viernes, 11 de enero de 2013

SINTIENDOTE Y PRESINTIÉNDOTE

Tu voz fundida entre mi conciencia e inconsciencia,  surge del  lado izquierdo de mi cama, oigo con esfuerzo, desgranar las  dificultades que has experimentado antes de verme: tormentas de  granizo, persecuciones, el tiempo que no tienes  porque has agotado  los correspondientes al mes siguiente, que digo, del año siguiente y casi la mitad del subsiguiente.  Por ello  me confiesas con pesar, el sentimiento de estar  hurtando, convirtiéndote en ladrón de ti mismo,   al tomar aquello que no tienes para venir a verme y no lograr éxito  en arrebatarme de  los brazos de Morfeo.
Alguien entra para recordarme que ya es tiempo, haciendo que me remueva en la cama y luche una vez más por despertarme, sin abrir aun los ojos, te pregunto: ¿Dónde, cómo y con quién pasaste noche buena? Respondes que muy cerca,  en Magdalena Vieja, donde cenaste con tu hermana y ambos me recordaron en la abundante conversa que fue diversa y extensa. Preguntas a tu vez: ¿Tú que todo lo sientes  o pre -sientes  antes que suceda, no sentiste cuanto extrañaba estar contigo en ese momento? Insistes: ¿No he logrado conectarme contigo en mis noches más oscuras mientras tu recuerdo y palabras era lo único que espantaba mis miedos? ¿Tanto abismo se ha abierto entre nuestras almas que dejaron de estar al unisono?
Siento tu voz como tu aliento próximo mientras expresas: ¿Tanto me has alejado de tu vida?, el roce de tus labios en mi mejilla rodando  hacia mis labios me despierta abruptamente alejándome rápidamente de tu demanda. Ese rechazo al álito de cada despertar logra ser más fuerte que mi somnoliencia, debe haberse fundido inclusive en mi inconsciente transformándose en un  efectivo despabilador. Despierto totalmente, te miro, sonrío, agradeciéndote en silencio haberte transforma en  ladrón de tu propio tiempo hasta hacerme cómplice de tal delito, mientras digo:  “También te he extrañado, sentido y presentido, sólo que he aprendido a  hacerlo en silencio, guardarlo en un baúl allí donde mi voluntad no pueda hacerme daño, ni colocarte en riesgo mi contacto”.
Con un salto dejo el lecho y digo en nuevo tono: “Me alegra estés conmigo en este tiempo donde toda mi familia se ha juntado para celebrar,   así conocerás a mi numerosa parentela”. De pronto me encuentro en una habitación llena de personas están mis primas, primos, sobrinas y sobrinos, alguien se desplaza con una gran fuente desbordante de vinos en tono ámbar,  que brillan atrapadas en  copas de martini. Tomo dos con una sonrisa, con ellas en mis manos voy nuevamente a tu encuentro.
Brindamos por todo aquello pendiente mirándonos a los ojos como siempre, con tanta alegría que emerge por nuestros poros, permaneciendo más tiempo con nosotros,  que ese sentimiento tan  deseado y efímero como es la felicidad. Pienso mientras bebo el vino que sabe a vermut, el modo tan extraño que está asociado a nuestros encuentros, en lo bueno de otros tiempos donde podíamos hallarnos a nuestro antojo sin mediar para ello, muchos oidos conectados, ojos  atentos e incansables,  tiempos estrechos  y otras voluntades. Pienso en el modo como cada persona puede imaginar, hasta dar vida a sus propias torturas y cautiverio,  mientras grita y se entrega a luchar por la libertad.

Cambia el escenario, estamos ante una ventana de una casa con techo a dos aguas,  fuera llueve como si en el cielo se hubieran abierto las compuertas, mi alegría se une con mi percepción de celebración y bendición del cielo, la lluvia suele ser para mí  como un concierto de sonido y  danzas del agua, festejando su retorno a la vida de mujeres y hombres, para ser admirada, deseada,  bebida y bendita. Para volver a correr dulcemente  sobre la tierra luego de haber navegado por los mares, ascendido a los cielos, mirado el rostro de Dios y  besado los picos más altos.
Me veo buscando una ducha en un ambiente de numerosos baños, semejante a los servicios higiénicos de un colegio, descubriendo que  acababa de despertar de un sueño donde te sentí y presentí, y este era otro sueño, que ya no te pertenece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario, aliciente a continuar dialogando