miércoles, 2 de mayo de 2018

¡AUN CUANDO PIERDES, SIEMPRE GANAS!


Segundo domingo de abril, uno de esos donde te sientes atrapada entre el deber y querer, porque más allá de tus cálculos y cronogramas aun estas en 80%, miras el horizonte y dices no queda otra, como siempre hacia adelante. 

Hasta que inexorablemente eres desbordada por la realidad, a través de dos gritos y risas subiendo las escaleras, ya no hay donde ocultarse… ¡es día de nietas!
Para las nietas que han crecido con equipos electrónicos bajo el brazo, decir que no toquen tu laptop porque es tu herramienta de trabajo es el mensaje inverso, las caras y arrumacos son sus armas, recordando que es su día con licencia para todo, logrando que no te quede otra cosa que ceder, para jugar a cambiar roles.

Juego que implica actuación y drama, fingen que son la abuela ante la pantalla, claro que a su modo protestando  una cuando la otra tiene el control. Felizmente que aprendí bien negociación de conflictos, cada una tendrá turnos, dejándome sus huellas para la compañía de los momentos ausentes, pueda que las fotos de hoy les sirva  alguna vez cuando sean también abuelas, les sirva para recordar que aprendieron a serlo como nietas, hoy sólo descubren que ambas son actrices principal.

No les gusta el papel secundario, será porque tantas veces tantas, nos han dicho a las mujeres que somos ciudadanas de segunda y tercera clase, que ellas desde pequeñas, han decidido revertir tal pensamiento con conductas que en este tiempo es propicia para la lección de abril.  

Les ha tocado vivir un momento en el país que también para ellas son fuentes de decepción y lección. Cuando Mayu me contó que estaba en la última semana de su campaña estudiantil, confesó que estuvo a punto de desistir, pese a que había previsto desde hace dos años ser la delegada de todo el sexto grado. Pregunté por qué,   me respondió: “PPK me mostró que no importa cuánto hayamos hecho por él, al final hizo lo que dijo que no haría, mostrando que la    política es fea, así que me gusta más pintar”, cuando decidió postular a delegada, lo hizo entusiasmada por PPK, en ese entonces le hizo campaña animándome a votar por él.

Pregunté nuevamente: ¿Y por qué te animaste? Me dijo: “Ay abuela, como hice tanta alharaca hace dos años, soy la candidata de mi salón y no podía echarme para atrás? Pero sabes, he decidido competir sin ayuda de mamá, ni de los padres del salón, como siempre se hace, quiero hacerlo sola, quiero ofrecer sólo lo que pueda cumplir, quiero comprobar si es posible: ganar por mí misma, prometiendo lo que puedo cumplir. No quiero comprar votos con ningún regalo como lo ha hecho PPK”.

La miré y abracé, le dije: “Mira Mayu, me alegra tu decisión, que también es uno más de tus experimentos. Cuando uno compite apuesta a ganar y se deja en el terreno de la competencia piel, sudor y lágrimas, pero sobre todo lo mejor de uno. Pero cuando uno decide competir, siempre apostando a ganadora, también debe tomar en cuenta que en toda competencia sólo hay dos resultados: ganar o perder, significa que no hay premio consuelo como decir: ‘me faltó solo algunos votos o puntos’, porque eso es autoengañarse.  ¿Y sabes cuál es el misterio de una competencia?”.

Ella me mira acrecentando sus hermosos ojos, pero como siempre es Puñuy quien pregunta: “¿Cuál es el misterio abuela?”. Yo las miro y con solemnidad les digo: “Si uno sabe competir, siempre gana, aun cuando pierda".  Mayu dice: “Ya pues, abuela, no te pases, cómo se va aganar cuando se pierde, no es lógico”. Yo respondo: “En la vida no todo es lógico, porque la sabiduría no es dos más dos, incluye experiencia que es la suma de errores, aciertos, terquedad, espíritu, amor y alma”.

Una vez más, Puñuy pregunta: “Abuela cómo es eso que se gana cuando se pierde”. Yo repregunto: “¿A ver Puñuy, cuando aprendiste a patinar, lo hiciste la primera vez que te pusiste los patines?”. Ella responde: “No abuela, me caí muchas, pero muchas veces, ahora soy experta, no me caigo y eso que mis patines son en línea”. 
Entonces, asumiendo con plenitud mi papel de "abuela sabia" les digo a ambas: “Generalmente cuando uno pierde, aprende más que cuando gana. Cuando ganamos la alegría y la gloria hace que a veces olvidemos como sucedió. Las personas aprendemos más de nuestros errores, si se revisa con sinceridad y reconoce una no vuelve a cometer esos mismos errores nunca más, por tanto, aun cuando pierdes siempre ganas una lección."

Mayu casi pensando en voz alta dice: "¡Claro  sería tonto volver a cometer el mismo error dos veces!".  Yo le digo: "Cierto parece que es tonto, pero si la persona no sabe reconocer sus errores, asumir su responsabilidad y corregir esos errores, se vuelve a cometer dos, tres y más veces." 
Puñuy dice: "Por eso yo aprendí a patinar con ayuda de mi hermana", nuevamente ella me permite añadir: "Así como al patinar o manejar bicicleta necesita ganas, que alguien te anime, ayude y vencer el miedo. Así al competir también tienes necesidad de que alguien te apoye, anime y con quien te comprometes a hacer bien las cosas”. Siempre que descubre algo nuevo celebra saltando: “¡Entonces abuela cuando se compite uno siempre gana!, qué bueno ya quiero  competir para delegada, a mí siempre me gusta ganar”. 
Así es puñuy,  esas son sus palabras, es una niña grande con seis años, con  una voz ronca y lenguaje adulto, que si una no la ve, pensaría que tiene quince.

Mayu no ha permitido que nadie se meta en su campaña, dijo que lo tenía todo previsto, bueno cuasi  todo, porque me preguntó como quien no quiere: ¿Abuela si tú fueras yo,  que consignas harías para tu campaña como delegada?

Respondí: “Querida, no puedo imaginarme, yo no estudio en tu colegio, no tengo idea de cómo es un día en él, pero tú y Puñuy sí, así que sola o con la ayuda de su hermana descubrirás las consignas de campaña. Además, respeto y admiro tu decisión de hacerlo sola. Pero como soy tu abuela y quiero, te ensañaré la forma de descubrirlo. Para eso necesitas recuperar tu curiosidad de dos a cuatro años de edad con la gran interrogante del ¿Por qué?”.

Por su puesto que ella replicó: “Y cómo me ayudará si pienso como una beba”. Le respondí, que así respondería a cuatro espacios generados por el cruce de dos líneas en el medio”. Ella me responde: “Hay abuela me estás hablando del gráfico x/y, ya estás volviendo a las matemáticas”. Puñuy interviene: “¡Hay hermana, acaso no recuerdas que la matemática está en todo!”.

Animada por el auxilio de Puñuy seguí mostrándoles cómo identificar un problema, cómo identificar donde actuar y que cosas debía tomar en cuenta para que eso fuera posible. Pero esos detalles los puedo contar en otro escrito si les interesa saber los resultados y lo expresan.

Cerré este articulo, imaginando que gane o pierda Mayu las elecciones en su colegio, lo cierto es que ya ganaron ella y su hermana. Porque juntas vivirán  una lección práctica de competir, un estilo de ser y hacer, estoy segura que al igual que ella muchas adolescentes y jóvenes hoy se enfrentan al dilema de seguir las viejas prácticas de hacer política o reinventarse, enfrentarse a su miedo ante el fracaso y vencerlo, con la oportunidad de  aprender a ganar aun cuando le toque perder.


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