Conocí a Mercedes allá por los años ochenta del siglo XX, cuando ella apenas había alcanzado la mayoría de edad, se hizo de una profesión inexistente en la era digital de este siglo XXI, gracias a Dora la Computadora. Era una secretaria recién graduada, pero master en cuestiones de trabajo colectivo, comunitario, voluntario y solidario desde la comunidad cristiana de Magdalena del Mar.
Ingresó a la institución
donde laboramos juntas por cuasi una década, ella toda su vida, primero bajo
el brazo aplastante de una dirección exigente, ambivalente, en proceso de su
propio descubrimiento y afirmación. Puesto donde a momentos se sintió acogida
y otros sobre cogida. En honor a la verdad, cuasi todas las secretarias que
pasaron por el mismo puesto, tuvieron una experiencia similar, desde la heroica
Milene, pasando por mi contestaria Roxana hasta la sinuosa Paty, que por poco
más se hace de la dirección.
Yo era parte y
a momentos coordinadora de un área, donde el poder era resbaladizo al punto que
se mantenía bajo la fórmula de coordinación colegiada y dirección rotativa,
una invención en la gestión institucional cuando no se puede ceder poder. Un
área temida por otras y cada uno(a) de las cien personas a más que laboran en ella, pueda que por estar integrada de mujeres profesionales recién egresadas, con tercio superior, dispuestas
a comerse el mundo y tomar el poder por asalto.
Con un método
de intervención sistemático de diagnóstico, programación, ejecución, monitoreo,
evaluación y sistematización, con resultados esperados e impacto favorable
(insumo para nuevos proyectos). En contraste con otras áreas sostenidas en el método
de ensayo error, la educación popular de aprender haciendo, la exploración y hasta la utopía
de la construcción de comunidades como unidades vecinales con servicios colectivos,
cuasi Kibustz[1],
nunca olvidaré los objetivos de 5 hojas en el área urbana o los festivales de salud.
Como equipo, nuestra
capacidad de propuesta e interlocución, nos transformó en área empoderada y
hasta zona liberada que debía ser consultada, incluso -por más de una dirección
autoritaria-. De modo que mi primera relación con Mercedes quién cumplía directivas de dirección, fueron entre formales, tensas hasta incómodas. Situación que se modificó al conocernos más y consolidó cuando dejó de ser secretaria de dirección para formar parte de otra área.
Cuando la conocí,
me impresionó la síntesis de contradicciones en su ser, como la conjunción
aparente vulnerabilidad física, junto a la firmeza de carácter. Su nerviosismo
controlado por una sonrisa amplia. Su capacidad de negociación con aparente condescendencia. Su solidaridad y maternalidad, disimulada con la gentileza. Era una joven delgada cuasi a punto de
quebrarse, de ojos negros brillantes y traviesos, resaltados con un delineador negro,
piel pálida cuasi transparente y cabello profundamente negro. Por eso la rebautice
como Morticia (de los locos Adams), a ella le encantaba que la llamara así, de
modo que nuestras vidas y amistad se deslizo entre Morticia y Bruja
como me nombraba, por el espanto que sintió ante nuestra primera coordinación.
La amistad
se expandió cuando dejé la institución, iniciándose nuestras pijamadas,
terapias, cuitas, salidas, encuentros y desencuentros. Haciendo camino al andar, lo laboral dejó de ser el centro hasta cuasi difuminarse,
salvo las crisis que ponían en riesgo su permanencia o asesoría a sus nuevos
proyectos. Yo la calmaba, recordándole que por su fidelidad se había
ganado la condición de socia, al que renuncié cuando llegué a mi
techo. Recolocando al centro nuestra amistad, sueños, disfrutes y humanidad.
“«No se nace mujer» quiere decir que no se nace sensible,
abnegada, modesta, sumisa, afectuosa etc., es decir, que no se nace con los
atributos de la feminidad; pues lo que denominamos masculinidad o feminidad son
modos de conducta adquiridos. «Se llega a serlo» expresa que la adquisición de
los caracteres secundarios correspondientes al género es un proceso de
inculturación que se lleva a cabo a través de la educación. En el caso de la
mujer, esta adquisición implica una negación de su trascendencia: lo que se le
hace aprender son conductas en las que su libertad constitutiva se ve
continuamente coaccionada.” (De Beauvoir, 28, 2015)[*]
Amó a la familia independiente
de ser amada o no por ella en igual medida. Amó el trabajo independiente a ser
valorada, respetada y reconocida. Amó a las(os) amigas(os) siendo siempre la
mejor amiga, sin esperar ser para ellas(os) su mejor amiga. Amó a la comunidad y
comulgó con ella, aun cuando la unidad estuviera lejana. Amó a Dios aun cuando él
estuviera muy ocupado, para escuchar sus oraciones y amenguar su sufrimiento. Amó y apostó
por una sociedad más inclusiva, tolerante y segura pese a sentir como pisa fuerte.
Amó y besó tantos sapos, hasta descubrir que sólo eran hombres inseguros, egoístas, pequeños,
desgastantes y prescindibles. De modo
que decidió SER ella plenamente.
“Nunca es tarde
para lograr nuestros sueños, tampoco para empezar nuevos sueños ... la vida
continua y es bella con todas las dificultades que se dan, sin ella no sería
vida...cada día es una nueva etapa a empezar…” (Mercedes Gamborda Valencia, 29
agosto 2011)[2].
Con una
segunda profesión y más
de dos décadas de experiencia laboral en el terreno de los proyectos sociales
se mantuvo en pie, frente a la arremetida del mercado laboral y el
empequeñecimiento de aquella gran institución donde permanecía. Vivió las ironías
del neoliberalismo, creciendo como profesional en tanto perdía la seguridad como
personal administrativo (secretaria) en una ONG (sólo ellos están en planilla)[**].
Ella no arrugó, permaneció a medio tiempo e implementó estrategias para
autoemplearse con nuevos proyectos, recuperando, innovando, creando y acertando.
Enfrentando y superando las barreras propias del concurso, la competencia
desleal, las zancadillas y por qué no, también los celos en un contexto socio-económico-
laboral de sálvese quien pueda.
Su propuesta y experiencia alcanzó más del impacto esperado, de modo que la institución, transformó como un eje al trabajo con jóvenes y voluntariado, no sólo se replicó en el país, sino trascendió fronteras permitiéndole compartir en los países vecinos[***]. Mi Morticia querida se hizo regional, tenía muchos proyectos bajo el brazo, estaba feliz con su amado sobrino-nieto. Así como su hijo Coquito de cuatro patas, al cual solíamos pasear por la avenida Angamos y Arequipa cuando la ciudad dormía, en noches de pijamadas.
Así lo hizo,
durante todo este tiempo de pandemia, con servicios de salud restringidos, inmovilidad y
todos los factores en contra, Morticia no arrugó, no cedió, se mantuvo firme y se
fue como decidió hacerlo. No me queda más que replicar su entereza y despedirla como quería.
Morticia de mi
alma, transitaste esta larga batalla sin perder la fe, sonrisa y la fortaleza que
la vida esculpió en tu ser a lo largo de la misma, solo pediste que este fuese, un
momento de tránsito consciente.
Hoy te fuiste como ser de luz, desprendida de tu cuerpo adolorida, a través del cual diste todas las
batallas, viviste todos los amores, sabores y sinsabores de este tiempo y dimensión.
Descansa en paz.
[*] Beauvoir,
Simone de (2015]). El segundo sexo. 6ª ed. Madrid: Ediciones Cátedra Univers!Tat
de Valencia, 904 p. [Traducción de Alicia Martorell del francés: Le deu.xieme sexe, 1949Éditions
Gallimard]. I.S.B.N.: 978-84-376-2233-0
[**] A partir de 1993 Fujimori abonó a la terciarización e inestabilidad del empleo, las ONGs que en discurso y labor hacia afuera promovían derechos humanos, laborales y derechos de las mujeres, hacia adentro no podía asegurar mínimamente acceso a derechos y seguridad social.
[***] Rodríguez Chávez, Sonia; Alva Córdova, Rodolfo; Camborda Valencia, Mercedes, Bello Bohórquez, Lorgio Edilberto; Robles Matos, Deshanira Aylinn; Gárate Mansilla, Silvia Iris y Mejías Gonzales Amny Raisbel. (Diciembre 2020). Estudio sobre Tendencias, Empleabilidad y Emprendimiento en Jóvenes y Mujeres de Lima Norte Lima: Alternativa, 81 págs.
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