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martes, 16 de abril de 2019

ENTRE EL CELIBATO Y PEDERASTIA


Tras mi peregrinar por credos y religiones a lo largo de mi segunda vida -considerando que cada una de ellas tiene ciclos de siete años-,  me detuve en ese entonces en aquella que  mis padres me heredaban, donde fui bautizada y encomendada a la santa de mi madrina, en la semana que siguió a mi nacimiento, porque no pasaría de ella.  Por cuanto soy Católica por opción, convicción e iniciativa de mis catorce años, donde hice simultáneamente mi primera comunión y confirmación, eligiendo la iglesia, el proceso de preparación y la madrina, sin ocupación ni presión de mis padres o inversión de conversión de la iglesia como institución.

A diferencia de muchas personas que buscan su espiritualidad cercano a la muerte y por temor a ella o sólo por el peso de sus “pecados” y las  ganas de depositarlo en algún lugar o responsabilizar a un  ser supremo de su destino,  yo lo inicié aproximadamente alrededor de mis seis años, tomada de la mano de mi tía abuela Rosa Herrera.

En aquel entonces,  mi posición de exclusividad como ombligo del mundo fue trastocado, había nacido mi hermana Lucy,  por tanto dejé de ser el centro en la vida de mis padres, así que mi abuela Rosa era mi refugio, especialmente los fines de semana. Por su lado,  ella había iniciado el proceso usual, tras la búsqueda de su espiritualidad, así que por esos abismos y puentes de encuentro intergeneracional, recorrimos juntas las iglesias protestantes, nos asomamos a las sectas y hasta los círculos de oración.

Mi abuela se detuvo en la biblia, cuando bordeando los setenta años aprendió a leer. Pienso que se habría agitado y conflictuado menos, si hubiera decido aprender a leer antes de su incursión por todos los credos, hasta que finalmente se libró de todas las religiones, siguió a su propio corazón y divinidad. Mientras esto sucedía con mi compañera de viaje espiritual, yo seguí en mi búsqueda, inclusive después de declararme católica. Hoy estoy cercana a mi abuela, gracias a ella, requerí menos de la mitad de su tiempo para comprenderlo.

Cuando alguien me dicen lee la palabra de Dios, suelo mirarla con conmiseración pienso y me digo en silencio: “Si supieras que he leído desde mis seis años, todas las traducciones, incluyendo las apócrifas”. Sucede que durante el peregrinar de mi abuela, me pedían leer por ser la única de mi edad que lo hacía con propiedad y también porque muchos de los(as) participantes no sabían leer tal y como mi abuela. En tanto que yo aprendí a los cinco, al igual que mi niña Puñuy, luego  leería con avidez la biblia, y más adelante, participaría de muchos curso de teología.

Un tema que he discutido largo, con más de un amigo sacerdote y monja, especialmente entre mi adolescencia y juventud, fue el cuestionamiento a sus votos de castidad y/o sometimiento al celibato,  sobre esa renuncia “voluntaria” a ejercer su sexualidad. Lo hice gracias a mi privilegiada cercanía y posición irreverente,  mi observación de hechos,  vidas y haceres compartidos. 

Solía preguntaba porqué y cómo canalizaban su  natural  y humano líbido. Hoy debo reconocer que sólo debía pensaren aquello que sucede en la convivencia militar allí donde los hombres se juntan poniendo siempre a prueba su virilidad y estereotipo, abusando del más débil, aquel que no cubría los atributos del macho fuerte.
La pederastía(1) como práctica sistemática al interior de la Iglesia Católica (IC)  nos mueve y remueve, por su implicancias y significado, su desborde es cual huayco que arrasa con todo,  sea por el lado personal de los(as) involucrados(as), como por el colectivo, social e institucional. Mostrándonos cómo se entronca la subordinación de la sexualidad al poder de la religión, en manos de una secta, alta y efectivamente organizada para la satisfacción de sus fines.

Ese binomio poder  y sexualidad, puede crear y recrear monstruos aberrantes, en las instituciones religiosas encerrarlos bajo siete llaves, encubrir y tolerar monstruosidades de la puerta para adentro, en tanto que desde un púlpito o la puerta para afuera, se condena el ejercicio sexual libre y diversa como seres humanos que existen en la tierra.

Casi adolescente me di cuenta de la humanidad de mujeres y hombres tras los hábitos. Sólo tenía 10 años cuando un monje franciscano fue a realizar su labor de profeta a mi colegio, era muy  joven posiblemente alrededor de los 25 años; pronto fue rodeado y acosado por las chicas de quinto,  el pobre no sabía cómo sortear esos momentos mostrando en el rostro el cambio de colores igual que un camaleón.  En casa me habían enseñado que los curas eran santos varones a los que se debía respeto y obediencia que constataba en la realidad que no era así, para mí  un monje era igual que un cura u obispo, porque todavía no diferenciaba un hábito de otro ni jerarquía alguna. 

Observar el comportamiento de aquel fraile y mis compañeras mayores, unido a mi mirada deambulante por otros credos me hizo suspicaz y menos crédula, aterrizando pronto en el convencimiento que no eran santos ni diferentes a todos(as), salvo sus trajes incómodos hasta los pies. No terminaba de comprender, porqué  si tanto criticaban que las niñas usáramos pantalones (en aquel entonces), los curas usaran sotanas cual vestido largos de mujeres  y los tomaban por santos. Tiempo después, lo poco que quedaba de la aureola mística de los curas, se me diluyó cuando leí la anticlerical novela Flor del Fango del José María Vargas Vila (1895)[2], que hallé en la basura sin pasta y faltando algunas hojas iniciales.

Más adelante cuando me hice  parte de la gran comunidad cristiana de San Cristóbal que en ese entonces  involucraba todo San Juan de Lurigancho y parte del Rímac,  donde Gustavo Gutiérrez y compañía desarrollarían la Teología de la Liberación,  observé como los curas  entre broma y broma se toqueteaban con algunas laicas y monjas, pareciéndome cada vez más humanos y menos alados. 

A ello se sumó que en cuarto y quinto de secundaria, nos enseñó el curso de religión una monja, que era mejor artista cantando y bailando el flamenco que profesora de religión. Cuando tenía oportunidad le preguntaba por qué  seguía de monja, ella respondía: “Porque amo a Dios y estoy casada con él”, yo insistía: “¿Lo has visto o sentido alguna vez?”, ella decía: “Todos los minutos de mi vida”, sonreía y se alejaba, en tanto yo me seguía preguntando cómo sería eso de amarse sin tocarse. Aun hoy me sigo preguntando, respecto a los casos de amores virtuales.

En la parroquia discutía con los seminaristas, diáconos y curas, cómo se sentían con su voto de castidad, por qué los hermanos nunca llegarían a ser sacerdotes, las monjas no podían hacer misa, porqué se tenían que ir de un lugar a otro y no tenían idea de dónde envejecería. Algunos me eludían con evasivas, otros me sonreían  y muchos se refugiaban bajo el concepto de vocación y también había quienes sólo me miraban con sospecha.

Cuando conocía Rosa Dominga en su trabajo con las prostitutas, declarada feminista y me asomó a los primeros escritos colocando el dedo sobre la llaga; junto a la masiva fuga de los seminaristas  jesuitas, curas que hacían misa y algunas monjas  entre 1978 a 1985, para sumarse a los partidos de izquierda, la educación popular, fundar o cofundar  las primeras ONG, estuve convencida que la enajenación de la vida sexual, familiar  de monjas y sacerdotes era insostenible.

Hasta inicios  de los noventa, insistí en aplicar el análisis social a las instituciones entre ellas la iglesia católica, y por ende, la necesidad del cambio en sus políticas, estaba convencida de la impostergable su democratización. Mi convencimiento creció, cuando fue esclareciéndose el papel de la Iglesia Católica en la vida política y el poder con la actitud, opinión y práctica del ex Cardenal Cipriani[3], se me antojaba cada día más castrense, más hipócrita e incoherente en su cúpula, mientras los de abajo tenían vidas uniformes, de privaciones y parecían mitad monje, mitad soldado,  despojados principalmente de su libertad de elegir, hacer, estar, con  quien y como vivir.

La castración simbólica de hombres y mujeres al  servicio de la Iglesia Católica aparecía desde mi infancia como  insostenible, porque era negar una condición humana a veces profundamente compleja  e impredecible, como sucedió con una pareja que ha quedado en nuestra historia, nos guste o disguste. 

Me refiero al caso del ex sacerdote Carlos Álvarez Calderón Ayulo quién renunció a sus votos  y se casó con la ex monja que se convirtió en Nelly Marión Evans Risco de Álvarez Calderón. El murió abrazando la educación popular que fue a lo largo de su vida su vocación y refugio[4]. Ella  lo abandonó junto a sus hijos para ser parte de Sendero Luminoso, transformándose en un hilo de la madeja que  hizo caer a Abimaél Guzmán[5], fue encarcelada y sobrevivió a la matanza del penal Castro Castro bajo el régimen de Fujimori y vivió para contarlo[6], pago su deuda social con 15 años de encierro y hoy está libertad[7].

Me asomé a las implicancias de las condiciones de vida de las monjas y sacerdotes,  fuera de la iglesia es decir la comunidad donde actuaban, cuando comprendí aquel viejo dicho: "Y por qué  que no a mí, ¡Acaso soy hijo del cura!", descubriendo el contenido simbólico del mismo. Pese a la presión del celibato, los curas de ayer como hoy tienen familia e hijos(as) gracias al amparo  de la distancia entre las zonas alejadas de un país y su capital, menos por rebeldía que flexibilidad institucional.

Allí donde no llega el Estado se diluye tanto el derecho como la norma y sólo se impone la costumbre, los códigos, pactos y poderes locales. Allí tampoco llega las manos de las autoridades eclesiales ni los "pecados sancionados por Dios", la presión institucional y/o sanción, pueda que por ello que sólo se expresa complicidad, tal como se grafica dos siglos atrás en la novela  Aves sin Nido de Clorinda Matto de Turner (1889)[8]  ambientada en el Cusco o en la Distancia que nos Separa de Renato Cisneros (2015)[9]  cuya historia se inicia en un pueblito de Huánuco y discurre hasta nuestras vidas contemporáneas.  

Fue alucinante en mis primeros viajes hacia el interior del país conocer  por ejemplo, las leyendas del convento de Santa Catalina en Arequipa (1975)   y luego de Santa Rosa de Ocopa en Concepción (1983)  donde todo  lo asociado con fetos enterrado parecía sólo superstición y maldad pura de ateos.  La cúspide fue cuando haciendo turismo con mi hija (1993)  conocí a Santa Fortunata, (momia a la que le crecía el cabello y las uñas) en el convento de Moquegua,  supe de la historia de la niña milagrosa,  que al poco tiempo aparecería como  contenido en la obra "Del Amor y Otros Demonios" de Gabriel García Márquez (1994)[10].

Allí me convencí entre la realidad y ficción que el sufrimiento humano de los seres alrededor y dentro de los claustros de la iglesia católica desbordaba mi argumento de democracia y derechos personales para situarse en el centro de los derechos humanos. Será por eso que la obra de Gabo me dolió hasta las lágrimas, en tiempo que estas no existían en mi vida, siendo desde ese entonces el regalo predilecto para mis sobrinas(os), junto con el Profeta de Khalil Gibran (1896) [11], Carta al Padre de Franz Kafka (1919)[12], las poesías de Ernesto Cardenal (1966)[13], 20 poemas de amor y una canción de Pablo Neruda [14]

Los casos de pederastia y abuso sexual, de niños(as), al cuidado de sacerdotes y también monjas, que  desde inicios de este nuevo siglo sacude a la Iglesia Católica, en lo personal afirma mis percepciones de adolescente, cuando observaba incoherencia entre discurso y práctica, como aquello que se decía en voz baja, que no quita la coexistencia de seres excepcionales con tanta devoción, gratuidad, entrega y servicio que conmueven en su ser y hacer. Aceptar esto último es también tolerancia y reconocer la diversidad en la sexualidad y la práctica de vida de seres humanos.

De allí atribuir  que el problema de los abusos y violaciones sexuales al interior de la iglesia católica  sea producto de algunos pocos "desviados(as)" es ocultar el sol con un dedo, negar la responsabilidad política de los jerarcas en una institución jerárquica y vertical, es no asumir con responsabilidad la atención y solución del problema.

Sigo creyendo como en mis 18 años, que la  decisión de castración simbólica  tanto de mujeres como hombres que son parte de la iglesia católica,  por obra y gracia de la  jerarquía eclesial, no anula su humanidad, sus tensiones, pulsiones y lívido, sólo se contienen hasta desembalsar en aquello que justamente condenan, abuso, felonía, en sus términos pecado.

Hoy estoy  más convencida que ayer, que tanto la estructura y dinámica de una iglesia jerarquía, dogmática de poder absoluto y cuasi divina que se instauró en la Iglesia Católica y que perdura hasta nuestros días, es aquello que se transformó en caldo de cultivo para el refugio de  pederastas, violadores, abusadores. Jamás sabremos la dimensión histórica, porque se remota a muchos siglos. 

Denunciar, buscar justicia y reparación, no sólo es la recuperación en parte de las víctimas, es ante todo despojar de divinidad los desaciertos humanos, así como la posibilidad de cambiar el sistema patriarcal y despótico instalada en las instituciones centrales de nuestras sociedades como suelen ser las iglesias, sus autoridades y el uso de sus religiones.



[6] Ver lo asociado con su relación de pareja, maternidad y familia ver pp. 8-11https://es.scribd.com/doc/163551000/Testimonio-de-Nelly-Evans-a-la-CVR

jueves, 14 de junio de 2018

DE TEMPORERAS A CIUDADANAS

1940: Plaza de Acho, Puente Amazonas y lecho del río Rímac
La migración masculina de los cuarenta, fue seguida por una primera generación de mujeres migrantes asidas de su rol de madres cuando sus   familias de padres ausentes cíclicamente, fueron sincerados como familia uniparental con mujeres e hijos(as) abandonados. 

Mujeres madres que migraron ante la incapacidad de alimentar a sus hijos o tras las huellas del padre extraviado, intentando recuperar sus derechos. Para encontrarse de cara con la orfandad y soledad de pies a cabeza. Algunas se hicieron temporeras, otras obreras y la mayoría se puso al servicio de la naciente familia urbana bajo la condición de amas de leche, nanas, cocineras, lavanderas, muchacha o sirvientas de todo servicio.

Y cuando fundaron sus propias  familias, con dificultad para cuidar de su prole, animaron a las jóvenes de su pueblo a imitarlas bajo el velo del protectorado parental, sea como tía(o), hermana(o); vecina revestida de madrinas y/o apoderadas, dinamizando sin percatarse el más antiguo sistema de trata de personas bajo el manto de la promesa de un mejor futuro, heredado socialmente hasta nuestros días,al punto que muy pocas familias de regiones y provincias del país reconocen la trata como delito.

Las mujeres migrantes hicieron del trabajo doméstico su principal destino laboral a cambio de vestido, alimento y cobijo; frecuentemente sin salario, restandose oportunidad para crecer y emanciparse, a cambio se incrementaron los riesgos y abusos del cuerpo y la sexualidad especialmente en el caso de mujeres adolescentes y jóvenes. 

Transformando en tabú un rol encubierto en cuatro paredes,  que sumo a la bastardía colonizadora, aquella que nacía recubierto de servicio doméstico convirtiéndolas silenciosamente en iniciadoras sexuales de hijos varones y/o la satisfacción del maridos, que gozaban del servicio completo dentro y no fuera del hogar. Práctica que atravesó todas las clases, porque el abuso sexual nos iguala hacia abajo. Ensanchando las bases del machismo, sumando a los hijos(as) del matrimonio el de la trabajadora del hogar, bajo la figura del ahijado(a). Como si eso no fuera suficiente, el "padre de familia" sumo familias paralelas que emergieron tras su deceso demandando derechos de linaje  y herencia. Para hallar sus huellas basta hurgar sólo un poco en nuestro pasado parental, un ejemplo de su constructo, se grafica en Cisneros (2015)[1]

Parte de las dos primeras generaciones de mujeres migrantes al “servicio de”, con el tiempo se emanciparon del "protectorado" del servicio doméstico sin salario y algunas con relativo éxito tuvieron ahorros, transitando  hacia al sector terciario  de servicios como expendedoras en los nacientes comercios, con explotación y menos ingresos que los hombres; algunas  se calificaron en costura y modistería, incursionaron en la industria principalmente textil.  En el mejor de los casos accedieron al empleo público como docentes, enfermeras, secretarias,  conserjes y guardianas. Cuya necesidad de soporte doméstico, a su nueva familia, alimentó y acrecentó la reproducción de la trata de personas en las siguientes generaciones.

La migración de la tercera generación, coincidió con los años sesenta, donde se abrieron otras oportunidades en el contexto como el acceso a la educación nocturna, llave para la organización y el tránsito de servicio doméstico a trabajadoras del hogar que reivindicaron su condición de tal, despojándose del adjetivo y la connotación de "sirvienta, ama de leche, ama, nana, doméstica, natacha, muchacha ". 

Aun así su referente social continuó siendo parental y de paisanasgo el día libre de fin de semana, creo un habitad ficticio fundando el "hospedaje", "alojamiento" o un cuarto alquilado en la vivienda de un pariente para pernoctar un día a la semana y acumular sueños, prescindiendo de la casa propia y con ella todo lo básico para desprenderse de una labor de 24 horas y fundar la familia propia.
La cuarta generación coincidió con la independización de generaciones previas y el gobierno militar que reconoció a las invasiones. Al dejar la labor del trabajo doméstico y arriesgarse por una actividad económica diferente, enfrentaron igual o mayor desventaja que los inicios de su migración, al  volver a empezar con más años encima, una familia o solo parte de ella con un hijo(a) a cuestas que dificulta el hospedarse,  en un familiar o paisano(a).

Tornándose en vecina de los barrios populares. Algunas retornaron al trabajo doméstico  ya no como trabajadora del hogar por 24 horas, sino como prestadora de servicios: lavado de ropa, cocina, limpieza.   Y aquellas cuya labor era preciada, retornaron a las familias donde antes laboraron, con menos capacidad para negociar un salario y una mano de obra invisible de su hijo(a). 

Cuando escribo este párrafo recuerdo los rostros e historias de las admirables mujeres trabajadoras del hogar de SINTRAHOGAR, con quienes he recorrido historias y procesos de reflexión, descubriendo en el entramado de quienes se especializaron como trabajadoras del hogar, dirigentes y líderes. 

La quinta generación llegó con los ochenta y se reinventó así misma creando sus fuentes de trabajo, afirmando o adecuando su cultura y prácticas de convivencia. 

El país había cambiado, la mano de obra desbordaba y absorberla era cuasi imposible por la industria, el gran comercio y empresas que  entraron en recesión. Las migrantes dejaron de ser parientes y el paisanasgo, para ser vecinas y poblaron del arenal, los cerros y las quebradas por los tres costados de las grandes ciudades costeras, incluyendo Lima, fueron ellas las que invadieron y lucharon por un pedazo de tierra, agua, energía y construyeron con sus manos la nueva ciudad a su medida.

Impulsaron el trabajo ambulatorio, el taller o micro empresa con auto explotación, la impulsaba a la necesidad del reconocimiento y apuesta por el éxito.  Reproduciendo y adecuando sus ritos, creando asociaciones costumbristas y establecieron conexión de apoyo con sus pueblos de origen,  debilitando  la trata de personas, porque  es posible el emprendimiento y el trabajo ambulatorio.

La migración fue incrementándose por iniciativa propia  y expulsión de los pueblos empobrecidos, hacia los sectores del emprendedurismo basado en el trabajo familiar,  que sumo al migrante en mano de obra barata basada en la cultura de la solidaridad, del trabajo compartido y rotativo, ya no en el trabajo rotativo de la tierra sino en  la promesa del emprendimiento propio construyendo al norte el cluster del calzado, al sur la zona franca y en Lima el el cluster textil, hoy  mas conocido como emporio de Gamarra. 

Dejaron de mimetizarse con una ciudad ajena, apropiándose de ella, reproduciendo su cultura e  influyendo con sus prácticas y valores,  recreando sus raíces para no renunciar a su proceso identitario.  En este punto la migración masculina y femenina confluyó para conquistar y transformar la ciudad.

La sexta generación, coincidió con el desplazamiento del campo a la ciudad, el desborde y el miedo. La emergencia de mujeres que se habían posicionado de la ciudad, quienes se especializaron en el trabajo del hogar partieron a los vecinos países de Chile, Argentina, Venezuela. Aquellas calificadas en especializaciones técnicas como enfermería partieron hacia Europa.

Quienes se quedaron lo hicieron con derechos arrancados uno a uno, descubriendo que toda trabajadora del hogar que se respeta, es socia de uno de dos sindicatos existentes y asociaciones que las forma, representa, respalda y asesora. En el nuevo siglo, son muchas mujeres jóvenes,  ya no andinas  sino amazónicas, que no se afilian porque transitan por esa etapa romántica de relación con las familias donde trabajan bajo ese icono de novelas que les hace soñar en casarse con el hijo de la dueña de casa. 
Desborde Lima

Las más decididas(os) sacaron cabeza propia y reinventaron al país, en medio de la crisis que no dio respiro a la tradicional población limeña aristocrática y pequeño burgués que se extinguía al igual que se diluía la promesa del empleo seguro, la casa y el coche propio.

En tanto la clase media empobrecida y la aristocracia moribunda, con  nostalgias por el espíritu europeo o norteamericano, tomaron sus cuatro letras, maletas y sus dólares muc, partiendo tras el sueño americano a reproducir el papel del migrante andino como emigrante latino hacia el viejo mundo y Estados Unidos, con los mismos o mayores sueños de hombres y mujeres andinas decididos a trabajar en "lo que sea", ellos(as) partían colocando al mar de por medio.

En Lima la conquista de la ciudad en términos de Iván Degregory y otros (1986)[2], se transformaron en conquistadores y luego de invasores a invadidos, afirmándose con la música chicha, el emporio Gamarra y un sistema económico fuera del financiero: el préstamo, la junta y el pandero se sostuvo bajo palabra y el prestigio. Naciendo con ellos el rey de la papa, la yuca, de Gamarra, de la copia, la piratería, el diseño, la creación e innovación hasta nuestros días, la invención de la imaginación.  

Construyendo lo que es hoy el Perú,  un destino cultural del mundo, uno de los que tiene mayor crecimiento en la región de Suramérica y el Caribe, inspiración para el retorno de quienes se fueron tras el sueño americano tornado en pesadilla y/o por el retiro;  atracción de nuevos imigrantes del asia y  la misma región.

Lima desde el Club el Golf
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/aa/
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Ayer como hoy chinos(as) que llegan por miles, descubriendo que   peruanas(os) son buenos consumidores de todo cuanto más exóticos mejor. A u lado la distante India nos ha invadido con sus inciensos, aceites, affeites y mujeres emprendedoras. 

Los imigrantes de los países vecinos, lo hacen reconvirtiendo ese deseo ancestral de invasión y apropiación como sucede con chilenos(as) que en el nuevo siglo lo hacen adquiriendo cuanto pueda en el mercado donde todo se transa, desde empresas emblemáticas hasta el patrimonio cultural que incluye bienes tangibles e intangibles como costumbres, cultura y hasta el respiro, para patentarlo todo bajo el sello chileno.

Y llegan argentinas(os) para sumarse a nuestra frívola farándula logrando que el escándalo se eleve hacia niveles inimaginados. Colombianos(as) empobrecidos para enrostrarnos hasta donde podemos exhibir nuestra miseria humana. Mexicanos(as) que han calibrado el déficit de la seguridad ciudadana que les permite ampliar su mercado de tráfico. Y  venezolanas(os) que creen haber hallado su tabla de salvación, para andar los paso de las mujeres migrantes de los setenta,  redinamizando el mercado ambulatorio junto a su lamento por su país, al igual que lo hicieron chilenos(as) en los ochenta, cuando  Pinochet  los persiguió y 
exilió.

¿Y Que pasó con nuestros(as) emigrantes en el exterior, mas allá del volumen de remesas enviadas?

lunes, 28 de septiembre de 2015

MAS DE UN MILLÓN DE EXPOLIADOS EN FE, TIEMPO Y BOLSILLO



Si un tercio del millón 47,725[1] de habitantes de San Juan de Lurigancho (SJL), que transita mínimo dos veces al día por la Av. 9 de Octubre que lo une el distrito del Rímac   y atravesándolo, con el centro de la Lima Virreynal. 
Renunciarían a ser contemplativos, se despertarían un día de estos, con tanta energía, indignación y  adrenalina  que resolverían en menos de una jornada,  los cien metros de brecha en una obra suspendida para unir la vía Surco y el Río Rímac. 
La línea amarilla,  en el más breve trecho de su trazado, se entronca con la principal pista de acceso y salida del distrito más poblado de Lima que hoy es su principal escollo. Tras superar varias escarnamusas entre poderes locales[2], fue instalada sólo por tres meses, el pasado 6 de agosto cumplió doce[3] , mostrando una vez más que la proyección de una obra pública, puede extenderse al infinito y culminar tras más de dos décadas[4], sin que nadie diga ni haga nada.

http://betinforma.blogspot.pe/2008/08/caos-vehicular.html
Las/os transeúntes del mayor distrito de Lima, en su papel de usuarios,  viene siendo despojado de su fe en el progreso, tiempo, paciencia y dinero, por dos obras arbitrariamente ejecutadas: vía línea amarilla y vía túnel Santa Rosa. Debido a que los promotores y gestores públicos se han desentendido de su básica responsabilidad de autoridad local, como es, considerar y reducir a su mínima expresión el impacto socio-económico-ambiental de una obra en la población afectada. Olvidando que esta práctica es también  la carta de presentación ante 650 mil 163 electores de SJL y el impacto de su pobre actuación local de quienes aspiran a ser gobierno nacional en algún momento de su enajenada ambición política, sin duda colocan sus posibilidades en la frágil memoria del elector al momento de decidir.
El problema del tránsito, al ingreso/salida de SJL es un ejemplo que pinta de cuerpo entero la capacidad de gestión del gobierno metropolitano a manos de dos gestiones en poco más de una década (12 años). El  periodo de gobierno actual(2015-2018), ha extendido su berrinche de poder hasta un estado de voluntad política vegetativa, deteniendo la obra[5] de la línea amarilla (denominar así durante su primer gobierno 2003-2010) o rio verde (como lo renombrara su sucesora 2011-14). En evidente desquite simbólico de su ex colega, que en su momento, inmovilizó su obra emblemática en SJL: Túnel Santa Rosa[6].

http://portal.andina.com.pe/EDPmedia/fotografia/
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Cada quien desde su perspectiva,  esgrime argumentos para justificar el cuestionable comportamiento de gestión local en una[7] y otra obra[8]. Pueda que los problemas vayan por otro lado[9], pero la escasa reflexión responsable sobre las misma impide un diagnóstico acertado y una solución propicia en sus manos. En cambio el argumento de uno es contra el otro, posiblemente alguno tendrá mayor asidero técnico y financiero, sin embargo, ambos dejaron de tomar en cuenta en su decisión  y actuación sobre el problema de tránsito y transporte, el impacto en los tiempos, paciencia y aguante de mujeres y hombres usuarios(as) de la vía, que independiente a sus edades, ocupaciones e ingresos pierden hasta dos horas para transitar poco más de dos kilómetros (Ovalo de ingreso a SJL y la plaza de Acho)[10] que en otros tiempos y condiciones implica un promedio de cinco minutos.
Cualquier pasajero que observa  el caos en la Av. 9 de octubre,  desde la ventanilla de la línea 1 del tren eléctrico -durante los 10 segundos que le lleva rebasar el trecho de atalaya-, sin lugar a dudas, bendecirá a quien se le ocurrió extender la ruta del tren a SJL[11] y no a Comas como lo había proyectado originalmente el APRA[12]. En esos segundos, para quien mira el caos  bajo sus pies, reeditar su percepción del Presidente de turno como un acertado Estadista, condición que se acrecienta cuando visualiza la línea 2[13] y sonríe con esperanza  cuando imagina las futuras 6 líneas[14] interconectadas  y funcionamiento; abreviando distancias, tiempo y estrés, al igual que ese aparato  que no se aparta de sus manos y sin  el cual no imagina la vida.
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En este punto se convence, que Ollanta Humala es su mejor presidente y cual arte de magia se evapora de su imaginario todos los errores, desaciertos y escándalos. Emerge como el salvador de las 10 millones de habitantes de la mega ciudad de Lima que se transitan de cono a cono y del centro a la periferie  en viajes que asemeja tiempos  interprovinciales. Rebobinar el caos que guardo su retina, en tanto se siente privilegiado(a) junto a 340,000 usuarios(as)[15] que día a día han dejado de sumarse al caos y embotellamiento de Lima la Horrible[16]. Y especialmente él o ella de haberse  alejados de la trampa entre Tres Compuertas y Piedra Liza. Luego de colocar a Humala casi a nivel de visionario estadista, San Martín, Santa Rosa o la Sarita Colonia, gracias a la percepción general tan popular como egoísta de santificación, según la atención y satisfacción de su necesidad personal. Se serena deja que pensamiento crítico, social y colectivo retorne, pronto descenderá del tren para ganarse los S/750 nuevos soles mensuales que hoy le alcanza para transitar ese largo trecho desde Bayovar hasta el Parque Industrial deVilla donde tiene otros sueños, cada día más cercanos,  porque invierte en ello sólo un tercio de lo que antes del tren hasta SJL invertía, esa es su realidad y el caos es sólo un punto que puede ver brevemente y desde lejos.
Mi ser reflexivo imaginario se aleja y emerge ante mí, un cúmulo de preguntas sobre el posicionamiento cuasi natural y resignado de un problema en la vida diaria de más de más de 300,000 personas que circulan sostenidamente día a día entre SJL y el centro de Lima.
¿Qué es lo que ha marcado y cincelado en nuestra psiquis de peruano(as) para bajar la cerviz, ser más individualistas que los norteamericanos, agredirnos entre agredidos. Llenarnos de rabia, ira e impotencia ante un abuso sin enfrentarlo en su origen y resolverlo. En cambio desplazarlo hacia los más cercanos vulnerables descargándonos con el más débil que se encuentra cerca: niño(a) anciano(a) mujer, joven, ambulante, cajera(o), cobrador(a), dependiente?
¿Cómo se hace posible, que una obra cuyo impacto económico y social previsto para 90 días, con una  extensión máxima  a  120 por contingencias. Se instalara 411 días y nadie diga ni haga algo para poner fin a la tortura diaria de peregrinación automovilístico?
Si lo que más le duele a una persona del siglo XXI es que le metan la mano al bolsillo y expolie ¿Por qué no dice nada el transportista cuyo costo se eleva en 1200% al invertir 60 minutos en un trecho que implica no mayor a 5? ¿Por qué no dice nada la persona de a pie, la autoridad, las instituciones que tienen el mismo impacto con afectación de sus vidas y haceres?
Y emergen algunas probables explicaciones tan libres como suele ser mi imaginación;  vasta como mi experiencia y conocimiento de lo que somos como país. Lo primero, se acerca a la mirada histórica que suele acompañarnos a quienes tenemos enfoques de proceso que no es lo mismo que memorística. Pueda que una de las explicaciones esté en nuestra herencia genética de colonizados(as) no sólo en el territorio sino en el pensamiento, que se engendró con la conquista en nuestros antepasados(as) transmitiéndonos cuasi naturalmente nuestra condición de sometimiento, silencio, invisibilidad para no llamar la atención, haciéndonos parte del paisaje exótico. Tara que atesoramos sin conciencia de ello, como el cáncer que sólo advertimos cuando no hay nada más que hacer que convivir y resignarse a morir con él. Con una práctica de sometimiento -aún cuando los de afuera, digan que se es valiente, pero en verdad es de descuento-. De ser el aguante y silencio ante el atropello es una herencia genética, solo hay dos vías: nada más que hacer, acomodarse lo mejor posible y resignarse ó extirparlo aun cuando se muera en el intento.
Pueda que la explicación no sea tan dramático, que nuestra actitud silente limitando con el servil, esté fundido en nuestras costumbres, se encuentre en los entramados de nuestra cultura de silencio y resistencia. Para unos, indicador de heroísmo y para otros poseemos alma y vocación de esclavos, al punto que sólo duerme tranquilo cuando tiene un amo que “lo protege”, sea este español, militar o caudillo, de allí los aplausos a un gobierno autoritario abierto o encubierto. En este caso hay esperanza, puesto que toda práctica cultural no es estática, se recrea e inventa constantemente a sí misma. En algún momento, emergerá esa fuerza que nos transforme en ciudadanos y ciudadanas que se respetan. O bien como se trata de una construcción social, la conciencia de ello lleve a su cambio consciente, sólo hay que esperar, donde la  trampa es la incertidumbre acerca de cuándo ocurrirá.
Una tercera razón podría estar sostenida en la actitud pragmática, que se ha ido instalado en nuestro modo de ser y hacer. Antes de los setenta, asociado con la viveza criolla. Luego de los ochenta donde todos(as) somos provincianos(as) de primera a cuarta generación, tras el desborde de la ciudad por el campo. Ergo Pepe el vivo fue desplazado por una convivencia pluricultural: chicha, combi, ambulante, informal, pirata, choliwoodense, digital e inmediata, que se sobre estimula durante los noventa hasta sintetizarse en utilitarismo e indiferencia donde el mal de muchos es inexistente, en tanto resuelva y satisfaga el interés individual. Hay muchas ilustraciones que seguro se nos representan a cada uno(a) de esta actitud  en nuestra vida cotidiana y en la relación con el otro, que sin duda forma parte de la reflexión de cada mujer y hombre de esta gran Lima, que no dista mucho  de las otras grandes ciudades del país.
Y queda una cuarta probable explicación, aquella que tras el dedicado esfuerzo de políticos(as) ha modificado el contenido y significado de la política. Provocando que nombrarlo sea una mala palabra o sospechosa conducta. La mayoría la rechaza expresa e implícitamente; consciente e inconscientemente; a media voz y a gritos cuando se reconoce como “apolítico(a)”. Nuestra escasa práctica política de ejercer la democracia en su más amplio significado y contenido, como es radicalizándola para apropiarnos de derechos y asumir obligaciones. Superando la comodidad no comprometedora de creer, defender y reproducir  la democracia representativa que se ejerce una vez cada 4 y 5 años. En algunos(as), con el  auto-convencimiento que ello se puede trocar por una lata de leche, un pote de detergente, un paquete de galleta y hasta la promesa de robar menos.
Luego de participar a regañadientes y cuasi penitentes colocamos nuestro voto en el ánfora y casi al mismo tiempo, renunciamos  a la posibilidad de ejercer democracia participativa, vigilante que nos hace co-rresponsables de la sociedad en la que vivimos y todo lo que acontece en ella. Esa renuncia y actitud de ‘yo no fui’, ‘no sé’, ‘no opino’. Impide decosntruir a la autoridad y el Estado (mirando con atención en sus partes y mecanismo de funcionamiento), para reconocerlo no como entes enajenados de nuestra voluntad, sino sujeto a ella los 1440 días de un gobierno local y 1800 del gobierno nacional, pidiendo cuentas y señalando nuestra opinión, que permita luego de ese periodo renovar o quitar confianza.
En este punto nace mi esperanza. La mayor sanción a un partido y líder político es no volverlo a elegir, para que recuerde que quien da poder también puede quitárselo. Y por tanto la provisión de autoridad antes que un cheque en blanco, es un convenio de compromiso de servicio y desprendimiento favor del bien común.
Sin duda el ejercicio de la democracia radical, ad hoc a las necesidades de nuestra sociedad es aquella que más nos cuesta construir, asirnos de ella mantenerla y recrearla en nuestra mayoría. Sólo recordamos que es posible cuando hacemos uso de ella en momentos donde la voz alerta de nuestra reserva moral -constituido por los jóvenes de edad y espíritu-, apuntan hacia los excesos o embriagues de los poderes del Estado cuando deciden violentarla.
¿Y dónde se encuentra y descansa esta reserva moral e indignación ciudadana en SJL?, ¿Por qué no eleva su voz cuando se producen este tipo de atropellos como el bloqueo del tránsito que nos desquician la paciencia, revienta los bolsillos, sustrae nuestro tiempo? ¿Quién se decide a decir basta ante la angurria, miopía y esquizofrenia de las autoridades de turno, sea para impedir, retrasar, ningunear o sólo ignorar una situación que afecta a un millón de personas?
Pueda que esté en ebullición como un volcán o saliendo de su cueva de hibernación. Quién sabe, si recupere su propio vertiente, como sucedió conmigo, esta madrugada que suspendí la lectura de un trabajo para ayer, a cambio de escribir estas líneas.
En este tiempo el modo de indignarme es traducir mi pensamiento y sentimiento en texto, en esa práctica circular del ser humano, que es escucharse de tanto en tanto. Sin duda también es el primer paso, para sumarme a quienes decidan resolver este y otros problemas que nos atraviesan por todos los costados.




[1] http://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1095/libro.pdf
[2] http://diario16.pe/pdf/30-11-2012.pdf
[3] http://peru21.pe/actualidad/via-evitamiento-restringen-acceso-obras-viaducto-2194785
[4] http://dedomedio.com/politica/el-tren-de-garcia/
[5] http://elcomercio.pe/lima/ciudad/vecinos-sjl-protestan-abandono-obras-viaducto-noticia-1802811?ref=flujo_tags_184081&ft=nota_4&e=titulo
[7] http://elcomercio.pe/noticias/proyecto-linea-amarilla-192894
[8][8] https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%BAnel_Santa_Rosa
[9] http://elcomercio.pe/lima/obras/crisis-economica-oas-pone-duda-obras-viales-lima-noticia-1802983?ref=flujo_tags_184081&ft=nota_3&e=titulo
[10] http://peru21.pe/actualidad/via-parque-rimac-9-octubre-plan-desvios-san-juan-lurigancho-2194911
[11] http://elcomercio.pe/lima/sucesos/ir-sjl-ves-tomara-45-minutos-segundo-tramo-tren-electrico-noticia-1399718?ref=flujo_tags_514046&ft=nota_87&e=titulo
[12] http://apra-global.blogspot.pe/2008/05/situacion-y-perspectivas-del-tren.html
[13] http://www.proyectosapp.pe/RepositorioAPS/0/2/JER/LINEA2_TREN_ESTUDIOS/A9_Factibilidad_Viable/A_9_1_vol_I_RE.pdf
[14] https://limaeslinda.files.wordpress.com/2014/04/metro-de-lima-lc3adnea-2.png
[15] http://larepublica.pe/impresa/sociedad/777-metro-de-lima-solo-con-orden-se-evitara-el-colapso-del-sistema
[16] http://www.casadelaliteratura.gob.pe/?p=15011