jueves, 7 de marzo de 2019

HOY 7 INICIAMOS LA HUELGA 8-M: MI MADRE, HERMANA Y YO.

Mamá 8M 2009 Pque La Muralla

Mi madre va cerrando las ocho décadas. De un tiempo aquí enfrenta problemas de salud que nos vienen con los años, el cual mantenemos a raya, con los controles periódicos, visita
  a los servicios especializados,  cuidados   y medicación bajo la vigilancia permanente de mi hermana, la médica oficial de la familia.

Hoy las tres iniciamos la huelga feminista 8M, sin haberlo planificado dejando que fluya, en una palabra no hicimos nada más que ingresar al sistema de salud público y vivir para contarlo, en este momento que estamos nuevamente en casa todos(as)  juntas(os). Con tiempo para felicitar a mi hijo político por su cumpleaños y por supuesto celebrar entre nos el acontecimiento de 8M la Huelga de Mujeres.

No importa que  mi hija, nietas y su marido estén ausentes. Nosotros(as) igual celebramos a la vida, por el cumpleaños y porque mamá está en casa, pese a todo lo vivido, cuenta  con tratamiento de corto, mediano y largo plazo en perspectiva. Ya tendremos espacio para celebrar en multitud.

Todo podía quedar allí, pero  hace tanto que no he escrito en esta ventana que decidí hacerlo debido a varias aristas que han emergido este día y seguramente continuarán en el futuro. Escribo hoy antes de mañana que es el ocho de marzo, porque asistiré a una marcha,   donde está vez no podré ir con mi madre como antes solía ser.

Nuestra jornada de huelga fue decidida por ella, porque sintió que ninguno de los tratamientos proporcionado por los médicos particulares hacía efecto, así que me pidió la llevara de emergencia a ESSALUD, obviando esta vez la autoridad médica de mi hermana Luz. 
Luego de coordinar entre ambas, ella dejó la cocina y dijo que los hombres ya sabrían que hacer. Nos dirigimos las tres, gracias al transporte veloz de su hijo elegido José Barriga, que nos llevó salvando el embotellamiento y el caos de transporte.

LA AUTORIDAD MEDICA DE LUZ

En todas las familias, siempre hay una médica, sanadora, curandera, maga, chamana, como preferimos denominarla, en mi casa somos dos pero de distintas aristas.

Con Luz  un día como hoy
Mi hermana se ha especializado en la el cuidado de la salud desde la medicina occidental y todos los componentes asociados, gracias a una especialización en  farmacia que le permite asumir el cuidado eficiente y efectivo de  cada uno(a) de nosotros(as) cuando lo hemos requerido y de toda la comunidad, reconocida por tirios y troyanos.

Ha estado al frente de un botiquín parroquial por cuasi dos décadas hasta que yo me rompí el pie izquierdo, y a ella, no le quedó otra cosa que romper con su labor de sanadora de barrio ad honorem para hacerse cargo de mi madre, mis cuidados, paralelo a  ser madre y esposa icomparable.

Cuando intentó retomar su labor social, se dio con la sorpresa, que los grandes laboratorios a través de las instituciones correspondientes de la salud pública, habían  inclinaron los intereses de los laboratorios en el mercado, reduciendo el margen de maniobra de los botiquines, al punto que sólo podían vender algodón y alcohol, quitando de su alcance antibióticos y medicinas claves para el tratamiento de enfermedades crónicas o degenerativas. Con ello perdieron principalmente los más pobres, aquellas mujeres y hombres fuera del sistema de salud y sin un ingreso económico que permitiera acceder a medicación segura y sostenida a través de un servicio que valoraban simbólicamente en el trato a mi hermana: “Hermana Lucy”, “Mama Luz”, “Doctora Lucecita”, “Madre Luz”, “Hermanita”.

Mi hermana sufrió mucho por ello puesto que como suele decir: “Al poco tiempo de estar al frente del botiquín cuyo objetivo era apoyar a los más pobres con  precios por debajo del mercado, me tumbé a todos, inclusive a los mismos botiquines antiguos que habían establecido un margen de ganancia, porque yo sólo aplicaba el margen de subsistencia que permitiera renovar el stock, gracias a los precios bajos de PROVIDA y las donaciones de Canadá”. Algo que pocos logran entender es porqué en todo ese tiempo mi hermana no lucró en un medio donde todos(as) se hacen ricos, o por lo menos no se hizo de un sueldo, peor aun cuando los precios se elevaban, quien asumía esos costos era su marido o el sacerdote de la parroquia, pero nunca afectó a los(as) enfermos y marginados, siempre me admiraba como atendía de emergencia a un herido por arma blanca con puntadas que evitaran se desangrara. Cómo curaba de sus heridas a enfermos de SIDA, úlceras, drogadictos heridos, etc.

Pero lo más grandioso,  que Luz logró instaurar y se ha mantenido hasta nuestros días es la solidaridad entre pacientes. Una red de apoyo entre necesitados(as) donde quien tiene una pastilla demás, antes que caduque se lo entregaba para que ella lo hiciera  llegar hasta  quienes lo necesitan y no podían  comprarlo, no necesitan ni siquiera verla, se lo dejan encargado. Cada vez que veo a una persona con parkinson,  epilepsia, diabetes, insuficiencia renal, presión alta, problemas respiratorios, preguntando si está la hermana Luz, sé que la red sigue funcionando.

Ahora entenderán porqué mi hermana Luz es la autoridad médica en casa, que asume la medicación y el cuidado de mi madre. Y  el hecho trascendental de que mi madre la obviara y me pidiera que fuera yo quien la lleve de emergencia.

SANADORA, ANCESTRAL, HOLISTICA, METAFISICA

Respecto a los cuidados de la salud, soy opuesta a mi hermana Luz, yo creo en la sanación pránica, la terapia electromagnética, el poder de la energía, la mente, la cromoterapia, la acupuntura, la medicina naturista, el poder de las plantas, los baños y el universo, el autocuidado, la disciplina y el tratamiento holístico de la salud.

Mi maceta de Oréganos
Lo aprendí en parte de mi madre, cuando nos daba mate de eucalipto cuando teníamos tos de pequeñas. El jarabe de cebolla de mi abuela Rosa, ese que no querías tomarte por nada, pero luego descubrias que es bueno y pronto estás mejor. De mi tía Juana, la sanadora de todo el Callejón de Cochucos que  a sus 97 años es capaz de detectar de qué estas enfermo(a), si necesitas médico o yerbas y hasta cuándo te vas a morir.

Es lo que yo intento hacer con mis nietas asomándolas a beber aquello que nadie lo haría. Un día cuando Puñuy tenía tres años, llego de visita y la encuentro llorando, me dice Rosario: “Señora está con gases se me acabó el gaseovet y recién me lo están trayendo por delivery”. Yo le digo, pero si tienes orégano, me dice sí. Le explico a  mi nieta que posiblemente no le guste, pero que le quitará el dolor y que todo té de hiervas, ha de tomarse sin azúcar para que tenga buen resultado. Así lo hizo y claro que los gases salieron disparados por todos lados, a partir de ese hecho, su abuela es maga, ella toma sin azúcar el té verde, rojo, negro. Té de orégano (su preferido), menta, lavanda, manzanilla, ajenjo, toronjil, romero, eucalipto… siempre que la madre no nos descubra.

Desde 1996 que me detectaron una piedra en la vesícula y emitieron más de una orden para operarme, he descubierto a mi vez que sólo es cuestión de virar hacia otras prácticas, reducir grasas trans o eliminarlo, tener siempre  un plidan compuesto en la cartera y si estás en casa un buen mate de menta con ruda seguido de una semana de dieta. En eso voy 23 años sin operarme, mi hermana Luz cuando le detectaron y tuvo el primer cólico, se operó al igual que mi madre.

Cuando en el 2012 me rompí el pie y luego de cinco operaciones paralelo a 100 terapias físicas de recuperación en manos de mi maravillosa terapista Mary Pomasunco, aún no podía recuperar mis pasos. Sólo pude hacerlo luego de 10 sesiones de acupuntura en manos de mi entrañable amiga Victoria Román unido a la terapia de cuarzos de mi sabia y bendita Rosa Rivero.

A estas alturas he retomado  el ritmo a mis pasos, aun cuando mi hermoso tobillo perdió su garbo (mantiene un clavo atravesado de punta a punta)  y se inflama cuando camino mucho, lo que no quita que camine a prisa. Como hoy sucedió, del local de consulta a dos cuadras de emergencias de ESSALUD,   llegué con la silla de ruedas de mi madre antes que la enfermera, sorprendiéndola. 

Parece que los años que terminan en seis tienen siempre retos en mi vida, cerrando el 2016, me diagnosticaron  diabetes Mellitos 2, así que mi endocrinóloga me dijo que usaría Metformina  y Glibenclamida el resto de mi vida. A los seis meses, me quitaron la Glibenclamida y  a los 18 dejé de tomar Metformina ¿Cómo si era para toda la vida?, sabiendo la causa de mi diabetes, el siguiente paso fue dejar esa práctica.

Desde diciembre del 2016 no he vuelto a tomar Coca-Cola, ni otra bebida con azúcares, sodio y preservantes. No consumo azúcar,  ni  arroz, he reducido a casi nada pan, fideos y otros carbohidratos.  He aprendido a tener cinco comidas, no importa dónde y con quién, mi cuerpo no volverá a creer que sufrirá hambruna que le obligue a crear reservas adiposas.

Aún no tengo claro el por qué, pero desde que empecé el tratamiento de la diabetes, hubo sospechas de hipotiroidismo, que se ha desencadenado, justo a fines del año pasado, pueda que la medicación haya provocado este resultado, pero eso ningún médico ni laboratorio me lo dirá. De lo que estoy convencida es que pronto lo resolveré, porque he incorporado algunas medidas alternativas. Sé que hoy  estoy lejos de mi meta, pero allí vamos.

LA HUELGA NUESTRA ANTES DEL 8M

Llegamos pronto ESSALUD, coloqué a mi madre en la silla de ruedas y nos dirigimos a emergencia, el vigilante nos impidió el paso, señalando que debíamos pasar primero por triaje.

Esperamos bajo el ardiente sol y la sensación de calor que superó al toldo colocado en el patio. Cuando nos acercamos al servicio de triaje, yo empujando la silla de mi madre (mi hermana no puede debido a una tendinitis en la muñeca) el que fungía de responsable, le impidió a mi hermana que se acercara. Ya me pareció extraño  porque no había más pacientes.

En ningún momento se dirigió a mi madre, sino me preguntó, lo que ella tenía, le explique que tenía un dolor muy fuerte en el bajo vientre y que no podíamos aliviarla por eso la emergencia, insistió desde cuándo, le dije el tiempo y el tratamiento que estaba llevando, y me respondió, que eso no era una emergencia. Una  emergencia era un malestar a media noche o de madrugada que a esas horas se estaba dando de alta y cambiando de turno a los pacientes, por cuanto no podían atenderla por emergencia.

Insistí que la habíamos llevado para que la atienda y ayude, que no acudía a ese servicio porque siempre temía este tipo de respuesta, que ella era asegurada y estaba en el derecho de ser atendida. Entre tanto la auxiliar le tomó la temperatura y dijo: “No tiene fiebre tiene 36°”, me dijo cómo ve la señora no es caso de emergencia, debe pasar por consulta convencional, la derivaré allí. 

Porfiada,  afirmé que el dolor era intenso y que debía ser por emergencia, me dijo, señora no puedo hacer más, cuando salíamos mi hermana se acercó y le dijo que mi madre era hipertensa, a lo que el vigilante de triaje repitió a modo de ironía: “Dice que es hipertensa”, estuve a punto de volver, pero me detuve porque mi madre se sentía mal, se pondría peor  y me hubiera desautorizado. Ella es como la mayoría de las mujeres, no le gusta los líos, porque las damas no levantan la voz, no se pelean, no reclaman, menos discuten en público para llamar la atención.

Así que fuimos por consulta, pensamos que  sería en el mismo edificio del hospital, no fue así nos enviaban a un local alquilado a dos cuadras del hospital a un consultorio en segundo piso sin ascensor con una paciente en silla de ruedas, me dije a mí misma,  esto no se queda así, ya volveré. Por supuesto que nos acompañó un vigilante,  que su función fue asegurarse no perder la silla de ruedas. Ante ello le dije, que como estaba mejor entrenado y nos acompañaría, condujera la silla de ruedas.

Inmediatamente me arrepentí,  el vigilante no tenía idea alguna, de manejar una silla de ruedas, es más se metió por toda la pista cuando debía ir por la vereda, con todo el amor que me produce los jóvenes vigilantes con sueldo miserable bajo el sol inclemente parados todo el día, le pregunte: ¿Antes de ser vigilante has sido moto taxista?, y él me dijo: “Sí señora cómo lo sabe”. Le respondí que sólo un moto taxista cree que todos la vías y sentidos son transitables,  el me respondió, es por no incomodar a los transeúntes por la vereda.

Yo le respondí, haz de cuenta que soy tu madre o tu tía para que no te moleste o incomode lo que te voy a decir, ya no eres un moto taxista, ahora eres una autoridad, ese uniforme de vigilante te da autoridad y esa silla de ruedas con una paciente de tercera edad te da prioridad. Así que en adelante proporciona una ayuda a la medida de tu situación y posición actual. Eres una persona clave en el hospital. Me miro sorprendido y dijo: “Muchas gracias señora, no me habían enseñado eso”.

Mientras esperaba abrazada a mi madre,  que  mi hermana contactara en el segundo piso con el médico, fui repasando lo experimentado hasta ese momento, así que mi indignación fue creciendo. Recapitule y me dije, quiere decir que el sistema de inclusión y exclusión de ESSALUD empieza con el vigilante de emergencia que no te permite el ingreso si no has pasado por triaje. Y triaje, no es triaje sino una sala de interrogatorio a modo de pre-consulta, porque no te  tomaron la presión, no te pesan, ni revisan los signos vitales, es más el vigilante diagnostica.

Mis pensamientos fueron distraídos por una mujer vestida de negro, a quién llamaré Dolorosa, porque bajaba las escaleras cogida con ambas manos del único pasamano, se me partió el alma, me apresuré a ayudarla, tenía puestos unos trop por zapatos, a medio calzar, ambos  pies dañados y apenas podía levantarlos. Me dijo que fue a emergencia, de donde la había derivado a esta consulta y debía volver, porque su estado era una emergencia. Me dije, no hay derecho.

Bajó el médico y auscultó a mi madre e inmediatamente dijo: “Esto es una emergencia, vaya con la enfermera, que ella hará todo el trámite”. Las cosas mejoraban. Ya en emergencia, no permitieron que las dos entráramos, así que fui yo porque como señalé mi hermana no puede maniobrar la silla de ruedas. Nos atendieron pronto, cuando inicia la entrevista, hable tan rápido que la técnica, me dijo despacio. La miré y dije, mejor llamo a mi hermana para que le explique todo el estado de mi madre, yo tengo que resolver otro asunto.

Salí me calmé un momento y luego fui a triaje, esta vez, lleno de pacientes con acompañantes, pensé que igual como nos sucedió con mi madre y Dolorosa,  estarían esperando a ser expectorados. Saqué mi celular, para descubrir que estaba sin batería, pero como ya estaba ahí, lo enfoque y  los dos responsables del servicio me miraron aterrados, preguntando, señora que hace. Respondí con toda la calma y firmeza en mi voz, les tomo unas fotos, porque los voy a denunciar por discapacidad y negligencia en una cadena del  servicio de emergencia que los hace ineficientes y/o discriminadores de la tercera edad.

Le recordé que fui hace tres horas con una anciana retorciéndose de dolor a quién él,  un servidor de salud que debía prestar auxilio ni siquiera la miró, sólo me interrogó y argumentó  porque era o no una emergencia, luego me envió a la deriva para que finalmente un médico hiciera su trabajo de triaje, establecer los indicadores de estado y facilitar la debida atención.

Le dije que pediría a la Dirección de ESSALUD, cambiara de denominación del servicio de triaje a sala de interrogatorio para exclusión de pacientes en estado de emergencia, con la finalidad de reducir  la carga de atención al sistema, porque en ningún momento le tomó minimamente la presión a mi madre, es más el vigilante cuya labor no le compete, puso en tela de juicio el padecimiento de una hipertensa, con el riesgo de incrementar su estado por frustración.

Me respondió que él me derivó,  y preguntó, quién era el médico que había decidido que era una emergencia. Respondí que eso a él no le importaba, en tanto no cumplió su función de triaje, salvo ratificarme su rol de reducir el número de pacientes a ser atendidos por emergencia, miré a los(as) pacientes en espera, les dije: "No permitan que le hagan lo mismo, yo no le reclamé en el instante, porque estaba con una anciana doliente y no quería agudizar su estado". Volví sobre mis pasos, calmada, había liberado toda la indignación provocada por un servicio público, esperando que cambie en la atención a los pacientes en espera, porque para la denuncia me faltaban pruebas y una larga jornada.

En la sala de espera, vi cómo se desplazaban ambos servidores,  presurosos hacia emergencia, seguro que a interesarse en el estado de mi madre, temerosos de que yo cumpliera mi amenaza. Y allí me quedé hasta las tres, que terminaron de aplicar los analgésicos y los análisis a mi madre. La médica, nos pidió llevarla a almorzar, mi hermana trajo una sopa, que di  de comer a mi madre, como ella antes lo hacía conmigo.

Ella no quería comer,  decía solo líquido. Yo le insistía, no madre toda  la sopa, porque te han puesto analgésicos que  afectaran tu cuerpo y necesitas tener fuerzas, tienes que comer las verduras y el morón.

Mi madre al igual que yo lo hice en mi momento decía: “La zanahoria me da ganas de vomitar”. Yo insisto, no hay problema mamá, te acuerdas como era yo así que no quería comer,   tú insistías porque eso era bueno para mí. Ella más viva responde: “No hija no sabía ser buena madre, porque no te gustaba y no me daba cuenta solo pensaba en que debías estar sana”. Yo le digo: si sabias, porque madre es aquella que no siempre te da lo que te gusta, sino aquello que te hace bien.

Entre conversa y conversa, mi madre terminó su sopa.  Y como ella hacía conmigo, la abrecé, acaricié, engreí y mimé. Ella se sintió mejor, al  punto que me dijo, vamos a casa, que solo Luz, recoja los resultados.

Yo le recordé, que aún falta la muestra de orina, así que insistí en que beba  más líquido y luego le hice caminar lento, estaba más de tres horas sentada en la silla de ruedas. En el paseo de la sala de espera nos halló mi hermana, hasta que finalmente tuvimos la muestra, que nos llevó otras dos horas de espera. Mi madre me miraba calma y decía, hija arruiné tu día de trabajo. Yo le respondí, no madre: ¡Hemos empezado la huelga del 8 de marzo de las mujeres un día antes!, hoy sólo importa cuidarnos entre nosotras,  en casa los hombres se las arreglarán sin Luz.

Finalmente tuvimos los resultados, mamá tenía infección que había agudizado su problema de colon, tuvo atención que requirió todo nuestro día con ella, pero más allá del triaje fue bueno, porque estábamos las dos hermanas para apoyarnos mutuamente, Luz dijo que fue una  buena médica quien auscultó a mi madre, ha recomendado un tratamiento de mediano plazo, por supuesto no volveremos a ESSALUD, sino hasta otra emergencia que espero no suceda.

Mi cuñado nos  esperó a la salida, mamá retornó cómoda, segura. Ya en casa en su cama,   Rodrigo su nieto adorado, se quedó conversando  con ella, abrazado y llenando de besos, para ella es su mejor medicina, estar amada y engreída. 

Todo esto sucedió hoy 7 de marzo del 2019, veremos qué pasa mañana 8 de marzo.

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