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sábado, 29 de noviembre de 2014

UNA TARDE FELINA

Hay un tiempo para cada quien,
hoy fue el mío dejando fluir a mi ser,
cavilando al rededor de días idos y por venir,
de seres que llegan a mi vida como las olas del mar,
a la par de un atardecer brillante e inesperado,
ahuyentando otros con polución de micro seres que luchan denodadamente para asentarse en mis sentidos.

Concebí una nueva estrategia, cero lucha, más comprensión,
anunciándoles que tenían libre el fin de semana y partieron raudos,
sea porque estaban tan agotados como yo en esta lucha estéril de desalojo e invasion,  
o por que se creyeron  realmente su erradicación con solidaridad de otro paciente para extinguir mi llanto alérgico por aquel ambiente. 



Para mi sacerdotisa será que hallé el punto de equilibrio en las dimensiones de mi ser acrecentando mi darma,
alejando a todo lo que mortifica sin aniquilarme
por esa necesidad mutua como infame  de sobrevivir conjuntamente, sin importar que yo sea organismo complejo y ellos unicelulares. 



Prefiero creer que fue la atención a mi laxitud ya cerrando la tarde con un banquete majestuoso de almuerzo-lonche y el deleite de combinar sabores de tres dulce limeños que reconectaron mi energía, sentidos, sensaciones y pensamiento, 
para apreciar en detalle lo bello que es la vida.



Atrayéndome una escena en medio del mágico crepúsculo, descubrí en mi perspectiva 
aquel encuentro, comunicación, intercambio y goce en la relación misteriosa y cuasi alegórica de seres felinos/humanos, conmovida pedí consentimiento para capturar ese momento de entrega terciopelada
entre felinos, mujer y hombre.




Mis sentidos apenas liberados se embebieron de escenas, cuasi celestiales de amor tangible, convivencia, intercambio y confianza,
discutible para algunos/as por transgresor de espacios,censurando aquello que muchos practican en privado pero que en público se censura porque sabe a amenaza.


Asido de la idea de que somos y tenemos diferente valor, donde unos son dueños y otros advenedizos,
los primeros con derecho de uso y ningunos los segundos, en un balance próximo a la creación de un nuevo teorema los menos en valor se constituyen en  peligro de los más valiosos.


Más allá de estas disquisiciones que persistirá,
hoy disfruté profundamente de esa realidad que se impone, la combinación de bellezas felinas libres y misteriosas, con gestos de amor a veces esquivo de humanos/as entre sí, con combinaciones cautivantes, reconfortantes y conmovedoras.




Como narraba a la familia mía, el gesto no distinguía edad, sexo, rol, condición,  posición, pertenencia o pertinencia al espacio.
Bastaba con volver la mirada para dulcificar el rostro, sentarse al disfrute compartido sea del adulto mayor o la niña, los celos se esfumaban entre las parejas dejando espacio a otro ser.


Los seres que esta tarde me abrieron y mostraron sus sentimientos en un templo de convivencia de dos especies libres, impregnando a mi alma de paz, felicidad y alegría que animó este escrito cuasi alegórico para animarlos/as a visitar el parque felino/humano
quise decir el parque Kennedy de Miraflores.

jueves, 2 de enero de 2014

ORACION DE AÑO NUEVO

Dios, te pido perdón por los sentimientos negativos que he dejado entrar en mi vida hasta este momento, independiente de qué,  quién o quienes lo han inspirado, ha sido mi decisión que ingrese a mi cuerpo, mi pensamiento, mi espíritu y alma.
Hoy me desapego de ellos, los dejo ir, como quien se desprende de la piel ajada, de la comodidad y seguridad que inmoviliza,  la compañía dependiente y tóxica  que no te deja vivir ni dejas vivir.
Ante ti señor en  conexión con el universo y compañía de los seres de luz quiero expresar mi acto de perdón.
Yo… [nombre completo]
Me perdono, por los sentimientos  de dolor que he acogido con beneplácito en sus diferentes gamas, formas, intensidades olvidando que soy energía, vida, fuente de luz, amor y alegría.
Me perdono, por haber cobijado el rencor bajo el disfraz de víctima o  abuso, cuando pude dejar que todo lo malo pase por mi lado sin tocarme porque estoy bendita y soy un ser de luz por encima de las miserias de este mundo.
Me perdono, por la infelicidad que he construido cual torre de prisión cuya llave tiré lejos, para auto compadecerme, dejando de apreciar la luz como la oscuridad, el calor del sol, la magia de la luna, el sabor de los alimentos,  la sonrisa de un ser, la suavidad de la brisa, el dormir, despertar y santificarte cada día.
Me perdono, por sentir  impotencia y frustración  queriendo funcionar  en otro ritmo, velocidad y tiempo, rechazando aquello que la vida me proporciona y dejando de apreciar todo lo que tengo, me provee y me aguarda.
Me perdono, por quejarme casi inconscientemente, por el tiempo, el trabajo,  el jefe, quienes me escuchan, quienes no me escuchan, olvidando que son bendiciones que me llega como garua o lluvia.
Me perdono, por no aceptar la calma y los rigores que llega con los años vividos, sin recordar que cada día es una bendición en tanto hay quienes llegan y se van sin haber vivido tres años.
Me perdono,  por no cuidar y amar este cuerpo, sus particularidades que me hacen única(o) y permite expresar lo que siento, relacionarme con otros(as), desplazarme, sin desplegar sus maravillas como: sentimientos, gestos, huellas de la alegría, testimonios de la felicidad,  intentando petrificar una lozanía rígida que corresponde a los no vivos.
Me perdono,  por  presionar a  que otras/os funcionen a mi ritmo, exigiendo que sean igual que yo, que piensen como yo  y sientan como yo,  olvidando que por nuestra diferencia podemos establecer el puente del amor para aproximarnos y confiar mutuamente.
Me perdono, por todo este tiempo donde a tu nombre, sin proponérmelo me  transformo en tu negación, exigiendo, imponiendo, presionando a creer en ti, olvidando que eres tu el pastor y espíritu que cuida e inspira a cada ser para hallar su camino y albedrío.
Me perdono, por sólo llegar a ti  en momentos de congoja, con plegarias y pedidos de perdón, comprometiéndome a traerte buenas nuevas de cuanto he avanzado en seguir tus pasos, santificar tus designios, maravillarme de tus misterios y alabarte, Amén…
Dejo ir con el 2013, todo sentimiento que niegue mi condición de amor y fe.
En manos de Dios el cobro y/o pago de mis facturas a favor y en contra.
Preparo mi corazón para dejar entrar la paciencia, la esperanza, el amor y mi disposición espiritual.
Estoy disponible cuando Dios me llame  o sólo me pida cuentas...
Que el 2014 me  proporcione la paz, paciencia, alegría y el amor que me merezco.

martes, 8 de enero de 2013

COMPARTIENDO AL CANCER: IN MEMORIAM DE VALOIS Y JACINTO

Cierre e inicio simbólico del tiempo, texto para los balances, pronósticos y parabienes. Ensayé más de uno durante los últimos días del 2012 en formatos varios, primera, segunda y tercera persona, sin lograr conciliar mis diversas miradas que cerraran el texto para compartirlo como suelo hacerlo. Finalmente suspendí esta tarea como aquella del 14 de febrero, optando por responder cada saludo personal de navidad y año nuevo, postergando la reflexión de la amistad, quizás lo concluya y deje fluir en febrero.
Esta primera semana de enero la vivo intensa y concentrada de dolor, que me recoloca en el escenario de las partidas, como el experimentado en Diciembre (2009) del cual queda por registro un artículo en este blog y el  sentimiento que lo inspiró,  hoy que con mayor serenidad. Está más de una fecha cercana, sin embargo fue Mayo del 2007 Junto a Carlos Salazar Peña y Mayo del 2010 durante la partida de Pedro Herrera Herrera, que me sumí   en un silencioso  viaje interno, y mucho más atrás, un tiempo como este -10 de enero de 1996-, donde el cuerpo de papá dejó de ser mediado por la morfina y liberó finalmente a su alma.


En estos días he vuelto a sentir dolor, primero por Valois Vilcapoma -6 de enero 2013- y, esta noche 8 de enero a las 9:00 p.m., con la partida de mi único tío materno Jacinto Herrera Trujillo, el segundo entre cinco sobrevivientes y cuarto en la jerarquía de hermanas/os. Parte para reencontrarse con su esposa tras un tiempo que siempre sintió muy largo –diez y ocho años a punto de cumplirse-, pero que jamás fue suficiente para amainar su amor por ella  o  resignarse a su ausencia, todo lo contrario, esperaba el fin de sus días para estar nuevamente juntos .

Para Valois escribí como reacción primera y colectiva, tratando de digerir el dolor de saber que ya no volvería a verla encarnada:
“Valois querida allí donde te encuentres, se queda conmigo tu sonrisa, gentileza, cariño, ánimo y entusiasmo de siempre, ante mis horarios extensos de lectura o cuando buceaba por los libros aun no disponibles.
Fue tu sabiduría aquella que me hizo comprender la dinámica inadvertida detrás de los anaqueles o a la siniestra del ambiente de la biblioteca de sociales.
Añoro nuestras coincidencias en cierre de largas jornadas invernales donde nuestros pasos acompasados y brazos unidos evitaban que el viento de la avenida central nos elevara.
Confió en que cuando vuelva a caminar en esas condiciones, si bien no me tomarás del brazo, te sentiré en la brisa de la tarde, la fuerza del viento de invierno o quizás en la bruma que suele envolvernos a quienes acostumbramos abandonar el campus cuasi a media noche.
Valois querida jamás pensé que te irías sin volver a verte luego de este largo periodo de detenimiento y pasos lentos que restringió mi desplazamiento al ala norte de la PUCP, tampoco que te irías en tiempos de descanso institucional con discreción como fue siempre tu ser, por eso comparto con las amigas y amigos de tu partida pueda ser que coincidamos en tu despedida “.
Puedo añadir después de haber asimilado el golpe y estado con ella en el tiempo de las despedida, que se fue como vivió amada, celebrada y reconocida por quién era. Rodeada por quienes compartió su vida, a l@s que hoy sin duda nos duele su partida, pero al mismo tiempo se instala en nuestro corazón lo mejor de su recuerdo. Aun estoy conmovida por la afirmación de uno de los hijos que la vida le dio a nombre de de tod@s: “Como todos ustedes saben mi tía fue soltera, pero aquí estamos todos sus sobrinos,  sus hijos, para hacer su voluntad y despedirla…”.
De Jacinto Herrera Trujillo, son escasos los recuerdos de niña y cortos los de adulta. Lo que sé de él es a través de la narrativa de Tía Juana, Margarita y mi madre. Ahora que lo pienso debió ser difícil forjarse una personalidad masculina y mantener armonía parental en medio de matriarcas a toda prueba. Ello explica en parte que la adultez se concentrara en su familia nuclear, para aproximarse a la relación fraternal en la madurez y post viudez. En la narrativa de las hermanas se asoma la imagen del hijo único, engreído por la madre y hermanas, algo contenido por el padre, destino de amor y cuidado parental, retornando a cambio de él una sutil distancia e indiferencia.
En cambio será recordado por ser un hombre profundamente enamorado de su mujer hasta el último de los días de ella (11 enero 1995) y más allá de su presencia corpórea, dispuesto a satisfacer todas sus exigencias con una sonrisa en los labios, al punto que fue su deseo colocaran en su féretro, los vestidos más bellos que aun quedaban de la difunta para que llegara a “la otra vida” con ellos para cambiar aquellos con los que partió.  No sé cómo fue en el papel de padre, sólo sé que a diferencia de muchos andinos de su tiempo no usó la violencia como recurso de formación para sus hijas e hijos, todos se emanciparon jóvenes, sea migrando a la capital de provincia o del país. Pero sé de su ternura con los infantes, viene a mi memoria su canto y baile para entretener con dedicación a mi hermana Lucy de apenas dos años, durante una estadía en casa, será por ello que en los pocos encuentros que tuve con él a lo largo de nuestra vida solía preguntarme sólo por ella "Cómo está niña Lucy", luego por mi madre y padre.
Pueda que los hombres andinos de su época –quien sabe si también los actuales y no andinos- recubrieran sus afectos, vínculos parentales y comunicación, con lenguajes, actitudes y posturas más simbólicas e implícitas que explícitas para dejarlos fluir sólo ante seres preferenciales, no amenazantes o  altamente sensible, como suele ser pareja amada  y l@s niñ@s. Mi tío solía ser discreto con sus gestos y mensajes, a diferencia de las mujeres que todo lo expresan, difunden, confunden, perdonan, olvidan y aman sin esperar retorno.
Valois y Jacinto se fueron de esta vida con pocos días de diferencia, dos seres que nunca se conocieron   se conectaron  en la muerte, enlazados a mi dolor por su partida, haciéndose parte de mi historia sin aun adivinarse. Pero, también compartieron durante sus últimos días la misma fiereza y letalidad que día a día aqueja a más mujeres y hombres en el país y el mundo, me refiero al cáncer. El cáncer, que hasta hoy poco o casi nada se sabe sobre su origen y curación pero sí se tiene mucho registro de sus diversidades, procesos y no discriminación.
Hoy sé, por todo lo que investigué y compartí luego de que partiera mi padre, que el cáncer es una enfermedad a la que tod@s estamos expuestos, somos potenciales candidatos sino portadores, por una y mil razones, pese a su dureza y exigencia puede ser cruel/generoso según como se asuma su presencia en nuestras vidas y en las vidas de aquell@s con quienes está entretejida nuestra vida.
Nuestra actitud ante su presencia, bien  puede  derivar en  la impotencia e incremento de su agresividad, independiente de si la   lucha es fiera para contenerla o rendición total. Está la posibilidad de, asumir el peso de su presencia, tomamos el tiempo que queda para ordenar, disponer y resolver, cerrar pendientes, recanalizar energías obstruidas, disponernos, abrirnos al amor, perdón y esperanza en el terreno que va más allá de la muerte para llegar al fin de nuestra vida en paz y plenitud.
Con papá viví esta experiencia –en dos días serán 17 años de ello- al igual que sus lecciones de valores en mi infancia, hablando de la vida y la muerte metafóricamente volviendo a los cuentos de niña, donde se producía el sincretismo de la religiosidad andino/occidental. Si existiría Shanshamarca (Infierno), allí donde el alma ha de purgar sus culpas hasta gastar sus ojotas de acero. O si habrá que atravesar yawarmayu (rio de sangre) nadando sin saber hacerlo, quién sabe si se logre atravezar descalzo el cashanani (camino de espinas), gracias  al auxilio del fiel perro, quien despejaría las espinas con  la cola, si se ha sido bondadoso en vida con un este animal. O si sería cierto que el purgatorio consistiría en construir todos los días un templo que se derrumbaría a penas culminada la primera misa luego de su construcción.
A veces con posturas más occidentales hablábamos si todos los justos en verdad estarían al lado Dios, y medio en broma él decía: “A mí como santo varón me tocará el lado de San Pedro”, pero nunca tocamos abiertamente, que en verdad se estaba muriendo, al punto que cada capsula de morfina era ingerida por él, pidiendo a Dios que pusiera su mano en ella para curarse.

Si de algo me arrepentí en su momento fue haberme dejado vencer por esa irracional idea que nos hace creer que un enfermo adquiere también incapacidad mental y emocional con la postración, al punto que nos da
derecho a expropiarle su derecho a vivir el tiempo de descuento a su modo y antojo. Este tiempo fue para mi padre ocho meses clavados, tal como pronosticó Ciro Maguiña, mi compañero y amigo, mi médico, mi ángel en ese entonces hoy sin duda de muchos otras personas, quien hizo menos penoso ese trance, por eso y muchas otros gestos estaré en eterna gratitud con él.
Once años después de mi padre, llegó la experiencia con Carlos, produciéndose mi maestría acelerada de relación con un enfermo terminal. Con él sólo tuvimos un mes, así que pese al resquemor del resto hablamos detallada y detenidamente sobre su estado, significado y proceso. Vivimos día y noche, haciendo de ese mes toda una vida, al punto que mi insomnio instalado permitió aliviar las noches a quien le dedicó cada minuto del día, su hermana/madre. Mientras nos reencontrábamos, reconciliábamos, hurgamos en el fondo de cada uno, aceptando aquello que persistía, cambiando aquello que permitía el espíritu e intacto aquello que fue declarado inamovible. Pueda que fueran sus cuarenta años, su modo de haber vivido, nuestra conexión/desconexión lo cierto es que aprendí la lección de mirarle a la enfermedad y la muerte a los ojos, sin que ello signifique que me haya despojado del dolor.
El dolor por humano es un sentimiento que nos recuerda de qué estamos hechos al igual que nuestra finitud. Cercana a él suele asomarse la tristeza, que antes que un sentimiento, es una actitud que suele colarse o asentarse en nuestro ser, dependiendo de cuando sea nuestra necesidad de ella. Algun@s pensamos que estamos preparad@s puesto que somos fuertes, vibrantes como un cascabel que todo lo espanta o imbuidos en aceite donde todo nos resbala. Pero la verdad, no siempre sucede así, yo descubrí que se coló bien al fondo, en algún momento de descuido y se instaló por más de una década,  hasta cuando Rosa Rivero la develó y me apoyo a desprenderme de ella.
Dejé partir a la tristeza cuando asumí que no estaba vacunada contra el dolor y asumí su valor e importancia, la necesidad de expresarlo. Ahora estoy convencida que esta es una buena vía para descubrir la reserva de resistencia que poseemos y de cuanto espacio nos queda para el crecimiento de la voluntad, la fuerza y el alma. Al mismo tiempo que aprendemos día a día a hallar las conexiones para procesarlo y dejar que fluya sin morir en el intento.
Escribir es para mí una de las conexiones, otra encender una vela y orar, por quienes con su partida me recuerdan mi propia finitud, temporalidad, donde cada minuto cuenta para seguir esforzándome en ser mejor persona, sé que esto es más fácil pensarlo, decirlo y escribirlo que hacerlo, pero sé también, que no estoy sola en ese propósito, que los seres de luz de esta y otra dimensiones me acompañan en ese esfuerzo, a cada momento de mi tiempo, adquiriendo las voces y rostros precisos.


lunes, 8 de febrero de 2010

RETORNO A MIS FUENTES

Cada vez que me asomo a un testimonio,
de quien ha sobrevivido a sus propios demonios,
recuperando su espíritu olvidado,
siento que la paz deja de ser utopía.

Cada vez que me encuentro,
con una voz que se alza para rechazar
su parte en la historia de negación humana,
creo posible la convivencia entre diversidades.

Cada vez que crece mi esperanza,
vuelvo a refugiarme en deseos y pensamientos,
que aun flotan en el universo,
retornando a mis fuentes que animan.

Catalina

LOS NUEVE MONSTRUOS

I, DESGRACIADAMENTE,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer…
(César Vallejo)

CERCA DE LOS CUCHILLOS


Es ésta el alma suave que esperaba
ésta es el alma que hoy, sin movimiento,
como si estuviera hecha de luna
sin aire, quieta en su bondad terrible.

Cuando caiga una piedra
como un puño
del cielo de la noche
en esta copa la recibiré:
en la luz rebosante
recibir‚ la oscuridad viajera,
la incertidumbre celeste.

No robaré sino este movimiento
de la hierba del cielo,
de la noche fértil:
sólo un golpe de fuego,
una caída.

Líbrame, tierra oscura, de mis llaves:
si pude abrir y refrenar
y volver a cerrar el cielo duro,
doy testimonio de que no fui nada,
de que no fui nadie,
de que no fui.

Solo esperé‚ la estrella,
el dardo de la luna,
el rayo de piedra celeste,
esperé inmóvil en la sociedad
de la hierba que crece en primavera,
de la miel perezosa y peregrina:
esperé la esperanza,
y aquí estoy
convicto
de haber pactado con la tempestad,
de haber aceptado la ira,
de haber abierto el alma,
de haber oído entrar al asesino,
mientras yo conversaba con la noche.

Ahí viene otro, dijo ladrando el perro.
Y yo con mis ojos de frío,
con el luto plateado
que me dio el firmamento,
no vi el puñal ni el perro,
no escuché los ladridos.

Y aquí estoy cuando nacen las semillas
y se abren como labios:
todo es fresco y profundo.

Estoy muerto,
estoy asesinado:
estoy naciendo
con la primavera.

Aquí tengo una hoja,
una oreja, un susurro,
un pensamiento:
voy a vivir otra vez,
me duelen las raíces,
el pelo,
me sonríe la boca:
me levanto
porque ha salido el sol.

Porque ha salido el sol.
(Pablo Neruda)


Remordimiento por cualquier Muerte

Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.

Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.

Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó sus esperanzas.

Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noches y de los días.
(Jorge Luis Borges)

Agonía fuera del muro

Miro las herramientas,
el mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren, cohabitan.

El cuerpo de los hombres, prensado por los días,
su noche de ronquido y de zarpazo
y las encrucijadas en que se reconocen.

Hay ceguera y el hambre los alumbra
y la necesidad, más dura que metales.

Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
que todavía la especie no produce?)
los hombres roban, mienten,
como animal de presa olfatean,
devoran y disputan a otro la carroña.

Y cuando bailan, cuando se deslizan
o cuando burlan una ley o cuando
se envilecen, sonríen,
entornan levemente los párpados, contemplan
el vacío que se abre en sus entrañas
y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien compartir es imposible.

No te acerques a mí, hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.

Yo muero de mirarte y no entender.
(Rosario Castellano)