Me
hallé con María Ysabel Cedano, por esos caminos misteriosos de la vida en un evento por el día de las mujeres en
marzo de 1993. En mi caso asentada en el sur del país acompañando haceres
políticos, gremiales, comunales y de sobrevivencia de las mujeres de Ilo. Por
el suyo, apenas haciéndose abogada e
integrándose a DEMUS (Estudio Para la Defensa de los Derechos de las Mujeres)1 con el ímpetu y la pasión juvenil por los
derechos de las mujeres.
Más
adelante coincidiríamos en la promoción de género 1995-96 de la PUCP, cuya particularidad en composición, dinámica y
devenir lo sabemos cada quien que la conformamos en ese tiempo y espacio. A partir de allí, para mí es Marysabel, la brillante y apasionada abogada
de hermosos ojos, sonrisa plena y fuerza inquebrantable. Primer puesto en
ingreso PUCP, tercio superior de su promoción y decidida a marcar historia en los derechos de las mujeres.
Marysabel
imagen simbólica de la joven mujer
creyente, militante y visionaria del
feminismo, que desde ese entonces, retaba y ponía en cuestión ese viejo temor
de las mujeres que veníamos del movimiento de la teología de la liberación,
barrial y del desarrollo. Fue una de las jóvenes promesas que introducía
frescor a un movimiento a su vez detenido por el miedo ante la muerte irracional de una violencia política que toco a su puerta cuando estableció como blanco de tiro, el cuerpo de mujeres líderes en Lima, tras arrasar otros cuerpos incontables o dejarlos como despojos, en la profundidad del país durante más de una década.
A través de Marysabel, me
asomé a ese lado de la política desde y para las
mujeres, impulsando cambios en las prácticas de la vieja
guardia feminista -mientras las intermedias se lamentaban de la escasa cuota poder, ella tomó el poder por asalto posicionándose-, transformándose desde entonces en mi referente, experta, aliada y respaldo
para diversos casos de mujeres que habían experimentado violación en sus derechos que desbordaba mi quehacer. Y por qué no, también el propio cuando este ha sido necesario. Su apoyo
y aporte me consta es inigualable.
A Marysabel, me liga tanto los estudios de
género cómo los espacios de organización, movilización y lucha de las mujeres
en tiempos donde defender nuestros derechos era cuasi un acto heroico por lo
frágil que aparecía la voz de las mujeres y la ciudadanía. En el 2003, con el
informe de la CVR (Comisión de la Verdad y Reconciliación)[2], descubriríamos que
también fuimos temerarias y cuasi suicidas (1996-2000), debido a que por menos de lo que
nos atrevimos a realizar fueron torturadas y asesinadas 20% de mujeres peruanas (de 23,969 personas reportados
muertos o desaparecidos y 69,280 estimados) ¿Porque ellas y no nosotras? Pueda que
se deban a las razones sostenidas en el informe: ser andinas, amazónicas, quechua hablantes, iletradas y estar en las entrañas del país. (ICVR: 2003, 162)[3]
Con
Marysabel y un puñado de mujeres (1998 y 2000) tomamos las calles publicitando
lo que todos(as) sabían y no querían aceptar. Aquello que sucedía en el Perú en tiempos
de secuestro social, político y
cultural, gracias a una dictadura
encubierta en ropaje de democracia con una constitución ad hoc. Esforzándonos en crear opinión pública
alrededor de una serie de avasallamiento de derechos de las mujeres, trabajadoras,
estudiantes, viudas, madres y ciudadanas. Teniendo como telón de fondo a medios
de comunicación sordos, mudos y
testarudos que no sabía, no veían ni
opinaban. En cambio nos llenaban la visión cotidiana de programas donde se exhibían
la miseria humana “los reality show”[4] parodiando principalmente
a sectores populares como lumpen y miserables,
deformando la realidad, desconfigurando la pobreza y a los pobres. Hoy profundamente
abyecto, atentan derechos de niños, niñas y jóvenes[5]
A
Marysabel he secundado y admirado, en la valentía que más de uno podría llamar locura, cuando
nos plantamos ante el hospital de la Policía Nacional del Perú, pidiendo cuentas
sobre el estado de Leonor la Rosa[6] y más adelante depositado
nuestra confianza, para que junto a
Giulia Tamayo León ingresaran la
denuncia del caso ante la CIDH, un 8 de
diciembre de 1998[7] que aun recuerdo. En tanto que quien se atribuyó autoría para obtener
réditos políticos temblaba y transpiraba frente a ellas. Evidenciando una vez más, en el momento de los hechos son más los actores y hacedoras de aquellos que los patentan.
Con
Marysabel, nos descubrimos en aquellas largas
reflexiones teóricas sobre género, opresión, discriminación, exclusión,
negación y socavamiento de la identidad femenina a partir de la práctica de
nuestras propias vidas, descubriendo que
por encima de las diferencias, nos igualaba
la condición y posición de ser mujeres en un país tercermundista, machista,
marianista y androcentrista, donde nos habíamos creído como natural e inmodificable que no teníamos
derecho a tener derecho.
Me
consta que Marysabel, tiene la capacidad, vehemencia y fortaleza para defender
y colocar los puntos sobre las i, en casos de judicialización de violación de
derechos humanos de las mujeres en la época de violencia, como sucedió con mama
Emérita y de las víctimas de esterilizaciones forzadas, sin retroceder un
milímetro, acrecentándose en su talla gracias a su convicción, firmeza y
sapiensa.
He
visto a Marysabel caminar, detenerse, evolucionar, afirmarse y encarnar la
lucha por los derechos de las mujeres y en su interior por uno de los grupos
más vulnerables las lesbianas, con quienes se ha identificado con claridad,
madurez y consecuencia. Y me he condolido de su dolor cuando este ha asomado en
un breve gesto o valiente registro público de lo experimentado en
carne propia, rasgando el velo de lo encubierto en el mismo seno de las mujeres,
como sucede con la violencia intragénero. En su momento resintiendo a mi alma
y entristeciendo mi espíritu, mientras mi reflexión se afirmaba que falta mucho
por hacer en todos los resquicios de la sociedad y sus diversas expresiones.
Marysabel,
ha ensayado y agotado todas las vías desde la sociedad civil y ciudadanía, destacando su lucha sostenida para erradicar la violencia contra la
mujer, que la llevó a ser Directora de la Mujer del Ministerio de la Mujer y
Desarrollo Social (MIMDES) [8], la defensa
de las mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas y las víctimas de negación de aborto
terapéutico, con impacto en
su salud y vidas[9]. El impulso de campañas como: déjala decidir[10], la alfombra roja[11], un hombre no viola[12], acoso callejero[13], entre otros. Más
adelante las consultas con los jóvenes[14] y militantes del partido
que abrazó hace una década.
A Marysabel,
me ata la amistad construida, día a día. Con cada acto, gesto, discusión, desprendimiento
y magnanimidad primero mirándonos a los ojos, luego entre las orillas de un mar humano o la virtualidad, sin diluir un ápice nuestra conexión. En síntesis, no sé si ella,
pero yo la quiero bien y de todo este tiempo hasta el final de cada una, por
ser quien es y re-significar el contenido, discurso y la acción de ser mujer y feminista; sobrevivir sin
perderse a la experiencia en el poder
ejecutivo, la dirección privada, la militancia partidaria, la representación
latinoamericana. Y la seguiré queriendo aun cuando me rompa la confianza, si
opta por los senderos de otras mujeres que se desprendieron del feminismo o sólo desvistieron para abrazar al oportunismo.
La candidatura
de Marysabel, para mí estuvo claro como el día, desde mucho antes de la coyuntura electoral actual,
sin mediar intercambio alguno sobre el asunto. No es necesario ser bruja, maga
o adivina, sólo leer el proceso, la
vertiente hacia donde le han conducido sus pasos y quehacer. Luego de su largo batallar como sociedad civil, participar como ejecutiva en los espacios de toma de decisiones
del país, moverse entre corrientes internacionales y transitar por el terreno de la militancia
partidaria, en tiempos donde los viejos cuadros abandonaban el barco sea porque
el ciclo de vida culmina o por un plato de lentejas, la visualicé reconstruyendo
ese barco y conduciéndolo.
Marysabel,
en este tiempo que te adentras en el terreno sinuoso de la práctica política dentro del poder público,
militante, consecuente y comprometedora, deseo desde el fondo de mi alma que
pueda sobrevivir en ese mismo terreno
donde muchas(os) no sólo han claudicado, sino retorcido y estrangulado sus
propias aspiraciones tranzando la opción, ante el mejor postor a cambio de mendrugos
de poder e intentando borrar sus propias
huellas, ejemplos hay muchos, la historia será quien las juzgue.
Decreto
Marysabel, en este momento de preludios aún por ser elegida, que lo serás, sin importar el tiempo. Y
cuando esto suceda, deseo que en verdad hagas la diferencia, porque a pesar de
los golpes y rasguños en la esperanza por antecedentes nefastos de congéneres
que incluso competirán contigo frente a frente y seguramente a mansalva.Sin importar tu larga trayectoria que te hace elegible, que yo apenas he pincelado desde mi estrecha mirada.
Me atrevo a afirmar que ambas, estamos convencidas que nadie en verdad,
representa nuestros interese y necesidades. La diferencia es que tú has tenido la valentía de encaminarte hacia las entrañas de la bestia. En tanto yo mantengo mi condición de sociedad civil, por ello te
acompañaré como hago con mis amigas(os) que optan por esta vía: no tan lejos
que se congele la amistad, ni tan de cerca que se auto- incinere; pero lo
suficientemente próxima para recordarte este tiempo de contienda, las motivaciones que te
llevan a competir.
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