Blog de Catalina Salazar Herrera escritos, artículos, poesía, opinión, intercambio, etc. Registros diversos que deseo compartir con quienes coincidimos en intereses sin renunciar a nuestras miradas diferentes.
La convención social, implica que hoy se saluda a las mujeres que han asumido su rol de madre por serlo.
Algunas personas y especialmente las más conservadoras, creen que ser madre es engendrar un hijo o hija. Sin embargo asumir la maternidad como rol, va más allá de concebir a un ser humano y parir. Implica cuidar, formar, amar, apoyar y acompañar.
El desarrollo de la ciencia y tecnología, hoy nos auxilia de mejor modo, para graficar la distancia entre engendrar a un ser humano y asumir la maternidad respectiva. Está la fertilización natural a la que suele gneralizarse a todas las mujeres, cuando no siempre es así por ello existe la fertilización el asistida a la madre biológica. En este caso, será por inseminación artificial e invitro. Para las mujeres que deciden postergar su maternidad hasta haber concluido sus metas profesionales que supera su deseable edad reproductiva, aparece como opción, la vitrificación, conocida también como crieogenia, que consiste en congelar los óvulos de la mujer para una futura fertilización asistida.
Para aquellas mujeres que tienen dificultades fisio-biológicas y gran deseo de maternidad, está la gestación subrogada y vientre de alquiler. Para las mujeres que deciden el número de partos a experimentar o las que no eligen ser reproductoras, esto es viable. Gracias a la existencia y acceso a los métodos de anticoneptivos, así como las diversas opciones de fertilización, hoy es posible que cada vez, más mujeres deciden ngendrar y ser madres con conciencia y planificación. Ergo, cada día nacen menos niñas(os) indeseados o imprevistos.
La maternidad no es un lecho de rosas. Social y culturalmente la madre, al permanecer más tiempo al cuidado y protección, es quién instala en la hija(o) las normas de conviviencia social y el autocuidado con estímulos, incentivos, límites, reconoconocimiento, apoyo a su individuación, hasta que adquiera la adultez, que es un proceso largo y complejo, lleno de aciertos como fracasos por ensayo y error.
Algunas madres cumplen este rol en situación de precariedad y pobreza, asumiendo simultáneamente otros roles para la sobrevivencia familiar, especialmente cuando son madres jefes de familia. Las hijas(os) no siempre logran la individuación, con madurez emocional, social y económica reproduciendo el ciclo de pobreza y maternidad en similar o peores condiciones que ella, en el peor de los casos la madre transformada en abuela extiende su rol de madre a la nieta(o) con el riesgo de producirse un círculo vicioso.
Otras madres logran sus metas como tal a medias, puesto que la hija(o), pese a su emancipación socio-económica, permanecen en su infancia y adolescencia emocional hasta que la muerte los sorprende, porque eligen y se acomodad en la victimización de su infancia anímica, responsabilizando a la madre o al padre antes de asumir la propia reedición.
Y están las madres que tienen éxito, donde la hija(o) toma lo mejor de su madre o elige ser su alter ego, reeditándose hasta rompen el círculo de vicioso, aprendiendo, corrigiendo e innovando la maternidad o paternidad en su propia experiencia. Son quienes hacen de un país una gran sociedad.
En esa línea cabe felicitar a mis
amigas, colegas y parientes que optaron por la reproducción con convicción, previsión
de la gestación y parto. Con conciencia del costo y la responsabilidad del rol subsiguiente de ser madreen este espacio, tiempo, condición y posición de ser
mujeres. Lo que no quita que la mayoría de nosotras(os) que superamos los cuarenta años somos en mayoría, producto del inacceso de nuestras madres a métodos anticonceptivos, especialmente si ocupamos el primer o último lugar en el número de embarazos. Por ese solo hecho y poder contarlo, debiéramos abrazar su sombra, como dice Carl Jung.
Ello no niega que acaecido el embarazo y gestación sea por accidente, previsión o no, la mayoría de las mujeres gestántes enfrentó este proceso con un 100% de exigencia bio, psico y fisiológicamente a lo largo de nueve meses. Tras el parto y sus estragos1 con el 75 % de amor y disposición (el 25% era la promesa de no volver a pasar por lo mismo), en contraste con un 100% de desconocimiento,
incertidumbre, miedo2 y las más en soledad -sin pareja o con pareja ausente- con la presión social y familiar al respecto.
Puesto que no
existía ni actualmente existe especialidad alguna que enseñe a ser madre, institución que sostenga y
apoye en situación de vulnerabilidad, en una sociedad de doble moral que
sublima y diviniza la maternidad3, mientras que usa esta condición, para reducir
derechos y/o perder las oportunidades de trabajo, estudio, desarrollo profesional, entre otros.
La maternidad como rol en nuestros tiempos, si bién cuenta con nuevos recursos como retos , se ha tornado en una labor cada día más exigente e incierta, en la medida que a los factores de socialización secundaria como la escuela, iglesia, vecindad y club, se ha sumado la tecnología y virtualidad con sus aportes y riesgos como el incremento de necesidades y estímulo a la satisfacción del placer. Mientras que en la estructura socio- política y cutural, se produce la profundización de la corrupción, el incremento del riesgo, el cinismo social y la devaluación de la vida.
Cada día ser madre nos enfrenta a la posibilidad de disfrutar plenamente de esta experiencia humana al ser una decisión más conciente. Al mismo tiempo que nos coloca al borde de la cornisa de perder a la hija(o) cuando menos se espera por impacto de una sociedad altamente mercantilizada, ficticia e invasiva. Simultáneamente estimula el sensacionalismo donde la muerte por negligencia, abuso, omisión, desprotección, indiferencia y desprecio de la vida es cotidiano.
Una sociedad que
grita: ¡Con mis hijos no te metas!, mientras obliga a las mujeres madres
proveedoras a tres meses de licencia por parto y lactancia -en el mejor de los
casos-, cuando lo mínimo que requiere un lactante es seis meses.
Una sociedad que
condena el aborto -cerrado los ojos a la práctica clandestina que enriquece un mercado negro-4 y con ello la muerte de
mujeres, en su mayoría ya madre. Tolera la violencia y violación contra las
mujeres, obligandolas a parir al fruto de la violación
por incesto, abuso cercano, asalto o víctima de conflicto armado y guerras, sean a mujeres, niñas y adolescentes. Y en el peor de
los casos, impide y/o dilata el aborto terapéutico de mujeres que corren riesgo de su vida con un embarazo complicado.
Una sociedad que
se desentiende de los las(os) hijas(os) de la violencia y violación, por incesto y delincuencia
en tiempos de paz. Y desde quienes tienen el poder de las armas y la fuerza en
tiempos de guerra. Dejando en mayor vulnerabilidad a niñas(os) indeseados por la madre y el indicador vivo del abuso e injusticia. A quienes se suman en este tiempo, las(os) sobrevivientes de la pandemia. Así como, las(os) huérfanas(os) de la inseguridad delincuencial, accidentes de
tránsito y en catástrofes en espacios públicos producto de la negligencia, corrupción5 y mercantilismo de la vida, arrebatando la vida de la madre y/o padre.
En un día como
hoy que se celebra la maternidad, me quedo sin palabras, para las madres,
esposas e hijas impactados por la violencia6 de los 49 muertos por el régimen de Boluarte que hasta estos
días se halla impune, a los que hoy suman los 13 vigilantes asesinados en Pataz y los omitidos por el silencio político. Las
105 víctimas del sicariato del presente año7. A las madres, hermanas e hijas de las 235 mujeres, 455 niñas y
adolescentes desaparecidas8, a las 778 mujeres víctimas de feminicidio entre
20207 y abril 20259,
La maternidad
llega a las mujeres por vías inesperadas según su ubicación, contexto, situación,
edad y contingencia. Asumiendo con amor el cuidado de un nuevo ser al inicio de
su vida. Cuando la tragedia detiene e incapacita al un familiar, generando dependencia
en cualquier edad, el cuidado se sostiene en la maternidad. Y al final de nuestros días, cuando el peso de los años nos
retorna a la condición temprana de cuidado, nos hacemos madre de nuestra madre y/o padre.
En este día, mi
admiración y congratulación a las madres solteras, quienes asumieron y aun asumen este rol sin
apoyo del padre y redes de soporte, enfrentando los retos del cuidado, formación
y emancipación de la prole, sin morir o perderse en el intento.
Mi respeto a
quienes se hacen por diversas vías y misterios de la vida, madre-hermana, madre-
tía, madre-abuela, madre- cuñada, madre-nuera, madre-suegra, madre-cuidadora,
madre-putativa y otras formas. Y a
quienes han adoptado a hijxs gatunos, perrunos y otros seres.
Mi aplauso a
quienes son madres y madrastas en pareja, compartiendo la aventura y ventura de
cuidar formar, guiar y amar compartidamente a la prole. En tiempos donde la
verdad, justicia, convivencia segura y bondad es cada vez un bien escaso y en
riesgo de extinción.
En medio de estos
hechos controvertidos, hacemos espacio por celebrar la maternidad que no ha
sucumbido en nuestros días, al peso de la inseguridad, violecia y corrupción. Transformándose en más exigente, angustioso y doloroso.
Un abrazo a cada una, en especial a las mujeres cuya maternidad siguen siendo
referencia, inspiración y regalo.
Subo en la estación de Cabitos, los asientos de espera están desiertos
como casi todo en la plataforma, miro el reloj marca las 22:22 horas y recuerdo aquel artículo sobre numerología donde se afirma que si vez este tipo de números,
es porque tu ángel o los ángeles quieren comunicarse contigo, intento recordar
que significa el dos[1] , para identificar en que sintonía podría producirse, al mismo tiempo que paseo la mirada por la estación y me siento.
Si mi lado de la plataforma está escasamente poblada, el
panorama del frente es cuasi desierto, diviso a una mujer solitaria vestida de casaca
roja y pantalón negro, de aproximadamente 50 años desplazándose. Mientras camina maniobra algo entre manos que me cuesta distinguir, hasta cuando se ubica donde la luz
ilumina sus manos, descubro en ellos un resorte de colores con el que
juega incesantemente, mi primera percepción es que se trata de un juguete que
sirve y divierte a toda edad, mi segundo
pensamiento es que aquella mujer ha descubierto un nuevo instrumento para des-estresarse
y mi tercer pensamiento lo vincula con los mensajes de los ángeles y me
pregunto sobre su significado.
Entre que lo pienso y vinculo, busco el celular para
registrar el hecho, justo cuando estoy a punto de capturarla, alguien se cruza y llega el tren. Logro una
pésima toma, pero suficiente para un registro. Ingreso al vagón, también cuasi
vacío a esas horas dos jóvenes me hacen espacio, me siento y miro a las cuatro
personas que tengo al frente, nadie me devuelve la mirada, todos(as) están
concentrados en sus smartphones.
Vuelvo a mi pensamiento,tratando de imaginar lo que
siente y piensa aquella mujer solitaria a esas horas en la estación mientras
juega con el resorte de plástico, aquello que ha vivido en el día que acaba, sin duda ella trata de mantenerse en control, ese tipo de resortes tiene voluntad propia y su color de arco iris me recuerda a la diversidad y su energía al libre albedrío, puesto que si dejas de poner atención y ritmo puede dispararse a cualquier lado, será eso el mensaje de los ángeles.
Sustrayéndome de mi elucubración metafísica me digo: “esto de atar numerología y mensaje
esotérico me lleva a lo inimaginable, poco puedes adivinar lo que no sabes al
igual que nada puedes controlar fuera de
ti o no se halle entre tus manos, como el resorte en manos de aquella mujer”.
Cierro así el misterio de la
estación de Cabitos. Sonrío mientras vuelvo a mis recuerdos de esa tarde.
Recuerdo, la alegría de Adriana su abrazo y celebración
cuando finalmente llegué a su casa, la performance y gentileza de Ramón a quien
conocí hoy; la sonrisa, el brillo de los ojos de Yolanda, su abrazo y deseos al
despedirse. Nos queda pendiente nuestra conversar sobre su lectura, de aquello que
dijo estar sintiendo, imagino que ha de ser lo mismo que yo sentí, extrapolando su lectura con la mía a 1993.
Mi recuento se detiene en el perro-nieto de Adriana y
Ramón, del cual no recuerdo el nombre, quien pese al esfuerzo de ambos abuelos y mi rechazo,
terminó por invadirme, suele sucederme siempre con niños y perros, los primeros
juegan con mi cabello y los segundos no se apartan de mi lado.
Este se metía entre mis piernas hasta que osadamente se trepó sobre ellos para pedir
que le comparta mi galleta con paté, estuve a punto de hacerlo,allí es como me enteré que un perro de hoy no
come comida de humano, sino alimentación procesada industrialmente, por
supuesto que comenté sobre los riegos de que sólo coma ese tipo de alimentos[2], conté
sobre las dos gatas de mi hermana que fueron afectadas de mastitis y tuvo que
dormirlas, con gran sufrimiento de ella, la veterinaria tras reconocer que se siguió
sus recomendaciones,tuvo que aceptar
que existía la posibilidad de que haya desarrollado el neoplasia por ello.
Por eso hoy, Rufo
sólo come la misma comida que nosotros, ergo incluyendo las frutas, las pepas
de la mandarina y naranja, helados y chocolate. Y por supuesto el pasto que
crece entre mis macetas, eligiendo aquel más fino con su olfato. El mercado distorsiona
todo, cuando se torna exclusivo, se imaginan que hubiera sido de los perros de
antaño si sólo hubieran consumido comida procesada, seguro que estarían
extintos.
El tren se detiene en la estación La Cultura, por arte de
magia el vagón está lleno, dos jóvenes de mi lado se levantan para ceder asiento a una mujer embarazada y otra con bebé. Cuando creo que ya no cabe un
alfiler, estamos en la estación Gamarra, pareciera que el vagón se ensancha y
las personas se apretujan, hay una mujer con un niño grande de unos cinco años que
mira por todos lados, la mujer joven de mi lado derecho se levanta, me corro a la
derecha para que la mujer con el niño se acomode.
A diferencia de aquello que suelo ver frecuentemente en el
transporte público, donde la madre o el padre entrega el celular al niño(a) para
que se entretenga y no moleste, esta madre conversa con su hijo, recordándome aquellos largos trayectos de los ochenta con mi hija y noventa con Rodrigo. Mi hija preguntaba mucho a diferencia de él me pedía
silencio, no legustaba llamar la
atención de pequeño, pero pronto se acostumbró y nuestros viajes eran de larga
conversa, información y formación según los trechos.
En este caso la madre intenta transmitir al niño la importancia y valor de la paciencia:
“Hijo has visto que, si tenemos paciencia, no necesitamos comportarnos como lo
han hecho las personas que se han ido en los otros trenes, vamos a casa no
tenemos apuro, igual vamos a llegar sin empujarnos y correr el riesgo de
hacernos daño”. El niño replica: “pero hemos dejado pasar no uno o dos
trenes sino cinco mamá, ¿por qué los otros no tienen paciencia?, ¿por qué mejor
no hacemos una fila?”. La madre responde: “eso sería bueno, pero no
podemos hacer que los otros se porten bien, sino nosotros portarnos bien,
entiendes eso”. El niño asiente: “Sí mamá, lo sé y entiendo, hay que
tener paciencia”.
Reglón seguido, cambia la conversación: “Mi papá me ha
dicho que mañana vendrá mi abuela y sólo se quedará diez días, ¿por qué tan
poco tiempo?, ¿por qué se tiene que ir tan pronto?”. La mamá responde: “Se tiene
que ir a ver y cuidar a tu primo”. El niño responde: “Sí, al apestoso”.
La mamá replica: “tu primo es pequeño no debes llamarlo así, él te quiere.”
El niño sonríe e insiste: “Es un apestoso, siempre se hace y encima cuando
le digo apestoso se ríe”. La mamá añade: “hijo tu primo está pequeño, no
entiende el significado de las palabras, sólo responde al sonido, pero tú sabes
que eso que le dices es un insulto, no lo vuelvas a hacer”. El niño queda
un rato en silencio, luego replica: “Por qué mi abuela se tiene que ir tan
pronto, yo la quiero, la extraño, quiero que se quede siempre conmigo…”, y rompe
en llanto.
A mí se me estruja el corazón, también soy abuela, vuelvo la
mirada hacia mi derecha para no conmoverme más y me encuentro con el rostro familiar de la mujer
sentada a mi lado, quien me comenta: “Que mal, hoy los niños nos
llaman a secas abuela, para mí eso
es una falta de respeto y cariño”.
Yo pregunto: ¿Usted tiene nietos?, ella
me responde: “Sí tengo un nieto, pero el me llama abuelita. Yo me encargo de él”. Repregunto: ¿Lo cuida al igual
que a este niño, quien ama a su abuela y llora porque no se quedará mucho
tiempo con él? Ella responde: “Él tiene 14 años, yo me encargo de él, desde
que era un bebé”.
Pregunto nuevamente: ¿Sus padres trabajan y no tienen
tiempo? Ella responde: “No, yo me encargo de él porque su padre se fue y no
le importa, mi hija es mala a ella tampoco le importa su hijo, mi nieto llora y
sufre por ello. Mi hija no era así, desde que consiguió a su segundo marido no
le importa mi nieto. Mi nieto siempre me pregunta por qué a él no lo quieren
sus padres. Cuando le reclamo a mi hija ella dice: «Mamá que más quieres, él te
acompaña, debieras pagarme por ello». Es desvergonzada, inconsciente. Yo le digo a mi nieto que no
sufra, porque su mamá lo quiere y su papá también, solo que lo dejan conmigo
porque no quieren que esté sola”.
La miro, mientras muchos pensamientos y recuerdos se agolpan
en mi mente, el problema recurrente de padres
y madres presentes pero ausentes ocupados en proveer, acumular,
perfeccionarse profesionalmente, mientras se pierden lo mejor del tiempo de construir la
relación con hijos(as), quienes crecen deseando el afecto, abrazo, consuelo y
ejemplo de sus padres que sólo se han tornado en progenitores proveedores.
Madres y padres inconscientes, que concibieron al hijo(a) tras
una noche de copas, una noche loca, al despertar decidieron que debían
tenerlo(a) conviviendo con el padre o casarse, mejor si se produce esto último, ocasión de gran celebración y muchos
invitados, son muy frecuentes y en toda las clases sociales, sólo basta mirar las bodas con vestido de blanco y maternidad notable.
Madres y padres
inmaduros, cuyas metas no habían remontado al de sus abuelas(os), madre y
padre, como era llegar al matrimonio y tener hijo(a), tener una casa, un
empleo, un carro, vivir y ser felices. Impacientes por exhibir su “éxito” a los
suyos; despertados por el baldazo de una sociedad de mercado donde por mucho
que se esfuercen eso no es posible antes de los cincuenta, menos si sólo uno
(él o ella) es proveedor(a) de ingresos al hogar tensando las relaciones y sus vidas.
En un contexto donde las mujeres tienen derechos reconocidos
y protegidos, la insuficiensa o
inestabilidad de ingresos en el hogar, las arroja a trabajar en el mercado estén preparadas para
ello o no, constatando que sus ingresos mayores o iguales a las del
marido, no sólo es insuficiente sino inequitativamente destinado al hogar, el 100% de ella y del 60 a 70% de él, quien a diferencia de ella, no ha renunciado a ser, tener una
vida que va más allá del hogar y el trabajo.
Personalmente pienso que él mantenga un espacio personal, no es el problema, sino que la mujer renuncie por su lado a su condición de ser social: sus pares, parientes y
posibilidades de seguir creciendo personal y profesionalmente. Suele suceder que este tipo de problemas, es tambien advertido
por el varón respecto a su pareja centrada en sí, revirtiéndose los papeles.
De no resolverse por negociación, consenso yacuerdos periódicos, hasta
consolidarse como pareja y familia, se crean las condiciones para el conflicto de intereses y necesidades, que se resume legalmente en incompatibilidad de caracteres, traduciéndose en agresión y violencia; el miedo junto al
conocimiento de derechos hace que el siguiente paso, sea la denuncia y renuncia al proyecto de pareja. Si la
mujer rompe con el miedo y el hombre acepta que se acabó el respeto y amor, se
produce la separación y
desmembramiento familiar.
En todo este proceso hijo(s) e hija(s) sólo son un producto en
disputa para medir quien tiene poder, pero tras la decantación del
mismo, suelen terminar en algún lugar, siendo menorla posibilidad de integrarse a una de las dos
nuevas familias que emprenden padre y madre, cada quien por su lado. Frecuentemente
allíno hay cabida para hijo(s) y/o hija(s) del
primer matrimonio o ensayo de familia. En casos excepcionales, donde son
acogidos, se inicia un nuevo proceso de
dolor y sufrimiento de ser hijo(a) del otro(a) que los torna iguales o peores
que sus padre y madre, generándose un sinfín de conflictos, claro que hay casos
sui géneris, donde los hijos(as) del primer matrimonio o compromiso ganan
nuevos padre y madre, su mundo se amplia y son felices, pero ese no es el punto de mis pensamientos en este momento.
Y están los huérfanos,
cuando culminó el ciclo de vida de los padres que no coincidieron con el suyo.
Pero también aquellos que fueron arrebatados por la violencia social, política
y cultural: a) huérfanos(as) sobrevivientes de la violencia política en
un país que atravesó por ella durante más de dos décadas, sin que la misma haya
desaparecido hasta nuestros días. b) huérfanos(as)
por accidentes, cuyos padres mueren atropellados, volcados o chocados
durante un viaje, c) huérfanos(as) por la convivencia social insegura,
violenta, sin límites donde el otro es transformado en cosa siendo asesinado(a)
en un asalto, secuestro o bala perdida; d) huérfanos(as) de la represión, cuyos
padres salieron a protestar por el avasallamiento de sus derechos y pagaron su
osadía con la vida y e) huérfanos(as) por efecto del feminicidio que les
arrebató a la madre por manos del padre, convirtiéndolo en fugitivo o condenado
a la cárcel tras su crimen. En el Perú para noviembre del 2019 asciende a 149 casos[3] en
tanto que el histórico entre el 2004 y 2018 suman 1,803 casos[4], se
desconoce el número de huérfanos(as) que han de ser mayores a 1852 y la secuela
de los hechos en sus vidas es una incógnita.
Y está la orfandad por padre/madre ausente, es cuando, surgen las madres sustitutas[5],
mujeres que son a la vez abuelas, tías, hermana mayor[6], trabajadora del
hogar bajo la figura de trabajo a todo servicio o sólo "nanas" para el cuidado
del niño(a) y hasta la vecina de barrio o piso del edificio, se transforman en sustituta de la madre, como referente de refugio
y protección a cuyas manos van a parar hijo(s) o hija(s). Cuando deja de ser un rol rentado y permanente, se transforma en una nueva responsabilidad principalmente de mujeres con hijos(as) propios o no, renuncian a su maternidad de ese nuevo hijo(a) putativo explícita o implícitamente, puesto que la madre y/o el padre biológico están ausente por orfandad/abandono, asociado frecuentemente a que no fueron planeados, sea porque no evaluaron las implicancias de tener un hijo(a), ni tomaron medidas anticonceptivas o por efecto de la violencia y violación.
Las madres sustitutas o putativas[7]que no llegan a ser totalmente la madre,
puesto que la autoridad como la patria potestad sigue en manos de ambos progenitores ausentes, real o simbólicamente. Asume ese rol mediado por la ilegitimidad e
informalidad, movidos por el amor, el desprendimiento, el sentimiento de culpa por la conducta de su hija(o) con quién "fracasó" en educarlos como buenas personas o la resignación a
ser el referente temporal e invisible del hijo(s) o hija(s) putativo(a) porque
no queda otra, sin procesar en ese instante el costo de su invisibilidad, el
desconocimiento social, económico, cultural y político asociado a su rol.
Ninguna madre sustituta, si es trabajadora
dependiente, recibe el reconocimiento de la carga familiar, pero ello sí
sucede con el padre o madre en la misma condición, ejerza o no ese rol, conozco muchos casos así[8]. Tampoco tienen acceso a beneficios sociales de
los mismos cuando estos crecen y a su vez son trabajadores dependientes. Menos aún heredar por oficio si la madre sustituta no ha testado expresamente al respecto[9],
peor aún si la hija(o) putativa(o) fallece la madre sustituta no tiene derecho a decdir sobre sus funerales, a
heredarlo(a) ni hacerse cargo del hijo(s) hija(s) en orfandad.
Así es como la maternidad sustituta,
pese a ser largamente extendida a lo largo de nuestra historia y sociedad, es una práctica
que en el fondo nos avergüenza e interpela como sociedad, de modo que lo guardamos bajo la
alfombra, cubrimos con un velo a veces levantado por un hijo(a) putativo(a)
cuando la misma fallece, es fácil identificar cuando alguien dice o escribe "Mi abuela fue mi segunda madre, o mi abuela me crió" "Yo tengo dos mamás, mi tía y mi progenitora", "Mi hermana fue en verdad mi madre, porque ella me crió", "Mi nana me cuidó toda mi vida. Negamos socialmente la maternidad sustituta, porque tira abajo, la sublimación de la
maternidad, la solidez de la institución familiar abstraída a la condición de
familia nuclear integrada y sostenida por el padre, la madre e hijos(as).
Todas estas reflexiones surcaron por mi mente como pantallazos de ideas, que he desarrollado con algo de detalle ahora que escribo
al respecto, para que se entienda mi respuesta a aquella abuela ymadre sustituta:
“No le mienta a su
nieto, si en verdad lo amas, dígale siempre la verdad por muy dolorosa que esta
sea, una abuela sabe cómo envolver las palabras de modo que no duela más de lo necesario, al mismo tiempo lo forma como persona consciente, recíproco, seguro, fuerte y firme.
Evite que el dude de
sí mismo, negando aquello que percibe y siente, afirme su autoestima
haciendo que su verdad le permita ser libre, dueño y responsable de sus actos y
su futuro.
Su nieto necesita ser
consiente, de su situación para vivir con ello, si bien no tiene a una madre y
un padre que lo proteja, tiene a una abuela que sí lo hace, hay quienes les
toca luchar solos en la vida para sobrevivir y se transforman en grandes
personas, él la tiene a usted.
Usted conduélase por
su hija, porque todo lo que se hace se paga, ahora más temprano que tarde,
perdónela y olvídese de ella para que su recuerdo no dañe la relación con su
nieto y perdónese a sí misma, por haber contribuido para que su hija sea la
persona que es hoy, cosa que ya no puede modificar porque depende de ella y no
de usted.”
Ella me mira con los ojos brillantes por el llanto y responde: “Gracias por sus palabras, siempre tengo
sufrimiento por mi nieto”.He llegado a mi estación, me despido y avanzo
en el mar de gente para abandonar el vagón.
Mientras pienso en la necesidad, que estos seres sufrientes en su condición de hijo(a) putativo y una madre sustituta, tengan
conciencia de ser diferentes a sus progenitores, se desprendan del sentimiento de culpa en su futuro rol de hijo(a), tomando distancia de su
relación parental con la madre y el padre biológico, que les permita comprenden y actuar con justicia, en la complejidad de las relaciones de pareja entre hombres y mujeres de
nuestra sociedad en general, de sus padre y madre en particular.
Sólo cuando logran descubrir y aceptar que son mucho más que hijo(a), con una
herencia o carencia de afectos percibidos como “naturales” sino en una relación
de maternidad gratuita, basada en su condición humana que lo sitúa como uno más
e igual a todos(as), con valor en sí y para sí, se habrá aceptado y asumido, pero principalmente dejarán de sufrir.
Cuando comprendan que no toda maternidad es sublime sino un aprendizaje
y opción, que no hay “naturaleza materna” ligadaa la concepción, embarazo y parto; sino a la asunción del cuidado de
otro ser por su condición humana, aquello que hace que una mujer se haga cargo
de su maternidad aprendiendo y desarrollando el cuidado, crianza, sustento y
formación del hijo(a), independiente de la presencia o ausencia del padre.
Cuando reconozca que no toda paternidad es responsable,
amorosa, constructiva y proyectista como sucede con los padres conscientes de
ello, o con el patriarca, que busca trascender su propia vida y ambiciones de
poder a través de su(s) hijo(s) para que su legado perviva y que su(s) hija(s) alcancen matrimonios sólidos sin posibilidad de divorcio en su interior,
asegurado de ese modo que su linaje se perennice en el tiempo.
Cuando él o ella se visualice en el tiempo, que en algún
momento decidirá ser padre o madre, con capacidad para reeditarse y ser lo que
él o ella esperaba de su padre y/o madre,les permitirá tomar con ambas manos, su papel de hijo(a) putativo, y con él,
aquello que le la vida le ha dado, valorando laoportunidad de tomar lo mejor que le
ofrece, para transformarse en lo quequiere y decide ser, desprendiéndose del
dolor de aquello que no tiene, porque no existe. Tampoco puede obtener y menosresolver, porque el amor se da y
acepta, pero no se puede mendigar, pedir, exigir, demandar ni comprar.
El tren se detiene, desciendo del vagón y siento que una
mano me coge del brazo, es la abuela y madre sustituta del nieto, quien me dice:
“de tanto conversar, no me di cuenta que también me bajo en esta estación”.
La miro de pie y
descubro la razón de mi sensación de la familiaridad en su rostro, mientras le digo: “Sabe
usted se parece a mi amiga Isabel que descansa en paz y siempre me acompaña”.
Advierto que sus pasos son inseguros, cojea del pie izquierdo. La sostengo del
brazo y caminamos hacia el ascensor, mientras ella me dice: “Sabe me ha aliviado
el corazón, no suelo hablar de mí, pero esta noche en especial, estoy muy
triste. Yo soy una empresaria de Gamarra, he sacado adelante a mis hijos sola,
mi marido se fue con otra y nunca se hizo cargo de mis hijos. Crié bien a
todos, ellos no quisieron estudiar así que les di un puesto a cada uno para que
trabajen, pero hoy en especial me siento tan mal porque mi hijo varón a quién
he dado tanto me maltrata”.
Hemos bajado del ascensor, mientras escucho su confesión:
“Mi hijo me ha hecho no una sino con esta tres veces, la primera le puse un
puesto y lo dejó, porque me dijo que quería coser y producir; para eso le pagué
la mejor escuela de formación que hay en Gamarra, aprendió bien y mucho cuando
empezó a coser tenía bastante trabajo y era bien buscado. Pero él quería lo
suyo, así que le di nuevamente un capital, le compré máquinas y no sé qué hizo
y lo perdió todo nuevamente. Esta tercera vez, yo había conseguido un préstamo
para mejorar mi empresa, él me dice: «Mamá, dame a mí, yo lo voy a invertir y trabajar mejor ese capital, ya
no trabajes sola; trabaja conmigo». Yo una vez más le creí, tonta de mí, le di los
noventa mil dólares y ahora el me maltrata peor que a todos sus trabajadores”.
La miro en silencio y descubro en esta mujer de unos sesenta años, con
ojos grandes y negros, nariz aguileña, cabello profundamente negro y tristeza mayor
en el rostro, de quien no sé más que aquello que cuenta, a muchas mujeres
que aman demasiado.
Algunas se encuentran atrapadas en una relación tóxica de
pareja donde son estafadas, abusadas, maltratadas, devaluadas en su amor propio
y dignidad, sin lograr desapegarse de esa relación. Otras como ella, son mamás gallinas, que viven esa misma
experiencia en la relación con sus hijos(as) quienes las succionan, desangran,
desnudan y degradan, hasta arrebatarles el alma, sin importar lo que piensan,
sienten y sufren.
La miro, escucho y siento dolor en el alma, nos detenemos en la
explanada, ella sigue desgranando todo lo que sufre, dejo que se desahogue
puesto que sacar aquello que nos entristece, adjudicándole nombre nos descarga,
libera y permite recuperar fuerzas para no desfallecer.
Me dice finalmente: “usted creerá que soy una mala madre
y una empresaria tonta, pero en verdad no lo soy, sólo que esta noche estoy
profundamente dolida”. Respondo que no importa lo que yo piense, sino
aquello que ella misma piensa de sí. Pero si a ella le importa saber que
pienso, se lo diré:
“Al igual que muchas madres solas, usted trató de hacer y
dar lo mejor que pudo a su hijo e hija, sin embargo, no les enseñó a ser
recíprocos con usted mostrando que también era un ser humano, no expresó sus
necesidades, sentimientos y debilidades, sólo el poder y el hacer que había
aprendido en un mercado brutal como competitivo que es Gamarra. Ellos hoy
intentan ser usted y superarla, pero en menos tiempo y con mayores sacrificios
como logros de aquello que han visto, no importa si la sacrifican a usted o su
nieto, usted les ha facilitado todo para que esto suceda.
El problema lo ha identificado usted misma, no es mala
madre en el sentido que lo dice, sino en que sigue siendo madre aun en el
terreno empresarial donde le toca ser socia, si usted le hubiera dado ese monto
de dinero a un socio cualquiera, otro sería el resultado, su percepción y
estado actual.
Como dice ha sido una decisión tonta por tres veces, no
porque usted sea tonta, puesto que todo este tiempo ha salido adelante como empresaria sola, sino porque en su
decisión ha pesado su maternidad. Si hubiera realizado todo lo que ha hecho con
su hijo con otra persona, habría tomado precauciones y medidas para correr el
menor riesgo”.
Sonríe la tristeza se ido de su rostro, me coge el brazo y dice: “Es un ángel, acabo de
darme cuenta que en realidad solo estoy pensando como madre y sufriendo como
tal, cuando mi problema es de empresaria y socia. Sólo pensé en la ingratitud de mi hijo, su desprecio y maltrato y no me he puesto en mi lugar ni mis derechos, eso no se
lo he permitido nunca a nadie, me siento destruida porque no tengo como
reclamarle formalmente”.
Sonrío a mi vez, el ambiente se torna cálido, la cojo una
vez más del brazo y le digo: “Ya ve
cómo las cosas cambian si lo mira desde otra posición, usted puede resolverlo,
primero colocando en su lugar a su hijo.
Si no logra que entre en razón, puede usted volver a
empezar, aprendió la lección ya no cometerá el mismo error por una cuarta vez,
porque sabe cómo hacerlo, no pierda su dignidad, ni sufra en una relación donde
no puede cambiar las condiciones, depende de usted ser lo que decida ser”.
Me agradece nuevamente, nos abrazamos como si fuéramos las
mejores amigas de toda una vida, la veo alejarse con más seguridad en sus pasos,
no le pregunté su nombre, tampoco ella sabe el mío, es lo que menos importa, no es la primera persona con quien
tengo confesiones y confidencias tan profundas, a quién no volveré a ver.
A
veces metafísicamente pienso que soy una sacerdotisa de muchas vidas o como diría mi amiga Gloria una sanadora, en otras que el universo me permite ir cerrando pendientes en el momento, lugar y seres que menos conozco, pero mi
conciencia racional y lógica me recuerda que suelo ser una terapista ad honorem al paso.
Pueda que sea todo a la vez, mientras camino caigo en la cuenta que ciertamente esta noche los ángeles se comunicaron conmigo, más concretamente, mi ángel Isabel Inca, quién me juntó a esta mujer en el tren poco a poco, para que espantara su sufrimiento mientras me confirma el camino, las cosas y metas correctas de mi ser y hacer, hoy y mañana. Sonrío esta vez para mí, hay aún luna llena, cerré mi 30 de noviembre redondo, camino ligero y me siento feliz, como no serlo tras tanta magia de vida.
[5]
También hay escasos padres de hombres que cumplen este rol siendo principalmente
el hermano mayor o abuelo, suelen ser casos excepcionales.
[6] En
el país, el caso de hermanos(as) mayores haciéndose cargo de los menores
independiente de los padres ausentes o presentes, es muy extendida pero
escasamente estudiada pese a que en muchos casos este no se restringe al apoyo
económico sino afectiva, moral, social y espiritualmente. Por cuanto merece un
tratamiento específico que en mi caso abordaré en otro momento.
[7]
Termino que significa como propio a algo que no lo es por quien lo ostenta o
aquel que le atribuye. Por cuanto, “Putativo”
es un adjetivo que se emplea cuando las personas califican a un individuo como
algo que en realidad no es, “hermano putativo”; “tío putativo”.
La palabra putativo deriva del latín putatīvus, que indica
ʽreputadoʼ o ʽconsideradoʼ. En este sentido, cuando una persona denomina a
otra, por ejemplo, como su “padre putativo” o “abuela putativa”, le está
confiriendo una cualidad que en la realidad no tiene.”, https://www.significados.com/putativo/.
[8]
Cobran beneficios sociales a nombre del hijo(a) de quien no se hacen cargo.
[9] La
madre o el padre del hijo(a) putativo, que es hijo de la abuela o hermano(a) de
la tía tiene derecho a heredar antes que el nieto(a) o sobrino(a).
Si bien a partir de 1975, se ha intensificado el
reconocimiento y conquista de los derechos de las mujeres negados durante más
de XIX siglos, se producen dos tendencias opuestas en el planeta: por un lado,
la resistencia y vejación de las mujeres negándoles sus derechos y por el otro,
el nacimiento de mujeres con derechos las coloca ante un escenario donde el
límite es el infinito.
Siendo el papel de las instituciones, la cultura y el
Estado, claves para facilitar o retardar los procesos hacia el ejercicio real
de los derechos de las mujeres, en tanto que las mujeres del nuevo siglo están
decidas a no retroceder en aquello que asumen como natural sus derechos a ser,
hacer y estar.
Estado, Instituciones y Cultura
La mayoría de sociedades apuesta por la democracia como espacio de ejercicio de
derechos, obligaciones y libertad. Por cuanto, asumimos que la esclavitud como
sistema social está abolida en cuasi todas las sociedades del planeta, pero cada
día hallamos en las redes, que muchas mujeres son privadas de su libertad con
engaños o por la fuerza, ensanchándose el delito de trata[1], constituyéndose
en una de las líneas de delitos transnacionales, que para su erradicación, requiere de la cooperación entre países de
origen y destino[2]
para su erradicación.
Mientras se crean las condiciones para la cooperación y concertación internacional, seguimos
siendo testigos de situaciones de esclavitud y comercialización sexual[3],
bajo un contexto de doble discurso y práctica de los Estados, quienes proscribe
la prostitución persiguiendo a las mujeres que lo ejercen, mientras no hacen
nada por erradicar su consumo. Los clientes no sólo son libres sino estimulados
al consumismo sexual a nivel local, nacional e internacional, bajo la figura de
turismo sexual de niñas(os) y adolescentes[4],
allí no hay diferencia ideológica, política ni de Estado, todos los países se igualan como ofertantes y
consumidores.
En tanto que bajo el manto cultural, persisten diversas creencias
como prácticas sistemáticas de mutilación a sus cuerpos[5]. Se
practica la ablación femenina (eliminación del clítoris)[6] en
otros la mutilación senos y/o cosido de la vagina[7]
con el propósito de negarles el placer sexual.
Delitos como el adulterio tolerados a los varones, son
causal de sentencia a muerte lapidaria[8],
así como la cruel eliminación de la niñez y hasta vida con matrimonios
arreglados entre niñas y hombres adultos, que termina con la muerte de las
mismas en su noche de bodas[9] o posteriormente
debido a complicaciones de embarazo de alto riesgo al ser niña madre.
Sin embargo
estas prácticas no sólo se producen bajo el manto cultural, puesto que allí
donde no sólo está prohibido sino penado, las niñas son objeto de abuso sexual
y/o violación dando paso a situaciones de madres-niñas como resultado de estos
hechos. Sin ir muy lejos en el Perú, este
mismo 8 de marzo, de conmemoración del día dela mujer, se produjo la muerte de una
pequeña en el Hospital de Ica[10].
Millennials, Centennials y derechos de las mujeres
En el otro extremo, la presencia cada vez más notable de hasta dos generaciones de mujeres nacidas
en y con derechos. La generación de las
Milllennials (nacidas a partir de 1980)[11] y
las Centennials (nacidas a partir
del año 2000)[12].
Pese a las especificidades y diferencias de cada generación[13] no
quepa en su imaginario dejar de ir al colegio por ser mujer o por esa misma
razón estar impedidas de: acceder a
un puesto de trabajo, una especialidad profesional, decidir cuándo y cuantos
hijos(as) tener, transitar en el espacio público sin compañía de día o de
noche, tener en su cuenta en el banco, elgir y frecuentar amistades de mujeres
como hombres, adquirir una propiedad a su nombre, heredar, vestirse como mejor
le plazca y acomode, hablar en primera persona, escribir sin necesidad de un
seudónimo, tener un hijo(a) o no tenerlo, casarse o permanecer soltera, tomar
decisiones, impulsar y desarrollar empresas y más[14].
En una palabra, las luchas sostenidas por las feministas
desde siglos atrás, con sus altas y bajas, aciertos y desaciertos,
evoluciones e involuciones, claros- oscuros; han logrado conquistar derechos en
beneficio de todas pero principalmente de un importante sector de las mujeres alrededor
de los 39 años por haber nacido con
derecho, mientras nosotras, lo hicimos en tiempos donde no
sabíamos, que teníamos derecho a tener derechos[15].
Las diversas realidades expuestas y compartidas por las
mujeres, hacen que muchas jóvenes de la era actual, se asuman feministas en
busca de justicia ante tanto terror, transformando su vida cotidiana en una
lucha constante. En escenarios donde invierten coraje, valentía y empoderamiento, redinamizando un
movimiento a lo largo como ancho del país[16] y
todo el planeta[17].
También en estos mismos escenarios, se reconvierten a favor
de la vida de las mujeres, la agenda de mujeres organizadas. Quienes en sus orígenes se unieron para cumplir roles social tradicionalmente establecidos, descubrieron en ese proceso que como mujeres las
asemejaba los mismos problemas y padecimientos de género[18], tanto
victimas como sobrevivientes.
Lo más notable de estas dos vertientes, el feminismo y las
mujeres organizadas (zonas urbanas populares, campesinas, indígenas amazónicas e
indígenas andinas), es que hasta el
2010, funcionaban por cuerdas separadas, hoy han convergido en una agenda en
común como es la lucha por erradicar la
violencia contra la mujer y las prácticas de discriminación.
Para quienes reflexionábamos a finales de los noventa sobre
el panorama desolador, acerca del feminismo y su futuro, puesto que el movimiento
de mujeres feministas de los sesenta, setenta y ochenta, se habían
institucionalizado, sin un trabajo de
transición de las luchas a nuevas parecía condenado a desaparecer. Claro que en
1996, no contábamos con la revolución que se produciría con el acceso a la
información y tecnología de las mujeres apenas cuatro años siguientes.
La lucha por el cuerpo, vientre, libertad y vida de las
mujeres desde una perspectiva de género, se ha
ensanchando en alianzas con
hombres e instituciones que rechazan la violencia a nivel del país y la
comunidad internacional[19].
Pero como todo cambio no es lineal ni abrupto, las mujeres nacidas con derechos conviven
con aquellas que desconocían sus derechos,
en tanto que al centro se sitúan aquellas que lograron conquistarlos, con tanto
temor que se aferran a las cuotas de poder alcanzados[20],
siendo lento y cuasi dolorosa la transición como transferencia. Experimentando
en su conjunto procesos simultáneos de evolución e involución, que en algunos
momentos son de inamovilidad y otros de fuerza incontenible, mientras se
implementan estrategias de lucha periférica o centrales, usando prácticas
endógenas[21]
como exógenas[22]
y en algunos casos adquiriendo fuerza centrípeta[23] o
centrífuga[24].
[21]Creando contenidos, estrategias, tácticas y agendas desde un centro que nuclea
la agenda, movilización, organización y lucha, un ejemplo es el Canto a la
Vida.
[22]
Acogiendo las iniciativas, propuestas, agendas prácticas que vienen de fuera,
un ejemplo es el 8M.
[23]
Fuerza centrípeta, se refiere a la fuerza cuya dinámica o movimiento integra y
atrae a todo los elementos en rededor o adyacentes al centro.
[24]
Fuerza centrífuga, a diferencia de la centrípeta, no atrae ni contrae a los
elementos, sino los separa y expulsa hacia afuera.