viernes, 26 de septiembre de 2014

HOY SE CAYO MI COLEGIO... MAÑANA PUEDE SER EL TUYO


http://www.andina.com.pe/agencia/noticia-
alumnas-colegio-donde-se-desplomo-techo-
estudiaran-escuela-cercana-525008.aspx
Se cayó mi  colegio[1] asi de literal, aquél donde obtuve mi formación secundaria: el “Instituto Nacional de Comercio N° 29 Esther Cáceres Salgado - el Rímac”[2], allí donde se dieron los cimientos de mi aprendizaje para transformarme en la ciudadana, profesional, académica, persona  y ser con diversas aristas desde donde me conocen unas/os más que otras/os.

Se cayó,  recordándome que fue en sus aulas, patios y jardines, donde obtuve mi formación básica para la vida,  de manos de diversas profesoras y profesores. Unas/os más que otras/os desde su práctica, acuñaron en mí el sello de la voluntad que se sobrepone a las barreras para  hacer lo que uno se propone. Como el ejemplo de aquella profesora de contabilidad, mostrándonos la viabilidad de multi-docencia simultánea, en un mismo tiempo y espacio en una era no digital -formando al mismo tiempo a cinco quintos en el nuevo plan contable-, entregando con desprendimiento sus fines de semana sin un céntimo de más en su salario. Podría está allí la veta de mi propio desprendimiento y disfrute cuando ejerzo la docencia,  haciendo que vaya más allá de horarios y aula de clase, incomprensible para algunas/os pero claro y preciso para quienes nos involucramos.

Se cayó el segundo piso y en contraste,   emergió en mí el cúmulo de significados,  como mi propia socialización secundaria escolar, siendo este plantel donde se  estimuló y canalizó mi inagotable energía, gráficamente anotado por Gina Gálvez en uno de nuestros encuentros “¿Dime a dónde ibas, yo entraba y tu salías, sólo salías nunca sentabas quieta?”. Ciertamente no podía estar sentada, fui de esas estudiantes que llevó el uniforme de educación física los cinco días de la semana para deslizarse al patio sin censura al menor descuido, sin imaginar, que esos eventos experimentados  como juego, formarían mi resistencia a las exigencias de la vida, en sus altas, bajas, bondades y alegrías -recepcionar y servir los mates de Ana Cecilia Carrillo era un heroísmo voluntario. Aprender defensa personal bajo la instrucción de la Guardia Republicana una aventura. Asomarme al colegio de varones Ricardo Bentín para competir en atletismo  una osadía. Jugar  fútbol con Manrilyn Vichez un acto irreverente, en tiempos donde era vedado para las mujeres-. Y sobre todo quedó atadas nuestras vidas adolescentes ese modo de ser y amar nuestras diversidades trascendiendo a nuestros recuerdos.

Se cayó mi ex colegio, como  acto simbólico de protesta blanca, sin víctimas lamentables directas, auto inmolándose en  desmoronamiento voluntario y anunciado desde el hace ocho años[3]  y seis que fue declarado en emergencia y "clausurado"[4] pero como sucede  en el país, al interior de esa línea donde se confunde la amenaza, imprudencia y riesgo revestido de pobreza y necesidad, siguió funcionando a medias, con la complicidad de todas/os y sólo las fuerzas del universo evitaron “daños colaterales de muertos y heridos” que arrastrara en su protesta,  como si sucede en este tiempo con las/os pacientes de los hospitales tras 106 días de huelga médica. 

Se  cayó, quien sabe si desbordado de ese hartazgo que invade aun a la materia de una   antigua edificación de cemento, ante la inercia institucional del Estado que es sorda, torpe, lenta e inconsciente en cumplir con  rol  de proveer y preveer servicios de calidad que satisfagan necesidades básicas como alimentación, salud y educación de   la población de mayor sensibilidad actual y futura, los  menores de quince años. 
  
Se cayó corriendo el velo que recubre la irresponsabilidad de más de un gobierno, puesto que la crisis se manifestó en época del   aprismo, aquel donde  Alan García,  hizo su lema la modernización educativa y colegios emblemáticos, cumpliendo sólo con aquellos políticamente útiles y omitiendo la inclusión del Colegio Esther Cáceres Salgado junto con otros de “menor prioridad”  pese a estar en emergencia[5]. Y el gobierno de turno de Ollanta Humala, ha erigido su propio Waterloo, al insistir   que la educación es su prioridad y ha invertido en el sector más que sus antecesores, en este caso las evidencias se caen de maduro, mostrando que  sólo destinó medidas superficiales como el parche de la infraestructura que finalmente sucumbió, mientras el alumnado ha sido redistribuido en los centros educativos aledaños.

Se cayó,  evidenciando como se entretejen la suma de irresponsabilidades que ata a las diversas entidades y gobiernos como sucede con el metropolitano incapaz de ejercer autoridad para  evitar el funcionamiento de un servicio público en estado de riesgo.  La del gobierno distrital que sólo se concentra en arbitrios sin evitar desastres  y el Ministerio de Educación en sus diversas instancias con indiferencia, dilatamiento e inefectividad, mientras se hacía de la vista gorda ante su funcionamiento precario y vulnerable. Ante los hechos consumados, se pronostica que será reconstruida en un año octubre del 2015, mientras tanto sus destacadas estudiantes[6] mantienen su silencio tan distante de los nuestros que se movilizaron por poco menos  en solidaridad con el Colegio San Martín que iba a ser desalojado.   
Se cayó mostrando que el escándalo tiene más peso que la gestión para poner en funcionamiento un sistema burocrático atrancando en este momento el compromiso público de autoridades del sector y  los dadores de la norma que finalmente se demolerá y reconstruirá, más como a las palabras se las lleva el viento como sucede con toda noticia de ayer habrá que vigilar se cumpla.

Así que queridas ex Esther Cacerinas, manos a la obra con la  ungida presidenta de la asociación en gestación para vigilar, movilizar y hacer que en realidad se reconstruya, no vaya ser que una  mañana,   despertemos sorprendidas con la edificación de un nuevo moll en ese terreno o un edificio privado,   como sucedió con aquel almacén del Ministerio Público que ardió devorando todo el material educativo nacional  y hoy, se ha construido sobre sus cenizas modernos edificios  para una de las tantas universidades privadas que pululan por el país ¿Cómo sucedió? ¿De quién era la propiedad? ¿Si era del Ministerio de Educación cómo se tomo esta decisión? ¿Cuáles son los intereses y necesidades?  ¿Alguien  puede decir algo al respecto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario, aliciente a continuar dialogando