miércoles, 12 de marzo de 2014

RACISMO CÓMICO EN EL PAÍS DE TODAS LAS SANGRES

Acabo de responder la carta de una mujer andina que se siente extranjera, ajena en su país, luego de descubrir que sólo es peruana por su Documento Nacional de Identidad (DNI),  entre muchas cosas me dice: “En ciertos lugares parece que todos me dicen «qué quieres chola de mierda» por momentos me quedo muda, en otros desvalida como huérfana, a veces con ira, pero generalmente con mucha tristeza”. No llega a entender por qué su sola presencia hace que las miradas se endurezcan, la voz se torne ronca y el trato se violenta. Comparando con su pueblo, señala: “A pesar que nos dicen pobres e ignorantes, allí todos saludan, nadie mira si tienes buena o mala ropa, el respeto es de menores a mayores”.

Seguro a más de una/o nos ha sucedido ser parte, testigo y quién sabe experimentar en carne propia. Siempre me pregunto¿Por qué  produce ira o risa la torpeza si es humana y parte de aprendizaje?. Cuando un niño/a se cae cuando da sus primeros pasos torpes, nadie se ríe, se anima, protege y sostiene.  Cuando se equivoca, quien pretende aportar a su desarrollo le enseña, corrige  y a veces hasta se detiene para usar técnicas lúdicas. Aquel que en en cambio desplaza su propia frustración y no quiere aportar a su desarrollo lo insulta, se burla hasta lo golpea, allí es claro la distancia entre una y otra práctica, cada uno nos muestra la calidad de ser humano .


Cuando un extranjero cuyo idioma no es el nuestro se equivoca en la dicción, generalmente evitamos reírnos,  con ternura y mucho cuidado tratamos de ayudar y hacemos que repita para que aprenda, nos transformamos en profesores de idioma al paso.

Pero cuando una mujer u hombre andino cuya lengua materna es  el quechua o un dialecto, por ende habla similar al extranjero en español, es frecuentemente motivo de risa,   burla,  hasta escarnio. Ergo se transforma en  chiste, es cómico, para niños, jóvenes y adultos, independiente de la clase y el medio, especialmente cuando es público, aquí pareciera funcionar bien la psicología de masas y justificarse la mofa colectiva.

Cuando una joven estudiante de la facultad de arte en la PUCP, usa pantalón y sobre él, un vestido o falda, nadie la mira con extrañeza porque es snob y si lleva por bolso una manta reivindicando el uso andino, está de moda y hasta es revolucionaria.  Y si un/a  joven no ha pasado el peine por su cabello durante mucho tiempo y quien sabe tampoco agua y jabón, es rasta, está de moda representa una tendencia, transmite su cultura, nadie se burla, algunas/os  inclusive imitan.

Pero si una mujer andina usa el mismo estilo de vestir, la manta o lleva el cabello largo trenzado por donde ha pasado shampoo y agua, todos voltean, miran con desdén, estiran la nariz y si pueden se alejan, sentencian como justificación que «tiene piojos» que puede contagiar. La simbolización de su cultura simplemente es hecha tabla rasa, salvo  para subrayar que es ignorante y ser la otra,  menos humana. 

Nacemos desdentadas/os y: ¿Quién no ama a un bebé desdentado? ¿Quién no muere por besarlo/a y hacerle cariño?  A lo largo de nuestro ciclo de vida,  crecen y caen los dientes a mujeres y hombres. Muchas veces llenos de caries dependiendo de la frecuencia del dulce, cuidado y   oportunidad de acceder al dentista;  forma parte del proceso  de hacernos personas. Y como nacen, crecen y  se caen.

En el caso de las mujeres, hay una relación directa entre pérdida de la calidad y cantidad dental con el número de hijos y la calidad de alimentación durante el embarazo, si el embarazo que tanto sublimamos y la maternidad que alimentamos, porque sin ella desaparecemos como sociedad. Si advertimos en una amiga/o la pérdida de un diente, animamos con tacto para que use unos postizos, casi pidiendo perdón, porque nos preocupa su salud, somos lo que comemos y masticamos: Nadie imagina que esa condición sea cómico,  motivo de risa o  burla.

Así identificamos que el vacío dental en la sonrisa es significante de maternidad numerosa en la mayoría de mujeres, postergación del cuidado dental o escasa capacidad económica para acceder a su sustitución. Me pregunto nuevamente: ¿Dónde está lo cómico? ¿Es acaso más próximo a una tragedia? ¿Qué justifica nuestra risa, burla y humillación de  la persona que tiene caries o ha perdido parte de su dentadura? 

En el caso de la Paisana Jacinta,  esta caricatura de mujer andina recreado en el cuerpo de un hombre no andino,  todo lo descrito es cómico, es motivo de burla, de risa y eso vende. Una nueva  pregunta me asalta ¿Por qué gusta tanto la burla de la imagen simbólica de la mujer andina con dificultad en el habla español,  revestida como se acomoda a su espacio y cultura, cuyos dientes pareciera estar careado? Podría ser este una evidencia del modo como se  deshumaniza a la "otra que no soy",  este es el modo como se  transforma  en objeto, en cosa. 
Esto permite comprender la licencia que adquiere cada mujer y hombre que halla cómico, celebra y sintoniza,  no sólo la imagen caricaturizada de la mujer andina sino el modo como se relaciona con los/as otros/as. Especialmente con quien tiene la piel tan o más oscura que ella. Encubriendo simultáneamente las pulsaciones morbosas de quien se siente superior, mientras inconscientemente  devalúa  y caricaturiza, esos componentes que rechaza, niega,  silencia, reeditado en sí mismo/a.
Paisana Jacinta tomado  de
http://luzbel524.files.wordpress.com/2014/01/paisana-jacinta.jpg
Cuando deshumanizamos simbólicamente a las mujeres andinas, hasta transfórmarla en objeto, para reírnos a través de la Paisana Jacinta de todas las mujeres andinas, dejamos de ser conscientes que nos hemos liberado de la culpa y la contención, de hacerlo con alguien igual en su humanidad . 

Bajo la comicidad, toleramos la práctica de discriminación indicador de violencia y opresión del otro del que también somos parte, pero como se ha enajenado sentimos que no nos toca,  “Es que, para los opresores, la persona humana, son sólo ellos. Los otros son objetos, son cosas”. (Freire: 1972, 59).


En el fondo nos  autodevaluamos,  puesto que en Lima ya no hay limeños, todas/os somos  descendientes de migrantes andinos, amazónicos, de primera hasta  la "N" generación que nos antecede 1, en Lima se han extinguido   los hilos originarios  de los Limac Inca y fundantes españoles y los siguientes imigrantes hombres y mujeres europeos durante la colonización. En algunas de las gradientes de migrantes andinos del siglo XX, se halla una tatara- abuela/o, bis abuela/o, abuela/o o madre/ padre migrante andina/o, en nuestros genes está impreso ese menos humano que alimenta cómicamente a nuestro racismo.

En pleno siglo XXI, con lenguaje inclusivo toleramos a la mujer y hombre andino si  «está en su sitio»: el mercado, la plaza, las calles, los servicios. En su rol de dependiente, sirviendo y limpiando mesas, atendiendo lugares de diversión y juegos de azar, trabajo del hogar o invisible, son requeridos, hasta casi secuestrados, siempre que nos sirvan. Allí son útiles, funcionales, forman parte del ambiente, se han mimetizado con el  paisaje.
    
Pero si tenemos que asumir su existencia, su diferencia hiere y hiede, a esa aristocracia  exigua, inexistente,  alienada. En rigurosidad,  salvo el incanato nunca fuimos monarquía. Y aquellos títulos concedidos no corresponden al abolengo sino el premio al pillaje  y exterminio de una pueblo, cultura, lengua. Así se hicieron Marqués  sin marquesado, Virrey, conde, vizconde. Títulos que dejaron de reconocerse y empezaron su extinción desde 1821, al fundarse la República.

La enajenación socio-político-cultural de quienes se asumieron en el pasado y en la actualidad como élite del país, la idea de racismo le viene como "natural", lo asocian al color, la extracción social, económica, cultural, lenguaje y en base a él ningunean.  La más endeble de las  bases es  el color de la piel, olvidando el blanqueamiento histórico que ha vivido nuestro país que se ha construido en base a de todas las sangres. Si miramos en rededor sin prejuicios sólo con tolerancia, descubriremos  como se entrelaza en cada una/o con algunos énfasis,  esa bella síntesis del cobrizo, amarillo, negro, blanco;  quien sabe si también  azul, verde y rojo.

Cuando nos preguntamos por qué se exacerba el racismo, la exclusión, el machismo, el odio que linda con el delirio y la locura, omitimos  ver en ese esfuerzo constante y sistemático,  que se ha legitimado por el mercado, se ha institucionalizado por los medios. Se reproduce con la permanente negación y vapuleo del otro y la otra. E ingresamos según Erich Fromm a un comportamiento necrófilo:  “Mientras la vida se caracteriza por el crecimiento de una manera estructurada, funcional, el individuo necrófilo ama todo lo que no crece, todo lo que es mecánico. La persona necrófila es movida por el deseo de convertir lo orgánico en inorgánico, de mirar la vida mecánicamente, como si todas las personas vivientes fuesen cosas. Todos los procesos, sentimientos y pensamientos de vida se transforman en cosas… tener, y no ser, es lo que cuenta. El individuo necrófilo puede relacionarse con un objeto —una flor o una persona— únicamente si lo posee; en consecuencia, una amenaza a su posesión es una amenaza a él mismo; si pierde la posesión, pierde el contacto con el mundo... Ama el control, y en el acto de controlar mata la vida”. (Fromm: 1967, 18)2 

Podría estar en el comportamiento necrófilo alguna pista  para comprender  la preferencia por este tipo de diversión sádica y mórbida que genere diversión como en tiempos de Nerón de la Roma Antigua,  al punto  que retorne a un canal abierto, un programa ya censurado por discriminador 3 .

De ser así estaríamos usando  la puerta falsa de negar la  humanidad, el valor y la diferencia del otro/a, a través de la tragi-comedia, haciéndose escarnio y humillando  con burla e ironía recubierta de risa. Tirando   en sentido opuesto  el esfuerzo de todas y todos, por crecer como nación,  desarrollando en todas las aristas económicas, sociales y culturales, especialmente el arte.

Con esta tendencia de reírnos por no llorar, de aquello que alcanza apenas el valor de la comicidad y devalúa el arte. En el fondo, pero muy en el fondo, pareciera que huimos de nuestros propios demonios o los recubrimos grotescamente de parodia, sin lograr   huir del espanto de ser lo que negamos y cosificamos. Si hay alguna duda,  basta mirarnos a los ojos descubriendo que nuestras diferencias son el punto de partida de nuestras semejanzas. 

Una  mirada crítica y de desaliento a este tipo de programas, abre la posibilidad de ser y crecer afirmándonos en quienes somos, sin negar ni renunciar nuestro derecho a la diversión y el arte, justamente por ello elevar su calidad  para reírnos plenamente de la celebración y no de la tragedia, hallando la ruta de correspondencia entre nuestro sentimiento y expresión.




Paulo Freire. Pedagogía del OPrimido, siglo ventiuno editores, 1970.

1 comentario:

  1. Muy bueno el articulo, porque describe exactamente lo que sucede en el Peru. Es una pena que todavía exista tanta discriminacion de clases y que la gente no haya aprendido a respetar y amar a su projimo.

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