martes, 9 de marzo de 2010

SOLO UN CANTO AL XXIII CANTO A LA VIDA

Este ocho de marzo como sucede frecuentemente en mi caso, estuve desbordada por espacios de reflexión, afecto, complicidad, reciprocidad y compañía de esas que reaniman el espíritu y las ganas de seguir en la brega.

A diferencia de inicios de siglo, quise en este tiempo ser una más de aquellas mujeres que mira desde el balcón o se suma en la plaza a las mujeres que se movilizan dejando de invertir en la construcción de ese acto, no sólo tiempo, energías, sueños, frustraciones y gratificaciones como lo hicimos en su momento, para resucitar un acto como fue el XI canto a la vida, que se mantuvo entre paréntesis por el manchay tiempo (en términos de Manrique:2002) y la inmovilidad del movimiento feminista a partir de 1992 (Vargas: 1992 ).
Hallé una buena compañía que compartía conmigo su deseo de ser una mujer más, que llega para hacerse parte del acto, para abrazar y celebrar con aquellas mujeres con quienes tantas veces tomamos las calles, levantamos la voz, proponiendo agendas y arrancado derechos, convencidas de que el día internacional de la mujer a pesar del tiempo transcurrido de los esfuerzos desplegados y la sensibilización incrustada en la sociedad, las instituciones, los actores y las políticas, siempre habrá una agenda persistente y otra novedosa que nos una y movilice mostrando nuestra coincidencias y diferencias.

Esta vez esperé en la plaza para experimentar qué se siente antes y después de su toma, ¿Quienes esperan?, ¿Qué se encuentra preparado? ¿En que consiste el acto central de una movilización de mujeres un 8 de marzo?, ¿En que se diferencia de aquellos que son impulsados por los gremios, partidos políticos, movimientos ciudadanoso el rechazo a la barbarie como sucedió en tiempos del miedo o los hechos de Bagua? .

El antes, nos mostró que no éramos las únicas que llegamos anticipadamente a la plaza, pero a diferencia de otros tiempos del Canto a la Vida (celebraba diversas expresiones de mujeres en espacios fijos), en el punto culminante de la marcha como era la plaza, imaginando que sería escenario del acto central y cierre, brillaba por su ausencia algún equipo de la comisión organizadora del acto.

A cambio hallamos, vendedor@s ambulantes, esperando que este fuera el escenario suficiente y favorable para tener una exitosa venta de helados, mil hojas, rosquitas, habitas y otras mixturas.

Además de ellos una ONG que trabaja por garantizar adecuadamente la reproducción sexual de las mujeres sin renunciar al trabajo remunerado, había ubicado estratégicamente sus lemas y una decena de mujeres cansadas de esperar, con un asistente varón disponiendo en una escalinata del monumento del 2 de mayo, papelógrafos que simulaba nuestra ancestral sábana simbólica de huellas (manos) de decretos, con nostalgia y algo de ternura les sugerimos sería mejor lo hicieran en el piso como antes y así sucedió.

Y llegó la movilización, franqueada por una veintena de policías, encabezada por el personal del Ministerio de la Mujer que portaba la bandera del Perú, seguida de un llamativo corzo cuyo único carro alegórico, cerraba el paso de los saltimbanquis y algunas mujeres jóvenes con pinturas en el rostro.

Ingresó detrás de la bandera peruana, una banderola lila anunciando el XXIII Canto a la Vida, cuyo mensaje simbólico, mostraba que el acto de miles de mujeres de antaño se había traducido en un registro.

La banderola era sostenida por una vieja militante de estos haceres y sus cinco privilegiadas o únicas compañías de este tiempo, no tuvimos espacio de averiguarlo, en tanto nos sumergimos en el recuerdo de las miles de mujeres voluntarias que se sumaban a esos otros Cantos a la Vida cuya resurrección en 1997 estuvo en manos de siete mujeres y se masificó a miles, hasta casi alcanzar los primeros tiempos que llenó la concha acústica aun sin contar con el financiamiento de antaño, se mantuvo durante cinco años consecutivos gracias a la suma de voluntades y al esfuerzo unitario.

Este Canto a la Vida, cuando tomó la plaza lo hizo en silencio, con cierta duda desde quienes la precedían, optando finalmente por dar una vuelta de espiral, sin percatarse que sólo las seguían unas cuantas mujeres, en tanto que el resto se desperdigaba ocupando lugares estratégicos de ubicación o descanso en poco menos de un cuarto de la plaza.

Algunas nos miraron sin vernos, revelándonos cuan sencillo es ser invisible en el espacio público. Allí pudimos advertir que eran nuev@s mujeres y hombres movilizados de diversas edades, haciendo que el acto se asemejara a uno gremial o partidario, puesto que cada uno portaba sus distintivos y banderas sin compartir algo más que el día como elemento común. Eso explica que cada uno buscara su mejor ubicación ante lo que pudiera venir y que nunca llegó.

Estaban las mujeres del GALF, el MOL, AIDIASEP, un grupo de Lucha contra la Corrupción, las mujeres del Vaso de Leche que venían en el escalón precedido por el partido que las recubrió con su impresionante banderola,  el PST, cuyas rojas banderas no superó las dos docenas y que tras tomar la plaza subsumieron sus banderas esfumándolas prontamente del escenario.

L@s humalistas por su parte tuvieron de todo, símbolo, banderas, pancartas y estratégicas posiciones. Cosa contraria sucedió con la veintena de jóvenes de TyL, cuyas caras pintadas los asemejaban a un escuela del carnaval brasilero donde sus banderas verdes permanecieron extendidas, permitiéndonos comentar que su símbolo pudo haber sacado mejor provecho a la nieve de su cordillera, detalle que seguro se le escapó al serigrafo que lo difuminó en verde pasto, total para algunos no importa el color del agua en sus diferentes estados, solo importa que sea agua.

Junto a mi amiga y las mujeres con quienes esperamos en la plaza, nos vimos prontamente cercadas por las banderolas de l@s nacionalistas y del Movimiento de Mujeres Ciudadanas del Cono Norte cuyos flashes, sin duda nos mostrará  como parte de su delegación en las fotos de sus informes internos. Ambos grupos disciplinadamente pasaban lista o registraban a sus asistentes.

La ONG que pacientemente esperó el arribo de la movilización con todo su equipo que no superaban la docena capturaban las fotos del recuerdo o las imágenes que seguramente acompañarán un informe del impacto de su trabajo movilizador en las mujeres.

Otra gran sorpresa nos esperaba de cara a la movilización, los saltimbanquis no eran nuestras amigas de costumbre que nos acompañaron siempre en nuestras jornadas de lucha, movilización y celebración, eran varones no se sí ironizando o afirmando la Teta Asustada graficados en sus polos, globos y pancartas, más adelante descubrimos que fue la mayor delegación por la recurrencia de sus camisetas, dejándonos la interrogante, si en este tiempo, la posibilidad de un oscar era mas movilizador que las agendas de los otros grupos.

Las pancartas reproducían lemas conocidos que creíamos satisfechos, sin embargo denotaban que los nuevos contingentes de mujeres que hacían el ocho de marzo día propicio para expresarse o expresar las consignas que las atravesaban en sus condiciones de mujeres: “Trabajo digno”, “No a la discriminación laboral de mujeres embarazadas”, “Mi cuerpo es Mío, No del Estado ni la Iglesia”, “No mas violencia”, “A la mujer se la respeta”. Y las siluetas de mujeres de las diferentes regiones del país que mostraban simbólicamente nuestra diversidad.

En vista que la concentración cada vez se reducía decidimos dejar nuestra contemplación, hacernos parte del escenario para recoger lo que vinimos a buscar, el abrazo de las amigas, compañeras, hermanas. Así nos encontramos con Flor quien estuvo alerta a los pasos iniciales del XII Canto a la Vida, recobramos corporeidad para Gioconda, le robamos una gran sonrisa a Esther, un profundo abrazo a Giuliana,  Claudia, Cecilia, María, Consuelo y las nuevas amigas de otros escenarios. Caminamos en parte y nos topamos cual vuelo de pluma con Diana concentrada en algo, Gina, Gladys…

Para hundirme en ese abrazo que reanima de Agustina y la sucesora de Delia enterándonos que eran tan pocas las del MAM, que debieron recurrir a una pancarta prestada para la foto del recuerdo. Renovamos contactos extraviados como quejas de las distancias reales y virtuales de nuestras ubicaciones y nos desprendimos justo en el momento que alguien anunciaba la posibilidad real de entrevista con la ministra, las voceras enquistadas se agitaban tras el anuncio, nos reímos mucho con mi amiga porque los escenarios podían cambiar pero no las conocidas práctica, por todo lo compartido y nos reímos mucho más de cómo era este nuevo Canto a la Vida, para quienes nos habíamos liberado de su peso y destino.

Inicialmente nos preguntábamos que quedó de nuestras noches en vela, nuestros días y noches extenuantes previos al día “D”, de nuestras veladas sin haber probado bocado alguno y sin dinero para el taxi a mas de media noche durante la última semana en el local del la Casa España. Donde el gesto de convite de la feminista pudiente en el ‘Cesar’ inexistente sabía a gloria y máxima gratificación.

Nos miramos, insistiendo en a donde fue a parar nuestro esfuerzo por evitar que este espacio cuyo acto centra era de cada una y todas las mujeres junto a nuestros compañeros solidarios y vanguardistas en la igualdad de géneros, donde independiente de su raza, credo, opción sexual, política y condición física se pusiera por un solo día una única camiseta, haciendo que el canto a la vida fuera un canto.

Volvimos a la realidad, para asumir de cara al atardecer del ocho de marzo del dos mil diez, hacia el lado este de la plaza Dos de Mayo, sólo un canto pequeños de la plaza era para el XXIII Canto a la Vida.

Nuevos tiempos, ad portas de campaña electoral configurando un contexto de pugna y resolución del poder en el partido de gobierno, las marchas y contramarchas en las fuerzas de la derecha, el fortalecimiento y crecimiento de la agresividad del espectro del fujimorismo-montesinismo cubriendo varios frentes.
En tanto se mostraba la disgregación de los partidos de izquierda con la imprecisión y esfuerzo de limpiar la imagen del nacionalismo, los acomodos de viejos líderes o asistentes de líderes en los agrupaciones tradicionales, el surgimiento de nuevas izquierdas, con espectatativas agolpadas  de no observar el resurgimiento de viejas prácticas en cuerpos jóvenes.

Y como si no fuera suficiente  la bacanalización del debate con aspirantes jóvenes y no tan jóvenes de la farándula que le añade carácter carnavalezco. Y hasta la posibilidad de éxito de una película es suficiente para una propia camiseta.

Nuevos tiempos donde la agenda de las mujeres se concentra en el esfuerzo por recuperar conquistas perdidas como el acceso a la píldora del día siguiente en lobbys entre representantes del gobierno resistentes al fallo del tribunal que las sancionó y la sacó de circulación (1).  Algunas feministas sobrevivientes a los avatares, otras del movimiento popular que emergen sostenidamente y nuevas organizaciones no gubernamentales con sus ópticas y prioridades, mostrándonos que nuestros sueños de unidad seguirían siendo sueños inacabados que quizás nos convoquen a nuevas jornadas o nos mantengan en la orilla contemplativa como esta que me ha permitido escribir esta tarde.

Al salir de esta plaza histórica cada vez mas inaccesible,  tanto que cuando decidimos hacerlo vimos que una compañera de vieja correrías intentaba cruzar la pista entre Colmena y la  plaza, sin éxito hasta cuando nos alejamos completamente de ella.

Así contemplamos un canto a la vida en  nuevos tiempos con muchas caras jóvenes y esperanzadoras, con sus propios retos en la construcción de la unidad en la que nos embarcamos en nuestro momento quedando agotadas sí pero sin morir en el intento.

(1) En el momento que escribo el artículo, el Ministro de Salud Anunciaba que en función a los resultados del impacto de la píldora del día siguiente el MINSA retomaría su distribución gratuita, en la línea de la sanción del Tribunal Constitucional que dejó abierta la puerta a la demostración de no ser abortiva.

Manrique, Nelson. El tiempo del miedo: la violencia política en el Perú 1980-1996, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2002, 395 p.


Vargas Valente, Virginia. Cómo cambiar el mundo sin perdernos: el movimiento de mujeres en el Perú y América Latina, Flora Tristán, Lima, 1992, 133 p.


sábado, 6 de marzo de 2010

FELIZMENTE OPRIMIDO...

A propósito del ocho de marzo día internacional de la mujer, frecuentemente  mi reflexión parte de nuestra condición y situación de ser mujeres, diversas, dispersas y tan semejantes. Esta vez he querido hacerlo desde la mirada de los hombres felizmente oprimidos.

Algun@ que me esté leyendo seguro que habrá reaccionado a este título de mi artículo pensando que finalmente me mostré tal y como eran sus sospechas, una feminista radical que apuesta por la inversión de la relación entre mujeres y hombres. Lamento desilusionarl@s, en tanto que me mantengo en mi apuesta de pensar, construir y buscar relaciones humanas de reciprocidad, donde aquello que nos una,  sea nuestro compromiso en hacer de este mundo una posibilidad de ser  mejores personas bajo las formas corporales en que nos hallamos, las opciones  y elecciones que hemos realizado a lo largo de nuestra vida en sus múltiples dimensiones.

Hace poco me hallé en más de una conversa con hombres cuyas frases inspiraron que en esta oportunidad mi perspectiva de reflexión sobre la situación de las mujeres se asomara hacia la relación de pareja, desde la mirada y el sentir de quienes se  reconocen estar felizmente oprimidos, es decir tener una mujer fuerte, valiosa, a la que respetan y con quienes  son felices.

Estos hombres que se dicen felices de estar casados o convivir con una mujer autosuficiente, reconocen que comparte con ella la provisión familiar, donde ella trabaja fuera del hogar o bien se dedican   al cuidado de sus hijo@s, prioridad central de ambos y por ende de igual o mayor valor que la provisión de recursos económicos- materiales. Sin renunciar ninguno a compartir  el cuidado y formación de   hij@s, el trabajo doméstico, la toma de decisiones, la posibilidad de crecer como personas, ciudadan@s y profesiones. Alimentando espacios comunes y propios. Sin duda son experiencias aun escasas con todos o algunos de los rasgos señalados y alguna que otra acentuación en sus características 1.

Desde la mirada convencional, donde el poder está centrado en el varón y la disposición del servicio en las mujeres. La  perspectiva masculina  que suele rechazan toda posibilidad de relación igualitaria, se trataría de hombres oprimidos felices, una especie de innovación de la imagen simbólica del “saco largo” que se remite no al hombre que ha dejado de relacionarse verticalmente con su pareja sino que la situación se ha invertido, donde la mujer es quien lo manda. O desde la mirada de algunas mujeres que afirman prácticas de autoridad centrado en el varón, sin capacidad de imaginar y construir un relación igualitaria porque no sabrían como moverse en ella por cuanto son las principales barreras para práctica de cambio, especialmente en la vida de sus hij@s. Y en el otro extremo  aquellas mujeres que han llegado al límite de una relación de abuso que no esperan otra cosa que la revancha, se trataría de hombres felizmente oprimidos,  es decir el poder se ha trasladado a las mujeres.

A diferencia de hombres y mujeres que se resisten a modificar viejas prácticas de relación asimétrica insatisfactoria 2, pero cómodas por conocidas, antes que la posibilidad de busqueda, riesgo,  ensayo y construcción de prácticas diferentes de relación simétrica. Cuando me refiero a hombres felizmente oprimidos, en realidad  estoy intentando dar voz a más de uno que se reconoce como tal, es decir, que aun cuando  no se sientan verdaderamente oprimidos no les importa que mas de uno le atribuyan esta condición,  en una sociedad donde su relación es percibida como negación de la tradicional.

No les interesa ingresar a la disquisición en la frase sino en el contenido, reconociéndose  y asumiéndose como felices en una relación donde el poder es compartido con su pareja, que los hace cada día mejores personas y se sienten cómodos. Pero al mismo tiempo reconocen, que una situación semejante  es vivida de diferente modo por otros hombres, que no comparten su perspectiva,  al punto que suelen enviar mensajes de   hombres infelizmente oprimidos, por esta razón ellos que son felices de experimentarlo prefieren reconocerce como felízmente oprimido.

Cuando miro atrás identifico que esta es una práctica en realidad poco extraña a mis percepciones, aun cuando  le he puesto escasa atención, en este momento que lo hago podría decirse que me ha tocado conocer experiencias  en sus proto versiones desde mi niñez. Inicialmente como sucesos aislados y anecdóticos, para poco a poco traducirse en recurrencias pendientes de explorar sistemáticamente, pero con suficientes indicios como para aventurarme en este ensayo.

Desde los sesenta del siglo XX fui testigo de la relación de mis padres, que sin dejar reproducir los roles tradicionales de ser hombre y mujer en una sociedad como la peruana con la división sexual del trabajo y la distribución de roles en el hogar, habían logrado establecer una dinámica tan suya, cuyos rasgos he intentado hallar en mi propia vida y en aquellos que me rodea cada día con mas éxito.

Mi padre puede nombrarse como buen hombre con valores andinos de ama kella, ama llula y ama sua, así como  las adquiridas por su condición migrante nadie vale mas que tú en este país y el mundo; y, te amarán a partir de cuanto te amas a ti misma. Ciudadano comprometido, padre horizontal y cómplice, esposo alegre y amoroso. Su frase célebre en relación a mi madre era “Donde manda capitán no manda marinero”, por cuanto es mi primer caso de sometido feliz.

Mi madre por su lado fue y lo sigue siendo, una buena mujer y creo allí el punto de encuentro entre ambos, seres siempre comprensivos, compasivos, solidarios y amorosos preocupados por l@s otr@s. Responsable ciudadana, autosuficiente y respetuosos de los deberes y derechos. Compartió principios con mi padre, añadiendo el desprendimiento y gratuidad en las relaciones que viene de la práctica andina de hospitalidad y confianza. Lograron intercambiar roles tantas veces como fue necesario para la familia, enfrentando juntos los momentos exigentes.

Al punto que aprendí a leer y contar con mi madre aun cuando no se dio plena cuenta de ello. De la mano de mi padre conocí los cuentos, nuestro pasado, los seres vivientes, la tierra, las estrellas y los misterios de la ciencia. Respecto a nuestras vidas, quedó marcado en mi recuerdo las asambleas domingueras para decidir por mayoría en relación a todo. Fue un buen perdedor y respetuoso en el cumplimiento del ejercicio democrático, pese a moverse  en un escenario adverso con dos tercios de mujeres y uno de varones.

A inicios de los ochenta conocí una pareja intelectual de clase media, primero a ella quien me impactó, marcó mi quehacer y afirmó esfuerzos de búsqueda. Era una de las pocas mujeres sino la única,  que en el país no sólo había alcanzado el máximo desarrollo académico sino que había osado trasladar del discurso a la práctica y trabajar sistemáticamente con los márgenes y restricciones de su tiempo el tema de la mujer, la pareja y familia. Posteriormente lo conocí a él, luego a sus hijos, en ellos cabe la frase “por sus obras los conocerás”, sus hijos han reproducido familias de similar o mayor igualdad.

Con el pasar de los años, si uno los ve  juntos, sabe que son pareja porque cuando te miran tienen el mismo brillo en los ojos y comparten una sonrisa luminosa. Hace algunos años le pregunté a ella  en relación de ¿Cómo sobrevivió a la crisis de pareja y familia en los setenta?, me respondió con sencillez, que tuvo suerte de haberse casado estudiando ambos en Europa donde por las condiciones y estrechez tenían que compartir todo, de vuelta al Perú se mantuvo esa práctica incluyendo su trabajo académico, donde se turnaron y crecieron ambos. La frase que he sorprendido de él a ella es: “Amor estás disponible hoy para mí”. Y ella hacia él: “Amor si me tienes un poco de paciencia soy toda tuya”.

Sin duda no son los casos más numerosos, como pude constatar en un estudio realizado durante 1996 sobre relaciones de parejas en líderes de segundo y tercer nivel de organización. Donde a los conflictos y exigencias de ser dirigentes y moverse en la política con menos experiencia y mayores barreras que los varones, debían sumar el conflicto con la pareja cuya presión suele traducirse en la exigencia del cumplimiento simultáneo de su rol tradicional junto al ejercicio de su nueva  práctica de liderazgo y actor público. Transformándose esta tensión en sus principales cuellos de botella, cuya resolución,   en algunos casos fue la disolución de la relación como sucedió con experiencias  en los setenta, en otros, impulsaron el compromiso de las parejas en los proyectos de las líderes u otros proyectos, mientras que  un importante contingente renunció a su rol de actor social   para concentrar todas su energias en  ser estrictamente amas de casa, al punto que hoy ante el sindrome del nido vacío han optado por el cuidado de niet@s. ¿Cúales son los resultados cotidianos? ¿Cuál es el impacto en sus vidas? ¿Cuál en el movimiento social?. Las historias y testimonios de las Angélicas, Agustinas, Amandas, Bertas, Dianas, Doras, Esperanzas, Micaelas, Maritzas, Julias, Victorias, Soledades... están aguardándonos.

Sin embargo, los casos de hombres felizmente oprimidos, no han desaparecido, son mas evidentes, sea porque los hombres dejaron de acceder a condiciones que les permitiera seguir siendo  únicos proveedores de la familia, o porque las mujeres descubrieron y dejaron escapar sus capacidades de ser y hacer  trascendiendo las cuatro paredes de sus hogares, para transformarse en protagónicas de los cambios de estos tiempos. Con rasgos mas acentuados hacia una práctica de igualamiento que de ningún modo implica perder la diferencia y especificidad de cada uno. Al punto que en este momento, se transforman en referente de reflexión, permitiéndome  escribir sobre ello desde mis percepciones antes que de mis corroboraciones estadísticas, intentando comprender en toda su simpleza o complejidad sus promesas y exigencias. 


A fines de los ochenta conocí a un nuevo oprimido feliz, vinculado con una amiga que de una relación tradicional pasionalmente tormentosa, posesiva y de supremacía masculina, decidió curarse por lo sano, optó por el hombre que desde nuestra mirada de ese momento era aburrido en la línea de Robin Norwood 3, es decir hombre maduro, estable y responsable.

Al poco tiempo ese hombre equilibrado, sucinto y objetivo había metamorfoseado hasta acercarse al reflejo de cuanto era mi amiga y ella había amenguado su voraginidad, impetuosidad y verborrea inagotable a un punto inimaginado para mí que la conocía por más de una década,  percibí que me hallaba ante un proceso de mimetización del uno respecto al otro. Es decir se había producido un proceso de osmosis entre él y ella trasladando parte de ser y ver el mundo de cada a un@  al otr@, los dejé de frecuentar pero me consta que él y ella son personas exitosas con dos hijos y han cumplido sus bodas de plata, creo que aun les sienta la frase de él “lo mejor que me ha pasado es conocerla, amarla, aprender y compartir con ella”.

A inicios de los noventa, acompañé   una nueva pareja y conocí de su consolidación en familia. Él, de padres migrantes con familia disfuncional, ella también de padres migrantes y familia integrada. Hoy se que no les ha sido nada fácil, avanzar juntos, ceder y compartir, seguramente están lejos de ser la familia sólida y firme, como sucedió con mis padres hasta que la muerte los separe, o la de mi amiga de los setenta que pronto celebraran sus bodas de oro, amándose más que el primer día, porque han añadido los días y años de construir juntos una familia.

Una reflexión de él que abonó a este artículo me hace pensar que están en el camino “Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie, incluyendo la muerte. A la única a quien temo es mi mujer y por quien me no me expongo es mi hijo. No le temo a mi mujer por cuestiones de fuerza física sino fuerza de ser quien es. El problema de las mujeres que sus maridos las maltrata es porque ellas no se valoran como lo hace mi mujer, ella dice que es lo máximo y yo le creo”.

A fines de los noventa, conocí otra  pareja con una nueva versión de oprimido feliz. Ambos exitosos ejecutivos de empresas de punta, hoy con un hijo de diez años, donde las prácticas de mutua colaboración, respeto, admiración y valoración están a flor de piel, su principal reto es el tiempo, por cuanto aquilatan las ocasiones de estar juntos, han aprendido justamente por estar en un puesto ejecutivo el valor del tiempo y la calida de su vínculo.

La calidad en su relación dependen del equilibrio de sus emociones y de la calidad de vida que pueden prodigarse mutuamente y a los suyos, compartiendo y alimentando iniciativas mutuas para ofrecer al otr@ condiciones que le expresen que han hecho sus elecciones mas asertivas de su vida, el compartir un proyecto de familia sin renunciar a ser personas de éxito que ambos se proponen, necesita la vida y sociedad de hoy. La frase célebre de él cuando se refiere a ella: “Es alguien que brilla con luz propia, sabe cuanto vale, la amo y admiro, por que no necesita que se lo confirme a cada instante”. La frase célebre de ella para con él es: “Es un ganador todo el tiempo, pero sabe que no soy su trofeo ni tiene que competir conmigo, ambos nos hemos elegimos voluntariamente”.

Cerrando la primera década del siglo XXI, ad portas del día internacional de la mujer, veo algunos prospectos de jóvenes que me hacen imaginar nuevas formas de relación entre mujeres y hombres aun cuanto sé que subsisten y buscan hegemonizarse prácticas cavernarias de opresión de muchos hombres y sumisión de muchas mujeres o invertir posiciones al punto que su crueldad se expresa en el incremento de feminicidios. También se afirman, extienden prácticas como aspiraciones de mujeres y hombres jóvenes por establecer relaciones sanas, equilibradas de reciprocidad, correspondencia y madurez 4. Sin necesidad de asirse a conceptos engañosos como los binarios 5, complementariedad 6 o de necesidad.

Sus frases me hacen pensar que si bien aun se extenderán autoreconocimientos de oprimidos felices, como prácticas de transición de relaciones de igualamiento entre hombres y mujeres 7, sus hijos e hijas tienen mayor oportunidad de experimentar relaciones de hombres y mujeres felizmente unidos por armonía, equilibrio, cooperación, intercambio, comprensión y desarrollo individual como  compartida. Oportunidad que les permita  construir una idea de felicidad sin necesidad alguna de  referencia a la opresión, que en cualquiera de sus formas no deja de ser una amenaza a la libertad, al ejercicio de la democracia, el desarrollo, transformándonos tod@s y cada un@ en sujeto de derecho y hacedores de nuestro destino. Quiero creer   que ese  tiempo no es lejano,  que hoy germina y se asoma a nuestro tiempo.


“Yo no entiendo por qué si alguien no te entiende, hace que te entienda menos con golpes y a la fuerza, mostrando que sólo tienes mas poder  y abuso pero poca capacidad de hacerte  entender” (Francisco de 15 años)

“Entiendo que una puede equivocarse con un hombre, pero lo que no entiendo es porque cuesta tanto rectificarse y alejarse de él” (Antonieta 15 años)

“En verdad uno que es bien, pero bien hombre, jamás va a permitir que un mal nacido golpee a una mujer” (Julio 22 años)
“No concibo atar mi vida a un hombre que sólo me ofrece una perspectiva de desasosiego y mal sabor a lo que llama celos por amor” (Maria 19 años)


“Para crecer uno necesita estar al lado de alguien que no sólo te entienda y ame, sino también que te recuerde que no está solo, que puedes contar con ella” (Esteban 18 años)

“Estoy segura que no elegiré a un hombre como mi padre, distante siempre ausente aun cuando estuviera con nosotras, que nos hacia sentir a todos que sólo éramos una carga y estorbo en sus vidas” (Amelia 25 años)

“No me daba cuenta de las cosas pequeñas que son importantes para la vida, vivía buscando emociones nuevas, desde que tengo a mi compañera, he aprendido junto a ella o con su recuerdo de disfrutar de las cosas simples, no entiendo porque dice que las mujeres son complejas” (Javier 28 años)
“Estoy tan segura de lo importante de nuestra relación que no necesito llamarlo todos los días y a cada momento para verificarlo, si eso sucede sabré que lo nuestro no tiene sentido” (Victoria 26 años)
“No tengo apuro por casarme, tampoco lo que piensen los demás a cerca de mi sexualidad, me interesa una mujer que tenga pensamiento propio, que sepa decir si cuando quiere y no cuando no" (Carlos 40 años)
“Sería una locura pensar que debo casarme con un hombre sólo por ser madre, hoy la maternidad es una opción y no un destino como en siglos pasados” (Barbara 38 años)

sábado, 27 de febrero de 2010

IN MEMORIAM ESTHER CASTAÑEDA VIELACKMEN

Si diciembre cerró con la partida de Irma Camargo, coincidiendo con uno de los homenajes en vida a Esther Castañeda Vielackmen.  A 2 meses y 19 días, de aquel hecho, trasciende al infinito, así lo comunica su alma mater (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)[1],  deseo que en su transitar a otras dimensiones, cuente con una parada en algún espacio que asemeje el edén de seres luminosas(os), que acoja las almas de poetas donde el género no importe. Estadía al que pertenece y sea acogida como parte, puesto que se ganó esa condición pulso durante toda su vida plena y aun limitada, como impulsora y promotora de la literatura producida por mujeres poetisas, escribidoras, narradoras e investigadoras, Así la recuerdan quienes acompañaron sus inicios como es el caso de Gonzalo Espino Relucé[2].

En su nueva condición y posición, su alma descarnada, pueda que prescinda de las palabras para comunicarse y baste sólo la conexión entre pensamiento. 

Su cuerpo etéreo, habrá trascendido al sufrimiento de la carne, recuperado su lucidez gozosa y plena, recuperando aquella sonrisa que iluminaba su rostro cuando la poesía pincelaba su sentir, decir y hacer.  

Esther amó este tiempo y dimensión, sin titubear le arrancó más tiempo a la vida, con uñas y dientes, tras una larga lucha contra una afección física por más de una década, ganando muchas batallas, hasta cuando se dejó abrazar por Tanatos. Se fue de esta dimensión y de mi vida, un miércoles cálido del segundo mes  del año, que en antaño fue mi referente de agradecimiento y celebración a la vida de mi mundo afectivo y amical. Hoy se ha expandido para acoger al recogimiento, meditación, reflexión y  memoria.

Conocí a Esther Castañeda en 1996, durante una de las conferencias sobre Literatura de Mujeres. Al principio no la entendí, a medida que el silencio se impuso y concentré mi escucha atenta, comprendí su mensaje centrado en visibilizar, valorar y animar el aporte a la literatura de mujeres de ayer y hoy.

Me conmovió su gran esfuerzo para dar sonido a su voz y expresar su pensamiento, inicialmente atribuí su estado   a una parálisis temporal producto del estrés. Grande sería mi sorpresa cuando me confió que se hallaba enfrentando una dura batalla contra un tumor cerebral, habiéndose sometido a más de una cirugía para combatirla, mostrando voluntad y entereza, para sobreponerse a cada intervención y reincorporarse a su labor de maestra de literatura en la Universidad Mayor de San Marcos, donde había logrado que se dictara un curso de Literatura producida por mujeres creciendo mi admiración por ella.

Nuestros caminos se conectaron en el proceso de formación del Movimiento Amplio de Mujeres, unido al impulso de actividades culturales y políticas. Uno de esos días me obsequió un ejemplar de una publicación de Magdala. Hiromi Toguchi, su compañera inseparable, fue vaso comunicante para facilitar nuestros intercambios.

En mi caso, logré vencer la timidez de advenediza en la literatura compartiendo el borrador de un cuento que escribí para Vanyuska, en homenaje a   todos los cuentos orales inventados a la orilla del mar para ella, al percibirla distante a inicios de siglo, en tanto dejó de ser niña y mi recuerdo se fue tornando difuso en su memoria.

Esther Castañeda me asomó al umbral de lo inexpresable, por vencer la postración y el silencio, para movilizar y encarnar a la lucha por una vida con sentido y contenido colectivo. Transformándolo en el mejor antídoto contra la inmovilidad, fuente de energía que reanima a los estragos de una enfermedad. Puente que acerca, entreteje y fortalece los haceres colectivos, el conocimiento e intercambio.

Tuvo la fuerza para desarrollar su capacidad de superar la presión del tiempo y desfallecimiento del cuerpo armada de esperanza y firmeza para no ceder espacio a la negación de la vida y continuar su aporte.  Sin embargo, el avance de la enfermedad   fue minando día a día sus fuerzas. 

En ese tiempo me asomé a su mundo privado, evidenciando que cuando instala la amistad es para tiempos buenos, de bajas y recrudecimiento. Mantenía la lucidez para el acogimiento, pero se agotaba prontamente. Aún en esas condiciones fue fuente de aprendizaje para mí. Siendo testigo del amor, la entrega, la fortaleza y cuidado proporcionado por Hiromi, que nos acercó y asemejó aún más. 

Al medio día del 4 de diciembre del 2009, la voz de Hiromi, al otro lado del hilo telefónico me recordaba aquel que sería el penúltimo homenaje en vida para Esther, destacando su infatigable labor para impulsar proyectos literarios con y para mujeres, en un país donde era un campo privilegiado de varones hasta cuando ella decidió que dejaría de serlo. 

En la sala “La Palabra del Mudo” de la XXX Feria del Libro[3], transitaron la voz de más de tres generaciones distintas y distantes enlazadas por la magia de su docencia, investigadora y profundidad del deber. Las colegas, destacaron su sensibilidad de poeta, la amistad hecha carne y militancia práctica de vida. Las palabras van y vienen, seguro que ella lo aprecia en medio de su estado frágil. Mientras se desgranan los discursos, recuerdo como conocí a Esther y el modo que algunas de sus amigas celebraban en ese momento el homenaje, sin memoria de sus percepciones previas, sobre la inutilidad de su lucha ante la adversidad de su estado. 

El último homenaje fue a mediados del mismo mes desde la Editora Magdala que ella fundó, Luz Carrillo[4] da cuenta del a acontecimiento e incluye una publicación del 2006 donde es posible apreciar el papel de Esther en la vida de escritoras y poetas peruanas. 

Si bien no fue la primera vez que una peruana tuviera la osadía de apropiase y abrir el espacio literario para las mujeres, a diferencia de las primeras que lo intentaron pagando caro por ello, Ester Castañeda fue la punta de lanza que posicionó a las mujeres en un campo no sólo vedado sino minado. 

Durante el siglo XIX fueron varios los intentos y estrategias destacando entre ellas: Carmela Combe Thomson, Clorinda Matto, Elvira García y García, Juana Alarco, María Jesús Alvarado Rivera, María Trinidad Enríquez. Debiendo hacerlo en soledad, encubierta tras un seudónimo o revestida de varón, algunas protegidas por su posición de clase, realizaban veladas literarias cuya centralidad eran los varones, en tanto se contrabandeaba sutilmente las producciones de mujeres. En el peor de los casos fueron sujetas de sospecha, discriminación   y agresión como sucedió con Mercedes Cabello quién fue desprestigiada como desviada y orate. 

Fue Ester Castañeda, quien logró romper los techos de cristal, organizando eventos académicos públicos que convocaba y animaba a las mujeres transformando su inquietud en un hacer colectivo y ensanchar el espacio, pagando a su vez un duro precio de invisibilidad “oficial”, como anota Pedro Escribano[5].

Transformándose en una de las escasas personas, con autoridad en el país, para animar o desanimar la narrativa en sus diversas formas, en seres no entrenados expresamente y carecer de licencia para ello, en mi caso, no sólo me animó sino retó a dejar fluir mi pensamiento y sentimiento a través de los signos para dotarlos de cuerpo y fueran a alimentarse del espíritu de quien decidiera decodificarlo.

Es por espíritus como como el de ella, que algunas(os) procesamos nuestro tristeza y emociones de modos no tradicionales, logrando desprendernos de sus avatares como me sucede en este momento. En mi caso, escribir me permite desprenderme pensamiento y sentimientos, dejándolos fluir evitando su estancamiento e invadir mis entrañas. Dar forma a través de la grafía al pensamiento, emociones y sentimiento; permite que adquiera su propio vuelo, dejando espacio para renovar y alimentar la fuente inagotable de nuestra imaginación, creación y sentimientos, que distinguen a nuestra condición humana. Rossina Valcárcel nos comparte un collage de su ser y hacer[6]. 

Ahora que me enfrento a su partida, recuerdo mis reflexiones de aquel 5 de diciembre sobre los ritos "... de ritos de renacimiento que se celebra con reconocimiento en vida al trajinar de Esther. Y de renacimiento al infinito de Irma". 

En aquel momento y hoy ante la trascendencia de la partida, mientras su alma se libera de esta dimensión, fluyen los   recuerdos, valorando profundamente la magia de habernos encontrado, disfrutado y compartido.

Hasta cuando nos hallemos nuevamente ¡Buen viaje al infinito Esther!



[1] Sol Negro (jueves, 25 de febrero de 2010), Murió La Poeta y Profesora Sanmarquina Esther Castañeda Vielakamen https://sol-negro.blogspot.com/2010/02/murio-la-poeta-y-profesora-sanmarquina.html

[2] Espino Relucé, Gonzalo Esther Castañeda Vielakamen: POETA, siempre https://gonzaloespino.blogspot.com/2010/02/esther-castaneda-vielakamen-poeta.html

[3]Flora Tristán (30 de noviembre 2009) Homenaje a la escritora Esther Castañeda Vielakamen  https://limanorte.wordpress.com/2009/11/30/homenaje-a-la-escritora-esther-castaneda-vielakamen/

[4] Carrillo Mauriz, Sonia Luz (16 de diciembre 2009) Homenaje a Esther Castañeda, Poeta, Ensayista y Editora. https://hablasonialuz.wordpress.com/2009/12/16/homenaje-a-esther-castaneda-poeta-ensayista-y-editora/

[5] Escribano, Pedro (24 de febrero 2010) La Partida de Esther Castañeda. https://nidodepalabras.blogspot.com/2010/02/la-partida-de-esther-castaneda.html

[6] Valcárcel, Rossina. Collage para Esther Castañeda (2/27/2010) Publicadas por Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. https://tutaykiri.blogspot.com/2010/02/rosina-valcarcel-el-amor-la-soledad-las.html



domingo, 14 de febrero de 2010

DE CAL Y CANTO

Un  viernes doce  que se me hace lejano, me acercó al peso de los retornos y las bifurcaciones de las continuidades. Una cosa me lleva a la otra observando  los costos, que vienen con nuestras prácticas de cierres a cal y canto. Me refiero a esa forma de vivir que hemos aprehendido inevitablemente o descubierto necesariamente con el proceso de nuestra existencia. Vivir, suele ser frecuentemente un  constante  experiencia  de apertura y cierre.

Las nuevas etapas de nuestras vidas, le deben al cierre de otras tantas. Cerrar etapas, sin duda es imprescindible en nuestro quehacer cotidiano que nos exige medir costes, eficiencia, efectividad e impacto. Pero cuando esto también se traslada a nuestro mundo subjetivo, suele ser mecanismo de soporte para seguir viviendo sin zozobrar por el peso de las vivencias acumuladas en cada una de las etapas de nuestras vidas, corriendo el riesgo del olvido cómplice y complaciente.

A los costos de cerrar etapas afectivas a cal y canto, pude asomarme a propósito de mi encuentro con dos personas que marcaron la cuarta y tercera etapa de mi vida. En el caso de  la primera se debió a mi iniciativa asida del viejo refrán que mas vale malo conocido que bueno por conocer. Y la segunda, por esas cosas de la vida, que siendo fortuitas sigo pensando que dejan de ser casuales puesto que te aguardan con paciencia para que los comprendas en su momento.

Siempre asocié que nuestro crecimiento en sus diversas dimensiones, pasan por ese proceso epigenético señalado por Erick Erikson1 (psicoálisis), consistente en una crisis que lejos de inmovilizarnos, suele tentarnos hacia una regresión momentánea e inconsciente a etapas previas de nuestra vida actual, “más seguras” por conocidas y cómodas que la incertidumbre de la nebulosidad que acompaña a una nueva etapa. Proceso existencial que se resuelve cuando no nos queda otra que arriesgar y poseer la nueva etapa. Así la regresión o retorno aparece como una tentación anímica necesaria y saludable para nuestro ser complejo, psico-anímica-físicamente-social y culturalmente2.

Si estas son las tensiones entre las etapas próximas del desarrollo humano, la regresión a etapas de mayor distancia aparece asociado al riesgo, desde la perspectiva que quiera mirarse. Posiblemente son una de estas razones, por las que en mi caso, aseguré cerrar cada una de mis etapas, consciente, objetiva, simbólicamente y subjetivamente, aun cuando implicara duelos en todo el sentido complejo del mismo, a lo largo de los procesos por los que he debido transitar, cuya temporalidad se extiende entre el siglo XX yXXI.

Pensé que era sano para mi mente, espíritu y ser social ir guardando en sus espacios correspondientes una a una cada vidas pasada, porque aun cuando soy consciente de que sigo siendo la misma persona cuya historia es un continuum, justo en este momento que escribo este texto, vuelvo la vista atrás descubriendo en cada etapa, una vida diferente con sus propias dinámicas, sus exigencias, retos, satisfacciones y amores. Me miro en el pasado, diferente a quien escribe en este momento, sin dejar completamente de ser la misma. Y cuando visualizo el mañana me aspiro diferente de aquella que soy en este momento.

Asi es, como siempre me pregunto cuan cierto podía ser aquello que alguna vez Octavio señaló: “cada siete años somos una persona diferente”, en el sentido exacto del término. Es decir que cada siete años, evolucionamos orgánicamente, por ello el signo del tiempo en el envoltorio que es nuestro cuerpo3 al cual un@s mas que otr@s nos aseguramos de torturar: sea con cirugías, tatuajes, revestimiento inadecuado, prácticas físicas tormentosas, alimentos contaminantes, deseos y pensamientos negativos.

Otros afirman que cada siete años, nos desprendemos de nuestros vínculos socio-afectivos4, evolucionamos o involucionamos, dependiendo de cuanto descubrimos quienes somos, a qué hemos venido y qué nos toca hacer, creciendo o no espiritualmente. En esta perspectiva cada cumpleaños (cierre de un año de vida mas), es oportunidad para mirar metas, pero sólo cada siete hay que revisar objetivos, aprendizajes acumulados, plantearnos nuevas interrogantes cuya respuesta sean objetivos futuros.

No puedo negar que en el proceso de mi séptima vida, me ha asaltado más de lo que debía pensar ya no en cómo fueron mis etapas de este tiempo, sino en quién fui en otros tiempos, mas cuando coloqué atención a mi dimensión subjetiva acurrucada en el rincón mas lejano de mi racionalidad, para aceptarme y valorar capacidades negadas, descubriendo  los trabajos de Choa Kok Sui5, los de Brian Weiss6 y otros, al mismo tiempo que me perfeccionaba en el arte de la Artemisa. Incursiones que aun no compensan ni niegan mi práctica previa de cierre de etapas sin embargo amplía mi perspectiva.

Es decir mi tránsito por siete vidas de este tiempo, marcados por sus diversas dimensiones ha contribuido a configurar mi identidad, autopercepción y mi modo de ser en el mundo. En cada una de referidas vidas con significados diferentes, acerca de mis asideros de principios que me sostienen como sucede con la fe, la idea y práctica de libertad, la búsqueda y ejercicio de la veracidad, la advertencia y ejercicio de la coherencia, justicia, derecho, igualdad, respeto, tolerancia y amor. Con ritmos y acentuaciones diferentes según cada etapa de cada vida, pero sin prescindir de ninguno.

Como decía inicialmente, el viernes doce de febrero, experimenté primero por media hora tarde y media de diálogo concedido, mirándome en el fondo de los ojos de alguien que marco mi cuarta vida, que por sobre la distancia las vertientes andadas, nos ata la esencia de nuestras coincidencias de principios y apuestas por horizontes que mantienen, fortalecen, precisan o recrean nuestros sueños. Sin desconocer el peso del tránsito y haceres autónomos, como aquellos que en su momento nos unieron, percibo que crearan futuras correspondencias y de no ser así, el esfuerzo solitario coincidirá en el vértice de utopías irrenunciables, como hacer de este mundo un espacio por el que todos/as transitemos con esperanza, confianza y aprecio.

Coincidentemente en ese mismo día pude asomarme, por más de cinco horas, a esa  otra parte suspendida de mi tercera vida, robándole tiempo al tiempo de quien fue mi semejante elegida, descubriéndonos por sobre nuestras vidas posteriores distantes y seguramente extrañas, ese lazo que ingenuamente creí cerrar en cada etapa, cuya rasgadura revela que basta estirar una hebra para descorrer el torpe hilván del embalaje o el frágil velo del olvido que resquebraja el cierre a cal y canto, para volvernos a mirar una a otra en esa niña que se refugia en el fondos de nuestras pupilas. Descubriéndonos quien somos por cuanto fuimos con toda la intensidad de nuestro tiempo, energías y sueños. Abriendo sin mayor esfuerzo a eso que cuesta tanto, la intimidad entre quienes establecieron lazos que resisten avatares de autoexilios.

Los dos encuentros con íconos de mis vidas pasadas, pudieron develarme que puedo retornar cada vez que decida hacerlo, desde donde estoy a cada etapa y sus conexiones sin perder la cordura menos asomarme al caos que suele crear nuestro temor a una conciencia del continuum que impida errores reiterativos. Descubriendo que tras la revisión de los puntos suspendidos o nudos pendientes, podía establecerse los puentes que permitan continuidades, gracias al recuerdo del tiempo grato e ingrato, que el soplo del viento suele aligerar y la brisa de la tarde llena de aromas renovados. Mostrando ese valor que guardamos en nuestro recuerdo de quienes somos y con quienes elegimos estar en cada momento de nuestras vidas. Y a los que podemos retornar y continuar descubriendo que nuestro cierre de cal y canto no están solidificados ni remachados de clavos que hieren, o la putrefacción de las medias palabras que hieden nuestros sentidos, entierran nuestras conexiones y afectos aun cuando estos nos sobrevivan.

De este modo un doce de febrero ad portas del catorce que se asoma repleto de renovaciones, gestos, símbolos y prácticas de manifestaciones de afectos elegidos, que nos acompaña en la etapa actual de nuestras vidas, quise compartir mi retorno y una oración por todas las personas que han transitado cada una de nuestras vidas con gestos imborrables, cuyas huellas pese al cierre de cada etapa, perviven en nuestros actos seguramente mas pausados y serenos que la vorágine de los tiempos mozos, pero no menos intenso y significativo con la serenidad de los pasos y el sabor que invade nuestros sentidos como el vino añejo.

Salud por ser amiga, amigo, acompañantes de cada etapa vivida y aquella que falta compartir.


Catalina 

lunes, 8 de febrero de 2010

RETORNO A MIS FUENTES

Cada vez que me asomo a un testimonio,
de quien ha sobrevivido a sus propios demonios,
recuperando su espíritu olvidado,
siento que la paz deja de ser utopía.

Cada vez que me encuentro,
con una voz que se alza para rechazar
su parte en la historia de negación humana,
creo posible la convivencia entre diversidades.

Cada vez que crece mi esperanza,
vuelvo a refugiarme en deseos y pensamientos,
que aun flotan en el universo,
retornando a mis fuentes que animan.

Catalina

LOS NUEVE MONSTRUOS

I, DESGRACIADAMENTE,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer…
(César Vallejo)

CERCA DE LOS CUCHILLOS


Es ésta el alma suave que esperaba
ésta es el alma que hoy, sin movimiento,
como si estuviera hecha de luna
sin aire, quieta en su bondad terrible.

Cuando caiga una piedra
como un puño
del cielo de la noche
en esta copa la recibiré:
en la luz rebosante
recibir‚ la oscuridad viajera,
la incertidumbre celeste.

No robaré sino este movimiento
de la hierba del cielo,
de la noche fértil:
sólo un golpe de fuego,
una caída.

Líbrame, tierra oscura, de mis llaves:
si pude abrir y refrenar
y volver a cerrar el cielo duro,
doy testimonio de que no fui nada,
de que no fui nadie,
de que no fui.

Solo esperé‚ la estrella,
el dardo de la luna,
el rayo de piedra celeste,
esperé inmóvil en la sociedad
de la hierba que crece en primavera,
de la miel perezosa y peregrina:
esperé la esperanza,
y aquí estoy
convicto
de haber pactado con la tempestad,
de haber aceptado la ira,
de haber abierto el alma,
de haber oído entrar al asesino,
mientras yo conversaba con la noche.

Ahí viene otro, dijo ladrando el perro.
Y yo con mis ojos de frío,
con el luto plateado
que me dio el firmamento,
no vi el puñal ni el perro,
no escuché los ladridos.

Y aquí estoy cuando nacen las semillas
y se abren como labios:
todo es fresco y profundo.

Estoy muerto,
estoy asesinado:
estoy naciendo
con la primavera.

Aquí tengo una hoja,
una oreja, un susurro,
un pensamiento:
voy a vivir otra vez,
me duelen las raíces,
el pelo,
me sonríe la boca:
me levanto
porque ha salido el sol.

Porque ha salido el sol.
(Pablo Neruda)


Remordimiento por cualquier Muerte

Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.

Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.

Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó sus esperanzas.

Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noches y de los días.
(Jorge Luis Borges)

Agonía fuera del muro

Miro las herramientas,
el mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren, cohabitan.

El cuerpo de los hombres, prensado por los días,
su noche de ronquido y de zarpazo
y las encrucijadas en que se reconocen.

Hay ceguera y el hambre los alumbra
y la necesidad, más dura que metales.

Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
que todavía la especie no produce?)
los hombres roban, mienten,
como animal de presa olfatean,
devoran y disputan a otro la carroña.

Y cuando bailan, cuando se deslizan
o cuando burlan una ley o cuando
se envilecen, sonríen,
entornan levemente los párpados, contemplan
el vacío que se abre en sus entrañas
y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien compartir es imposible.

No te acerques a mí, hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.

Yo muero de mirarte y no entender.
(Rosario Castellano)