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domingo, 15 de julio de 2018

LA OLLA DE ORO AL OTRO LADO DEL GLOBO: PERUANAS EMIGRANTES


Tras leer el comunicado del CODENAF[1]  sobre las temporeras, retomé aquello que me recordó a mi abuela Rosa y sus cuentos. Y con su recuerdo la migración de mujeres andinas a Lima, las grandes ciudades y hasta el retorno efímero y festivo  que desarrollaré en la quinta parte de este tema.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:GruposFMI.png
Visualice a las Marroquis hoy en su semejanza y diferencia con las mujeres andinas del Perú durante la segunda mitad del siglo XX. Y las emigrantes peruanas hacia  países vecinos y otros continentes a fines del mismo, donde muchas mujeres jóvenes con o sin familia nuclear fueron tras su olla de oro. La proporción de peruanas y peruanos que se hicieron inmigrantes puede ser gratificado en quienes eligieron como país de destino la ciudad  Madrid en España:

“En Madrid, donde el ritmo  peruano crecía hasta ese entonces a la sazón de unos 100 inscritos por año entre 1985-87 y 300 entre 1988-1990, se pasa a 1138 en el año 1990, a 3446 en el año 1991, es decir 2345 peruanos se registran en el consulado madrileño, lo que supone un incremento del 320%” (Tornos, 1997,43)[i]

Algo así como levantado un velo, vino a mi memoria la narración de mi amiga, una joven profesional Fisioterapista a la que conocí cerrando los ochenta, quien migró con su novio a inicios de los noventa hacia el viejo mundo. Antes de irse, en Lima ganaba alrededor de los quinientos dólares ejerciendo el borde de sus competencias profesionales, junto con su habilidad para la festividad, alegría y sonrisa. En tanto que él era egresado y sub empleado de odontología. 

Al tiempo de su estadía en España, retornó de visita, entusiasmada nos animó a emigrar, contando que ella trabajaba en la cosecha de fresas hasta en dos turnos, ganado lo suficiente para mantenerse ella y su pareja. Él no trabajaba, había decidido reiniciar una carrera profesional, ante la imposibilidad de revalidar su título peruano. 

Ella era una temporera más, sin perder la esperanza de una oportunidad para trabajar en su especialidad de fisioterapista, tenía como desventaja sus rasgos de extranjera, pese a que antes Emigrar se sometió a una rinoplastia para borrar su único rasgo andino[ii]; era joven, la típica mujer “blanca” limeña, de talla mayor al metro setenta, hermosa, encantadora y con la sonrisa a flor de piel, pero no lo suficientemente “blanca” y española, en ese país racista ayer como hoy.

Lo que mi amiga no procesó ni pudo transmitir en aquel entonces pese a estar implícito desde sus preparativos para migrar, fue el contenido sexista y racista que está detrás de la restricción para acceder al trabajo calificado y solo aspirar a aquellos devaluados por las(os) españoles, el sector terciario o el trabajo primario y manual agrícola como la cosecha de fresas. Tampoco nosotras podíamos imaginar en aquellos años noventa este enroque entre sexo, raza, empleo y explotación[iii]

Mis amigas y amigos que emigraron desde los ochenta y más intensamente a inicios de los noventa por la crisis del fujishock[iv], sea a Estados Unidos, Europa y Asia. Poseían, principalmente perfil profesional calificado la mayoría soltera(o) y quienes estaban con pareja, la emigración colocó un océano o muchos kilómetros de por medio, precipitando la separación que sólo en algunos casos derivó en divorcio, porque aun en este campo, somos informales, mientras tenemos un pie fuera y otro dentro del país, escribí detenidamente sobre el tema el año pasado en este mismo blog[v]

También conocí en las zonas populares donde trabajé por aquel entonces, a muchas abuelas y tías a cargo de nietas(os) y sobrinas(os) porque sus madres migraron a países vecinos como Venezuela, Chile y Argentina. Aquello que llamó mi atención fue que pocos padres se hicieron cargo de la prole pese a permanecer en el país, siendo intermitente o ausente en sus vidas, en el mejor de los casos, aparecían una vez al mes, coincidiendo con la llegada de la remesa enviada por la madre distante. ¿Cuál es el impacto en esos hijos e hijas la madre ausente real y el padre ausente virtual? es un tema por trabajar.

Fueron menores aquellos casos del padre emigrante, quienes en su mayoría desaparecieron del radar familiar al poco tiempo, fundando otra familia en el lugar de destino, reproduciendo en parte la conducta de los inmigrantes andinos hacia las ciudades del país. Sin duda hubo excepciones, como aquel caso de un amigo en Japón, que escribía cartas a su familia en tres o cuatro armadas, por el cansancio de la jornada[vi] quien finalmente importó a toda su familia. Cada historia enfocada desde las aristas anotadas suele ser reveladora respecto a la conducta, según el género en la relación con los parientes, la pareja, hijos e hijas.

Las primeras cartas de mis amigas en tiempos donde se escribía a puño, lapicero y papel, eran desgarradoras, por el peso del desarraigo, la crudeza de las relaciones sociales y prácticas culturales en las que estaban inmersas –más dura cuando provenía de sus parientes que migraron previamente, transformados en más europeos que los europeos o más americanos que los americanos-, muchas de ellas sobrevieron tras una resistencia titánica y se reinventaron, siendo hoy ciudadanas del viejo mundo como las más.

Hubieron algunas que recurrieron al tradicional medio de hacerse ciudadanas de un país hostil, mediante el matrimonio concertado, sea como acuerdo comercial, ilusión, amor y hasta solidaridad. Lo inexplicable, es que bajo estos mismos términos de conveniencia, se produjeron algunos matrimonios entre inmigrantes precarios, habrá que explorar más en las razones e implicancias al respecto o logrado su sueño americano, en el país de inmigrantes que hoy ha declarado la guerra a nuevos emigrantes.

Se por buena fuente que a la mayoría, la vía de concertación matrimonial, les resultó sumamente costosa. En unos casos porque los nativos de la zona que las eligieron como pareja, fueron igual o más machistas que los peruanos, de quienes no quedó otra que tomar distancia mediante el divorcio, para reincidir tantas veces como fuera necesario hasta hallar su alma gemela o abrazar la soltería con amigos amables. 

Aquello próximo a lo metafísico, se produjo en quienes huyeron para no casarse con un peruano y terminaron haciéndolo con un inmigrante peruano. Las más, exportaron el que se quedó y otras, tras posicionarse y fracasar con los nativos del lugar, se llevaron un espécimen por esa nostalgia del producto nacional exótico y les fue peor. 

Hay quienes persisten en su empeño de amor romántico, sacrificado, santificado e imposible, manteniendo al marido distante y poco fiel en Lima con visitas anuales, tratando de remendar y reciclar lo que hace tiempo ya está deteriorado, dicen que "lo hacen" por sus hijos(as), en realidad correspondería decir que es por sus nietos(as), transformándose por decisión propia en proveedoras inagotables.

Quienes se han mimetizado con el país de destino, no imaginan retornar para vivir en el Perú, son las que han plasmado sus sueños de posesión y posición, con la tenencia de casa propia y no un piso, en Suiza, Francia, España, Inglaterra, Italia, Noruega, Alemania, Estados Unidos, Canadá, etc. Cuentan con un empleo que les asegura pensión de jubilación, porque decidieron calificarse y desempeñarse profesionalmente o son emprendedoras exitosas. Tienen hijo(a) europeo o norteamericano y pareja, algunas(os) a estas alturas se han divorciado incluyendo el tercer intento, por cuanto poseen doble y triple nacionalidad bien arrancada. 

Las que crecieron en su SER y plasmaron su proyecto de vida, se hicieron conquistadoras de un nuevo mundo, eligieron bien, tomaron decisiones sabias y se posicionaron con uñas y dientes, hoy son felices, principalmente buenas personas dispuestas a acoger y mostrar las exigencias de ser inmigrante. Claro que son los menos pero existen, no tienen nada que extrañar del Perú, son aquellas donde se cumple el refrán: "Uno no es de donde nace, sino de donde yace".

Siempre que alguna retorna hemos conversado sobre el significado y las implicancias de la emigración y ser inmigrante en sus vidas. Con quienes tengo mayor conexión y espacio para la crítica, reconocen que viven en una sociedad más avanzadas en todos los sentidos, pero a su vez, tienen escaso tiempo y recursos para disfrutarlo, extrañan principalmente la relación humana a favor o en contra que se tiene en el país, por cuanto siempre se sienten extranjeras, marginadas y auto-excluidas, con ese vacío de pertenencia y pertinencia que nos hace nadie respecto a un lugar o grupo, al ser ingrediente central que alimenta ese sentimiento de ser parte de un país, pueblo y nación.

A quienes han hallado lo que tanto buscaban, pregunto si estuvieran en el Perú de hoy también emigrarían, la respuesta es inmediata, dicen que no, sólo buscarían alcanzar la especialización obtenida en el extranjero, argumentan que se fueron porque en los noventa todo era estrecho, copado y mezquino. En el mundo académico no había oportunidad para ser parte, ellas habían logrado posicionarse en el extranjero, e inclusive hoy con toda su producción académica, sentían que eran bien acogidas en su condición de visitante, pero no percibían la apertura que les hiciera pensar que podrían retornar y ejercer en el País.

A la fecha, algunas preparan su retiro y retorno, porque con su jubilación europea, americana o canadiense, podrán asegurar una vida digna en el país, por lo menos es lo que proyectan. Uno nunca sabe al respecto, pues conozco más de un caso de desencanto por lo incierto y endeble que se ha tornado la política pública y financiera en el planeta. 

Sin embargo todas las que han retornado, pese al abismo del tiempo de ausencia, han reconstruido su relación con sus parientes, se sienten feliz de retornar al país con sus altas y bajas, porque dicen estar a salvo y en casa aun cuando sea sólo fantasía. Porque aquí como en cualquier lugar del planeta la seguridad es un albur y la estabilidad económica una incertidumbre, lo único seguro es nuestro afecto y que debemos estar preparadas para reciclarse porque lo único sostenido en este tiempo es el cambio.

Las más no tienen nada proyectado, son principalmente aquellas que pese al tiempo transcurrido siguen siendo ilegales, tienen sobre su cabeza la amenaza de la deportación, su único objetivo es quedarse, recurriendo a todo aquello que le permita conseguirlo, pero poseen pocos instrumentos, muchas de ellas no han aprendido a hablar el nuevo idioma con fluidez, manteniendo relación sólo con la colonia de peruanos y/o latinos, por cuanto carecen de redes sociales de soporte, por esas ironías de la vida, son las que más discriminan en el lenguaje, la piel y el revestimiento de los cuerpos a inmigrantes andinos dentro del país . Siempre me pregunto: ¿Cómo será experimentar en carne propia ser inmigrante, mujer, chola y con dificultad en el lenguaje, cuando se ha sido o es discriminadora y abusadora activa? 

Cuando concluí la lectura de los artículos de las marroquí[vii] temporeras[viii], entendí en parte, por qué las mujeres emigrantes que conozco asumen el rol de hormigas, mientras sus hombres generalmente compatriotas o latinos exportados por ellas o hallados azarosamente en el país de destino, hacen de cigarras o abejas reinas, sumando una carrera profesional, especializándose, ampliando su cosmovisión. En tanto ellas no vuelven a coger un libro y ni siquiera un periódico, manteniendo su percepción del planeta desde una aldea global, no desde el Perú sino desde la ciudad donde residen.

Ellos conocen todo Europa o Estados de Estados Unidos hasta Canadá, ellas a las justas la ciudad donde están, al que suman su asiduo ahorro para retornar al país cada año o dos, con el objetivo de hacer turismo o agotar sus vacaciones con sus parientes más pragmáticos, ausentes y extraños que ayer. 

Algunas que rompieron esta tendencia, regresaron con una mano adelante y otra atrás, pero en verdad recorrieron el viejo mundo o todos los EE.UU, y eso cuenta. Asumen que no están dispuestas a privarse de la gastronomía peruana, menos vivir la discriminación en su piel o del compatriota. Hoy son felices haciendo lo que saben hacer, junto a los suyos y su migración quedó registrada como parte de su aventura juvenil sin morir en el intento.

No puedo cerrar este escrito sin animar a mis congéneres emigrantes,  a hacer patria donde esté, sea en su condición de inmigrante al quedarse fuera y transformarse en ventana del país con sus ser, hacer y decir. De retornar, como testimonio de sobrevivencia a la aventura como inmigrante, mujer, andina y con el español como lengua materna, trayendo consigo todo lo aprehendido para recrear, innovar y producir valor agregado en lo que poseemos. O sólo retornar para vivir su retiro en paz, gracias a sus rentas y/o jubilación disfrutando de las bondades del país reconociéndolo por todos los costados y beber un café en buena compañía. 

Hay algunas imágenes simbólicas para el retorno con ventura, es el caso de Lucho Quequezana, Gastón Acurio, Vania Masías, seguro que hay más, pero estos son los que llegan publicitadamente a mi memoria. Espero que ustedes anoten sus propias historias y/o los aprendizajes conocidos, sería bueno trabajar más al respecto para que las futuras jóvenes mujeres emigrantes, vayan tras sus sueños, pero con los pies puestos en tierra.



[i] Tornos, Andrés. 1997. Los peruanos que vienen: quiénes son y cómo entienden típicamente la inmigración los inmigrantes peruanos. Volumen 1 de Colección sociedad - cultura – migraciones Universidad Pontifica Comillas, 1997. 134 p. ISBN: 8489708061
[ii] Simbolizando el modo como las(os) emigrantes peruanos se preparaban a reducir el impacto de ser extranjero en el país de destino. Ya en esos tiempos algunos hombres y mujeres que viajaron al Japón no sólo se hicieron adoptar por japoneses para adquirir un apellido Nisei, sino que se operaron los ojos para adquirir rasgos orientales. Ver detalle en Aquino Rodríguez, Carlos Albert. 2010. Migración de peruanos a Japón. Pensamiento Crítico N° 13, pp. 7-21, recuperado el 4 de junio 2018 dehttp://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/Publicaciones/Pensa_critico/2010_n13/pdf/a02n13.pdf
[iii] Cuatro temporeras marroquíes denuncian abusos sexuales por parte del encargado de una plantación en Moguer. (31 de mayo de 2018). El Mundo. Recuperado el 4 de junio de 2018, de http://www.elmundo.es/andalucia/2018/05/31/5b0fd36fca474140578b45a3.html
[iv] El 8 de agosto de 1990, el gobierno de Fujimori aplicó un ajuste económico de 3214.3% sobre la gasolina frente a un 3040% de la inflación, ver detalles en: AP-AFP-Reuter 10 de agosto 1990, 12:00 a.m., Fujishock, Causa y Conmoción, recuperado el 4 de junio 2018 de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-70868
[v] Ver al respecto mi escrito en este blog del lunes, 20 de noviembre de 2017 a cerca del divorcio.
[vi][vi] Algo de este fenómeno se puede identificar en el artículo de LR. 11 Ene 2007 | 20:30 h.   Un millón 600 mil se fueron en 15 años, recuperado el 4 de junio del 2018 de https://larepublica.pe/sociedad/260478-un-millon-600-mil-se-fueron-en-15-anos
[vii] Denuncian "represalias" a las temporeras de la fresa que denunciaron las malas condiciones laborales. Huelva. (3 de junio de 2018). El Mundo. Recuperado el 10 de junio del 2018  de http://www.elmundo.es/andalucia/2018/06/03/5b143529e5fdeafd2b8b45d7.html
[viii] Cabanillas, F. (4 de junio de 2018). Nueve temporeras marroquíes denuncian abusos laborales y sexuales en una finca de Almonte. El diario. Obtenido de https://www.eldiario.es/andalucia/huelva/temporeras-marroquies-denuncian-laborales-Almonte_0_778672920.html

miércoles, 13 de junio de 2018

MUJERES TRAS LA OLLA DE ORO



Golondrinas https://www.warrenphotographic.co.uk/28019-
swallow-in-flight-series
Recordé el cuento de mi abuela sobre el otro lado del arco iris, a propósito del artículo que denuncia la situación de las mujeres temporeras marroquíes[1] en la cosecha de fresas, que en pleno siglo XXI se hace por estaciones para aliviar la economía familiar, sin traducirse en una migración definitiva sino de tiempo en tiempo, como diría mi abuela tras su propia olla de oro lo suficiente llena que permita sobrevivir junto a su familia. Una labor de mano de obra barata, que no tendría mayor análisis que la explotación desde la perspectiva económica, ha mostrado su lado de explotación esclavizante, sexismo y racismo. Evidenciando que no basta el enfoque socio económico para comprender y hacer justicia. Cae por peso propio la necesidad de un análisis fino para una agenda militante, que se incluya enfoque de derechos humanos, género y raza.

En las ciencias sociales a la práctica de migración temporal denominamos, fenómeno social de migración golondrina o estacionaria, que en el Perú se produjo hasta mediados del siglo pasado, donde la principal actividad era la agricultura con baja tecnología y gran demanda de mano de obra barata, que suele ser femenina, adolescentes y niños(as).

Hoy aún se produce pero con menos desplazamiento y proporción que antaño, probablemente  con más presencia de mujeres que hombres, eso es un tema a estudiar. La actividad es intensa en  costa norte y sur del país, para la siembra o cosecha de  productos  orgánicos de exportación no tradicional[2],  pero con menos  migración estacionaria porque hay suficiente mano de obra permanente en la zona circundante (periférica) y tecnología.  ¿Cuánto se reproduce de aquello que sucede en Huelva?, expuesto por temerarias periodistas[3] respecto a abuso sexual y racismo es otra tarea por dilucidar. Algo han escrito al respecto las amigas de Aurora Vivar[4] que apenas se asoma al problema de condiciones laborales quedando mucho por indagar respecto al acoso y abuso sexual.

Plano de Lima cuadrada 1940
Algunas pistas podrían estar en el modo como se produjo el fenómeno de la migración y sus costos para las mujeres peruanas en contraste con los hombres. También al respecto  se  tienen poco trabajo desarrollado, pese a que ha experimentado diversas etapas y ha configurado las relaciones entre mujeres y hombres que hoy experimentamos con sus aciertos, desaciertos e implicancias.

Si uno googlea mujer 1940 Perú migración apenas aparecen 95 referencias. Destacan  trabajo de Javier Iguiñez (1983)[5] que menciona 14 veces a las mujeres en libro de 318 páginas, Julián Antesana (1984)[6] con 49 menciones y escaso análisis de su significado e implicancias.  

Vista panorámica de Santa Ana, Hoy Plaza Italia
Mi abuela fue una de las primeras migrantes andinas de los cuarenta, se hizo limeña, en los Barrios Altos, cuando reflejaba en su contenido en nombre,  enhebrando su blancura y ojos azules a  favor en una sociedad discriminadora y discriminantes,  con sus cortinas, sábanas, manteles y mantillas, balcones, azucenas, pensamientos y gardenias. Sus dulces limeños inconfundibles e insuperables, se hizo bilingüe con aquel español sin acento andino y ese quechua dulce al cual no renunció, pero guardó con esmero junto con su ternura para la intimidad. Eran tiempos donde ser chola(o) era suficiente para ser discriminada(o), explotada(o) y adjetivada(o) de serrana(o).  

Ella nunca volvió a su tierra, salvo una u otra visita ante lo irreparable como la muerte de algún pariente significativo. Se hizo limeña entre Barrios Altos y la Plaza de Acho, cuando entonces Lima cuadrada era nombrada por su significado, puesto que en su interior se producía lo central de la vida urbana, disputando el predominio con el distante y desavenido Puerto del Callao, al cual las mujeres de bien no podían ir, porque estaba lleno de amenazas y tentaciones, mi abuela la llamaba la pequeña babilonia.

Junto a otras mujeres de su tiempo, destacó en el mundo público por su entereza, coraje y lisura como vecina, Tan distintivos como sus platos y aderezos que hacían sinfonía con firmeza, postura y sabrosura incomparable. Ella se esforzó como muchos migrantes de entonces por borrar todo signo de choledad que disminuyera su presente. Estrategia al que recurren muchas(os) peruanas(os) aún hoy, aquí y fuera del país, postergando el reconocimiento del valor de nuestra multiculturalidad y multilingüismo como una de nuestras posesiones que nos permite un lugar distinguido en el planeta de un mundo globalizado que lo arrasa todo.

A mediados del Siglo XX, Lima cuadrada aun concentraba el aroma de villa colonial, con zonas de veraneo distribuidos en Chosica, Barranco y Canto grande, que asemejaba a un viaje interprovincial. Los(as) migrantes fundacionales se asentaron alrededor de ella dando nacimiento a las primeras barriadas y zonas populares apropiándose de los cerros y las zonas periféricas de entonces. Fundando matrimonios y nuevas familias, sin saldar aquello que abandonaron en los andes creados en convivencia, así como ello la conformación de los actuales distritos populosos màs antiguos:  Leticia, Chacarilla, el Cerro San Cristóbal, Ciudad y Campo, La victoria, El Agustino, Lince, Jesús María, Breña, el Rímac, Magdalena.

Paralelamente se producía el lento de poblamiento de Miraflores, San Isidro, San Borja con los dueños de los solares y callejones de Barrios Altos que se alejaban del bullicio de la Lima Virreinal donde la muralla virreynal había cedido al cordón de migrantes,  a quienes ya no podían ignorar ni fundir con el paisaje.  

Decidieron dar vida a sus sueños europeisantes, imitando a los palacetes de sus anhelos. Lima moderna, que fue acrecentado con la llegada de inmigrantes italianos, americanos, alemanes, ingleses, japoneses, tras la primera guerra mundial. La historia y memoria, es ironía a las poses de fronterizos sobre fronteras, que hoy hacen gala quienes ayer fueron parias.

A medida que la producción se sofisticó, surgieron  las agroindustria y  se hizo insuficiente la migración masculina golondrina. Dando origen al proceso de atracción de la mano de obra no calificada de las mujeres especialmente de la zona andina, que poco a poco se transformó en migración masiva a partir de los años sesenta y pese a que la industria se redujo y con ello menos manos de obra, otro fenómeno creció y engendró el éxodo del campo a la ciudad durante el último decenio del siglo XX.

La agudización del conflicto armado colocó a la población civil entre dos fuegos, motivando que la migración adquiriera condición de desplazamiento de pueblos enteros con sus familias y vida entera, hacia las grandes ciudades del país, para finalmente desbordar la capital, transformándola en la mega ciudad  que es hoy con sus más de nueve millones de habitantes. Haciendo que dos tercios de la población peruana se haya transformado en población urbana, en tanto que en los andes se erigen pueblos fantasmas, algunos  sólo habitados por ancianas(os), niñas(os) y mujeres madres.   


[1] https://politica.elpais.com/politica/2018/06/09/actualidad/1528569474_339395.html
[2] http://auroravivar.blogspot.com/2011/05/dia-internacional-de-las-trabajadoras-y.html
[3] https://www.elsaltodiario.com/explotacion-laboral/dos-periodistas-alemanas-mostrado-mundo-abusos-temporeras-huelva
[4] http://auroravivar.blogspot.com/
[6] https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/20764/D-10852.00_es.pdf

domingo, 13 de mayo de 2018

ENTRE MATERNIDADES Y MATERNALIDAD


Es sábado, antes de un domingo más del día de la madre. Hemos quedado en vernos con Ana tras tres meses de ausencia e ir a disfrutar del arte de ser madre al arte de expresarlo en voz alta. Sin tapujos, censura ni medias tintas, sólo dejar que fluya para desestigmatizar la acentuación de los roles y atributos sociales cuyo mandato tiene como máximo valor la maternidad. Pero aquella ideal, sin llegar a sus extremos: ningún hijo(a) que sea sospechoso o mucho que se torne en escándalo, en una sociedad temerosa y vigilante de sus fronteras, cuyo ensanchamiento se asemeja al asalto de corsarios y piratas, provocando miedo, inmovilidad y quebranto.

He llegado al escenario de la noche que se anuncia misteriosa como generosa, la puesta en escena de la obra a puertas abiertas. Es mi primer encuentro con la niebla limeña, circundándome  un otoño gris de casi invierno precoz que hace sujetarme de la pashmina, mientras recuerdo que a menos de una hora, dejé un sol radiante, propio de micro climas en este bendecido país. La cita es en El Galpón, tengo mis dudas de la ruta, hasta cuando descubro la estela de aromas a canela, sándalo y mirra que ha dejado tras de sí Haydee, la Negra que sólo Sabía Parir.
Ella es una mujer dispuesta, disponible y decidida a mover la montaña con sus manos. Erguida en toda su altura, con voz en decibeles máximos, de sonrisa plena, olfato inquieto y atento a la intensidad de  aromas como ambiente. Con piel tersa de veinte habiendo transitado más de siete décadas, ojos inquietos e inquisidores, bellamente contorneada en cada detalle de su cuerpo de alabastro.

Cuerpo, amasado y afinado con el trajinar del cuidado a nueve de doce hermanos(as) sin haber rebasado la adolescencia. Afirmado por el cincel del embarazo, parto y cuidado de ocho hijos(as) antes de la edad de cristo, barnizado bajo el lustre del amor en cada amanecer, atardecer y anochecer de goce y compañía, en una danza de mutuo descubrimiento. Hasta tocar el cielo en momentos de éxtasis y de dulzura como complicidad tierna en tiempos de secano.

Una vida que ha sobrevivido a la maternidad inesperada e inconsciente, entrenado bajo el rol de hermana. Graduándose como madre multípara con espacio mínimo de recuperación biológica para garantizar la reproducción de la especie sin riesgo de extinción y postergación de la madurez emocional. Y tras tomar las riendas de su reproducción, se asomó de cuerpo entero hacia el otro y la otra asida de aquello que bien aprendió hacer, su maternidad, que reproducida en el espacio público y colectivo se trastocó en maternalidad incomprendida de su liderazgo, entre las exigencias de las relaciones intragénero, la discriminación racista, la distancia intergeneracional, la democracia discursiva y el autoritarismo práctico; la religiosidad en tensión con la fe y los actos.


En ese espacio conflictivo, conflictuado y exigente adoquinado de ingentes intereses y agendas como sucede con los  espacios de las mujeres organizadas, nos  hallamos la primera vez en un tiempo de un siglo que ya no existe, mirándonos y calibrándonos con desconfianza, reto e interrogantes. Ubicadas entre una orilla y otra de un amplio e imaginario canal como el Huaicoloro, donde la corriente era ensordecedora, turbia y amenazante que impedía escucharnos, menos descubrir el fondo de cada orilla. Cuándo establecimos el puente entre ambas orillas, en un tiempo también impreciso y en proceso de construcción. Lo único cierto es que no sólo hemos aprendido a cruzar de una orilla a otra sino transitar unidas entre ambas. Cuando ha sido necesario, hemos sintonizando y armonizando nuestras diferencias en significado y significante de gestos, lenguaje y acto.

Así es como Haydee, primero fue madre, amante, esposa y vecina. Se asumió negra y triunfó en ello, luego aprendiz y se hizo defensora con certificación para andar y hacer andar derecho como abogada con licencia a los 75 años. En este tiempo, nos tornamos confidentes en medio del séptimo perfecto, dejando fluir el espíritu colectivo, desenturbiando al ayer para recuperar  al ser cual diamante en bruto,  hasta dejar salir su brillo impedido por la turbiedad y desgaste de un lado de la orilla.

Haydee aprendió a transitar entre la maternidad, maternalidad y actuación, hasta esta noche donde la vimos brillar con la luz propia que emerge de su ser. Saberse mujer y negra, quien además de parir, ha logrado transitar por donde le dio la gana, haciéndose más sabia en cada uno de sus escenarios, hasta parir sus propios sueños que hoy nos mueven y conmueven.

La historia de Haydee, en el contexto de las cuatro historias intergeneracionales, multiculturales, intra género, con preferencias sexuales y diferencias de clase. Donde el hilo conductor es el vínculo con la madre, la sexualidad que deriva en la maternidad y la apertura al ser, es una invitación a explorar los diversos de modos de experimentar el cuerpo, la sexualidad, el embarazo, aborto y las maternidades que trasciende al estereotipo de mujer blanca (más preciso mestiza), heterosexual, monógama, madre, casada y feliz. Nos muestra la otra cara que tememos expresar por temor a no ser parte del cuadro perfecto de la mujer-madre al cual socialmente estamos constreñidas, mientras celebramos y erigimos un santuario que se coloca y desmantela cada segundo de mayo por sólo un día, quizás con la vana esperanza de limpiar el sentimiento de culpa por sus entramados complejos donde nos hemos perdido o redescubierto.

Escribí en uno de los grupos cerrados en los que participo ese otro lado del tema sobre maternidad que es recurrente en nosotras las mujeres, en ambiente de confianza. Allí donde inclusive aquellas que dicen deseaban tener muchas(os) hijas(os) descubren en determinado momento que no es todo bello, sublime ni gratificante. Sino exigente, desgastante, frustrante y árido. A veces suele disiparse con un abrazo y un beso infante, para retornar con más intensidad cuando nos sentimos agobiadas y desbordadas en soledad con presencia o ausencia del padre que no sabe cómo serlo. Recordándonos nuestra humanidad, donde no existe naturaleza maternal salvo el proceso del embarazo, cuyo origen etimológico está asociado con vergüenza, carga, vida y muerte[1].

Esta noche lo dijo gráficamente Haydee, la madre multípara: “Hoy con todo lo que sé y he aprendido de anticoncepción, embarazo y maternidad, no tendría ni medio hijo(a)”. Y lo dijo la madre que quiso serlo cuando decidió y no pudo: “He comprendido, he aceptado y soy feliz con el amor más desprendido y no dependiente que son mis tres gatos”.

En el siglo XXI se ha decantado y nadie pone en cuestión, que la maternidad como la pareja es una opción y elección, definitivamente hoy más que ayer, porque las mujeres podemos abiertamente autostenernos sin temor a ninguna ciclo de nuestra vida. El discurso tradicional era tener pareja e hijas(os) para no quedarse sola(o), la realidad muestra que es relativo, porque sucede que se puede estar sola(o) inclusive en compañía.

Por cuanto si la maternidad en su condición de rol es elegida, como se elige otro rol, por ejemplo: el servicio por un trabajo asumida don conciencia y  responsabilidad no tiene porqué celebrarse, premiarse o felicitarse, porque  es lo que debe ser.

La maternidad a diferencia de otros roles, suele complejizarse porque involucra cuasi todas las dimensiones humanas salvo la sexual (a veces hay excepciones cuando sucede el incesto) por cuanto es subjetivo, objetivo, práctico, espiritual, social, económico, cultural y religioso. El modo como se asume y es percibido, depende de cuánta concesión permitimos a los mandatos sociales y el peso de la expectativa en nuestro rol de madre e hija(o), cómo procesamos nuestra relación con las hijas, reproductoras de nuestro ser y con los hijos para hacerlos capacitados o discapacitados de asumir su paternidad con plenitud.

Para el caso de las mujeres somos primero hijas que madres, aprendemos a ser hijas de la relación de nuestras madres con la suya, en tanto que nuestras hijas lo hacen de nuestra relación con nuestra madre y abuela (actualmente es más frecuente la coexistencia de más generaciones). Así que en nuestro aprendizaje y narrativa está presente no sólo la madre sino también la abuela, si nos sinceramos, hay un punto medio que nos igual con nuestra madre, es cuando nos descubrimos a su vez madres y abuelas.

Cuando asumimos la maternidad independiente de su condición biológica, no moriremos en el intento si nos desprendemos del “grado de madre”, reconocimiento, aplauso y celebraciones. Hoy como ayer, se suele ser madre sin parir como continuum. 

Para no ir muy lejos, lo son las abuelas que sustituyen a la madre ausente aun cuando está presente, con la carga de la ilegitimidad que simbólicamente la subordina al concepto de madre, tornándola en seudo-madre con adjetivos diminutivos que le resta autoridad y expectativas de reciprocidad. Y si se posiciona en función de su rol de madre, genera confusión, vacíos e infancia emocional de nietas(os)-hijas(os), por los cánones sociales atribuidos a la maternidad y no por su ejercicio, en contraste con el desgaste y exigencia que se torna mayor por la edad y experiencia. Allí el abrazo y el beso de satisfacción y reciprocidad, requieren confirmación con gestos y expresión de amor, por ser quien no eligió sino se resignó a ser madre porque no quedaba otra.

La tía y hermana mayor, a quienes muchas(os) de nosotras(os) reconocemos como referente de amor, valores, protección y ejemplo pero que no se nos cruza nombrarla hoy como madre pese a que cumplió ese rol. Y esta la nana o trabajadora del hogar, que independiente a ser una labor rentada, por la convivencia y ser la única referencia de afecto del niño(a) con padres ausentes, tiene un lugar difuminado y sin derecho en su propia memoria y de los(as) otros(as).

Y no entro al desarrollo, sino sólo anoto aquella paternidad con la madre ausente, que ha de reinventarse porque no puede imitarla ni sustituirla, pese a los discursos que hemos desplegado –me incluyo-, la maternidad no sustituye a la paternidad, tampoco es posible que suceda otro tanto con la paternidad, sino que el ejercicio del cuidado de otro, que es hijo(a) por tanto se torna más exigente, con mayor aprehensión, culpa e inseguridad de hacerlo bien, desde la condición uniparental de madre o padre.

Así que celebrar la maternidad en verdad más allá de las costumbres y el nivel de nuestra conciencia del contenido y sentido del concepto y significado es un factor de constante reflexión para nuestra relación entre mujeres, de mujeres con hombres. De los hombres con las mujeres y los hombres entre sí.

lunes, 20 de noviembre de 2017

DE LA SEPARACIÓN DE HECHO AL DERECHO DEL DIVORCIO: los nudos odiosos de hombres y mujeres

Hoy tuve la cereza de la torta, en el taller sobre violencia en la pareja y sus secuelas, facilitado para mujeres y hombres que apuestan por una convivencia libre de violencia, saludable y en armonía.

De todos los temas usuales asociados con las secuelas de la separación de la pareja[1]: sustitución, sobrevivencia, reedición, refundación, reinvención, reincidencia, entrecruce de nuevos amores, regresiones hacia promesas inconclusas (para algun@s involuciones), etc.   Y entre todas las posibilidades, emergió uno poco discutidas y menos trabajada. Se trata de las separaciones inconclusas, aquellas que se detienen o acampan  en la antesala del divorcio legalmente denominada separaciones de hecho.

Estado al que denominaré separación en el limbo, puesto que las vidas de la ex pareja, permanecen unidos en el primer nodo de un matrimonio,  con o sin hijos. Independiente de las múltiples razones, lo cierto es que terminaron en  la separación de cuerpos dentro o fuera de la vivienda. Surge la interrogante ¿Cuál fue su derrotero?: El lógico divorcio, la ilógica aberrante y/o creativa vigencia del matrimonio cuando este no existe.
Depende de cada experiencia, la cosmovisión de l@s involucrad@; sus traumas, valores y prioridades. Y principalmente depende de su modo de amarse y amar al otr@, el grado de sentimientos que se desperdiga tras la ruptura,  las pasiones que  inspiran sus causas: venganza para quien se siente traicionad@, estrategias creativas para recuperarl@,  quien se asume víctima del   arrebato de su “amor” por otr@ ser malvad@,   imaginación para trasladar el dolor y la frustración hacia el ser indign@ de su amor, en quien en  se siente víctima del, así como capacidad de resistencia para torturar y disfrutarlo, por quien siente que perdió el control y la propiedad  del otr@, manteniéndola@ bajo su yugo.

Sin embargo, muy en el fondo de cada caso,  creo que existe un común denominador, y es, el flagelo o  autoflagelo, por haber elegido o haberse dejado elegir como “la pareja” por una dispareja, con discapacidad para perdonar y/o perdonarse   de no haber invertido lo suficiente en el proyecto de dos y/o familia. Y por resistencia a reconocer la inconducta propia y del otr@ que le permita perdonar(se),  recuperando su libertad para rectificar y volver a invertir una mayor dedicación y su mejor esfuerzo en  un nuevo proyecto de pareja o simplemente permanecer sol@ porque descubrió que vive mejor como una ameba.

Aún no   he procesado conceptualmente y tampoco quiero caer en definiciones convencionales. Lo cierto es que existen diversas secuelas de una separación de hecho, que se coloca en el limbo o petrifica en el tiempo sin derivar en el divorcio, sea desde la lógica civilista, racional, social y legal. O en el filosófico, ético y moral de cerrar una experiencia aprendida y aperturar nuevos  procesos, elegir nuevas opciones de vida y compañía. Desapegado de dos seres que independiente de cuánto o cómo se amaron, descubren que no pueden compartir más sus vidas, más allá de la maternidad o paternidad de hij@s en común, con quienes indudablemente no hay divorcio alguno, pueda que en cambio más libertad y oportunidad de entablar lazos más honestos,  específicos y sin mediaciones en calidad y profundidad.

Decidí escribir al respecto, porque es mi modo de observar y pensar en un fenómeno social, que en este caso se produce en el terreno de las relaciones de género. Y porque hoy (13 noviembre del 2017),  tuve cuatro casos de veinte personas que asistieron a la reunión, que se animaron a contar sus experiencias de  separación de hecho, como una violencia suspendidas en el tiempo entre ex parejas, que a su vez secuela de otras violencias entre parejas. Estado  cuyos extremos en tiempo se movía entre 3 y 20 años.

Dos casos de mujeres, donde ambos ex cónyuges habían fundado nuevas familias y ellas también. La primera con un hombre soltero y la segunda con un viudo, en sus términos: “habían re-hecho su vida sin haber arrancado el divorcio a su ex pareja”, lo más notable es que tanto sus ex parejas como ellas tenían nuevos hij@s y que más de una vez había tocado el tema con cierta incomodidad y dolor, porque innegablemente estaban por ambos lados ante una situación de bastardía.
La bastardía, es un estado que se deriva de la situación experimentada por un bastardo, que según la RAE[1], se refiere al sustantivo en femenino o masculino asociado al hijo(a)   nacido en una unión no matrimonial de sus padres. Hijo(a)  de padres que no podían contraer matrimonio al tiempo de la concepción ni al del nacimiento. Hijo(a) ilegítimo de padre desconocido. En tanto que etimológicamente  viene de la voz francesa ‘bàtard’[2], atribuido a quien nace en un granero.  

En el tercer caso, también la ex pareja  habían iniciado una nueva relación con otra persona en estado de separación inconclusa, cuya resolución en perspectiva aparecía aún más compleja por no haberse establecido el divorcio correspondiente por ningún lado. La única “ventaja” que reconocían era no haber tenido nuevos hijos.

El cuarto caso y más dramático, era de un hombre soltero que había convivido 20 años con una mujer separada con quien no tuvo hijos pero ayudo en la crianza de la hija de ella –la cual a la fecha vive en el extranjero-. El, manifiesta que el ex esposo de su pareja, no quiso darle el divorcio, por cuanto solo fueron convivientes hasta el último de los días de ella luego de una penosa enfermedad.

Él se había transformado a la fecha en un conviviente viudo desde hace seis meses (categoría civil inexistente en nuestra legislación civil). Cuando su pareja falleció, él perdió todos sus derechos como tal (ergo la ley de igual trato a convivientes no aplica en este caso), al punto que no pudo decidir dónde y cómo enterrarla porque se impuso el ex esposo, para colmo, ha sido desalojado de la mitad de la vivienda que compró él para su pareja. Por cuanto en las formas y resultados el ex esposo, ha sido favorecido por la ley.

Pregunté si conocían la Ley N° 27495, publicada el 7 de julio del año 2001, que incorpora la separación de hecho como causal del divorcio correspondiente, los cuatro casos me dijeron que no, que cuando en sus inicios recurrieron a consejo legal l@s abogad@s no les orientaron al respecto, centrándose solamente en la patria potestad, afectación de sus bienes y manutención.  

El conviviente viudo, se indignó por la desinformación, afirmó que para él y su ex compañera el mejor acontecimiento de sus vidas fue encontrarse, tomar su oportunidad de ser y acompañarse. Muchas veces quisieron casarse inclusive cuando vivieron una temporada en el extranjero, pero no lo hicieron porque no querían engañarse a sí mismo y esperaban que con el tiempo el ex de su compañera cediera y la dejara libre. Jamás pensaron en las secuelas al final de sus días, hasta cuando a él,  le tocó experimentar no sólo la viudez, sino la privación de no poder despedirla con el rito y la dignidad que acordaron y le correspondía.

Tras el taller reflexioné en los hechos, los derechos y la vida, recordando  que a mediados de los noventa, el movimiento feminista desplegó todas sus estrategias y competencias para que la separación de hecho fuera causal de divorcio, sin que sea necesario apelar a ninguna otra causa entre  los cónyuges: incumplimiento de obligaciones o infidelidad. Logramos arrancar la Ley N° 27495. Sin embargo la norma inaplicada es como si no existiera.

En el país persisten, parejas que se separan sin divorciarse,  ingresando legalmente a la condición de la separación de hecho, que desde mi perspectiva no es otra cosa que el limbo, estado al cual se ingresa y no sale, que existe, pero se prefiere ignorar y no no tocar. 

Alguna idea de la afectación de esta situación a la población, se desprende de la data del censo 2007[3], donde existía un 3% de la población nacional mayor de 12 años en estado civil separada (714 242), en tanto que sólo el 0.5% (114 093) declaraba estar divorciad@. En su interior  la mayoría correspondía a mujeres separadas (70.5%) abriéndose una brecha de 41 puntos respecto a los hombres. En el divorcio la mujer seguía ocupando el mayor porcentaje (59%) siendo la brecha de 18 puntos mayor al del varón.  De donde se desprende que se estaría ante una situación de feminización de la separación.

Las vidas de l@s separados en el limbo,  ingresan a condiciones superpuestas de dos seres que comparten una misma dimensión y a veces hasta un espacio,  sin tocarse, escucharse, verse, tolerarse, menos amarse. Pero que por inexplicables factores enraizados en sus psiquis y voluntad, se empecinan en infringirse mutua tortura manteniendo el vínculo del matrimonio nominal en medio de una realidad de ruptura real evidente de algo que debiera estar unido, ergo se ha  generado un estado de divorcio, sin embargo tal estado sólo es aceptado cuando se ha producido formal y legalmente.

Much@s nos preguntamos por qué mantener un estado absurdo de separación en un estado de limbo, sin embargo para  quienes viven   tal situación pareciera ser que en el fondo lo hacen esperando a ver ¿quién se muere primero?  Algo así como un ave carroñero, para apropiarse de eso que no pudo poseer en vida  -el cuerpo inerte, sin alma ni espíritu que es un cadáver-, para hacer con él lo que le venga en gana, porque le corresponde por derecho y revés.  En nuestra legislación peruana,  nadie más que el ex o la ex tienen derecho a decidir el destino final del cuerpo de quien en vida fue zutano, mengano o perencejo.

Claro el destino final del ser a quién se sometió a los grilletes de un matrimonio indisoluble, es aquel que cabe sólo en  la    imaginación del ex. Y cuando la inercia o el pacto del mutuo acuerdo cesaron, persistió el yugo (dominio u opresión). La muerte de uno, revela en el otro sobreviviente un inconfesable deseo de dignificación necrófila como es revestirse de la imagen simbólica de un estado civil de viudez que en nuestra sociedad pacata todavía tiene “prestigio”, pero que en realidad viene a ser una máscara grotesca de un estado civil, ergo ciudadan@.

Y pueda que las motivaciones de separaciones en el limbo, sea más simple, tal   como sospechan muchas mujeres víctimas de la secuela de estas situaciones –aquellas que son la nueva oportunidad para hombres separados-, no separarse para algunos hombres, es el modo perverso de castigar a otras mujeres más infelices que él (porque justamente lo han elegido  y aceptan su estado),  no volviendo a comprometerse verdaderamente en una nueva relación Podrían también tener la razón los argumentos de hombres víctimas,   que la culpa es de su ex por ser cuasi la “demon or wich” (demonia o bruja), cuya   perversidad es hacerlo     infeliz hasta siempre al no liberarlo. Sea porque nunca llenó sus expectativas, haciendo que pague de ese modo. En el otro extremo, es un bien preciado  de quien no quiere prescindir  en lo material, social (influencia) y culturalmente (poder). Los “más honestos”, suelen atribuir que es el costo de pagar su infidelidad. Todo al respecto es discutible y controversial,   lo dejo en este punto para sus propias disquisiciones. 

Retomando mi perspectiva, afincada en la libertad del ser y hacer, pienso  que podría deberse al miedo infinito de liberarse que  tienen muchos seres, especialmente si se nació atad@ al cordón umbilical, luego a la familia, al que dirán, al marido o la mujer. El miedo a ser libres, en el fondo recubre el pavor a   asumir las exigencias de una emancipación plena y sus consecuencias. Acrecentándose  el miedo ante la posibilidad de volver a equivocarse y perder, porque piensan que amar es ganar, cuando en realidad es sólo amar y aprender.

Y tras 16 años de su promulgación aún existen personas que la desconocen, manteniendo atada su vida a una pareja indeseable sólo por el capricho unilateral de él o de ella a no concluir con la ruptura del vínculo producido en la realidad pero no confirmado legalmente, deteriorando su proyecto de vida y como en el caso referido, enfrentándose al final de sus días a una cruel doble pérdida.

La evidencia fáctica de los vacíos que nos queda por saldar tras una década y media de la existencia de una norma que libera de los caprichos y sentimientos distorsionados de las parejas, demuestran que para relaciones sociales plenas, saludables, transparentes, sólidas y afirmadas, no basta con la conquista de derechos, si los mismos no van acompañado de la difusión, información y formación correspondiente a mujeres y hombres para el ejercicio de los mismos. Ergo no es suficiente tener derechos o ser sujeto de derechos, es preciso ejercer esos derechos de lo contrario seguiremos reinventando ingeniosas formas de tortura entre unos y otros.

Para quienes estamos comprometidos con la defensa de los derechos humanos civiles y apostamos por una vida plena de mujeres y hombres en armonía, estos casos nos muestran que falta mucho por bregar, desde el Estado, la sociedad civil, el movimiento feminista, las organizaciones de mujeres, las instituciones que trabajan al respecto.

Finalmente quiero hacer justicia a aquello que me convenció de publicar este artículo hoy. En medio de su elaboración me encontré con un amigo de hace 27 años, lo conocí ya separado y con cuatro hijos. Hoy me cuenta que sigue separado, es decir en el limbo, sólo que tiene nueva  pareja y  dos nuevos hermosos hijos que lo llenan de orgullo y satisfacciones.

Durante nuestra conversa  me contó  de un pariente suyo que falleció, bajo sus mismas condiciones. La ex esposa, secuestró el cadáver y no dejó que nadie supiera donde lo velaron sin permitir que   siquiera su madre lo despidiera, abriendo con ello una brecha de dolor en su la familia. 
Lo miré y con el derecho que me tomo de la amistad para decir las cosas por su nombre y a mi estilo que suele ser sin anestesia, le pregunté que estaba esperando, lo conminé a cerrar etapas.  
Y por mi lado, prometí que publicaría este escrito, tanto para poner el dedo sobre la llaga así como proveer de información que puede ser de utilidad para más de uno de mis amigas y amigos que ejercen o padecen esta situación y se hallan envuelto en estas prácticas, de la que no se habla pero todos saben.
Y tras 16 años de la  promulgación de la Ley Nª 27495, aún existen personas que la desconocen, manteniendo atada su vida a una pareja indeseable sólo por el capricho unilateral de él o de ella a no concluir con la ruptura del vínculo producido en la realidad pero no confirmado legalmente, deteriorando su proyecto de vida, y como en los casos referidos, enfrentándose al final de sus días a una cruel doble pérdida.

La página pública y formal que tod@s debemos conocer, http://www.gob.pe/436-separacion-y-divorcio
Un breve artículo para quienes no dan para tanta lectura, http://www.derechovirtual.com/uploads/archivos/e1n4Suarez.pdf
Alguna data sobre Violencia Conyugal Física en el Perú https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib0687/Libro.pdf 
Un caso complejo como referente de análisis de las bondades y límites de la causal http://dike.pucp.edu.pe/doctrina/civ_art45.PDF y uno menos complejo http://spij.minjus.gob.pe/juris/civil-pdf/civil-01368.pdf
Dos páginas con modelos de demanda de divorcio… http://www.divorciosporinternet.com/modelo-de-demanda-de-divorcio-por-separacion-de-hecho, https://corporacionhiramservicioslegales.blogspot.pe/2013/04/modelo-de-demanda-de-disolucion-de.html



[1] http://dle.rae.es/?id=KOGiy39
[2] https://verbiclara.wordpress.com/2013/08/30/origen-de-la-palabra-bastardo/
[3]INEI (2007) Censo Nacional XI de Población y VI de Vivienda  http://censos.inei.gob.pe/cpv2007/tabulados/#