Mostrando entradas con la etiqueta Adolescente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Adolescente. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de abril de 2019

ENTRE EL CELIBATO Y PEDERASTIA


Tras mi peregrinar por credos y religiones a lo largo de mi segunda vida -considerando que cada una de ellas tiene ciclos de siete años-,  me detuve en ese entonces en aquella que  mis padres me heredaban, donde fui bautizada y encomendada a la santa de mi madrina, en la semana que siguió a mi nacimiento, porque no pasaría de ella.  Por cuanto soy Católica por opción, convicción e iniciativa de mis catorce años, donde hice simultáneamente mi primera comunión y confirmación, eligiendo la iglesia, el proceso de preparación y la madrina, sin ocupación ni presión de mis padres o inversión de conversión de la iglesia como institución.

A diferencia de muchas personas que buscan su espiritualidad cercano a la muerte y por temor a ella o sólo por el peso de sus “pecados” y las  ganas de depositarlo en algún lugar o responsabilizar a un  ser supremo de su destino,  yo lo inicié aproximadamente alrededor de mis seis años, tomada de la mano de mi tía abuela Rosa Herrera.

En aquel entonces,  mi posición de exclusividad como ombligo del mundo fue trastocado, había nacido mi hermana Lucy,  por tanto dejé de ser el centro en la vida de mis padres, así que mi abuela Rosa era mi refugio, especialmente los fines de semana. Por su lado,  ella había iniciado el proceso usual, tras la búsqueda de su espiritualidad, así que por esos abismos y puentes de encuentro intergeneracional, recorrimos juntas las iglesias protestantes, nos asomamos a las sectas y hasta los círculos de oración.

Mi abuela se detuvo en la biblia, cuando bordeando los setenta años aprendió a leer. Pienso que se habría agitado y conflictuado menos, si hubiera decido aprender a leer antes de su incursión por todos los credos, hasta que finalmente se libró de todas las religiones, siguió a su propio corazón y divinidad. Mientras esto sucedía con mi compañera de viaje espiritual, yo seguí en mi búsqueda, inclusive después de declararme católica. Hoy estoy cercana a mi abuela, gracias a ella, requerí menos de la mitad de su tiempo para comprenderlo.

Cuando alguien me dicen lee la palabra de Dios, suelo mirarla con conmiseración pienso y me digo en silencio: “Si supieras que he leído desde mis seis años, todas las traducciones, incluyendo las apócrifas”. Sucede que durante el peregrinar de mi abuela, me pedían leer por ser la única de mi edad que lo hacía con propiedad y también porque muchos de los(as) participantes no sabían leer tal y como mi abuela. En tanto que yo aprendí a los cinco, al igual que mi niña Puñuy, luego  leería con avidez la biblia, y más adelante, participaría de muchos curso de teología.

Un tema que he discutido largo, con más de un amigo sacerdote y monja, especialmente entre mi adolescencia y juventud, fue el cuestionamiento a sus votos de castidad y/o sometimiento al celibato,  sobre esa renuncia “voluntaria” a ejercer su sexualidad. Lo hice gracias a mi privilegiada cercanía y posición irreverente,  mi observación de hechos,  vidas y haceres compartidos. 

Solía preguntaba porqué y cómo canalizaban su  natural  y humano líbido. Hoy debo reconocer que sólo debía pensaren aquello que sucede en la convivencia militar allí donde los hombres se juntan poniendo siempre a prueba su virilidad y estereotipo, abusando del más débil, aquel que no cubría los atributos del macho fuerte.
La pederastía(1) como práctica sistemática al interior de la Iglesia Católica (IC)  nos mueve y remueve, por su implicancias y significado, su desborde es cual huayco que arrasa con todo,  sea por el lado personal de los(as) involucrados(as), como por el colectivo, social e institucional. Mostrándonos cómo se entronca la subordinación de la sexualidad al poder de la religión, en manos de una secta, alta y efectivamente organizada para la satisfacción de sus fines.

Ese binomio poder  y sexualidad, puede crear y recrear monstruos aberrantes, en las instituciones religiosas encerrarlos bajo siete llaves, encubrir y tolerar monstruosidades de la puerta para adentro, en tanto que desde un púlpito o la puerta para afuera, se condena el ejercicio sexual libre y diversa como seres humanos que existen en la tierra.

Casi adolescente me di cuenta de la humanidad de mujeres y hombres tras los hábitos. Sólo tenía 10 años cuando un monje franciscano fue a realizar su labor de profeta a mi colegio, era muy  joven posiblemente alrededor de los 25 años; pronto fue rodeado y acosado por las chicas de quinto,  el pobre no sabía cómo sortear esos momentos mostrando en el rostro el cambio de colores igual que un camaleón.  En casa me habían enseñado que los curas eran santos varones a los que se debía respeto y obediencia que constataba en la realidad que no era así, para mí  un monje era igual que un cura u obispo, porque todavía no diferenciaba un hábito de otro ni jerarquía alguna. 

Observar el comportamiento de aquel fraile y mis compañeras mayores, unido a mi mirada deambulante por otros credos me hizo suspicaz y menos crédula, aterrizando pronto en el convencimiento que no eran santos ni diferentes a todos(as), salvo sus trajes incómodos hasta los pies. No terminaba de comprender, porqué  si tanto criticaban que las niñas usáramos pantalones (en aquel entonces), los curas usaran sotanas cual vestido largos de mujeres  y los tomaban por santos. Tiempo después, lo poco que quedaba de la aureola mística de los curas, se me diluyó cuando leí la anticlerical novela Flor del Fango del José María Vargas Vila (1895)[2], que hallé en la basura sin pasta y faltando algunas hojas iniciales.

Más adelante cuando me hice  parte de la gran comunidad cristiana de San Cristóbal que en ese entonces  involucraba todo San Juan de Lurigancho y parte del Rímac,  donde Gustavo Gutiérrez y compañía desarrollarían la Teología de la Liberación,  observé como los curas  entre broma y broma se toqueteaban con algunas laicas y monjas, pareciéndome cada vez más humanos y menos alados. 

A ello se sumó que en cuarto y quinto de secundaria, nos enseñó el curso de religión una monja, que era mejor artista cantando y bailando el flamenco que profesora de religión. Cuando tenía oportunidad le preguntaba por qué  seguía de monja, ella respondía: “Porque amo a Dios y estoy casada con él”, yo insistía: “¿Lo has visto o sentido alguna vez?”, ella decía: “Todos los minutos de mi vida”, sonreía y se alejaba, en tanto yo me seguía preguntando cómo sería eso de amarse sin tocarse. Aun hoy me sigo preguntando, respecto a los casos de amores virtuales.

En la parroquia discutía con los seminaristas, diáconos y curas, cómo se sentían con su voto de castidad, por qué los hermanos nunca llegarían a ser sacerdotes, las monjas no podían hacer misa, porqué se tenían que ir de un lugar a otro y no tenían idea de dónde envejecería. Algunos me eludían con evasivas, otros me sonreían  y muchos se refugiaban bajo el concepto de vocación y también había quienes sólo me miraban con sospecha.

Cuando conocía Rosa Dominga en su trabajo con las prostitutas, declarada feminista y me asomó a los primeros escritos colocando el dedo sobre la llaga; junto a la masiva fuga de los seminaristas  jesuitas, curas que hacían misa y algunas monjas  entre 1978 a 1985, para sumarse a los partidos de izquierda, la educación popular, fundar o cofundar  las primeras ONG, estuve convencida que la enajenación de la vida sexual, familiar  de monjas y sacerdotes era insostenible.

Hasta inicios  de los noventa, insistí en aplicar el análisis social a las instituciones entre ellas la iglesia católica, y por ende, la necesidad del cambio en sus políticas, estaba convencida de la impostergable su democratización. Mi convencimiento creció, cuando fue esclareciéndose el papel de la Iglesia Católica en la vida política y el poder con la actitud, opinión y práctica del ex Cardenal Cipriani[3], se me antojaba cada día más castrense, más hipócrita e incoherente en su cúpula, mientras los de abajo tenían vidas uniformes, de privaciones y parecían mitad monje, mitad soldado,  despojados principalmente de su libertad de elegir, hacer, estar, con  quien y como vivir.

La castración simbólica de hombres y mujeres al  servicio de la Iglesia Católica aparecía desde mi infancia como  insostenible, porque era negar una condición humana a veces profundamente compleja  e impredecible, como sucedió con una pareja que ha quedado en nuestra historia, nos guste o disguste. 

Me refiero al caso del ex sacerdote Carlos Álvarez Calderón Ayulo quién renunció a sus votos  y se casó con la ex monja que se convirtió en Nelly Marión Evans Risco de Álvarez Calderón. El murió abrazando la educación popular que fue a lo largo de su vida su vocación y refugio[4]. Ella  lo abandonó junto a sus hijos para ser parte de Sendero Luminoso, transformándose en un hilo de la madeja que  hizo caer a Abimaél Guzmán[5], fue encarcelada y sobrevivió a la matanza del penal Castro Castro bajo el régimen de Fujimori y vivió para contarlo[6], pago su deuda social con 15 años de encierro y hoy está libertad[7].

Me asomé a las implicancias de las condiciones de vida de las monjas y sacerdotes,  fuera de la iglesia es decir la comunidad donde actuaban, cuando comprendí aquel viejo dicho: "Y por qué  que no a mí, ¡Acaso soy hijo del cura!", descubriendo el contenido simbólico del mismo. Pese a la presión del celibato, los curas de ayer como hoy tienen familia e hijos(as) gracias al amparo  de la distancia entre las zonas alejadas de un país y su capital, menos por rebeldía que flexibilidad institucional.

Allí donde no llega el Estado se diluye tanto el derecho como la norma y sólo se impone la costumbre, los códigos, pactos y poderes locales. Allí tampoco llega las manos de las autoridades eclesiales ni los "pecados sancionados por Dios", la presión institucional y/o sanción, pueda que por ello que sólo se expresa complicidad, tal como se grafica dos siglos atrás en la novela  Aves sin Nido de Clorinda Matto de Turner (1889)[8]  ambientada en el Cusco o en la Distancia que nos Separa de Renato Cisneros (2015)[9]  cuya historia se inicia en un pueblito de Huánuco y discurre hasta nuestras vidas contemporáneas.  

Fue alucinante en mis primeros viajes hacia el interior del país conocer  por ejemplo, las leyendas del convento de Santa Catalina en Arequipa (1975)   y luego de Santa Rosa de Ocopa en Concepción (1983)  donde todo  lo asociado con fetos enterrado parecía sólo superstición y maldad pura de ateos.  La cúspide fue cuando haciendo turismo con mi hija (1993)  conocí a Santa Fortunata, (momia a la que le crecía el cabello y las uñas) en el convento de Moquegua,  supe de la historia de la niña milagrosa,  que al poco tiempo aparecería como  contenido en la obra "Del Amor y Otros Demonios" de Gabriel García Márquez (1994)[10].

Allí me convencí entre la realidad y ficción que el sufrimiento humano de los seres alrededor y dentro de los claustros de la iglesia católica desbordaba mi argumento de democracia y derechos personales para situarse en el centro de los derechos humanos. Será por eso que la obra de Gabo me dolió hasta las lágrimas, en tiempo que estas no existían en mi vida, siendo desde ese entonces el regalo predilecto para mis sobrinas(os), junto con el Profeta de Khalil Gibran (1896) [11], Carta al Padre de Franz Kafka (1919)[12], las poesías de Ernesto Cardenal (1966)[13], 20 poemas de amor y una canción de Pablo Neruda [14]

Los casos de pederastia y abuso sexual, de niños(as), al cuidado de sacerdotes y también monjas, que  desde inicios de este nuevo siglo sacude a la Iglesia Católica, en lo personal afirma mis percepciones de adolescente, cuando observaba incoherencia entre discurso y práctica, como aquello que se decía en voz baja, que no quita la coexistencia de seres excepcionales con tanta devoción, gratuidad, entrega y servicio que conmueven en su ser y hacer. Aceptar esto último es también tolerancia y reconocer la diversidad en la sexualidad y la práctica de vida de seres humanos.

De allí atribuir  que el problema de los abusos y violaciones sexuales al interior de la iglesia católica  sea producto de algunos pocos "desviados(as)" es ocultar el sol con un dedo, negar la responsabilidad política de los jerarcas en una institución jerárquica y vertical, es no asumir con responsabilidad la atención y solución del problema.

Sigo creyendo como en mis 18 años, que la  decisión de castración simbólica  tanto de mujeres como hombres que son parte de la iglesia católica,  por obra y gracia de la  jerarquía eclesial, no anula su humanidad, sus tensiones, pulsiones y lívido, sólo se contienen hasta desembalsar en aquello que justamente condenan, abuso, felonía, en sus términos pecado.

Hoy estoy  más convencida que ayer, que tanto la estructura y dinámica de una iglesia jerarquía, dogmática de poder absoluto y cuasi divina que se instauró en la Iglesia Católica y que perdura hasta nuestros días, es aquello que se transformó en caldo de cultivo para el refugio de  pederastas, violadores, abusadores. Jamás sabremos la dimensión histórica, porque se remota a muchos siglos. 

Denunciar, buscar justicia y reparación, no sólo es la recuperación en parte de las víctimas, es ante todo despojar de divinidad los desaciertos humanos, así como la posibilidad de cambiar el sistema patriarcal y despótico instalada en las instituciones centrales de nuestras sociedades como suelen ser las iglesias, sus autoridades y el uso de sus religiones.



[6] Ver lo asociado con su relación de pareja, maternidad y familia ver pp. 8-11https://es.scribd.com/doc/163551000/Testimonio-de-Nelly-Evans-a-la-CVR

sábado, 9 de marzo de 2019

LAS MILLENNIALS, CENTENNIALS Y SUS DERECHOS

Si bien a partir de 1975, se ha intensificado el reconocimiento y conquista de los derechos de las mujeres negados durante más de XIX siglos, se producen dos tendencias opuestas en el planeta: por un lado, la resistencia y vejación de las mujeres negándoles sus derechos y por el otro, el nacimiento de mujeres con derechos las coloca ante un escenario donde el límite es el infinito.
Siendo el papel de las instituciones, la cultura y el Estado, claves para facilitar o retardar los procesos hacia el ejercicio real de los derechos de las mujeres, en tanto que las mujeres del nuevo siglo están decidas a no retroceder en aquello que asumen como natural sus derechos a ser, hacer y estar.

Estado, Instituciones y Cultura

La mayoría de sociedades apuesta  por la democracia como espacio de ejercicio de derechos, obligaciones y libertad. Por cuanto, asumimos que la esclavitud como sistema social está abolida en cuasi todas las sociedades del planeta, pero cada día hallamos en las redes, que muchas mujeres son privadas de su libertad con engaños o por la fuerza, ensanchándose el delito de trata[1], constituyéndose en una de las líneas de delitos transnacionales, que para su erradicación,  requiere de la cooperación entre países de origen y destino[2] para su erradicación.

Mientras se crean las condiciones para la cooperación y concertación internacional, seguimos siendo testigos de situaciones de esclavitud y comercialización sexual[3], bajo un contexto de doble discurso y práctica de los Estados, quienes proscribe la prostitución persiguiendo a las mujeres que lo ejercen, mientras no hacen nada por erradicar su consumo. Los clientes no sólo son libres sino estimulados al consumismo sexual a nivel local, nacional e internacional, bajo la figura de turismo sexual de niñas(os) y adolescentes[4], allí no hay diferencia ideológica, política ni de Estado,  todos los países se igualan como ofertantes y consumidores.  

En tanto que bajo el manto cultural, persisten diversas creencias como prácticas sistemáticas de mutilación a sus cuerpos[5]. Se practica la ablación femenina (eliminación del clítoris)[6] en otros la mutilación senos y/o cosido de la vagina[7] con el propósito de negarles el placer sexual.

Delitos como el adulterio tolerados a los varones, son causal de sentencia a muerte lapidaria[8], así como la cruel eliminación de la niñez y hasta vida con matrimonios arreglados entre niñas y hombres adultos, que termina con la muerte de las mismas en su noche de bodas[9] o posteriormente debido a complicaciones de embarazo de alto riesgo al ser niña madre. 

Sin embargo estas prácticas no sólo se producen bajo el manto cultural, puesto que allí donde no sólo está prohibido sino penado, las niñas son objeto de abuso sexual y/o violación dando paso a situaciones de madres-niñas como resultado de estos hechos. Sin ir muy lejos en el Perú,  este mismo 8 de marzo, de conmemoración del día dela mujer, se produjo la muerte de una pequeña en el Hospital de Ica[10].

Millennials, Centennials y  derechos de las mujeres

En el otro extremo, la presencia cada vez más notable  de hasta dos generaciones de mujeres nacidas en y con derechos. La generación de las Milllennials (nacidas a partir de 1980)[11] y las Centennials (nacidas a partir del año 2000)[12]. Pese a las especificidades y diferencias de cada generación[13] no quepa en su imaginario dejar de ir al colegio por ser mujer o por esa misma razón estar impedidas de: acceder a un puesto de trabajo, una especialidad profesional, decidir cuándo y cuantos hijos(as) tener, transitar en el espacio público sin compañía de día o de noche, tener en su cuenta en el banco, elgir y frecuentar amistades de mujeres como hombres, adquirir una propiedad a su nombre, heredar, vestirse como mejor le plazca y acomode, hablar en primera persona, escribir sin necesidad de un seudónimo, tener un hijo(a) o no tenerlo, casarse o permanecer soltera, tomar decisiones, impulsar y desarrollar empresas y más[14].

En una palabra, las luchas sostenidas por las feministas desde siglos atrás, con sus altas y bajas, aciertos y desaciertos, evoluciones e involuciones, claros- oscuros; han logrado conquistar derechos en beneficio de todas pero principalmente de un importante sector de las mujeres alrededor de los 39 años por haber nacido con derecho, mientras nosotras, lo hicimos en tiempos donde no sabíamos, que teníamos derecho a tener derechos[15].

Las diversas realidades expuestas y compartidas por las mujeres, hacen que muchas jóvenes de la era actual, se asuman feministas en busca de justicia ante tanto terror, transformando su vida cotidiana en una lucha constante. En escenarios donde invierten coraje,  valentía y empoderamiento, redinamizando un movimiento a lo largo como ancho del país[16] y todo el planeta[17].

También en estos mismos escenarios, se reconvierten a favor de la vida de las mujeres, la agenda de mujeres organizadas. Quienes  en sus orígenes  se unieron para cumplir roles social  tradicionalmente establecidos, descubrieron en ese proceso que como mujeres las asemejaba los mismos problemas y padecimientos de género[18], tanto victimas como sobrevivientes.

Lo más notable de estas dos vertientes, el feminismo y las mujeres organizadas (zonas urbanas populares, campesinas, indígenas amazónicas e indígenas andinas), es  que hasta el 2010, funcionaban por cuerdas separadas, hoy han convergido en una agenda en común como es la lucha por erradicar la violencia contra la mujer y las prácticas de discriminación.

Para quienes reflexionábamos a finales de los noventa sobre el panorama desolador, acerca del feminismo y su futuro, puesto que el movimiento de mujeres feministas de los sesenta, setenta y ochenta, se habían institucionalizado, sin  un trabajo de transición de las luchas a nuevas parecía condenado a desaparecer. Claro que en 1996, no contábamos con la revolución que se produciría con el acceso a la información y tecnología de las mujeres apenas cuatro años siguientes.

La lucha por el cuerpo, vientre, libertad y vida de las mujeres desde una perspectiva de género, se ha  ensanchando en alianzas con hombres e instituciones que rechazan la violencia a nivel del país y la comunidad internacional[19].

Pero como todo cambio no es lineal ni abrupto, las mujeres nacidas con derechos conviven con aquellas que desconocían sus derechos, en tanto que al centro se sitúan aquellas que lograron conquistarlos, con tanto temor que se aferran a las cuotas de poder alcanzados[20], siendo lento y cuasi dolorosa la transición como transferencia. Experimentando en su conjunto procesos simultáneos de evolución e involución, que en algunos momentos son de inamovilidad y otros de fuerza incontenible, mientras se implementan estrategias de lucha periférica o centrales, usando prácticas endógenas[21] como exógenas[22] y en algunos casos adquiriendo fuerza centrípeta[23] o centrífuga[24].




[7] https://altavoz.pe/2016/05/05/15489/informe-mutilacion-genital-o-el-dolor-de-tener-la-vagina-cortada-y-cosida/
[8] https://youtu.be/5MUxaTMyF2I [Imágenes sensibles]
[21] Creando contenidos, estrategias, tácticas y agendas desde un centro que nuclea la agenda, movilización, organización y lucha, un ejemplo es el Canto a la Vida.
[22] Acogiendo las iniciativas, propuestas, agendas prácticas que vienen de fuera, un ejemplo es el 8M.
[23] Fuerza centrípeta, se refiere a la fuerza cuya dinámica o movimiento integra y atrae a todo los elementos en rededor o adyacentes al centro.
[24] Fuerza centrífuga, a diferencia de la centrípeta, no atrae ni contrae a los elementos, sino los separa y expulsa hacia afuera.
  

lunes, 14 de mayo de 2018

¡Y CUANDO GANAS... SOLO ES EL INICIO!"

Contaba en la primera parte de esta historia, que fui animada por Puñuy para enseñarles cómo hacer para llegar a consignas de campaña convincentes durante la última semana de la misma. A continuación comparto los diez pasos, que en realidad se hacen, haciendo las(os) niñas(o) necesitan oír, ver y palpar:
  1. Debían identificar un problema o necesidad, luego preguntarse ¿Por qué?
  2. Cada respuesta volver a preguntar ¿Por qué?
  3. Luego de algunas respuestas convertir el problema que está expresado en una situación no deseable en una situación nueva resuelta.
  4. Hacer otro tanto con cada uno de sus respuestas.
  5. Luego mirar que situación nueva es la que ella puede crear y que capacidad tiene para ello.
  6. Identificar oportunidades tiene a favor para alcanzar esa nueva situación.
  7. Y que dificultades podrían presentarse e impedir que alcance esa situación nueva.
  8. Esa nueva situación será su objetivo, su capacidad la meta del objetivo, las dificultades inspiraría la estrategia a usar y las oportunidades las tácticas a considerar.
  9. Con todo eso claro tendría el contenido de sus consignas así como,
  10. estrategia de convencimiento a indecisas(os) en la última semana de su campaña.  
Hicimos la práctica, revisando nuestros conflictos de tres durante los domingos, así que limamos asperezas con besos y compromisos, ese también es otro cuento, pero una vez más Puñuy es la que más pregunta; Mayu sintetiza, recrea y apropia.

Esto que expliqué a mis nietas es parte de mi curso de Manejo de Futuros Escenarios, chino para algunos(as) de mis estudiantes de posgrado. Para mis nietas, algo cotidiano, porque ya en primaria estudian teoría de conjuntos, siempre están curioseando en inventos y física, deconstruyendo, construyendo, creando objetos, jugando a estrategias, arruinando mis certezas y explicándome semana a semana exigencias de sus tareas. Así que todo esto, es chancay de a medio para ellas. Para mí, una oportunidad más de desarrollar pedagogía cada vez más simplificada de mi quehacer.

En la segunda semana de abril, Mayu desplegó su campaña, por supuesto que fue gracias al apoyo de Puñuy siendo su lema: “¡Si todos cooperamos, todo lo resolveremos!”. Identificó junto con su hermana (jefa de campaña autonombrada) un problema que afectaba a todas(os) y era posible resolver.  

Mayu ganó la competencia, es delegada de la promoción 2018 de primaria, por la forma de su campaña, también ha sido elegida delegada de su nivel en el Consejo Estudiantil del Colegio, compuesto por representantes de primaria y secundaria, ergo se perfila como líder para la secundaria. Luego de haber comprobado que se puede hacer campaña tomando en cuenta la necesidad de todas(os), diciendo la verdad y comprometiéndose a algo que se puede hacer. Sigue pensando que no quiere ser presidenta, porque no quiere ir a la cárcel, ese también es otro cuento.

Su madre y padre están emocionados y no caben en  satisfacción. Nosotras tres hemos celebrado a nuestro modo, preparé spaghetti a la boloñesa el preferido de las dos, variando solo en carne molida o pollo, chocolate de beso de mosa por lonchecito. El regalo para dos, mi colonia de abuela con el que se bañan todos los domingos, distribuido en dos sprays pequeños. Y el regalo especial para Mayu: una docena de sharpies negros, para que cree sus mándalas, que por supuesto terminará colgado en alguna de mis paredes cuando su madre decida que estuvo por mucho tiempo en su cuarto.

Mayu y Puñuy, hoy pugnan por el protagonismo en nuestros domingos de nietas, el amor de sus padres, sus juegos, su mundo escolar. Suelo decirles que es su época de magia y alegría, aun cuando Puñuy me diga que no es cierto, porque su profesora la regaña y está sobre ella todo el tiempo. Le digo que eso es porque es una niña con mucha energía, así que si hace pronto sus tareas, pida otra tarea para no aburrirse. Su frase distintiva es “¡Abuela me aburro… hacemos algo!”. 

Es sumamente inquieta contrario a lo que prometía al nacer, sólo dormía, por eso, la nombramos con Mayu: ¡Puñuy!. Está llena de energía y sostenidamente contestataria, como suelen ser muchos niños(as) de hoy con escasa contención, a ella hay que sumarle su sobrevivencia porque tuvo un nacimiento de alto riesgo. Considero en verdad que ese es uno de los factores primordiales para vivir con tanta intensidad y no aceptar reglas que van contra su deseo y placer, entenderán que me sienta desborda, las(os) abuelas(os) con nietas o nietos similares.

Mayu es lo opuesto, responsable, aplicada, organizada, ordenada, autoexigente, meticulosa, paciente, dedicada, persistente y altamente creativa, pero sumamente absorvente e invasiva, no hay malestar, indisposición o desalojamiento que la detenga. Si tengo gripe, igual se mete a mi lado y pide que le de masajes, si me duele la cabeza me dice que le cante o cuente. Si me resisto me lee, comparte conmigo su avidez por la lectura.

Muy pocas veces ha dicho que se aburre, pueda que se deba a que sus primeros años sin Puñuy, todo nuestro tiempo fue dedicado a hacer cosas, donde ella era mi centro y yo tenía más energías, cada domingo era un nuevo proyecto y creación. Los últimos cinco años, luego que ella decidiera que sería la única persona de apoyo a sus dudas de aprendizaje y ninguna otra profesora particular más, parte de los domingos revisamos y discutimos sus tareas más complejas. Su frase es: “¡Abuela tenemos tarea… me ayudas!”, es la hora de dos y conflicto de tres.

Puñuy nació en diciembre y a mí se me rompieron las alas en febrero, estuve detenida hasta cuasi la mitad de su vida, en tanto la otra mitad, me he concentrado en distraerla y pelear con ella, porque sólo quiere hacer su revelada gana. Por mi lado a mí se me agotó la complacencia y el disimulo para dejar hacer, pasar e ignorar.  Sin embargo, en este último tiempo es más receptiva, empezó a respetar acuerdos, yo he decidido emplear todas mis habilidades así que hacemos proyectos de tres y ha tenido un papel activo, inclusive en las sesiones de apoyo al aprendizaje de Mayu por encima de sus protestas sobre nuestra hora exclusiva. Comparte conmigo su debilidad por las plantas.

Aquello que hoy experimenten niñas y niños como Mayu y Puñuy en hermandad o individualmente, seguro que marcarán sus recuerdos y futuros derroteros depende de cómo actuemos en off o como espectadores, ante el escenario de la vida donde ellas(os) empiezan a actuar, aprendan a relacionarse con  otros(as) dejando de ser el hoyo del queque. Lanzarse a asumir la conducción y/o representar los intereses de un grupo. Ya no como antes o quizás aún suceda en algunas escuelas, por designación a dedo de la profesora, sino por desarrollo de sus capacidades de competencia, venciendo sus temores superando sus desencantos y enfrentando la incertidumbre del fracaso que muchas veces ni siquiera lo han tomado en cuenta o cuentan con ello para prepararse emocionalmente.

Depende de cuanta honestidad coloquemos en abordar esos temas "no permitido" para niñas y niños: la inconducta de los adultos, con esa frase que en mi tiempo nos sometían: “Los niños y niñas respetan ante todo a sus mayores. No ven, no escuchan, ni repiten lo que dicen, porque no entienden, son cosas de grandes”. 
Pueda que por eso, entre otras razones,  nuestra generación perdió en algún punto del camino la criticidad para discernir y decir la verdad a tiempo, fuerte y constructivamente, tornándonos en expertas(os) en el disimulo y expectorando o haciendo la ley del hielo a quien suele decir la verdad sin recubrimientos.

Mi hija hizo su primera campaña electoral por Frejolito, en el colegio, la familia y el barrio. Se desencantó cuando él renunció a la segunda vuelta, procesé con ella en su momento el cruce de los intereses, las historias y los devaneos de los políticos, pero la marcó, hoy es líder en el mercado y el mundo social, pero muy lejos de la política. Mi nieta lo hizo por PPK, ella a diferencia de su madre ha sido clara y precisa en sus preguntas, por algo pertenece a la generación Y, antes de venir a mí indagó y revisó todo lo que sucedió en internet. 

A ella me tocó explicarle cómo funcionan las incoherencias, la multiculturalidad en la política y la doble moral, cuánto necesitamos que haya personas que digan y hagan lo que prometen. Esa conversa la tuvimos el último domingo de marzo, tras la renuncia de PPK, que también es otro cuento.

La maternidad por tanto, no es sólo parir, nutrir y cuidar, como la paternidad no es sólo proveer,exigir y proteger; ser comunidad no es tener un discurso para niñas y niños,  mientras exhibimos conductas que contradicen esos discurso como adultos. Sino afrontar nuestros errores sumado a los errores del colectivo social, político, cultural y generacional.  Aceptando que nos equivocamos y nuestra responsabilidad en esa equivocación e intentando analizarlo juntos, para que ellas(os) lo tomen en cuenta en su momento.

Para que ese ímpetu de elegir, creer, competir y liderar en su edad púber, adolescente y juvenil no se aniquile, sino halle nuevas formas de ejercer control social; militar y liderar políticamente; elegir y participar democráticamente. Sin dejar espacio para el enquistamiento y caudillismo; con capacidad de dar y pedir cuentas; con imaginación para crear mecanismos de control cuando se tiene y deja el poder; con responsabilidad ante la toma de decisiones, asumir sus costos y  consecuencias.

Por eso nuestro deber, es animar a que discurran por diversos vertederos donde siempre tengan oportunidad de ser y hacer, tornando la energía en creatividad, innovación, invención, perfección, poder de sí para sí que se libera y expande, que permite amar, reconocer que son y merecen ser bien amadas(os) para vivir en felicidad. Para no dejar que su mundo del mañana, siga empantanado[1], lleno de fieras insaciables como los feminicidas[2], su comparsa de alimañas[3]  y corruptos[4] que impiden la justicia,  alimentados de uno u otro modo por los Garcías, Fujimoris, Toledos, Humalas, Kuczynskis, Acuñas, Mamanis, Villarans, Castañedas donde antes y después del poder sólo cabe pasión, ambición, obsesión, obnubilación, perdición, corrupción, negociación e impunidad, hasta hacer de la política como de su vida propia una porqueriza.