No es sencillo entender y asumir una situación que abruptamente
modifica tu vida cotidiana, primero dices: "esto no me pasa a mí, no puede
ser", es el primer estado, la negación. Luego te aferras a pensar que es: "sólo
un mal sueño, que pronto despertarás", es la tentación de la fuga al cual los
seres humanos recurrimos como mecanismo de protección para mantener el equilibrio
emocional.
Sin embargo el mecanismo de defensa cumple un papel efímero,
debido a que si se instala y permanece, cruzamos esa línea cuasi impercetible de
la enajenación que nos advertía mi profesor de psicopatología, durante el diplomado
de psicología, a mediados de los años ochenta.
Cuando te haces consciente que los hechos existen, que debes
asumirlo, buscas una explicación, la razón viene en tu auxilio. Y claro, la primera tentación es buscar responsables: el carro, el chofer, el semáforo, el tráfico, etc. Todos externos a una, es el primer camino fácil por donde transitamos en un momento de crisis. El segundo pensamiento, para quienes tenemos tatuado
en la memoria el sentimiento de culpa, antes de hundirte en la depresión, viene
a tu auxilio el olvido, la amnesia temporal, quien sabe si voluntaria, no recuerdas nada hasta el limite con la inconsciencia.
Algunos(as) lloran se quejan, maldicen hasta transitar al papel de víctima, que justifique su hosquedad, abuso y maltrato de quienes sirven de apoyo, ayuda y literalmente sustitución de la discapacidad. Para mi fortuna, soy poco quejosa y como carezco de experienncia en inmovilidad, todo lo agradezco, mi compañera de día y noche es gracias.
Y para quienes
aprendemos de nuestros errores o situaciones extremas, hacemos uso de nuestra capacidad de unir, atar, recuperar. De niña era los rompecabezas, como profesional la práctica de deconstruir y reconstruir los hechos permiten hallar las huellas del futuro, allí es donde surge la esperanza.
En este proceso el sentimiento de dependencia se transforma en
compañía, dejando que la experimentes a todo costo. Al cual primero te revelas,
luego te incomoda, agota y por momentos se torna doloroso. Cuando todo esto se extingue,
como el dolor físico con el que convives, te perdonas y pides perdón.
Agradeces a Dios o los dioses y diosas en quienes crees, por
este tiempo lleno de milagros, magia, buenos deseos, amores expresos, gestos elocuentes
que escasean cuando no te detienes. Entonces comprendes el sentido de los hechos,
el cambio que viene con él y a través suyo. Cobra sentido y contenido la frase “nada
sucede por casualidad”, ni más allá de lo que puedes asumir y resolver.
Cuando comprendes que no importa ¿Cómo?, sino que es la nueva
situación instalada, es cuando te haces cargo, asumiendo que algo de ti se ha detenido,
tomado licencia, se ha dejado escuchar. Es cuando te percatas del papel que venía
jugando en tu vida tu perspectiva de la vida y tu propia vida, cuán importante era
y es, el modo como ha sido usada y abusada. Es el momento en que te haces consciente
de la importancia que tienes tú para ti. Y celebras un compromiso contigo misma(o)
por un trato diferente en el futuro. Igual o mayor a aquello que mueve tus días
por las(os) otros, llenándote de indignación cuando se trata de una situación de
abuso, olvidando que ese abuso lo reproduces sistemática y sostenidamente a esa
parte tuya que decidió revelarse, detenerse.
Poco a poco, a medida que transcurre el tiempo, te haces protagonista
del nuevo estado, colocas atención a los recursos con que cuentas, las habilidades
y capacidades invernantes, las redes construidas, los amores sembrados y los frutos
disponibles. Eliges tu mejor sonrisa, te transformas en fuente y destino, estrenas
tu disposición, descubriendo no hay dependencia, sólo retorno de buen amor. Te reacomodas,
lentamente te haces receptora y fuente de valoración al apoyo, la facilitación,
acunas a tuyo doliente, quien pidió licencia y requiere de nuevas fuentes de amor.
Así es como se reaprende, aquello que sucedió hace tanto tiempo
que casi se había borrado de tu recuerdo. El modo y tiempo que llevó poner en movimiento
cada uno de tus funciones motrices, habilidades, destrezas y capacidades. Cuando
valoras cada respiro, movimiento, sensación, pensamiento y sentimiento, descubres
cuan mágica es la vida, esa que acostumbramos a recubrir de pretextos. Y te detienes
a pensar en las razones por las que siempre has corrido, lo que cuesta detenerte,
el modo como dejaste de vivir al tiempo a cambio que te hiciera adicta, cuanto más
te eludía más ibas tras él, hasta dejarte arrasar, impidiéndote ser, hacer y estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario, aliciente a continuar dialogando