Está estudiado y probado con indicios incuestionables que luego
de las guerras cuando un enemigo ha vencido al otro, la lucha no
acaba con la aprehensión y/o aniquilamiento del perdedor. Para sellar el triunfo y apropiación del
territorio, simbólicamente se arrasar con la cultura, el espíritu y significado
del pueblo vencido, allí es donde la batalla se traslada al cuerpo de las mujeres.
La vejación y violación de las mujeres de los vencidos, es
a su vez el arrebatamiento de su dignidad, alma y vida, porque suele impactar en toda su vida futura, frecuentemente con la secuela de un embarazo indeseado, naciendo un nuevo ser que no es parte de los vencidos ni
los vencedores, sino testimonio vivo de la maldad humana, el ejercicio de la fuerza,
la violencia exacerbada y el odio desmedido, allí es donde una se pregunta dónde
está Dios, las convenciones internacionales y la justicia.
Trasladar esta práctica de guerra, para reproducir la batalla final
en el cuerpo de las mujeres, en situaciones donde no existe una guerra sino se pretende “instaurar la democracia”, como hoy sucede en Bolivia1, revela el trasfondo no
democrático y práctica castrence de quienes tras la crisis política, vienen realizando acciones según sus intereses, motivaciones y objetivos, al mismo tiempo que
transforma a Evo Morales en la víctima, proporcionando asidero a su denuncia de golpe de
Estado.
La vocación de permanencia y apropiación del poder desde
Evo Morales, bajo esa idea mesiánica y caudillistas que
muchos líderes y políticos practican en nuestros países[1] ha producido el pretexto suficiente para a
nombre de la democracia, abrir las compuertas del odio misógino, racista,
xenófobo y religioso que había estado en paréntesis por más de una década en Bolivia.
Las víctimas de la violencia, abuso y violación, ciertamente se produce contra las mujeres sin embargo, este es focalizado hacia el grupo más vulnerable compuesto por mujeres indígenas, con lenguaje nativo, pobre, amazónica y/o andinas. Castigado al grupo en general y a su segmento en específico, su atrevimiento a ejercer apoyo político, ser reconocidas e incluidas como ciudadanas de un país que las desconoció, marginó, devaluó y excluyó durante XX siglos.
El corte de sus trenzas, símbolo de su dignidad y pertinencia
como pertenencia a su pueblo, es un modo de arrojarlas a la orfandad, el escarnio
y el rechazo, pero también su estigmatización. Las manos que lo
hacen son semejantes a las suyas pero representan al poder blanco, oligarca, racista que les recuerda su
condición de ciudadanas de segunda clase.
Hoy Bolivia ha sido arrojada a una noche profunda, por los
errores y falta de proyección e innovación de la política de Evo Morales, los
movimientos y partidos políticos que lo sostuvieron. Sin embargo, confío que en
este tiempo las mujeres y hombres bolivianos que han descubierto que tienen
derecho a tener derecho, asi como han aprendido a ejercerlo sin miedo ni vuelta atrás,
logren alcanzar el nuevo día, con más fuerza, firmeza y claridad s
para hacer de su país lo que su voluntad les inspire.
para hacer de su país lo que su voluntad les inspire.
Va mi voz de protesta por estos hechos, mi solidaridad de
género con las mujeres que hoy viven en democracia las vejaciones que siguen a una guerra, van mis votos de apuesta y lucha por la igualdad, la
convivencia pacífica, la radicalización de la democracia, el respeto por la diferencia,
la libre expresión y de culto.
¡Fuerza hermanas!
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[1] Es el caso de las(os) ex Congresistas del Perú, quienes fueron disueltos por un claro obstruccionismo al gobierno de Vizcarra y el rechazo popular, tras el cierre quienes fueron los principales actores con conductas lamentables pretenden retornar al futuro Congreso del 2020-2021 candidateando en las elecciones de enero del 2020 pese a tildar los hechos como golpe de Estado.
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[1] Es el caso de las(os) ex Congresistas del Perú, quienes fueron disueltos por un claro obstruccionismo al gobierno de Vizcarra y el rechazo popular, tras el cierre quienes fueron los principales actores con conductas lamentables pretenden retornar al futuro Congreso del 2020-2021 candidateando en las elecciones de enero del 2020 pese a tildar los hechos como golpe de Estado.
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