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sábado, 16 de marzo de 2019

LAS DOS “M” DEL PATRIARCADO: MACHISMO Y MARIANISMO


El sistema patriarcal, se mantiene y refuerza, gracias a la presencia de una cultura machista y otra marianista que está en la base de la relación de la mayoría de hombres con las mujeres, algunas mujeres con los hombres y entre las propias mujeres, especialmente cuando liberan de responsabilidad y estimulan la virilidad, fuerza y poder de los varones de su entorno sobre la pareja, hijas, otras mujeres y miembros vulnerables de la familia[1].

Las relaciones conservadoras y/o machistas de hombres y mujeres respecto a los hombres y sus congéneres, se encuentran en un estado de falsa negación de los cambios y la entrega de sus esfuerzos a que los privilegios de poder del  sistema patriarcal que benefician a hombres en perjuicio de las mujeres permanente inalterables.

Obviamente el interés de los hombres es no perder sus privilegios, en tanto que las mujeres, se encuentran inspiradas tanto en el miedo al cambio por aferrarse a los minúsculos privilegios que han acumulado, como por la incertidumbre que les genera aquello desconocido.

En tanto que ambos mujeres y hombres, se resisten a los cambios,  están aterrados porque no saben cómo funcionar bajo pautas de igualdad de derechos y obligaciones como la libertad individual.  Sólo este hecho de reconocer su miedo, los(as)  debiera hacer más permeables y defensores de la educación de relaciones de  género para  niñas(os), sin embargo reaccionan contrariamente, como queriendo condenar a las siguientes generaciones a sus propios padecimientos.
El machismo para su permanencia y reproducción, requiere de una legitimación y soporte, esto  lo encuentra en una cultura marianista que viene a ser su balance como suele decir María Mercedes Velazco[2], es la otra cara de la medalla. El Marianismo es la concepción y prácticas de costumbres y valores,  donde las mujeres se asumen superiores al varón en ética, moral, sacrificio, bondad, cuidado de la prole, la familia. Para ello asumen roles de madre, esposa, hija, hermana, compañera, criada, cuasi esclava.

Las mujeres marianistas, suelen auto designarse o son designadas por quienes tiene el poder como guardianas de la religión, cultura, los valores, las costumbres, la ética, los mitos, las leyendas, los símbolos y el discurso de una sociedad, asegurándose que el mundo permanezca inamovible[3], inclusive esta idea y práctica se extiende hasta la política[4]. Según Fuller (1985), las manifestaciones de machismo y marianismo, no son necesariamente binarios ni únicos, sino graduales hasta cuasi jerarquizados[5] dependiendo del contexto y la dinámica de cada sociedad.

Bajo este soporte y alianza incondicional entre patriarcado, machismo y marianismo,  el sistema patriarcal sólo ha sufrido algunos rasguños que le han obligado a:
  • Ceder algunos derechos a las mujeres, bajo forma de concesión. Porque dura un tiempo, para luego ponerse en cuestión y regresionar,  como sucedió en el caso peruano, con la ley de descanso del pre y post parto, lactancia para madres trabajadoras, las cunas en los centros de trabajo con más de 50 mujeres, la edad de jubilación, el no despido por maternidad, etc. Obligando a que la lucha feminista, vuelva a ocuparse de algo que creyó conquistado, dejando entre paréntesis los pendientes y debilitando la atención a los de turno.
  • Reconocimiento con trampa y/o sin aplicación, hay muchos ejemplos al respecto, es decir se aprueba la ley y no se reglamente o se aprueba sin el espíritu que lo impulso. Es el caso del aborto terapéutico, por riesgo de vida de la madre, o bajo situación de embarazo por violación; el encarcelamiento del padre ante el incumplimiento con la prestación de pensión alimenticia; la aplicación de la cuota de género en los procesos electorales e instancias de poder político del Estado; la paridad y alternancia en los partidos políticos y el sector público, entre otros y
  • Inofensivos o consoladores, se refieren a derechos que atienden a las formas pero no son vinculantes ni cambia la relación entre mujeres y hombres, con prácticas institucionales y toma de decisiones que han mantenido su dinámica y sistema con costos tanto para mujeres como hombres. Por ejemplo el Ministerio de la Mujer en el Perú, que desde sus inicios se ha ocupado de todo menos centralmente del problema de la situación y condición de las mujeres. La Policía Nacional donde si bien ingresan mujeres su situación y posición es de carácter tradicional.
  • Sin posibilidad de retorno, son los derechos conquistados que no pueden ser confiscados ni retroceder, si bien aparecen como pocos, son los que han posibilitado la conquista de otros derechos: el voto, la emancipación, la educación, el trabajo, el matrimonio libre y consentido, el reconocimiento de puestos de trabajo sin sexo, el lenguaje inclusivo.
Los Hombres y sus dilemas ante los cambios sin retorno

La mayoría de mujeres que hoy bordean los cuarenta años, saben qué quieren, pueden, cómo ser y a dónde ir. Los hombres de su misma edad, en su mayoría se descubren confundidos, no saben cómo ser, qué hacer ni a dónde ir[6]. Algunos confiesan que no quieren casarse ni tener familia, porque no saben cómo lidiar con sus proyectos personales, de pareja y prole. Quienes no se han casado suelen decir que están bien y han descubierto que lo bueno respecto a sus pares es no haberse divorciado ya dos veces.
Algunos(as) expertos(as) en estudios de masculinidades, han denominado a ello crisis de la masculinidad[7], personalmente creo que son procesos desfasados y desconectados entre mujeres y hombres.
Las mujeres con derechos, también han nacido en medio de familias y sociedades que les restringen y niegan culturalmente el ejercicio de sus derechos. Siendo el mercado como la era digital aquello que amplía la oferta de otros modos y mundos posibles, en medio de un contexto de cambio e inestabilidad permanente donde requieren hacerse fuertes y autosuficientes[8], sin embargo recordemos que no se trata de un mercado a favor de la mujer, sino que se adecua en función del potencial de consumo y cliente que es la mujer[9] con poder adquisitivo, pese a ello se tiene a favor que se amplía el espacio para la expresión y reflexión.

A los hombres esas mismas familias y sociedades les han seguido notificando que sus privilegios se han mantenido inalterables, socializándolos para seguir siendo el fuerte y valioso de la especie, sin necesidad de esforzarse, ni competir, solo estar y ejercer con más poder que antes, por los avances de la ciencia y tecnología. En tanto que la práctica de su familia de origen se alejaba del discurso y de su propia experiencia personal, la madre ya no es la tradicional ama de casa ni el padre es el único proveedor, aun cuando ella siga teniendo doble jornada de trabajo.

Los varones formados por madres que cambiaron el mundo y su mundo, a veces en soledad y brazo partido, en otras en un proceso exigente de ambos madre y padre de ser diferente a sus historias;  no dudan que las mujeres tienen igual capacidad, competencias y derechos que ellos, por cuanto su identidad se ha afirmado sin mayor tensión ni altibajos que su propia lucha en hacerse de aquello que pretende ser, compitiendo tanto con mujeres como hombres donde, quien gane sea el mejor o colaborando para experiencias o triunfos colectivos.

Aquellos que se hallan atrapados en un doble discurso socio-familiar-cultural en contraste con una realidad inmediata como mediata donde el modelo de masculinidad de sus padres y abuelos no sólo está en cuestión sino aparece obsoleto. Y ellos como hombres nuevos,  se sienten rebasados por un mundo globalizado, digital, competitivo y cambiante, que le impide o dificulta más tener proyecto de vida.

La angustia del quiebre entre el ser y debe ser arroja a los nuevos hombres hacia diversas apuestas:
  • Asumir el discurso, tomando por la fuerza aquello que cultural, mítica y simbólicamente “le pertenece” imponiendo su voluntad y aniquilando a quien se oponga o rebele, por tanto la agresión contra la mujer se torna más brutal que antes.
  • Reconocer que la realidad es otra y hacer uso de su capacidad de reinvención, reentrenando su percepción, flexibilizando sus patrones, asumiendo los cambios como retos y comprometiéndose con su propio cambio y la reconfiguración de su propio ser en relación con otros(as).
  • Culpar a los otros de su discapacidad y renunciar al cambio, acomodándose entre las fallas sociales, culturales, políticas y económicas, en una tensión permanente entre el discurso y la práctica hasta cuasi la esquizofrenia.
  • Acomodarse, mimetizarse y revertir en favor, hay quienes van sobre los beneficios del cambio, apareciendo como víctima y victimizado en una soterrada lucha y culpabilizacion de su situación a las mujeres por haber dejado de ser, aquello que fueron sus madres y abuelas, son los que reclaman “Un Día Internacional para los Hombres”.
Algunos se zambullen y renuncian a todo una vida por un instante, otros descubren que hay que hacer camino al andar y algunos se hacen aliados de las luchas por la igualdad. A ellos al igual que ellas, el mercado y la realidad les muestra que no tienen el poder ni la condición del más fuerte, que no cuentan con referentes afirmativos y si quieren hacerla diferencia tienen que embarcarse a construir, reinventarse.

Pasos que animan

Los cambios y oportunidades de vivir en igualdad de derechos que asuma y haga suyo tanto mujeres como hombres de hoy, va a depender de su habilidad para hacerse cargo de sí misma(o) y de su familia futura, si apuesta por ella, entre tanto esto sucede, enfrentamos un escenario donde coexisten y perviven los diferentes modelos, cada quien esforzándose por no extinguirse.

Pueda que esta convivencia y proceso explique en parte la reducción de ciertas brechas y profundización de otras. La conquista de nuevas prácticas por mujeres y hombres en los diversos escenarios, como la brutalidad y extremos inexplicables de aniquilamiento por un feminicida individual[10] e institucionalizado sea al interior de un Estado democrático[11] o fundamentalista[12] respecto de la vida y el cuerpo de las mujeres.

Suele decirse que cuando la noche se hace oscura, es que está a punto de amanecer, quiero pensar como estoy dispuesta a creer, que tras este tiempo de atrocidad y lucha frontal de las mujeres en alianza con los nuevos hombres contra un sistema de organización social que niega la condición de unos respecto a otras, vendrá un tiempo diferente.

Un tiempo donde podamos mantener el 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres, como fecha memorable, para recordar aquello que vivimos y sufrimos e impedir que las diversas violencias contra las mujeres retornen a las vidas de nuestras nietas, bisnietas, tataranietas y tornen miserables a nuestros nietos, bisnietos, tataranietos… y así hasta cuando se difuminen nuestras huellas en el devenir de futuras generaciones.




viernes, 8 de marzo de 2019

8 DE MARZO DEL 2019: CAMBIOS Y PERMANENCIAS


Hoy 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer en nombre de todas y cada una de las mujeres que nos legaron su ejemplo, luchas, conquistas y vida en torno a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.

Al recordar a aquellas feministas históricas también rescatamos las agendas pendientes y aquellas otras que emergen como parte de este tiempo, constatando que a diferencia de ayer, hoy somos más y diversas[1] con nuevas alianzas y entronques.

Desde que un día como hoy murieron 146 mujeres calcinadas dentro de una fábrica de camisas en Nueva York (1857)[2], se fueron sumando a la historia feminista, las luchas colectivas e individuales de mujeres contra la indiferencia de los Estados. Logrando que en 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declarara al 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer[3].

A partir de ello, mucha agua ha corrido bajo el puente a lo largo de 118 años. Sin embargo, el fango bajo el agua que discurre, aparece más sinuoso a medida que pasa el tiempo y conquistamos más derechos, porque perviven resistencias y emergen reacciones de oposición, quizás más fieras y brutales que los producidos en tiempos fundacionales de nuestra historia humana  donde reinaba la ley de la selva “imponiéndose el más fuerte”.

En tanto que el agua que discurre bajo el puente, cuyo caudal se ha incrementado por el temporal, hoy bajo la figura del cambio climático, es impredecible en su crecida y furia, trayendo consigo turbidez y desechos tal como sucede con  la vida de las mujeres.

Cobrando relevancia la noticia que vende: “Mujer degollada en hotel”[4], “Mujer en cementada en un barril”[5], “Mujer quemada en cilindro”[6], “Restos de mujer en un cilindro”[7], “Mujer atacada con un destornillador”[8], “Mujer muerta a martillazos”[9], “Madre y bebé asesinados”[10];  dejando  de colocar en cuestión su situación y posición, para revertirlo. Contemplamos espantadas(os) como desbordar nuestra imaginación, la violencia contra las mujeres en saña[11] y crueldad[12] en cada rincón del planeta[13].

En plena era digital, aún existen sociedades que han hecho de aquello que nos distingue a mujeres de varones respecto a lo anatómico y biológico, el sustento para devaluar, discriminar, excluir, someter, explotar, abusar y asesinarnos con impunidad de unos respecto a las otras[14].

Tanto se ha exacerbado el odio de género, que el asesinado de un ser humano a otro es insuficiente para comprender, tratar e impartir justicia. Por ello denominamos feminicidio[15]  al asesinato de una mujer, realizado con poder y odio desde el feminicida, que generalmente suele ser un hombre, quien es o fue su pareja, bajo la condena del pensamiento simbólico de apropiación: “Si no es mía no será de nadie”.

Fenómeno que se incuba en la idea y práctica machista de que el cuerpo, pensamiento y vida de las mujeres puede ser poseído, apropiado, sometido. Reproduciéndose e incrementándose en el país, la región[16] y el planeta, interconectándose con otras formas de violencia[17] contra las mujeres, al punto que la Organización Mundial de la Salud de la ONU, la define como pandemia[18].

Al mismo tiempo que esto sucede,  la condición de reproducción y perpetuación de la especie humana a través del vientre de las mujeres, discursiva y simbólicamente es elevada al altar de la maternidad bendita, por ende, se sigue condenando oficialmente el aborto en muchos países.

Pero esa misma mujer, ya madre es también arrojada al infierno de Dante, sea porque su maternidad se ha producido fuera de los cánones establecidos,  o bien requiere y hasta demanda condiciones apropiadas para el cumplimiento de sus derechos sociales, económicos y políticos.

Debido a que persiste y reproduce un sistema de organización social patriarcal, que real y simbólicamente, impone el poder del varón mediante prácticas y costumbres culturales[19] teniendo a favor vectores como: la religión, el derecho, las instituciones, los acuerdos sociales fundacionales (constitución) y los sistemas productivos.
Si bien cada vez se denuncian más y se censura las prácticas que afectan el cuerpo, la salud, vida y futuro de las mujeres, estos se tornan más violentos.

Pareciera que la crueldad, deshumanización e injusticia que históricamente hemos experimentado como mujeres, se habría naturalizado bajo el manto del respeto a la diferencia cultural, sin embargo evidenciadas las prácticas que niegan nuestra condición humana, hace que elevemos la voz y nos movilicemos más número de mujeres y hombres, a medida que pasa el tiempo[20].




[1] https://youtu.be/JypV3kJl4uU
[2] https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/features/WCMS_152727/lang--es/index.htm
[3] http://www.un.org/es/events/womensday/history.shtml
[7] https://peru21.pe/lima/policiales/feminicidio-san-juan-lurigancho-hallan-restos-mujer-interior-cilindro-nndc-462118
[9] https://peru21.pe/lima/olivos-mujer-hallada-muerta-martillazos-interior-casa-459698
[12] https://elpais.com/internacional/2019/03/05/mexico/1551807618_628300.html
[15] https://xenero.webs.uvigo.es/profesorado/marcela_lagarde/feminicidio.pdf
[18] http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/18386/CD549Rev2_esp.pdf;jsessionid=4852812C887FF67DD0396032F2F4175E?sequence=8