Empecé a leer el primer artículo de las temporeras Marroquíes[1], con su migración masiva temporal, atraída por el lugar de destino y promovida por el país de origen en pos de la cosecha de fresas en Huelva (Andalucìa-España), vino a mí más de un recuerdo a modo de rompecabezas, intentando descifrarlos, decidí escribir al respecto. Lo primero, fue un cuento que en su momento acogí literalmente pero que en este contexto cobra nuevo sentido.
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2010: Arco Iris de la Laguna Keparin hacia el río |
Inmediatamente pregunto: “¿Abuela, entonces
un arco iris nunca vuelve a salir en el mismo lugar?”, ella responde: “Claro
que sí mi cielo, cuando un arco iris sale en un mismo lugar es porque el duende
ha construido una mina de oro”.
Con más curiosidad pregunto: “¿Abuela y por qué el duende
esconde ollas de oro?”. Ella dice: “Es para despertar la codicia de la gente
que quiere hallar de golpe una olla de oro llena, antes que llenar la suya de a
pocos como hacen los duendes, peor aún sin ocuparse de conseguir tesoros más
importantes que el oro.”
Nuevamente pregunto: ¿Abuela hay algo que valga más que el
oro?, mi abuela responde: “Si hija, hay muchas cosas que tienen más valor que
el oro. El primero es la libertad ella no tiene precio y no hay oro que pueda
comprarlo. Está también el amor, pero algunas personas disfrazan a otras cosas
como amor y le ponen precio. Lo que no se vende ni compra es la honestidad, la
amistad, el respeto, la palabra y el alma, nunca olvides eso”.
Una vez más interrogo: ¿Y por qué entonces los duendes solo
entierran ollas de oro y no todas esas cosas? Mi abuela responde: “Porque todo
eso no se entierra sino se disfruta. Los
duendes entierran oro, porque hay personas que tienen muchos sueños y también
miedos, que solo vencen con su deseo de encontrar el tesoro de otro, para
apropiarse de él, les parece más fácil. A eso le llaman aventura, valor y conquista,
pero en el fondo es un robo. Otras veces tienen suerte, descubren en el camino
a las cosas que valen más que el oro y fue bueno vencer su miedo. Pero quienes
buscan sólo el oro, se pierden en la aventura que les puede traer ventura o
desventura”.
Desde niña tuve curiosidad por las palabras por cuanto
vuelvo a interrogar: “¿Abuela que es ventura y desventura?”, mi abuela me sonríe
y añade: “La ventura es cuando logras
aquello que deseas, por ejemplo: hallar sólo la olla de oro al otro lado del
arco iris o ser libre, feliz y en paz con tu alma. Y la desventura, es que nunca llegas al otro lado del arco iris, porque
dura tan poco y se mueve tanto que te cansas y distraes en el camino. Otras
veces encuentras el oro, descubres que es sólo metal y que perdiste otros
tesoros por él, sintiéndote en soledad aun acompañada, lleno de tristeza en
plena fiesta, odiándote a ti misma y sin paz en el alma”.
Insisto: “¿Abuela desde cuando los duendes llenan ollas
con oro?”. Ella retoma su papel de narradora y dice: “No siempre fue así. Hasta
que hubo un tiempo donde el oro se internó en el corazón de los seres humanos,
haciendo que crezca la avaricia, alimentado por la ambición que dejó escapar
todos los malos sentimientos y pasiones humanas hasta hacer al hombre el peor
enemigo del hombre, fueron tiempos que casi desaparece la humanidad. Por eso,
los duendes que antes se encargaban de hacer magia y belleza en la naturaleza,
cuidando a las hadas, plantando nuevas especies, pintando de color las flores,
limpiando los estanques y dando brillo a las piedras; fueron destinados a
acumular el oro, para proteger a los seres humanos y también para dejar que
quienes desean hacerlo se pierdan solos”.
Siempre vi a mi abuela, como mi heroína, fuerte, creativa,
enérgica y sabía. Me sentía segura a su lado,
por eso preguntaba y repreguntaba: “¿Abuela y alguna vez tú has ido hacia el
otro lado del arco iris? Ella me mira, se queda en silencio, empequeñece la
mirada, me abrazaba fuerte, como temiendo recordar mientras se arregla el
pañuelo, mira al arco iris, baja la voz y casi en susurro me cuenta:
“Si hija, pero yo no fui, yo vine hacia este lado del arco
iris, por eso es que me tienes aquí. Cuándo dejé el lado donde nacía mi arco
iris, no sólo quería la olla de oro, yo quería una vida diferente a la que sería
mi vida allí, porque era dura, sin esperanzas y muy triste para las mujeres.
Cuando vine a este lado del arco iris, no me entretuve, cogí el camino sin
titubear, busqué con tesón la olla, pero descubrí que aquí también yo era
mujer, joven y hermosa, así que me encontré con muchos aventureros con más
ambición y maldad, que hicieron todo lo posible por arrebatarme la olla de oro.
Claro que mi vida ha sido diferente, descubrí el valor de la libertad, la
amistad, aprendí a leer y encontré a Dios, pero a veces me pregunto si valió la
pena dejar a mi pueblo. No lo sé porque nunca me arrepentí, tampoco tuve
fuerzas para volver atrás hacia donde nace el arco iris”.
Yo tenía ocho años, no entendía mucho de aquello que mi
abuela me contaba en ese momento, salvo imaginar a los duendes, a mi abuela
joven, a los hombres y su codicia. Abrazaba a mi abuela y decía que para mí,
ella era mi olla de oro, mi tesoro donde cada vez encontraba algo nuevo. Ahora
que lo recuerdo y comprendo mejor, me gustaría decirle que su aventura si valió
la pena, porque la tuve para mí y aprendí muchos de ella, sus haceres, cantos y
cuentos. Y muchas mujeres la tuvieron como soporte, en tanto los hombres le
temían, incluyendo a mi padre.
Cuando crecí afirmé la idea, que mi abuela siempre fue un
tesoro mayor que el oro que yo disfruté, imité y amé. Entendí que la vida es
menos metal y más aquello que uno aprecia, ama y valora en determinado tiempo
de nuestra vida. Pueda que eso fuera lo que buscaba mostrarme mi abuela con su
cuento sobre el otro lado del arco iris.
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2010. Vista de Corral Pampa hacia Yuraj Jirca |
Un pueblo donde siempre discurría el agua cristalina, la
papa recién asada olía a gloria, podía comerse habas tiernas, oca recién
cosechada, queso apenas cuajado, el choclo tierno y dulce. Disfrutar con
cuidado al capulí, la tuna, el tumbo y la zarzamora en los tiempos de verdor y
cosecha, con lluvia en verano, donde salía el arco iris.
Canal Sur.
(26 de enero de 2018). Más de 18.000 temporeras marroquíes viajan este año a
Huelva para recoger fresa. Recuperado el 4 de junio de 2018, de
http://www.canalsur.es/mas-de-18000-temporeras-marroquies-viajan-este-ano-a-huelva-para-recoger-fresa/1244799.html
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