ser ese sentir que me sucede cuando tengo cerca, durante o alrededor de una pérdida, me ha pasado una y otra vez desde niña, enlazándose con todo aquello importante en cada ciclo: personas, seres, relaciones, acciones, posesiones, proyecciones. Sólo cuando aprendí a respetarme inclusive en mis sentimientos y emociones sin negarlo más, es cuando lo hice parte de mi, confiando de ello a muy pocas personas. Esta vez, fue tan fuerte la sensación entre viernes y sábado, que domingo llamé y escribía para saber que estaban bien, quienes sabía  podían correr riesgo. Luego me dije a mi misma, estás siendo obsesiva. Casi nunca suelo llamar, desde que hay este medio virtual o las redes por donde escribo para ser menos invasiva, porque pienso que cada quien tiene sus propias agendas y urgencias que prefiero no distraer. Y en este tiempo, sus rutinas donde se corre el riesgo de ser inoportuna.

Cuando tuve reacciones de quienes no  pude comunicarme, pensé que mi angustia se disfrazaba de tristeza, porque a pesar de tener sol estos días, las tardes y madrugadas se habían tornado profundamente frías. No sé si a otra persona, pero a mí el frío suele entristecerme y desvelarme, cosa que me pasó de  ayer para hoy. No pude conciliar el sueño tanto que respondí a las cuatro de la madrugada, un post de mi amigo Javier quejándose también de su estado insomne. Finalmente me dormí a las media mañana, luego de tomar un desinflamante para el dolor y un antialérgico.

Hace un momento desperté y  me enteré, descubriendo que mi tristeza tiene un nombre AnaT, pero que no se trata de un sentimiento aislado sino que hoy compartimos de tres a cinco veces multiplicados quienes son cercanos a  más de  12 millones de personas diagnosticado/a con  Covid 19 en el planeta. Tristeza  que se expande y despliega cuando se trata de la partida de seres a quienes prescindiendo del linaje, nos vinculamos atando nuestras almas y ser etéreo, una relación que nace de la amistad, se transforma en ese amor gratuito que fluye y deja fluir, que lo tomas en cada encuentro para dejarlo hasta el próximo contacto, impregnado de lo mucho o poco que puedas alimentarlo.

AnaT forma parte de la constelación de seres, con quienes nos hemos elegido mutuamente, desde el momento que nos hallamos, con libre albedrío, por empatía, coincidencia, comunión y el placer de estar y compartir determinada dimensión de nuestro ser y hacer en este tiempo, espacio y dimensión. 
A eso suelo llamar felicidad con sentido y contenido de la vida. Ella solía decir: “Es porque tenía que ser querida, nos hemos esforzado todo los días de nuestra puta vida, para ser lo que decidimos ser, porque nadie nos ha regalado nada, todo lo hemos tenido que obtener, allá los imbéciles que creen que porque vienes de buena  familia, tienes un nombre lo tienes todo. Y están los peores esos machos alfa, que creen que porque eres mujer y tienes buen poto todo te llega fácil. Todo en esta vida nos cuesta, por eso cuando tenemos las amigas/os que queremos es por que hemos elegido con olfato, corazón y lógica de pensamiento, a mí que no me vengan que es sólo por coincidencia”.  Y luego me abrazaba con ese cariño y amor que sólo encuentras en las amigas de bien, que no temen al contacto ni la expresión de afecto, porque han exorcizado a sus propios demonios.

AnaT, era uno de esos seres con quien me unía la irreverencia, la capacidad y posibilidad de llamar a las cosas por su nombre sin temor a las convenciones, reírnos a carcajadas, hablábamos por horas con sabrosura, lindura y lisura con esa capacidad de decir palabras mayores 'con estilo', de todo un poco, de todos/as un poco. Para terminar hablando de nosotras mismas hasta percatarnos -por el frío si era invierno o cuando oscureció si era verano-,  que el tiempo voló sin darnos cuenta, prometiendo volvernos a ver en breve, porque siempre quedaba  una lista de cosas por tocar. 

Nos conocimos a mediados de los noventa, en tiempos donde cada una de las mujeres de distintas vertientes, historias y prácticas  buscábamos algún dique para encauzar toda la indignación, energía y rebeldía que nos invadía vivir en silencio, reprimidas y amordazadas real y simbólicamente bajo un régimen de gobierno seudo democrático, ya no bordeando sino instalado en el centro de una dictadura encubierta. Ella lo sentía y vivía intensamente por ser periodista forjada en las aulas sanmarquinas en tiempos de ser y hacer periodismo era cosa seria, de profunda sapiencia, habilidad y agilidad en una danza simultánea entre pensamiento, palabra y registro.  Un terreno principalmente masculino, donde ella vivió, venció y posicionó,  sin morir en el intento.

Solía contarme lo tirano y a su vez gran maestro del periodismo que era Enrique Zileri Gibson, bajo cuyas órdenes trabajó un buen tiempo y fue en ese terreno del periodismo  de investigación donde se forjó como una de las mejores. Como periodista no tranzó ni se vendió por un plato de lentejas, como muchos periodistas lo hicieron con Fujimori y lo hacen hoy, en tiempos leoninos del neoliberalismo achorado y lumpen que invade nuestra sociedad, sólo miremos hoy como se trata las principales agendas sociales, políticas, económicas e inclusive culturales.

Nos hicimos amigas en el centro de un escenario y espacio de ebullición de nuestras emociones, rabia y rebeldía. Eramos tan diversas como diferentes de todos los colores y etnias: chinas, negras, cholas, mestizas, blancas, andinas, amazónicas, occidentales. De todas las preferencias sexuales: lesbianas, bisexuales, heterosexuales y hasta asexuadas. Con diferentes prácticas religiosas: protestantes, budistas, hinduistas, judías, católicas, atea, agnóstica, monoteísta, politeistas, henoteistas. Diversas tendencias políticas: derecha, izquierda, centro, partidarizadas, no partidarizadas. Diversas posiciones: con poder, sin poder, deseosas de poder abierta o soterradamente, cuestionando todo poder o  negociando siempre, con posibilidad y capacidad para arrancar algo y hacerse de él con un buen pedazo o la suma de migajas. 

Diversas situaciones: creyentes, no creyentes, mujeres casadas, viudas, divorciadas, separadas, distanciadas, solteras por elección y contentas de serlo; también las resignadas de tanto intento sin éxito. Madres con hijos/as biológicos/as, adoptivos/as o putativos/as, madres solteras por elección o abandonadas. Feministas, no feministas, católicas, protestantes, ateas; populares, impopulares, líderes, dirigentes o levadura en la masa; de clases bajas, medias y altas, sector A,B, C y D.  Académicas, comerciantes, empleadas, freelance, trabajadoras del hogar, amas de casa, desempleadas, etc. La mayoría principalmente mujeres -porque hubo uno que otro hombre atraído por las mismas agendas o aliados apoyando-, pero desde que coincidimos y nos reconocimos mutuamente, sin que nadie fuera mediador, no hicimos migas, siendo tan diferentes. Otro tanto me pasó con Carmen Ureta, ella siempre me lo recuerda.

A AnaT como la llamaba, la gocé  en el fragor del activismo político, la pugna por colocar nuestra opinión personal, confrontando todo y en ese debate ella era sencillamente certera y  profunda, mandaba a todas al mismísimo carajo o más lejos, sólo con pasaje de ida, cuando se ponían exquisitas, logrando centrar la discusión y avanzar en los acuerdos, siempre asumiendo responsabilidades concretas, pese  a que disponía de poco tiempo por su trabajo freelance, madre por elección y “N” compromisos amicales y de linaje. Muchas tareas las hicimos juntas a veces a gritos, otros en complicidad y las más con placer de tomarnos una cerveza al final de la jornada.

Solía reírse mucho de  mi intolerancia al humo del cigarro, diciéndome, lo mismo que solía decir  mi tía Silveria (ex monja), AnaT sentenciaba: “No hay nada peor que una fumadora arrepentida, al igual que una monja o un cura arrepentido, se vuelven intolerantes y cucufatos”. Yo le decía a mi favor: “Nada de cucufatería, he fumado no una cajetilla sino un ruedo, amanecido “N” veces bajo la niebla de cigarrillos: Lo cierto es que agoté mi necesidad y tolerancia al tabaco que venían conmigo de otras vidas, así que ya cerré esa parte de mi karma, allá tú que quieres llevarlo a tu próxima vida, sabiendo hoy lo que no sabíamos antes que tiene siete mil componentes y setenta (70) sustancias1 tóxicas cancerígenas como: amoniaco, monóxido de carbono, nicotina, óxido nitroso,cianuro de hidrógeno, mercurio,  alquitrán, níquel, plomo, cadmio, cromo, arsénico, selenio, etc”.
Me respondía: “Chasa, la señorita ahorita es química, déjame el placer de morirme por elección al igual que he vivido, por elección y con decisión, no me traumes con tus fórmulas, después de esto nos tomamos una cerveza”. Yo insistía: “Siempre que sea el último cigarro del día”. Ella moría de la risa y me decía: “Nadie te gana, no se te escapa una”. 

Hoy, sé que hace unas horas te fuiste AnaT, tu último post de hace quince días anunciaba que  era tu quinta gripe en 120 días de aislamiento voluntario, donde tú y el pijama se habían integrado. Ya no disfrutaré ni reproduciré tus artículos irreverentes. Amiga de mi alma, compañera de rebeldías en tiempos de ostracismo, te has ido tras 135 días de aislamiento, insuficientes para protegerte de un mal que nos invade por todos los costados y contigo se ha ido nuestra promesa de volvernos a ver para hablar hasta agotarnos, habiendo concertado que no tendríamos por agenda al Covid 19, nuestras enfermedades, ni de nietas/os; sino de nosotras, de lo que sentimos, pensamos, planeamos y decretamos. Porque en nuestro tiempo no cabe más el deseo  sino el hecho.

Estoy triste, porque el dolor se me ha instalado en el alma, al igual que a las millones de personas que son las/os dolientes por la partida de 540 mil 341 2 de quienes se ha registrado su partida sin despedirse, de los muchos/as más que siguen partiendo, unos/as sin compañía y los/as más sin registro alguno.  Porque este dolor me atraviesa todos los costados siendo mayor que los físicos, prendí una vela, busqué nuestras fotos de los noventa  y me puse a escribirte, porque no sé al igual que tú, otro modo de vivir el dolor y despedirme para dejarte partir  a ese espacio etéreo, donde no hay lugar para los dolores y pesares encarnados que vivimos hoy. Amiga de tantas vidas, ve y prepara el lugar para quienes te seguimos y quién sabe, allí tendremos toda la eternidad para bebernos y disfrutarnos de todo lo que somos y podemos ser si decidimos que así será. 

Habrá un mañana para quienes aún estemos aquí cuando esto pase, pueda ser que tampoco yo esté  más, pero quienes nos sobrevivan seguro hallarán la forma de descubrir la realidad que hoy está desperdigada, a pesar de ser un hecho, ha logrado recubrirse como el virus allí donde la soberbia o la irracionalidad le hace un espacio y crea  condiciones para hacerlo fuerte, movilizar y desperdigar.

El Covid 19 no tiene pies, no tiene manos, no tiene alas ni movilidad alguna, si se queda detenido por más de 15 días en un solo lugar, sin que nadie se acerque se desintegra, descompone, desaparece, aun cuando no muera. Tú lo entendiste, por eso te aislaste voluntariamente, pero bastó un pequeño asomo, un  resquicio en la puerta y la ventana, para que se deslizara.

Ve AnaT de mi vida y alma, vuela libre por el universo, sin nada que te toque ni te alcance, sin nada que te provoque sufrimiento; mi dolor es sólo el tributo a este modo de amar que tenemos los seres humanos mientras estemos aquí, apreciando y viviendo la vida que elegimos, mientras llegue nuestro turno.

Querida AnaT va mi amor de amiga irreverente e infinito hasta donde estés.


miércoles, 2 de mayo de 2018

¡AUN CUANDO PIERDES, SIEMPRE GANAS!


Segundo domingo de abril, uno de esos donde te sientes atrapada entre el deber y querer, porque más allá de tus cálculos y cronogramas aun estas en 80%, miras el horizonte y dices no queda otra, como siempre hacia adelante. 

Hasta que inexorablemente eres desbordada por la realidad, a través de dos gritos y risas subiendo las escaleras, ya no hay donde ocultarse… ¡es día de nietas!
Para las nietas que han crecido con equipos electrónicos bajo el brazo, decir que no toquen tu laptop porque es tu herramienta de trabajo es el mensaje inverso, las caras y arrumacos son sus armas, recordando que es su día con licencia para todo, logrando que no te quede otra cosa que ceder, para jugar a cambiar roles.

Juego que implica actuación y drama, fingen que son la abuela ante la pantalla, claro que a su modo protestando  una cuando la otra tiene el control. Felizmente que aprendí bien negociación de conflictos, cada una tendrá turnos, dejándome sus huellas para la compañía de los momentos ausentes, pueda que las fotos de hoy les sirva  alguna vez cuando sean también abuelas, les sirva para recordar que aprendieron a serlo como nietas, hoy sólo descubren que ambas son actrices principal.

No les gusta el papel secundario, será porque tantas veces tantas, nos han dicho a las mujeres que somos ciudadanas de segunda y tercera clase, que ellas desde pequeñas, han decidido revertir tal pensamiento con conductas que en este tiempo es propicia para la lección de abril.  

Les ha tocado vivir un momento en el país que también para ellas son fuentes de decepción y lección. Cuando Mayu me contó que estaba en la última semana de su campaña estudiantil, confesó que estuvo a punto de desistir, pese a que había previsto desde hace dos años ser la delegada de todo el sexto grado. Pregunté por qué,   me respondió: “PPK me mostró que no importa cuánto hayamos hecho por él, al final hizo lo que dijo que no haría, mostrando que la    política es fea, así que me gusta más pintar”, cuando decidió postular a delegada, lo hizo entusiasmada por PPK, en ese entonces le hizo campaña animándome a votar por él.

Pregunté nuevamente: ¿Y por qué te animaste? Me dijo: “Ay abuela, como hice tanta alharaca hace dos años, soy la candidata de mi salón y no podía echarme para atrás? Pero sabes, he decidido competir sin ayuda de mamá, ni de los padres del salón, como siempre se hace, quiero hacerlo sola, quiero ofrecer sólo lo que pueda cumplir, quiero comprobar si es posible: ganar por mí misma, prometiendo lo que puedo cumplir. No quiero comprar votos con ningún regalo como lo ha hecho PPK”.

La miré y abracé, le dije: “Mira Mayu, me alegra tu decisión, que también es uno más de tus experimentos. Cuando uno compite apuesta a ganar y se deja en el terreno de la competencia piel, sudor y lágrimas, pero sobre todo lo mejor de uno. Pero cuando uno decide competir, siempre apostando a ganadora, también debe tomar en cuenta que en toda competencia sólo hay dos resultados: ganar o perder, significa que no hay premio consuelo como decir: ‘me faltó solo algunos votos o puntos’, porque eso es autoengañarse.  ¿Y sabes cuál es el misterio de una competencia?”.

Ella me mira acrecentando sus hermosos ojos, pero como siempre es Puñuy quien pregunta: “¿Cuál es el misterio abuela?”. Yo las miro y con solemnidad les digo: “Si uno sabe competir, siempre gana, aun cuando pierda".  Mayu dice: “Ya pues, abuela, no te pases, cómo se va aganar cuando se pierde, no es lógico”. Yo respondo: “En la vida no todo es lógico, porque la sabiduría no es dos más dos, incluye experiencia que es la suma de errores, aciertos, terquedad, espíritu, amor y alma”.

Una vez más, Puñuy pregunta: “Abuela cómo es eso que se gana cuando se pierde”. Yo repregunto: “¿A ver Puñuy, cuando aprendiste a patinar, lo hiciste la primera vez que te pusiste los patines?”. Ella responde: “No abuela, me caí muchas, pero muchas veces, ahora soy experta, no me caigo y eso que mis patines son en línea”. 
Entonces, asumiendo con plenitud mi papel de "abuela sabia" les digo a ambas: “Generalmente cuando uno pierde, aprende más que cuando gana. Cuando ganamos la alegría y la gloria hace que a veces olvidemos como sucedió. Las personas aprendemos más de nuestros errores, si se revisa con sinceridad y reconoce una no vuelve a cometer esos mismos errores nunca más, por tanto, aun cuando pierdes siempre ganas una lección."

Mayu casi pensando en voz alta dice: "¡Claro  sería tonto volver a cometer el mismo error dos veces!".  Yo le digo: "Cierto parece que es tonto, pero si la persona no sabe reconocer sus errores, asumir su responsabilidad y corregir esos errores, se vuelve a cometer dos, tres y más veces." 
Puñuy dice: "Por eso yo aprendí a patinar con ayuda de mi hermana", nuevamente ella me permite añadir: "Así como al patinar o manejar bicicleta necesita ganas, que alguien te anime, ayude y vencer el miedo. Así al competir también tienes necesidad de que alguien te apoye, anime y con quien te comprometes a hacer bien las cosas”. Siempre que descubre algo nuevo celebra saltando: “¡Entonces abuela cuando se compite uno siempre gana!, qué bueno ya quiero  competir para delegada, a mí siempre me gusta ganar”. 
Así es puñuy,  esas son sus palabras, es una niña grande con seis años, con  una voz ronca y lenguaje adulto, que si una no la ve, pensaría que tiene quince.

Mayu no ha permitido que nadie se meta en su campaña, dijo que lo tenía todo previsto, bueno cuasi  todo, porque me preguntó como quien no quiere: ¿Abuela si tú fueras yo,  que consignas harías para tu campaña como delegada?

Respondí: “Querida, no puedo imaginarme, yo no estudio en tu colegio, no tengo idea de cómo es un día en él, pero tú y Puñuy sí, así que sola o con la ayuda de su hermana descubrirás las consignas de campaña. Además, respeto y admiro tu decisión de hacerlo sola. Pero como soy tu abuela y quiero, te ensañaré la forma de descubrirlo. Para eso necesitas recuperar tu curiosidad de dos a cuatro años de edad con la gran interrogante del ¿Por qué?”.

Por su puesto que ella replicó: “Y cómo me ayudará si pienso como una beba”. Le respondí, que así respondería a cuatro espacios generados por el cruce de dos líneas en el medio”. Ella me responde: “Hay abuela me estás hablando del gráfico x/y, ya estás volviendo a las matemáticas”. Puñuy interviene: “¡Hay hermana, acaso no recuerdas que la matemática está en todo!”.

Animada por el auxilio de Puñuy seguí mostrándoles cómo identificar un problema, cómo identificar donde actuar y que cosas debía tomar en cuenta para que eso fuera posible. Pero esos detalles los puedo contar en otro escrito si les interesa saber los resultados y lo expresan.

Cerré este articulo, imaginando que gane o pierda Mayu las elecciones en su colegio, lo cierto es que ya ganaron ella y su hermana. Porque juntas vivirán  una lección práctica de competir, un estilo de ser y hacer, estoy segura que al igual que ella muchas adolescentes y jóvenes hoy se enfrentan al dilema de seguir las viejas prácticas de hacer política o reinventarse, enfrentarse a su miedo ante el fracaso y vencerlo, con la oportunidad de  aprender a ganar aun cuando le toque perder.


lunes, 28 de julio de 2014

IN MEMORIAM ISABEL INCA

Se puede convivir con algunas personas  por muchos años  sin llegar nunca a conocerlas verdaderamente, ni que ellas lo hagan contigo. En otras ocasiones puedes hallarte con alguien  sólo un tiempo y conectar reconocimientos no sólo de una vida, sino de muchas otras. Tanto que cuando se agota el tiempo de una(o), la reacción  de quien se queda es indescifrable.

Seguro que para muchas(os) de los(as) presentes en el sepelio de Isabel Inca, era incomprensible mi desconsuelo y llanto, especialmente para quienes compartimos un espacio colectivo durante poco más de tres años, pero se  a mi vez, que Isabel lo entiende y eso basta.

Escribo en este momento, para activar mi mecanismo de registro que me saque a flote de esta inmersión en el dolor, procesando los sentimientos que me unen y desbordan en este tránsito de aceptar que Isabel partió el 27 de julio, cerrando nuestros proyectos. 

Isabel, aceptar que ya no podré compartir contigo mi tiempo, sentir, alegría y risa, que sazonaba nuestra conversas. No  es fácil asumir que ya no enlazaremos tarde con amanecida. Incrementa  mi pena saber  que ya no podremos,  fugarnos a algún evento  o lugar  disfrutando la mutua compañía. Y en un intento de expresar la certeza de mis sentimientos intento trazar los hilos de nuestra amistad, que es mi modo de tributar a nuestro tiempo y tu partida.

Para quienes no sabe de nuestra historia conocí a Isabel, producto de esos arrebatos que se tiene, cuando se pretende seguir creyendo que comulgas con quienes conoces de mucho tiempo,  en esa confianza te embarcas en una aventura o un proyecto de objetivos explícitos compartidos,  mientras cierras los ojos a los implícitos -que suelen inmovilizar e impiden apostar por seguir siendo y haciéndote un ser  gregario-, así que casi a tientas y toneladas de fe me embarque a la creación de un grupo de mujeres con nuevos tonos, sinfonías, sabores y posibilidades.

Isabel asomó a mi vida ese cinco de abril del 2010, en la primera convocatoria a un proyecto colectivo de mujeres, del que se ausentó hasta cuando se transformó  en DesdeNos. 

Cuando revisamos en más de un balance anual nuestro proceso, confesaría  que lo hizo con incredulidad, puesto que era un espacio no tradicional para ella. Porque venía de una larga especialización en organización barrial, social, asistencial, política, etc. 

En todas ellas tenían en común estar al 'servicio de', y ella siempre estuvo al 'servicio de', desde su desempeño laboral, pasando por su trabajo doméstico, rol del cuidado, hasta el político y social. En tanto que DesdeNos era un espacio para pensar en sí misma de adentro para afuera. Re-descubrirse, amarse y apostar por sí misma. Renunciando al aplauso por el buen servicio o los desencantos del aprovechamiento por ser: "buena gente", "mujer de pueblo", "mujer de lucha", "mujer de base", "mujer guerrera". La exigencia era SER y HACER de sí misma en comunión con otras iguales y diferentes.

La historia de Isabel se ata con la mía sin conocernos, desde muchos años previos, cuando ella ingresaba a la juventud en tanto yo bordeaba la adolescencia. Había  terminado la secundaria en la misma época y centro educativo donde yo ingresaba, para cursar mi educación secundaria: Juntas recordamos en una de las tantas  veces compartidas, el himno del colegio y nos moríamos de la risa de-construyendo su contenido. También ambas descubrimos que no fue casualidad encontrarnos y compartir muchas cosas en común, como el tiempo lo desgranaría.

Se inició y jubiló en el sector público primero bajo el auspicio y  dirección de Consuelo Gonzales Posada Eyzaguirre de Velasco, quien dio los primeros pasos por aquello que hoy conocemos como INABIF. Desde muy joven fue testigo de excepción en el modo como se hacen e implementan  las políticas de asistencia, así  que nadie mejor que ella para sentenciar que  jamás fueron suficientes. Eso explica  en parte su intento de compensar a través de su trabajo y entrega más allá de la exigencia laboral. Perfilando una labor administrativa enlazado con la socio-asistencial, práctica que alimentó su sensibilidad y entrega a los demás, incluso postergando urgencias personales.

Fue su  lucha por una vivienda aquella que la forjó en el campo de la organización social, a diferencia de mujeres que construyeron su liderazgo desde la sobrevivencia, ella lo hizo desde su desempeño profesional y condición de vecina-ciudadana, levantando sospecha en quienes pretendían, homogeneidad en los orígenes de las mujeres del sector popular, pero al mismo tiempo conociendo con ojo crítico como silencioso quien era quien desde sus adentros -eran tiempos donde escaseaban mujeres que tenían un trabajo remunerado y conciencia crítica-. Asomarse al corazón del tejido social y el mito socio-comunista de la izquierda de los ochenta, antes de detenerla le permitió enfrentar las exigencias de la vida sumando, jamás restando, tomando decisiones sin vuelta atrás, a pesar de dejar desgarros de su inocencia de funcionaria pública y pobladora,  tiras de su piel  y corazón en ello.

Cuando se develó  su condición de mujer, lo hizo desprendiéndose con energía a herencias de inicios del siglo XX, en una época de rupturas y sueños de emancipación compartida por muchas mujeres de los setenta. Apropiándose con todas sus fuerzas de su libertad y derecho a ser respetada por quien era, hasta imponerse por encima de los convencionalismos y colocarse al frente de su hogar,  como una más de las miles de madres jefes de familia  que hacen grande este país. Con dos hijas, un nieto, madre y padre  ancianos sobre el hombro se dibujó una sonrisa y tiró adelante. 


Ejemplo que impacto en la vida de sus dos hijas: Luz Rosario y Milagros, ella estaba segura que a sus hijas, nada las detendría ni vencería en el futuro porque habían aprendido a enfrentarse a la vida y a sus exigencia con las manos y el apoyo que ella siempre estaba dispuesta a proporcionar.  En tanto su amor acrecentado tenía por nombre Daniel, soñaba disfrutar a través de él, la evolución a ser buen ciudadano en el siglo XXI, ver consolidarse una mejor persona día a día,  donde pudiera visualizar los hilos de su herencia genética, social, cultural, ideológica de SER y HACER.

Aprendió a vivir la vida cada segundo,  apostando por una relación saludable y humanista con el medio ambiente, social y cultural, producto de su tránsito en el cuidado de su padre por un largo periodo, hasta su partida. En tanto su madre retomó la posta de sus cuidados tornándose en centro de atención   hasta no hace mucho. Ese aprendizaje y sabiduría la llevó a solidarse primero con su prima  y aquella madrina con enfermedad terminal, que concentró la dedicación de su tiempo.

Sin desentenderse de los compromisos colectivos, sociales y políticos, sea de forma directa o indirecta, siendo soporte de los suyos, para asegurar que las metas sean alcanzadas en las mejores condiciones, aun cuando en ese proceso debía reconocer que no todo aquello que brilla es oro,  hasta toparse de cara con cada una de las miserias humanas expresadas en la práctica política tanto de abajo como de arriba –en mi caso suficiente para desistir-. Para ella, insuficiente para provocar su desánimo, todo lo contrario, lo transformaba en energía que la impulsaba a continuar.


En nuestras pijamadas improvisadas, intentaba hacerla reflexionar a cerca de la importancia de presionar por la coherencia de líderes y políticos/as por los/as que apostábamos, ella solía decir: "La coherencia, transparencia, desinterés, desprendimiento es central, sin embargo, todos/as han aprendido de la forma equivocada de hacer política, tendremos que seguir adelante hasta que haya condiciones para exigir". Significaba, por tanto, que ella no podía dejar de apostar por una línea que había elegido por uno o algunos elementos que con su actuar pusieran duda y hasta fueran en contra de sus propias apuestas. Tampoco jamás me cuestionó por tener una actitud y práctica opuesta a la suya, en tanto yo aprendí a apoyarla aun cuando no creyera en su persistencia  y lealtad a líderes y lideresas con manos y pies de barro.  
En este momento que escribo al respecto, reconozco que su  apuesta fue estratégica,  como suele ser la línea de una mujer comprometida con proyectos políticos que trascienden a sus propias exigencias, principios e ideales, ella fue vencida y reconvertida muchas veces por el proyecto colectivo, aun cuando se desgarrara por dentro.

A través de ella re-conocí el derrotero político y humano del movimiento social en el cono norte en tiempos de re-visiones, así que cruzamos información y la triangulamos con terceros para tener una idea menos brumosa de las tendencias, los liderazgos, las agendas y coyunturas. Ensayos de dos que facilitaron la de-construcción del gran poder y de los mezquinos pequeños poderes y sus indicadores. Tener el contexto claro me permitió   apoyarla en más de un proyecto barrial en su distrito y Lima Metropolitana, por supuesto que no tuvieron los resultados que esperaba, así que luego de sus desencantos nos refugiábamos en nuestra mutua compañía.


Compañía que sentiré en adelante cuando viaje hacia la mar o decida quedarme un feriado largo en casa donde juntas acampábamos en compañía de Rodrigo y sus amigos, mientras el resto de la familia viajaba, ensayando nuevas recetas y tragos. Disfrutando de sus platos saludables,  o ella, tomando nota de los míos. Irnos a ver una película  o a una exposición  sin planificar, si estaba disponible y tenía un antojo bastaba con llamarla, al cerrar la jornada, y al pie  de la acera donde nos separábamos, celebrábamos lo bueno de la emancipación: sin ataduras que nos invisibilice, con años sin dueño, preferencias y sueños coincidentes.


Isabel se ha  ido como deseamos, decretamos y visualizamos, más de una vez a lo largo de mi detenimiento donde fue  compañía sostenida. Se ha ido sin enfrentar un tiempo de deterioro, dependencia, ni menoscabo de facultades. Sin espacio para el padecimiento del postrado o la enfermedad terminal que ambas  habíamos acompañado a nuestro modo. Más no imaginamos ninguna cuánto duele para quien queda.


Isabel, durante los misterios de tu despedida, Tania afirmó que sólo quienes no tienen dificultad para ingresar al cielo se van en sábado o domingo, de ser así allí estarás. Y desde donde te encuentras en este tu nuevo tiempo, seguirás conectada a tus hijas, nieto, parientes, a las amigas/os y a mí. Como sucedió este día, que dispersaste mi dolor,  cuando hiciste me percatara del libro que dejamos pendiente para leerlo juntas, recordándome que escribir también ves un modo de llorarte, guardándome algo de ti para cuando mi recuerdo se llene de brumas en las tardes de mi vida -si esta dura más de lo esperado y no tengo la bendición que te alcanzó-,  dejarte ir  y compartir  mi corto asomo, a lo que fue tu largo e intenso transitar por esta vida.

Sé que no te has ido definitivamente, que estas en un plano desde el cual seguirás siendo mi compañía, inspiración, soporte y protección. 

Se que volveremos a juntarnos, cuando esto suceda, prometo que ingnoraré tus postergaciones y si no vienes a mí llamado, iré a buscarte.

Se que entonces como en este tiempo nuestros planes serán menos vulnerables al punto que nada impedirá disfrutar la mutua compañía que nos alimentaba. 

Sé cuando me quieres, como yo a ti por sobre el tiempo, espacio y dimensión, así que retomo tu firma de siempre, Isabel TQM. 

jueves, 10 de abril de 2014

IN MEMORIAM GIULIA TAMAYO LEÓN

“ven; pero no en los insomnios de la noche
sino cuando el sol comience a calentar;
ven con la hermosura de tu nueva forma
y con luz más hermosa que la misma luz.”

(In Memoriam A.H.H. Lord Alfred Tennyson (1809-1892)


Giulia querida, me resisto a creer que partiste tan  pronto, antes de retornar, antes de abrazarte, de agradecer que hayas  cumplido el rol de reveladora en mi vida. Agradezco al universo haberte encontrado en ese paraje nebuloso que se llama feminismo, coincidiendo con tu energía, sabiduría y fuerza por dar, elevar la voz y hacer que prenda el fuego de los derechos de las mujeres. Esa pasión contagiante que nos envolvió a todas(os), unas a favor otras en contra, pero jamás indiferente.


Te has ido Giulia, no sé si a sentar jurisprudencia en otra dimensión, o cuestionar  aquello que parece inamovible, "natural", intocable, un mito.  En el mejor de los casos estarás junto a seres de luz que siempre admiraste, te inspiraron e iluminaron en momento tormentosos, por favor cuéntame de tanto en tanto, ilumíname. Estoy segura que en donde hoy te encuentres hallarás los hilos  que ayude a desmadejar tanto lo invisible como visible difuminado.

Te has ido Giulia, quizás para encontrarte con nuestras ancestras,   mujeres mágicas, hechiceras, visionarias, libertarias fundacionales y soñadoras inagotables, que fueron capaces de revelarse a su tiempo y mundo, abriendo camino para llegar a lo que hemos llegado a ser hoy,  a pesar de ello, ni siguiera logramos asomamos a lo que serán las mujeres mañana.

Te has ido Giulia,  sin contar con la ilusión que teníamos todas(os) quienes te amamos de volver a abrazarte, de sentir esa fuerza misteriosa, a  brindar con risa desbordante por sobre los tiempos aciagos como los compartidos. O sólo a desanudar temas para dejar atrás, cual un suspiro, alguna  discrepancias, obviásemos diferencias y sumáramos en coincidencias para sacar adelante lo inimaginable.

Te has ido Giulia, mientras yo me quedo recomponiendo el retazo de mi vida junto a ti que me permitió aportar a proyectos efímeros de mujeres por nuevas prácticas de poder, política, liderazgo, organización, movimiento feminista, movimiento amplio de mujeres. Ahora puedo decirlo  y registrarlo, que si no  nos hubiéramos encontrado no habría germinado ni nacido un Movimiento  Amplio de Mujeres en nuestro tiempo y en esas condiciones, por ser diferentes lo hicimos posible pese a la amenaza constante de ser un movimiento  únicamente feminista y otro sería el cuento. Tampoco habría sobrevivido a su primer intento de ruptura en 1999, ni habríamos elaborado aquella agenda de mujeres,  aun estando en posiciones opuestas.

Te has ido Giulia, con tu partida detienes mi proceso de desprenderme de todo registro mayor a diez años, arroparé nuevamente  los pronunciamientos del MAM que juntas elaboramos interrumpidas a veces por los celos de poder, de los ruidos circundantes que nunca faltan,  reconociéndonos,  aceptándonos  y haciéndonos una,  frente a viejas prácticas distractoras de manipulación. Eran momentos donde costaba tanto, mirarnos unas a otras con esperanza porque todo aparecía copado, segmentado, secuestrado y colonizado por los tentáculos del  fuji-montesinista.  

Te has ido Giulia, mientras en el país se retoman y embandera las esterilizaciones forzadas como reivindicación de derechos, justicia y reparaciones.  Tema que solitaria e incomprendidamente iniciaste, languideció por "inoportuno", tampoco llenaba primeras planas, hasta perecer en tus manos y ante tus ojos por inanición. Empalado en  un pasadizo intransitado, como la pila de libros testimonio de  tu tenacidad, visión, profesionalidad y sobre todo la convicción de estar en el camino, como solías decir: “Estar convencida y jamás vencida”. De allí tomaste un libro en una de las tantas noches sustraídas a los(as) nuestros(as), por los sueños y conspiración para nuevos tiempos, registrando para la eternidad lo que hoy atesoro:
“Para Caty:   
Por nuestro desgarro
cotidiano rompiendo
los silencios y elevando
nuestra voces” 
Giulia (1998)

Te has ido Giulia,  sin volver la vista, de ser así hubieran retardado tu transito al otro plano las agendas pendientes, las causas manoseadas, los sueños abortados, los vicios de oportunidades como oportunidades perdidas en favor de las mismas manos de quienes siempre lo tuvieron, como si nada  hubiera pasado, como si nada fuera a pasar, como si no hubiera esperanza de cambio y nuestros sueños solo fueran sueños de opio.

Te has ido Giulia, llevando contigo esa sonrisa plena de mujer bella, tan bella como tus sueños y tan provocadora como tus argumentos. Sin importar cual fuera la vereda que estuviéramos, aprendimos a debatir y mantener esa práctica de ejercicio democrático y argumentación que no he vuelto a ver ni vivir, será porque te fuiste, será porque todas cambiaron o se acomodaron; quizás  también porque yo cambié o me afirmé. Pueda porque estos sean tiempos donde no hay tiempo para otra cosa que escucharse a sí mismo(a) y coincidentes, dando contenido opuesto a la tolerancia y discrepancia.

Te has ido Giulia, a pesar que me resisto, tengo que reconocer que ya lo sabía, porque eres uno de esos seres que logró descubrir la razón de su existencia, su quehacer en esta vida y en este tiempo, lo dicen  tus poemas-post uno en especial: No me llames amor si no te arriesgas a perderme, no me llames amiga si no tienes de mí una confidencia inconfesable, no me llames compañera si no hemos estado en la trinchera de esa batalla por las verdades difíciles. Tantos amores, amistades y colegas que han trazado en mí el mapa de una vida plena. Lo que venga que me halle amando, con un inventario a favor de la alegría. En La mayor se juega a producir dulzura, en La menor a evocar heridas. La clave es la nota siguiente, como la vida misma: siempre por ser escrita, siempre por ser vivida, con ganas de ser cantada.” (Giulia Tamyo León, 30 de Agosto del 2013, Cerca de Tegucigalpa)

Te escribo entre  La menor y La mayor, evocando tristeza y alegría para expresar la dulzura del recuerdo que guardo de ti,   puedo llamarte amiga, porque  estuvimos juntas en una de tus trinchera, quizás sólo por un suspiro de toda  tu vida, para mí el suficiente, al ayudarme a descubrir sabidurías y dones inadvertidos, gracias a ti hoy puedo leer entre líneas a cerca de la política, los problemas de las mujeres y también entre líneas de una mano más cerrada que abierta,  quién es quién, cuánto ama o requiere ser amado(a).

Por todo eso y mucho más que queda entre nos,  me guardo angurriamente lo que me queda de tu paso por mi vida, tu libro, tu maestría en quiromacia, los carajos ante tanta ignominia, tu amor  por la vida buena con justicia,   el orgullo de  haber nacido peruana y ser mujer en tiempos donde no se nos hizo fácil, haciéndonos en la fuerza de quienes hemos logrado ser.

Hasta pronto amiga, habremos de hallarnos nuevamente, esta vez para contarnos los pendientes, intercambiar nuevas sabidurías y quién sabe…  
¡Un  salud por las mujeres con democracia en la calle, casa y cama...!    

viernes, 14 de febrero de 2014

DEL AMOR Y SUS ROSTROS


Desde las cero horas del catorce de febrero de este año,  por esos designios del universo celebré el día del amor en sus diversas facetas. Llegó tanatos, esta vez, sin su oscuro ropaje y guadaña, lo hizo vestido de piedad, aliviando el largo sufrimiento de la madre  de Juana, mi amiga, quién la ha sostenido por más de una década. Permitiéndonos reencontrarnos entre  gestos y  rostros solidarios bajo la claridad de la luna llena. Y una vez más ser gregarios ante la trascendencia del amor,  comprometidos y con prospectivas de cooperar como antes, suele suceder con amigas/os de todo una vida, de quienes nos desconectamos por las bifurcaciones de nuestras elecciones y haceres.
Eros se manifestó a lo largo del día diversamente, con signos, símbolos, silencio, reclamos, canto, encanto, su magia ilusionista como suele hacerlo. Agápe, me hizo guiños, festejó, danzó y animó compitiendo por mi atención con Eros,  interrumpiendo, inquietando, mezclando   traviesamente todas las emociones y agitando nuestro ambiente.
Storge me alcanzó con mensajes de texto, llamadas, obsequios y gratitudes que lograron sonrojarme al   adjetivar como  maestría  a mí compartir y aprender de  conocimientos. Philia, me  permitió amar a plenitud,   con oportunidad para  retornar  amor y cuidado  a quién me dedicó sus días, noches y oraciones en un tiempo todavía  tibio de esfuerzo en mi vida, como sucede con las recuperaciones tras la crisis.
Hoy mi hermana Lucy,  ha detenido esa parte de su cuerpo que crea, adereza, sostiene, enjuga, acaricia, cura, da y acoge. Sus manos requieren de vacaciones, cuidado y atención, para impedir una cirugía. El tiempo vuelve, según el libro rosso o el libro del amor según Kathleen McGowan  (2010)  y este es mi tiempo de retorno, que ni se asoma a aquello que ella suele dar, intento imitar sus pasos, su gesto, es mi modo de honrarla. En este preciso momento, es la musa que  inspira a escribir, para liberar mis miedos agazapados, a propósito de las diversas caras del amor, en medio del diseño de un programa educativo para ayer.
A ese rostros del amor que es mucho más que el subyugante deseo, posesión, incrustación,  disfrute de pareja y a veces hasta devoración. Si miramos bien, descubrimos la brillante pupila de ese amor que es inquietud, rebeldía  compañía,  festejo  y celebración, son los amores que entretejemos  con amigas y amigos. Y si avanzamos un paso más nos asomaremos al comulgar de sueños y apuestas colectivas como el baile por el billón de pie, que erradique toda forma de violencia contra la mujer en el país y el planeta. Descubriendo que somos más allá de nuestros deseos e intereses privados una especie colectiva que se distingue por sus pasiones, emocione y sentimientos, extremos: amor/odio, mediados por la conciencia y convenciones que impide devorarnos unos/as a otros/as sea por amor u odio.
Lucy es ese tipo te ser, que te anima a asumir los hechos como se presentan, invitándote  sin palabras a mirar con  cuidado todo el contorno, de arriba para abajo, hacia adentro y afuera, hasta descubrir  que no queda otra cosa que afrontar un nuevo estado, en mi caso de  quietud en estos dos años. Es quien me anima y acompaña en mi proceso de re-aprendizaje  que se acompasa con los nuevos tiempos,  llegando a ser más que el proceso de superación de un impedimento o discapacidad,   la re-definición de   la conciencia  y paciencia reflexiva. De su mano, descubro que somos mucho más que cuerpo,  pero que también somos ese cuerpo sojuzgado, acallado, sometido e ignorado que suele expresarse en su momento, que sólo advertimos su existencia y valor, cuando algo lo resiente o detiene.
Por más de medio siglo viví el día de San Valentín convencionalmente, hasta que en el décimo segundo año del siglo XXI,  todo cambió. Había empezado al igual que este año,  desde sus primeras horas,  abriendo la puerta a Edipo voluntarioso para festejar con Rodrigo de madrugada,  interrumpiendo la edición de imágenes de amigas y amigos que acompañarían la música  portadora de mi regalo virtual de amistad en reciprocidad a todos los recibidos por el día del amor, pero...  ¡vaya sorpresa con  la que me encontré!... ¡Poseía fotos sólo de amigas! y está allí aun esperando su destino.
Esta constatación, fue tema que arrancó nuestra tertulia noctámbula, contrasté  las escasas  amigas y numerosos amigos,  durante mi adolescencia y juventud que se trastocaba inversamente a mi mediana edad, él me decía que a partir de los cuarenta las mujeres se hacen más semejantes por todo lo vivido por tanto se unen mas. Estábamos en esas, cuando fuimos interrumpidos por el llanto de un bebé en la segunda planta, era dos de la mañana, nada extraño, salvo que  ninguna de las tres casas   que nos circundan tenían bebé, y el llanto, claro y fuerte sonó sobre la mesa del comedor donde nos hallábamos.
Temeraria, intenté averiguar  sin éxito, Rodrigo me retuvo con fuerza, impidiéndome subir a  la segunda planta mientras decía: “Lo que sea que se canse”. Cambiamos de tema, celebramos como solemos hacer si estamos noctámbulos, con sendos sándwich de pollo –su preferido- y bebidas en honor a estar juntos y disfrutar del naciente día del amor y la amistad, comentando  que él disfrutaba en ese entonces de amores fugaces, en tanto yo persistía en mis exigencias atentas. Concluimos que lo mejor de todo era estar ahí juntos para festejarnos como pocos lo hacen. No imaginábamos en ese momento que la vida pondría a prueba ese amor y complicidad tornándolo a él en mi Arcángel, asistente, fortaleza, fuente y playa donde encallar mis emociones zozobrantes, en mi papel de dependiente y paciente a lo largo de un tiempo de re-conversión.
Dormí algo y trabajé toda la mañana  mientras, Lucy había preparado el festejo del día en  fhilia,  se antojó pato en punto de amor  e hizo que cancelara mi cita de almuerzo. Celebramos y estaba por  cancelar mi siguiente reunión de las tres, más hice de tripas corazón, abrevié la sobremesa y salí rauda, dejando el celular, la cámara y hasta mi agenda. Me di cuenta de ello en el paradero, estuve a punto de retornar, más la presión por llegar a tiempo y no defraudar a mi joven promesa de genio,   me hizo desistir.
Esperé cinco, diez minutos, ni un colectivo o taxi, decidí hacer conexión y subirme al primer bus que apareciera, craso error no escucharme menos prestar atención a mi voz interior, más adelante volvería muchas veces a este momento en mi etapa de negación y victimización. Era media tarde el bus vacío, casi todos dormitando, para no aburrirme en el trayecto me puse a leer la “Lengua de Santini”. Cuando decido bajarme del bus, recuerdo que el carro estaba detenido y mientras me levanto  miro sin ver, el piso con un terraplén  que iniciaba en la quinta fila de asientos –yo estaba  en la sexta-, cosa extraña porque hasta ese momento era un detalle de los grandes vehículos que se ubican entre la puerta y primera fila.
No recuerdo más, dicen que en situaciones así, suele producirse un shock traumático, yo sólo me veo cogida con la mano derecha, del pasamano derecho a la altura de la quinta fila -donde se iniciaba el desnivel del bus­­-. Y al siguiente segundo, me veo cogida con  la mano derecha, del pasamano detrás del chofer, como en un sueño consciente. Por acto reflejo miro mi pié izquierdo colgando, apenas sostenido por  la piel, cerré los ojos, el  primer pensamiento fue de negación: “Esto no me está pasando a mí”. Abrí los ojos y miro nuevamente mi pie colgado, al mismo tiempo que siento a alguien   sosteniéndome,  simultáneamente emerge mi segundo pensamiento: “¿Qué  estoy haciendo  sin advertirlo,  que debo detenerme  así?”. 
Así es como hace dos años, mis pasos se detuvieron abruptamente  y hoy se desplazan sin la velocidad de ese entonces, tras aquel  accidente de tránsito cuyo detalle recuerdo solo fragmentos,  que suspendió más  de un evento en agenda, mientras fui engullida por aquel dolor  indescriptible, ese que llega sin advertencia. El día del amor se tornó en dolor físico sin precedentes en esta mi existencia, mostrándome  de qué estaba hecho mi cuerpo físico que creí frágil y el modo como eran gobernadas mis emociones por mi mente. Ni un lamento menos una lágrima, en cambio  mil preguntas e innumerables situaciones visualizadas sin mi pie izquierdo.
Miré por tercera vez mi pié  sobre el piso del bus,  fuera de posición como irreal, extraño, inerte. Sólo  mis manos expresaban la intensidad del sufrimiento,  aferradas   a esas manos extraña de los brazos que sostenían mi doliente cuerpo de mujer  rota, más adelante sabría más de la nobleza, solidaridad y civismo de este hombre  joven hasta ese momento extraño que se tornó en mi ángel, algo que deberíamos aprender e imitar si nos encontramos ante un accidente.
Mi espíritu que andaba de vacaciones retornó a  mí, casi simultáneamente con mi conciencia del escenario, acompasada por voces  que clamaban ayuda, vi a otro hombre que se acercó a mi pie herido, cerré por tercera vez mis ojos  y pensé: “Está roto, si algo puede hacer por él será bueno”. Sólo recuerdo la espalda de  alguien con una camisa a cuadros amarillo con negro. Mi ángel me contó al año y medio de los hechos que se trataba de un policía vestido de civil.
El dolor era insoportable, mi ángel trataba de distraerme,    alejar mi mente  del sufrimiento, mientras el cobrador miraba pálido  señalando que los bomberos estaban en camino. Recuerdo la voz distante de una joven mujer preguntándome por un seguro y que debía tener mi tarjeta conmigo. Me volví, la miré sin entenderla, no sé que  vio en mi mirada que se calló al mismo tiempo que un tercer hombre, me decía con celular en mano si quería avisar a alguien. 
Y pensé rápidamente que arruinaría el día de más de una persona, me preocupé por la presión alta de Lucy y mi madre, en Rodrigo que sólo tenía  diecisiete años, en mi hija que acababa de salir de un parto prematuro con alto riesgo, dejé a un lado la predominancia de mi rol del cuidado en un momento extremo,  convenciéndome que debía hablar con mi hija, la había preparado para estas cosas, ella sabía de derechos, seguros y pelearle al sistema, así lo hizo, mediada por su propio estado y el cuidado de mi pequeña Belén.
Hoy sé,  que mi semejante es Lucy, mi hermana, está  hecha a prueba de todo y sobre aquello que no sabe lo aprende acelerado y perfectamente, que puedo contar con ella en altas y bajas, como ella puede hacerlo conmigo. Con ella nuestras diferentes habilidades se complementan, podemos discutir y tener miradas discrepantes sobre un mismo hecho, lo que no nos contrapone sino nos hace pensar más al respecto. Es mi crítica más aguda, pero también quien me anima y sostiene cuando me estanco, en mi caso intento imitarla. De lo que si estamos convencidas ambas es que compartimos, principios, valores, historias, respeto y amor de toda nuestra vida en este tiempo.
El accidente ocurrió poco más de las tres, no sé cuánto tiempo transcurrió hasta ser atendida, sólo sé que fue interminable por lo traumático de mi situación. Antes que los bomberos,  llegó una ambulancia municipal, una mujer joven me colocó el  botín inmovilizador, descendiendo en un punto de mil, mi dolor indescriptible. La madre de mi ángel me pregunto si quería que me acompañara su hijo, yo asentí; él se subió a la ambulancia conmigo, sin dejar de sostener mi mano y animarme. En este punto quiero agradecer expresamente a este ser humano que hace honor al concepto de humanidad.
De él aprendí que todos y todas debemos estar dispuesto a serlo, visualizarnos en una situación de crisis del que seremos testigos en el futuro para detenernos y agotar el apoyo  y acompañamiento hasta asegurar la atención debida,  consecuente con el significado de solidaridad, puesto que somos escasos los que nos detenemos no sólo a auxiliar sino a acompañar a un/a herido/a  sin imaginar lo trascendental que ello puede ser en su vida futura. Si él no hubiera testificado, acompañado  he insistido para superar los vacíos que suelen presentarse -en mi caso  nadie anotó la placa y eso retardó la atención-, sin duda la situación se hubiera complicado más. Lo supe durante mi estadía en la clínica, donde fui testigo de  la diversidad de situaciones inimaginables en que suceden los accidentes de tránsito y el modo en que   las aseguradoras se liberan de determinadas situaciones y secuelas.
Viene a mi recuerdo un hecho de hace muchos años, a la altura de Farmac de la Av. Salaverry, caminábamos varias cuadras con una amiga conversando y un señor adulto mayor venía tras nuestro atento a nuestra conversa. Cuando cruzamos la pista no medimos  la velocidad del auto que vimos antes de Javier Prado,  apresuramos el paso y llegamos a la berma central,  y el señor con menor suerte por un paso detrás,  fue golpeado y lanzado por el auto como tres metros.  Él se levantó y dijo que no pasó nada. Alarmadas detuvimos al auto, -pese a la negativa del señor-,  la responsable del vehículo era una mujer joven que desde un inicio negó su responsabilidad la encaramos y logramos que lo subiera y llevara a emergencia. Nosotras íbamos apresuradas a una reunión,  cuando se fueron, reaccionamos tardíamente,  comentando que debíamos  haberlo acompañado y guardamos incómodo silencio. Ahora soy consciente, que esa es la usual actitud, nos quedamos en el umbral de la solidaridad sin comprometernos por lo urgente.
En el caso de mi accidente, tuve a un ángel que  se hizo cargo de todo. Cuando llegamos a la clínica, me recibió un rostro inexpresivo, interrogándome sobre los hechos, cuando le narré lo mejor que pude. Me miró y dijo: “Ciertamente ha sufrido un gran traumatismo en el tobillo, es lo evidente. No le voy a hacer nada más que colocar una férula,   decidiremos que hacer luego de las radiografías”. Cuando terminó de  colocarme la férula se acercó un interno lo supe por su rostro joven y falta de tino, me miró y dijo: “Mire señora,  en casos como el suyo no queda otra cosa que operar”. En mi mente eso significó inmovilidad y/o pérdida del pie. Me volví hacia  quien sería mi médico principal, hoy mi amigo,  le dije al punto de la histeria que no me operaria. El dijo no me preocupara, que haría aquello  que mostrara la radiografía. Era el hombre número cuatro de ese evento, el que colocaba firmeza a mi reinicio, no fue fácil, me fue diciendo las cosas gota a gota a lo largo de un año y medio  –quien sabe si es una metodología de médico paciente o fue determinado por mi negación inicial a la cirugía-. En el proceso aprendimos uno del otro mutuamente, hoy ocupa un lugar importante en mi corazón y oraciones.
La espera fue una nueva tortura, por dos razones. La primera,  antes que mi familia llegó mi alumno con su madre y padre quienes desanudaron las dificultades, mientras tanto mi joven aprendiz de catorce años en investigación comparativa, se quedaba a mi lado y ante quien me sentía incapaz de  mostrar quebranto.  La  segunda,   mi cuerpo sufriente no había recibido ningún analgésico, mientras el dolor era sostenido,  el cual sólo descendió a las siete de la noche, cuando ingresó la última gota de analgésico en una camilla de internamiento.
Más adelante sabría qué se corresponde con protocolos y tipo de seguro, no voy a quejarme ni victimizarme, tuve mucha suerte a pesar que me tocó el peor seguro, superado con creces por seres excepcionales, desde la corredora que se identificó  conmigo en el quehacer,  orientándome y asistiéndome.  Fui atendida con distinción durante mi internamiento por todo el personal auxiliar y cuidado, adentrándome al estado de la dependencia total. Animada por las compañeras en el dolor y amigas/os que se asomaron. Reconectada  virtualmente por la generosidad de la sabiduría de amigos míos o de mis amigas, sin dejar ni un día la tutoría virtual de un diploma a mi cargo,  junto a la asesoría de tesinas, eso mantuvo mi concentración y fuerza. Asistida y sostenida por mi arcángel mañana, tarde y noche.  Bendecida con el cirujano que me proporcionó el universo, para retornárme la habilidad de sostenerme sobre mis pies luego de tres operaciones. Bien servida y amada por las personas que aliviaron mi dolor y volvieron a darle motricidad a mis pasos, mis mágicas sanadoras y hoy amigas terapeutas del dolor, no menciono a ningunos/as,  porque espero su reacción cuando lean este artículo.
De todo lo vivido aprendí que ante una crisis que te toca, hay otro/a   cerca con uno mayor donde sólo la mutua esperanza y comprensión sostiene. Ciertamente hay varios tipos de seres que llegan a tu vida de formas misteriosas: sólo por un instante, temporadas y toda la vida, pero que todos/as dejan su huella imborrable en ti. Luego de ser tocada por ese magia del amor, dejas de ser la misma en honor a esa energía radiante. Y si tienes como  bendición oportunidad de entretejer lazos, se abre la posibilidad de retornar un ápice de ese significado en sus vidas o sólo ser el elemento catalizador para su propio descubrimiento como sanadoras. Recordar que  requerimos de disponibilidad para ser instrumento cuando nos toque y que nada sucedes por casualidad.
El amanecer del catorce de febrero del dos mil doce, me apené porque mis amigos varones se habían estancado en número a partir del nuevo milenio. Antes de cerrarse el día, Dios y el universo me mostraron que sólo estaban difuminados. Así  que cuidemos con aquello de lo que nos quejamos, puesto que te vienen con creces sólo que no sabes si es a través de goce o sufrimiento, en todo caso es una oportunidad para viajar hacia adentro y re-aprender. A mis amigos varones de la crisis, se han sumado muchos más  durante todo este tiempo, así mismo he recuperado o reconectado con quienes me perdí por los laberintos de la vida,  que me hacen advertir que también en este caso el tiempo vuelve, pueda ser que estemos agotando nuestro tiempo, por cuanto no desperdiciemos,  la oportunidad de contrastar lo que fuimos, soñamos y en que nos transformamos.
Hoy dos años después libero estos recuerdos, para sanar mi espíritu  e intento honrar a quienes a propósito del día D,  de estos hechos, son significativamente importantes en mi vida, permitiéndome afirmar que el catorce de febrero,  no sólo es un día simbólico para celebrar el enamoramiento, alinearse o cuestionar al mercado. Para gran parte de nosotras/os es mucho más, el punto de quiebre para mostrarnos las diversas caras del amor, si estamos atentas/os  y dispuestos/as a tomar la oportunidad de crecer y sumar, en pos de admirar, imitar y hacernos mejores personas. Una oportunidad para ser y hacer de nuestro entorno un lugar de acogida, aprecio y amor.
¡Feliz día del amor en sus diversos rostros!