domingo, 22 de noviembre de 2009

VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES ENTRE DILEMAS Y CERTEZAS

Atardeció y anocheció el 19 de noviembre del noveno año del siglo XXI, la llamada de Sonia lejana, me recordó el costo de la distancia, donde se ennoblece la esperanza y anima la promesa, iluminando futuros días de retorno, que siendo una estación golondrina es suficiente para reconfortarnos. Es de mañana, cuando descubro el mensaje de Sonia, aquella otra que intuyo y aun no descubro más allá de los signos de la virtualidad provocando en mí la imagen simbólica de las sonias.

Reacciono ante el mensaje, intentando sacudirme de esa sensación que siempre eludo a toda costa tropezar, aun cuando sea por azahar. Al ser tan conocida siento su acercamiento invadiendo mi olfato, enfriando mi piel, atrayendo mi mirada, inquietando mi espíritu, confundiendo mis sentidos, antes de tener conciencia cierta de su presencia.

La invitación de mi amiga virtual, me ha colocado ante uno de esos dilemas que nos toca resolver, esos que te generan un estado de levitación en el alma y profundo vacío en el vientre hasta tambalearte, mientras experimentas la ebullición de aquellos pensamientos que siempre te acompañan, fielmente porque no pueden pertenecer a nadie mas, en tanto existen unido a un@, feneciendo su condición de pensamiento cuando se deslizan con las palabras en su vano intento de autonomizarse.

En situaciones semejantes, cuando el espanto me acompaña, suelo reaccionar automáticamente, ignorando su presencia, cruzando la calzada, tomando otro rumbo, perdiéndome en el tumulto. A veces no requiero de tanto esfuerzo, basta sonreírle a la vida, pues cual fantasma espanta niñ@s, huye cuando sonríes, se aleja cuando te ríes, dejan de existir cuando te llenas de gozo, mas no desaparecen, están al acecho del menor descuido, siendo atraídos por la confusión, alimentados por la tristeza, fortalecidos por el desánimo, creciendo con la derrota, afincados por el temor.

Hoy me sorprendió sin espanto ni alegría, me halló entre la cotidianeidad del querer, poder y hacer. Percibiendo todo el día su presencia, aun cuando quise distraerlo con el trabajo pendiente e intenté sumergirme en el urgente, más se ha mantenido persistente así que he de exorcizarlo del único modo que se hacerlo como es deconstruyéndolo, mirando en sus componentes, husmeando en cada parte hasta saber de que está hecho, por qué y para qué, solo así podré liberarlo y liberarme, recuperando mi espacio y desenredarme de sus sensaciones.

La invitación de Sonia llegó precedida de otras invitaciones, cuyas orientaciones desgranan la diversidad de miradas, percepciones, sentimientos y acciones alrededor de un acto social que a diferencia de aquellos que intentamos construir, este existe y posee atributos histórico, sistemático, inclusivo, redistributivo, equitativo, transversal, sostenido, institucionalizado, sostenible, eficiente, posicionado, recreado y trasformado en elemento simbólico cuya efectividad envidian el resto de actos sociales. Se trata pues de la práctica de violencia contra las mujeres, ejercida desde tiempos inmemoriales cuando una parte del ser humano descubrió que su poder se afirmaba en la posesión y control de la otra, incluyendo la negación de su condición humana, transformandola en tributo, regalo, violándola y violéntandola de diversas formas, unas brutalmente exhibidas, y otras, tan sutiles como el avance de la civilidad y la ciencia, al punto de ser sostenidas y reproducidas por las propias mujeres sin siquiera percatarse de ello. Practica en América Latina sostenida desde los cuatro puntos cardinales, reinventándose con cada estación, fortalecidos en su tolerancia y afincada en una cultura machista, de doble moral, desidia, indiferencia e impunidad.

La violencia contra la mujer como acto social con todos los elementos a favor, en este tiempo de dilemas intenta ser despojada de su velo protector. Sonia anuncia la creación de un instrumento destinado a dar dura batalla para arrebatarle sus principales fortalezas, los elementos y condiciones que la mantienen afirmada e intocable con posibilidad de sobrevivir aun a los tiempos de la raza humana, por tanto, su anuncio es una buena nueva para aplaudir, celebrar y apiñarse en el momento que fuera anunciado en detalle, en los ambientes del Congreso de la República donde pocas veces se tocan temas que nos tocan y menos aun nos invitan a estar presentes porque nuestra voz, argumento y decisión fue enajenado hasta hipotercarse en manos de los ciento veinte hombres y mujeres que dicen representarnos sin lograr representarse ni siquiera a sí mism@s.

No hace mucho estuve con las Micaelas, recordándo las rutas de nuestra condena y redención, cuyos vientres parieron a peruan@s sincretizando a propios y extraños, sobreviviendo a la invasión, el rapto, la mercantilización de su cuerpo, la esclavitud de sus vidas y sus descendientes. Venciendo en silencio y con coraje a los esfuerzos por desaparecer todo vestigio autóctono, renaciendo cada aurora aun cuando debía volver a morir con el sol, aquellas a quienes arrebataron sus dioses, su lengua, su linaje, su espacio hasta su piel, más no el pensamiento y la fe.

Su quehacer de este tiempo en los ambientes de los maestros, las irguieron como maestras, sanadoras y sabias. Mostrando la resiliencia hecha carne, donde el dolor las esculpió, la marginación afirmó su identidad, el olvido recreó la cultura para mantener y obsequiar al mundo la mixtura variopinta, generosa, cálida y acogedora del Perú. Hoy están decididas a no cejar en su esfuerzo a ser reconocidas y ocupar el lugar que les corresponde.

Las marías que al hilar y tejer habían decidido dejar de ser marianas, vírgenes, lloronas, plañideras y víctimas, para ser redentoras, precursoras de nuevos sueños y hacedoras de nuevos tiempos, convencidas que enlazando sus manos y uniendo sus voces crearían el torrente incontenible de su existencia y ser, hasta hacerse de instrumentos y compromisos con voluntad de cambio concreto. Al ver que sus tejidos eran raídos y sus esfuerzos despreciados decidieron retomar la agenda antes delegada, en este tiempo han decidido tomando calles y plazas elevando sus cantos y anuncios de no ceder un centímetro en su empeño de erradicar la violencia contra las mujeres, la cita sería ante las oficinas de trabajo del poder legislativo, que olvido legislar aquello que siempre quiso mantener entre las cuatro paredes bajo el rótulo de problema familiar.

Y llegó el llamado de las Giselas, aquellas que no habían sido vencidas por el tiempo ni el olvido, aquellas que tenían presente la tarea insustituible de que nunca más la vida fuera despreciada ni desperdigada, quienes cual ave fénix de las cenizas se elevaron para erguirse justicieras en nombre de los sin nombre, elevar las voces de los gritos silenciados, mostrar los rostros de quienes fueron incinerad@s, recuperar las huellas de l@s desaparecid@s.


Las giselas que en nombre de vida no podían permitir que nuevas vidas fueran desperdiciadas como aquellas que les fueron arrancadas de sus entrañas arrazadas con parte de sus propias vidas.
joven, andina o amazónica, por poseer una fe, o estar bajo sospecha. Las giselas nos convocan para no olvidar que la impunidad es el engendro preferido de las bestias humanas que se alimentan de la desmemoria y la desidia, de la distracción y el agotamiento, la cita sería frente al palacio de la injusticia.

Las Giselas, nos recordaban que la violencia en su forma más execrable había sido traslada hacia el cuerpo de las mujeres, transformándolo en campo de batalla de las guerras que en su forma mas perversa existe sin ser declarada, pero igual y cruel que un holocautos con exterminio sistemático: sea por ser mujer, quechuahablante,


Mientras las floras siempre atentas a nuevas aristas desde donde afloraran amenazas reinventadas hacia las mujeres, nos abrían como siempre su casa para hacer de la causa de la violencia contra las mujeres el texto y el contexto colocando en cuestión las formas de convivencia en la urbe que indiferente a los costos de su desborde mira con tolerancia hasta complicidad las diversas e inimaginables prácticas de violencia contra las mujeres.

Violentadas y violentas en el mundo de la vida, más hostil cuanto más envejece sus ciudades, perdiendo la calma de la madurez, la ternura de la experiencia y la estabilidad de historias vividas. Una urbe donde el feminicidio se desliza desde las cuatro paredes donde se ocultaba, hacia las calles ya no solo solitarias, hoy se apropia con osadía de las vías llenándolas del carmesí, arrebatadas a las mujeres que osaron irrumpir en campos del poder antes vedado, cuya práctica de incorruptuela, las hace vulnerables a la demencia y al sentimiento insano de quienes no sólo tienen licencia para conducir otras vidas a un destino finito o infinito, sino también la oportunidad de arrebatarla a se atrevan a colocar alto a la alevosía y ventaja.

Y estaban las Tarcilas, formadas por Coyas y Kashiri, en su incansable trajín por hacer que sus cuentos, cantos y voces sean escuchados, su aporte reconocido, sus heridas suturadas y sanadas, en quienes la violencia contra la mujer se expresa en el silencio de sus voces.
Mujeres que han sobrevivido a las inclemencias de poderes unos mas insanos que otros según el viento de los tiempos en el trono, que cuasi fueron exterminadas a nombre de la paz y la democracia en pleno siglo XX, que hoy son persistentemente invadidas y violentadas a nombre del desarrollo y la modernidad de los tiempos. Cuya causa no ocupa las primeras planas porque siguen siendo agenda segundaria. A quienes se recurre para ilustrar portadas de turismo exótico o justificar programas de depredación de su hábitad que suelen defender con todas sus fuerzas. Donde la experiencia de violencia contra la mujer que ha mercado sus vidas ha sido y sigue siendo de explotación, abuso, olvido e impunidad.

Convocando al debate y afirmación de una agenda tan amplia y profunda como la huella de los tiempos de olvido y negación que marcan sus historias.
Como dije cuando empecé esta deconstrucción del dilema de no saber que hacer ni a donde ir en medio de una encrucijada de múltiples vías creadas por las mujeres a propósito del día de la no violencia contra las mujeres, me ha mostrado que a donde vaya hallaré en cada espacio y agenda mi propia agenda pendiente y la oportunidad de volvernos a mirar de frente reconociéndonos y haciéndonos una a pesar de ser tan diversas y diferentes, descubriendo que no existe mas dilema que el escaso espacio para aquilatar el peso de cada iniciativa y el valor de todas las iniciativas todas aun insuficientes para ocuparnos de todas las formas de violencia ejercida contra las mujeres.

Por su lado las Marías, habían decidido abandonar su larga espera, donde fueron hilado, enhebrando, tejiendo y entretegiendo el ropaje que debía cubrir a quienes serían llamad@s a elaborar los instrumentos, las decisiones y las medidas que enfrenten directa y decididamente a la violencia contra las mujeres. Las marías que creyeron que sus esfuerzos serian compensados con el respaldo institucional para mantenerse al frente no sólo en actitud de defensa, sino avanzando y aportando hacia propuestas de relaciones humanas saludables de hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres, con ejercicio real de igualdad de derechos, oportunidades, valoración y respeto a las diferencias.

1 comentario:

  1. Bienvenido tu blog catagat, ya era hora! Todo tu comentario sobre la violencia (repugnante) contra la mujer, que simboliza el lado gentil y generoso de la humanidad, esta muy bien, lo suscribo. Te pido algo: escribe sobre la violencia DE la mujer, contra otros y, en especial, contra sí misma. Tal vez nos ayude a vincular con la otra violencia -la patriarcal- y a encontrar soluciones menos legalistas, más concertadas

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