lunes, 10 de agosto de 2020

IN MEMORIAM MARCELA CERDA, JOSEFA SOSA Y JACINTA MACHADO: Dirigentes y Líderes de CCPP

Marcela Cerda se ha ido, ha partido a ese lugar que nos genera múltiples emociones, curiosidad y  temor. Respecto al cual se han tejido muchas hipótesis y aventurado diversas imaginaciones. Marcela  está descubriendo en que consiste, te deseo buen viaje y eterno descanso de una vida azarosa y entregada al servicio, la movilización, la gestión, representación y la lucha cotidiana por hacer de este país un mejor lugar para quienes son menos privilegiados/as, para los/as pobres.

Fue a lo largo de su vida la Dirigente de la Central de Comedores Autogestionario de Ate, cuya base es La Zona II y  en su interior el Comedor Micaela Bastidas I. haciéndose Delegada en el Comité de Gestión Distrital de Ate.
También han partido, como si fuera una más de las marchas de protesta o reivindicación Josefa Sosa y Jacinta Machado, ambas de la Central de Comedores Autogestionarios de Santa Anita y  Jacinta ex presidenta de CEDIMOCSA. También fue parte del Comité de Gestión Local de su distrito.

Sus defunciones me trajo a la memoria otras muertes de dirigentes  y asociadas de comedores populares realmente autogestionarios, que pone a prueba lo que son y cuánto pueden, cada vez que un hecho trascendente como este sucede.

Por cuanto un modo de honrarlas es dejando constancia de lo que fue un comedor popular autogestionario, tan diversamente percibida, anotada, analizada y registrada en muchos textos. Por quienes muchas veces se acercaron sólo para la investigación. En mi caso conviví, aporté y apoyé a los comedores autogestionarios sostenidamente desde 1984 hasta 1995, a nivel distrital, conal  nacional y provincias, por cuanto pueda que no tenga toda la objetividad científica desde el positivismo, pero nadie podrá decirme que no sé de lo que hablo y es tan válida mi mirada desde el post modernismo, que reconoce cómo la realidad influye en el cientista como el cientista en determinada realidad.

La primera muerte dramática de una dirigente de Comedores Populares Autogestionarios lo experimenté en 1991 en el distrito de Los Olivos -tras el shock de Fujimori en agosto de 1990-, periodo en el cual las familias peruanas empobrecieron y muchas personas murieron del  cólera,  TBC, paro cardiaco y suicidio. 

En ese escenario, las mujeres de los comedores populares se irguieron recordándome a Scarlett O'Hara, arañando la tierra para sacar la última semilla de sus entrañas y transformarlo en alimento para sobrevivir. Pero para contarles como fue es preciso que las/os ubique en el contexto, puesto que de otro modo ni yo me explicaría, ni ustedes me entenderían, especialmente las/os más jóvenes.

Antes del Shock había hasta cuatro  grandes tipos de comedores: a) los comedores populares autogestionarios (CPA) sólo con el aporte y gestión de sus asociadas, b) los comedores populares promovidos, con apoyo alimentario y cierta injerencia de algunas iglesias,  sub-denominadas como  comedores de: Care, Prodia, Cáritas,  Ofasa, etc. acorde a la agencia e iglesia que las apoyaba, pero eso era de puertas hacia adentro, puesto que hacia afuera para todas/os eran Comedores Populares (CCPP), haciendo un único frente ante cualquier amenaza u oportunidad. Desde los ochenta hasta 1990, los  CPA y CCPP pugnaban por distinguirse de los Comedores creados con fines políticos, porque hasta ese momento tenían mucha claridad de quien eran quien.

Su primer deslinde fue con las cocinas familiares de Acción Popular que era eso, una cocina para expedir alimentos a bajo precio con mujeres cocineras sub empleadas y en algunos casos trabajando por alimentos. A ello se sumó  el APRA creado apenas iniciado su primer gobierno el PAD (Programa de Asistencia Directa), que es el mismo subsidio alimentario  dirigido principalmente  a los Clubes de Madres, con el fin político de desmantelar y desmovilizar a los CCPP, pero las halló bien plantada. Ellas les hicieron todas las movilizaciones que hicieron falta hasta ser reconocidas e incluidas sin distinción planteando  como contrapropuesta que el programa incluyera una canasta alimentaria que además asegurara seguridad alimentaria en al país, a través de su "protesta con propuesta". 

Es un esfuerzo por la defensa de su identidad y autonomía, se crea en junio de 1986 la CNCP- Comisión Nacional Provisional de Comedores para lograr la centralización nacional de los mismos. Sin embargo en el camino postergo este objetivo para transformarse en Comisión Nacional de Comedores (CNC), urgidas por un rol contestatario antes que estratégico y de fortalecimiento organizativo asumiendo 4 de 5 mujeres la voz de las miles, aun cuando mucho más adelante se crearon las centrales conales fueron devastadas políticamente, pudiendo estar allí el talón de Aquiles de su posterior desarticulación y aplanamiento por Fujimori que arrasó tanto con los CCPP como con la Coordinadora del Vaso de Leche, respecto a la condición y perspectiva de organización que perfilaban, para convertirlas en reducto de las mismas líderes que se anquilosaron. Fujimori  supo liquidar a una cúpula de dirigentes en proceso de hacerse. 

Más adelante  el PAD sería fusionado con la Oficina Nacional de Apoyo Alimentario (1992) transformándose  en PRONAA  (Programa Nacional de Asistencia Alimentaria) por Fujimori, más adelante con la creación del MIDIS- Ministerio de  Desarrollo e Inclusión Social, metamorfoseo hasta transformarse en emprendimientos alimentarios 2018 [1],   hasta transformarse el PCAPS -Programa de Complementación Alimentaria y Protección Social , que reducido a PCA -Programa de Complementación Alimentaria se encuentra actualmente en manos de las regiones y municipios locales, habiéndose   reducido e proveer un subsidio económico constante y sonante (ver cuarta cláusula inciso i)[2] que le permitió a cada gobierno de turno  clientelismo político, probablemente el más descarado e insultante a la labor e inteligencia de las mujeres fue el del fujimorismo durante los noventa, terminando por engullir a los históricos CCPP y CPA  a lo largo de una década. Sin embargo los gobiernos sucesivos no se quedaron atrás hicieron mucho mérito para secundarlo y hasta superarlo, deconstruir a cada hacedor/a de política en sus obras es otro detalle pendiente.  

Este modo de percibir y tratar a los comedores, animó a que en su interior se  estableciera un sistema de enquistamiento en el poder de la mayoría de  las dirigentes, perdiendo la dinámica, sistema y espacio organizativo que se perfiló durante los ochenta. Hasta hoy que terminaron por cuasi uniformizar las diversas modalidades y orígenes de los CCPP transformados en aquello contra lo que combatieron en sus inicios .

Con ello disuadir a miles de dirigentes que venían construyendo un nuevo tipo de liderazgo en la zona urbana de Lima y las grandes ciudades del país. Quienes  permanecieron o se sumaron, imitaron a los viejos modelos caudillistas, paternalistas y autoritarias que se perennizaron, por ello, solo basta ver que no hay dirigentes con las edades en que ellas se iniciaron. Algunos análisis se han centrado en explicar este fenómeno como impacto de la violencia política, que desde mi experiencia si bien estuvo presente, en verdad no las aniquiló, aun cuando las golpeó fuertemente, es más  se asume que  el Fujimorismo aniquiló a SL con la caída de Abimael Guzmán, no se explica que las organizaciones de comedores y vaso de leche fueran desmontadas posteriormente.

La presión y presencia de la violencia política, lo viví de cerca, por ejemplo tras el Shock de agosto 1990, haciendo mi labor de asesoría y recorrido por la nueva zona de Confraternidad en el  recién creado distrito de Los Olivos, donde había más de cinco Asentamientos Humanos (AH)  divididos territorial y políticamente en cuyo interior habían nacido muchos comedores, en tres momentos fui intervenida por el MRTA y dos por SL. Uno de ellos,  en compañía de Agustina Anchante, la dirigente distrital de Los Olivos (1991), pero eso es otro cuento aparte que ambas recordamos siempre que nos encontramos. No pasó  del susto de ver a un hombre jóven cuasi un niño armado y constatar que mi labor estaba bajo vigilancia. 

Los del MRTA se aproximaron tras uno de los talleres y me dijeron que hacía buena labor en favor del pueblo, se trataba de un proceso electoral que se iniciaba en las bases, democratizando procesos que en ese entonces sólo se producían en encuentros y convenciones. Los de SL nos dejaron claro que podíamos ingresar a la zona sólo con su venia y hasta donde nos permitieran. 

Cuando informé de lo sucedido a la institución para la que trabajaba, como única medida de protección sólo me quitaron la camioneta con la que hacía el recorrido. Claro yo seguía desplazándome en toda la zona como Pedro por su casa, inclusive con el libro de Gustavo Gorriti "Sendero" bajo el brazo para leerlo en el micro, mis reuniones empezaban a las cinco y terminaban a las 8 o 10 de la noche sin energía eléctrica, es una de las razones por las que suelo decir que cuando uno es joven y vehemente, también es suicida. 

Por estas cosas experimentadas en primera persona, sigo pensando que fueron otras las condiciones que se crearon desde adentro de las organizaciones y aliados, retrasando procesos que  impidió  a las mujeres líderes y dirigentes responder a Fujimori como lo hicieron contra el APRA,  y porque esté, so pretexto de lucha contra la subversión colocó una espada de Dámocles sobre todas las cabezas.

En  este escenario de afirmaciones y re-conversiones, el Comedor Popular Autogestionario Las Revolucionarias (distrito de Los Olivos) había crecido a tres cocinas, funcionado de lunes a domingo, garantizando una alimentación altamente nutritiva en plena crisis. 

De ellas aprendí muchas cosas, la principal es que entre pobres no hay más pobres sino igualdad hacia abajo, de permanente inestabilidad con altas y bajas, solidaridades retornantes así como horizontalidad permanente en la gestión porque era un servicio y ser sujeto de auxilio en cualquier momento, sin que eso signifique  que estuvieran vacunadas contra el autoritarismo. Por cuanto la filantropía, paternalismo, populismo y clientelismo, externo antes que ayudar conflictua, subyuga y discapacitada. 

Pueda que aquello que las hizo integrarse siendo parte de un pueblo altamente combativo  -sólo el nombre lo anuncia-, sentirse y hacerse iguales con el mismos poder de ser, hizo la diferencia  a pesar que en su interior existían economías de escala, historias complejas, viejas diferencias, extracción social, racial, lugar de origen,  temperamento, estilos de liderazgo y prácticas dirigenciales. Se mezclaban todas las sangres.

La palabra mágica a la hora de distribuir los menús era “la yapa”, si eso que solemos hacer quienes aún vamos al mercado y nos dan “yapa” sobre algo adquirido para hacernos "casera", gracias a que se distribuía los alimentos a una hora programada, sin colas, pugnas ni trampas, todas/os iguales de modo que si había algo adicional se redistribuía a cada recipiente en cola, permitiendo a quien no deseaba la yapa, cederlo a quién si lo necesitaba, entrando en funcionamiento la redistribución consciente y expresa.

En  el comedor de Las Revolucionara nadie cocinaba a cambio de alimentos, todas/os (habían hombres socios) hacían su turno, si alguna trabajaba o no podía hacerlo pagaba a su reemplazo el valor de su trabajo calculado sobre las horas hombre del sueldo mínimo vital. Así es como un segundo elemento distintivo era “el reemplazo” en la cocina a quienes trabajaban por ingresos, que poco a poco  se fue estableciendo como un sistema que funcionaba beneficiando a unas y otras, alimentando y dinamizando las economías de escala.

Un tercer elemento era el pago real del costo de las raciones, que si bien eran económicos de ningún  modo atentaba la calidad del mismo, se pagaba por adelantado evitando fuera percibido como restaurante aun cuando algunos comensales o trabajadores eventuales se beneficiaba, igual debían acostumbrarse a la dinámica, así se aseguraba que todo el ingreso fuera invertido y registrado hasta el último céntimo en el cuaderno de cuentas diarias, al que accedían todas/os permitiendo que el control social evitara alguna tentación de mal manejo.

Un quinto elemento era el abastecimiento al por mayor que se fortaleció tras el shock, antes solían hacer actividades pro fondos para imprevistos. Cuando yo me enteré que el shock sería de 300% les sugerí que invirtieran todo su dinero en productos. Lo hicieron y pudieron soportar el golpe que fue por encima del 400%[3]. Eso les enseñó a tener proyección y respaldo. Pero mantuvieron su sistema de ahorro para imprevistos solidarios.

Y lo más importante, el poder y rendimiento de cuentas se hallaba bajo control social permanente y espacios de decisión como las asambleas que eran resolutivas, acumulativas y poco a poco ejecutivas. Al punto que una asamble de emergencia resolvía un impase o imprevisto en menos de media hora, se probaba que funcionaba y sumaba al reglamento.  

La alternancia se hizo norma, pasando por la junta directiva todas las asociadas, cuando alguien tenía temor se le recordaba que era al igual que cumplir los turnos de cocina, almacén, abastecimiento y que antes que un beneficio era un doble trabajo sin sueldo, proporcionaba solo honor, por eso nadie debía quedarse más de un periodo. Todo se aprendía, anotaba y rendía cuentas, claras y transparentes. El empoderamiento no era un discurso sino una práctica desde inicios de los noventa, siempre las recuerdo a todas capaces y competentes. Una de las dirigentes de la central distrital solía decirme que Las Revolucionarias eran para mí el paradigma de los comedores autogestionarios, pueda que tenga razón, pues fue referente e inspiración de muchos, incluyendo de su comedor en aquel tiempo.

Porque no sólo crecieron en la dimensión alimentaria que era su ser y hacer, sino que la práctica y dinámica de compartir un hacer aparentemente sin poder como la cocina, se había transformado en una fuente inspiradora para cambiar sus otras dimensiones de vida. No sólo se llamaban Revolucionarias sino que revolucionaron su vida personal, familiar y barrial. Una de las mujeres, increíblemente delgada, manejaba la carretilla de cargadores de los mayoristas como si fuera un coche de bebé, trasladando sacos y sacos de alimentos desde un centro de acopio. La mas tímida, aprendió a tomar la palabra y no permitir que hablen en nombre de ella y la más habladora a escuchar. La más individualista a ser solidaria y compartir. La más iracunda a pedir la palabra y mediar.

En tiempos donde no existían programas para erradicar la violencia contra las mujeres, ellas lo hicieron a su modo con resultados sostenibles. Una de las parejas jóvenes solía tener frecuentes problemas económicos, que ella resolvía con muchas estrategias, pese a ello el marido le decía que no trabajaba y se la pasaba chismoseando en el comedor. Ellas decidieron darle una lección. Le dijo que como no tenían dinero y ella estaba enferma, él fuera a realizar su turno en la cocina o no habría comida para la familia, el resto de compañeras se encargaron de coincidir ese día con todas las tareas. El marido retornó cansado y buscando la cama, ella le dijo: “No mi amor, todavía falta que laves la ropa, limpies la casa y ayudes en la tarea a nuestro hijo”. El nunca más la devaluó y siempre que tenía un tiempo libre era voluntario en el trabajo extra del comedor.

Aquella que el marido la golpeaba,  primero fue conminada a revelarse, cuando vieron que le hizo frente y estaban seguras que no saldría a favor del marido, fueron todas a la casa en el momento donde se producía la violencia y el abuso, lo cogieron y amarraron en un poste  con un cartel que decía: “Soy un cobarde golpeador de mi mujer, las mujeres del comedor me han castigado por eso”. El tipo nunca más volvió a golpear a su mujer ni hijos y los otros aprendieron la lección.

Inclusive incursionaron en la junta directiva de pueblo, logrando lo que por muchos años la junta directiva de varones no pudo, techar su local comunal donde funcionaba el comedor, proyectando una guardería comunal en el segundo piso, para las parejas que trabajaban fuera de la comunidad, sanearon y pavimentar sus calles. Los Revolucionarios pasó de ser un reducto de A.H. detrás de la urbanización Mercurio Alto, a ser  un pueblo de referencia y orgullo, sus casas se afirmaron y sus vidas cambiaron.

Y la muerte, la única que no olvida ni pierde paciencia,  llegó en plena crisis, la casa de una de las asociadas había sido invadida por sancudos en tiempos del cólera de modo que había un doble temor, así que usaron el espiral contra mosquitos en el dormitorio de la pareja y cerraron todo bien para que haga efecto.

Amaneció, ella cadáver y él en coma. Los/as hijos/as aun pequeños/as y adolescentes lo primero que hicieron fue ir al comedor a pedir ayuda. Movilizando a las asociadas y sus dirigentes en la provisión de primeros auxilios, traslado, gestión de hospitalización del esposo, cuidado de niños/as, tramite de fallecimiento, contacto con parientes,  detalles del sepelio y entierro. Más adelante  acompañando y fidelizando al viudo, impidiendo que se entregara a la tristeza  y dejara de lado su responsabilidad de padre.

En medio de todo ese modo de vivir y sobrevivir a la muerte una de las mujeres dijo mientras me narraban los hechos: “El comedor es esa familia solvente  que no tenemos, es como los parientes que nos sostienen en tiempos de carencia y son con quienes compartimos las bendiciones y los beneficios en tiempos de bonanza”.

Una siguiente dijo, “Como tratamos nos tratan en justicia, porque aquí todo es rotativo como el trabajo en la cocina, la riqueza, la pobreza, la enfermedad, la muerte, la vida. Hoy se ha ido nuestra socia, que era familia, hermana, pero no sólo debemos llorar, nos tenemos que hacer cargo.”

Otra mujer mayor añadió: “Nosotras no tenemos seguro, ella menos, pero a sus hijos/as no les faltará un plato de comida, mientras el comedor funcione. Por turno tendrán cuidado, control y aprendizaje. Como todos/as nos mojamos con el trabajo, los/as niños/as no pueden hacer su turno de cocina, pero pueden barrer, limpiar y escoger también por turnos hasta que el padre se restablezca, no porque no lo podemos hacerlo gratis, sino porque así aprenden a valorar lo que tienen”.

Una de las dirigentes dijo: “Cuando una compañera muere no muere sola, una parte de nosotras muere un poco con ella, pero otra parte nace y vive, por eso nunca muere totalmente como algo inerte. Todas nos remecemos como ramas de un mismo árbol soplado por la tormenta, pero nos vuelven  a crecer nuevas ramas, más fuertes, sabias y firmes”.

Y habló la dirigente a quien llamaban Husein, por su carácter fuerte, firme, lúcido, quien evitaba privilegios y excepciones: “Catalina, a todas nos va a llegar el momento de partir, lo único que esperamos es que sea cuando nuestros hijos sean autosuficientes. La compañera se ha ido por una negligencia, por la ignorancia de usar un producto sin saber sus consecuencias. Pudieron morir todos. Pero en adelante esto nos sirve de lección iniciaremos un programa de prevención y cuidado de la salud, especialmente el mental ahora que tendremos a un viudo si sobrevive y cinco niños/as en orfandad. Nuestra compañera tendrá el entierro que cada una de nosotras quisiéramos tener, de esta saldremos más fuertes y habremos aprendido algo más.”

Ahora que recordé esta primera muerte, puedo decir al igual que las mujeres fuertes que han sacado al país de sus peores momentos. Cuando una dirigente de comedor popular realmente autogestionario muere, hay cientos iniciando y siguiendo sus pasos, mientras ella y su recuerdo permanece en la vida de todas las familias que son su familia.

Descansen en paz Marcela CerdaJosefa Sosa y Jacinta Machado que hay historia de su hacer tanto en Ate como Santa Anita, Comas, Independencia, Los Olivos, San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres, Villa el Salvador, Puente Piedra y cada distrito de los cuatro conos, así como al interior del país.

martes, 28 de julio de 2020

PATRIOTAS SI, COMPROMETIDOS/AS TAMBIÉN: DÍA 135

Tengo sentimientos encontrados por mi país y por mí que soy la expresión encarnada del Perú que cumple 199 años de nacer como tal.
En esto días he revisado cada uno de sus dones, virtudes, bienes y magia que posee, en cada corazón que se sientes y es peruano/a, descubriendo cuanto vale y la bendición de serlo.
Soy testigo del esfuerzo de muchos/as por hallar lo mejor en cada uno/a de nosotros/as, sus agrupaciones, pueblos, espacios, cultura, pensamiento, obra y aporte, que me hace sentir agradecimiento de ser una más.
Si es el universo quien nos privilegió en permitirnos elegir y quedarnos en este espacio del tiempo y lugar, ha sigo magnánimo y generoso, porque no pudimos elegir nada más bello, bondadoso y variado para todos los gustos y preferencias que son fuente de felicidad que nace de la sorpresa y maravilla de poseer una raíz compartida.
Si es algún Dios nos colocó en él, hemos sido bendecidos/as con un edén por territorio, calor y solidaridad humana siempre suficiente para no aniquilarnos, gran dosis de libre albedrío para hacer de nuestra existencia testimonio de amor y gratitud, sin haber hecho mérito alguno antes de nacer y crecer.
Pero también hay quienes se creen un hongo, bacteria o un virus, que no fue creado por nada ni nadie, pudiendo ser parte de un meteorito o una estrella que explotó y tras ser polvo por azar una partícula de su gen de vida cayó por accidente en este territorio, porque si le hubiera tocado elegir, hubiera buscado otra dimensión o territorio, por cuanto siempre será extraña/o sin pertinencia ni pertenencia.

Independiente de cual sea nuestro credo, explicación o negación de ser y estar aquí, somos la expresión de este país, con el reto cotidiano de luchar y dar contenido a ese libre albedrío que poseemos los seres humanos, conquistando día a día nuestra libertad de la prisión que traemos con nosotros/as de muchas vidas, de esta vida como nos la construyeron nuestros padres, el medio donde crecimos o ser herederos/as de historias ancestrales de abuso, sometimiento, negación, humillación y privación que se transformaron en nuestra prisión externa. Y desde la otra orilla de privilegios, estamos quienes supieron hacerla, acumular mediante la apropiación, enriquecimiento, explotación, aprovechamiento y enriquecimiento a costa de.

Muchas mujeres y hombres que fueron nuestras ancestras/os, tomaron el reto y lo transformaron en su misión la libertad y construcción como nación mientras otros/a se lo impedían, logrando liberarnos de las barreras visibles, de esos barrotes, garrotes y cadenas externas; quizás sin exigirnos tanto al punto de hacernos partícipes a todos/as. De modo que en la mayoría permaneció en nuestro interior el gusto masoquista de seguir viviendo esclavizados/as de modo mas profundo como sutil y perverso, como sucede en muchos esa vocación por la mendicidad y necesidad de ser gobernados autoritariamente.

Estamos ad portas de cumplir dos décadas cronológicas de vida, y parece ser, que recién hemos nacido en medio del estertor de la muerte del patrón y amo, mientras también moría nuestra madre cuyo vientre cautivo abandonamos para ser libres sin entender completamente el significado y las exigencias de serlo, porque nos embriagamos con la bocanada de esa libertad desconocida.

Seguimos viviendo y permitiendo ser colonizados/as en la mente, el territorio y hasta nuestro modo de imaginar, ser y actuar, mientras declaramos que somos libres al mismo tiempo que nos comportamos suicidamente y aplaudimos a quien se coloca unas botas, pisa firme y sanciona.

Elegimos como nuestro representante a quien nos coloca en condición de discapacitado/a mental y físico haciéndonos objetos de caridad y populismo. Entre nos y casi en susurro, inclusive aplaudimos a quienes roban, engañan, manipulan y estafan, haciéndolos/as nuestros/as representantes, de modo que justifique nuestro modo de actuar cuando también los imitamos a nuestro modo: rompiendo la cola, adulterando un producto, un comprobante, eludiendo impuestos y compromiso.
Si hay alguien que nos recuerda que la discapacidad es nuestra imaginación, que necesitamos crecer, pensar, decidir, elegir y hacernos responsable por los resultado nos obstinamos en aniquilarlo/a buscando en él o ella nuestros propios defectos, porque tememos dejar nuestro confort por muy miserable que sea puesto que el cambio pese a ser prometedor nos inmoviliza.
Hoy siento tanto dolor que me defragmenta en partes como amores han partido y están a punto de hacerlo sin despedirse, impidiéndome ser festiva, más allá de abrazar a mi madre, hermana y sobrino, animar a mi cuñado. Agradecer a la vida, por ver a mi hijo putatitivo que me regaló su imagen, la de su hija con su esposa a tres metros de distancia mientras se encargaba de resolverme problemas.
Siento esperanza y angustia por los amores que aun siguen dando la lucha para volvernos a ver mañana, mientras tengo incertidumbre por ese mañana, del cual no hay que ser adivina sino solo algo lógica para saber que será peor que al día siguiente del 8 de agosto 1990 o al día siguiente de culminada la guerra con Chile, solo que ahora no tendremos un día siguiente, sino muchos días de deterioro inadvertido, sino tenemos la sabiduría para enfrentarlo a tiempo.
Asumo mi tristeza, porque a pesar de todo mis hermanas y hermanos peruanos vienen padeciendo, por lo que me tocará en primera persona cuando sea mi momento, mientras agradezco por un día más de vida, con sentido y contenido.
Ayer y hoy no tengo nada que celebrar, sólo agradecer, hacerme firme, fuerte y absorber todo el amor y la esperanza que es el motor que nos ha permitido ser hasta hoy mar grande que nuestros problemas y no habernos extinguido como cultura.
Porque estamos hoy aquí siendo testimonio de quienes somos andinos/as, costeños/as, de la selva, caminantes que nos hemos detenido y quedado en él.
Seguimos dándonos la mano y sincretizando nuestro ser y saber y hacer negros/as, blancos/as, mulatos/as, mestizos/as, indígenas amazónicos/as y andinos/as, asiáticos/as, nórdicos/as, europeos/as y todas las sangres que hemos nacido o abrazado el Perú para ser.
¡A seguir construyendo patria, porque nos queda mucho por hacer hermas y hermanos!
Un abrazo remoto a cada una/o como el que hoy vivimos.

lunes, 20 de julio de 2020

AISLADAS/OS EXPUESTAS/OS: DÍA 126

Suelo pensar frecuentemente en mis amigas/os que viven sola/o y pertenecen al grupo de riesgo, en este contexto, me comunico con quienes están realmente en esa situación y oro por ellas/os.
https://www.google.com/url?sa=i&source=imgres&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwiQ-caBo93qAhUOGbkGHbKxCBwQjRx6BAgBEAQ&url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Ftamaulipassalud%2Fstatus%2F1258414554444443656&psig=AOvVaw1Nrp-EPGGSTRwvhtlij-x7&ust=1595384046202016Hace poco una de ellas me dijo que estaba bien y seguía aislada, pero que solía visitarla el peluquero, claro bien protegido como un astronauta y ella se aseguró de todo el protocolo. Sin embargo no se dio cuenta, que ciertamente el peluquero estaba bien protegido, con el mismo vestuario que los enterradores para trasladar el cadáver de una víctima del Cóvid 19 a su última morada y que a diferencia de ellos, no se lo quita al salir de la casa para ponerse otro antes de subir al auto.
Ella tiene más de siete décadas y suele iniciar toda conversación contando su última afección de salud, por cuanto pertenece al grupo vulnerable, de modo que está aislada. Hace 126 días no ha recibido ninguna visita amical, pero si la de su peluquero porque a sus años donde todas/os nos sentamos en la noticia sobre el pelo gris, las arrugas, la caída de todo, el descenso de los sonidos, ella sigue siendo vanidosa como la mayoría de las mujeres.
Hoy se expone a un peluquero, seguro que mañana a una manicurista y pasado a un podólogo, que la visitará con ese mismo atuendo de astronauta, luego de haber visitado a "N" clientas al día y claro, el peluquero no lo ha hecho desplazándose a pie y entre una y otra clienta, tampoco ha desinfectado sus instrumentos con otra cosa que no sea alcohol. Olvidando que el Covid 19 solo espera que lo trasladen de una mesa donde se coloca las tijeras, en esos guantes que seguro tocó más de un lugar: puerta, el botón de un asensor, un pasamanos, subir y bajar de un vehículo. A ella no le digo nada, porque lo sabe todo, si no es así pide la referencia de cuál es el científico de referencia, además como es bien "educada" si no le gusta, en primera me dice: "cállate la boca". Ni modo a veces necesitamos en nuestras vidas, amigas que son el rezago oligárquico, así se convierten en nuestro alter ego.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo a otro amigo, que vive en las afueras de Chaclacayo, gusta mucho de la lectura escrita, así que no existe para él mayor placer que un libro nuevo en sus manos y el diario en la puerta de su casa cada día. Me cuenta que se cuida mucho porque es parte del grupo vulnerable, que no sale y prefiere leer los diarios nacionales e internacionales que hoy suman 10 al día.
Le pregunto por su protocolo, y él me responde: nada en efectivo he logrado que mi proveedor tenga una cuenta donde le deposito 50% antes del servicio y el 50% despues del servicio, por cuanto ni lo veo. Le pasa alcohol a la bolsa donde viene embalado todos sus diarios y el libro de la semana -dice que me regalará todos cuando todo esto pase así que seré muy potentada-. Mientras el me cuenta, yo recuerdo a aquella joven que jamás salió de su casa desde que el 15 de marzo se anunció la cuarentena a partir del 16, ella todo lo adquirió por delibery, muriendo de Covid19 en junio. Así que le digo: "por si acaso también coloca el espray de alcohol antes de quitar todo el embalaje dentro de la bolsa y mantenlo cerrado unos miutos, para quitar todo lo que pueda haberse depositado en las hojas. Él me responde: “eres genial para quitarme mi último placer, no me había dado cuenta”. Yo me río, es cierto mi psicosis a veces es asesino de placeres.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Otra amiga me dice que estuvo aprovechando la cuarentena para remodelar su patio me cuenta lo bello que quedará después para tomarnos unos tragos alguna tarde tras este mal momento. Continúa anotando que tuvo a tres albañiles entre abril y mayo, pero que en junio se quedó con el trabajo en el camino, porque ya no volvieron ninguno de los albañiles y se quejaba de cuan incumplidos son, preguntándome si yo conozco alguno que le termine el trabajo. Yo pensaba, mientras ella se soltaba su rosario de quejas y maldecía, que mi amiga era todo un caso donde no había reconocido la gravedad de la situación para otros, solo para ella; que sus albañiles para desplazarse hasta su casa se expusieron y la expusieron a ella, lo más probable es que enfermaron y en el peor de los casos no volverán. Yo respondo: "amiga no conozco a ninguno, pero si así fuera no recomendaría a ninguno en esta situación, por que me sentiría culpable por exponerlos". Ella me responde: “Eres fatal, ellos están vacunados contra todo, los pobres siempre están expuestos a todos los patógenos por cuanto han creado defensas”. Yo me callo, mientras pienso en que la amistad es esa, ser y pensar diferentes, cruzo los dedos mientras agradezco al universo, felizmente a ella le salvó la campana.
Un siguiente amigo, que le gusta vivir solo como un hongo y es feliz con su vida permitiéndome invadirle de tanto en tanto, porque es maniático del orden y decorado, nadie le toca nada ni desordena, puesto que la ayuda doméstica sólo va dos veces por semana. A ambos nos une su bello huerto, la agradable conversa, el buen vino y que nos vemos a la muerte de un obispo. Me contó que por esas situaciones inesperadas en las que nos detuvo el aislamiento, estaba acompañado. Yo pensé que seguramente se sentiría invadido en su soledad, pero al mismo tiempo me alegré que no estaría solo, ante una emergencia y que una cosa se compensaba con la otra. Resulta que su compañía usa la casa de él como dormitorio y descanso de su ajetreada vida social, él me llama y dice: ¿Qué puedo hacer, tengo fama de ser un anacoreta y si le pido que se vaya no me lo perdonará?. Como somos ambos brutalmente sinceros, le respondí: "Bueno querido, tendrás que elegir en que él se vaya con un mal recuerdo tuyo, si no tiene suficiente autocrítica para reconocer su comportamiento. O bien tú salir de tu casa con los pies por delante, por mantener las formas y las buenas costumbres, en todo caso te recomiendo revisar tu testamento y donde pones el acento, son en estos tiempos donde las personas que nos aman se muestran como son realmente".
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Sucede otro tanto con mi amiga que vive en Barranco, ella a diferencia de mi amigo le gusta todo en grupo, siempre ha vivido sola porque como todo ser humano le gusta y puede poseer un espacio propio donde descansar de su día ajetreado. Sólo vive plenamente cuando todo lo hace en grupo y planeando la siguiente reunión. Inclusive cuando conversamos de a dos, siento que no puede sostener un diálogo más de quince minutos sobre nosotras, si fuera psiquiatra le diría que necesita aceptarse como es. Cuando se inició la pandemia para su alegría y la mía, tenía compañía que vino al país por unos días y se quedó varada en su departamento. Yo estaba feliz por ella, podría sobrellevar el encierro de quince días, a lo mucho un mes sin sentirse encarcelada. Llevamos 126 días, ella sigue con su compañía pero completamente expuesta porque la "huésped" no sólo sale muy frecuentemente, se expone y retorna, sino que además hace que otros/as vengan a visitarla a ella y a su anfitriona.
Mi amiga es mayor de 65, sin ninguna enfermedad crónica siempre la he visto fuerte, firme y decidida menos en este tiempo. No sé si su compañía varada sea igual que ella en lo fuerte o pertenezca a un grupo en riesgo, lo cierto es que se ha transformado en factor de exposición de mi amiga. A ella no le he dicho nada, porque estoy segura que si realmente se da cuenta del riesgo, no tendrá miramientos para tomar una decisión, salvo que yo me equivoque y haya percibido mal su ser.
Zonas con mayor riesgo de contagio de Covid-19Tengo otra amiga, que vive sola con sus gatos, ella trabaja hace muchos años apoyando y acompañando el tránsito de personas con enfermedad terminal. Pueda que por esta labor, su alma y su ser se haya organizado de tal modo, que le permite vivir en equilibrio siendo bipolar, la admiro porque como todas mis amigas entre las locuras que compartimos, ella es sumamente organizada y preparada para la guerra, ha aprendido a amar a cada ser, momento, espacio y tiempo. Ella se levanta cuando yo me acuesto, así que nos encontrarnos justo en ese momento de tránsito, compartimos mi noche con su día, mis interrogantes con su sabiduría. Y por esas cosas que una suele decir, no hace poco le digo a propósito de unas fotos intercambiadas: "querida pronto nos sentaremos nuevamente para ver el horizonte". Inmediatamente y en primera ella me responde: "querida será con mascarilla y sentadas a un metro una de la otra", así es de consciente de cómo ha cambiado nuestras vidas.
Tengo otra amiga que es una maravilla, siempre me quito el sombrero cuando veo el modo como resuelve cada uno de los acontecimientos de su vida, suelo pensar que siendo como es fuerte, dura, directa, mágica, amorosa y siempre positiva como sonriente, ha venido a este tiempo y esta dimensión para ser una vida aleccionadora. Cuando le dio el cáncer, me dijo: "Ni modo tengo que cambiar en mi estilo de vida y esta vez seguir las recomendaciones de quienes saben más que yo al respecto". Yo sufrí mucho pensando en ella. Pero ella me mostró y se mostró de qué estaba hecha, venció al cáncer y vive para contarlo. Un día que la visito me dice que la ayuda que tiene para mantener su departamento limpio vive al otro lado de la ciudad y que no le sale a cuenta venir sólo uno o dos días, así que ha decidido prescindir de su servicio, ya estaba mejor. Yo le digo: "es decir ya no volverá, porque tu departamento está impecable". Me responde: "No hija hace más de dos semanas de eso", yo pregunto ¿y quién limpia?, ella responde: "mi robot, esa pequeña cosa que vez ahí, está programada para limpiar desde el momento que me levanto y de lo demás siempre me he ocupado yo".
El Covid19 nos asoma a muchas aristas de quienes somos y en qué podemos convertirnos. En mi caso y muchas otras amigas coincidentes, celebro haber asumido que mi cabello perdió el color que tenía y que lo prefiero como es antes del Covid 19, no necesito de una manicurista, opté por lo sano, me he cortado las uñas tantas veces como han crecido. He salido sólo tres veces desde el quince de marzo, porque gracias a la vida, el universo y Dios, tengo una familia pequeña pero bien distribuida y responsable, nos ha costado y cuesta reducir el riesgo pero ahí vamos. No recibimos visita de ningún tipo, si alguien llega desde la ventana y tras la reja. Luego de revisar la experiencia de mis amigos y amigas, ahora sé que siempre hay algo que se nos escapa, que no toda compañía es para celebrar, a veces vale más estar sola/o que mal acompañada, especialmente cuando la compañía te coloca en riesgo permanente, de modo que de nada sirve aislarte cuando estás expuesta/o.

sábado, 11 de julio de 2020

IN MEMORIAM DE JORGE ALVARES CALDERON: DIA 12O

No termino de llorar a AnaT. Y tengo que despedirme hoy 10 de julio, del padre Jorge Álvarez Calderón Ayulo sacerdote diocesano, el primer cura de mi pueblo, como suele decirse coloquialmente cuando uno habla de un personaje como él. Esta vez, su partida antes de producirme tristeza me llena de paz, consuelo y reflexión que bien necesita mi alma. Para él terminó su padecimiento encarnado de 116 dias que vivió primero en una clínica y luego en un lugar de reposo, coincidiendo con el tiempo de nuestro aislamiento. Se fue tras celebrar sus 90 años, enfrentando una afección agresiva como el cáncer con entereza y sonrisa que cultivó a lo largo de sus años1. Se fue en paz y con la misión cumplida, que pocas personas pueden sentir al final de sus días 

Lo conocí mientras bordeaba mi niñez, paralelo a la búsqueda de Dios y un credo, de la mano de mi abuela Rosa Herrera, por todas las iglesias de ese tiempo. Si bien el Padre Jorge, no logró fidelizarme a la religión católica como único credo, si me abrió la puerta a otro modo de ser y hacer iglesia con rostro humano con y para los pobres, sin esperar a morirnos para tener nuestro terreno en el cielo sino construirlo aquí y desde ahora.

Cuando seres como el P. Jorge parten,  pienso que en el cielo hay mucho trabajo y cada vez menos almas  para hacerse cargo, en tanto que el infierno se ha instalado en la tierra ardiendo inagotablemente. El cielo o el universo, dependiendo de nuestras creencias, hoy está más necesitado de almas o energía que sostengan y animen  a seres que padecen más allá de sus fuerzas.

Pensamiento que a su vez, me redirige hacia quienes causan tanto dolor, daño y perversión. Seres avasallados por la codicia y crueldad que no se detienen ante nada, arrasando todo aquello que encuentran a su paso, que perciben como impedimento para llegar y/ o llevarse su botín.  Algunos hombres y mujeres que renunciaron a su humanidad a cambio de poder, dinero y control; sin importar a quien esté por delante. Y en verdad si fuera fanática creería que son la maldad encarnada, sin embargo no puedo darme ese lujo porque nuestra realidad de hoy es más compleja que buenos o malos, héroes o villanos, ángeles o demonios.

Es fácil caer en la tentación de buscar explicación  sobre aquello que vivimos a la metafísica, el esoterismo, la confabulación y fanatismo. Suele llegarme muchas cadenas de oraciones unas más atrevidas que otras, y realmente cuando pienso que ya nada me sorprende, tengo que reconocer que hay quienes se esfuerzan hasta lograrlo. Suelo imaginar que en la desesperación algunas personas  sólo reproducen cadenas inclusive sin leerlas y decodificar el mensaje que lleva, porque de otro modo es incomprensible que lo hagan teniendo clara comprensión del mismo.

A veces los leo esperando hallar al final  alguien que lo firme para hacerse cargo de las afirmaciones y atrevimientos que se toman, las cuales son realmente hilarantes. Porque no sólo van dirigidas a un ser supremo, a quien  no me imagino sentado frente a una computadora leyendo en su celular, CPU, tablet o laptop, el mensaje que le llega por las redes llena de pedidos a delibery, con mala ortografía y contradicción. O pidiendo a miles de ángeles respondan a su estilo los diversos mensajes porque él no puede, aun siendo Dios, o resolviendo con una fórmula estándar: “Denle a cada uno siete veces siete lo que se merecen según el record de su humanidad, piedad, solidaridad y amor por el otro”.

Cuando era niña algunas oraciones me llegaba en estampitas con firma al final, que no eran de demandas descaradas, maniqueistas e interesadas sino de compromisos y gratitud que me animaban. Recuerdo mucho aquella que  solíamos rezar al patrón de nuestra iglesia cotidiana antes de conocer al P. Jorge: “¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!/ Que allí donde haya odio, ponga yo amor;/ donde haya ofensa, ponga yo perdón;/ donde haya discordia, ponga yo unión;/ donde haya error, ponga yo verdad;/ donde haya duda, ponga yo fe;/donde haya desesperación, ponga yo esperanza;/ donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría…” (San Francisco).  Pueda que la era digital haya logrado sustraer las autorías o por esa tendencia de escribir  lo que sea y como sea, nadie se hace cargo de nada o sólo  les interesa las cuentas electrónicas que capturan.

Con osadía y atrevimiento se dirigen nada menos que  a Dios, con un pliego de reclamos,  demandas y lamentos, como si en verdad existiera un dios también bipolar que por un lado fuera cruel y vengativo, mientras por otra toda bondad, magnanimidad, perdón y más perdón. Unos lo acusan de ser causante de todas las calamidades y le piden que calme su ira, atribuyéndole la responsabilidad de las malas acciones de una parte de los seres humanos contra todo el planeta. Otros más fanáticos/as, le piden que con su sangre los bañe, limpie y salveA mí se me escarapela el cuerpo, si esta gente contara una vez más con la oportunidad de tener a un Cristo hecho cordero, dispuesto al sacrificio, seguramente no dudaría en ejecutarlo una y otra vez para salvarse.

Los/as más osados/as, piden que los proteja a ella  o él y su familia, sus amigos, y quien rebote la cadena, e implícitamente que el resto se reviente. Y hasta que se lleve al virus consigo o sea que él se reviente, una vez más pienso en el sentimiento  profundamente egoístas en que se inspiran y reproducen. De modo que  aun cuando hubiera un dios que respondiera a sus demandas, apenas se sintieran a salvo se olvidarían de él, retornando a ser lo que eran y hacer las cosas que venían haciendo hasta cuando se detuvieron. Como hicieron y hacen con  médicos/as, enfermeros/as,  policías, trabajadores de limpieza pública, choferes, cobradores,  dependientes,  por dar algunos ejemplos de servicio esencial.

A  propósito de mi recuerdo del  P. Jorge, pienso el modo  cómo nos hemos vuelto utilitarios/as en todo y respecto a cada dimensión de nuestro ser, incluyendo lo espiritual y la fe. Distinto al contexto en el cual él dejo de ser parte de la aristocracia oligárquica allá por los cincuenta, renunció a su carrera de ingeniero agrónomo que como solía decir lo tomó como pretexto, porque desde que veía las obras de caridad de su madre lo atraía la filosofía, pero que esa opción ya le había ganado por puesta de mano su hermano mayor Carlos, así que dos no podían ser abiertamente filósofos al interior de una familia conservadora, oligárquica y con poder, de modo que su camino al sacerdocio fue sinuoso.

Conocí, al P. Jorge cuando él tenía 39 cuando y yo andaba bordeando mi primera década, un tercer domingo de enero. Nos habíamos mudado esa semana donde sería nuestro nuevo barrio. Al cual apenas llegar nos recibió un diluvio, aquel del 15 de enero de 1969, esa noche se había abierto las compuertas del cielo, porque llovió tanto, pero tanto, que amanecimos asustadas y acurrucadas. Mi hermanita Luz tenía sólo cuatro años y se espantó mucho, nunca había experimentado una lluvia torrencial, se metió bajo el  poncho de mi hermano sin moverse de su lado, de modo que parecían bicéfalos, acurrucados, mientras papá y mamá hacían todo lo posible por protegernos.

Desde tiempos inmemoriales, siempre que hay un fenómeno natural, más allá de las costumbres el temor nos lleva a refugiarnos en la fe, tras la lluvia vino el nuevo día, con él a acomodar nuestra nueva vida, sin la amplia casa de Zárate,  huertos,  parques y amigos  que teníamos antes.  Era un barrio  joven seudo comunista, militarista y velazquista, sin fe ni credo, puesto que la mayor parte de su población había sido trasladada hacía sólo algunos años, de los rededores de la Plaza de Acho, porque se tenía en perspectiva  construir vías en su lugar.

Ese primer domingo al escuchar la campana fuimos por primera vez a misa de noche, bajo la luz mortecina de velas. Conocí a un cura prestado del Pueblo de San Juan de Lurigancho y Tres Compuertas, sin sotana, ameno, sonriente,  joven y nos pedía que lo llamáramos Jorge o padre Jorge. Tan distinto a nuestra experiencia previa, primero de Barrios Altos, luego  de Leticia y más espaciadamente desde Zárate, mi madre y padre, solía llevarnos los domingos en la mañana a la misa de la iglesia San Francisco, luego a tomar desayuno  con butifarras, sándwich de lechón. 

En realidad  a mí no me interesaba otra cosa que conocer más ese misterioso  y amenazante lugar al que nos habíamos mudado, ya no viviríamos más de alquiler, mamá había comprado su terreno, pese a la  oposición de papá por un barrio, él no quería echar raíces como todo migrante,  sólo estaba esperando juntar suficiente dinero para retornar a los andes.

En la misa éramos muy pocos, no más de 20  personas todos/as de pie, los/as jóvenes se juntaba de tres para compartir una vela y un libro de oraciones. Estaba en el lugar donde hoy se erige el Centro de Salud Santa Rosa, allí donde murió el primer médico con  Covid 19 asintomático, que  le regalaron  en su domicilio, sin enterarse hasta colapsar. Contagiando a todos/as quienes estuvieron en su radio, mi vecina que trabaja en la farmacia y toda su familia recién se están reponiendo.

Durante la celebración observé con atención una mujer blanca, guapa y distinguida  llevaba la maleta con los enseres de la litrugia, más adelante sabría que se llamaba María Ochoa, la señora distinguida del Barrio con la casa más bonita y un solo hijo, compartían con el P. Jorge el vivir un destierro1, el primero por renuncia y la segunda arrojada por ser madre soltera. Junto a ella una negra desgarbada hacía de todo y se movía por todos lados, resolviendo cada detalle en aquel  espacio improvisado que era la capilla, también sabría luego que se llamaba Francisca, más conocida como “la negra pancha”, era el extremo opuesto de María; casada, con varios hijos, pobre, trabajadora, eternamente sonriente, bailadora y tenía por corazón similar a pan recién horneado.

Era una capilla de esteras con una cruz rústica de fondo, piso de tierra, olía a incienso, jazmines y velas, esos aromas que hasta hoy me recogen. La misa era diferente a la de San Francisco, tan ortodoxo, frío y distante. El sacerdote nos hablaba casi personalmente,  el canto del coro parecía envolvernos a todos/as, hasta casi elevarnos. Pero aquello que más llamaba mi atención era un tractor estacionado en su puerta de la capilla, al cual me trepé ni corta ni perezosa apenas culminada la misa, mientras mi hermana mayor y madre hablaban con al cura, allí se enteraron de que venía sólo de vez en cuando, porque se encargaba de toda la Parroquia de San Cristóbal que en ese tiempo abarcaba todo San Juan de Lurigancho. 

Saliendo de la capilla aquel joven cura se me acerca y pregunta ¿Qué te pareció la misa?  Yo embebida en el tractor, ni lo miro, respondo: "Estaba bonita". ¿Por qué bonita?  Me detengo, lo miro y pienso: "Cantaron bonitas canciones".  El vuelve a preguntar: "¿Y tú no cantas?"  Yo respondo: "No, porque no tengo bonita voz como mi hermana".  Y él me dice: "Eso se puede resolver ensayando, vamos a  hacer un coro y puedes venir". Yo lo miro y digo: "Le preguntaré a papá y mamá".  

Así fue como empecé a compartir mis fines de semana entre tres credos, el de  la iglesia evangélica bíblica, centrado en el estudios de la biblia que se daba en las mañanas en la casa de mi vecina Gloria, la iglesia pentecostés de mi abuela Rosa que estaba al otro extremo del barrio y de tanto en tanto a la iglesia católica representada únicamente por las palabras de aquel joven sacerdote, que luego me enteré se había hecho cargo de tres chinos huérfanos que vivían sólo a media cuadra de mi casa. Sin imaginar, que la menor sería integrada en el futuro a mi casa como una hermana más, a quien mi madre cuidaba con celo, porque tras estar en un internado, era como un cachorrito, se metía a cualquier casa sin temer ni cuidarse de nada.

Poco a poco fui conociendo su historia, algunas exageradas y otras cercanas a la verdad. A través de él conocí a un Jesús que era principalmente amor pero no abstracto sino concreto humano, mi prójimo el igual a mí, siendo diferente, más cercano, más como yo, al que podía cantarle sin tener bonita voz y hablarle con mis palabras en cualquier momento, donde no todo era pecado, que el mayor pecado era mantener a un pueblo pobre e ignorante.

Un Dios que se regocijaba con nuestro canto y alegría, celebrando con nosotros el pacto por un pueblo nuevo, a quien no le teníamos que pedir nada sino agradecer, porque nos había dado todo, especialmente libre albedrío, conciencia y alma, para hacernos cargo de nuestra vida y de aquellas que debamos proteger. Por eso al atardecer, siempre que puedo y tengo, prendo una vela para agradecer, y hablar con Dios, para  entender mejor aquello que puedo entender, y sentir sin tapujos aquello que debo sentir.

La capilla fue creciendo, ya teníamos bancas y un altar, seguíamos sin santos ni imágenes, sólo esa cruz de eucalipto que en este momento tengo en mi retina. Hacíamos actividades sociales y pro fondos, de los que entendía poco, pues sólo seguía de cola a mi hermana mayor junto con mi hermana Luz, visitado todo el pueblo, recolectado cosas y ayudando, fue mi primera navidad con misa. Hasta cuando en 1972, nos anunció que tendríamos un sacerdote para nuestro pueblo, ya contábamos con terreno para construir la iglesia, para mí fue su mejor herencia, porque a través de sus gestiones llegó a mi vida quien sería mi guía espiritual y política, así como mi biblioteca personal alimentando mi lectura, el sacerdote carismático Jean Pablo Allard, con quien seguramente ya se habrán encontrado y reirán  sonoramente como solían hacerlo.

El P. Jorge me mostró a un Dios  diferente al que conocía hasta entonces en la iglesia de San Francisco, magnífico y en las alturas, como doloroso, torturado y sangrante. Ambas imágenes me asustaban y alejaban, no podía entender que alguien sufriera voluntariamente en ese extremo y  a la vez estuviera tan lejano que cuando lo llamabas no respondía, por eso con mi hermana preferíamos rezar a la Virgen del Carmen que era patrona de nuestro colegio. Tampoco era igual al Jehová del cual se hablaba en el templo de mi abuela, que siempre estaba lleno de exageración desde los parlantes y el micrófono para la celebración que invadía a todo el pueblo; el paroxismo, masoquismo y autofragelamiento psicológica contando todos sus pecados en público para ser perdonado y el modo como eran exorcizado el demonio de sus cuerpos convulsionantes, me parecía mucho teatro. También era diferente al Dios de iglesia evangélica bíblica, donde yo era una de las más destacadas porque me gustaba leer y me comí la biblia como todo libro que cayó a mis manos, sin embargo muchas de mis preguntas no fueron despejadas.

En estas como los mormones, testigos de Jehová y luteranos,  a los que asomé, sólo tenían una cosa en común,  el trato distinto y jerarquizante según la clase, posición y los diezmos, donde los pastores y sus esposas nos llamaban hermano/a en el templo y en la calle ni nos miraban. Todos tenían incoherencia entre lo que predicaban y practicaban, al mismo tiempo que fabricaban una serie de prohibiciones a los que llamaban pecado, lo más impresionante era su relación con los pobres, de exagerada atención como si fueran discapacitados/as o niños/as torpes, y en el otro extremo,  distantes como discriminadores. En tanto que los pobres, se esforzaban por imitar sus  prácticas, poses, revestimiento de su cuerpo y fanatismo extremo en la interpretación de las lecturas, así como en sus vidas, allí fue el primer lugar donde me topé de bruces con el individualismo más descarnado y brutal.

El P. Jorge no me fidelizó como católica, pues mi búsqueda de credo se mantuvo permanentemente, inclusive tras realizar mi primera comunión y confirmación a los catorce años, convencida y aceptando que ese sería mi credo. Sin embargo me abrió la puerta a otro modo de vivir la fe desde la práctica, esforzándome por la coherencia entre pensamiento, discurso y obra. De su mano me asomé a la naciente Teología de la Liberación, que ni el mismo sabía que se estaba construyendo en ese entonces, entre un grupo de sacerdotes uno ellos su hermano Carlos Álvarez Calderón junto con Gustavo Gutiérrez, cuestionando su propio ser y hacer, buscaban al rostro de cristo en cada ser humano, con preferencia por los pobres.

Ahora sé que Dios está en cada uno de nosotros/as, en esa parte divina que todos/as tenemos y que no logramos corromper por mucho que nos esforzamos, que sale a flote para socorrernos en momentos de fuerte de remecimiento de nuestro ser, estar y hacer. Por eso somos perfectibles, capaz de cambiar si nos lo proponemos, ser resilientes para sacar lecciones y aprendizajes del sufrimiento.

Es nuestro ser divino, aquel que nos sostiene, ese Dios que está en nosotros/as y con nosotros/as, principalmente cuando nos enfrentamos a aquello que nadie puede sustraerse, que nos iguala a todos/as independiente de donde, cuando, cómo y a través de quien venimos como sucede con el nacer nacer, sea en la mejor clínica del mundo, en alguna choza de la punta de un cerro o bajo el cobijo de una cueva, de allí nos esforzaremos cada quien para diferenciarnos. Y volvemos a ser nuevamente iguales, cuando morimos. Cuando nuestra vida finita culmina recordándonos que sólo somos seres de tránsito por este tiempo, dimensión y estado, donde nada nos llevamos salvo quienes somos en el alma. Esta vez a diferencia de como llegamos, nos iremos profundamente solos/as, estando conscientes que es así pese a estar en coma corporal, independiente de cuando, como, con quién y las causas de nuestra partida.

Sin duda, algunos/as pedirán más tiempo, habiendo desperdiciado el que tuvimos sin esforzarnos por descubrir y cumplir con la misión que nos permitió quedarnos en esta estación por mucho o poco tiempo, sin embargo, estoy segura, que el P. Jorge, quien se fue a los tres días de cumplir noventa años, tras una vida plena de entrega y satisfecho de haber cumplido con su misión en esta vida.

Quien nació en la mejor cuna y creció entre todas las comodidades que el dinero y poder puede dar; eligió y fue feliz cada uno de sus días viviendo como la mayoría de peruanos/as en humildad y pobreza, sin perder la sonrisa, cocando cada vida, corazón y alma como la mía. Obteniendo la fortaleza de quienes han hecho resiliencia del sufrimiento, para  acompañar y sufrir, al lado de los suyos  los tiempos difíciles e inclementes  de las trampas de la mente.

Se fue el P. Jorge  cumplida su misión y tiempo en esta dimensión, recordándonos a quienes seguimos aquí que no posterguemos ni engañemos a la nuestra.
QEPD y DDG 
                      

miércoles, 8 de julio de 2020

IN MEMORIAM ANA TERESA MOLINA Y SU LISURA

Estoy triste profundamente triste, desde hace muchos días,  cuando volvió a mi ser ese sentir que me sucede cuando tengo cerca, durante o alrededor de una pérdida, me ha pasado una y otra vez desde niña, enlazándose con todo aquello importante en cada ciclo: personas, seres, relaciones, acciones, posesiones, proyecciones. Sólo cuando aprendí a respetarme inclusive en mis sentimientos y emociones sin negarlo más, es cuando lo hice parte de mi, confiando de ello a muy pocas personas. Esta vez, fue tan fuerte la sensación entre viernes y sábado, que domingo llamé y escribía para saber que estaban bien, quienes sabía  podían correr riesgo. Luego me dije a mi misma, estás siendo obsesiva. Casi nunca suelo llamar, desde que hay este medio virtual o las redes por donde escribo para ser menos invasiva, porque pienso que cada quien tiene sus propias agendas y urgencias que prefiero no distraer. Y en este tiempo, sus rutinas donde se corre el riesgo de ser inoportuna.

Cuando tuve reacciones de quienes no  pude comunicarme, pensé que mi angustia se disfrazaba de tristeza, porque a pesar de tener sol estos días, las tardes y madrugadas se habían tornado profundamente frías. No sé si a otra persona, pero a mí el frío suele entristecerme y desvelarme, cosa que me pasó de  ayer para hoy. No pude conciliar el sueño tanto que respondí a las cuatro de la madrugada, un post de mi amigo Javier quejándose también de su estado insomne. Finalmente me dormí a las media mañana, luego de tomar un desinflamante para el dolor y un antialérgico.

Hace un momento desperté y  me enteré, descubriendo que mi tristeza tiene un nombre AnaT, pero que no se trata de un sentimiento aislado sino que hoy compartimos de tres a cinco veces multiplicados quienes son cercanos a  más de  12 millones de personas diagnosticado/a con  Covid 19 en el planeta. Tristeza  que se expande y despliega cuando se trata de la partida de seres a quienes prescindiendo del linaje, nos vinculamos atando nuestras almas y ser etéreo, una relación que nace de la amistad, se transforma en ese amor gratuito que fluye y deja fluir, que lo tomas en cada encuentro para dejarlo hasta el próximo contacto, impregnado de lo mucho o poco que puedas alimentarlo.

AnaT forma parte de la constelación de seres, con quienes nos hemos elegido mutuamente, desde el momento que nos hallamos, con libre albedrío, por empatía, coincidencia, comunión y el placer de estar y compartir determinada dimensión de nuestro ser y hacer en este tiempo, espacio y dimensión. 
A eso suelo llamar felicidad con sentido y contenido de la vida. Ella solía decir: “Es porque tenía que ser querida, nos hemos esforzado todo los días de nuestra puta vida, para ser lo que decidimos ser, porque nadie nos ha regalado nada, todo lo hemos tenido que obtener, allá los imbéciles que creen que porque vienes de buena  familia, tienes un nombre lo tienes todo. Y están los peores esos machos alfa, que creen que porque eres mujer y tienes buen poto todo te llega fácil. Todo en esta vida nos cuesta, por eso cuando tenemos las amigas/os que queremos es por que hemos elegido con olfato, corazón y lógica de pensamiento, a mí que no me vengan que es sólo por coincidencia”.  Y luego me abrazaba con ese cariño y amor que sólo encuentras en las amigas de bien, que no temen al contacto ni la expresión de afecto, porque han exorcizado a sus propios demonios.

AnaT, era uno de esos seres con quien me unía la irreverencia, la capacidad y posibilidad de llamar a las cosas por su nombre sin temor a las convenciones, reírnos a carcajadas, hablábamos por horas con sabrosura, lindura y lisura con esa capacidad de decir palabras mayores 'con estilo', de todo un poco, de todos/as un poco. Para terminar hablando de nosotras mismas hasta percatarnos -por el frío si era invierno o cuando oscureció si era verano-,  que el tiempo voló sin darnos cuenta, prometiendo volvernos a ver en breve, porque siempre quedaba  una lista de cosas por tocar. 

Nos conocimos a mediados de los noventa, en tiempos donde cada una de las mujeres de distintas vertientes, historias y prácticas  buscábamos algún dique para encauzar toda la indignación, energía y rebeldía que nos invadía vivir en silencio, reprimidas y amordazadas real y simbólicamente bajo un régimen de gobierno seudo democrático, ya no bordeando sino instalado en el centro de una dictadura encubierta. Ella lo sentía y vivía intensamente por ser periodista forjada en las aulas sanmarquinas en tiempos de ser y hacer periodismo era cosa seria, de profunda sapiencia, habilidad y agilidad en una danza simultánea entre pensamiento, palabra y registro.  Un terreno principalmente masculino, donde ella vivió, venció y posicionó,  sin morir en el intento.

Solía contarme lo tirano y a su vez gran maestro del periodismo que era Enrique Zileri Gibson, bajo cuyas órdenes trabajó un buen tiempo y fue en ese terreno del periodismo  de investigación donde se forjó como una de las mejores. Como periodista no tranzó ni se vendió por un plato de lentejas, como muchos periodistas lo hicieron con Fujimori y lo hacen hoy, en tiempos leoninos del neoliberalismo achorado y lumpen que invade nuestra sociedad, sólo miremos hoy como se trata las principales agendas sociales, políticas, económicas e inclusive culturales.

Nos hicimos amigas en el centro de un escenario y espacio de ebullición de nuestras emociones, rabia y rebeldía. Eramos tan diversas como diferentes de todos los colores y etnias: chinas, negras, cholas, mestizas, blancas, andinas, amazónicas, occidentales. De todas las preferencias sexuales: lesbianas, bisexuales, heterosexuales y hasta asexuadas. Con diferentes prácticas religiosas: protestantes, budistas, hinduistas, judías, católicas, atea, agnóstica, monoteísta, politeistas, henoteistas. Diversas tendencias políticas: derecha, izquierda, centro, partidarizadas, no partidarizadas. Diversas posiciones: con poder, sin poder, deseosas de poder abierta o soterradamente, cuestionando todo poder o  negociando siempre, con posibilidad y capacidad para arrancar algo y hacerse de él con un buen pedazo o la suma de migajas. 

Diversas situaciones: creyentes, no creyentes, mujeres casadas, viudas, divorciadas, separadas, distanciadas, solteras por elección y contentas de serlo; también las resignadas de tanto intento sin éxito. Madres con hijos/as biológicos/as, adoptivos/as o putativos/as, madres solteras por elección o abandonadas. Feministas, no feministas, católicas, protestantes, ateas; populares, impopulares, líderes, dirigentes o levadura en la masa; de clases bajas, medias y altas, sector A,B, C y D.  Académicas, comerciantes, empleadas, freelance, trabajadoras del hogar, amas de casa, desempleadas, etc. La mayoría principalmente mujeres -porque hubo uno que otro hombre atraído por las mismas agendas o aliados apoyando-, pero desde que coincidimos y nos reconocimos mutuamente, sin que nadie fuera mediador, no hicimos migas, siendo tan diferentes. Otro tanto me pasó con Carmen Ureta, ella siempre me lo recuerda.

A AnaT como la llamaba, la gocé  en el fragor del activismo político, la pugna por colocar nuestra opinión personal, confrontando todo y en ese debate ella era sencillamente certera y  profunda, mandaba a todas al mismísimo carajo o más lejos, sólo con pasaje de ida, cuando se ponían exquisitas, logrando centrar la discusión y avanzar en los acuerdos, siempre asumiendo responsabilidades concretas, pese  a que disponía de poco tiempo por su trabajo freelance, madre por elección y “N” compromisos amicales y de linaje. Muchas tareas las hicimos juntas a veces a gritos, otros en complicidad y las más con placer de tomarnos una cerveza al final de la jornada.

Solía reírse mucho de  mi intolerancia al humo del cigarro, diciéndome, lo mismo que solía decir  mi tía Silveria (ex monja), AnaT sentenciaba: “No hay nada peor que una fumadora arrepentida, al igual que una monja o un cura arrepentido, se vuelven intolerantes y cucufatos”. Yo le decía a mi favor: “Nada de cucufatería, he fumado no una cajetilla sino un ruedo, amanecido “N” veces bajo la niebla de cigarrillos: Lo cierto es que agoté mi necesidad y tolerancia al tabaco que venían conmigo de otras vidas, así que ya cerré esa parte de mi karma, allá tú que quieres llevarlo a tu próxima vida, sabiendo hoy lo que no sabíamos antes que tiene siete mil componentes y setenta (70) sustancias1 tóxicas cancerígenas como: amoniaco, monóxido de carbono, nicotina, óxido nitroso,cianuro de hidrógeno, mercurio,  alquitrán, níquel, plomo, cadmio, cromo, arsénico, selenio, etc”.
Me respondía: “Chasa, la señorita ahorita es química, déjame el placer de morirme por elección al igual que he vivido, por elección y con decisión, no me traumes con tus fórmulas, después de esto nos tomamos una cerveza”. Yo insistía: “Siempre que sea el último cigarro del día”. Ella moría de la risa y me decía: “Nadie te gana, no se te escapa una”. 

Hoy, sé que hace unas horas te fuiste AnaT, tu último post de hace quince días anunciaba que  era tu quinta gripe en 120 días de aislamiento voluntario, donde tú y el pijama se habían integrado. Ya no disfrutaré ni reproduciré tus artículos irreverentes. Amiga de mi alma, compañera de rebeldías en tiempos de ostracismo, te has ido tras 135 días de aislamiento, insuficientes para protegerte de un mal que nos invade por todos los costados y contigo se ha ido nuestra promesa de volvernos a ver para hablar hasta agotarnos, habiendo concertado que no tendríamos por agenda al Covid 19, nuestras enfermedades, ni de nietas/os; sino de nosotras, de lo que sentimos, pensamos, planeamos y decretamos. Porque en nuestro tiempo no cabe más el deseo  sino el hecho.

Estoy triste, porque el dolor se me ha instalado en el alma, al igual que a las millones de personas que son las/os dolientes por la partida de 540 mil 341 2 de quienes se ha registrado su partida sin despedirse, de los muchos/as más que siguen partiendo, unos/as sin compañía y los/as más sin registro alguno.  Porque este dolor me atraviesa todos los costados siendo mayor que los físicos, prendí una vela, busqué nuestras fotos de los noventa  y me puse a escribirte, porque no sé al igual que tú, otro modo de vivir el dolor y despedirme para dejarte partir  a ese espacio etéreo, donde no hay lugar para los dolores y pesares encarnados que vivimos hoy. Amiga de tantas vidas, ve y prepara el lugar para quienes te seguimos y quién sabe, allí tendremos toda la eternidad para bebernos y disfrutarnos de todo lo que somos y podemos ser si decidimos que así será. 

Habrá un mañana para quienes aún estemos aquí cuando esto pase, pueda ser que tampoco yo esté  más, pero quienes nos sobrevivan seguro hallarán la forma de descubrir la realidad que hoy está desperdigada, a pesar de ser un hecho, ha logrado recubrirse como el virus allí donde la soberbia o la irracionalidad le hace un espacio y crea  condiciones para hacerlo fuerte, movilizar y desperdigar.

El Covid 19 no tiene pies, no tiene manos, no tiene alas ni movilidad alguna, si se queda detenido por más de 15 días en un solo lugar, sin que nadie se acerque se desintegra, descompone, desaparece, aun cuando no muera. Tú lo entendiste, por eso te aislaste voluntariamente, pero bastó un pequeño asomo, un  resquicio en la puerta y la ventana, para que se deslizara.

Ve AnaT de mi vida y alma, vuela libre por el universo, sin nada que te toque ni te alcance, sin nada que te provoque sufrimiento; mi dolor es sólo el tributo a este modo de amar que tenemos los seres humanos mientras estemos aquí, apreciando y viviendo la vida que elegimos, mientras llegue nuestro turno.

Querida AnaT va mi amor de amiga irreverente e infinito hasta donde estés.