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viernes, 27 de marzo de 2015

DUALIDAD VIDA MUERTE

Compartí hace poco un artículo sobre: ¿Por qué enfermamos? ¿Qué es envejecer bien? y ¿Qué es envejecer patológicamente?1 


La reacción de amigas y amigos ante el mensaje que acompañé al artículo, así como una detenida reflexión de quien inicia anotando que: “Me encanto la dulzura con que tratas el tema de la muerte y de la vida.” (MEY). Me ha animado a elaborar una primera aproximación a cerca de mis propias impresiones a cerca de la vida y la muerte desde mi experiencia personal, al mismo tiempo que concreto las premoniciones de Carmen Luz  que en algún momento escribiría sobre el tema.

Cuando tenía seis años, vi una película que en ese tiempo era terror y hoy es chancay de a medio en contraste con lo que se exhibe por TV. La trama era alrededor de un padre que intentaba resucitar a su hijo a través de un traje especial, que debía elaborarse bajo determinadas instrucciones, cuando estuvo concluido, no pudo pagar el trabajo y en un forcejeo fue asesinado por el sastre. Ante lo sucedido, el sastre aterrado retorna a su taller con el traje bajo el brazo y ordena a su hija que se deshaga de él. Su hija una mujer profundamente sola que mantenía frecuente soliloquio con un maniquí, lo viste con el traje, el maniquí adquiere vida similar a la de los zombis. Después de esa película dormí entre mi madre y padre por una semana aterrada con la muerte y resurrección sin vida.
Más adelante, murió mi tío abuelo Zacarías, -tío de mi madre-, quien me engrió y amo mucho, con dolor por su muerte llegué rauda del colegio a la casa de su hija donde era el funeral y de puntillas vi su rostro bajo el vidrio del féretro, mostrándose ante mis ojos de niña un cuerpo inerte totalmente ajeno a ese hombre que llenó mi vida de dulces, globos y alegrías. Comprendí que ese cuerpo no era mi tío, no tenía caso quedarme junto a él, porque  ya no estaba.  
Allí con ocho años de edad, decidí que no volvería a ver nunca más al interior de un féretro. Desde ese momento me convencí que un cadáver, ya no es quien fue, porque ya no guarda en sí el soplo de vida, no existe. Mas adelante, entendí  que la vida es el instante donde el alma llena de contenido al cuerpo, interactuando  con el mundo a través suyo. Por eso cuando se va, sólo queda un despojo, un cuerpo a veces aun sin uso, otros con abuso y algunos con las huellas de una plenitud de su tiempo en cada surco. 

En quienes lo aman,   quien se va, se hace parte de sí en quien se queda, reeditándose todo lo mejor de quien fue en el mismo plano, siempre que se haya producido una interacción de ambos lados, si sólo fue de un lado, el sentimiento de culpa del doliente lo transforma en tristeza. Por ello la importancia de construir con atención y amor nuestras relaciones, porque quien se va generalmente no podrá manifestarnos que siente -salvo excepciones de conexión desarrollada-, además tiene a favor lo que mi padre siempre decía "No hay difunto malo", así que la culpa es mayor en quien lo sobrevive.  

Mi padre murió cuando yo tenía 37 años, llegué a su lado antes del rigor mortis, para decirle que se fuera en paz que todo estaba bien, lo abracé, besé y quedé un momento recostada a su lado, sin sentir que ya no estaba, así es como entendí el apego al cuerpo de quien se ama. Al cabo de algunas horas, cuando vino la funeraria para embalsamarlo quise ponerle las zapatillas, allí comprobé que la muerte no sólo es inerte sino profundamente helada, así que no resistí,  descubrí que no tengo pasta para interactuar con los signos de la muerte, con dolor dejé que otros cumplieran con el rito de calzarlo con aquellas zapatillas cumpliendo su deseo de que fuera así.  
En el 2010, tuve mi cuarta experiencia con la muerte, esta vez a distancia, Pedro el primogénito de los Herrera, mi hermano mayor por elección,  me permitió  descubrir que al morir no nos vamos inmediatamente, que si hay amor este trasciende espacios y planos, haciendo posible que otros sentidos no convencionales permiten que vivos y no vivos,  nos conectemos, se que puede sonar a esotérico, pero lo único que queda claro en mi vida es que cada tiempo es un momento nuevo para abrirse a nuevos saberes.
Estos cuatro episodios que me colocaron de cara a la muerte, han permitido aproximarme a su significado y como en él se inspira la vida. Por estas razones, he aprendido a poner atención en algunas prácticas de la vida que suelen realizarse sin pensar en la muerte  y también en otros donde se vive plena y conscientemente sabiendo que es finito. En uno y otro caso cuando  se aproxima la muerte son diversas las reacciones de quien se va y se queda, para unos y otros cuesta más o menos, pero finalmente se acepta que la muerte se instala sin excepciones, sin concesiones y nos hace radicalmente iguales.
Mis padres nacieron en los andes de allí mi fe y prácticas heredadas ante la vida y la muerte. Personalmente he visitado casi todo el Perú con excepción de Madre de Dios y Huancavelica. Siendo testigo en más de una ocasión del modo como cada pueblo se relacionan con la vida y la muerte, afirmando mi percepción de cuánta construcción cultural hemos debido invertir en las grandes ciudades, para despojarnos de todos los rituales y modos de vivir la muerte, que nos deja en orfandad para aprender a tener una vida buena y esforzarnos día a día por ser una buena persona. Frecuentemente vivimos creyéndonos inmortales y haciendo cuánto está en nuestras manos por extinguir y corromper todo a nuestro rededor desde lo inmaterial hasta lo material, y en ese esfuerzo, dejamos a tiras nuestra propia alma.
A diferencia de las grandes ciudades, en los andes,  casi todo sucede a través de una relación fluida, pueda que se deba a una menor complejidad comunitaria o a una mayor relación cara a cara. Y no se trata de proximidad necesariamente, porque a diferencia de las zonas urbanas la vecindad de los andes está mediada por las extensiones de tierra que va de una hectárea a más. En medio de esa vastedad, la vida y muerte discurren acompasadamente, tiene sus ritos, símbolos y prácticas. Haciendo que cada momento y festividad sea trascendente en sus vidas.   
Uno de ellos es la semana santa, que si institucionalmente celebra la resurrección de Cristo como triunfo sobre la muerte. En su estructura y detalles, reedita el padecimiento y ocurrencia de una muerte  históricamente doliente e injusta "por nuestra culpa" -que se representa con dedicación-. La muerte cobra centralidad, podría decirse que adquiere vida plena sin levantar resistencia alguna de vivos y muertos al respecto. Toda la semana santa implica luto, ergo dolor y recogimiento, no solo por la conmemoración de la muerte de Cristo en la cruz, sino por los pecados individuales y la certeza de la propia muerte que se refleja  en cada acto. 

La semana santa culmina con la resurrección, a excepción de la misa de la luz,  pareciera ser que ya no hay nada que celebrar -en la iglesia católica que es la mayoritaria en el país-, En algunos escenarios, el dolor de reconocerse finito se reedita con actos de contrición y deseos de cambio no importa si dura un segundo o hacia adelante. Otros beben hasta perder la conciencia para desprenderse del dolor o sumirse en la nada, de ello pude apreciar cerrando semana santa en: Tarma, Huancayo, Ayacucho y otros. A lo largo de  más de tres décadas atrás, donde el fervor religioso era más sólido que en este tiempo.
¿Y cómo se trata la muerte entre los ciclos de edad? Me escandalicé la primera vez que fui testigo de la muerte de un bebé en los andes, la gente celebró, compartió, danzó y brindó en medio del dolor de los padres, que también danzaron. Luego me explicaron y entendí que celebraban no la muerte, sino la liberación de aquella  alma que retornaba prontamente al lado de Dios, sin haber perdido su condición angelical. Celebraban que no se quedase en la tierra para vivir y corromperse con las tentaciones y pecados de  una vida de miseria, carencias y sufrimiento, por ello todos bailan y celebran sin negar el dolor de la partida.  
Esa visión de la vida sin esperanza, que lleva al punto de celebrar la muerte me mostró que para algunos peruanos y peruanas faltaba tanto para estar en condiciones de apostar por la vida, conquistar el contenido del derecho y su belleza aun en medio de la exigencia. Habían perdido la fe de cambiar la condición histórica del pobre, la muerte era un consuelo y una resignación para los padres que perdían sistemáticamente a niños y niñas antes de alcanzar los tres años de edad, debido a un país profundamente desigual y excluyente. Son escenas que vienen a mi desde los años ochenta del siglo pasado, que aun recuerdo como si fuera ayer, hoy no sé cuanto se reedita este drama en diferentes pueblos del país.
También he sido testigo de cómo ancianos y ancianas, se preparan así mismo para el tránsito, haciendo que su dimensión espiritual sea central en sus vidas, independiente de lo que creen, realizan su ritual con disciplina, entrega y persistencia. Paralelamente preparan sus funerales, porque son conscientes que ingresaron al tiempo del descuento por milagro y sabiduría. Eligen a la mejor representación de su ganado y lo destinan para ser sacrificado en sus funerales, de modo que alimente a todo el pueblo que espera será su compañía, puesto que su muerte ha de ser un gran acontecimiento como lo fue su vida o compensarlo si no fue así. Si el anciano o la anciana no muere en el tiempo para el que se ha preparado, el ganado es prestado a algún vecino o familiar, bajo la condición de ser retornado cuando sucedan los funerales para ese fin, nadie se atreve a romper este compromiso porque existe la presión social, se trata de una decisión personal privada, publicitada y posicionada como medida pública dentro de la comunidad, todos conocen del acto de compromiso.
Las personas ancianas con conciencia de sus bienes materiales, se esfuerzan porque su muerte sea justa, mucho más si su vida ha tenido vacíos, en uso de sus facultades y voluntad, convocan a los notables del pueblo o la comunidad, que no necesariamente son autoridades, se trata de personajes que con su vida y práctica han logrado ser reconocidos(as), respetados(as) y transformados(as) en personas confiables, son ellos quienes sirven de garantía para hacer cumplir la voluntad del difunto, no porque alguien dejen de cumplirlo, sino porque el rito es ese, que existan testigos en una sociedad donde las decisiones se transmiten de generación en generación, una sociedad hasta no hace mucho principalmente era oral. Para quienes toman esta decisión no hay nada como el desapego a lo materia, la avaricia, la mezquindad o el abuso de poder, porque su apego es la forma mas segura de condenar al alma de quien muerto está, al eterno sufrimiento. 

Será por eso, que pese a la disconformidad de una herencia, son muy escasos los casos que los parientes sobrevivientes cuestionen, enjuicien o terminen por matarse por los bienes, como sí sucede en las grandes ciudades. O bien  dilapidarlos, devaluando el esfuerzo y trabajo con el que fue construido por quien ya partió, hecho de los que he sido testigo en mas de un caso. Cuando se presentan casos contrarios a la práctica de respeto a la voluntad de quien fue, la gente suele decir: “Pobre hombre (mujer), como se condena en vida, porque todo lo que hoy tiene, quiere, por lo que hace daño y se hace daño, va en contra de la voluntad del difunto(a), quien luego de muerto puede decidir llevárselo al poco tiempo. Y cuando muera  pronto o más tarde, no podrá llevarse con él o ella nada, allá a donde todos iremos.”
Quienes cuidan de cada detalle, lo prepara todo,  incluido el féretro que encargan para ser construido a medida del candidato a difunto. Es otro acontecimiento que todo el pueblo conoce y valora, el o la anciano es admirado y tratado con más distinción, porque quien pone cuidado para su muerte como lo hizo con su vida es alguien con dignidad y merece el respeto de todos, así es como se construyen nuevas leyendas de quien es  con su participación, se le presta atención a los cuentos de su tiempo. Y se torna en  detonante para que  en las tardes los/as vecinos y/o parientes se junten con hijos/as para narrar los cuentos de quienes murieron antes o de aquellos que retornaron de la muerte, de cómo surgió el pueblo, de los grandes hombres y mujeres que lo construyeron, de sus sueños y deseos para cuando ellos se vayan.  
Y están aquellas(os) que  preparan con detenimiento su ajuar, como el de la novia y el novio cuidando todo detalle, eligiendo a quien ha de bañar el cuerpo sin vida y revestirlo. Mi tía Juana que hoy tiene 92 años, ya me lo dijo en el 2010, a propósito de la muerte de Pedro. Ha decretado  que viaje desde donde esté, a vestirla. Le he dicho que me esforzaré por ir pero que no prometo vestirla, ella con su lógica directa y profunda me ha argumentado: “Entonces quieres que me vaya como vine desnuda. No niña Catalina, se que tienes miedo pero hallaras la fuerza para vestirme”, no sé si eso será posible, pero estoy segura que el universo hará que esté con ella para despedirla.
En un país sin seguridad social ni derechos, cada poblador(a) andino que cree en otra vida después de la muerte, se prepara tal como tuvo  vida buena (aun cuando careció de buena vida respecto a condiciones materiales) para tener digna muerte, para no temer ni titubear en ese tránsito. Para algunos(as) todo lo señalado puede ser religiosidad popular o sincretismo andino occidental, para mí son fuentes de información, contrastación,  análisis, reflexión y estudio de mis propias percepciones.
Detenerme a observar estos hechos y en sus detalles, me permite  superar mis propias limitaciones de ver y no entender desde mi perspectiva, habiendo avanzado ese pequeño paso de colocarme en la perspectiva del otro para comprenderlo y comprenderme, sólo así ha sido posible sumar al conocimiento teórico, el hecho empírico concreto de nuestra relación con la muerte en las diversas experiencias cercanas o ajenas.  
En lo personal  aprendo día a día aceptar que mi vida sea suficientemente clara como para inspirarme, saciar mi sed de vida, advertir con serenidad  y prepararme ante mi propia muerte. Cada día estoy más convencida, que tarde o temprano volveré al lugar de donde vine y que esta dimensión tiene un sentido en tanto me ocupe de ello. Este es sólo un momento de tránsito  pueda que lo experimente largo y exigente o sólo como un suspiro.
Por ello creo que necesario liberarnos de todo tipo de deudas, en el sentido que luego creemos hemos dejado de hacer algo importante: estar junto a quien amamos, apreciamos; callar lo que sentimos en su momento o dejar de expresar cuanto amamos y admiramos al otro/a. Al punto que cuando nos toque,  no recurramos a la vieja práctica de pedir un minuto más, pues todo lo que se ha dejado de hacer en una vida no ha de lograrse absolver en un minuto. Sin duda habrá otra vida para quienes creemos en ello, más allá de cuan cierto o falso sea, lo real es que estamos en esta vida. Si de ello nos damos cuenta a tiempo, aun tenemos oportunidad de revisar y tomar decisiones sobre nuestro modo de vivir y aportar a la vida.

sábado, 29 de noviembre de 2014

UNA TARDE FELINA

Hay un tiempo para cada quien,
hoy fue el mío dejando fluir a mi ser,
cavilando al rededor de días idos y por venir,
de seres que llegan a mi vida como las olas del mar,
a la par de un atardecer brillante e inesperado,
ahuyentando otros con polución de micro seres que luchan denodadamente para asentarse en mis sentidos.

Concebí una nueva estrategia, cero lucha, más comprensión,
anunciándoles que tenían libre el fin de semana y partieron raudos,
sea porque estaban tan agotados como yo en esta lucha estéril de desalojo e invasion,  
o por que se creyeron  realmente su erradicación con solidaridad de otro paciente para extinguir mi llanto alérgico por aquel ambiente. 



Para mi sacerdotisa será que hallé el punto de equilibrio en las dimensiones de mi ser acrecentando mi darma,
alejando a todo lo que mortifica sin aniquilarme
por esa necesidad mutua como infame  de sobrevivir conjuntamente, sin importar que yo sea organismo complejo y ellos unicelulares. 



Prefiero creer que fue la atención a mi laxitud ya cerrando la tarde con un banquete majestuoso de almuerzo-lonche y el deleite de combinar sabores de tres dulce limeños que reconectaron mi energía, sentidos, sensaciones y pensamiento, 
para apreciar en detalle lo bello que es la vida.



Atrayéndome una escena en medio del mágico crepúsculo, descubrí en mi perspectiva 
aquel encuentro, comunicación, intercambio y goce en la relación misteriosa y cuasi alegórica de seres felinos/humanos, conmovida pedí consentimiento para capturar ese momento de entrega terciopelada
entre felinos, mujer y hombre.




Mis sentidos apenas liberados se embebieron de escenas, cuasi celestiales de amor tangible, convivencia, intercambio y confianza,
discutible para algunos/as por transgresor de espacios,censurando aquello que muchos practican en privado pero que en público se censura porque sabe a amenaza.


Asido de la idea de que somos y tenemos diferente valor, donde unos son dueños y otros advenedizos,
los primeros con derecho de uso y ningunos los segundos, en un balance próximo a la creación de un nuevo teorema los menos en valor se constituyen en  peligro de los más valiosos.


Más allá de estas disquisiciones que persistirá,
hoy disfruté profundamente de esa realidad que se impone, la combinación de bellezas felinas libres y misteriosas, con gestos de amor a veces esquivo de humanos/as entre sí, con combinaciones cautivantes, reconfortantes y conmovedoras.




Como narraba a la familia mía, el gesto no distinguía edad, sexo, rol, condición,  posición, pertenencia o pertinencia al espacio.
Bastaba con volver la mirada para dulcificar el rostro, sentarse al disfrute compartido sea del adulto mayor o la niña, los celos se esfumaban entre las parejas dejando espacio a otro ser.


Los seres que esta tarde me abrieron y mostraron sus sentimientos en un templo de convivencia de dos especies libres, impregnando a mi alma de paz, felicidad y alegría que animó este escrito cuasi alegórico para animarlos/as a visitar el parque felino/humano
quise decir el parque Kennedy de Miraflores.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

GENIALIDAD ELOCUENTE


Desperté de madrugada todo estaba húmedo y con llovizna de verano re-tardado. Me esperaba una jornada dedicada a la democracia, explorada desde aproximaciones y algunas certezas sobre buen gobierno y derechos humanos, sin embargo, similar a muchos planes del 2012 no evolucionaría a más de eso. Mi estado corpóreo que en este tiempo define el ritmo de mis proyectos, se impuso nuevamente. Y una vez más me refugié en la virtud de la paciencia, mi compañera inagotable, concentrándome en los estadios kantianos, desde esas primeras horas que marca al nuevo día, dejándome invadir por la filosofía positivista desde la perspectiva de este mí tiempo.  

Una llamada hizo que entrelazara recuerdos, afectos, ocupaciones suspendidas. Impulsándome a retomar pendientes para liberarlos hacia su propio derrotero. Cuando me refiero a pendientes, quiero decir que desde hace unos años, cuento con una carpeta electrónica donde he acumulado una serie de reflexiones y artículos en proceso. Descubriendo por enésima vez, que muchos esperan su momento y seguramente algunos quedarán en esbozo[1], similar a escritos de hombres y mujeres que me antecedieron y a quienes me aproximé con esa licencia de quienes hacemos de la investigación una labor cotidiana, hurgando en el pasado, presente y  a veces tentando al futuro.  

Los escritos inconclusos aparecieron ante mí allá por los noventa, de un siglo que ya no existe, como no existe el contexto socio-político, económico y mis percepciones de entonces, parapetada en un edificio por donde no transcurre el tiempo[2], teniendo como telón de fondo al tráfico infernal que día a día afirmaba la selva de cemento,  unas veces más que otras exacerbado por conflictos que movilizaban a la ciudadanía  durante los últimos tres años de un oncenio lleno de oprobio bajo el gobierno de Fujimori y Montesinos[3]. 

Pueda que por ello,  que a los escritos inconclusos bajo formato de cartas, ensayos o pronunciamientos de la Asociación Pro-Indígena (1909-1916),  Dora Mayer, Pedro Zulen, Juaquín Capelo... etc.  los percibí  y catalogué como pensamientos nacientes, suspendidos, inconfesos o subversivos.  Hoy que experimento en primera persona auto-hallazgos de escritos también inacabados, descubro que mis supuestos dejaron de considerar que muchos textos cuando permanecen en formato de proyecto tiene que ver tanto con el significado como su significante en el que fueron inspirados y el contexto desde donde emergen. Dependiendo de ello que: se exprese en signos, permanezcan en condición de reflexión intraducible, acción incontenible o sólo esboso.   

Uno de mis pendientes, que abandonará su estado corresponde a los  misteriosos lazos con los que la vida me aproximó a la  genialidad elocuente de un adolescente apenas inaugurando los catorce años de edad, que se me revelaba como un ser y espíritu fuera de los casos estándar con los que me hallaba cotidianamente cuando combinaba mi labor de investigadora con el de docente.  

Había sido nombrado   en su significado como elocuente en hebreo y a medida que fue develándose su genialidad, mostró que respondía con creces a su significante. En el breve tiempo de dos meses fui iluminada con su elocuencia esclarecedora, es decir, su capacidad para transmitir con claridad  su genialidad transformada en idea aun impregnada de interrogantes,  tendiendo un puente que aproxime nuestras perspectivas y reduzca la brecha generacional. 

Genialidad elocuente, en ese tiempo de nuestra mutua aproximacón, era a momentos distante de la excentricidad o extravagancia, que pugnaba por autonomizarse, unas veces corriendo tras los pasos de Platón y en otros a través de los laberintos de Einstein. Asomándose a diversos planos y dimensiones hasta trascender al espacio y tiempo, o bien detenido en la búsqueda de su cara amigable para la aproximación y comprensión de sus pares, intentando quizás de este modo, hallar un lenguaje compartido como aseguraba frecuentemente “mirar el comportamiento de los hechos desde las leyes de la física es hallar un modo diferente de explicarnos las cosas, rompiendo esta manera de alejar el conocimiento de todos, para hacerlo sólo de algunos”.  

En otros momentos se expresaba intentando  liberar heroicamente  a su espíritu para entroncarla con obras de otras genialidades a los que seguia los pasos. Pretendia expresar su don, en el sentido de hacerlo tangible y real al mismo tiempo que asumía la responsabilidad de “estar aquí y ahora” (Aisemberg y Melamud: 2006, 53)[4], para colocar su conocimiento al servicio y manejo de todos. Presionándose así mismo al descubrimiento de los mecanismos que diera contenido a su elocuencia, hallando en ese proceso su propia misión. A instantes  distraído por su alter ego, con o sin su complicidad, urgiéndole  proveer de tangibilidad a cada idea en proceso. Aun cuando traducirla  era un  desafío movilizador,   también se eregia como trampa, hasta el filo del detenimiento e inmovilidad.

Cuando finalmente su esfuerzo adquiría condición de producto, debía moverse entre  la vorágine competitiva de un escenario definido por tiempo y espacio diferente al del pensamiento con libre albedrio, donde se sentía bien y a gusto, allí donde emerge, crece, se transforma, va y vuelve la genialidad hasta hallar el medio de expresión propia, inconfundible, incuestionable, incontrastable, irrepetible e inalienable.
Mostrándome y mostrándole en términos de Foucault (1986)[5] el modo como lo mundano produce el sometimiento a la forma superior de lucidez y verdad que contiene la genialidad, que se despliega en toda su magnitud pero con límite, cuando es constreñido a los principios de la propiedad privada o truncada sus posibilidades en producto. Puesto que la norma y costumbres sociales lo protegen sólo en un tiempo y espacio no mayor a una década, por su relación directa con la equivalencia del valor material en el que se traduce.
Hasta cuando me hallé con genialidad elocuente, mi labor se concentraba en despertar y apoyar el desarrollo del pensamiento, reflexión, conciencia, ser y hacer de mujeres y hombres diversos como corresponde al mosaico de nuestra composición socio cultural urbana y rural del país. Sea halando desde el frente o empujando desde atrás, dependiendo de donde se ubiquen, dentro de un sistema neoliberal que los distribuye por estratos, difuminando sutilmente a las clases por complejas y complejizantes, pero principalmente para eliminar normativamente las relaciones de unas con otras en aras de la gobernabilidad, que tiene como transfondo la pervivencia de un sistema pese a sus límites.
Ontológicamente el encuentro con genialidad elocuente, me asomó a la docencia con sus propias exigencias, distante a lo desplegado en mi tiempo previo, permitiéndome una vez más validar el principio de aprendizaje permanente como ser. En  correspondencia a mi rol de facilitadora del proceso y método de investigación de las ciencias sociales, él me revelaba la simpleza de los misterios de las ciencias exactas, sin dejar de ser un frágil adolescente ante mis ojos, expuesto a los riesgos que provenía de su potencial incomprendido. Recordándome a momentos mi experiencia menos pedagógica y más materna con Amet, cuya genialidad descubrió su propio derrotero, para unos  poco exitoso por irrentable, pero para sí invaluable, por que le permitía  ser dueño de su propio libre albedrio viviendo a su modo, con los oficios y beneficios a los que lo aproximan y por momentos aleja su genialidad.
Muchas veces me he preguntado las razones por las que los espíritus que traen consigo la genialidad suelen enfrentarse a la fragilidad de la materia y siempre me asombro de lo que puedo hallar al respecto. Lo más destacado en la historia de la humanidad es la convivencia cuasi constante de dos variables: creatividad/padecimiento corporal. Como el que experimentó Beethoven, y aquello compartido por  Mozart, CervantesSaavedra, Van Gogh alrededor de cuyos legados de vida, hoy se intenta comprender el papel de que juega la enfermedad. Los/as entendidos suelen inclinarse en el mayor de los casos hacia el desarrollo de la capacidad de resiliencia en la conducta humana que alimenta la capacidad creadora y genialidad. No falta quienes se inclinan porque la genialidad sólo puede emerger de la enajenación como el que atribuyen a EdgarAllan Poe, Miguel Ángel, Virginia Wolf, Piort Tchaikosvsky, Cari Grand, perspectiva que muchas veces recubre la autocomplacencia para quienes reconociéndose como ‘constante’ se sienten amenazados por la genialidad de personas excepcionales.
A estas miradas y otras que sin duda se vienen desarrollando alrededor de genialidad/padecimiento corporal, mi comprensión intenta seguir su propia ruta excepcional. Estoy convencida que aquello  que estimula a determinadas personas ser fuente inagotable de ideas, ergo genialidad, es su espíritu superior y como tal poseedor de cualidades, exigencias y retos de similar calibre que desborda a su dimensión corpórea de sujeto común, liberándose  a pesar de ella. Lo deseable para  los seres humanos en general, es el equilibrio de las diversas dimensiones de su ser, cosa que no sucede con ninguno, puesto que  una de sus dimensiones inclina el trompo hacia uno u otro lado, aun cuando su esfuerzo está centrado en el equilibrio o giro armónico. Por tanto, no es de extrañar que los casos excepcionales afronten también situaciones excepcionales, siendo importante en uno y otro caso la oportunidad de ser amad@, respetad@, valorad@ y disfrutad@ en su ser, ritmo y tiempo.
Recordar que independiente del don que unos y otros poseemos compartimos un cuerpo dúctil como finito por ello exigente a los adelantos de la ciencia, su intervención y manipulación. Sin duda unos con más premura que otros dependiendo del cristal con que se mire, están quienes buscan liberarse de padecimientos reales, recuperándose de una invasión corpórea. También los que  valoramos los sabores de la vida luego de detenernos y contemplarla. O quienes viven cada día como si fuera el último porque se le ha revelado o han develado los misterios de la vida. Están también quienes recrean necesidades e imperfecciones imaginarias e intentan modificar lo perfecto, extender y confundir al implacable tiempo actuando incontenible sobre nuestra naturaleza finita.
En el caso de genialidad elocuente, hoy se casi nada de sus padecimientos, sólo que existen y producirán en él la resiliencia que muchos otros experimentaron, alimentando su genialidad pero sobre todo esa percepción diferente del mundo de donde emana inagotables ideas y sentimientos profundos de amor por seres no tan excepcionales como él pero sí semejantes que le dan sentido a contenido a cada uno de sus actos.
En este momento agradezco a la vida y sus misterios que permitió conocernos, aproximarnos y asomarnos uno respecto al otro, más allá de lo corpóreo, el espíritu que nos mueve e inspira. En un tiempo como este, donde todo es torbellino, tiene un móvil y está sujeto a constante cambio; aproximarme a su espíritu y abonar en su alma por un breve momento ha sido una experiencia  casi religiosa de docencia.
Por lo vivido, compartido y lo que quede por venir, hoy encenderé una llama que lo llene de energía y recuerde que más allá de nuestro SER persiste la fuente de la espiritualidad que nos acompaña,  proveyendo y acogiendo amor. Amor que enciente e ilumina cada instante de nuestra vida, en el que nos inspiramos, reeditamos y alimentamos día a día, a veces expresamente y otras implícitamente en silencio que es recogimiento.


[1] Develándome que el pensamiento sigue imponiéndose a mi disposición y capacidad de registro
[2] La Biblioteca Nacional en su antiguo local de la Av. Abancay.
[3] A fines del 2012, esperan uno antes que otro ser amnistiado de sus delitos de lesa humanidad que los ha recluido en sus cárceles suigéneris: a Fujimori en un ambientes acondicionado y exclusivo su investidura de presidente de la delincuencia donde despliega su dimensión artística y a Montensinos en los ambientes que el mismo acondicionó para quienes fueron una amenaza pública de gran envergadura.
[4] AISENBERG, Sandra; MELAMUD,  Eduardo Ser índigo: cómo despertar los dones, Editorial Kier, 2006, 159 p.  
[5] FOUCAULT, Michael. Vigilar y Castigar: Nacimiento de la Prisión, ed. Siglo XXI, Barcelona, 2004, 314 p.
 

viernes, 23 de marzo de 2012

DESTIEMPO

Cuantas veces al día insistimos hacia adentro que no tenemos tiempo. De tanto repetirlo no sólo estamos convencidas/os, también lo expresamos para establecer nuestras relaciones y el decreto en el devenir de nuestro día a día.
Todo es urgente antes que contemplar el brillo del verano o la lluvia de invierno, el vuelo de un ave, despertar de una flor y revoloteo de mariposas en primavera. La madurez de un fruto o desprendimiento de hojas en otoño.
Nos falta tiempo para advertir un rostro, descubrir su estado, tomar la mano que se extiende o dejarse abrazar de amor espontaneo. Menos aún mirar el fondo de otros ojos porque causa espanto, es preferible contemplar viejas o nuevas fotos inertes.
Estamos tan urgidas/os, que dejamos de disfrutar la textura que da contenido a nuestro sentido del tacto, privando de su sabiduría para distinguir la suavidad o firmeza de aquello que nos rodea o persistimos en rodearnos sin valorarlo.
El tiempo ha huido de nuestras vidas haciéndonos esclavas/os sin-tiempo sin disfrutar cada día como si fuera el último o entregarnos al misterio de la noche, que suele entibiarse o iluminarse según la compañía.
Nos hemos desprendido de los placeres que unen placeres, como el aroma inconfundible del café recién pasado, mientras compartimos planes que tenemos entre manos para el nuevo día o los hechos de la jornada agotada.
Pese a correr siempre llegamos tarde y olvidamos la sonrisa porque explotamos el tiempo adicional crispándonos por justificaciones para no quedarnos en el lugar de paso, reiterando nuestro destiempo en el nuevo destino, que se reedita como nuevo tránsito.
Nuestro tiempo dejó de serlo, quedó atrapado en la voluntad de un chofer, la mala práctica de un servidor público, el abuso y uso de nuestros derechos, la amnesia de nuestras obligaciones, el olvido de la gratitud cual mueble desvencijado.
En una era digital y simultánea. Extraviamos mensajes sensibles en la red, olvidamos de agradecer con sólo un Ok, enter o respuesta automática el dato valioso que nos hacía falta, mientras hacemos leña con quien nos imita.
Seguimos tan atrapadas/os que tenemos cuatro correos, el faccebok, tweeter, skayp, hai five, youtube y todos los enlaces, mas no tenemos tiempo de leer el mensaje ajeno, mientras enviamos “N” mensajes para que otros nos lean.
Algunas/os que dejamos crecer nuestro ego hasta la capa de ozono, asumimos que somos fuente y no destino al punto que ante una necesidad llamamos al “contacto” que en algún tiempo fue amigo/a descubriendo que es su misa de mes.
Nos cuesta creer que tantos amigas/os tuvieron tiempo de saludarnos en el cumpleaños o solidarizan con nuestro duelo, mientras nos arrepentimos por ser tan distraídas/os cuando confundimos fechas, obviamos llamadas y omitimos gestos.
La enajenación del tiempo ha significado renunciar al diálogo cómplice o reanimador. La llamada oportuna o carta a atesorar. Mordazmente contrastado con las posibilidades de interacción que promete el audio y virtualidad que que  exhibe nuestra angurria.
El tiempo es el mismo de nuestros ancestras/os que lo vivieron y bebieron mientras nos heredaban todo aquello que hoy es nuestro orgullo y maravilla, está compuesto por segundos, minutos, días, años, posibles de abstraer sin extinguir.
Hoy que contemplo al tiempo con esa majestuosidad que da la quietud, puedo comprender qué fácil es estafarnos a nosotras/os mismas/os, cuando a nuestra pereza o decrepitud de relación humana le llamamos falta de tiempo.
Depende de cada quien vivir o beberlo, para su buen uso, asistencia de herramientas que la maximicen su calidad o ensordezcan al alma y discapacitarnos voluntariamente de nuestra condición humana, cultural y social.

lunes, 6 de junio de 2011

CUENTAME DE FUJIMORI NUNCA MAS

Había una vez un país llamado Perú, que se creó cuando los hijos de hombres blancos llamados españoles, se pelearon entre sí para apoderarse de las pocas riquezas que sus padres habían dejado luego de robar, abusar y explotar el reino de los incas que conquistaron con engaños y enfermedades.

Los hijos de españoles se llamaban mestizos, nacieron de hombres españoles con algunas mujeres temerarias que vinieron junto a ellos desde pueblos lejanos, pero en su mayoría, fueron fruto del abuso y apoderamiento del cuerpo de las princesas y mujeres incas.

El imperio de los incas, es un cuento que te contaré otro día, solo te diré que fue uno tan grande, maravilloso y sabio como el romano, egipcio y chino. Sus reyes se llamaban incas y su territorio abarcó todo un continente de norte a sur y desde el mar hasta la selva misteriosa. Su Dios principal era el sol, amaban a la tierra a quien consideraba la Diosa madre y respetaban a todos los seres que habitaban en ella sea de tierra, agua o aire, sabían leer el cielo.

Cuando los mestizos, se cansaron de pelear entre sí, decidieron repartirse lo que quedaba del imperio inca. La parte central le tocó a uno de ellos llamado San Martín, quien llamó a ese pedazo del imperio Perú, que en voz quechua significa abundancia.

San Martín sabía que necesitaban asegurar su poder sobre la parte del pueblo que le tocaba, pero ya no podían llamarlo reinado, por lo reducido del territorio, sus vecinos cercanos lo molestarían y en la tierra los reinados iban desapareciendo. Por eso cambió el nombre de rey por el de Protector. Buscaba una forma de gobernar los restos de un imperio como si fuera un pequeño reinado y pensó que lo lograría, haciendo creer al pueblo que eran hombres libres, aun cuando no fuera así.

Había otros mestizos que querían ser también dueños de Perú, así que cambiaron el nombre de protector por Presidente y un grupo de consejeros al que llamaron Congreso. Pero en verdad, sucedió lo mismo que muchos pueblos, una lucha permanente por apoderarse de ese recién creado Perú. Cada vez que un grupo ganaba una guerra era el nuevo Presidente, mientras tanto, otro mestizo organizaba un nuevo grupo y la manera de despojarlo, hasta que ganaba y era el nuevo Presidente. Entre tanto el pueblo sufría y sus hijas e hijos morían.

Luego de una década de seguir comportándose y apropiándose del poder como un reinado, porque  gobernaban a un pueblo que no se rebelaba, debido a que  poco a poco durante mucho tiempo habían perdido  su libertad, idioma, Dios, respeto a sí mismo y estaban resignados a vivir en la miseria y morir, mientras que el Presidente, su Congreso y los ricos se peleaban entre sí por ser los dueños de turno del Perú.

El presidente, su Congreso y los ricos, se dieron cuenta que  el pueblo sólo  sobrevivia y ellos necesitaban que  aportara más para que  sus riquezas crecieran. Acordaron hacerles  creer que el Presidente era un servidor del pueblo y no un rey. Para servir adecuadamente necesitaba riquezas que todos podía crear y ofrecer como tributo si trabajaban más y cada cierto tiempo elegian  a un nuevo presidente. Así es como crearon un rito que llamaron elecciones, donde hacian el teatro de elegir a un nuevo presidente, aun cuando eso no fuera cierto. Quienes inventaron las elecciones se las arreglaron desde un principio para que fuera elegido aquel que el grupo de poder había decidido que era su turno, no immportaba cuanto tiempo pasara, si los padres morían sus hijos los reemplazaban.

Poco a poco, vieron que era mejor si el poder se dividía en grupos, así es como el Congreso se llamó Poder Legislativo con dos subgrupos: senadores y diputados, donde se aprobarían las leyes a favor del pueblo, pero en verdad favorecían a los ricos para ser más ricos. El Poder Judicial donde se juzgaban y sancionaban los delitos, pero que nunca juzgó ni encerró a un rico y el Poder Ejecutivo, donde el presidente y sus ministros debían servir al pueblo, pero en verdad se servían así mismo y los ricos de turno.

Paso el tiempo y el pueblo vio que nada había cambiado descubrieron que era mentira que ellos eligieran al presidente y que este sirviera al pueblo. Algunos hombres empezaron a soñar en cambiar esta situación. Descubrieron que ese rito de elecciones, podría ser el medio de cambiar las cosas,  si todos acordaba elegir a otro que no fuera aquel que el grupo de poder presentaba y apoyaba. Vieron como único camino de cambio que alguien del pueblo fuera el futuro Presidente, para que en verdad todos y todas se beneficiaran, dejaran de sufrir y tributaran lo justo.

Uno de los posibles candidatos del pueblo se llamó José Carlos Mariátegui y el segundo Víctor Raúl Haya de la Torre. Cuando se enteraron que podían ser candidatos, cometieron el error de pensar que antes debían vencerse el uno al otro. A diferencia de quienes estaban en el poder, no comprendían la posibilidad de turnarse en  el poder, su pelea absurda sólo logró dividir al pueblo en dos grupos.

Mientras   los dos posibles candidatos se enfrentaban, Mariátegui murió heredando su pensamiento al grupo del pueblo que lo siguió, y, prontamente este  se dividió en nuevos grupos que se llamaron izquierda ampliando la división. Al otro grupo no le fue mejor, también se fueron dividiendo, sin embargo Haya que aun vivía, continuó organizando al pueblo y su grupo llamado APRA, asegurando que tenía la fórmula mágica para que un hijo del pueblo fuera presidente y en verdad se pusiera al servicio de todos, murió sin alcanzar su sueño aun cuando estuvo muy cerca, heredando sus ideas a sus discípulos.

Al morir Haya, quedó en su lugar un discípulo en quién el confió, invirtió y formó desde adolescente, casi su hijo político. En esta situación estaba cuando se dieron las condiciones para que un líder del pueblo lograra ser presidente. Todo el pueblo se había puesto de acuerdo y no había forma ni artimaña del grupo de poder que siempre decidía quien sería presidente lo hiciera.

Se celebraron reuniones, acuerdos, ayunas, recogimiento en cada vivienda y templo. Oraciones, sacrificios y regalos a sus dioses, para que los ilumine a decidir quién sería el elegido, luego de muchas reflexiones decidieron que fuera el discípulo que el maestro Haya formó, creían que había aprendido de él y estaba más preparado que todos para ser presidente, hablaba muy bien y casi les adivinaba el pensamiento. Lo que nadie podía adivinar es que el discípulo tenía los viejos sueños de sus ancestros mestizos, ser rey hasta la locura.

Como era de esperar, el discípulo fue elegido, hubo mucha fiesta y esperanza, era joven, bien preparado, algunos decían que podía encantar serpientes mientras hablaba, su presencia era notable, con mucha fuerza, sonrisa fácil, mas alto que todos del pueblo muy parecido a los del grupo de poder eterno, pero que reconocían y sentían del pueblo, era Alan Gabriel García Pérez.

En el primer tiempo todos y todas se alegraron, empezó a realizarse muchos de los deseos y necesidades todos cambiaron de vida. Para descubrir al poco tiempo que no había suficiente riqueza para mantener esa vida. Esto no detuvo al presidente, se prestó dinero de otros pueblos, para hacer creer que se estaba cumpliendo los sueños de todos. Luego de un tiempo, cuando los pueblos vecinos le cobraron sus deudas, no sólo se negó a pagarles, los amenazó y se apropió de bienes que algunos miembros de esos pueblos habían comprado en su pueblo. El grupo de poder aprovechó para decir que la gente del pueblo era incapaz de ser presidente.

Mientras tanto en los lugares más alejados y pobres del Perú, dos grupo de hombres armados que querían llegar al poder como en los viejos tiempo, a través de la guerra, violencia y muerte se hacían notar cada vez más. Estos grupos se llamaron Sendero Luminoso (SL) y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), frente a esto el presidente de forma equivocada negó su existencia, creó a un grupo militar ilegal que llamó Rodrigo Franco para que los enfrentara y aniquilara sin ser juzgados y condenados.

Sin ayuda de sus vecinos, la amenaza de los grupos armados y sin más riquezas para seguir satisfaciendo las nuevas formas de vida del pueblo, no le quedó otra que subir los tributos y el precio de las cosas. Llegó un tiempo de mucha necesidad y oscuridad, las cosas escasearon había que hacer colas muy largas para tener un kilo de arroz, azúcar, carne. Las cárceles estaban repletas, para vaciarlas, el presidente mandó a matar a presos y presas, mientras cantaba “Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reino, pero sigo siendo el rey”.

El pueblo estaba confundido y decepcionado, había elegido a alguien que creía que sería diferente y salió peor, mientras tanto se aproximaban las nuevas elecciones, no sabían que hacer para hallar y elegir otro presidente. Estaban entre la encrucijada de buscar a otro hombre conocido del pueblo o seguir aceptando a quien representara al grupo de los poderosos.

De pronto, apareció un hombre delgado, más pequeño que su presidente actual, con ojos rasgados, sonrisa parecida a una mueca y subido en un viejo tractor a modo de caballo. Este hombre se hacia llamar “El Chino”, era profesor e ingeniero, declarando ser del pueblo aun cuando nadie recordaba conocerlo. Muchos dudaban que lo fuera porque no se parecía a nadie aun cuando se disfrazara con un traje al que llamaban poncho y un gorro llamado chullo.

Tampoco entendían bien su idea de cómo sacaría al pueblo del hambre. Se hacia más extraño, cuanto más se esforzaba por convencerlo. Sólo podían darse cuenta que su forma de hablar se parecía a la gente de pueblo que vivía en las alturas o de los extranjeros venido de otros pueblos muy lejanos con otros idiomas. Así es como se recuerda a la primera imagen de Alberto Kenya Fujimori Fujimori, hijo de padre y madre japonesa, cuyo nacimiento peruano siempre fue un mito, desde cuando aun no era presidente.

El candidato de los ricos era como siempre un hombre blanco, muy parecido a los otros presidentes que había conocido el pueblo, se llamaba Mario Vargas Llosa, vivía de contar cuentos y escribir novelas, se declaraba hombre libre. El ofreció que para mejorar las cosas, era necesario cambiar la forma de organizar el trabajo del presidente y del pueblo, sólo se salvarían si trabajaban juntos, enfrentando un tiempo de fuerte necesidad compartida a la que llamó shock, donde ahorrarían para pagar las deudas a los pueblos vecinos, ganar nuevamente su confianza hasta obtener nuevas ayudas, mientras todos trabajaban y se recuperaban poco a poco su bienestar, cuidando que en este proceso no mueran los más pobres para quienes habría ayuda especial por un tiempo.

El pueblo estaba muy dudoso, no sabía qué hacer, de esta duda los sacó quien aun era presidente. Si bien García había llevado al Perú a la pobreza, no había perdido su capacidad para convencer con su habilidad de “encantar serpientes”, tenía en sus manos los medios de información para el pueblo como la radio, televisión y los diarios, así es como convenció al pueblo creando dudas y miedo en contra de Vargas Llosa a y todos elijan a Fujimori. También ayudaron quienes se llamaban de izquierda, no porque estaban en contra de la propuesta, sino por el hecho de que Vargas Llosa era de la derecha en donde ubicaban a los ricos.

Temiendo elegir un presidente de los ricos y sufrir más de necesidad por un tiempo, el pueblo eligió a Fujimori, que prometía no hacer el Shok en cambio salvaría al pueblo con honradez, tecnología y trabajo.

Fujimori usó la imagen de los chinos -pese a ser de ascendencia japonesa-, para hacer creer que venía de una cultura basada en honradez, trabajo y creación. Recreó su fecha de nacimiento en el mismo día del aniversario del pueblo Perú, negó sus orígenes, mientras crecía su sueño ya no de presidente sino de emperador, cuyo poder sería vitalicio, sucediéndole en el poder sus hijas e hijos y los hijos de sus hijos.

Para ello debía cambiarlo todo, decir una cosa y hacer otra, lavarle el cerebro a los más pobres, aliarse con los ricos y poderosos, chantajear a quienes se resistieran, comprar a quienes tenían un precio, corromper lo incorruptible, tentar al propio diablo, para que todos aceptaran sus decisiones y lo apoyaran.

A sólo once días de haber sido electo, mostró su primera falsedad, faltó a su promesa de campaña, aplicó el Shock que prometió no hacer, y, por el que fue elegido, haciendo pagar la primera cuota de una elección con miedo. Todos sufrieron la necesidad que desconocieron hasta en sus peores momentos de pobreza, mucha gente murió de hambre, otros se suicidaron, algunos se fueron del pueblo, las familias quedaron divididas, crecieron los lugares donde se cocinaban en conjunto para ahorrar.

A la miseria y necesidad se sumo una epidemia que se llama el cólera, matando a muchas personas. Mientras que los grupos terroristas, se hacían más fuertes, al principio parte del pueblo creyó en ellos, pero cuando las victima de la lucha entre estos grupos y los hombres del presidente, eran sus hermanos del pueblo y no los enfrentados se distanciaron de ambos.

Fujimori, tenía cosas que ocultar desde un inicio, por ello se asocia con Vladimiro Motesinos, quien se transforma en su clon, juntos construyeron un sistema tenebroso, indigno y efectivo que asegurara la permanencia del presidente en el poder por muchos años, destruyendo y desapareciendo a quienes se opusieran.

Para ello cambiaron todo lo que podía impedir su deseo de ser emperador, cerró el Poder Legislativo elegido por el pueblo, para crear otro que hiciera las leyes a favor de sus ambiciones. Intervino en el Poder Judicial, para que los jueces liberaran a los hombres que le servían aun cuando tuvieran responsabilidad de crímenes. Se aliaron con delincuentes que hacían y vendían drogas a otros pueblos, a cambio de mucho dinero. Compró periódicos, televisión y radio, para difundir solo aquello que era conveniente a sus planes.

Al igual que el presidente García formó un grupo antisubversivo ilegal llamado Grupo Colina, quienes violaron los derechos humanos del pueblo, mataron a gente inocente y no dieron la oportunidad de juzgar a algunos culpables que en realidad hallaron. Se hicieron famosos matando a estudiantes y profesores inocentes, a periodistas. A hombres mujeres y niños pobre que fueron a una pollada acusándolas de subversivos, a dirigentes y toda persona que dijera algo de Fujimori o Montesinos.

Fujimori, al ver que luego de mucho tiempo de sufrimiento por el Schok la gente no se recuperaba como debía hacerlo y por el temor que el hambre los movilizara, empezó a regalar comida, ropa usada y medicina, para que la gente no se muera de hambre. Pero la vileza no se detuvo, al interior de esta estrategia para administrar la miseria, se produjo miserias mayores, como el robo de ayudas para los más necesitados, siendo denunciado por su esposa Susana Higushi, cayendo en desgracia con Fujimori, quien desde ese momento la secuestró, torturó y maltrató.
Mas adelante vio que no era conveniente tener a mas pobres, decidiendo que a las mujeres de los pueblos más pobres se les quitara el vientre así no tendrían más hijos. No era necesario que ellas lo supieran o aceptaran, bastaba con darles algunos alimentos. Muchas murieron porque no tuvieron cuidados cuando les sacaron el vientre, las que sobrevivieron fueron despreciadas por sus pueblos donde el valor de las mujeres solo es tener hijos. Ellas ya no valían, debieron dejar su familia y pueblo.

Mientras esto sucedía en el centro y el poder del reino de Fujimori, quienes en verdad vencieron a los subversivos, fueron los pueblos más lejanos donde los hombres del presidente no llegaban o sólo pasaban. En cada pueblo se crearon rondas campesinas, que vencieron y expulsaron a terroristas de sus tierras dando la vida por defender a los suyos. Los subversivos al ver que estaban descubiertos, se trasladaron a las ciudades, donde también fueron rechazadas por el pueblo, entre ellas una mujer que se llamó María Elena Moyano a quien mataron y destruyeron su cuerpo como ejemplo para quienes se resistan.

El pueblo siguió movilizándose por la paz durante los dos primeros años que Fujimori llegó al poder. Al mismo tiempo que la policía, aun no intervenida ni corrompida trabajaba de forma inteligente hasta capturar al líder de ambos grupos subversivos sin que se entere Fujimori ni Montesinos.
Cuando capturaron al líder terrorista Guzmán, en vez de felicitarlos y reconocerlos, los destituyeron y ocultaron su trabajo, para hacer creer a todos que ellos vencieron al terrorismo. Al punto que el pueblo que lucho y venció a los subversivos, borró de su memoria su propia hazaña. Olvidaron que fueron ellos quienes se defendieron en los campos, salieron a las calles en las ciudades y defendieron la vida y paz.

Fujimori se rodeo de una serie de personas que se las ingeniaban para mentir, robar, asesinar a quienes se les oponían o sólo preguntaban. El pueblo ya no pudo organizarse, porque se les acusó de ser parte de los grupos terroristas, sin embargo, fueron algunas mujeres, las madres y esposas de desaparecidos las que mantuvieron su lucha sin importar morir por ello, a ellas se sumaron más tarde, otras mujeres y jóvenes sin lograr siquiera hacer un rasguño al poder de Fujimori y Montesinos.

En todo ese periodo el pueblo primero se confundió, algunos reclamaron y fueron muertos o encarcelados, pero la mayoría se acomodó o acostumbró. Los ricos a aprovecharon la situación colocándose al servicio y beneficiándose del poder de Fujimori. Los pobres  a obedecer y someterse, al mismo tiempo que se desprendían de sus principios y valores. Durante cinco años creyeron en sus mentiras a pesar de saber que   eran mentiras, apoyaron sus iniciativas autoritarias.

El pueblo poco a poco dejó sus costumbres y valores de lado, cambió de ser trabajador a mendigo porque no había en que trabajar, esperaba y vivia  de los regalos del presidente, este grupo es donde surge el mito que justificaría las acciones de Fujimori: ¡No importa que robe, si hace obras!, ¡El chino nos salvó de los subversivos!, ¡Fujimori fue el mejor presidente del Perú!. Alimentando su sueño de emperador, en tanto que aquellos que se atrevieron a reclamar fueron acusados de senderistas, encarcelados, muertos, quemados y desaparecidos.

Luego de once años y su tercera elección dudosa, uno de sus muchos cómplices delató a Fujimori y su socio Montesinos mostrando a todos descarnadamente el modo como compraba conciencias y manejaba voluntades, cómo gobernaba a través de la corrupción, el crimen y la delincuencia.
Fue la amante despechada de Montesinos, Matilde Pinchi Pinchi, quien entregó un video donde aparecía la compra de conciencia de un congresista, de un dueño del canal y así todos los que tenia “poder”. Las imágenes fueron transmitidas por la televisión a todo el Perú logrando -aquello que no logró la lucha de las mujeres, hombres y jóvenes del pueblo que se resistieron-   desenmascarar y quitar autoridad a Fujimori.

El pueblo se levanto y pidió justicia. Fujimori negó saber de los robos y la corrupción, acusó como único responsable a su socio Vladimiro, reconoció públicamente que no se dio cuenta cuando y cuanto había abusado de su confianza. Al mismo tiempo que ordenaba al tesoro del pueblo, pagara a Montesinos quince millones de dólares por servicios prestados, por temor a que lo delatara. Mientras hacía creer al pueblo que lo capturaba  le pagaba y facilitaba su fuga por temor a que su cómplice lo delatara.

Vladimiro fugó, pero finalmente fue capturado, juzgado y sentenciado. Fujimori, fugo más tarde, bajo una nueva mentira, salió del Perú como representante del país a otro pueblo lejano, pero en verdad se dirigió al país de sus padres Japón, con cuarenta maletas, que muchos dicen estuvo lleno de dinero.

Desde el Japón, renunció al cargo del presidente a través de un fax mostrando la mayor cobardía. Allí lo protegieron porque recién en ese momento confesó que era japonés y no peruano. Abandonado en su puesto de primera dama, a su hija Keiko Sofía Fujimori Higushi, la misma que había reemplazado a su madre, cuando ella logró huir de las torturas de su padre, quien quedó seriamente afectada en su mente y cuerpo, luego se divorció.

Con mucho esfuerzo el Perú, logró capturara Fujimori. A diferencia de él, para juzgarlo y condenarlo por la prueba innegable de sus crímenes, a veinte siete años. Pese a ello no fue encerrado en una cárcel común, debido a los privilegios que le ofreció quien volvió a gobernar el país luego de quince años, Alan Gabriel García Pérez, aunque pareciera algo inconcebible, el mismo hombre que creó las condiciones para colocar al pueblo del Perú, en la encrucijada de elegir con temor, y decidir por Fujimori, volvovió sellando su simpatía entre ambos personajes.

En estas condiciones era de esperar que Fujimori, aun estando preso, conduciría desde la cárcel el trabajo para que su hijo fuera parte del Poder Legislativo cuyo èxito lo hizo el más votado. Mientras que su hija Keiko, aquella que no defendió a su madre cuando él la torturó, reemplazándola en su puesto de primera dama, fuera su representante para competir nuevamente a ser presidente, siendo su primer punto del plan de liberarlo de su condena.

Pero esta vez gran parte del pueblo estaba atento, cuando vio que otros no tenían memoria o no conocían de esta historia salieron a las calles a gritar ¡Fujimori Nunca Más!... ¡Fujimori Nunca Más!... ¡Fujimori Nunca Más!...logrando que la gente despertara y su hija no fuera elegida, gracias a que  el pueblo que recuperó la memoria y su dignidad.

Y es así como acaba el cuento de FUJIMORI NUNCA MÁS, quien de ser nadie, por el temor de un pueblo poco consciente y la ayuda de un encantador de serpiente, se hizo presidente.
Se unió a Montesinos para ser poderoso y llegar a emperador, manejando la vida de todo un pueblo por once años.
Cuando fue descubierto huyó como un cobarde, hasta que fue capturado de su madriguera, juzgado y condenado por delincuente, hoy aun está encarcelado por sus crímenes.

Fujimori no se rinde como todo ser del mal, sueña con volver a manejar los destinos de ese país llamado Perú, donde aun existe un grupo que perdió su memoria, borró su historia, renunció a su gloria y dignidad.

Sin embargo existen otros hombres y mujeres, guardianes de la memoria, que reconstruyen su historia, mientras alimentan día a día su dignidad.

Soy parte de esos guardianes, por eso hoy te conté el cuento de FUJIMORI NUNCA MAS. Ahora tú eres un nuevo guardián de la memoria, para asegurar que tus hijos y los hijos de tus hijos, atesoren y engrandezcan la dignidad de este Perú, que es tuyo, mío, de todas y todos que nacemos en él.