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miércoles, 2 de noviembre de 2022

IN MEMORIAM LUIS LLONTOP SAMILLÁN

Querido Luis LLontop Samillán, acabo de enterarme que partiste al infinito, incrementando mi dolor de este tiempo exigente de ausencias sin despedida convencional. Mis seres amados se fueron en profunda privacidad, dejándome el recuerdo de lo que fuimos y tuvimos. Tiempo que me ha enseñado a sustituir nuestros ritos ancestrales por el registro de la memoria de quienes fuimos juntos, el significado y regalo que esta vida me dió para ser parte de mi historia.

Lucho como siempre te llamamos, llegaste a mi vida en tiempos que la tuya se iniciaba en la aventura del matrimonio. Andabas como cascabel por todos los ambientes de la institución donde trabajábamos, haciendo de cada acontecimiento fiesta y colocando alegría, todos decían: "está felizmente casado, hasta que pase el tiempo y su carnaval de dos se agote".

Te conocíamos nada entonces, puesto que poco a poco te fuiste descubriendo como quien eras, un ser desbordante de alegría, animosidad, colaboración y positivismo. El tiempo pasó y la fiesta siguió contigo, te afirmaste y confirmaste como pareja y mantuviste la actitud de recién casado todo el tiempo. Te hiciste padre, en tiempos donde aún no se ponía en cuestión la paternidad bajo el rol de proveedor y patriarca. Pero tú lo hiciste desde la práctica, decidiendo que ser padre era mucho más que ejercer el rol tradicional socialmente adjudicado y hereditariamente impuesto.

Solías decir que todo esfuerzo era muy pequeño para hacer de este mundo mejor, que no podemos ser luz de la calle y oscuridad de la casa, que el cambio empieza en nosotros, los hijos, la pareja, la familia, parientes y amigos.  Te rodeaste de quienes comulgaban tu fe, principios, valores y prácticas, jamás cruzaste hacia la otra vereda, por innecesario. Para ti, la eliminación de la pobreza pasaba por que cada uno de nuestros actos fuera en contra de una condición injusta, no creada por Dios, sino por otros seres humanos que necesitad apropiarse de aquello que les hace falta a otros, pero sobre todo, por una práctica de vida cristiana.

Entre nos, cada experiencia de trabajo compartido era una oportunidad de aprendizaje, te asombrabas y celebrabas ante  la metodología, las técnicas, el procedimiento y nuestra forma de relación con las organizaciones de mujeres y asentamientos humanos del cono norte. Solías decirme: “Ahora entiendo por qué te dicen la reina de los comedores, realmente te aman, no porque hagas filantropía, sino porque cada reunión es una oportunidad para cambiar personal y colectivamente. Yo que te creía tan dura, porque tu equipo te suele decir bruja, en realidad eres hechicera”.  Le respondía, que mejor me quedaba con bruja ya que así nos habían condenado a quienes somos respondonas y pensamos por cuenta propia.

Eran tiempos de nuestros desencuentros espirituales, tu llegabas y yo partía. Siempre recordaré la firmeza de tu ser fiel en todas las dimensiones. Desde tu natal Chiclayo, te había movido la fe de tus ancestros, que te trasladó a la capital y fuiste a sumar ese movimiento de UNECXS que yo hallé en proceso de decadencia. En cambio, a ti te había fortalecido en la teología de la liberación, siendo fiel discípulo de Gustavo Gutiérrez. El trabajo fue el espacio para la afirmación y profundización en tu fe, credo y compromiso religioso, en tanto las comunidades cristianas por donde transitabas y tu familia eran los pilares que te sostenían y alimentaban.

Nuestras largas conversas por reavivar la llama de la práctica institucionalizada de fe en mí, lejos de conmoverme me afirmaban en que mi partida y distancia era sin retorno, había transitado y agotado el camino de la reflexión y contemplación, mi mirada y compromiso era de cambios más profundos.

Recuerdo como si fuera hoy cuando una de esas noches, salíamos de una comunidad con trabajo coincidente, luego de un hecho doloroso de ver la pobreza extrema. Te dije con tanta rabia que: “Si nosotros no cambiábamos las condiciones estructurales de nuestra sociedad, hallaríamos tantas Luz, Marías, Juanas y Domitilas, cayendo día a día en la tuberculosis, como multíparas anémicas con escasa distancia entre uno y otro hijo, desnutridos y desnutridas, muriendo víctimas de una enfermedad respiratoria o diarreica, por el hecho de haber nacido en la pobreza y estar condenado a serlo hasta su quinta generación. Que la misa y catequesis para seres dolientes o las acciones filantrópicas sólo hacían extender y sublimar su sufrimiento”.

Tú me miraste detenidamente, te pusiste serio como pocas veces y susurraste: “Hay un plan de Dios para cada uno”. Yo asida de Sartre te dije: “No uses a Dios, menos a sus designios. Despojándonos de ser y hacer nuestro proyecto de vida. Liberando a los culpables de esta situación con impunidad, y para que nosotros, tranquilicemos nuestras conciencias luego de asomarnos al espanto, diciéndonos que algo hicimos y el resto es trabajo de Dios. Para   dormir cada noche, ese Dios con rostro humano sigue sufriendo en cada una de las personas que habíamos visto ese día, al igual que ellas, muchas otras personas desde hace veinte siglos”. Bajaste más la voz y dijiste: “Mujer de poca fe y gran sabiduría, ahora entiendo por qué te dicen bruja”. Alejando mi pesimismo y tristeza de aquella noche.

Cuando la vida nos distanció de los haceres compartidos, nos hallábamos siempre en las mesas de concertación, las marchas, celebraciones de jubileo y las despedidas de amigas/os compartidos. Recuerdo que una vez nos hallamos a fines de los noventa en uno de esos eventos coincidentes, yo tenía el cabello largo a diferencia de cuando trabajábamos juntos. Sorprendido me dijiste: “Caty, que hermoso cabello lo tenías bien guardado, hoy te has vestido de fiesta”. Yo te respondí, que en los tiempos del trabajo compartido, eran tiempos de batalla, sin espacio para lo personal porque el amor propio y autocuidado, requiere también de un tiempo. Que en este de libre albedrío, me había reconciliado con mi pelo y dejado que se exprese. Respondiste, "siempre que nos encontramos recojo gotas de aprendizaje por eso, es mágico coincidir por el  azar de la vida de tanto en tanto". Yo te dije, “querido Lucho, mientras compartamos los mismos valores, aun con distintas prácticas y preferencias, siempre nos hallaremos”.

Y así fue, siempre nos hallábamos para el intercambio como el abrazo y risa guardada. Hoy deseo que en el nuevo estado en el que te encuentras, nos volveremos a encontrar, puesto que en esta dimensión tú ya concluiste con tu tiempo habiendo logrado un buen vivir, grandes amores, amigos/as entrañables con quienes construiste tu historia. Teniendo espacio para acoger y compartir con quienes coincidimos un trecho de nuestro andar. El mío también ha de llegar cuando sea su momento.

Lucho querido, te recordaré con esa sonrisa y alegría que hacía de cada ambiente fiesta y cada reencuentro oportunidad para recrear la vida. Mientras nos volvemos a hallar, me acompañará lo vivido y compartido, en tiempos aciagos sin perder la esperanza, incrementando nuestra energía cuando más exigente y amenazador era el contexto. Me quedaré con el último abrazo para retomar el andar y el intercambio de amistades en una nueva marcha de protesta.

Ve amigo al encuentro de ese Dios con rostro humano que elegiste, a quien imitaste y dedicaste cada uno de tus actos con devoción, regocijo alegría y danza al estilo de Salomón, dejando tu legado de buen cristiano, ser humano, padre y esposo a tus hijos, quienes multiplicarán tus enseñanzas y sus aprendizajes, reinventándote en sus estilos, de modo que tu ser y hacer perdurará en esta y otra dimensión.


Un abrazo como los tantos intercambiado, hoy en el plano etéreo.

Descansa en paz y de Dios goza querido amigo.

Mi solidaridad con tu familia, especialmente tu gran compañera Gladys e hijos, en estos momentos trascendentes.

lunes, 19 de septiembre de 2022

IN MEMORIAM A DENIS SULMONT SAMAIN

Hoy te fuiste Denis Sulmont Samain, se apagó tu sonrisa eterna, la curiosidad de tus ojos, tu hábito francés en el saludo, rebelándose el espíritu y fe de niño que siempre te acompañó. Tu enorme gentileza, paciencia inagotable junto a esa gran curiosidad sociológica para la indagación, el cruce de información, preparación meticulosa de cada exposición o clase, que superaba de lejos a las barreras idiomáticas, consolidándote como uno de los ciudadanos del mundo desde antes de haberse producido la globalización.

Te has ido Denis a inicios de la post pandemia mundial desde el Perú, habiendo nacido como hijo de la II posguerra mundial en Francia. Aleccionándonos también en la partida, que uno no es, de donde nace; sino de donde se hace y yace, con la misión cumplida y el espíritu ligero. 

Has transitado dos siglos, sin perder el asombro y sensibilidad del niño que abre sus ojos a una sociedad en reconstrucción, se hace hombre abrazando el ideal de un mundo nuevo, justo e incluyente, comprometiéndote a ser parte, tomando como medio a la sociología. Absorbiendo y aquilatando, los aprendizajes de una sociedad que había transitado de la monarquía a la república una y otra vez.

Convencido que otro mundo es posible, te embarcaste en la búsqueda de indicios fácticos aproximándote con tu maestro  Alain Touraine a los movimientos sociales de fines de los sesenta en sociedades Suraméricanas y tratando de desentrañar sus complejidades te descubriste franco-peruano (1974) enamorándote de un país remoto a tus orígenes, sincretizando ambas culturas en tu ser y hacer sin necesidad de sustituir a ninguna[1].  

Ha pasado más de tres décadas desde la primera vez que nos conocimos en ADEC ATC, en tiempos donde unas(os) intentábamos y tentábamos deconstruir /reconstruir la historia de las ONG desde sus orígenes, enfrascándonos en el debate de sus vertientes, sin atrevernos a tocar sus horizontes. En cambio, Denis, se hallaba enfrascado en construir una teoría sociológica latinoamericana de los movimientos sociales desde el sindicalismo peruano, soñando en contribuir a la germinación del poder obrero, encarnando su experiencia  académica de la Sorbona y la Universidad Nanterre de París en un contexto  de la naciente V Repúblicade Francesa, en su nueva patria el Perú, sin imaginar que el neoliberalismo había decretado su aniquilación más temprano que tarde.

Mi retorno al mundo académico a partir de 1995, me reencontró con quienes serían mis maestras(os), colegas y amigas(os), de ese mundo privilegiado como es el campus de la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú), donde suelo sentirme en casa y a salvo. No sé si sucede con todas(os) que experimentamos la vida universitaria en comunidad, en mi caso traspasar el muro que separa el campus de una de las avenidas más transitadas de Lima, significaba dejar todo en la puerta e ingresar a un mundo distinto en ritmos, aromas, vínculos, convivencia y compartir. Sentimiento que solíamos compartir en tiempos de mayor incertidumbre en el país con Denis quien solía llegar en bicicleta tras sortear el monstruoso tráfico, siempre acompañado por su maletín desbordando de contenido y la sonrisa imborrable.

Diciembre 1997

Su compromiso social no se circunscribió a la academia, solíamos encontrarnos en cuanto movimiento de protesta se produjera, sea de respaldo o resistencia en las calles. Nuestra opción por la democracia, los derechos humanos y la paz, era un punto de coincidencia compartida. Como sucedió con aquella vigilia frente a la embajada del Japón cuando se produjo la toma de rehenes del cual guardo registro. Nuestra preocupación por lo que podría pasar, se refleja en los rostros de Máximo Vega- Centeno (de espaldas) Roelfien Haak (inseparable esposa), Denis Sulmot y Narda Henríquez. 

Si alguien dedicó su vida al estudio sistemático y profundo alrededor de un tema como el trabajo desde sus diferentes aristas, fue Denis, a diferencia de la mayoría de académicas(os) que suelen abocarse a los temas de boga. Inició sus estudios de movimientos sociales desde el “gran pueblo joven” que era Chimbote en los sesenta del siglo XX, donde pese a existir dos grandes industrias (pesquera y la mayor siderurgica de acero de la región) la población trabajadora vivía en condiciones extremas. Allí identificó como eje de estudio y análisis del trabajo asalariado, alrededor del cual desarrolló una investigación longitudinal que le permitió aportar a la historia del movimiento obrero durante los años setenta, pasando por el sector minero en los ochenta. 

Consumado el aniquilamiento de los sindicatos por el gobierno fujimontesinista durante los noventa, se dedicó al estudio del trabajo desde la educación e incursionó en la gestión de las instituciones y la responsabilidad social empresarial a lo largo del nuevo milenio[2].

Entre la transición de ambos siglos, se volvieron a cruzar nuestras vidas, él como Coordinador de la Maestría de Sociología, yo como estudiante de la misma, empecinada hallar respuestas y herramientas para comprender lo incomprensible: a) el poder y el empoderamiento, b) la crisis y reinvención de las instituciones, d) la metamorfosis de antivalores en valores (corrupción, pragmatismo, mendicidad y subempleo como práctica aceptada, a cambio de una promesa electoral de honradez, tecnología y trabajo), e) el papel de los actores en cada coyuntura y la configuración de las estructuras, f) la violencia nuestra de cada día en sus diversas formas, instancias y expresiones, entre otros.

Además de la coordinación de la maestría, Denis era nuestro profesor en Sociología de las Instituciones, donde percibí su dedicación, profundidad y meticulosidad en la indagación, preparación y tratamiento de los temas. Eran tiempos de transición en el uso de la tecnología, del retroproyector (un gran aparato pesado que proyectaba láminas transparentes impresas y fotocopiadas) al proyector con Power Point. Inclusive en la actualidad para quién no está entrenado en el uso de tecnología, aplicativos y software es complicado.

En aquel tiempo, era aún más complicado pasar del manejo de un tipo de equipo y herramientas a otros, la mayoría de los profesores contemporáneos de Denis, se eximían de esas labores, sea delegando a sus asistentes (jefes de prácticas) o simplemente omitiéndolos. Él se esforzaba en combinar todas las técnicas de participación como referentes de información y formación había obtenido, aun cuando significara mayor esfuerzo. Su syllabus, no era la fotocopia del año previo con alguna bibliografía actualizada (copy & page hoy) sino un meticuloso programa de estudios que revelaba el trabajo invertido.  

Sus clases me permitieron, enlazar el tema de investigación con mi expertis, logrando el sincretismo de sociología de las instituciones con la experiencia en gestión de proyectos de promoción y desarrollo social con perspectiva de género. Cuando le solicité lecturas de teoría asociadas, me facilitó no sólo la bibliografía, también material que ya había revisado y agotado. De modo que el diseño de investigación de la tesis, estaba concluida antes del primer año de estudios. 

Yo asumía que las(os) 17 estudiantes de mi promoción estábamos en lo mismos puesto que la mayoría era o había sido docente universitario, tenía como base de formación sociología ergo experiencia en investigación, mientras yo sólo había desarrollado trabajos de sistematización e investigación cualitativa de exploración y a lo mucho descriptiva.

En una de las sesiones del curso cuasi cerrando el primer año, yo estaba concentrada en registrar algunas notas, Denis preguntó: “¿Quiénes están en etapa o próximos a empezar el recojo de información?”. Por su puesto yo levanté mi mano, conservando la mirada sobre mis notas. Al sentir un silencio, de esos que se cortan con cuchillo, levanté la mirada, descubriendo que sólo éramos dos con la mano en alto (un compañero rezagado de promociones previas). Ante nuestra sorpresa, Denís anunció que había una oportunidad de beca.

Así es como, tras presentar y aprobarse nuestro plan de tesis, accedimos  a una beca de estudios para el segundo año de maestría de modo diáfano, sin mediar criterios rebuscados y burocráticos. Sumando a nuestra relación académica la administrativa, permitiéndome conocer el profesionalismo, la sabiduría y humanidad de Denis. Los reconocimientos tienen sentido y valor en vida como sucedió en su caso alegrándole el espíritu y alma en el 2008, pueden escuchar su voz. Video PUCP


La vida me ha obsequiado y sigue dando a borbotones la amistad y compañía de seres excepcionales en conocimiento, trato y humanidad, yo los denomino seres de luz, porque iluminan la parte compartida de mi historia. Denis era uno de ellos, con sencillez, proximidad, curiosidad y luminosidad. No olvidaré, su desapego del conocimiento en tiempos donde la información era poder, permitiendo  visibilizar al autor(a) en su diversidad, el acceso del lector(a) a la pluralidad de fuentes, incentivando la práctica del fit back y apertura para el intercambio, análisis y debate.

Todos sabemos de nuestra finitud, pocos somos conscientes y nos hacemos cargo de ello. Denís en un gesto aleccionador de conciencia responsable y consecuente, en el año 2003, nos legó la herencia social de sus investigaciones[3] y los materiales de trabajo, consultado y acumulado a lo largo de sus 35 años de vida académica[4]. Hoy y mañana disponible en la biblioteca de la PUCP bajo la denominación de Colección Denis Sulmont, insumo para el trabajo de las(os) investigadores actuales y del futuro. Su gesto es la expresión del contenido y sentido de maestro. Aquel que está dispuesto a dar e indagar con el aprendiz en tanto que el conocimiento es infinito.

¡Hasta siempre maestro, que con tu ser y hacer me iluminaste e inspiraste en la investigación!

¡Hasta pronto ser eterno y sabio desapegado de todo lo material e inmaterial!

¡Hasta pronto amigo de luz, desprendimiento e inspiración constante!


Descansa en Paz.



[1] https://guiastematicas.biblioteca.pucp.edu.pe/cedoc/denis_sulmont

[2] https://www.academia.edu/14583030/Curr%C3%ADculum_Denis_Sulmont_Samain

[3] https://pucp.ent.sirsi.net/client/es_ES/campus/search/results?qu=&qu=%22Donativo+Denis+Sulmont%22&lm=CCSS

[4] https://guiastematicas.biblioteca.pucp.edu.pe/ld.php?content_id=44454873

jueves, 16 de diciembre de 2021

IN MEMORIAM DE CESAR DARIO PEZO DEL PINO

Tomado del muro de Chery Raguz
Una gran pérdida para quienes lo conocimos, aprendimos de él y beneficiamos de su saber y hacer. Así como para las/os centennials que podrían conocerlo para acudir a él hoy y mañana. Me queda de César Pezo,   su gran y permanente dedicación, desprendimiento y apoyo a jóvenes de las comunidades cristianas de la Vicaría III San Juan de Lurigancho distribuidos en parroquias y capillas.

Conocí a César, como parte del florecimiento y expansión de la teología de la liberación de los setenta, donde jóvenes estudiantes ad portas de hacerse profesionales o recién graduados/as asumían la labor de formación y concientización de sus pares jóvenes en zonas populares de la Lima. Una ciudad cuasi colonial y semi moderna, que empezaba a crecer como urbe hacia sus conos, con sus problemas de sobrepoblación, pobreza y desigualdad. Algunos de esos jóvenes estudiantes trenzaron su opción por los pobres inspirados en la teología de la liberación con su incursión y/o militancia en los partidos de izquierda que en aquel tiempo iniciaron su trabajo político también en las zonas periféricas in crescendo.

Lo hicieron como estrategia para superar la derrota política de las elecciones de 1979, donde las izquierdas obtuvieron una escuálida representación, sus lideres decidieron “bajar a las bases”, un discurso que en parte graficaba su lectura de aquel tiempo[1], donde adjudicaron el escaso respaldo electoral al desconocimiento de la ideología que estaba en la base de su propuesta: comunista sobre una base proletaria, que hasta ese momento era notable, cuyo manejo era principalmente en las universidades y sindicatos.

Las grandes arterias de la capital del país en sus cuatro costados, estaban sembradas de industrias de todos los tamaños. A lo largo de la Panamericana Norte desde el Río Chillón hasta Fiori, se apreciaba tanto la planta nuclear del Perú, algunos laboratorios y cuasi todas las empresas automotrices, no en vano el paradero donde cruza la Av. Izaguirre hasta hoy es conocida como “La Volvo”, aun cuando su lugar es ocupado por el Centro Comercial Metro. En el caso de la Panamericana Sur desde la refinería la Pampilla hasta Chorrillos compartían espacio granjas, fábrica de construcción y viñedos. 

Hacia el este se hallaban las principales fábricas textiles y laboratorios a lo largo de la carretera central. Por el oeste en sus dos venas hacia el mar: la Av. Argentina y Av. Colonial, partiendo la primera desde   la plaza Unión y la segunda desde la plaza Dos de Mayo hasta el Callao hacían gala de diversos tipos de industria. En el puerto del Callao y el aeropuerto, los principales del país, el movimiento de entrada y salida de productos estaba a cargo de obreros/as y empleados/as. El sector de comercio y servicios era apenas el necesario, no existían vendedores ambulantes, sólo pregoneros/as y tamaleros.

Muchos de los futuros profesionales de los setenta que conocí, con el transcurrir del tiempo, abrazaron la política desde los diversos partidos de izquierda, que fueron desmembrándose algunos/as colocándose al extremo de la misma. Otros dejaron su opción por los pobres y de igualdad como sueños de opio juvenil, acomodándose a la derecha adoptando el rol que en su juventud pretendieron cambiar. También hubo quienes usaron sus oportunidades y aprendizajes acumulados en sus años febriles y en alguna de las izquierdas, para colocar/se al servicio de la extrema derecha. Para identificarlo/as, basta mira en el pasado de expertos/as,  políticos/as y opinólogos/as por encima de los 65 años.

A diferencia de la tendencia general, Cesar Pezo se hizo de profesión psicólogo[2], coherente con su discurso y opción por los pobres, colocó su saber y hacer al servicio de los sectores populares. Su labor combinó durante mucho tiempo la formación de conciencia y convivencia colectiva con la terapia psicológica individual, en un tiempo donde hablar de salud mental era poco menos que una mala palabra.

La escasa distinción entre psicología y psiquiatría, para el sector principalmente popular era un factor disuasivo para personas con problemas de conducta alterada, psicótica, traumas, fobias, etc. no sólo se resistieran a reconocer su padecimiento sino a negar toda posibilidad de consulta psicológica porque argumentaban “no estar loco/a”. En ese contexto César atrajo a muchos casos de jóvenes en crisis ganando su confianza, ayudándolos/as real y efectivamente, logrando un gran prestigio como psicoterapeuta y demanda siempre al alcance de los pobres.

Tanto ayer como hoy el acceso a salud mental es un privilegio para sectores medios y altos,  que podría graficarse en la ironía de un sociólogo crítico al feminismo de clase media durante los ochenta que hablaba de la mujer y no de las mujeresComparando algunos padecimientos de mujeres diferenciadas por clase: "las mujeres aristocráticas de la clase alta, sufren de migrañas porque pueden recostarse a oscuras independiente del día o la noche; las burguesas de clase media pueden refugiarse en jaquecas para huir de sus obligaciones maritales; las proletarias o esposas de proletarios, que tienen asegurado sus necesidades básicas tienen dolor de cabeza de lidiar con el presupuesto. Pero las de extrema pobreza, que no saben si mañana comerán sus hijos, esas, no tienen tiempo de sentir o reconocer dolor alguno sobre sus hombros, están ocupadas en sobrevivir".

Mientras tanto César, no sólo puso en práctica una psicología comunitaria preventiva y sanadoras, con sus cursos para la comprensión de la dinámica grupal, liderazgo y relación interpersonal. Él, abrió la veta para acercar al individuo/a y la familia, hacia la necesidad, posibilidad y efectividad de una terapia psicológica para superar traumas a población sin recursos, rompiendo con una percepción y práctica privilegiada por mucho tiempo para sectores con poder adquisitivo. Muchas de las familias que apoyó lograron superar sus carencias, toxicidad, crecer individual y conjuntamente.

César creció en su ser y hacer al servicio de los/as jóvenes de sectores populares desde su consultorio en San Juan de Lurigancho, el Instituto de Inter-Cambio[3] y un pie en la docencia de la PUCP[4]. Su partida es una gran pérdida para los/as centennials o generación Z que no beberán de su conocimiento, como su vida fue la gran ganancia para la generación X de los setenta hasta la generación Y, de los/as Millennials.  

Fue una gran ganancia, porque quienes lo conocimos, aprendimos de él colectivamente a estar, partir, compartir, creernos, sentir y ser. Y/o para reintegrar las partes desconectadas y/o conflictuadas de quienes tuvieron el privilegio de sus terapias individuales como familiares hasta alcanzar un buen vivir.

Descansa en paz César, tu misión en esta dimensión y tiempo fue asumida como sólo los grandes seres logran hacerlo con entrega, desprendimiento y discreción.



[1] A partir del segundo quinquenio de los 80 esta frase se puso en cuestión, porque el término "bajar" aludía a quién lo hacía estar arriba, siendo cuestionado por las "bases".

[2] https://psiquiatria.com/directorio/cesar-pezo-del-pino

martes, 16 de noviembre de 2021

IN MEMORIAM DE NESTOR OSWALDO RUIZ COLORADO


Acabo de conocer que Nestor Oswaldo Ruiz Colorado, se sumó a los millones de fallecidxs de este tiempo en nuestro planeta y miles en el Perú. Estoy aun conmovida, los recuerdos se me agolpan desde diferentes espacios y sentimientos.

Hace dos semanas retomé mi pendiente de desapego de los registros escritos que han sobrevivido a mi periódica práctica de dejar ir los temas que ya no son de mi hacer. Ya tengo dos cajas eliminadas a ojo cerrado de aquello que fue la fuente principal de mi conocimiento y aprendizaje académico de especialidades y posgrados como son fotocopias, artículos periodísticos, revistas especializada, libros, hallando entre ellos cartas, fotos, recuerdos.

Me preguntaba por qué he conservado tanta fotocopia antigua de teoría dura, reconociendo que es más por apego emocional atado a muchos recuerdos de cómo fui obteniendo cada uno de ellos. Mis pensamientos se detuvieron en mis aliadxs, facilitadores y amigxs de tanto ir a biblioteca.

Recordé a Néstor, Ray, Beto, Griselda, Valois, Manuel, José, todxs y cada unx de lxs bibliotecarixs, que nos conocían a todxs a pesar de ser miles que a diario demandábamos su apoyo.

Cuando la tecnología fue avanzando, ya no para instalarnos en la biblioteca, sino obtener el préstamo de un libro, sólo el tiempo para una fotocopia, en pre grado, a veces agotando el monto destinado al básico porque en biblioteca central, había pocos libros para los 1 800 que cada año ingresaban, más los que se quedaban por bica o trica. En especialidad y posgrado, si bien las bibliotecas de facultad, tenían menos demanda, las lecturas fueron creciendo a medida que las fotocopiadoras vecinas fueron instalándose. Hoy todo es completamente distinto.

En mis tiempos de pre y posgrado (1981-2000), la tarea para debatir o sustentar argumento era leer autores y obras a veces completas, por esa razón y mi experiencia de sobreviviente, desarrollé la estrategia de “syllabus entregado y ficha obtenida” así como “separación de libro antes de nada ganando por puesta de mano”, ahora basta hacer un clic iluminar y la gran magia del copy & page, pese a que las lecturas se han comprimido a separatas y artículos.

Hoy no imagino leyendo a alguien de pregrado historia en los volúmenes Arnold Toynbee, Basadre, Alberto Flores Galindo o biología de Claude Villee, sólo para conocimiento general que nos fue omitido en la secundaria. O en una especialidad como el Diploma de Género (a estas alturas ya maestría) devorando a Simone de Beauvoir, Georges Duby, María Emma Mannarelli, Judith Butler, Hannah Arendt, Susana Chiarotti, Marcela Lagarde, Juliet Mitchell, Nancy Chodorow, Caroline Moser, Maxine Molyneux. Y en Maestría de Sociología releyendo a Carl Marx, Max Weber, Émile Durkheim y Talcott Parsons, Niklas Luhmann e incursionando en John Forbes Nash, Jean-François Lyotard, Jean Baudrillard, Michel Foucault, Manuel Castell.

Entre mi hacer de hoy y el acontecer de la partida de Néstor de esta nuestra dimensión, escribo tal como lo recuerdo en su centro de poder y posesiones que era la Biblioteca Central de la PUCP y el Sindicato de la PUCP. Con esa sonrisa afable y pasos cansados detrás del mostrador, en su ir y venir para proporcionar los libros de especialidad, para demandar y defender derechos, mientras desplegaba su apoyo solidario.

Néstor y sus compañerxs de labores me conocían como ratón de biblioteca, por esa mi práctica de estar subiendo y bajando escaleras, pidiendo cubículo, instalándome en una carpeta individual hasta desaparecer mis cuatro letras en esas duras y macizas sillas de la biblioteca de día y noche. El especialmente, en su postura de señor bibliotecario, siempre me animaba y facilitaba el acceso especialmente en tiempos de exámenes donde la biblioteca desbordaba, así convivimos como parte de la comunidad PUCP entre 1981 y 2010.

El 22 marzo del 2012, coloqué una nueva foto de portada en mi Facebook, mientras estaba detenida tras mi accidente de febrero, recordando las incursiones al parque vivo de mi barrio con mi nieta Mayu. En esa portada me escribió mi amiga Esther Ruiz de colegio secundario, siendo motivo para reencontrarnos con la promoción y celebrar navidad tras 36 años.  Al año siguiente asistí a su cumpleaños. Grande sería mi sorpresa al descubrir que Néstor era el hermano mayor de mi querida amiga Esther de adolescentes.

Néstor se había jubilado, yo investigaba y dictaba cursos online de educación continua en la PUCP  de modo que nuestras nuevas ubicaciones nos permitió compartir nuestras mutuas percepciones de nuestro ser, estar y hacer en la comunidad PUCP abriendo las puertas para la confidencia, con esa complicidad que la amistad permite,  en medio de un nuevo escenario, teniendo como lazo común nuestro amor por Esther, así como su práctica y mi tránsito por la militancia de la fe católica en el Movimiento de Trabajadores Católicos de la corriente de la Teología de la Liberación, que fue nuestro segundo eje de conversa.

Mientras yo me había transformado en suspicaz, teniendo como contexto la crisis moral que aquejaba fuertemente a la institución de la iglesia católica en el país y el mundo, gracias a los silencios y malas prácticas de sus representantes. Él no sólo se había mantenido, sino renovado y visionaba con optimismo, esperanza y fe en el futuro. Mucho más, tras su jubilación que lo liberaba de su activismo y compromiso sindical, había destinado parte de ese tiempo para reincorporarse activamente a dinamizar la comunidad cristiana de su parroquia, cuando me contaba de los haceres colectivos, le brillaban los ojos. Recordándome ese fuego de los setenta, que nos movilizó a todxs en el compromiso de la fe y lucha por una sociedad justa, igual y de amor al prójimo que hizo creer a muchxs que la revolución estaba a la vuelta de la esquina.  Así es como vi rejuvenecer el espíritu y brillar la sonrisa de Néstor.

A partir de entonces, nuestros reencuentros fueron siempre en los cumpleaños de Esther a los que no volví a faltar hasta que la pandemia nos detuviera. En medio de cada celebración nos separábamos un momento de todxs para compartir nuestras percepciones, haceres y proyecciones.  Así es como en lo personal y familiar supe que asumió como uno de sus retos vivir intensamente a su esposa, compartir y tratar de inocular en sus hijxs y nietos su compromiso de fe y apuesta por lxs otrxs, yo anoté, no te olvides de dejar como herencia tu optimismo y sonrisa. El me respondió: “en eso trabajo, hay Néstor para rato”.

Y también, así es como supe en los dulces humanos en que nos habías convertido ambos, él una vez más con más deporte y optimismo brindó por ello, en contrataste con mi postura de abstemia, cambio de estilo de vida, desprendimiento de hábitos exigentes y cuidado consciente.

Hoy Néstor, acabo de enterarme que te has ido, esta vez la muerte se adelantó a nuestro reencuentro de marzo. No imagino cómo transita este momento mi querida Esther con quien me solidarizo con sus sentimientos. Así como con tu esposa, hijxs y nietxs.

Por nuestras conversas, sé que tu tiempo de jubilado, fue de pleno  amor familiar, de entregas a tu familia, viviendo intensamente a cada unx y por extensión a lxs amigx.

Doy gracias al universo, que nos permitió la posibilidad de reconocernos en un espacio privado durante estos cuasi 8 años, habiendo convivido humana y solidariamente 39 en espacio público-privada como es la comunidad PUCP para quienes nos hacemos parte de una vez para toda la vida cada unx de nosotrxs.

Descansa en paz Néstor, que tu fe te permita alcanzar el estado y al Dios que animó la fe de toda tu vida, tu misión y hacer.

Que tu sonrisa se sume a la luz universal y nos ilumine en este tiempo que transitamos por noches oscuras, penumbras y frágiles amaneceres por las pandemias de salud, económicas, políticas, sociales y culturales.

Adiós amigo de muchas vidas paralelas, hasta cuando nos hallemos en otro estado y dimensión.

martes, 26 de enero de 2021

IN MEMIORIAM WALTER JAVIER VARILLAS VILCHEZ

Hay Walter Varillas, amigo complejo, de esos que hallas por la vida cuando menos esperas, lleno de sueños políticos y contradicciones humanas que a veces le jugaba malas pasadas. Te has ido en este tiempo de partidas masivas sin despedida, tú que creíste que de enfrentarte con la muerte, la convencerías sin mucho esfuerzo que pasara de largo, primero porque solías decir que la muerte después de todo era mujer y porque tenías muchas agendas, unas con sombrero de Sancho Panza, otras con armadura de Quijote o disfraz de Camaleón, no puedo menos que recordar lo vivido y compartido. En memoria a ello contaré con tu rubor y permiso el lado humano/profesional de cómo nos conocimos e hicimos amigos, dejando a otras/os la tarea de dibujar tus haceres, hazañas y más, porque si tras pasar por esta vida, hablan y escriben sobre nosotras/os, es porque vivimos como decidimos hacerlo. 

A Walter lo conocí, de retorno a Lima tras mi tiempo en el sur, a través de una de las primeras consultorías cuando me hice free lance, por el impacto de la política de radicalización del neo-liberalismo de Fujimori que no sólo cerró empresas públicas, sino que tercerizó tanto la mano de obra  sólo como fuerza de trabajo o calificación profesional con expertis bajo la modalidad de servicio de terceros y tributar como cuarta categoría.

De pronto miles nos vimos libres y arrojados literalmente a la calle, a ese mercado de trabajo salvaje donde la ley de la oferta y demanda decide,  sin importar quién es quién, en tanto las empresas, universidades, se reacomodaban y moría la célula viva. Lo más impactante por lo menos desde mi experiencia es aquello que pasó con las Organizaciones No gubernamentales –ONGs que entre 1979- 1992 tuvieron su auge, inventando nuevos modos de ser y hacer políticas en los diversos campos del desarrollo como de los movimientos sindicales, feministas, nativos, etc. De pronto fueron involucrados en una relación triangular: Cooperación Internacional, APCI (Estado) y ONG, como todo trío tóxico, derivó más pronto que inmediato, hacia la subordinación de los proyectos, relaciones, prácticas y puestos de rodillas en una relación donde dejaron de importar las necesidades e intereses de la población destinataria.

En adelante los proyectos pasarían por el tamiz del Estado,  ergo sólo se aprobaría aquellos que ofrecieran viabilidad, sostenibilidad y sustentabilidad, nuevos términos que se acuñaron para sustituir a educación popular, círculos de estudio, conciencia, organización, movilización. Se inventaron las estrategias de concertación y mesas de trabajo que fueron diseñadas   entre iguales,  para aplicarse entre desiguales. Instituciones, profesionales y poblaciones reinventaron proyectos omitiendo las exigencias de procesos sociales de información, criticidad, reflexión, conciencia, participación, democracia, alternancia, autonomía, gestión y rendimiento de cuentas, prerrequisito para todo lo demás. El golpe de gracia vino con la manipulación de las estadísticas, aparecimos en el plano internacional como país con alto per cápita (significa que cada peruano/a para 1996 tenía 4 579 dólares de poder de compra)[1],  siendo reorientado el apoyo internacional al tercer mundo.

En tanto la corrupción, manipulación, desmantelación,  clientelaje y coptación de las principales organizaciones populares era tragada sino seducida por el sistema. Por cuando no ha de extrañar que hoy encontremos en la mayoría de  las/os organizaciones populares a las/os mismas/os dirigentes que nacieron en ese tiempo,  enquistados en el poder donde no hay o sólo existe una escuálida base social, por cuanto no hay capacidad para la alternancia, renovación y crecimiento;  algo así como una careta grotesca de Fujimori, pequeñas/os Kenya o Keikos haciéndole el juego o mostrando que como aprendices, son mejores que sus mentores.  

Es en ese contexto donde muchos de las/os profesionales en unos casos fuimos conminados, en otros elegimos la libertar en términos de Sartre “Estamos solos, sin escusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado porque no se ha creado así mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.” (Sartre, 1949, 37)[2]

Era setiembre de 1996, cuando mi entrañable amiga Charo M. me convocó para una consultoría institucional con perspectiva de género que ella no podía asumir completamente porque estaba desbordada de encargos. Así es como conocí a una de las tantas ONG en zozobra ad portas del cierre, que seguían con un pie en prácticas previas  y la otra en exigencias post 1992, resignada a cerrar como muchas ya lo habían hecho, pese a realizar una labor notable y valiosa que requería una evaluación externa desde la perspectiva de género y otra desde la gestión institucional.

Walter mientras transitaba por su experiencia de alcalde de Alis, era co-director de esa ONG conducido por un colegiado de tres (una abogada, él que era sociólogo y un médico).  Lo pienso, inclusive en este momento pero no encuentro el nexo que le permitió, comprometerme con una necesidad municipal  en medio de una evaluación institucional, así por  arte de magia terminé incluyendo un diagnóstico situacional y la proyección de trabajo con perspectiva de género en la municipalidad Alis y viajando hacia allí.

Durante nuestro trayecto, mientras él manejaba  una camioneta rural  me atribuyó  el papel de terapeuta, desgranándome su historia con pelos y señales. Sus venturas y desventuras, sus amores y desamores, sus dones y debilidades, mirando por el rabillo del ojo, sobre el impacto de su narrativa en mí ante cada capítulo, descubriéndose como enamorador empedernido. Aquello que él no sabía, es que ya me había leído toda la novela desde Corín Tellado, pasando por las mexicanas, brasileras, españolas  hasta los de Cowboy, así que nada era nuevo para mí. Conocía todos los argumentos de los hombres desventurados que van de aventura en aventura, habiéndome convencido que mi diploma de psicología no era para ser psicoterapeuta personal y menos ir al rescate de hombres desvalidos por elección propia. Eso le quedó claro durante la primera parada de nuestro viaje para desayunar.

De modo que cambió de estrategia, se vistió de padre amoroso,  político y estratega, mostrándome a lo largo del viaje cada lugar que él creía atractivo y capturara mi cooperación y fidelización profesional en el futuro. Siempre pienso que cuando las personas establecen reglas claras desde el inicio de una relación esta fluye como el agua, así que ambos disfrutamos del largo y pesado viaje por una de las carreteras más difíciles del país –por lo menos en aquel entonces-, como dos aliados por el desarrollo con igualdad de género, aun cuando el género a él le sabía a sebo de chicharrón. Y hablando de ello, tomamos desayuno de tamales con chicharrón, camote y café en Mala, almorzamos en Cañete, yo Sopa seca con Carapulcra y él cabrito con su cerveza, nos detuvimos en Lunahuaná para comprar miel de eucalipto y  nísperos, algo que no conocía y tampoco  he vuelto a hallar en otro lugar del país.

A lo largo del camino, nos aprovisionamos de toda la fruta posible porque aseguraba que en nuestro destino se carecía de ello. Ya bien avanzada en la ruta, se detuvo en una posada de camino para cenar, porque él podía hacer todo y hasta dejar de hablar, pero no dejar de gratificar a su paladar y satisfacer a su humanidad. Yo apenas probé bocado, me sentía pésima, no podía atribuirle al viaje, porque había transitado hasta ese entonces por todos los caminos del país, así que nada me sorprendía, salvo incorporar una nueva foto de recuerdos, pensé en que animada por Walter, había comido demasiado aderezo y grasa junta que no había  hecho en mucho tiempo.

Una hora antes de llegar a Alis, empecé a sentir unos dolores al costado derecho que fue intensificándose a medida que pasó el tiempo, no tenía idea de lo que me sucedía, porque entonces mis salud era meticulosamente programada, si tocaba enfermarme debía ser el viernes, de modo que lo enfrentaba sábado y domingo, para estar lista y en actividad laboral, académica y militante el lunes. 

Pese a su destreza en el manejo y los tiempos programados, llegamos a Alis con retraso, yo retorciéndome de dolor, con sudor frío por todo el cuerpo, las/os organizadores nerviosos/as por el retraso y las expectativas de las personas.

Walter me dijo, que me veía sumamente pálida, que si me sentía indispuesta podíamos postergarlo para el día siguiente. Su secretaria, con mucha delicadeza le dijo: “Doctor, han venido de todos los caseríos, están esperando a  la doctora hace más de una hora”.  Yo le dije: “No te ocupes, sólo consígueme una taza de muña con ruda todo estará bien”, mezclé el medicamento para cólicos de mi tía Juana Herrera y doña Angélica Iraula. Ahora que lo pienso todo está en la mente sería el ambiente o la adrenalina que me mantuve sin desfallecer, sin embargo, esta no sería la única vez que facilité un taller de más de tres horas desgarrándome por dentro.

No había electricidad justo esa noche, se había descompuesto al igual que yo su generador, literalmente de las/os alisinas/os porque lo habían construido sin apoyo de Estado. Iniciamos la reunión alrededor de las seis que es noche cerrada en los pueblos andinos, en su caso más, porque se trata de un pueblo franqueado circularmente por cerros donde la luz del sol cae perpendicularmente sólo a medio día. Fue una reunión de diagnóstico sobre relaciones entre hombres y mujeres, que jamás olvidaré, al igual que las/os participantes y seguro que él tampoco.

Eran alrededor de medio centenar de mujeres y hombres andinos, en la semi penumbra, sentados en bancas y suelo, separados por sexo. Walter como alcalde me presentó. Yo empecé disculpándome por la demora,  e inicié indagando desde dónde venían y cómo lo hicieron, su pre-ocupación y ocupaciones, necesidades, intereses, saberes. Así a modo de diálogo, sin papel  ni lápiz, sin plumón ni paleógrafos, sin proyector ni PPT. Hablando bajo la luz inestable de un candil, casi sin vernos los rostros pero adivinándolos gestos, como suelen hacerlo nuestras/os ancestras/os. Tocando su ser, sentir, querer, presentir y pensar.  

En más de un texto y experta/o de trabajo andino, solía leer que el tema de la sexualidad es un tabú, que de eso no se habla sólo se hace y discurre. Confirmé que un estudio o dos, siempre suele ser micro y tan lejos de otras verdades. Con alisinas/os hablando de sexualidad en diversos tonos y decibeles, nos llevamos más de tres horas, donde tanto mujeres como hombres hablaron de sus percepciones, frustraciones, alegrías, expectativas y quereres. Nadie se quería mover, hasta se me antojó que se trataba de una velada de nuestros sentires y conexiones humanas. Terminamos noche cerrada, yo en trance más allá del dolor, pregunté: ¿Cómo salió?, ¿Qué les pareció?

Walter estaba deslumbrado, me dijo: “Catalina, que es lo que tienes y como eres capaz de hacer hablar hasta las piedras”. Le dije: “Celebro que nadie se diera cuenta  que estaba enferma”, mientras me dejaba caer en la primera silla que encontré. La secretaria, como sólo sabe ser una secretaria, llegó con la promotora de salud, me inyectó una buscapina a la vena  y volví a la vida, al retornar a Lima, tendría mi primer diagnóstico de vesícula perezosa y un cálculo con órdenes de operación impostergable (hasta hoy). Allí conocí a su prima Delfina Varillas, quien se acercó y presentó como tal,  seguro que ella tiene memoria de aquella reunión, nunca lo hablamos, pese que más adelante nos encontraríamos en la maestría  y los talleres de la PUCP.

Tras esta experiencia, así como la evaluación del proyecto en la comunidad de Surco, Morococha, San Vicente, etc. pude  recomendar una reingeniería   integral y la transversalización del género tanto al interior de la dinámica institucional como en los proyectos de intervención, la ONG no sólo se re-dinamizó sino transformó en fuente y referente de expertos en proyectos de desarrollo y género. Alis no sólo tuvo más proyectos, fue una de las primeras comunas que elaboró su plan estratégico en 1997, sin dejar de hacerlo periodo a periodo. Cada uno de los directores se especializó desde salud pública con enfoque de género, hasta diseño, planificación y evaluación de proyectos con enfoque de género.

Walter se reinventó con cada nuevo cambio en el horizonte sin dejar de ser militante, fue todo lo que se propuso ser, pero sobre todo con el tiempo, el amor por la vida se focalizó en  sus hijas y sus descendientes, dejó de llamarme doctora, que era una muletilla en él para decirme profesora o sólo Catalina. La vida nos volvió a juntar desde otras orillas, él sin dejar de combinar lo humano/ profesional/ político. Yo en mi papel de consejería profesional y amiga a quien solía decirme que no podía contarle el cuento ya contado.

Descansa en paz Walter, allí donde estés sigue cautivando a quien quiera oírte como creerte, sigue proyectando y haciendo lo que te venga en gana.


[1] Congreso del Perú. Evolución Económica del Perú 1990-2010 http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/997DD9A6365FC18805257D8F0061B2CC/$FILE/1_pdfsam_evolucionsocioeconomicadelperu.pdf  

[2]Sartre, Jean Paul. (1973). El existencialismos es un humanismo. Buenos Aires: Sur [6, L'existentialisme est un humanisme https://www.ucm.es/data/cont/docs/241-2015-06-16-Sartre%20%20El_existencialismo_es_un_humanismo.pdf ]

domingo, 1 de febrero de 2015

IN MEMORIAM DE MANUEL BENITES

Cerrando y abriendo un día enorme, perforados profundamente con tantos sentimientos y emociones encontradas. He llegado a casa en medio de una lluvia torrencial, increíble en una ciudad emergida del desierto, gracias a la meteora Gina Galvez Velarde, que me aproximó a mi casa rondando la dos de la mañana. Ya en ella, tras sortear una segunda inundación en el mes, he encendido una segunda vela por Manuel Benites Llanos, mientras buscaba alguna foto sin éxito, así que decidí escribir para dejar que mi alma levite, fluyan mis sentimientos una vez más tras el registro abstracto de un escrito que no llegará a ser texto, más quien sabe por esos misterios del universo, llegue de algún modo a su destino por las vías del internet. 
Todo empezó con la llamada de Gustavo M.  ayer por la noche. Vivificando mi fuente inagotable de bromas que van y vienen entre ambos,     en nuestra larga relación de tira y jala en lo académico, político,   inte-género, social, amical. Es   uno de los escasos compañeros traducido en amigo, con el peso de su significado, de una relación sin tapujos ni medias tintas como suele ser nuestro vínculo. Con Gustavo es posible re- sintonizarse sin mediación de tiempo, poder, honores, gloria, nombre y   protocolo que prontamente adoptan algunos hombres (sin duda unos más que otros) y por qué no, también algunas mujeres (felizmente son muy escasas) que incursionan al espacio del poder público aun siendo ciudadanos/as enanos/as, porque jamás crecen en compromiso y práctica,   ni tienen vocación de servicio público, pero sí el insaciable deseo de servirse.
Desde mi experiencia relacional, afortunadamente, son más hombres   que mujeres, quienes suelen adoptar actitudes y conductas grotescas de protección, espantando a los espectros de su pasado, porque para ellos sólo cuenta el preciso momento que se transformaron en sapo, siempre me pregunto ¿Por qué prefieren borrar la previa condición de renacuajo?
No es de extrañar, que bajo esa lógica   una amiga irreverente es sinónimo de   amenaza subversiva, alguna vez alguien me dijo: “En verdad te temo, porque no puedo imaginarme que eres capaz de expresar en voz alta”, se refería a mi memoria fotográfica de elefante, acentuada con los años. Mientras él afirmaba eso, volví a recordarlo cuando era renacuajo y lo vi tal cual era antes y después, para tranquilizarlo alcance a decirle: “Te puedo asegurar que puedes esperar no más ni menos de lo que fui testigo. Pero no te inquietes, es un esfuerzo que tengo reservado paro los amigos, para cuando todas las   hojas del calendario se hayan agotado y necesitemos   memorias de a dos para reírnos de quienes intentamos ser, dejamos de hacer y pasar, llegamos a ser e hicimos”.
Con Gustavo hemos descubierto que aun cuando pase el tiempo, el no intentará negar que fue renacuajo, ni yo esperaré al final de los calendarios para reírnos de nosotros mismos, como lo hicimos desde cuando nos conocimos, porque cada vez que hay oportunidad nos reímos a morir, en verdad creo más él que yo. Por eso no imaginé la sorpresa del que suelen estar preñada  una llamadas tras   larga hibernación y silencio.
Deteniendo mi ímpetu me dijo   esta vez llamaba por una situación sentida. Me contó que hace un mes (29 diciembre), Manuel Benítez había fallecido. Siguió hablando mientras experimenté un dolor en el vientre, como de un golpe inesperado o la perdida de estabilidad bajo los pies.
En medio de los detalles y tras colgar el teléfono, recordé a Manuel, aquel compañero de maestría   cerrando los noventa, quien bordeaba los tiempos de jubilación, alto, fornido, formal, protocolar, ex viceministro de educación del primer gobierno de Alan García. Uno de los pocos apristas que respeté en su militancia, porque con sencillez y firmeza se desprendió de su caparazón de militante disciplinado   de un partido que cuida mucho de las formas, para decirme que a sus años había retornado a las aulas, para reciclar, remirar lo vivido,   prepararse bien y a la altura de las exigencias de los nuevos tiempos para cuando su partido volviera a gobernar.
Tuvo suficiente proyección   para saber que el APRA tendría un segundo gobierno a pesar del desastre que fue el primero, con el mismo candidato y gobernante también reciclado -por él supe que García estudiaba la social democracia en el exilio (1998)-, lo que no vio venir es que un militante de la vieja guardia, reciclado, consciente, comprometido y con nuevas formas de pensar y hacer lo público no tendría cabida en el segundo gobierno, salvo que se transforme en operador silente, ciego, sordo y mudo.  
Recordé, cómo al ser desbordado por la teoría sociológica desplegada primero por Guillermo R. y Luego por Martín T. , se me aproximaba   para decirme: “Compañera   he vuelto a las aulas para estar preparado y servir al país y el partido cuando volvamos a ser gobierno, el país hoy exige que estemos preparados. Pero me cuesta,    no entiendo cómo hacer para comprender estos ladrillos, me esfuerzo pero en verdad no entiendo”.
O ante mi conducta no convencional con el estereotipo de ser mujer: “Compañera me quito el sombrero, en tantos años de militancia política y quehacer público no he hallado una mujer que pueda desplazarse con tanta seguridad, desenfado e irreverencia como usted, si hubieran mujeres así en el partido otra serían las cosas”.  Yo solía bromear diciendo que era como me describía, justamente porque no era de su partido, pero que yo no era un bicho raro, tampoco la excepción, puesto que las cosas empezaron a cambiar desde mediados del siglo XX, donde mujeres de quienes no alcanzaba a ser   pálido reflejo, marcaron la diferencia. Que si hubieron mujeres valiosas y excepcionales en el APRA como Magda Portal[1] y otras como ella, lamentablemente su partido discolo la desperdició. 
Replicaba con vehemencia: “Compañera son excepciones y disidencias que hasta hoy no comprendo y hay diversas versiones”. Yo argumentaba, que la práctica y perspectiva política de las mujeres se tornaba desentrañable al igual que   la teoría sociológica de Weber, Althusser, etc.  si es que no abrimos la mente, si seguimos pensando bajo teoremas anacrónicos, si estamos distanciado de otros pensamientos y perspectivas por viejos prejuicios.
Por eso, sólo  si nos abrimos a comprender el pensamiento del otro y la otra bajo sus categorías y no la nuestra, podremos aproximarnos a su perspectiva y comprenderlo/a. Y que   después de este esfuerzo de comprensión -en y desde su perspectiva-, solo en ese momento, será posible contrastarlo con nuestra perspectiva.
Manuel   con mucho esfuerzo y tenacidad lo comprendió, fluyendo entre la teoría sociológica moderna y pos-moderna, entre el marxismo y neo-marxismo pese a la dureza de las exigencias analíticas. En nuestra relación,   nuestras conversas inicialmente complicadas sobre políticas y género pasaron a ser un verdadero intercambio. En ese proceso   dejó expresarse la sensibilidad humana, su verdadero sentido ético y moral en la política.   
Una vez luego de mucho tiempo nos volvimos a encontrar, deteniendo nuestras urgencias, entramos  a conversar en un café, me dijo: “Tomemos un café compañera como en los viejos tiempos”.  Una vez más advertí en esa conversa, su lealtad a prueba de todo, su compromiso y esperanza por sobre todo. Y como buen caballero  guardó los detalles, mientras  me dijo: “Catalina, ahora comprendo mejor lo que solías decir, he aprendido mucho más en este mi tiempo que todo el previo sobre la política donde no hay cabida para la ética, pero sabes soy terco confió en que cambie el país y las nuevas generaciones, por eso no abandono la educación, por eso persisto con mi instituto”. Aquel instituto donde nos acogió para celebrar la llegada de la primogénita de Allison y en ese gesto su desprendimiento y generosidad.
Esta es la arista por donde me asomé a la vida de Manuel Benites Llanos, durante dos años de estudios de maestría en sociología, ingresando por la ventana de las exigencias académicas hasta situarme en el centro de su humanidad. Seguro que habrá mucho que decir sobre su tránsito por este tiempo y dimensión, en mi caso he optado una vez más por liberar mis sentimientos, compartiendo un breve trozo de quien en vida fue y se enlazó a mi historia.
Sé que estás en paz querido Manuel, porque  hallaste a tiempo, esa paz que a todos/as nos llega cuando se descubre la misión que cada quien tiene en esta vida y se entrega a ella plenamente.