miércoles, 26 de junio de 2019

DOS TIROS POR LA CULATA DEL FUNDAMENTALISMO


Hace algunos días comentaba en un grupo online cerrado, a cerca de como el tiro le salió por la culata a la oposición fundamentalista del aprofujimorismo y sus incondicionales de turno, cuando reaccionaron censurando al compromiso y la alineación del Ejército Peruano con la campaña para erradicar la violencia contras las mujeres, a través del uso simbólico de un mandil rosado, como parte del programa "Fuerza sin violencia", cuyo objetivo es sensibilizar a los miembros de las Fuerzas Armadas (FFAA) respecto a las causas y consecuencias de la violencia de género, desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), motivando que a lo largo de estos días se produjeran posiciones a favor y en contra.

Si nos detenemos en el significado de mandil, hallaremos que es una palabra cuyo orígenes se remiten al árabe hispánico mandíl, derivado del árabe clásico mandīl o mindīl, este a su vez del arameo mandīlā cuya palabras raíz sería el latín mantīle o mantēle, para referirse a una 'toalla' o ‘paño de manos'. En español del siglo XXI, la Real Academia Española (RAE) le atribuye hasta cinco referentes, siendo el más cercano al tema: nombre masculino del delantal, que es una segunda prenda para proteger la ropa[1].

Descifrado el significado literal del mandil, puesto no aporta mucho para entender la controversia, revisemos el significado de rosa. La RAE nos refiere que proviene del latín rosa con hasta trece significados y catorce y más derivados compuestos. En la línea del tema, la décima acepción lo refiere como adjetivo del color rojo muy pálido, como de la flor rosa común[2]. Asociando ambas palabras: Mandil Rosa, tendría como significado que se trata de una segunda prenda de color rojo pálido para proteger la ropa.

Hasta este punto no hay misterio ni complejidad simbólica de vestir un mandil rosa, independiente de si este se coloca sobre una ropa diaria, de gala, uniforme; que explique tal escándalo, por cuanto hace falta explorar en el significado “escabroso” más allá de prenda sobre prenda y del rosa más allá de su color.

Antecediendo a la definición de mandil, está el delantal, una palabra compuesta: ‘De delante’ que se atribuye a una prenda de vestir que con peto (pechera) o sin él, es atada a la cintura, siendo usada para proteger la ropa en tareas domésticas o profesionales. Mientras que el rosa, como color podría ser también enlazado con el primer referente: el femenino de flor del rosal, notable por su belleza y la suavidad de su fragancia, atribuyendo ese contenido a una prenda de vestir y la persona según a su género. Si añadimos un tercer significado al color rosa que proviene de la última referencia de la RAE: adjetivo coloquial que en español le pertenece o es relativo a homosexuales. El panorama tiende a despejarse.

Visto así el mandil rosa, pasó de ser una prenda sobre prenda de rojo pálido, a delantal rosa flor, que revelaría el comportamiento sexual de quien lo use.

Este significado construido,  implícito e innombrable, sería aquel que está en la base de las reacciones de rechazo, cuestionamiento y alaridos que han esgrimido ante la foto de autoridades del ejército con delantales rosa, pidiendo rueden las cabezas de los(as) responsables, sin mayor éxito hasta el momento, salvo los misterios del universo.

Motivando que como respuesta se devele aquello implícito e innombrable, como falso, puesto que el vestido no define la identidad ni el ser, sin embargo sirve de canal para demostrar aquellos prejuicios basados en estereotipos y atributos relacionados con el género, donde se sostiene y reproduce la violencia contra la mujer. 

Si bien el mandil rosa, ocupó el primer lugar en su significado y significante del conflicto, en el otro extremo la discusión de la Campaña Hombres Por la Igualdad, permitió que visibilizar las políticas públicas para erradicar la violencia contra la mujer, junto a sus implicancias políticas, sociales, culturales y de género[3].

Esta confrontación de posiciones, produjo algo inesperado para los actores, una mayor difusión, conocimiento y adeptos(as) inimaginados respaldando la campaña, logrando que se posicionará por unos días como agenda en los medios de comunicación, el debate público y mercado, logrando aquello que no había alcanzado en más de tres años se ha producido en 10 días (18 y 28 de junio).

Hemos asistido a lo largo de estos días a una sostenida discusión sobre el tema hasta la sensura al punto que un programa de TV de cable con un conductor tipo macho alfa fue cerrado, consiguiento aquello que  pese a la protesta de un sector ciudadano se mantenía [4].
Los argumentos de forma, fondo y sustento que diversas mujeres y hombres han dado al respecto, mi balance es que esta primera etapa de controversia ha permitido visibilizar y posicionar la campaña. Siendo un tiro por la culata de sus detractores.

El tiro por la culata del mandil rosa, en realidad sería el segundo desacierto de quienes pretenden ser líderes de opinión enfrentados o resistiendo al proceso de cambio de nuestra sociedad respecto a una cultura de violencia contra la mujer y todo lo diferente, naturalizado y tolerado hasta la fecha.

El primer tiro por la culata de posiciones fundamentalistas, se habría producido, cuasi un mes antes (el 23 de mayo del 2019), cuando Fuerza Popular exhibió groseramente sus privilegios de mayoría en el Congreso, manejando según sus intereses un recurso “público/privado” adyacente. Me refiero al momento que abrió las rejas de la Plaza Bolívar para auspiciar un acto político del colectivo con mis hijos no te metas (#ConMisHijosNoTeMetas), esperando así visibilizar y posicionar su agenda de turno.

Sin embargo, su agenda desapareció, en tanto que el cautiverio de la plaza emergió como por arte de magia, colocando en cuestión su “secuestro y despojo”, respecto a la razón de ser de una plaza pública.  La cual no sólo fue enrejada y privatizada -como extensión del Congreso de la República por más de dos décadas-, sino manejada acorde a sus intereses.

Algunos(as) justifican el enrejamiento de la Plaza Bolívar en al riesgo que corría la sede del Poder Legislativo, de sufrir atentados de Sendero Luminoso (SL) en su momento. Argumento lejos de la verdad, puesto que esta decisión fue tomada cuando el fujimontesinismo, atribuía el éxito de su gobierno, a la derrota de SL, ergo si estaba derrotado, no era amenaza.


El enrejamiento se produjo en julio 1997, cuya fuente de verificación fue registrado en bronce, dejando constancia de quienes cometieron la felonía:   Víctor Joy Way Rojas, Carlos Torres y Torres Lara, Martha Hildebrand y Luz Salgado Rubianes[5], ante cuyo hecho todos(as) guardamos silencio, porque a diferencia de aquellos poderosos congresitas, sobre nuestras cabezas se movía el péndulo de ser sindicada(o) como terrorista si sólo levantábamos la voz, así es como se expropió un bien público, condenando protesta social como subversiva.

Tras 14 años de cautiverio de una plaza cuyo monumento central representaba la libertad, fue reabierto y retornada a la población en una ceremonia pública de celebración y regocijo “La plaza Bolívar es un espacio emblemático que representa y acoge a todos los países bolivarianos que trabajan para fortalecer la democracia en la región. Esta plaza se debe convertir en el Congreso del pueblo, porque a él nos debemos”, (Javier Abugatás, 18 agosto 2011)[6].

En medio de la celebración y regocijo, nadie se percató, que el autoritarismo se había parapetado una vez más, asechando el momento para aprisionar bajos sus zarpas la plaza junto a todo aquello que significara poder, asegurando un continuismo de esa dictadura disfrazada de democracia desde 1990, auto dinamitado en el 2000[7] y expuesto en su miseria entre el 2001-2009[8].

Si muchos creímos que la asociación criminal anidada en todos los poderes del Estado peruano entre 1990-2000 entró en crisis, para su séquito sólo fue un periodo corto de hibernación; quienes despachaba desde la salita del SIN, nunca renunciaron a esas prácticas, sólo se mimetizaron, esperando la oportunidad para retornar y hacer de las suyas.

Tras poco más de un quinquenio de “liberarse” la plaza del libertador, Luz Salgado retornó a la presidencia en el Congreso[9] y reincidió en su felonía, esta vez la capturó bajo el concepto de mausoleo sagrado: Cuando yo estuve en la presidencia prohibí que no hubiera ningún tipo de ferias, ni exposiciones, ni conferencias, ni marchas, en el año que estuve ahí. ¿Por qué?, porque entendía que esta plaza es un monumento cívico sagrado Y que no debía estar expuesto para nadie, así es” (Luz Salgado, 25 junio 2019, 6:09 - 6:28)[10], como lo  afirma al final del vídeo.


Esta segunda captura de un bien público, privatizado para 130 congresista y sus aliados, ya no requirió de una placa de la vergüenza, bastó la concepción de una lógica inspirada y sostenida en la doble moral fundamentalista, de quienes al interior del templo se arrodillan, golpean el pecho y arrepienten de sus pecados, al salir de misa, seguirán dando con el mazo a quien se le ponga al frente o costado.

Luz Salgado como excelente fujimontesinista con escuela y trayectoria, no había cambiado, sólo se había reciclado. Tampoco la ciudadanía había cambiado, dejamos hacer y pasar, naturalizamos la privatización, la expulsión de todos(as) en favor de un puñado propietarios(as) de turno.

Sin embargo, una vez más la obnubilación que suele producirse en quienes se creen poseedores del poder por mandato cuasi divino, es también su hándicap. El grosero manejo del poder y respaldo con fines políticos de posiciones fundamentalistas como los del colectivo #ConMisHijosNoTeMetas [11], es también el núcleo desde donde se gesta su propia aniquilación. Su privilegio hizo que la Plaza Bolívar se tornara en el espacio de disputa, creando condiciones para que otro colectivo lo reclame y se posicione con derecho.

Y por esas ironías del universo, la oportunidad de la fecha cercana al aniversario de la lucha gay por su reconocimiento, ha hecho que sean quienes demanden como espacio de expresión para el colectivo LGTB (Lesbianas, Gais, ​ Bisexuales y Transgénero),  apropiándose de él este 27 de junio  para  exigir igualdad en la plaza de la libertad [12].

Tanto el desarrollo e implicancias de la controversia de los mandiles rosa como la toma de la plaza de Bolívar por colectivos, requieren el desarrollo de un artículo propio. En este, sólo quise mostrar cómo una posición y estrategia con escasa o carente lectura de los cambios en el país y el mundo hacen que sus resultados sean contrario a los esperados, para mí se grafica en el viejo refrán: “El tiro les salió por la culata”, en este caso fueron dos tiros al hilo, en poco más de un mes.



[6] Congreso reabre puertas de la plaza Bolívar al pueblo, 17 de agosto 2011m, 14:11 h. https://andina.pe/agencia/noticia-congreso-reabre-puertas-de-plaza-bolivar-al-pueblo-374215.aspx
[7] Provocando la huida de Fujimori cual vil ladrón y renunciar por fax a la presidencia del Perú, desde Japón
[8] El Tribunal Supremo de Perú condena a Fujimori a 25 años de cárcel, Jaime Cordero, 8 de abril 2009. https://elpais.com/diario/2009/04/08/internacional/1239141605_850215.html
[10] Así reaccionaron los congresistas a la autorización de Salaverry para el colectivo LGTB, 25 junio 2019, 6’:28”https://www.youtube.com/watch?v=U_LTUP3IuNk
[11] ‘Con mis hijos no te metas’: Rosas gestionó ingreso de manifestantes a Plaza Bolívar, 24 mayo 2019, https://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/mis-hijos-no-te-metas-manifestantes-protestan-plaza-bolivar-congreso-n372669
[12] Congresistas piden que colectivo «Marcha del orgullo» pueda utilizar Plaza Bolívar, 25 mayo  2019, https://telemas.pe/politica/congresistas-piden-que-colectivo-marcha-del-orgullo-pueda-utilizar-plaza-bolivar-68378/

martes, 18 de junio de 2019

MAS BLACK & WHITE MENOS MONKY MAN

Tarzán era una de mis historietas favoritas entre los seis y ocho años, cada fin de semana mi padre me proveía número a número todas sus secuencias. Yo esperaba con ansias el sábado, encantada por saber más de cómo sobrevivía un bebé dentro de una selva inhóspita, al cuidado de una tribu de gorilas, hasta hacerse más fuerte y poderoso que un gorila e inclusive que el rey león. Eso no me quedaba tan claro, de cómo un rey de la selva, se somete a un seudo gorila. 


Imaginaba que todo podía ser posible, en un lugar oscuro, descocido, tétrico, espantoso y amenazante, como debía ser la selva, mi ignorancia de la misma y las revistas en blanco y negro acrecentaban mi temor imaginario, al mismo tiempo que agigantaban la valentía de Tarzán.


Cuando tuve la primera obra en mis manos, supe que no fue su mamá gorila quien lo nombró Tarzán, sino Edgar Rice Burroughs (1912) y que no significaba hombre mono (Monky Man) sino hombre blanco. Mi segunda sorpresa fue que era un autor de origen norteamericano y no inglés, en tercer lugar que nunca conoció Inglaterra ni el continente africano. Así que me quedé con la interrogante de cómo alguien que no era inglés nos contaba una historia inglesa y mostraba una selva que desconocía, allí es donde caí en el contenido del concepto historieta, que de ningún modo era historia (registros de un pasado que existió), sino el remedo de ella, con espacio para graficar y escribir nuestra imaginación, una magia que algún día yo haría. 

No sé si por este descubrimiento o porque fue mi lectura de niña que se agotó en ella, ya no me atrajo más la obra de Tarzán quedándome sólo en la primera de cuatro novelas “Tarzán de los Monos” (1914). Cuando vi la primera película con James Pearce, sentí que se aproximaba a la imagen que guardé de niña, sin la magia de entonces, seguramente porque la lectura hace que nuestra imaginación supere a la del productor de cine. 

Me dije que mucho de aquello no debía ser ni ligeramente posible. Pensé que el autor seguramente sustituyó a la soga por lianas como medio de incrementar la velocidad de Tarzán por toda la selva, tomando ventaja a animales más veloces que él, que en verdad no podía nadar sin ahogarse en ríos tan caudalos. Al conocer la selva, lo que menos pude hallar fueron lianas, facilidad para caminar en zonas vírgenes sin un machete y mucho menos atravesar a nado el Huallaga, Río Negro o Amazonas. 

Cuando comprendí las historias de colonización americana, entre ellos el nuestro y los EE.UU., recordé nuevamente a Tarzán, para ilustrar el sentimiento de los descendientes de colonizadores que se siente migrantes permanentemente, de paso en su país origen, esperando el tiempo suficiente de enriquecimiento para el retorno, teniendo como ilusión de alcanzar la gloria y reconocimiento futuro, mientras insistían afirmar las costumbres del país que expectoró a sus ancestros, aquellos que no tuvieron posibilidades ni oportunidad para sobrevivir en su tiempo.

Por eso, antes de construir y valorar quien eran en realidad, Edgar Rice atribuía a Inglaterra -país que añoraba-,  todo el heroísmo, valentía y valores que probablemente no percibía o subvaluaba en sí mismo y los norteamericanos de inicios de siglo XX, dejando de pincelar en sus narrativa, la cultura mestiza de norteamericana de migrantes ingleses pobres y  colonizadores de indios americanos, para centrarse en aquella oficial, la de aristócratas y académicos ingleses hechos exploradores y "estudiosos" de otros hombres  junto a sus pueblos a ser esclavizados, con sus altas y bajas internas. Con sus ambiciones de colonización y sobrevivencia en nuevos habitad al igual que Tarzán, un hombre mono que no dejó de ser nombrado hombre blanco encubiertamente, porque muy en el fondo pueda que inconscientemente  filtraba en su historia aquel sentir de mestizo inglés, de quien nació norteamericano, sintiéndose migrante, sobreviviente y lleno de melancolía por aquella madre patria que lo expatrió

Este fin de semana vi la última versión “La Leyenda de Tarzán”, producida por David Yates (2016), me percaté que había perdido el cincuenta por ciento de aquel enfoque inglés impregnado por Rice y cuasi dos tercios de su historieta. Si bien Tarzán seguía asociado a la condición de sobreviviente inglés, era encarnado por el sueco Alexander Skarsgård, aun atrapado en el papel de vampiro con su elevación cuasi mágica hacia la rama de un árbol con capa y botas (Tarzán lo habría trepado), su coprotagonista Margot Robbie (Jane), era el prototipo norteamericano en femenino, al igual que el negro  doctor George Washington Williams, encarnado por Samuel Leroy Jackson. 

En la trama Jane pierde su extracción inglesa original, apareciendo como la hija de un educador norteamericano cuyo recuerdo del encuentro con Tarzán se muestra en formato  cuento de hadas en medio de la selva. El villano Capitán Rom (Christoph Waltz) representa la maldad asociada con la ambición proyectada, esta vez, más belga que inglés o norteamericano, triangulando al hombre blanco por todos los lados. La ambición de ayer como hoy, es el poder y apropiarse de los diamantes, símbolo de la riqueza africana y el sometimiento de su población, sea esta humana o animal, que si bien es la mayor amenaza queda de lado, por el truculento rescate romántico de Jane. 

Ver a un Tarzán, en la imagen simbólica de la raza aria tan valorada por Hitler que justificó su xenofobia, excepcionalmente alto, esbelto y vestido de lord, a momentos desnudo y muy lejos del Tarzán que James Pearce hizo leyenda. Junto a una Jane revestida de blanco desde el inicio hasta el final de la película, variando en tonos hasta el percudido, en su papel de damisela en peligro. Apoyado por la sabiduría y manejo bélico de un negro culto y persistente como George. Pasando por el rito de acogida de la tribu de referencia en blanco y negro; el desenlace de una deuda ancestral entre tribus de humanoides gorilas y humanos en lucha salvaje de blanco y negro, hasta un final con abrazo entre el lord blanco y doctor negro. 

Me deja la sensación, del alejamiento definitivo de sus orígenes en la forma, pero explícitamente lejos de la historia y realidad de un país norteamericano actual y de inicios del siglo XX, es decir, la historieta persistentemente enajenada en el fondo, no asumiéndose como migrante, colonizador, hoy aquejado de amnesia histórica, construye muros buscando sentirse a salvo de sí mismo, bajo su nueva idea de raza y sociedad predominante, impone sanciones y vetos comerciales de todo que nos sea Made In USA, mientras implanta libre mercado mediante TLC y condena la exigencia mínima de pasaporte en otras fronteras. 

La Leyenda de Tarzán, me deja esa sensación de una película más a lo black & white y menos monky man, no por la ausencia de colores o gorilas en escena, sino la secuencia recurrente entre lo blanco y negro como continuum, más próximo a aquellas fiestas de clase media jugando a ser aristocrática, que nunca llegarán a serlo –salvo en el cuento de la cenicienta-, no sólo por falta de abolengo de sus protagonistas, sino porque en un mundo global de una era digital, son cuasi extintos. 

Revelándome hoy como ayer, la melancolía con su toque holiwoodense de David Yates por lo inexistente y su auto enajenado en versión digital, como aquella que inspiró a Edgar Rice hace más de un siglo, cuando empezó a elaborar las historietas de Tarzán en papel amarillento pensado y dirigido al consumo masivo.

domingo, 12 de mayo de 2019

LA CORRUPCIÓN INDEPENDIENTE DE SU MOTIVACIÓN ES DELITO

Lástima, hay cosas que llegan tarde, incluso el pedir perdón. La confesión sincera pública y política de Susana Villarán, la primera ex alcaldesa de Lima Metropolitana elegida meteóricamente y no removida por el mecanismo de la revocatoria gracias a su corrupción sin duda pudo ser convincente y quizás conmovible,  de haberse producido en su oportunidad.

El reconocimiento de  haberse coludido con Odebrecht y  OAS, empresa ejecutora de la obra Línea Amarilla, debió producirse apenas se supo de   Lava Jato, es decir a penas el hedor de Odebrecht apareció en el Brasil por la estrategia de corrupción desplegada internacionalmente. Quizás no por TV, sino por los medios convencionales, mucho antes de las declaraciones de Barata [1] que ha decidido su suerte y hundido completamente, junto a su cómplice Gabriel Prado que ofrece pruebas de su inocencia y la culpabilidad de ella.


Una confesión oportuna si bien, no la hubiera librado de la cárcel, probablemente le habría producido réditos políticos que hoy busca, reconociéndole fortaleza y fuerza para asumir las responsabilidades de las decisiones tomadas, ser mal ejemplo, pero referencia al cabo, para el futuro de nuevas políticas de su herencia política, cuya moraleja fuese: "Delinque luego asume con entereza y arrepentimiento sus consecuencias". O en términos que solía facilitar ejercicio de poder en líderes populares: "Si decides girar tu factura, mira el precio y calcula sus intereses a pagar".

Pero más lástima produce, que tarde y en un contexto donde existe la certeza que el día lunes se aprobará su detención preliminar por 36 meses,   argumente que  delinquió por un motivo mayor, como salvar la institucionalidad municipal, el sabor que tengo es a chicharrón de campaña cuando la oigo decir "No podíamos parar", será porque es muy cercano a los argumentos de 
incontables corruptos(as) del país que van cayendo. 

No podemos parar, fue la frase de campaña contra la revocatoria, donde pese a mi mirada crítica, reconocí que era una acertada estrategia ante su oponente,  que había decidido torcer la voluntad popular que la llevó a la alcaldía, por cuanto  confié en que las urnas decidirían, sin imaginar que sería el poder del dinero mal habido, proveniente  de la caja dos de Odebrecht quién inclinaría finalmente la balanza. 

Yo no podía desplazarme en aquel entonces,  así que  aplaudí a mi amiga Isabel  que en paz descanse, cuando en una de sus visitas me contó que era parte de la la campaña por la No Revocatoria en su zona. Espero que desde el cielo con más sabiduría que yo la perdone, porque la justicia, peruanas(os) y Limeños(as) defraudados no perdonamos hoy[2], quizás mañana porque el tiempo suele jugara a favor de la desmemoria.


Por eso  quiero decirle hoy a Susana Villarán, la alcaldesa No Revocada, a quien no le creo hoy, porque ella se encargó de mostrarnos que no es mujer de palabra y honor, recordándole que  luego de los resultados de una revocatoria amañada que bien diseñó y tras culminar su gestión, lo primero que hizo fue ir por la reelección que juró una y muchas veces, no haría. Mostrando incoherencia entre decir  y hacer, que hoy la hace no creíble y menos confiable.

Quiero recordarle a Susana Villarán la ex Secretaria de la Coordinadora de Derechos Humanos, aquella que borró de un plumazo, su trayectoria de la lucha por la defensa y vigencia de los derechos humanos aun cuando no fuera de los derechos de las mujeres, cómo candidateó a la vicepresidencia del nacionalismo, secundando a Daniel Urresti, en momentos que era sospechoso de violación de derechos humanos  y violación contra la mujer. Sólo esa condición de sospecha  lo descalificaba para postular a la presidencia del país y suficiente para que ella tomara distancia, al ser quién se había movido en ese ingrato y arriesgado campo de defensa de los derechos humanos. Pero no fue así lo respaldó y marchó a su lado.

Ella suscribió a Urresti, mostrando que en sus decisiones pesó más el ansia de poder,  porque se creó elegible. Había descubierto la piedra filosofal de la corrupción, sumando una decepción más a quienes creímos en su momento, que era  una mujer  y políticamente elegible, con principios humanistas,  discursos y propuesta algo cercana a los intereses y necesidades de las mujeres y los sectores populares, pese a que había virado de una posición de izquierda en Fuerza Social, hacia el centro derecha durante su gobierno como alcaldesa de Lima Metropolitana, hasta candidatear como una nacionalista y ollantista.

A mi entender fue en ese instante que se perdió en su laberinto, hoy sabemos que fue por efectos de asomarse a los entramados de la corrupción y calculó que podía moverse impunemente en su interior. Mostrándonos que contrario a la madurez de los años, donde debió proveerse de desprendimiento, gratuidad y sabiduría;  al igual que Pedro Pablo Kuczynski Godar, se creyó con derecho a gobernar sin importar el medio ni las condiciones, demostrando que no importa el género o el ciclo de edad, tampoco la extracción social ni confesión religiosa, cuando se saborea el poder, ese que todo lo justifica, ese que hace que se tape la nariz ante el medio hediondo, con tal de alcanzar el fin.

No puedo dejar de interrogarme sobre ¿Qué hubiera sucedido si la mezquindad de los Humala Heredia no hubiera bajado a Urresti en plena marcha? ¿Qué hubiera sucedido si por esos azares hubiese ganado? ¿Habría confesado haberse corrompido o usado todo el aparato para seguir negando cubriéndose de  sus poses de honestidad?


Insisto en recordar a   Susana Villarán, con quien marché y tragué bombas lacrimógenas por la defensa de la democracia como parte de Mujeres por la Democracia, cuando el fujimontesinismo se apropió de los tres poderes defenestrando al Tribunal Constitucional, exigiendo el rescate de  la democracia, denunciando al mundo y ante la Organización de Estados Americanos, que "las mujeres no van, si la democracia no está". Porque ayer como hoy nuestras luchas tienen claridad respecto a que la democracia no se hipoteca, trueca ni tuerce, por un bien superior que son más  patrañas para justificar una campaña millonarias bajo el eslogan de  "No podemos parar", que en el fondo es un discurso mesiánico, salvador e insustituible.
A Susana Villarán, la candidata quiero recordarle que al igual que muchas mujeres y hombres de bien sin antecedentes de militancia política, apoyamos su campaña casi al final de la misma, cuando ni ella imaginó tener éxito, porque asumí su decencia frente a aquella contendora que nos dijo: "Métanse a Lima al poto"[3], sólo por esa indignación, me movilicé junto a otras mujeres que nos creímos nuestro cuento, llegando a  sumar más de 10,000 personas en su cierre de campaña. Mi primera y última asistencia respecto a un festival político, porque tuvimos la osadía de pensar que podíamos hacer la diferencia. Con ese derecho de haberle cedido mi poder individual  de ciudadana y convencido a otras(os) hacerlo, le recuerdo, que cuando la elegimos como alcaldesa Lima no era, ni hoy es el botín, rehén o desahuciado  a nombre de quien sus autoridades justifique corromper(se), estafando nuestra confianza.

A la Susana electa por negación a Lourdes Flores, al punto que su plan de gobierno era todo menos que sostenible, con quién me comprometí en aportar la inclusión de la perspectiva de género en su nuevo plan para los 100 primeros días de su gobierno, pero quien optó por celebrar su elección antes que acoger la propuesta concluida, fruto de largas horas de trabajo con una veintena de mujeres que nos fajamos ante los vacíos de auto-desconfianza de triunfo de una candidata que no apostó al triunfo, le recuerdo como en mis dos cartas de distanciamiento en diciembre 2010, que hay cosas que no se dicen, sino se hacen, porque  a las personas las conocemos y valoramos por sus actos, no por sus palabras ni promesas.


En mi caso el tiempo terminó por confirmarme que no era la diferencia ni mereció mi voto, así que no hay nada que perdonarle, yo dejé de creer en su cuento y el mío,  antes que ejerciera su puesto de alcaldesa. Por tanto, han de perdonarle aquellas mujeres y hombres que siguieron creyendo en ella hasta este día.


A la Susana de hoy ad portas de hacerle compañía a Keiko Fujimori en su prisión preventiva, donde seguramente buscarán aquello que las une, omitiendo sus diferencias, le preciso que esta confesión tardía no es arrepentimiento ni pedida de perdón, sino una nueva estrategia política, porque reconoce que se corrompió, por un fin mayor, haciéndonos nuevamente  poco responsable de sus actos y trasladándolos al sacrificio por Lima. 

Quien pide perdón mientras desplaza la responsabilidad de sus actos a las ciudadanas y ciudadanos por quienes se "sacrificó", en verdad sigue creyendo que otros y no él o ella, es el único o la única responsable, así que le recuerdo en términos teológicos que bien conoce: "De buenas intenciones está empedrado el infierno"

Mi padre de muy niña me enseñó que un robo es siempre un robo, como tal un delito, haciendo de quien lo comete un delincuente, con adjetivo propio. Sin importar si  su motivación es a lo Robin Hood, Luis Pardo, Fujimori, Montesinos, Donaire, Urresti, Toledo, Nadine, Kuczynski. El delito los iguala, aun cuando la política pueda romantizarlo, la justicia ha de sancionar según su gravedad, medido en el nivel del daño[4] que ha causado en la vida otras personas[5], debiendo en fusión a ello resarcir a la sociedad y afectados/as.

Para mí como para muchos(as) peruanos(as), una corrupción, independiente de su motivación,  seguirá siendo corrupción[6]. Y por ello el país sólo podrá salir de esta situación, cuando todos y todas los(as) responsables paguen sus delitos. Y nosotros(as) aprendamos a diferenciar la paja del trigo, eligiendo con responsabilidad y sabiduría. 

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[3]https://youtu.be/z9zuKs9wLQo 

[4]https://rpp.pe/peru/actualidad/puente-piedra-fueron-liberados-26-de-los-55-detenidos-en-protesta-contra-peaje-noticia-1023901 

[5]https://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/delincuentes-armados-asaltaron-familia-tunel-linea-amarilla-n369745
[6] https://rpp.pe/politica/actualidad/fuerza-social-condena-que-susana-villaran-haya-recibido-dinero-de-odebrecht-y-oas-noticia-1196630

martes, 16 de abril de 2019

ENTRE EL CELIBATO Y PEDERASTIA


Tras mi peregrinar por credos y religiones a lo largo de mi segunda vida -considerando que cada una de ellas tiene ciclos de siete años-,  me detuve en ese entonces en aquella que  mis padres me heredaban, donde fui bautizada y encomendada a la santa de mi madrina, en la semana que siguió a mi nacimiento, porque no pasaría de ella.  Por cuanto soy Católica por opción, convicción e iniciativa de mis catorce años, donde hice simultáneamente mi primera comunión y confirmación, eligiendo la iglesia, el proceso de preparación y la madrina, sin ocupación ni presión de mis padres o inversión de conversión de la iglesia como institución.

A diferencia de muchas personas que buscan su espiritualidad cercano a la muerte y por temor a ella o sólo por el peso de sus “pecados” y las  ganas de depositarlo en algún lugar o responsabilizar a un  ser supremo de su destino,  yo lo inicié aproximadamente alrededor de mis seis años, tomada de la mano de mi tía abuela Rosa Herrera.

En aquel entonces,  mi posición de exclusividad como ombligo del mundo fue trastocado, había nacido mi hermana Lucy,  por tanto dejé de ser el centro en la vida de mis padres, así que mi abuela Rosa era mi refugio, especialmente los fines de semana. Por su lado,  ella había iniciado el proceso usual, tras la búsqueda de su espiritualidad, así que por esos abismos y puentes de encuentro intergeneracional, recorrimos juntas las iglesias protestantes, nos asomamos a las sectas y hasta los círculos de oración.

Mi abuela se detuvo en la biblia, cuando bordeando los setenta años aprendió a leer. Pienso que se habría agitado y conflictuado menos, si hubiera decido aprender a leer antes de su incursión por todos los credos, hasta que finalmente se libró de todas las religiones, siguió a su propio corazón y divinidad. Mientras esto sucedía con mi compañera de viaje espiritual, yo seguí en mi búsqueda, inclusive después de declararme católica. Hoy estoy cercana a mi abuela, gracias a ella, requerí menos de la mitad de su tiempo para comprenderlo.

Cuando alguien me dicen lee la palabra de Dios, suelo mirarla con conmiseración pienso y me digo en silencio: “Si supieras que he leído desde mis seis años, todas las traducciones, incluyendo las apócrifas”. Sucede que durante el peregrinar de mi abuela, me pedían leer por ser la única de mi edad que lo hacía con propiedad y también porque muchos de los(as) participantes no sabían leer tal y como mi abuela. En tanto que yo aprendí a los cinco, al igual que mi niña Puñuy, luego  leería con avidez la biblia, y más adelante, participaría de muchos curso de teología.

Un tema que he discutido largo, con más de un amigo sacerdote y monja, especialmente entre mi adolescencia y juventud, fue el cuestionamiento a sus votos de castidad y/o sometimiento al celibato,  sobre esa renuncia “voluntaria” a ejercer su sexualidad. Lo hice gracias a mi privilegiada cercanía y posición irreverente,  mi observación de hechos,  vidas y haceres compartidos. 

Solía preguntaba porqué y cómo canalizaban su  natural  y humano líbido. Hoy debo reconocer que sólo debía pensaren aquello que sucede en la convivencia militar allí donde los hombres se juntan poniendo siempre a prueba su virilidad y estereotipo, abusando del más débil, aquel que no cubría los atributos del macho fuerte.
La pederastía(1) como práctica sistemática al interior de la Iglesia Católica (IC)  nos mueve y remueve, por su implicancias y significado, su desborde es cual huayco que arrasa con todo,  sea por el lado personal de los(as) involucrados(as), como por el colectivo, social e institucional. Mostrándonos cómo se entronca la subordinación de la sexualidad al poder de la religión, en manos de una secta, alta y efectivamente organizada para la satisfacción de sus fines.

Ese binomio poder  y sexualidad, puede crear y recrear monstruos aberrantes, en las instituciones religiosas encerrarlos bajo siete llaves, encubrir y tolerar monstruosidades de la puerta para adentro, en tanto que desde un púlpito o la puerta para afuera, se condena el ejercicio sexual libre y diversa como seres humanos que existen en la tierra.

Casi adolescente me di cuenta de la humanidad de mujeres y hombres tras los hábitos. Sólo tenía 10 años cuando un monje franciscano fue a realizar su labor de profeta a mi colegio, era muy  joven posiblemente alrededor de los 25 años; pronto fue rodeado y acosado por las chicas de quinto,  el pobre no sabía cómo sortear esos momentos mostrando en el rostro el cambio de colores igual que un camaleón.  En casa me habían enseñado que los curas eran santos varones a los que se debía respeto y obediencia que constataba en la realidad que no era así, para mí  un monje era igual que un cura u obispo, porque todavía no diferenciaba un hábito de otro ni jerarquía alguna. 

Observar el comportamiento de aquel fraile y mis compañeras mayores, unido a mi mirada deambulante por otros credos me hizo suspicaz y menos crédula, aterrizando pronto en el convencimiento que no eran santos ni diferentes a todos(as), salvo sus trajes incómodos hasta los pies. No terminaba de comprender, porqué  si tanto criticaban que las niñas usáramos pantalones (en aquel entonces), los curas usaran sotanas cual vestido largos de mujeres  y los tomaban por santos. Tiempo después, lo poco que quedaba de la aureola mística de los curas, se me diluyó cuando leí la anticlerical novela Flor del Fango del José María Vargas Vila (1895)[2], que hallé en la basura sin pasta y faltando algunas hojas iniciales.

Más adelante cuando me hice  parte de la gran comunidad cristiana de San Cristóbal que en ese entonces  involucraba todo San Juan de Lurigancho y parte del Rímac,  donde Gustavo Gutiérrez y compañía desarrollarían la Teología de la Liberación,  observé como los curas  entre broma y broma se toqueteaban con algunas laicas y monjas, pareciéndome cada vez más humanos y menos alados. 

A ello se sumó que en cuarto y quinto de secundaria, nos enseñó el curso de religión una monja, que era mejor artista cantando y bailando el flamenco que profesora de religión. Cuando tenía oportunidad le preguntaba por qué  seguía de monja, ella respondía: “Porque amo a Dios y estoy casada con él”, yo insistía: “¿Lo has visto o sentido alguna vez?”, ella decía: “Todos los minutos de mi vida”, sonreía y se alejaba, en tanto yo me seguía preguntando cómo sería eso de amarse sin tocarse. Aun hoy me sigo preguntando, respecto a los casos de amores virtuales.

En la parroquia discutía con los seminaristas, diáconos y curas, cómo se sentían con su voto de castidad, por qué los hermanos nunca llegarían a ser sacerdotes, las monjas no podían hacer misa, porqué se tenían que ir de un lugar a otro y no tenían idea de dónde envejecería. Algunos me eludían con evasivas, otros me sonreían  y muchos se refugiaban bajo el concepto de vocación y también había quienes sólo me miraban con sospecha.

Cuando conocía Rosa Dominga en su trabajo con las prostitutas, declarada feminista y me asomó a los primeros escritos colocando el dedo sobre la llaga; junto a la masiva fuga de los seminaristas  jesuitas, curas que hacían misa y algunas monjas  entre 1978 a 1985, para sumarse a los partidos de izquierda, la educación popular, fundar o cofundar  las primeras ONG, estuve convencida que la enajenación de la vida sexual, familiar  de monjas y sacerdotes era insostenible.

Hasta inicios  de los noventa, insistí en aplicar el análisis social a las instituciones entre ellas la iglesia católica, y por ende, la necesidad del cambio en sus políticas, estaba convencida de la impostergable su democratización. Mi convencimiento creció, cuando fue esclareciéndose el papel de la Iglesia Católica en la vida política y el poder con la actitud, opinión y práctica del ex Cardenal Cipriani[3], se me antojaba cada día más castrense, más hipócrita e incoherente en su cúpula, mientras los de abajo tenían vidas uniformes, de privaciones y parecían mitad monje, mitad soldado,  despojados principalmente de su libertad de elegir, hacer, estar, con  quien y como vivir.

La castración simbólica de hombres y mujeres al  servicio de la Iglesia Católica aparecía desde mi infancia como  insostenible, porque era negar una condición humana a veces profundamente compleja  e impredecible, como sucedió con una pareja que ha quedado en nuestra historia, nos guste o disguste. 

Me refiero al caso del ex sacerdote Carlos Álvarez Calderón Ayulo quién renunció a sus votos  y se casó con la ex monja que se convirtió en Nelly Marión Evans Risco de Álvarez Calderón. El murió abrazando la educación popular que fue a lo largo de su vida su vocación y refugio[4]. Ella  lo abandonó junto a sus hijos para ser parte de Sendero Luminoso, transformándose en un hilo de la madeja que  hizo caer a Abimaél Guzmán[5], fue encarcelada y sobrevivió a la matanza del penal Castro Castro bajo el régimen de Fujimori y vivió para contarlo[6], pago su deuda social con 15 años de encierro y hoy está libertad[7].

Me asomé a las implicancias de las condiciones de vida de las monjas y sacerdotes,  fuera de la iglesia es decir la comunidad donde actuaban, cuando comprendí aquel viejo dicho: "Y por qué  que no a mí, ¡Acaso soy hijo del cura!", descubriendo el contenido simbólico del mismo. Pese a la presión del celibato, los curas de ayer como hoy tienen familia e hijos(as) gracias al amparo  de la distancia entre las zonas alejadas de un país y su capital, menos por rebeldía que flexibilidad institucional.

Allí donde no llega el Estado se diluye tanto el derecho como la norma y sólo se impone la costumbre, los códigos, pactos y poderes locales. Allí tampoco llega las manos de las autoridades eclesiales ni los "pecados sancionados por Dios", la presión institucional y/o sanción, pueda que por ello que sólo se expresa complicidad, tal como se grafica dos siglos atrás en la novela  Aves sin Nido de Clorinda Matto de Turner (1889)[8]  ambientada en el Cusco o en la Distancia que nos Separa de Renato Cisneros (2015)[9]  cuya historia se inicia en un pueblito de Huánuco y discurre hasta nuestras vidas contemporáneas.  

Fue alucinante en mis primeros viajes hacia el interior del país conocer  por ejemplo, las leyendas del convento de Santa Catalina en Arequipa (1975)   y luego de Santa Rosa de Ocopa en Concepción (1983)  donde todo  lo asociado con fetos enterrado parecía sólo superstición y maldad pura de ateos.  La cúspide fue cuando haciendo turismo con mi hija (1993)  conocí a Santa Fortunata, (momia a la que le crecía el cabello y las uñas) en el convento de Moquegua,  supe de la historia de la niña milagrosa,  que al poco tiempo aparecería como  contenido en la obra "Del Amor y Otros Demonios" de Gabriel García Márquez (1994)[10].

Allí me convencí entre la realidad y ficción que el sufrimiento humano de los seres alrededor y dentro de los claustros de la iglesia católica desbordaba mi argumento de democracia y derechos personales para situarse en el centro de los derechos humanos. Será por eso que la obra de Gabo me dolió hasta las lágrimas, en tiempo que estas no existían en mi vida, siendo desde ese entonces el regalo predilecto para mis sobrinas(os), junto con el Profeta de Khalil Gibran (1896) [11], Carta al Padre de Franz Kafka (1919)[12], las poesías de Ernesto Cardenal (1966)[13], 20 poemas de amor y una canción de Pablo Neruda [14]

Los casos de pederastia y abuso sexual, de niños(as), al cuidado de sacerdotes y también monjas, que  desde inicios de este nuevo siglo sacude a la Iglesia Católica, en lo personal afirma mis percepciones de adolescente, cuando observaba incoherencia entre discurso y práctica, como aquello que se decía en voz baja, que no quita la coexistencia de seres excepcionales con tanta devoción, gratuidad, entrega y servicio que conmueven en su ser y hacer. Aceptar esto último es también tolerancia y reconocer la diversidad en la sexualidad y la práctica de vida de seres humanos.

De allí atribuir  que el problema de los abusos y violaciones sexuales al interior de la iglesia católica  sea producto de algunos pocos "desviados(as)" es ocultar el sol con un dedo, negar la responsabilidad política de los jerarcas en una institución jerárquica y vertical, es no asumir con responsabilidad la atención y solución del problema.

Sigo creyendo como en mis 18 años, que la  decisión de castración simbólica  tanto de mujeres como hombres que son parte de la iglesia católica,  por obra y gracia de la  jerarquía eclesial, no anula su humanidad, sus tensiones, pulsiones y lívido, sólo se contienen hasta desembalsar en aquello que justamente condenan, abuso, felonía, en sus términos pecado.

Hoy estoy  más convencida que ayer, que tanto la estructura y dinámica de una iglesia jerarquía, dogmática de poder absoluto y cuasi divina que se instauró en la Iglesia Católica y que perdura hasta nuestros días, es aquello que se transformó en caldo de cultivo para el refugio de  pederastas, violadores, abusadores. Jamás sabremos la dimensión histórica, porque se remota a muchos siglos. 

Denunciar, buscar justicia y reparación, no sólo es la recuperación en parte de las víctimas, es ante todo despojar de divinidad los desaciertos humanos, así como la posibilidad de cambiar el sistema patriarcal y despótico instalada en las instituciones centrales de nuestras sociedades como suelen ser las iglesias, sus autoridades y el uso de sus religiones.



[6] Ver lo asociado con su relación de pareja, maternidad y familia ver pp. 8-11https://es.scribd.com/doc/163551000/Testimonio-de-Nelly-Evans-a-la-CVR