En esto días he revisado cada uno de sus dones, virtudes, bienes y magia que posee, en cada corazón que se sientes y es peruano/a, descubriendo cuanto vale y la bendición de serlo.
Soy testigo del esfuerzo de muchos/as por hallar lo mejor en cada uno/a de nosotros/as, sus agrupaciones, pueblos, espacios, cultura, pensamiento, obra y aporte, que me hace sentir agradecimiento de ser una más.
Si es el universo quien nos privilegió en permitirnos elegir y quedarnos en este espacio del tiempo y lugar, ha sigo magnánimo y generoso, porque no pudimos elegir nada más bello, bondadoso y variado para todos los gustos y preferencias que son fuente de felicidad que nace de la sorpresa y maravilla de poseer una raíz compartida.
Si es algún Dios nos colocó en él, hemos sido bendecidos/as con un edén por territorio, calor y solidaridad humana siempre suficiente para no aniquilarnos, gran dosis de libre albedrío para hacer de nuestra existencia testimonio de amor y gratitud, sin haber hecho mérito alguno antes de nacer y crecer.
Pero también hay quienes se creen un hongo, bacteria o un virus, que no fue creado por nada ni nadie, pudiendo ser parte de un meteorito o una estrella que explotó y tras ser polvo por azar una partícula de su gen de vida cayó por accidente en este territorio, porque si le hubiera tocado elegir, hubiera buscado otra dimensión o territorio, por cuanto siempre será extraña/o sin pertinencia ni pertenencia.
Independiente de cual sea nuestro credo, explicación o negación de ser y estar aquí, somos la expresión de este país, con el reto cotidiano de luchar y dar contenido a ese libre albedrío que poseemos los seres humanos, conquistando día a día nuestra libertad de la prisión que traemos con nosotros/as de muchas vidas, de esta vida como nos la construyeron nuestros padres, el medio donde crecimos o ser herederos/as de historias ancestrales de abuso, sometimiento, negación, humillación y privación que se transformaron en nuestra prisión externa. Y desde la otra orilla de privilegios, estamos quienes supieron hacerla, acumular mediante la apropiación, enriquecimiento, explotación, aprovechamiento y enriquecimiento a costa de.
Muchas mujeres y hombres que fueron nuestras ancestras/os, tomaron el reto y lo transformaron en su misión la libertad y construcción como nación mientras otros/a se lo impedían, logrando liberarnos de las barreras visibles, de esos barrotes, garrotes y cadenas externas; quizás sin exigirnos tanto al punto de hacernos partícipes a todos/as. De modo que en la mayoría permaneció en nuestro interior el gusto masoquista de seguir viviendo esclavizados/as de modo mas profundo como sutil y perverso, como sucede en muchos esa vocación por la mendicidad y necesidad de ser gobernados autoritariamente.
Estamos ad portas de cumplir dos décadas cronológicas de vida, y parece ser, que recién hemos nacido en medio del estertor de la muerte del patrón y amo, mientras también moría nuestra madre cuyo vientre cautivo abandonamos para ser libres sin entender completamente el significado y las exigencias de serlo, porque nos embriagamos con la bocanada de esa libertad desconocida.
Seguimos viviendo y permitiendo ser colonizados/as en la mente, el territorio y hasta nuestro modo de imaginar, ser y actuar, mientras declaramos que somos libres al mismo tiempo que nos comportamos suicidamente y aplaudimos a quien se coloca unas botas, pisa firme y sanciona.
Elegimos como nuestro representante a quien nos coloca en condición de discapacitado/a mental y físico haciéndonos objetos de caridad y populismo. Entre nos y casi en susurro, inclusive aplaudimos a quienes roban, engañan, manipulan y estafan, haciéndolos/as nuestros/as representantes, de modo que justifique nuestro modo de actuar cuando también los imitamos a nuestro modo: rompiendo la cola, adulterando un producto, un comprobante, eludiendo impuestos y compromiso.
Si hay alguien que nos recuerda que la discapacidad es nuestra imaginación, que necesitamos crecer, pensar, decidir, elegir y hacernos responsable por los resultado nos obstinamos en aniquilarlo/a buscando en él o ella nuestros propios defectos, porque tememos dejar nuestro confort por muy miserable que sea puesto que el cambio pese a ser prometedor nos inmoviliza.
Hoy siento tanto dolor que me defragmenta en partes como amores han partido y están a punto de hacerlo sin despedirse, impidiéndome ser festiva, más allá de abrazar a mi madre, hermana y sobrino, animar a mi cuñado. Agradecer a la vida, por ver a mi hijo putatitivo que me regaló su imagen, la de su hija con su esposa a tres metros de distancia mientras se encargaba de resolverme problemas.
Siento esperanza y angustia por los amores que aun siguen dando la lucha para volvernos a ver mañana, mientras tengo incertidumbre por ese mañana, del cual no hay que ser adivina sino solo algo lógica para saber que será peor que al día siguiente del 8 de agosto 1990 o al día siguiente de culminada la guerra con Chile, solo que ahora no tendremos un día siguiente, sino muchos días de deterioro inadvertido, sino tenemos la sabiduría para enfrentarlo a tiempo.
Asumo mi tristeza, porque a pesar de todo mis hermanas y hermanos peruanos vienen padeciendo, por lo que me tocará en primera persona cuando sea mi momento, mientras agradezco por un día más de vida, con sentido y contenido.
Ayer y hoy no tengo nada que celebrar, sólo agradecer, hacerme firme, fuerte y absorber todo el amor y la esperanza que es el motor que nos ha permitido ser hasta hoy mar grande que nuestros problemas y no habernos extinguido como cultura.
Porque estamos hoy aquí siendo testimonio de quienes somos andinos/as, costeños/as, de la selva, caminantes que nos hemos detenido y quedado en él.
Seguimos dándonos la mano y sincretizando nuestro ser y saber y hacer negros/as, blancos/as, mulatos/as, mestizos/as, indígenas amazónicos/as y andinos/as, asiáticos/as, nórdicos/as, europeos/as y todas las sangres que hemos nacido o abrazado el Perú para ser.
¡A seguir construyendo patria, porque nos queda mucho por hacer hermas y hermanos!
Un abrazo remoto a cada una/o como el que hoy vivimos.
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