miércoles, 29 de septiembre de 2010

DEVELACIONES DE UN KIOSKO

A media mañana de este 29 de septiembre, en medio de un tiempo indefinido, que por momentos abriga y otros tanto nos enfría, me detuve ante un kiosco de diarios, al lado de una docena de personas, ciudadanas y ciudadanos de a pie en el centro de Lima. De quienes carecen de tiempo para leer todo un artículo, menos aun disponen de dinero extra para invertir en un diario. Tampoco destinarán una hora en la cabina de internet y menos aun un servicio en su casa. Son peruanas/os, que se ocupan diariamente de ganarse su pan y para los suyos, quienes habiendo inspirado este escrito tampoco lo leerán.

Todos observábamos en silencio la creatividad artística del expendedor para distribuir los diarios de forma tal que asegurara la atracción y venta del cien por ciento, arte aprendido con el tiempo, sin ningún curso de marketing en una prestigiosa universidad. Fue una mujer mayor la que comentó “Es la primera vez que han sacado una foto tan fea de Susana y hoy no aparece Lourdes, pareciera casualidad”, Otro dijo: “La quieren tumbar con todo”, alguien más señaló: “Cuánto miedo tiene la derecha y los corruptos”. Una mujer afirmó: “Ahora nos quieren vender los entretelones, cuando Lourdes nos dijo en la cara que nos metiéramos la alcaldía en el Poto”.


En mi caso con esa manía por hilar y entretejer, dije: “El comercio no sólo se ha esforzado por sacar un rostro duro de Susana, sino que en su versión barata como es el Correo, intenta leerle los labios, no había visto un perfil mas distante para decir una lisura, y como se parecen los titulares de la Razón, Perú 21, Expreso, antes por lo menos guardaban las apariencias”. Un anciano se acercó y dijo: “En el fondo la derecha, la corrupción y la grosería son del mismos plato y se come con ambas manos”.


Alguien dijo: “Pero Susana debió de ponerla en su lugar”. Un Joven dijo: “Yo creo que fue mejor no descender al nivel de Lourdes, Susana es una señora, de esas que pocas veces vemos, que nos hacen sentir incómodos sólo con la mirada cuando cometemos una falta, es como mi madre que no me pasa una. Por eso votaré por ella”.
Aproveché de este comentario y pregunté ¿Cuántos de ustedes van a votar por Susana?, todos excepto uno dijeron yo, yo, yo. Al que se quedó en silencio le pregunté usted por quién va a votar: “El voto es secreto, pero sabe, no botaré por Lourdes. Ya estoy harto de que crean que somos retrasados mentales”. Luego se alejaron uno a uno. Solo una mujer mayor se quedó conmigo, pensando en voz alta: “Pensar que antes los periódicos nos ayudaban a conocer y ha decidir nuestra opinión, antes creíamos que los periodistas nos daban noticias verdaderas, hoy todos se han vendido. ¿A quien le importa si Susana tiene o no propiedades?, ¿Acaso quieren que sobrevalore sus libros como lo hizo un congresista para justificar la riqueza del robo?”.


La miré sonriendo, mientras le decía cuanta sabiduría guarda la memoria y experiencia, la importancia de contar su descubrimiento de las medias verdades que suelen vendernos, el modo como ha descubierto que el poder y la mentira suelen juntarse para desmentir a nuestra propia comprensión, para decir que lo que escuchamos no fue dicho de ese modo ni quiso decir lo que dijo. Le pedí que cuente a la gente que la rodea, que lo comente en otros quioscos, que yo haré otro tanto, y que si juntamos, su esfuerzo con el mío, habremos hecho algo por despertar el pensamiento de otros. Le dije lo mucho que me alegró que todas/os quienes leímos las carátulas de los diarios a la una en punto de este día, no habíamos sido seducidos por sus anuncios.
Mientras me alejaba, para proseguir con mis propios pendientes, volví a convencerme con cierto calor en el pecho, la importancia de la publicitación del pensamiento, de cómo podemos conocer y provocar la reflexión en un ciudadano o ciudadana, colocándonos al mismo nivel de todas/os, cuando dejamos de practicar la política entre quienes no tenemos nada mas que convencernos porque estamos de acuerdo, o bien nos enfrascamos en debates inagotables para dar vueltas y vueltas como si el mundo se hubiera detenido, y cuando no es así, lo guardamos entre cuatro paredes, o lo enrollamos en algún rincón de nuestros espacios.

Recordé la importancia de tomar las calles y plazas para provocar la discusión sobre el abuso, autoritarismo, corrupción, impunidad de Fujimori, a fines del siglo XX, mientras algunas/os nos tildaban de locas, esnobs o sofisticadas, resumido en el adjetivo de “feministas”. Y vuelve a mi recuerdo que la militancia por la libertad, la democracia, la justicia, no es un hecho coyuntural, sino una práctica cotidiana, que es preciso ejercerla. Visualicé que no está lejos el tiempo donde contemos con esos espacios públicos, amigables y seguros que no sólo discutiéramos de los sucesos, sino también nos hiciéramos cargo de tener una buena vida, celebrar nuestros aciertos y revisar los retos.

Volví a la realidad de este tiempo, para convencerme una vez más allá de las encuestas y los científicos cálculos de las tendencias de la preferencia electoral del pueblo, basta con pararnos una mañana, o un medio día como me sucedió a mí, no sólo a leer la carátula de los diarios, sino a provocar comentarios, en un ambiente donde todas/os tenemos a flor de piel la necesidad de decir algo.




miércoles, 22 de septiembre de 2010

¡ALERTA, ALERTA, ALERTA QUE CAMINA!, Susana Villarán, Alcaldesa para Lima…

En un ambiente confiable y cálido pese a que la temperatura de Lima descendió a 8.8º -el mas bajo de cuarenta años-,  Susana Villarán, inició la conversa  intima con más de cien mujeres, empleando  una analogía  del panorama electoral donde Fuerza Social se visibiliza y posiciona  de atrás para adelante,  como aquella  que vivió el 20 de Junio del 2000 donde marchamos de negro las mujeres, protestando por el modo como se pretendía asesinar la democracia con elecciones fraudulentas de la re-re-elección de Fujimori.

Retornó a mi memoria, que esa posición de retaguardia, provocó que nos quedáramos rezagas, cuando intentamos dejar la Av. Javier Prado hacia el Swiss Hotel sede de la OEA, la represión partió nuestra marcha en dos. Quedándonos un contingente en medio de la Javier Prado  mientras arengábamos “Si la Democracia Va, las Mujeres Están”, “Lo que no es bueno para la Democracia, no es bueno para las Mujeres”,  “Mujeres por la Democracia en la Calle, Casa y Cama”. Deteniendo el tráfico, donde peatones y automovilistas, lejos de enojarse porque retrasáramos su desplazamiento nos aplaudían y apoyaban,  como hoy muchos reconocen   en Susana Villarán una posibilidad real de cambio que adecenta la política haciéndola confiable, dando paso a la esperanza que se aplaude y apoya.

Volví a recordar, como ambas desconcertadas nos miramos y hablamos simultáneamente,  por una  decisión  de permanecer  o dispersarnos  ante la amenaza creciente de ser reprimidas -éramos las únicas del grupo de organizadoras que había quedado en ese lado-, nuestra reacción fue coincidente con la caída de  bombas lacrimógenas  entre ambas y una cruenta represión que nos dispersó violentamente.

Creo importante compartir estos  momentos que pocos recuerdan, porque es necesario señalar que la democracia  y posibilidad de ejercerla, es una de las luchas que las mujeres hemos conquistado palmo a palmo.  Susana Villarán, mantuvo presencia permanente en las calles, si eso es subversión como se quiere tildar y desdibujar a su actuar, es bueno subrayar que las  únicas armas  con las que ella y las mujeres que  salimos a las calles en tiempos del miedo para oponernos al autoritarismo, ha sido  nuestra voz, cuerpo y fortaleza, para no dar tregua a la mentira, asumiendo la defensa de la paz y democracia, como bien decimos “Las mujeres damos vida, la defendemos y preservamos”.

Una noche de intercambio, reflexiones y expresión de fortalezas entre mujeres que creen en la Democracia y trabajan por ella, provocó estos recuerdos, mientras un nuevo recuerdo  de esta noche se anidaba en mi memoria, con las arengas jóvenes de hace 24 horas “Alerta, Alerta, Alerta que camina, Susana Villarán, Alcaldesa para Lima…”

viernes, 3 de septiembre de 2010

MITO II: "Solidaridad ciega, sorda, muda y testaruda"

Un segundo argumento mítico en la política a cerca de la relación entre mujeres,  es aquel que  apela a la solidaridad incondicional entre géneros. Una estrategia posiblemente necesaria durante las luchas iniciales del feminismo que debió impulsar procesos de concientización, visibilidad y empoderamiento. Hoy, se transforma en bumerang, tanto por el contexto en el que se producen los procesos de posicionamiento y ejercicio de poder político como por el nivel de desarrollo reflexico de la práctica, estrategia y teoría feminista.

La solidaridad incondicional en la política, es una práctica que adquiere performance en la medida que se afirma la democracia y los mecanismos de acceso al poder con legitimidad se instauran -democracia representantiva- mediante procesos electorales, provocando en los grupos políticos partidarios menor compitencia de propuestas y mas exigencia de apoyo incondicional de sus bases sociales.

La omisión de estas prácticas precedentes, permite la construcción del mito de solidaridad incondicional entre las mujeres que incursionan en la arena política, como recurso que apela al respaldo de las mujeres por el hecho de ser mujeres. Los argumentos se vinculan a estrategias que superen tensiones de acceso y posicionamiento: a) menor oportunidad, b) escasos modelos afirmativos y c) subsistencia de prácticas misóginas, entre otros.

Menor oportunidad

La menor oportunidad es una condición objetiva que restringe la participación política de las mujeres en sus expectativas, acceso y posición. En el caso peruano, esta condición viene siendo oscilante, por algo más de una década (1997)1. Los antecedentes, dan cuenta del acceso de mujeres al poder político como casos excepcionales. A la fecha gracias a la ley igualdad de oportunidades que establece un mínimo de representación por género, en el mejor de los casos está próxima al 30% mínimo de la cuota. Pese a que la norma empezó a regir en 1998, a lo largo de tres periodos en el poder ejecutivo, legislativo y judicial las proporciones han sufrido ligeras alteraciones2.

Durante los periodos iniciales de elección donde la Ley 28983 empezó a regir, el incremento de mujeres en los espacios de poder político sufrieron escasa alteración. Gracias a la recreación de prácticas que permitió eludir la cuota mínima de mujeres como recurrir a “candidatas de relleno”3, correspondiéndole a la cuota de género el último tercio de la lista de los partidos políticos, garantizaban de este modo la exclusión a ser elegidas4, prácticas que si bien han reducido su acentuación ni han sido superadas, al punto que el órgano máximo del proceso electoral advierte sobre los costos para aquellos partidos políticos que incumplan con la ley de cuotas5.

A esta estrategia masculina de resistencia para restringir el acceso real de las mujeres al poder, la escasa disposición de mujeres que tienen entre sus perspectivas de desarrollo personal el ejercicio del poder político6.

Escasez de modelos afirmativos

Las mujeres que se aventuran a asumir el reto de moverse en el terreno del poder político, deben enfrentarse a un sistema instaurado por reglas y mecanismos tradicionales asociadas a prácticas masculinas y masculinizantes.

Su desconocimiento y la inflexibilidad de un sistema político incluyente se transforma en la principal barrera para innovar el ejercicio del poder político desde las mujeres, aspecto que tampoco está presente en sus agendas, en la medida que quienes han accedido al poder, no necesariamente tienen una perspectiva de género o tienen por compromiso una apuesta feminista como la ampliación del espacio de poder político para las mujeres. La preocupación se concentra en no morir en el intento, perfeccionándose y superando los estándares existentes para políticos varones. Aquellas que se incursionan sin afectar un desempeño tradicional se adecuan y reproducen el sistema sin ensanchar las oportunidades para sus congéneres peor aun restringiendo pese a hallarse por debajo del mínimo. Quienes dan la pelea sin mayores impactos, prefieren tomar distancia, siendo su incursión política, debut y despedida.

Consecuentemente las relaciones entre mujeres con poder político y quienes las eligieron -con expectativas mayores (imprecisas) que a los usuales políticos-, tienen una mayor frustración, confrontación y presión tratada a media voz. Adoptándose máximas como: “Los trapos sucios se lavan en casa”, “Lealtad de género ante el riesgo de ser excluidas”, que poco a poco se traducen en exigencias a solidaridad incondicional.

Las que se resisten al pacto incondicional plantean una situación inversa7, descubren que no basta elegir y delegar el poder de las mujeres a otras mujeres, sean estas legisladoras y/o estadistas, para asegurar las agendas de género. Si está ausente un proceso de conciencia y compromiso con la situación de las mujeres, que se traduzca en elemento que inspire y movilice lavocación política, la práctica tradicional se reproduce y afirma. De modo que el acceso al poder es el primer paso, para ejercer poder. Por cuanto, la innovación de la práctica política, donde la solidaridad no puede ser sinónimo de complicidad y vista gorda se transforma en su verdadero desafió.


Una condición de partida es asumir por ambos lados el compromiso de rendir y exigir cuentas creando transparencia, confianza, compromiso y prácticas de alternancia en el ejercicio del poder que vienen a ser uno de los tantos elementos de la radicalización de la democracia.

Subsistencia de prácticas misóginas

Si bien persiste la postergación de la perspectiva de género como apuesta política, el enfoque de género se ha instalado en el país y a nivel internacional, como condición necesaria para asegurar la democracia y el ejercicio de poder político que incluya a mujeres y hombres. Hasta el momento viene demostrando que la decisión política y la adopción de instrumentos normativos es insuficiente para modificar prácticas, percepciones y sustentos ideológicos, que si bien se ponen a tono con la moda de la equidad, no logran influir en estructuras de pensamientos discriminativos y jerárquicos, inestabilizando el real cambio en el ejercicio de poder político, tal es el caso de la misoginia8 que aparece como el principal techo de cristal para las mujeres en la política.

La misoginia en hombres y mujeres, sigue siendo el elemento que alimenta una expectativa machista del “ideal de la mujer política”, estereotipando, afirmado y recreando mitos, esperando que se amolde a las exigencias del sistema de práctica de poder político imperante porque “siempre ha sido así y será así”, y en el mejor de los casos espera que el desempeño femenino, supere a practicas de políticas preexistentes en sus mañas y artimañas, que requiere ser afirmada y sostenida por la solidaridad incondicional de las mujeres negando la condición humana en la práctica y las relaciones políticas.

La “crítica al desempeño político” de un líder o lidereza político/a es percibida de diferente modo dependiendo de la fuente y el destinatario/a. Planteada desde un hombre a otro, suele ser percibido como competencia, exigencia, aporte o reto. Desde una mujer a un hombre, indicador de empoderamiento, el desarrollo de su capacidad analítica y reflexiva. De un hombre a una mujer, frecuentemente apela a devaluación y negación de su capacidad política por su condición de género. De una mujer a otra, se asocia con la envidia, maledicencia, deslealtad de género y falta de solidaridad. Sin duda que la estereotipia de cada caso es superado por la realidad que suele ser diversa.

Miradas persistentes y parciales que seguramente son aplicables a algunos casos, pero de ningún modo generalizarse. Cuando esto sucede, adquiere condiciones de transformarse en aquello que justamente cuestiona.

Solidaridad y sororidad

La solidaridad entre mujeres, requiere trascender a la práctica política históricamente implantado por el modo de ver y ejercer el poder vertical, demandando al ciudadano/a, especialmente mujeres ser ciega, sorda y muda. Tiene por desafío avanzar hacia una práctica innovada del ejercicio de poder político, que sin ser potestad sólo de las mujeres, tiene la oportunidad de provenir con ellas, al incursionarse en la arena política tradicional, trae consigo su entrenamiento social en terrenos no convencionales, permitiéndole las condiciones para aportar su potencial y papel especializado. Mientras  ensaya una practica vigilante y alerta, a un terreno inestable y confuso por su inexperiencia y escasa en el espacio político público.

Los deseos de muchas mujeres y hombres, respecto a cambiar el mundo del poder político, siguen siendo mayores que las prácticas concretas. La cotidianeidad viene evidenciando que independiente de nuestra clase, color, edad, credo, gremio, historia, experiencia personal colectiva, etc. es más difícil recrear e innovar prácticas políticas coherentes con deseos de igualdad, democracia, transparencia, honestidad, lealtad y coherencia.

Los modelos de práctica política de las mujeres en la historia del Perú al igual que de América Latina, tienen escasas excepciones, en tanto imita y reproduce prácticas conservadoras y masculinas. El caudillismo, la manipulación, el aprovechamiento, el acomodo, la reducida ética y la asociación del poder como mecanismo de enriquecimiento e influencia antes que de gratuidad y servicio social es una constante.

La solidaridad incondicional como apuesta política feminista en otros tiempos, en la era digital con un planeta globalizado, es desviación del concepto de sororidad desarrollado por el feminismo9 por ello inaplicable a la relación entre mujeres, por cuanto su insistencia en ello, es sólo un mito.

La sororidad apela a la condición de hermandad y amistan entre mujeres donde es posible construir alianzas y pactos, partiendo del reconocimiento de igualdad en la experiencia histórica de ser mujeres, independiente de las diferencias. En términos de Marcela Lagarte, la sororidad emerge como alternativa al poder político que impide a las mujeres la identificación positiva de género, el mutuo reconocimiento, la agregación en sintonía y la alianza10.

Cuya clave es valorar en su significado y contenido las diversas tramas y urdimbres que sostienen sus redes, entretejidos hoy como ayer, para afrontar necesidades e intereses personales al igual que los colectivos, sean estos consanguíneos, afines, sociales, culturales, laborales, etc.

El reconocimiento de la sororidad11 , abre la puerta a una práctica de affidamiento12 que nos libera del silencio y el pacto de solidaridad incondicional. Avanzando hacia una relación entre iguales donde sea posible el intercambio, mutuo apoyo en pos de proyectos compartidos, donde la autoridad se construye sobre la confianza, transparencia y rendimiento de cuentas. Donde es posible compartir sueños sin necesidad de hipotecarlos a cambio de residuos de poder político, entrelazando, poder y cooperación, con espacio para la consejería hacia el encuentro de referencias simbólicas entre mujeres.

lunes, 23 de agosto de 2010

MITO I: “Mujeres principales enemigas de mujeres”.

La eterna enemistad entre mujeres suele ser enunciado con la afirmación: “las mujeres son las peores enemigas de las mujeres”, mito posible de ser analizado desde diversas perspectivas. En este caso tomaré como referente aquellos que se han ocupado de realizar algunos estudios o ensayos y mi propia reflexión.

Históricamente

La afirmación de enemistad política, como una práctica genéricamente femenina,  históricamente en su concepción y edición tiene dificultad para vincularse y corresponderse genéricamente con las mujeres debido a su escasa presencia visible y activa en la toma de decisiones durante el proceso de de su concepción, desarrollo e instauración. Desde el Grecia con la idea de |grñhkil (democracia) ateniense1 , pasando por el senado romano (a), la revolución francesa2, la constitución de los Estados Unidos3 hasta la adopción de la democracia en las repúblicas de América Latina4, las decisiones fundacionales fueron tomadas sin la presencia y opinión de las mujeres. Por cuanto es impreciso atribuirle la institucionalización de una práctica donde sean identificadas como autoras y representantes destacadas del mismo.

Históricamente, la enemistad política(b) es una práctica de la existencia humana(c) , por cuanto deja de ser exclusividad de un género5. El reconocimiento de la existencia de enemistad política es un contrasentido al concepto positivista de política por cuanto aparece como una negación. La Política en sus orígenes es opuesto a la enemistad que en el peor de los casos se traduce en guerras, por cuanto se remite a la capacidad de debate, deliberación y negociación antes que enfrentamiento. La dimensión antágonica de la política ha sido trabajada detenidamente por Carl Schmitt (d).

Partiendo del reconocimiento de la existencia de la enemistad política como una práctica humana (hombres y mujeres), algunos estudios que se han ocupado de aquellas prácticas ejercidas entre mujeres, hallan como explicación su correspondencia con un sistema perverso de relación socio política, que recurre a la participación activa de las victimas en su propia lapidación y condena. Porque quienes tienen el poder aparecen como centrales, mediando las relaciones entre quienes carecen de ella, al punto de regular los conflictos6.

Antropológicamente

Existen aproximaciones antropológicas, que pretenden explicar el mito de la enemistad entre mujeres, desde el  lado del papel socio cultural de la mujer, y por el otro, a la reproducción de un sistema de poder  centrado en el varón (patriarcal).

Desde el papel socio cultural de la mujer se  asocia con el rol de la tierra, proveer conciencia y vida a la especie humana, identificables en las sociedades originarias. Cuando es  sustituido por el sol y con él la predominancia masculina, las culturas dan paso a la idea de  centralidad  y jerarquías que trasladado a la condición de ser hombre y ser mujer7 el primero aparece por encima del segundo insturándose un relación de sobre valoración y devaluación.

Cuando las sociedades adoptan una religión monoteísta, el Dios al que veneran aparece reencarnado en los hombres, atribuyendo la inferioridad de las mujeres8.

Todas estas decisiones socio culturales, reeditados en las relaciones entre géneros, anima la subordinación de las mujeres respecto a los hombres, donde la relación intergénero es en el caso de los hombres por una mayor posesión y el de las mujeres la competencia y conflicto por una mayor/mejor aproximación a quienes ostentan el poder.

Otras miradas se detienen en el sistema patriarcal donde el poder se encuentra centrado en el varón, de modo que las tensiones políticas entre mujeres, vendrían a ser prácticas patriarcales reproducidas al interior de los géneros9, reafirmado con una importante presencia del etnocentrismo en las identidades10.

Por diversos caminos culturales donde se establecen jerarquías, surgen las condiciones que estimulan a permanentes esfuerzos entre las mujeres, por obtener el favor masculino a través de la lucha entre ellas, reeditando las guerras masculinas  de a una versión femenina de permanente competencia11.

Psicologicamente

La atribuida “enemistad natural intra género” –mujeres vs. mujeres-, posee un mensaje simbólico que se acentúa en la negación de la posibilidad de diálogo y debate entre mujeres candidatas o en ejercicio de poder político, evitando la exhibición de propuestas y alternativas diversas frente a una problemática concreta.

Cuando las mujeres acceden al poder político, este tipo de afirmación expresa un mensaje que proyecta la inviabilidad de alianza y desarrollo colectivo de las mujeres como género.

Como estrategia, devela la pretensión de generalizar y esteriotipar la relación política de mujeres como enemigas naturales e irreconciliables, creando las condiciones para legitimar una práctica “natural” de aislamiento y alejamiento del poder. Al mismo tiempo  que decreta desacuerdos alrededor de agendas comunes, ausencia de solidaridades, alejando las alianzas y desarrollo colectivo del sujeto político mujer.

Socialmente

Respecto a la relación política entre mujeres, aun son escasas las prácticas sostenidas y consolidas en el tiempo (d), que permitan afirmar y generalizar la existencia de tendencias, traducidas en costumbres, menos aun, ser sustentos de atributos de las formas de relación intra género.

La percepción que el empoderamiento político de las mujeres es retardado o impedido por otra mujer, es un mito sostenido tanto por hombres como mujeres, que ven en el acceso y el ejercicio del poder femenino, una amenaza, al tradicional modo de percibir y ejercer el poder político centrado en quienes representan y ejercen el poder, ampliamente desarrollado por Weber (e) sin considerar el análisis del poder disperso que desarrolla señala Arend (f), donde el argumento central es la condición efímera de la posesión del poder en una persona o grupo, debido a que su existencia es abstracta, temporal y delegada, gracias a que muchas personas (pueblo), renuncian personal y voluntariamente a su cuota de poder, a veces conscientemente y otras inconscientemente.

Visto desde quienes poseen el poder político, cuando se plantea que el mismo sea redistribuido, se torna en amenaza a la costumbre y al orden establecido, hasta transformarse en riesgosa cuando va acompañada de exigencia para la atención de los intereses a los que se representa y satisfacción de necesidades existentes que obliga a quien tiene el poder, en servidor/a público.

Políticamente

La idea de enemistad entre mujeres,  despoja a la competencia electoral, de su condición de contienda centrada en diversas perspectivas para percibir y concebir  problemáticas y propuestas de solución.

La permeabilidad al aniquilamiento, permite a los/as involucrados/as hacerse de una posición de poder político, sin que importe los medios a ser usados, si estos justifican la consecución de los fines.

Si como hemos visto en líneas previas, la enemistad política que suele adoptar tanto hombres como mujeres,  la práctica prescinde de una ética electoral, creando las condiciones para que la contienda se restrinja a la apropiación del poder por el poder, antes que el compromiso de estadista que proyecta el desarrollo de una sociedad con el que se compromete a servir. En casos extremos como el peruano, se ha debido recurrir a una convención para celebrar un pacto ético electoral entre candidatos/as durante el 2006 12.

El uso de la poder para acceder al poder, pretende antes que superar al contendor/a, reeditar las guerras cuyo desenlace deseado es de héroe y vencedor.

Algunos estudios sobre las iniciales experiencias de militancia partidaria, destaca como principal barrera, el conservadurismo imperante en el partido, reproductor de prácticas machistas que postergan la participación plena e igualdad de oportunidad de las mujeres, provenientes de prejuicios enraizados en la sociedad y reproducidos en el partido 13. Cuyos líderes condicionan el reconocimiento de la militancia y liderazgo de las mujeres cuando han evidenciado un desempeño superior a los varones “Cuando la mujer demuestre que es mejor que el varón se habrá ganado el espacio y nadie le podrá quitar”…14, gracias a un mérito personal antes que colectivo, debido a que refuerzan una percepción que sentencia y recrea en el imaginario social, la enemistad entre mujeres “… hay dos problemas grandes dentro de la mujer, no sé si en muchas o en pocas: la misma mujer es machista, de eso no me echen la culpa a mí, con mucho respeto, en su día, que la mujer es enemiga de la misma mujer” (ibdem. 14).

Prácticas y procesos socavan el mito

Si bien el acceso de mujeres al poder político, ha dependido principalmente, de la decisión de los partidos políticos para adoptar o adecuar la cuota de mujeres legalmente estipuladas, este ha sido minado por “habilidades políticas” asegurando la representación de las mujeres, por debajo del mínimo establecido en los distintos periodos electorales a partir de mil novecientos noventa y ocho 15.

Esta condición provoca la emergencia y visibilidad de practicas políticas desde y para las mujeres, mostrando que la relación intra géneros contiene mayores gamas de asociación y alianzas que la esteriotipia de enemistad.

Las prácticas de solidaridad y amistad entre las mujeres, han dado paso  a  alianzas y búsquedas de coincidencias como única posibilidad de arrancar al sistema de poder político imperante las condiciones de su reconocimiento y acceso como género,  muchas veces con el riesgo de desconocer diferencias y en otros colocándolos entre paréntesis.

Sólo así es posible constastar la existencia de condiciones para una mayor participación y oportunidad de las mujeres en la política,  apenas en tres décadas de presión y lucha sostenida internacional y simultáneamente por las mujeres, produjera una revolución al interior de la práctica política humana, radicalizando la democracia construyendo condiciones para el acceso de las mujeres al ejercicio del poder político, como sucede con la ley de cuotas en el caso peruano 16 y a nivel internacional 17.

La resistencia y exclusión del acceso de las mujeres a los mecanismos y espacios de poder, han sido permeados en sus principales espacios de poder político, tornándolos sensibles a la inclusión positiva de mujeres, gracias a la perseverante presión y exigencia sostenida de mujeres en favor de otras mujeres, como sucede con el derecho universal al voto, las leyes de cuota, la protección del a la salud y el cuerpo de las mujeres erradicando violencia y conductas misóginas.

En estos procesos de lucha, han sido escasas las alianzas con hombres, cuya comprensión y conciencia hayan hecho concesiones o cedido poder a las mujeres, para ello basta mirar el proceso histórico en la política que hemos debido experimentar en el país, América Latina y el mundo 18.
Lo desarrollado provoca nuevas interrogantes:

  • ¿Son las mujeres la barrera principal (enemiga) para el acceso de otras mujeres al poder o contrariamente son las artífices y artesanas de su inclusión como género?
  • ¿La perspectiva masculina que está en la base de la concepción y desarrollo de la política, es el principal obstáculo para la radicalización del espíritu del principio donde se sustenta la democracia: la igualdad, fraternidad y justicia, recurriendo para ello a sus históricos aliados como el fundamentalismo, el patriarcado, el androcentrismo, machismo, marianismo? 
  • ¿La presencia de mujeres en el poder político implica la reducción de oportunidades para más hombres en el poder, obligando reeditar tabúes a cerca de las relaciones de enemistad entre mujeres, válidos para periodos de las proto sociedades con pensamiento mágico pese a hallarnos en la era de la digitalidad? 
  • ¿La inclusión de las mujeres en el poder político podría recrear nuevas prácticas a las existentes creando incertidumbre y temor en los varones que temen al cambio?
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(a) Diaz, José Francisco. Historia del Senado Romano. Establecimiento Tipográfico de Luis Tasso. Barcelona, 1867, 359 p.
(b)Cruz Martínez Esteruelas. La enemistad política Ediciones Nauta, 1971 - 235 p.
(c)Bernstein, Richard. El abuso del mal: la corrupción de la política y la religión desde el 11/9. Katz Editores, 2006 225 p.
(d)Schmitt, Carl. El concepto de lo político, Alianza Editorial, Madrid, 1999, 56 p.
(e)Las mujeres letradas en el Perú ejercenn sus  derechos a elegir y ser elegidas desde 1956 y sin restricciones por ser iletradas desde 1981, es decir aun no hemos cumplido 29 años de experiencia en estos menesteres.
(f) Weber, Max. Las estructuras del poder. Editorial la Playade, Buenos Aires, 1977,
(g)ARENDT Hannah, ¿Qué es política?, Paidós, Barcelona 1997.

sábado, 21 de agosto de 2010

MITOS MUJER Y POLÍTICA


El Mito


La definición de mito, es compleja y variada, como la existencia de diversas culturas y disciplinas. Por esta razón retomo la perspectiva de Malinowski (1) quien afirma que un mito es aquel asumido como realidad o verdad fundacional de todo grupo humano aun cuando su propio contenido carezca de asideros verificables en la realidad, quiere decir que no exista referente concreto de su existencia. 
Por cuanto, el objetivo que está detrás de la construcción social de un mito, sería la satisfacción de algún tipo de necesidad del grupo social correspondiente. Históricamente está asociado con la dificultad para explicar algún fenómeno que escapa a su comprensión y visión del mundo (cosmovisión), para otorgar  poderes fuera de sus capacidades atribuido a un dios o varios por cuanto responde a una necesidad religiosa.
Cuando establecen una escala de valores morales,   prácticas, normas, atributos y conductas, 
sobre aquello que está permitido, negado, censurado y  sancionado. Adquieren condición de mitos, cuando se permanecen en el tiempo, se reproducen y expanden a través de ritos colectivos, son valorados y/o temidos, haciendo imposible su cuestionamiento, al punto que adquiere condición de estado natural.

La política y las relaciones entre mujeres

Las relaciones políticas entre mujeres, es un terreno de investigación y reflexión en construcción, por cuanto se transforma en tarea pendiente, debido a varias razones centrales. 

  1. Se trata de un espacio donde históricamente no han participado las mujeres, salvo algunas excepcione , en condiciones de anonimato (seudónimos o disfraz)  o bajo el protectorado de un hombre.
  2. La práctica política de las mujeres como sujetos electores y elegibles para ser parte de la clase política de un país, se remite al siglo XX. En el caso del Perú su participación normativa si bien se inicia en 1956, el acceso real es a partir de 1981(2).
  3. La presencia de las mujeres en los espacios y grupos de poder político han sido excepcionales, debiendo recurrirse a mecanismos para asegurar verdadera oportunidad para su participación, que en el caso del Perú, recién se produce a partir de 1998 (3).
  4. Durante casi una década  la presencia de las mujeres en las listas de partidos políticos fueron usados como relleno, sin ser efectiva para su incursión en los espacios de poder y decisión del país,  habiendo sido precisada como una ley trasversal que promueve la igualdad de oportunidades  recién a partir del 2007 (4)
  5. La mayoría de  mujeres que han incursionado como candidatas y autoridades en los diferentes niveles de gobierno, no han vuelto a postular.
  6. A la fecha es escaso el tratamiento sistemático de experiencias de la presencia y participación de las mujeres en el poder político, tanto como sujetos elegibles como electoras. En tanto no existe un registro de electores diferenciado por género.
Estas condiciones, evitan identificar elementos recurrentes o particulares sujetos análisis y reflexión para profundizar determinadas percepciones del sentido común, avanzando hacia un aporte sociológico que rescate –si lo hay- una praxis intra género mujeres que confirme, amplíe o modifique la concepción de práctica y relaciones políticas ejercidas por los hombres que vienen adoptando las mujeres. en su defecto las nuevas prácticas políticas que han incorporado las mujeres en su condición de tal en este nuevo escenario de desempeño. 

Los escasos estudios sistemáticos sobre mujer y política, se inician principalmente en los años ochenta del siglo XX (5), habiendo crecido exponencialmente durante la primera década del siglo XXI. En su interior permanece rezagado los trabajos correspondientes a relaciones políticas entre mujeres (6), vacío que se transforma en terreno fértil para el asentamiento y propagación de ideas e imaginarios casuísticos como recurrentes e inferibles.

Se acepta sin cuestionar, como no suele suceder con otras temáticas, la generalización de percepciones casuisticas experimentados por algunas mujeres de modo personal, a veces parcial y solitariamente. Algunas veces expresadas casi confesionalmente, con escasa posibilidad de intercambio y contraste con otras experiencias, para dar paso a la reflexión y análisis que impida a las actoras asumirse o ser percibidas únicamente como víctima o heroína. Contribuyendo en muchos casos, a generalizaciones telúricas o románticamente la relación política entre mujeres, sin plena conciencia de sus implicancias.

Partiendo de estas premisas intentaré abonar a la reflexión sobre mitos mas frecuente a cerca de relaciones políticas entre mujeres,  especialmente en el caso  de aquellos que suelen aflorar en un contexto de efervescencia electoral como sucede con este periodo en el Perú con el proceso electoral del gobierno local. 


Para ello tomaré en consideración los elementos en que se sostienen cada uno de los mitos (deconstrucción), reflexionando y analizando su significado e implicancias, tomando en cuenta algunos trabajos relacionados cuando estos existan o tentando algunas consideraciones propias en  caso de ausencias.

Cada uno de los mitos a los que me referiré en adelante serán desarrollados como artículos independientes, facilitando y agilizando la lectura individual y mi proceso de elaboración.

Mito I:   "Mujeres Principales Enemigas de Mujeres"
Mito II:  "Solidaridad Incondicional entre Mujeres"
Mito III: "Las Mujeres no Votan por las Mujeres"
Mito IV:  "Los liderazgos de mujeres reproducen estrategias masculinas"
Mito V:   "Las mujeres prefieren a hombres como aliados"
Mito VI:  "Las mujeres exigen más a mujeres que a varones"

Mito VII: "No Existe lealtad entre mujeres"

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(1) MALINOWSKI, Bronislaw. La Vida Sexual de los Salvajes: Del Noroeste de la Melanesia. Ediciones Morata, 1975 - 396 p.
(2) Bajo el gobierno de a Manuel Odría, el 7 de setiembre de 1955, la Ley No 12391  modifica su artículo 84 de la Constitución del Perú, ampliando el reconocimiento  de la ciudadanía de mujeres y varones  casados mayores de 18 años y los emancipados, y en su artículo 86 reconociendo el derecho al voto de mujeres que saben leer, escribir y casadas, pero solamente en elecciones municipales, las que se producirían recién en 1963. Sin embargo sería recién la Constitución de 1979, promulgado el 12 de julio, que en su artículo 65 reconoce como ciudadano a todo peruano  mayor de 18 años sin distinción de sexo, estado civil o letrado. 
(3) La Ley de Orgánica de Elecciones No 26859 del 25 de setiembre de 1997,  en su artículo  116 establece por primera vez la inclusión en la lista de candidatos de los partidos políticos el 25% de mujeres como mínimo 
(4)Ley de Igualdad de Oportunidades entre  Mujeres  y Hombres  No 28983 promulgado el 15 de marzo del 2007.
(5) La primera aproximación bibliográfica sobre mujer y política que se realiza en el país, corresponde a Henríquez (1989) cuyo resultado constata, que las producciones en torno al tema corresponden a la década de los ochenta, reconociéndose en ese entonces los esfuerzos limitados que existían sobre el tema y la urgencia de abordar con rigor las relaciones de poder con una agenda que enfatice el dominio en las relaciones interpersonales, los poderes del afecto y la seducción, al igual que el poder basado en la fuerza del control de los recursos, mecanismos a través de los que se construyen lealtades y legitimidades. (Las Mujeres en el País de Todas las Sangres. Una aproximación Bibliográfica sobre mujer y política, FOMCIENCIAS, 1989, 66 p.
(6) Una exploración en el Internet del buscador de Google (Jueves, 19 de agosto de 2010), de trabajos y artículos con descriptores de: Relaciones Políticas entre Mujeres, arroja como resultado 330,000 en contraste con Mujer y Política con 39,100,000.

miércoles, 11 de agosto de 2010

DESDENOS

Inicios

En marzo, anuncié que la confluencia de pendientes y sueños compartidos con Blanca ofrecía como promesa colectiva y amenaza a nuestro tiempo personal de hibernación de género e historia. Confluencia que se transformaba en motor que nos impulsaba a rescatar nuestros pendientes y sueños puestos en paréntesis por una y mil razones para contrastarlo con mas mujeres.

El 5 de abril del 2010 nos juntamos 14 mujeres, para explorar en nuestros intereses, necesidades y disposiciones la posibilidad de compartir un espacio colectivo que nos animara  atenderlos personal y colectivamente. Alguna planteó como carta de presentación que si este era otro espacio para “perder el tiempo” no estaba dispuesta a hacerlo, porque vasto había sido su trajinar, como para en este su tiempo de descuentos, volver a perderlo.

Estuvieron presentes y expusieron su interés, quienes son sostén, soporte, proveedora, creadora y jefa de familia, con un mercado económico incierto por reto, su habilidad para sortear las urgencias y exigencias, su duda de sentirse sola y abrumada por desconocer si su apuesta y el modo de ocuparse de su vida y aquellas otras vidas que estaban a su cargo, era la acertada.

Otras aseguraron su interés y participación, en tanto no se transforme en un corsé, que sume nuevas responsabilidades a su cargada agenda de agente y líder de sus diversas organizaciones. Y/o a su incursión activa a un liderazgo político en su distrito.

Las jóvenes en su momento mostraron su incredulidad y curiosidad por ver como ese puente levantado entre generaciones descendiera para aproximarlas.

También hubo quienes manifestaron su condición virginal en estos menesteres junto a la imperiosa necesidad de procesar colectivamente su proceso de ruptura, orfandad aun cuando tuviera a cargo una decena de hijos suyos y ajenos, pero principal su doliente necesidad de compañía en el tránsito de su superar su miedo a la libertad como le tocó en su momento a mas de una presente.

Y no podía faltar aquellas comprometidas y perseverantes en la defensa de los derechos de las mujeres y su rechazo a todo tipo de violencia contra ellas, por cuanto estaban dispuestas a aportar y aprender todo aquello que permita crecer como persona superando distancias respecto a las diversas formas de ver, entender la realidad de las mujeres y hacer práctica política, así como el modo como nos valoramos, reconocemos y relacionarnos.

Las primeras sesiones fueron de reconocimiento partiendo de lo coloquial,  pasando por lo testimonial, hasta lo reflexivo. Con respeto, calidez, comprensión y ánimo. Se eligió  sesiones nocturnas de dos veces por mes (primer y tercer lunes) que se ha mantenido, permitiendo que  progresivamente se atienda temas de carácter político, institucional, personal y colectivo, Facilitado por las integrantes, colocando   en práctica su sabiduría para compartir haceres,  aprendizajes e interrogantes.

El espacio hasta el momento mantiene su carácter abierto y flexible a la disposición, interés y necesidad del colectivo. A la fecha se ha acogido a 24 participantes presenciales y cinco virtuales fuera. Todas con derecho a opinar, proponer, compartir, decidir, asumir responsabilidades de conducción y participación. Con acceso a los materiales de intercambio que se vienen produciendo y las ayudas memorias de cada sesión que se han registrado.

Adoptando identidad

Luego de cuatro meses, se valoró la permanencia del funcionamiento como espacio se reconoció la necesidad de dar pasos hacia la adopción de una identidad colectiva explicitando coincidencias y especificidad de los que pueden destacarse:

  • “Somos mujeres de diversas edades, estado civil, clase, historias, zonas de origen y domicilio. Diversas prácticas y preferencias políticas, experiencias, cualidades, habilidades y ocupaciones.

  • Tenemos en común nuestro interés por reflexionar sobre los problemas que nos afectan e interesan como mujeres, así como las diversas prácticas de liderazgo.

  • Necesiamos revisar y comprender el poder de las mujeres en nuestra comunidad, organizaciones, sociedad. Las formas de hacer y definir política y la presencia o ausencia de las mujeres en el escenario local y nacional.

  • Compartimos historias personales próximas con carencias, exigencias, tensiones y presiones en los procesos de construcción de nuestra identidad personal y nuestra condición de ser mujer en nuestra sociedad, por ser mujeres.

  • Compartimos carencias e incertidumbre en nuestras economías actuales y vida futura, independiente de nuestras ocupaciones, porque la mayoría está excluida de la seguridad social y del mercado laboral estable y formal.

  • Compartimos la necesidad del intercambio, el apoyo, reconocimiento, valoración, respeto, estímulo, referencia y expresión de nuestro pensamiento y opinión.

  • Asumimos nuestra condición de ser mujeres mayores, con experiencia al lado de mujeres jóvenes con habilidades de la era digital. Poseemos herramientas aprendidas y validadas en la práctica concreta, nuestro compromiso y desarrollo de un trabajo social, en cada uno de nuestros espacios, de carácter voluntario, transparente, solidario, abierto y con visión de futuro.

  • A diferencia de otros procesos organizativos, gremiales y partidos, muchas hemos innovado, nuestra forma de ser y hace política. Siendo necesario que avancemos en temas que nos permita fortalecer capacidades, expandiendo conocimiento y desarrollando habilidades hacia nosotras y el conjunto de mujeres vinculadas a nuestro día a día.” (1)
Nace Desde Nos

El 9 de Agosto, luego de seis meses de estar en funcionamiento el espacio de reflexión y encuentro, unido a un procesos de propuesta y reflexión, ha sido posible nombrar consensuadamente al colectivo, que en adelante es “Desde Nos”.

Apreciando el nombre desde su significante hasta su significado y proyección. En su significante destaca la brevedad, sonido, sumbolismo  e interrogante. Desde su significado, remite a un aporte de adentro para afuera, con amplitud, inclusividad y proyección.

Una denominación andrógina que trasciende a un género sin ser neutro, en tanto adopta una condición incluyente de lo femenino y masculino. Permitiendo visualizar un futuro, abierto y acogedor de mujeres y hombres sensibles e interesados en los mismos temas. Su proyección incluye una apuesta colectiva y opción por el desarrollo de capacidades humanas, antes que adscribirla al desempeño de roles, atributos y estereotipos femenino o masculino que sin duda constituirá una permanente exigencia Desde Nos.
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(1) 5ª Ayuda memoria, 21 de Junio del 2010

miércoles, 14 de julio de 2010

DERECHOS HUMANOS PARA TODAS(OS) O PARA HUMANOS DERECHOS

Cuando leí la carta de una madre que perdió a su hijo asesinado por el hijo de otra madre, me quedé varada, porque el argumento que desgranaba aparecía tan claro e inamovible como el Himalaya. Va su reproducción para su personal percepción y reacción.
¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA LOS HUMANOS DERECHOS! 
De madre a madre:
Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en la reciente manifestación en favor de la reagrupación de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares, y con mejores prestaciones. 
Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para tí, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.
Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONGs etc. etc.
Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.
Enorme es la distancia que me separa de mi hijo. Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia. Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.
Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.
En la próxima visita, cuando tú estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba, en el cementerio.
¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.
Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades, que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.
¡Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS!
Luego de mi primera impresión, volví a releer el título, "Los Derechos Humanos son para los Humanos Derechos", mensaje que me sustrajo de mi inamovilidad racional, para encausarme hacia la reflexión, cuyo derrotero comparto.
Para empezar hay cuestiones de principios que uno ha de tomar en cuenta cuando decide asumir un valor, en el cual no hay cabida a las excepciones. El valor como la moral, son principio y práctica éticas que en hora buena no se prestan a la manipulación, porque cuando ello sucede pierde su valor intrínseco, es decir deja de ser un valor para transformarse en su espectro.
Por manipulación me refiero a la posibilidad de adecuar acorde al beneficio de un interés particular, tanto al valor en su contenido como a la moral en su práctica. Dando espacio a la idea y práctica de discriminación, bajo la justificación de una moral superior, es decir elegir cuando, donde, a quién debe aplicarse y a quien no, produciéndose en ese proceso la negación y devaluación del valor al cual apelamos.

Una de las condiciones para que los derechos humanos alcancen su condición de universalidad es que se aplique sin distinciones, a todas las personas y sociedades, cosa que aun es una aspiración a pesar nuestro, por una serie de razones como los que aparecen en el artículo de François Julien (1).

Sin duda que los sentimientos de las madres citadas en el mensaje, son en cada caso dolorosos. Sufre ciertamente la madre del hijo asesinado, por la pérdida del ser amado, valorado y principal proveedor que hacia de la vida pobre de su madre y/o familia, menos incierta y miserable de lo que era antes de él y después de él. Sufre también, la madre del delincuente asesino, por el fracaso y la impotencia de haber perdido la oportunidad de hacer de su hijo un hombre de bien, viviendo y sufriendo con él, el costo personal, familiar y social de sus acciones.

Mirar con cierta distancia ambos sufrimientos, nos obliga, por un acto de humanidad a reconocer que no hay posibilidad de medir cual de los sufrimientos es más o menos doloroso, puesto que los sentimientos son únicos, inmedibles, inexpresables, por tanto incomparables.

Asumamos también que la maternidad, independiente de su fracaso o éxito en situaciones que nos coloca al centro de la violencia y su extensión, es un rol que para nosotras las mujeres tiene sus exigencias y costos, cuya resolución podemos asumir, postergar o simplemente ignorar.

Para algunas, la maternidad será algo que se cargará  toda la vida en tanto no es posible escapar de la pobreza,  reproduciendo el círculo de miseria y profundizándolo. Cuya sobrevivencia, sin ser la única causa  es un buen abono para aproximarse a la lupenización  2 (están entre otros factores la desigualdad y la injusticia social), umbral de la delincuencia 3. En caso contrario, si logró superar la línea de la pobreza gracias a su dedicación exclusiva de proveedora del hogar a tiempo completo -para satisfacer  las necesidades materiales de sus hijos/as-, debió estar ausente mientras crecían solos/as, como miles y miles de mujeres lo hacen hoy 4 dejando la socialización de hijos/as a sus pares, los medios de comunicación, las escuelas, instituciones religiosas y la sociedad en general.
Algunos estudios señalan que la tasa de participación económica urbana de las mujeres para el 2008 era del 81% en tanto los varones lo hacían en un 62% 5, permitiéndonos intuir que los costos en la socialización y la canalización de la agresividad juvenil, son más altos cuanto más disfuncional son las familias, mas ausentes están padre y/o madres 6.

Para otras mujeres la maternidad y maternalidad, tiene como esperanza salir de la línea de pobreza a través de la formación, educación e incentivo de superación en sus hijos/as, invirtiendo en ello todo su esfuerzo, atención y cuidado. Proceso que es cercenado por las manos de algún delincuente ejecutor de la violencia social. Haciéndolas herederas de las secuelas del homicidio o la discapacitación de sus de sus hijos/as, producto de una ciudad insegura donde el mayor número de víctimas son jóvenes estudiantes o que recién han empezado a contribuir a la provisión familiar7. La violencia urbana es la principal causa de muerte de personas entre 14 y 44 años, de los cuales la mayor proporción son varones, provocando un impacto económico del 3.3%(8).
La condición de la mujer que pierde a un padre o madre es de orfandad, la de su pareja viudez, pero la de un hijo/a es innombrable y como tal, difícilmente de exorsisar, provocando que el dolor de la pérdida se transforma en un estado de permanente tristeza.

Cada una de las mujeres madres que pierden a sus hijos/as sea como victimas o victimarios al interior de una relación social permanente hostil, violenta, inmisericorde donde el valor de la vida es nula, sin duda elegirán sus propios mecanismos y ritos para amenguar o desprenderse de su tristeza.
Algunas veces el instrumento de justicia social del que se apropien será el mismo independiente de quienes sean -como sucede en este momento con los derechos humanos-, puesto que por sobre las ubicaciones de cada una de las experiencias de pérdida y la opciones que cada quien tome, es un instrumento que nos sirve de paraguas a todos/as y cada uno/a que deseemos hacer prevalecer nuestros derechos.
Detenernos en dilucidar si el derecho humano es de todos/as los/as peruanos/as o sólo debe ser aplicada para los humanos derechos, antes que todo es crearnos una trampa a nosotros/as mismos/as, puesto que es un marco al cual podemos y debemos acogernos tanto individuos como instituciones,-el Perú es parte de las Naciones Unidas desde el 31 de 10 de 1945 (9), por haber suscrito la carta magna de los Derechos Humanos desde 1948 (10)-. Visto de este modo, deja espacio para que  inspirados en sus principios, le proporcionemos contenido y sentido mediante el establecimiento de normas de convivencia y reglas de juego, para someternos todos/as a ella, sin excepciones, para disfrutar de su protección en tanto la honremos, o bien, asumir los costos e implicancias de nuestras acciones cuando las violemos.
Deslizar la posibilidad de parcelar la aplicación de los derechos humanos,  sólo para quienes se portan bien, es negar la posibilidad de someter a la justicia las violaciones que se produzcan respecto a sus mandatos, dejando la puerta abierta para la impunidad.
Mas aún es renunciar a su valor de referente para la apropiación y la encarnación de la libertad, igualdad, dignidad y derecho. El cuestionamiento de la existencia de instituciones y personas que se encarnan los derechos humanos como herramienta para la gesta de una reinvindicación, no debe de ningún modo inmovilizarnos, todo lo contrario es preciso revisar y actuar en ese espacio que hemos dejado vacío donde preservar el espíritu de su mandato que pueda ser enajenado. Es alertarnos en subrayar su condición de principio y protección.

Centrarnos en el cuestionamiento de los derechos humanos para unos sí y para otros no, distrae nuestra atención y abona al olvido de otros factores que están en la base de las condiciones que provocan dolor en madres de víctimas y victimarios hasta transformarlo en tristeza crónica, más frustrante, cuando mas persisten en responsabilizarse unas a otras en medio de una creciente inseguridad ciudadana, donde sólo es cuestión de tiempo reeditar el mismo rito de dolor por una nueva pérdida o hacerse parte del drama.

Mientras ellas contraponen su tristeza, aquellas causas que las colocaron en esa situación, persisten y se reproducen a vista y paciencia de todos/as y cada uno/a de nosotros/as como sucede con la injusta distribución de la riqueza, la exclusión de grandes sectores del país a la satisfacción de necesidades básicas, la expoliación de la riqueza principal del ser humano mujer y hombre como es su tiempo, fuerza, sueño y esperanza sin dejarle espacio para ser, crecer y formar.

Esos elementos históricos que a cada generación se nos presenta como novedoso: la pugna por un puesto de trabajo digno que no llega, la condena a la ignorancia e incapacidad de controlar y canalizar la ira, por la instrucción parcelada y devaluada; la escasa oportunidad de orientar y cultivar las habilidades y capacidades de cada niño/a en desempeños creativos, pacíficos y constructivos. Carencias que cuando niños/as  se hacen adolescentes y jóvenes, se tornan desbocados, estimulados y desbordados por la violencia que se cuela por todos los lados, la maximización del placer y los sentidos, el abuso que se reproduce en cada esquina, la corrupción que nos atraviesa de norte a sur y de este a oeste, la impunidad que se entreteje cual tela de araña en la penumbra, la desvergüenza que se aplaude y la viveza criolla que se celebra.
Los derechos humanos no pueden ni deben expropiarse a nombre de inocentes ni bandidos, lo que nos toca es mirar al fondo de nuestro dolor, para hallar la fuerza en él que nos impulse a cambiar las condiciones que día a día nos intercambia papeles entre víctimas y victimarios/as.
Es preciso apropiárnos del espíritu de los derechos humanos para hacer de nuestro entorno y sociedad un lugar libre, habitable, confiable y seguro. Donde el lastre social sea un accidente y no una constante.

Construyamos las instituciones que hagan falta para enarbolar los derechos que estén en paréntesis. Movilicémonos por quienes no han sido ni serán consolados, como no hemos sido consolados. Informémonos de nuestros derechos para informar a quienes los desconocen.Vigilemos el cumplimiento de los derechos para que no se confisquen por la corrupción ni silenciados por el dinero. Construyamos y mantengamos mecanismos creativos y permanentes de información si los que existen silencian nuestras voces.
Podemos ser más que nuestra tristeza. Podemos hacer que nuestros muertos no queden en el olvido ni el silencio. Podemos llenar de sentido nuestro día a día en la instauración del verdadero espíritu de los derechos humanos.