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martes, 16 de abril de 2019

ENTRE EL CELIBATO Y PEDERASTIA


Tras mi peregrinar por credos y religiones a lo largo de mi segunda vida -considerando que cada una de ellas tiene ciclos de siete años-,  me detuve en ese entonces en aquella que  mis padres me heredaban, donde fui bautizada y encomendada a la santa de mi madrina, en la semana que siguió a mi nacimiento, porque no pasaría de ella.  Por cuanto soy Católica por opción, convicción e iniciativa de mis catorce años, donde hice simultáneamente mi primera comunión y confirmación, eligiendo la iglesia, el proceso de preparación y la madrina, sin ocupación ni presión de mis padres o inversión de conversión de la iglesia como institución.

A diferencia de muchas personas que buscan su espiritualidad cercano a la muerte y por temor a ella o sólo por el peso de sus “pecados” y las  ganas de depositarlo en algún lugar o responsabilizar a un  ser supremo de su destino,  yo lo inicié aproximadamente alrededor de mis seis años, tomada de la mano de mi tía abuela Rosa Herrera.

En aquel entonces,  mi posición de exclusividad como ombligo del mundo fue trastocado, había nacido mi hermana Lucy,  por tanto dejé de ser el centro en la vida de mis padres, así que mi abuela Rosa era mi refugio, especialmente los fines de semana. Por su lado,  ella había iniciado el proceso usual, tras la búsqueda de su espiritualidad, así que por esos abismos y puentes de encuentro intergeneracional, recorrimos juntas las iglesias protestantes, nos asomamos a las sectas y hasta los círculos de oración.

Mi abuela se detuvo en la biblia, cuando bordeando los setenta años aprendió a leer. Pienso que se habría agitado y conflictuado menos, si hubiera decido aprender a leer antes de su incursión por todos los credos, hasta que finalmente se libró de todas las religiones, siguió a su propio corazón y divinidad. Mientras esto sucedía con mi compañera de viaje espiritual, yo seguí en mi búsqueda, inclusive después de declararme católica. Hoy estoy cercana a mi abuela, gracias a ella, requerí menos de la mitad de su tiempo para comprenderlo.

Cuando alguien me dicen lee la palabra de Dios, suelo mirarla con conmiseración pienso y me digo en silencio: “Si supieras que he leído desde mis seis años, todas las traducciones, incluyendo las apócrifas”. Sucede que durante el peregrinar de mi abuela, me pedían leer por ser la única de mi edad que lo hacía con propiedad y también porque muchos de los(as) participantes no sabían leer tal y como mi abuela. En tanto que yo aprendí a los cinco, al igual que mi niña Puñuy, luego  leería con avidez la biblia, y más adelante, participaría de muchos curso de teología.

Un tema que he discutido largo, con más de un amigo sacerdote y monja, especialmente entre mi adolescencia y juventud, fue el cuestionamiento a sus votos de castidad y/o sometimiento al celibato,  sobre esa renuncia “voluntaria” a ejercer su sexualidad. Lo hice gracias a mi privilegiada cercanía y posición irreverente,  mi observación de hechos,  vidas y haceres compartidos. 

Solía preguntaba porqué y cómo canalizaban su  natural  y humano líbido. Hoy debo reconocer que sólo debía pensaren aquello que sucede en la convivencia militar allí donde los hombres se juntan poniendo siempre a prueba su virilidad y estereotipo, abusando del más débil, aquel que no cubría los atributos del macho fuerte.
La pederastía(1) como práctica sistemática al interior de la Iglesia Católica (IC)  nos mueve y remueve, por su implicancias y significado, su desborde es cual huayco que arrasa con todo,  sea por el lado personal de los(as) involucrados(as), como por el colectivo, social e institucional. Mostrándonos cómo se entronca la subordinación de la sexualidad al poder de la religión, en manos de una secta, alta y efectivamente organizada para la satisfacción de sus fines.

Ese binomio poder  y sexualidad, puede crear y recrear monstruos aberrantes, en las instituciones religiosas encerrarlos bajo siete llaves, encubrir y tolerar monstruosidades de la puerta para adentro, en tanto que desde un púlpito o la puerta para afuera, se condena el ejercicio sexual libre y diversa como seres humanos que existen en la tierra.

Casi adolescente me di cuenta de la humanidad de mujeres y hombres tras los hábitos. Sólo tenía 10 años cuando un monje franciscano fue a realizar su labor de profeta a mi colegio, era muy  joven posiblemente alrededor de los 25 años; pronto fue rodeado y acosado por las chicas de quinto,  el pobre no sabía cómo sortear esos momentos mostrando en el rostro el cambio de colores igual que un camaleón.  En casa me habían enseñado que los curas eran santos varones a los que se debía respeto y obediencia que constataba en la realidad que no era así, para mí  un monje era igual que un cura u obispo, porque todavía no diferenciaba un hábito de otro ni jerarquía alguna. 

Observar el comportamiento de aquel fraile y mis compañeras mayores, unido a mi mirada deambulante por otros credos me hizo suspicaz y menos crédula, aterrizando pronto en el convencimiento que no eran santos ni diferentes a todos(as), salvo sus trajes incómodos hasta los pies. No terminaba de comprender, porqué  si tanto criticaban que las niñas usáramos pantalones (en aquel entonces), los curas usaran sotanas cual vestido largos de mujeres  y los tomaban por santos. Tiempo después, lo poco que quedaba de la aureola mística de los curas, se me diluyó cuando leí la anticlerical novela Flor del Fango del José María Vargas Vila (1895)[2], que hallé en la basura sin pasta y faltando algunas hojas iniciales.

Más adelante cuando me hice  parte de la gran comunidad cristiana de San Cristóbal que en ese entonces  involucraba todo San Juan de Lurigancho y parte del Rímac,  donde Gustavo Gutiérrez y compañía desarrollarían la Teología de la Liberación,  observé como los curas  entre broma y broma se toqueteaban con algunas laicas y monjas, pareciéndome cada vez más humanos y menos alados. 

A ello se sumó que en cuarto y quinto de secundaria, nos enseñó el curso de religión una monja, que era mejor artista cantando y bailando el flamenco que profesora de religión. Cuando tenía oportunidad le preguntaba por qué  seguía de monja, ella respondía: “Porque amo a Dios y estoy casada con él”, yo insistía: “¿Lo has visto o sentido alguna vez?”, ella decía: “Todos los minutos de mi vida”, sonreía y se alejaba, en tanto yo me seguía preguntando cómo sería eso de amarse sin tocarse. Aun hoy me sigo preguntando, respecto a los casos de amores virtuales.

En la parroquia discutía con los seminaristas, diáconos y curas, cómo se sentían con su voto de castidad, por qué los hermanos nunca llegarían a ser sacerdotes, las monjas no podían hacer misa, porqué se tenían que ir de un lugar a otro y no tenían idea de dónde envejecería. Algunos me eludían con evasivas, otros me sonreían  y muchos se refugiaban bajo el concepto de vocación y también había quienes sólo me miraban con sospecha.

Cuando conocía Rosa Dominga en su trabajo con las prostitutas, declarada feminista y me asomó a los primeros escritos colocando el dedo sobre la llaga; junto a la masiva fuga de los seminaristas  jesuitas, curas que hacían misa y algunas monjas  entre 1978 a 1985, para sumarse a los partidos de izquierda, la educación popular, fundar o cofundar  las primeras ONG, estuve convencida que la enajenación de la vida sexual, familiar  de monjas y sacerdotes era insostenible.

Hasta inicios  de los noventa, insistí en aplicar el análisis social a las instituciones entre ellas la iglesia católica, y por ende, la necesidad del cambio en sus políticas, estaba convencida de la impostergable su democratización. Mi convencimiento creció, cuando fue esclareciéndose el papel de la Iglesia Católica en la vida política y el poder con la actitud, opinión y práctica del ex Cardenal Cipriani[3], se me antojaba cada día más castrense, más hipócrita e incoherente en su cúpula, mientras los de abajo tenían vidas uniformes, de privaciones y parecían mitad monje, mitad soldado,  despojados principalmente de su libertad de elegir, hacer, estar, con  quien y como vivir.

La castración simbólica de hombres y mujeres al  servicio de la Iglesia Católica aparecía desde mi infancia como  insostenible, porque era negar una condición humana a veces profundamente compleja  e impredecible, como sucedió con una pareja que ha quedado en nuestra historia, nos guste o disguste. 

Me refiero al caso del ex sacerdote Carlos Álvarez Calderón Ayulo quién renunció a sus votos  y se casó con la ex monja que se convirtió en Nelly Marión Evans Risco de Álvarez Calderón. El murió abrazando la educación popular que fue a lo largo de su vida su vocación y refugio[4]. Ella  lo abandonó junto a sus hijos para ser parte de Sendero Luminoso, transformándose en un hilo de la madeja que  hizo caer a Abimaél Guzmán[5], fue encarcelada y sobrevivió a la matanza del penal Castro Castro bajo el régimen de Fujimori y vivió para contarlo[6], pago su deuda social con 15 años de encierro y hoy está libertad[7].

Me asomé a las implicancias de las condiciones de vida de las monjas y sacerdotes,  fuera de la iglesia es decir la comunidad donde actuaban, cuando comprendí aquel viejo dicho: "Y por qué  que no a mí, ¡Acaso soy hijo del cura!", descubriendo el contenido simbólico del mismo. Pese a la presión del celibato, los curas de ayer como hoy tienen familia e hijos(as) gracias al amparo  de la distancia entre las zonas alejadas de un país y su capital, menos por rebeldía que flexibilidad institucional.

Allí donde no llega el Estado se diluye tanto el derecho como la norma y sólo se impone la costumbre, los códigos, pactos y poderes locales. Allí tampoco llega las manos de las autoridades eclesiales ni los "pecados sancionados por Dios", la presión institucional y/o sanción, pueda que por ello que sólo se expresa complicidad, tal como se grafica dos siglos atrás en la novela  Aves sin Nido de Clorinda Matto de Turner (1889)[8]  ambientada en el Cusco o en la Distancia que nos Separa de Renato Cisneros (2015)[9]  cuya historia se inicia en un pueblito de Huánuco y discurre hasta nuestras vidas contemporáneas.  

Fue alucinante en mis primeros viajes hacia el interior del país conocer  por ejemplo, las leyendas del convento de Santa Catalina en Arequipa (1975)   y luego de Santa Rosa de Ocopa en Concepción (1983)  donde todo  lo asociado con fetos enterrado parecía sólo superstición y maldad pura de ateos.  La cúspide fue cuando haciendo turismo con mi hija (1993)  conocí a Santa Fortunata, (momia a la que le crecía el cabello y las uñas) en el convento de Moquegua,  supe de la historia de la niña milagrosa,  que al poco tiempo aparecería como  contenido en la obra "Del Amor y Otros Demonios" de Gabriel García Márquez (1994)[10].

Allí me convencí entre la realidad y ficción que el sufrimiento humano de los seres alrededor y dentro de los claustros de la iglesia católica desbordaba mi argumento de democracia y derechos personales para situarse en el centro de los derechos humanos. Será por eso que la obra de Gabo me dolió hasta las lágrimas, en tiempo que estas no existían en mi vida, siendo desde ese entonces el regalo predilecto para mis sobrinas(os), junto con el Profeta de Khalil Gibran (1896) [11], Carta al Padre de Franz Kafka (1919)[12], las poesías de Ernesto Cardenal (1966)[13], 20 poemas de amor y una canción de Pablo Neruda [14]

Los casos de pederastia y abuso sexual, de niños(as), al cuidado de sacerdotes y también monjas, que  desde inicios de este nuevo siglo sacude a la Iglesia Católica, en lo personal afirma mis percepciones de adolescente, cuando observaba incoherencia entre discurso y práctica, como aquello que se decía en voz baja, que no quita la coexistencia de seres excepcionales con tanta devoción, gratuidad, entrega y servicio que conmueven en su ser y hacer. Aceptar esto último es también tolerancia y reconocer la diversidad en la sexualidad y la práctica de vida de seres humanos.

De allí atribuir  que el problema de los abusos y violaciones sexuales al interior de la iglesia católica  sea producto de algunos pocos "desviados(as)" es ocultar el sol con un dedo, negar la responsabilidad política de los jerarcas en una institución jerárquica y vertical, es no asumir con responsabilidad la atención y solución del problema.

Sigo creyendo como en mis 18 años, que la  decisión de castración simbólica  tanto de mujeres como hombres que son parte de la iglesia católica,  por obra y gracia de la  jerarquía eclesial, no anula su humanidad, sus tensiones, pulsiones y lívido, sólo se contienen hasta desembalsar en aquello que justamente condenan, abuso, felonía, en sus términos pecado.

Hoy estoy  más convencida que ayer, que tanto la estructura y dinámica de una iglesia jerarquía, dogmática de poder absoluto y cuasi divina que se instauró en la Iglesia Católica y que perdura hasta nuestros días, es aquello que se transformó en caldo de cultivo para el refugio de  pederastas, violadores, abusadores. Jamás sabremos la dimensión histórica, porque se remota a muchos siglos. 

Denunciar, buscar justicia y reparación, no sólo es la recuperación en parte de las víctimas, es ante todo despojar de divinidad los desaciertos humanos, así como la posibilidad de cambiar el sistema patriarcal y despótico instalada en las instituciones centrales de nuestras sociedades como suelen ser las iglesias, sus autoridades y el uso de sus religiones.



[6] Ver lo asociado con su relación de pareja, maternidad y familia ver pp. 8-11https://es.scribd.com/doc/163551000/Testimonio-de-Nelly-Evans-a-la-CVR

sábado, 10 de junio de 2017

PURA VIDA SIN VIDA PURA. LOS TRASFONDOS DE LA INDUSTRIA ALIMENTARIA PERUANA



El marco analítico para comprender al problema de la alimentación peruana desde la década de los setenta hasta mediados de los noventa del siglo XX, era a través de su sistema alimentario, que en ese  periodo se  caracterizaba por responder a intereses, prácticas y juegos de poder de 7 monopolios (significa exclusividad en la producción industrial de alimentos) y oligopolios (en manos de pocos propietarios), los cuales determinaban costos, hábitos y políticas de consumo alimentario en la mesa de cada peruano y peruana, independiente del estrato económico al que perteneciera.

El mayor impacto del problema alimentario se expresaba en los estratos D y E que concentraba y aun concentra a la pobreza y extrema pobreza, cuyos principales indicadores eran y siguen siendo: el alto nivel de desnutrición infantil traducido en reducida talla, seguido de peso. Elevados índices de IRA y EDA (infección respiratoria aguda y enfermedades diarreicas agudas) en menores de seis años, los mismos que evidencian desnutrición crónica debido a la baja calidad alimenticia y ciclos recurrentes de EDA. El alto nivel de morvi mortalidad en niños(as) menores de tres años y alto índice de tuberculosis e importantes tasas de anemia en mujeres y elevados índices de mortalidad materna por aborto, TBC y Cáncer de mama y/o cuello uterino. En los noventa se sumó los altos índices de sida en mujeres monógamas y con su única pareja.

Por tanto, la calidad de la alimentación de peruanos(as) más vulnerables, descansaba en dos grupos de poder monopólico y oligopólico: Gloria y Nestlé, quienes para elevar los costes productivos, ergo incrementar el precio, incluía ingredientes en polvo importados de los EE.UU. y empaque en lata, profusamente estudiado por Manuel Lajo[i] quién mostraba cómo ambas marcas habían transformado a la leche industrializada en el Perú en la   leche más cara de la región de América Latina y el Caribe.

A ese sistema alimentario distorsionado por la voluntad de unos pocos, que decidían que comíamos en cada mesa las y los peruanos, solía recurrir como referencia y hacer seguimiento, para entender y actuar en el fenómeno del hambre donde actuaban los comedores populares, los comités del vaso de leche y los clubes de madres, a los que yo asesoraba para un buena gestión y mejor organización.

Motivo por el que trabajé sobre el tema profunda y sostenidamente entre 1984 y 1995, por cuanto no sólo lo conozco, sino que a lo largo de ese tiempo me transformé en experta sobre el tema en cada uno de los escenarios donde fue debatido, desarrollado y cuestionado, con data actualizada de entonces –a inicios del nuevo siglo, me di con la ingrata sorpresa que ya nadie monitoreaba la canasta básica familiar, los índices de pobreza y calidad de vida desde la sociedad civil-. Por cuanto, puedo afirmar con conocimiento de causa, que se trata de un viejo problema lo relacionado con la composición y distorsión de los productos alimentarios industrializados.

Hoy me detuve a pensar en el caso Pura Vida, que se ha revelado estrepitosamente, como una gran estafa por donde se mire, cuya síntesis es que se encuentra lejos de proveer vida pura de proteínas lácteas a sus consumidores (principalmente niños/as, mujeres embarazadas y ancianos/as), en contraste, provee buena vida a sus propietarios a costa de los consumidores.

El caso Pura Vida, en realidad Gloria S.A., ha escalado notablemente en la opinión pública y las redes durante esta semana por su condición de escándalo, espero que no fenezca como muchos otros cuando baje su intensidad. Su estafa al consumidor, al igual que Odebrech es un problema que emerge en otro país (Panamá y Brasil respectivamente), arrasando cual sunami en su regresión a todo implicado(a) en el sistema.

Se ha transformado en titular de noticia sostenida a lo largo de la semana, cosa que no logró en el pasado, despropósitos como el de Gloria SA cuando arrojó leche por los canales de Arequipa y Cajamarca, para en su lugar usar el componente en polvo importado de EE.UU. O bien, las miles de mujeres con su marcha de Protesta con Propuesta por una canasta alimentaria accesible y nacional -cuyo mitin de cierre ha quedado registrado sólo como telón de fondo tras la imagen de una líder que llegó al cierre-, los innumerables seminarios, debates e iniciativas de expertos y políticos de izquierda, sin ningún rasguño al sistema alimentario peruano.

Un sistema alimentario que encarecía y distorsionaba la dieta diaria de todos, donde el control y la calidad en alimentos industrializados brillaban por su ausencia. En 1993, gracias al profuso conocimiento de Diane St-Antoine sobre componentes de aditivos prohibidos en los alimentos canadiense e internacional, descubrí que también los alimentos producidos en el Perú e importados de los vecinos países, eran riesgoso para una buena salud, porque creaban condiciones para enfermedades crónicas y terminales como el cáncer.  Conocimiento que sería consolidado con la ilustración de lecciones durante mis almuerzos en compañía de químicas en la PUCP.

Así es como aprendí a no comprar ningún alimento industrializado de color rojo o negro, mi duda ante lo azul y preferencia por lo verde (producto y símbolos). La manía por leer las fechas de vencimiento, la identificación de sobre etiquetado (es decir extender las fechas de expiración de los productos con más conservantes), los componentes cancerígenos y mi decida preferencia por los productos naturales. Hoy existe mucha información al respecto para quien quiera ver y leer desde los más descarnados[ii], pasando por aquellos didácticos[iii] hasta los de formalidad internacional[iv]. Y claro algo que por su presentación pedagógica, no puede faltar en la puerta del refrigerador[v].
Por tanto, me pregunto ¿Qué ha cambiado en el Perú entre el siglo XX y XXI en torno al problema del sistema alimentario? ¿Qué en el planeta?

Personalmente creo que el problema no sólo sigue siendo el mismo, sino que se ha agudizado respecto al sistema alimentario, a) porque no se ha reglamentado ni eliminado los monopolios y oligopolios, previsto desde la Constitución 1979 e ignorados por los sucesivos gobierno de Fernando Belaunde y Alan en la inconcreción del mismo[vi],  b) el control en la calidad y contenido de los productos brillan por su ausencia y c) las iniciativas legislativas permanecen en el diagnósticos o proyectos de buenas intenciones sin traducirse en normas aplicables[vii], en este caso, coincidentemente orientado al tratamiento de la calidad de productos lácteos.

Sin duda más de uno tiene la tentación de preguntarse por qué no extiendo la responsabilidad a los subsiguientes gobiernos, sencillo porque ellos sólo se acomodaron y mantuvieron silencio cómplice como conveniente a los cambios de la constitución de 1993 a la medida de los intereses del mercado  realizado por Fujimori. Durante la década de los noventa, no sólo se eliminó en la práctica el escaso control sino que se manoseó inclusive los productos de programas sociales como el Vaso de Leche donde descaradamente se sustituyó la leche por Fórmula, cuya denuncia y lucha fue titánica desde las mujeres de la Organización del Vaso de Leche, en caso de algunas tras aproximadamente una década de la descentralización del Programa Municipal del Vaso de Leche,  implicó ser enjuiciadas y amenazadas sus vidas de terminar en la cárcel por haberse enfrentado y peleado demandando un producto de calidad. En una palabra fueron enjuiciadas por reclamar leche y no una especie de Pura Vida en condiciones extremas.

Como se aprecia el problema fue evidente respecto al producto lácteo especialmente durante los noventa del siglo pasado y exhibido en mayo del 2017 en el escenario panameño, la diferencia entre el siglo XX y XXI vendría a ser el comportamiento de la ciencia y tecnología alrededor de la alimentación, enfermedad y salud. Así como la fluidez, exposición y exhibición de la información de forma veloz y descarnada que hace de genera una opinión pública la cual no puede ser ignorada. De modo que la culpa traducida en escándalo que no se perdona.

Los avances de la ciencia y tecnología a partir del primer decenio del siglo XXI, se han acelerado cuasi a un centenario previo, aportando al decantamiento de dudas e identificaciones cercanas a las causas de enfermedades crónicas e irreversibles como el Parkinson[viii], arterioesclerosis[ix] y el cáncer[x], resultados que han sido tomados en serio por europeos/as y norteamericanos, que gradualmente vienen reorientando su consumo alimentario hacia alimentos orgánicos. En tanto nosotros/as pese a ser poseedores de la reserva mundial de productos agrícolas, permanecemos en mayoría, de espaldas inclinados(as) hacia el consumo de alimentos industrializados poco confiables. Y para quienes optamos por el cambio, vemos elevar los costos en su concreción, debido a la escasa oferta en el mercado, pese a ser productos que en su cultivo demandan menores costes, al prescindir de abonos, herbicidas y pesticicidas químicos.

Para muestra un botón, varios valles de la costa norte produce banano orgánico que se exporta principalmente a Europa[xi]. El 2013, me quedé sorprendida de su existencia y transformación del Valle de Sullana, consagrándose como el oro verde, con un impacto favorable en todos sus pueblos que a fines del siglo XX destacaba por los altos índices de pobreza, morbimortalidad y epidemiología antes mencionada. El banano orgánico, que probé de las piezas descartadas para la exportación eran sencillamente deliciosos, el precio en Sullana oscilaba entre cincuenta céntimos a un nuevo sol la mano, se desconocía en Lima y brillaba por su ausencia en los mercados. Recién este año en algunos autoservicios de zonas con estratos económicos A y B, he identificado algunas presentaciones desprovistas de su zona de origen y con precios sumamente elevados.

El papel de los medios de comunicación en la era digital, si bien persiste concentrándose en la noticia antes que la información, es clave para la creación de opinión pública masiva informada. Lo sucedido en Panamá gracias a la movilización y presión de la asociación de ganaderos de ese país desde la primera quincena de mayo[xii] , develando que la importación panameña de leche peruana que afectaba a su producción lechera, era desleal porque se ofrecía al consumidor “Leche Pura Vida” sin que realmente sea leche, logrando finalmente la suspensión de su importación[xiii], en el Perú, rebotó a inicios de junio en las redes y prensa digital[xiv], siendo necesariamente retomado por los medios de prensa convencional para mantenerse durante la semana que cierra, presionados a ir más allá de la noticia.

Escándalos como el de Pura Vida, nos toca hondo y mueve todo el sistema alimentario, desde los productores hasta los consumidores, pasando por los órganos de control, las asociaciones de vigilancia y comerciantes. Me quedé pasmada cuando los congresistas convocaron al representante de Gloria SA para que diera su descargo y se rasgaban las vestiduras, especialmente Quesquén, como si se tratara de un tema novedoso. Y aun sigo sorprendida de la pantomima, que por primera vez un empresario peruano-norteamericano es “interpelado” en tanto se elude la responsabilidad legislativa, claro vienen cayendo las cabezas de los responsables finales y quizás hasta intermedios porque el escándalo sin duda impactará en las preferencias electorales, que si no son mañana, son sentidos así por la clase política.

Pero el escenario da para todo, los actos se continúan uno a uno. A medida que pasan los días se esclarece el rol y los intereses de los diversos actores, quienes debieran cumplir un rol de vigilancia, control y protección del consumidor que va desde “enfermarse” hasta a acusarse mutuamente, hacen acto de contrición y prometen sanciones ejemplares. Las y los profesionales cuyos gremios debieran ser los(as) expertos(as) vigilantes ingresan a dar cátedra, los productores se mueven entre aceptar que su leche no es leche para terminar afirmando que es un problema de etiquetado y no de contenido, en tanto, sale a flote todo el contenido riesgoso de los productos alimenticios industrializados, sin control ni vigilancia de un Estado profundamente liberal al punto que renuncia a su rol.

Pareciera que es posible que un tema que esperó largamente su tratamiento, se transforme al fin en centro de atención que movilice a todos los actores, se tome las medidas y se eduque a la población para un consumo informado y responsable. Decidamos conscientemente por nosotras y familias, consumir contaminantes a cambio de sabor y placer de sentidos, que continuemos asomándonos a los índices americanos de sobre peso, colesterol, diabetes, hipertensión. O bien virar hacia una alimentación sana y responsable, privilegiando el producto nacional que repercuta en el desarrollo rural y agrario. Pareciera ser que esto último es posible, por lo menos las noticias vienen siendo acompañadas de los lugares donde obtener leche fresca.

Queda por tanto preguntarnos: ¿Qué nos toca hacer respecto a situaciones semejantes como ciudadanos(as) informados(as) y personas que aman su cuerpo, salud y su vida, pero que renuncia al cuidado de la misma cediéndola a quienes definen que alimentos consumimos y bajo qué condiciones?

¿Qué nos toca respecto a un Estado donde sus poderes, instituciones y órganos muestran evidente incompetencia, desentendimiento e incumplimiento de su rol respecto al cuidado, protección y preservación de los intereses de la sociedad?




[i]    Lajo, Manuel. (1982) Perú: monopolio y vulnerabilidad alimentaria Comercio Exterior, vol, 32, núm. 1, México, enero, pp. 84-98. Recuperado sábado, 10 de Junio de 2017  http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/655/9/RCE9.pdf
[iii]   ECOCOSAS, (23 agosto 2012) Listado de Conservantes, Colorantes, Aditivos y Edulcorantes. Recuperado sábado, 10 de Junio de 2017 de https://ecocosas.com/salud-natural/conservantes-colorantes-aditivos-edulcorantes/
[iv] FAO - OMS Norma General para los Aditivos Alimentarios. Recuperado sábado, 10 de Junio de 2017 de  http://www.fao.org/gsfaonline/docs/CXS_192s.pdf
[vi]   Acosta Iparraguirre, Vicente. (2008) La Constitución Económica en el Perú y en el Derecho Comparado. Cap. III, http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Tesis/Human/Acosta_I_V/cap3_3.htm 
[vii] Zevallos, Horacio. (Congresista). (7 noviembre 2016) Proyecto de Ley que promueve la competitividad y el desarrollo de la industria láctea. http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/2016_2021/Proyectos_de_Ley_y_de_Resoluciones_Legislativas/PL0055320161107.pdf
[ix]   Rodríguez-Rodríguez A, Rodríguez-Jaime G.(2014) La prevención y regresión de la ateroesclerosis: tratamientos emergentes. Revista Finlay [revista en Internet]. [citado 2017 Jun 10]; 4(2):¨[aprox. 12 p.]. Recuperado sábado, 10 de Junio de 2017 de: http://www.revfinlay.sld.cu/index.php/finlay/article/view/239
[x]    Principal Causa de Muerte a Escala Mundial. Cuba podría haber encontrado la cura definitiva contra el cáncer. (2015) http://www.nuevatribuna.es/articulo/sanidad/cuba-podria-haber-encontrado-cura-definitiva-cancer/20151116100112122438.html
[xii] Tejera Aet Elisa. (17 mayo 2017). Nestlé suspende compra de leche. La Prensa Com. http://impresa.prensa.com/economia/Nestle-suspende-compra-leche_0_4758274264.html, Tejera, Aet Elisa. (26 mayo 2017). Suspenden entrada de Leche de Perú. La bebida importada contiene lecitina de soya, una mínima porción de leche parciamente descremada, leche de soya y esencia de leche.
[xiv] Livise, Andi. (2 junio 2017) Atención: esta leche peruana acaba de ser rechazada en panamá por no ser leche http://utero.pe/2017/06/02/atencion-esta-leche-peruana-acaba-de-ser-rechazada-en-panama-por-no-ser-leche/